Conocimiento y lenguaje

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Conocimiento y lenguaje
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José María Bernardo Paniagua, Ángel López García Beatriz Gallardo Paúls, Ricard Morant Marco Manuel Pruñonosa Tomás, Enric Serra Alegre Julio Calvo Pérez, Carlos Hernández Sacristán Ángel Herrero Blanco, Isabel García Izquierdo Susana Pastor Cesteros, Juan Carlos Ruiz Antón Luis Fernando Lara, Daniel Jorques Jiménez

CONOCIMIENTO Y LENGUAJE

Ángel López García Beatriz

Gallardo Paúls, eds.

UNIVERSITAT DE VALÈNCIA

2005

Educació. Materials 80

Colección: Educació. Materials

Director de la colección: Guillermo Quintás Alonso


Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, foto­químico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el per­miso previo de la editorial.

© Los autores, 2005

© De esta edición: Universitat de València, 2005

Producción: Juli Capilla

Cubierta:

Diseño: Pere Fuster (Borràs i Talens Assessors SL)

Tratamiento gráfico: Celso Hernández de la Figuera

Corrección: Josep M. Martínez Polo

Realización ePub: produccioneditorial.com

ISBN: 84-370-6113-X

Índice

Portada

Portada interior

Créditos

Prólogo

1. Comunicación y lenguaje

1.1 Introducción

1.2 Variables y constantes en las situaciones comunicativas

1.3 La construcción de la Teoría de la comunicación

1.4 Teoría de la comunicación y teoría del lenguaje

1.5 Ejercicios

Lecturas recomendadas

2. Biología y lenguaje

2.1 Fundamentos biológicos del lenguaje

2.2 El origen de la mente comunicativa

2.3 El origen del lenguaje

2.4 El lenguaje y la conciencia

2.5 Fases del desarrollo del lenguaje

2.6 Fundamentos genéticos del lenguaje

Lecturas recomendadas

3. El lenguaje y la mente

3.1 Las relaciones pensamiento-lenguaje desde el marco estructuralista

3.2 Las relaciones pensamiento-lenguaje desde el marco generativista

3.3 Las relaciones pensamiento-lenguaje desde el marco cognitivista

3.4 Las enfermedades del lenguaje

3.5 Psicolingüística del discurso

3.6 Ejercicios

Lecturas recomendadas

4. Lenguaje y cultura

4.1 Introducción

4.2 Lenguaje y entorno

4.3 Reflejos culturales en el lenguaje

4.4 Subculturas

4.5 Ejercicios

Lecturas recomendadas

5. Las formas del lenguaje

5.1 El lenguaje por dentro

5.2 El nivel fónico

5.3 El nivel morfológico

5.4 El nivel sintáctico

5.5 Ejercicios

Lecturas recomendadas

6. Los sentidos del lenguaje

6.1 Introducción: sentido, situación y significado

6.2 La semántica tradicional: las relaciones de significado

6.3 Un recorrido por la semántica estructural

6.4 Semántica postestructural

6.5 Semántica de unidades inferiores a la palabra

6.6 Semántica de unidades superiores a la palabra

6.7 Ejercicios

Lecturas recomendadas

7. Los usos del lenguaje

7.1 Introducción

7.2 Teoría de los actos de habla

7.3 Sobre lo implícito

7.4 El espacio interlocutivo

7.5 Estructura básica de la conversación

7.6 Ejercicios y comentarios

Lecturas recomendadas

8. Lenguaje y texto

8.1 Introducción: la noción de texto

8.2 El desarrollo de la Lingüística del Texto

8.3 Las propiedades de la textualidad

8.4 Tipologías de textos

8.5 Texto y cultura

8.6 Ejercicios

Lecturas recomendadas

9. Traducción

9.1 Introducción

9.2 Traducción y Traductología

9.3 Perspectivas actuales en Traductología

9.4 El enfoque textual

9.5 Ejercicios

Lecturas recomendadas

10. La enseñanza de segundas lenguas

10.1 La lingüística aplicada a la enseñanza y aprendizaje de lenguas

 

