El libro tibetano de los muertos (Edición Ilustrada)

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El libro tibetano de los muertos (Edición Ilustrada)
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Índice de contenido

La iluminación más allá de la muerte

La guía para el más allá

La Liberación a través de la audición o Gran Liberación por la Escucha

Las Reverencias

Introducción La lectura del Bardo-Thödol

Sacrificios y oraciones preparatorios

Estructura del Bardo-Thödol

Primera Parte

Chikhai Bardo Instrucciones sobre los síntomas de la muerte

La Gran Luz vista en el momento de la muerte

Realización de la visión penetrante gracias al entrenamiento preliminar

Método de aplicación de las técnicas

Momento de la aplicación

Duración de la aplicación

Transferencia de la conciencia

Modo de aplicación

La disposición del espíritu de la vigilia

Modo de aplicación

Visión penetrante de la luz fundamental

Segunda Parte

El Estado Intermedio del Ser en Sí

Introducción Visión de las deidades apacibles

Visión de Vairocana

Visión de Vajrasattva Aksobhya

Visión de Ratnasambhava

Visión de Amitabha

Visión de Amoghasiddhi

Visión de las cinco familias de Buda

Visión de los Detentadores del Conocimiento

Visión de las deidades iracundas

Visión del Buda Heruka

Visión de Vajra Heruka

Visión de Ratna-Heruka

Visión de Padma-Heruka

Visión de Karma-Heruka

Visión de las ocho ma-mo y de las demás deidades femeninas

Enseñanza final

Tercera Parte El Estado Intermedio del Devenir

El cuerpo mental del muerto

Características de la existencia del muerto

El peso de los actos

Instrucción para aquellos cuya experiencia espiritual es insuficiente

Aparición de los futuros reinos de existencia

Cierre de la puerta de la matriz

Conclusión

El libro tibetano de los muertos

Bardo Thödol

Experiencias posteriores a la muerte en el “plano del Bardo”

El libro tibetano de los muertos

Bardo Thödol

Atribuído a

Padmasambhava

Traducción de Lāma Kazi Dawa-Samdup


El libro tibetano de los muertos : Bardo Thödol / adaptado por Jose Marcelo Caballero. - 1a ed adaptada. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Pampia, 2021. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-47607-4-6 1. Budismo Tibetano. 2. Reencarnación. 3. Karma. I. Caballero, Jose Marcelo, adapt. CDD 294.3

Buenos Aires, Argentina

Director Editorial: José Marcelo Caballero

Coordinadora: Marcela Serrano

Colaborador: Javier Valentín Espósito

ISBN 978-987-47607-4-6

Primera edición ilustrada 2021

Diseño de tapa: Maitreya Design

Diseño de interior: Maitreya Design

Reservados todos los derechos.

Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, transmitida por un sistema de recuperación, en ninguna forma ni por ningún medio, sin el permiso expreso por escrito de la editorial.

Editado en Argentina

La iluminación más allá de la muerte

“A lo largo de los años, desde su primera publicación, El libro tibetano de los muertos me acompañó sin interrupciones. Le adeudo numerosos hallazgos y conceptos del mayor estímulo, pero asimismo muchas percepciones inmediatas y fundamentales.”

C. G. Jung

Para nosotros, los occidentales, la muerte y todo lo que ella implica resume nuestro máximo terror, provoca el rechazo más extremo: su sola mención es muchas veces evitada, por la cantidad de nefastas ideas que trae asociadas.

De hecho, todas las religiones que practicamos se han ocupado de intentar mitigar el fulminante impacto que tiene en nuestras conciencias el fenómeno de la desaparición física, apelando a diferentes creencias y advertencias sobre lo que sucede más allá de la vida, sin que esos credos —en líneas generales— logren modificar definitivamente el horror que nos produce.

Para el hombre de Oriente la visión de la muerte es radicalmente distinta. En su concepción ella es simplemente una transición, una forma de continuidad, bajo características diferentes, de la fase anterior, el estadio de la existencia. Para el hinduismo y el budismo, las corrientes religiosas que más adeptos poseen al este del mundo, la vida no termina con la muerte e incluso esta es apenas una etapa provisoria, ya que la esencia espiritual del fallecido retorna a la vida posteriormente, en un proceso que definen como el renacer: es devuelta a la existencia ocupando un nuevo cuerpo, siguiendo el curso de una rueda infinita de muertes y renacimientos.

Sin embargo, esta creencia, que supondría una esperanza de eternidad para la concepción occidental, es para la oriental una suerte de maldición, ya que la reencarnación nos devuelve a un mundo signado por el dolor, los padecimientos, la enfermedad y fundamentalmente la ignorancia de la genuina realidad de todas las cosas, entre otros males de peso similar. El único medio por el cual la esencia individual puede liberarse de la eterna rueda que la ata al inevitable retorno es definida como la iluminación, que corta definitivamente el ciclo y posibilita que el espíritu, así liberado, se integre definitivamente con lo Absoluto, que es eterno e inmutable.

Por supuesto que estamos resumiendo mucho y a sus líneas más generales estos sistemas de creencias del Oriente, a fin de facilitar la introducción del lector a sus conceptos más importantes.

En el caso del budismo, el sistema de vida, el concepto religioso y filosófico que practica un extenso número de la humanidad, y cuya aspiración fundamental es comprender cuál es la naturaleza genuina de la realidad, este criterio de continuidad entre la vida y la muerte es uno de los pilares fundamentales de todas sus creencias, así como el de la iluminación posible y la simultánea liberación e integración con lo Absoluto.