10.2 La adquisición de segundas lenguas

10.3 Métodos de enseñanza de segundas lenguas

10.4 Contenidos y destrezas. Recursos y materiales para su desarrollo

10.5 Conclusiones

10.6 Ejercicios

Lecturas recomendadas

11. Lenguaje e informática / Lenguaje y ordenadores

11.1 Introducción

11.2 Métodos de la lingüística computacional

11.3 Historia de la lingüística computacional

11.4 Aplicaciones

11.5 Análisis: niveles

11.6 Generación de texto

11.7 Generación fónica (síntesis de voz)

11.8 Conclusión

Lecturas recomendadas

12. El diccionario y sus disciplinas

12.1 El diccionario como producto y como objeto semiótico

12.2 Lexicografía

12.3 Los tipos de diccionarios

12.4 El lenguaje lexicográfico

12.5 El cuño normativo del diccionario

12.6 Ejercicios

Lecturas recomendadas

13. Desarrollos contemporáneos de la lingüística

13.1 Consideraciones preliminares: guión historiográfico

13.2 Modelos de filtro

13.3 Modelos de realce

13.4 Modelos de niveles

13.5 Los modelos de recuperación de la información

13.6 Las teorías proposicionales de la comunicación lingüística. Las teorías especializadas

13.7 Las teorías proposicionales alternativas de la comunicación lingüística. Las teorías globalizadoras

13.8 El naturalismo lingüístico

13.9 Los modelos de comprensión oracionales

13.10 Los modelos de comprensión suboracionales

13.11 Modelos enunciativos de recepción. La gramática liminar del español

13.12 Ejercicios

Lecturas recomendadas

Bibliografía general

Índice analítico

Col·lecció educació

PRÓLOGO

Hace quince años el Servei de Publicacions de la Universitat de València nos encargó un manual universitario de Lingüística general y aplicada que se publicó con este título en 1990. Tres ediciones y numerosas reimpresiones avalan el éxito del mismo entre los estudiantes de nuestra Facultat de Filologia y entre los de muchos otros centros españoles e hispanoamericanos. También ha merecido varias reseñas favorables a cuyos autores agradecemos de verdad las observaciones críticas que nos hicieron. Pero en la vida científica todo tiene fecha de caducidad y malo sería que alguna disciplina fuese ajena a dicha ley inexorable que obliga a reinventarse continuamente los métodos, los conceptos y las soluciones. La lingüística, por cierto, se enfrenta a esta exigencia más que ninguna otra ciencia porque habla metalingüísticamente del objeto lenguaje con el propio lenguaje, lo que se traduce en un doble perspectivismo, empírico y categorizador. Aunque los responsables de la editorial universitaria nos requirieron muchas veces una edición ampliada y renovada, siempre fuimos reacios a hacerla, y ello por una razón muy simple: si bien en este tránsito entre dos siglos todas las ciencias han acelerado su transformación, la nuestra lo ha hecho de manera vertiginosa. Esto no es un tópico: el contenido y, sobre todo, el tono de los manuales que se están publicando últimamente son tan distintos de los de hace tres lustros que casi parece que se trate de dos materias diferentes.

Con todo, más profunda ha sido todavía la transformación del lector prototípico. Cuando escribimos el manual de 1990, la lingüística era una ciencia dura y formalizada, venía a ser las matemáticas de las letras, por expresarlo de manera gráfica, y así lo refleja con fidelidad el índice de aquella obra. Pero lo que los lectores piden a un texto de lingüística en el siglo XXI es muy diferente. Comenzando por el título mismo, ya no interesa tanto el método lingüístico cuanto el lenguaje como fenómeno: fenómeno social, fenómeno cultural, fenómeno mental y hasta fenómeno biológico. Digamos que, en el momento presente, la ciencia del lenguaje, sin dejar de ser ciencia, ha retomado una dimensión humanística que nunca debió perder. Ello implica un replanteamiento absoluto de los contenidos y del tono, lo cual nos obligaba a escribir una obra completamente nueva. En cuanto a los contenidos, este trabajo atiende sobre todo a lo que, parafraseando el título de un conocido libro de Charles Bally, pudiéramos llamar el lenguaje y la vida. En cuanto al tono, se ha concebido como una obra de divulgación científica y no como una obra de referencia. En otras palabras que es más un libro para leer que para estudiar y, sobre todo, aspira a ser un libro para motivar.

¿Motivar? ¿Motivar a qué? ¿Acaso esto de la lingüística no es simplemente una de las partes que integran el currículo de los profesores de lengua, tanto materna como segunda? También, desde luego, pero no sólo y cada día menos. Ya no se trata únicamente de que en el momento actual el panorama de las salidas laborales docentes se presente ensombrecido: esto es algo contingente que pasará. Lo más importante es que la actitud de los seres humanos ante el lenguaje ha cambiado: ahora se sabe que el lenguaje es un instrumento poderoso que permite cambiar la sociedad mediante los medios de comunicación –el cuarto poder– y la economía mediante el dominio de las relaciones comunicativas, que permite entender el mundo mediante los símbolos culturales, que permite terapias insospechadas en pacientes de etiología muy variable. Todo lo cual no es nuevo, claro, sino antiquísimo: el lenguaje como poder, como retórica o como taumaturgia es tan antiguo como la civilización occidental. Sólo que nadie le había prestado atención en el mundo académico, entretenidos como estábamos en estériles análisis gramaticales y en inacabables comentarios de texto.

Los profesores que hemos elaborado este libro pertenecemos a las universidades valencianas, a la de València, a la de Alacant y a la Jaume I, pero también al Colegio de México. Ello representa ya una ampliación respecto a la procedencia de los autores del manual de 1990, si bien menos amplia de lo que hubiéramos deseado. Son razones de proximidad geográfica y el aprovechamiento de una estancia investigadora en España las que han determinado una colaboración viable, quiere decirse, real. Un problema de las obras colectivas es que cada uno sólo se preocupa de su parte y, al final, el lector no sabe a qué carta quedarse. Confiamos en que este no sea nuestro defecto. Porque el carácter humanístico que ha llegado a tener la lingüística puede dar la impresión de que se trata de una serie de opiniones dispersas sobre el lenguaje. No hay tal: ni están dispersas ni se trata de meras opiniones sin contrastar. Pero el mejor juez de la coherencia de la obra que presentamos al lector será el lector mismo: a su buen juicio nos encomedamos rogándole, eso sí, que no deje de hacernos partícipe de sus comentarios, sugerencias o reservas.

ÁNGEL LÓPEZ GARCÍA

BEATRIZ GALLARDO PAÚLS

1. Comunicación y lenguaje

José María Bernardo Paniagua

Universitat de València

1.1 Introducción

Los manuales de Lingüística suelen comenzar con un capítulo titulado comunicación y lenguaje en el que se presentan, a modo de introducción y supuesto general, algunas cuestiones que hacen referencia a la comunicación (delimitación, elementos, dinámica, funciones y tipología) y, a partir de ese marco disciplinar, otras relacionadas con la definición del lenguaje (capacidad humana, instrumento o sistema de comunicación). Además suelen especificarse aquellos rasgos que se consideran más relevantes para abordar el tratamiento científico del lenguaje por parte de la Lingüística, fundamentalmente las unidades sígnicas que lo componen, su inserción en los diferentes niveles lingüísticos y la interrelación de las mismas en las construcciones que conforman los hablantes para interactuar en las diferentes y peculiares acciones y situaciones comunicativas.

Ahora bien, y como quiera que las cuestiones aludidas anteriormente tienen un tratamiento adecuado y prolijo en varios de los capítulos de esta obra, hemos optado por elaborar este apartado siguiendo pautas y coordenadas que marcan los estudios actuales de Teoría de la Comunicación y, por otra parte, dar entrada a ciertos aspectos que los lingüistas no suelen tratar normalmente por razones diversas. Entre otras, el planteamiento restrictivo que limita el objeto de la Lingüística al estudio del lenguaje humano oral o escrito y deja de lado aquellas manifestaciones de la comunicación y del lenguaje que tienen que ver de manera especial con ciertos espacios comunicativos que se caracterizan por la complejidad proveniente de la producción y recepción de determinados textos o discursos propios de un tipo de acción comunicativa muy relevante que se vehiculiza a través de los medios de comunicación social actualmente dominantes: la prensa, la radio, la televisión, el cine e internet. En segundo lugar, el riesgo de que se considere una osada intromisión o arriesgada aventura el intento de afrontar esas manifestaciones desde la perspectiva lingüística. Finalmente, también debe contemplarse la posibilidad de que los propios lingüistas estén guiados por prejuicios que conduzcan a mirar con cierto desdén algunos lenguajes y, por lo mismo, consideren impropio o poco serio el tratamiento científico de los mismos.

A este planteamiento puede concedérsele, sin duda alguna, un carácter marcadamente prospectivo puesto que significa una exigencia con vistas al futuro del desarrollo de los estudios lingüísticos. No obstante, y tal como demuestra de forma exhaustiva S. Serrano (2000), tiene sus raíces en la propia evolución de la comunicación, del lenguaje y de los estudios sobre ambos fenómenos en el mismo campo de la Lingüística y en otros de ciencias cercanas y no tan cercanas a ese campo del saber. Por esa y otras razones, quizás sea conveniente comenzar a asumir esta propuesta como necesidad basada en supuestos antropológicos (Grau, 2002; Duranti, 2000), semiótico-comunicativos (Martín-Barbero y Rey, 1999; Pérez, 1995) y específicamente lingüísticos como subraya, desde una doble perspectiva pragmática y epistemológica, López (1999: 75) al afirmar:

 

Hoy, como siempre, las secuencias lingüísticas son verbalizaciones del mundo, que lo presuponen y reflejan en mayor o menor medida, lo que ha cambiado es que, ahora, grandes parcelas de la lengua son indisociables de una imagen que las acompaña. Más aún, la percepción de la lengua que tienen los hablantes, la cual es el fundamento de su estudio científico, es una percepción ligada indisociablemente al mundo visual. En un panorama como el que estoy bosquejando, me parece que la relación entre la Lingüística y la Comunicación Audiovisual son obvias. Hoy la cultura es una cultura más audiovisual que escrita. Y si la Lingüística aspira a ser una de las ciencias culturales del momento presente, forzoso es que, como disciplina ocupada en desentrañar los fundamentos del acto comunicativo, tienda puentes hacia la modalidad más popular de la comunicación de fines del siglo XX, la audiovisual.

Para responder a las cuestiones mencionadas en esta introducción, realizaremos un breve recorrido que tiene como hitos fundamentales:

a) la constatación de la pluralidad y diversidad de las situaciones comunicativas, y no sólo el constructo paradigmático del modelo o modelos de representación del sistema comunicativo, como punto de partida para la reflexión científica sobre la comunicación y el lenguaje;

b) la revisión del proceso histórico de la construcción de la Ciencia (o ciencias) de la Comunicación; c) la presentación de los factores conformantes de una aproximación compleja a la comunicación actual; d) las derivaciones de esa visión de la comunicación en el tratamiento de los lenguajes dominantes y, como conclusión,

e) las implicaciones de todo lo anterior en la aproximación lingüística a los fenómenos provenientes de la realidad comunicativa actual y de los lenguajes en ella empleados.

1.2 Variables y constantes en las situaciones comunicativas

1.2.1 Las esferas de la comunicación

Antes de enfrentarnos a la aproximación científica, diacrónica y sincrónica de la comunicación, consideramos importante presentar lo que podemos denominar realidad comunicativa y atribuir cierta relevancia a una serie de cuestiones que, sin duda, constituyen el punto de partida o referente del tratamiento científico de la comunicación. Es decir, desde una perspectiva científica, esa constatación de la realidad comunicativa constituye, sin duda, el referente concreto, la realidad, para llevar a cabo el proceso de reflexión que supone la aproximación científica a la comunicación como objeto de investigación, reflexión y explicación. En otras palabras, la delimitación de la comunicación como objeto científico, como operación inicial del proceso de investigación y de construcción de una disciplina o campo del saber, ha de realizarse extrayendo de la realidad comunicativa concreta lo que se considera más relevante para ser estudiado, de acuerdo con los supuestos y exigencias de una determinada perspectiva científica o paradigma.

El tratamiento de la pluralidad de las manifestaciones comunicativas ha sido realizado de forma diferente por diversos autores en función de su perspectiva de estudio. A modo de ejemplo, introduciremos a continuación algunas muestras presentando básicamente las clasificaciones propuestas por estudiosos representativos.

Bougnoux (1999: 15), por ejemplo, propone esta enumeración: «esferas o círculos de la comunicación: doméstica, educativa (comunicación pedagógica), espacial (urbana), pública (relaciones públicas y marketing) y global (esfera mundial de los intercambios)». Por su parte, McQuail (1999: 35-38) resume su planteamiento en los términos siguientes:

Para calificarse como red de comunicación, en el pleno sentido de la palabra, tiene que haber tanto un medio de entrega e intercambio como un flujo activo de mensajes en el que todos o la mayoría participen activamente. Existen tecnologías capaces de soportar una red alternativa (no de masas) a escala de toda una sociedad (en particular, la red de transportes, la infraestructura de telecomunicaciones y el sistema postal), pero éstas suelen carecer de los elementos sociales y papeles públicos a escala de toda la sociedad que tienen los medios de comunicación de masas. En un nivel inferior a la sociedad, hay varios tipos de redes de comunicación. Uno de ellos reproduce el conjunto de la sociedad a escala de la región, ciudad o población e incluso puede tener su propia estructura mediática paralela. Otro queda representado por la empresa u organización laboral, que quizás no tenga una única ubicación pero que suele estar bien integrada dentro de sus límites organizacionales, entre los cuales se suele producir la mayor parte del flujo de comunicación. Un tercer tipo lo ilustra la «institución», como las del gobierno, de la enseñanza, de la justicia, de la religión o de la seguridad social. Las actividades de una institución social siempre son muy diversas y requieren, asimismo, correlación y mucha comunicación, siguiendo rutas y formas establecidas. Las organizaciones e instituciones sociales se distinguen de las redes a escala de toda una sociedad mediante la especificidad de sus tareas. También están limitadas y relativamente cerradas, si bien la comunicación sí atraviesa sus límites (por ejemplo, cuando una burocracia o una empresa comunica con sus clientes, y viceversa). Por debajo de este nivel se dan aún más tipos, y más variados, de redes de comunicación basados en alguna particularidad compartida de la vida cotidiana: un entorno (un barrio, por ejemplo), un interés (como la música), una necesidad (por ejemplo, el cuidado de niños pequeños) o una actividad (como el deporte). En este nivel, las cuestiones clave conciernen a la adhesión y la identidad, y a la cooperación y la creación de normas. En los niveles intragrupal (por ejemplo, la familia) e interpersonal, se ha prestado normalmente más atención a las formas de conversación y a las pautas de interacción, influencia, afiliación (grados de adhesión) y control normativo. En el nivel intrapersonal, la investigación de la comunicación se concentra en el procesamiento de la información (por ejemplo, la atención, la percepción, la comprensión, la memoria y el aprendizaje) y sus eventuales efectos (sobre el saber y las opiniones y actitudes). Esta pauta aparentemente sencilla se ha complicado con la creciente «globalización» de la vida social, en la que han intervenido los medios de comunicación de masas. Hay, sin embargo, un «nivel» más elevado de comunicación e intercambio que debe ser considerado: el que atraviesa, e incluso ignora, las fronteras nacionales en una gama cada vez mayor de actividades (económicas, deportivas, políticas, lúdicas, etc.). Las organizaciones e instituciones se encuentran menos confinadas dentro de sus fronteras nacionales y los individuos también pueden satisfacer necesidades de comunicación fuera de su propia sociedad o entorno social inmediato. La correspondencia, antes muy destacada entre, por una parte, unas pautas de interacción social personal en un espacio y tiempo compartidos y, por otra, unos sistemas de comunicación se ha debilitado mucho a medida que se ensancharon considerablemente nuestras opciones culturales e informativas.

Es cierto que no es posible hablar de la pluralidad de las manifestaciones comunicativas sin recurrir a los estudios de carácter científico que han realizado los autores que iremos citando a continuación. No obstante, la información que seleccionaremos será empleada desde una perspectiva previa a la aproximación científica propiamente dicha con la finalidad de poner en evidencia la variedad que ofrecen los hechos comunicativos como exigencia de la multiplicidad de situaciones de interacción comunicativa y social (Livolsi, 2000: 25-28, 455-483). Dicha pluralidad de las formas de la comunicación ha sido resaltada por todos los teóricos de la comunicación por razones diversas y desde perspectivas diferentes. A partir de esos testimonios podría ensayarse un elenco ecléctico en el que se incluyeran, al menos como una mera enumeración, todas las modalidades de comunicación desde la intra e interpersonal a la mediada, social, de masas o virtual. Sin embargo, consideramos más riguroso hacer constar algunos testimonios que hemos seleccionado como muestra representativa de ese ámbito de estudio.

Saperas (1998: 111-117), por ejemplo, afirma que:

Un diagnóstico general de esta compleja estructura comunicativa nos permite reconocer cinco niveles básicos de estructuración de los sistemas y procesos de comunicación, y consecuentemente definen cinco niveles de análisis que organizan internamente la teoría de la comunicación: nivel intrapersonal, nivel interpersonal, nivel de las organizaciones, nivel institucional (instituciones comunicativas) y nivel macrosocial (sociedad y opinión pública.

Esa enumeración responde a la necesidad de subrayar que las teorías actuales de la comunicación amplíen el objeto de estudio y, por lo tanto, el campo de investigación como única y adecuada manera de responder a la complejidad de la propia realidad comunicativa. En ese contexto, aboga por la necesidad de que los teóricos de la comunicación contemplen el conjunto de niveles de la comunicación que, aun siendo realidades y situaciones autónomas, guardan entre sí una radical interrelación. Cualquier forma de comunicación se encuentra interrelacionada con otras formas del proceso comunicativo de mayor o menor complejidad y pensar en cada elemento comunicativo de forma segmentada del resto de las comunicaciones es ignorar la compleja realidad actual.

La pretensión, en segundo lugar, de fundamentar su tesis de la interdisciplinaridad a la hora de formular y desarrollar un tratamiento científico de la comunicación conduce a Wolton (1999) a presentar una versión diferente a la de los autores citados hasta el momento con respecto a las manifestaciones que pueden observarse en la comunicación humana y a establecer, basado en los campos científicos que se ocupan de la comunicación, tres polos que indican diferentes delimitaciones y aproximaciones.

El primer polo, conectado con las neurociencias (neurobiología, neurofisiología, neurofarmacología, neuropsicología, informática) y con las ciencias cognitivas (psicolingüística, lógica, informática, psicología cognitiva, lingüística), estudia la comunicación en sus relaciones con el cerebro tanto al nivel de la percepción como en el de la memoria, del tratamiento de las informaciones y del lenguaje.

El segundo polo, en conexión con las ciencias cognitivas y las ciencias para el ingeniero (informática, electrónica, modelos matemáticos, automática) se centra en los problemas de comunicación entre el individuo y las máquinas a partir de una modelización y de una simulación de las características de la comunicación humana.

El tercer polo, centrado en las ciencias humanas y sociales, estudia el impacto de las técnicas de comunicación (informática, telecomunicación, audiovisual) en el funcionamiento de la sociedad. Analiza la reacción de los diferentes medios sociales a la llegada de esas técnicas y las condiciones de aceptación y de rechazo que se abren paso.

Rosengren (2001: 52-53; 61-64), como último ejemplo, propone una clasificación de las formas o tipos de comunicación partiendo de las particularidades estructurales de las mismas o de su desarrollo histórico en relación con los medios o técnicas que intervienen en ellas. Entre otras, enumera la comunicación no verbal, la verbal oral, escrita, audiovisual, multimediática, etc. Además, afirma que la comunicación humana puede tener lugar o bien dentro de una única unidad o de unidades diversas por su dimensión y complejidad. Este podría ser el elenco de algunas unidades formales e informales cuya existencia depende de la comunicación: individuos y pequeños grupos; comunidad y redes locales, regionales, nacionales e internacionales, organizaciones formales; entes locales como países, ciudades, pueblos, provincias y regiones; sociedades, naciones, estados, coaliciones, federaciones y otras organizaciones internacionales de estados soberanos.

1.2.2 La comunicación como proceso

Responder a la pregunta ¿qué es la comunicación? o, lo que es lo mismo, ¿cuáles son aquellos elementos que se consideran normalmente componentes de las acciones y de los procesos de la comunicación? exige, al decir de Pasquali (1973: 42), un cierto esfuerzo de abstracción definitoria para tratar de comprender lo que la comunicación es, y los elementos esenciales que intervienen en su proceso, sea cual fuere la época, el grado de desarrollo o la condición social en que se ejerce. Esto no significa olvidar los aspectos históricos, sociopolíticos, técnicos o económicos del problema, mas para intentar una verdadera definición de comunicación deben omitirse temporalmente sus aspectos cambiantes en el tiempo, para centrarnos en lo que hay en ella de universal y necesario. En una palabra, han de apresarse los rasgos comunes, esenciales y distintivos presentes en todo proceso de comunicación.

La enumeración de las innumerables definiciones que se han dado sobre la comunicación constituye un empeño imposible de cumplir y quizás de no mucha utilidad. No obstante, hay autores que han llevado a cabo esa tarea de forma exhaustiva y recopilado un gran número de definiciones. Parece pues, más razonable recurrir a los ensayos que han realizado algunos autores para configurar un marco sintético en el que se hagan constar los rasgos comunes de un conjunto de definiciones a partir de ciertos criterios o núcleos de clasificación. Ésta es la operación que han llevado a cabo, entre otros, Morcellini y Fatelli (2000: 119123) y Sorice (2000: 75-82).

Precisamente ese autor (Sorice, 2000: 75) cree que deben esclarecerse al menos ocho conceptos de base que subyacen a las definiciones normalmente más empleadas en el ámbito sociológico y mediológico, si bien estas referencias tendrán un carácter general que no eximen del análisis en torno a los fundamentos de la comunicación.

– Comunicación como contacto que, además, asume el concepto de comunicación como participación, es un concepto antiguo que relaciona la comunicación con la comunicación ferroviaria, carretera, canales, etc.

– Comunicación como transferencia de recursos e influencia que se refiere a la trasmisión de una propiedad, de un recurso o de un estado de un sujeto a

otro; en ella, hay necesariamente una actividad humana ni existe una dimensión interpretativa. Relacionada con esta acepción está la acepción de comunicación como influencia que posee varias direcciones interpretativas: a) comportamiento de un ser viviente que influye en otro o bien, b) cualquier tipo de emisión de una señal por parte de un organismo que influye en otro organismo. Esta acepción tiene su fundamentación en un modelo explicativo de carácter conductista o behaviorista y, en el estudio de la comunicación de masas, con la denominada teoría de aguja hipodérmica: la inoculación de mensajes, ideas, orientaciones sobre un público de masa considerado sustancialmente pasivo e incapaz de producir elaboraciones propias.