Entre las diversas variantes del budismo, para introducirnos básicamente en el sentido y la profundidad de una de sus máximas obras, la que presentamos en las páginas siguientes, nos interesa una en particular: el budismo tibetano, cuyo desarrollo se inició en los Himalayas hacia el siglo VII de la era cristiana y constituye una de las ramas más importantes derivadas del budismo en su forma original.

 

A solo un siglo del establecimiento del budismo tibetano uno de sus seguidores más importantes, el sabio llamado Padma Sambhava, fundador del primer monasterio del culto, comprendió que uno de los mayores aportes que podía hacerse a la evolución de la humanidad era la escritura de un suerte de manual que explicara de qué manera aquellos que se encuentran en el trance final hacia la desaparición física y los ya efectivamente muertos logran acceder a la buscada iluminación liberadora.

Así fue como el benefactor Padma Sambhava redactó El libro tibetano de los muertos, uno de los textos clásicos más brillantes del budismo y de los más conocidos en Occidente a partir de las numerosas traducciones a diferentes idiomas realizadas desde comienzos del siglo XX.

La guía para el más allá

El budismo tibetano considera que el período de la muerte posee una duración sumamente corta: apenas 49 días bajo esta condición separan a una fase viviente de la siguiente. A su término se reinicia la existencia en otro cuerpo, como ya esbozamos en párrafos anteriores. De acuerdo con los méritos alcanzados en sus vidas anteriores y con el peso de los errores asimismo cometidos, la esencia individual reencarnará en formas más o menos superiores, en una amplia escala que va desde lo más abyecto hasta lo más puro de esas posibilidades.

El retorno a la vida, a menos que se haya alcanzado un nivel de evolución espiritual superior, implica el olvido de todas las existencias anteriores y la oportunidad de caer, una y otra vez, en errores que más y más sumergirán al espíritu en la negra ignorancia de la realidad suprema y trascendente, atándolo así de modo aún más firme a la rueda de la reencarnación y los sufrimientos.

El extraordinario aporte de El libro tibetano de los muertos es que brinda las claves para superar este destino que esclaviza al espíritu, aferrándolo al dolor y la ausencia de conocimiento.

El texto que en su infinita bondad el monje Padma Sambhava legó a los hombres del futuro establece el método para alcanzar la liberación definitiva y comienza por dividir en tres secciones todo el proceso seguido por la continuidad vida/muerte.

La primera fase se ocupa del instante del fallecimiento, sus características y peculiaridades. La segunda sección atiende a lo que sucede inmediatamente después del deceso y la tercera se ocupa de todo lo relativo a las instancias previas a la reencarnación, lo que abarca asimismo de qué modo surgen los instintos, qué tan poderosa influencia poseen en la existencia futura del sujeto, dominando su naturaleza e impulsando irracionalmente cada uno de sus actos y manifestaciones.

Sobre esta base edifica este libro extraordinario la conciencia que es capaz de desarrollar durante 49 días el espíritu en tránsito entre un estadio y otro, en tanto y en cuanto pueda comprender el verdadero funcionamiento de la mente en lo que respecta a la muy variada gama de sus expresiones, desde las más bellas hasta las de la índole más baja, evolucionando post-mortem y merced a esta profunda meditación acerca de lo que es esencial y lo que es mera apariencia, acceder de modo definitivo al estado iluminado que es el objetivo de todas sus experiencias pasadas, presentes y futuras, lo conozca o no en las etapas anteriores.

Resta decir que El libro tibetano de los muertos, que ha señalado un antes y un después para muchos de los que accedieron a la comprensión de sus páginas, es uno de los genuinos tesoros que el pasado ha legado a la posteridad, esa que se extiende mucho más lejos que nuestras propias y efímeras existencias. Y que todo parece indicar que seguirá iluminando, como la hizo ya en los siglos precedentes, las conciencias de quienes quieren ir más allá de las ilusiones transitorias que nos brinda el limitado alcance de nuestros sentidos, en búsqueda de una realidad, la única y permanente, que nos trasciende a todos.

Luis Benítez

Todo Despertar, todo Desarrollo. El Altísimo que ha alcanzado su suprema Iluminación más allá del sufrimiento y de la ignorancia. El Buda ha pasado de la existencia de los fenómenos a la existencia verdadera de lo increado y a partir de ahí se ha hecho idéntico a la verdad y a la realidad. Se distingue al Buda de nuestra era, Gautama, de la casa de los príncipes Sakya, que vivió en la India a mediados del primer milenio a. C., de los demás Budas de las épocas anteriores y posteriores. Como el Buda es la pura naturaleza espiritual, la conciencia universal y la realidad, todas las imágenes y todas las representaciones son insuficientes, sin embargo indican lo que es esa conciencia universal. Pero el Buda no es ni un dios, ni un creador, ni un salvador. Muy al contrario, antes de su iluminación era un ser como los demás. La Budeidad perfecta es la meta a perseguir por todos los seres.



La Liberación a través de la audición o Gran Liberación por la Escucha

El Bardo Thödol puede ser considerado como un libro de preparación para la muerte; es de valía llevar adelante su estudio con antelación dado que llegado el momento del deceso la ya comprensión de los pasos a seguir hará más sencillo alcanzar el Nirvana.

El libro se lee al moribundo como una guía para entrar en el nuevo mundo, el de la muerte; en caso de que ya haya fallecido, quien hará la lectura debe ubicarse en un lugar que el muerto haya usado frecuentemente (su cama, su silla o lugar predilecto), invocar al espíritu del difunto e indicarle el proceso a seguir.

El bardo, que significa “medio”, “intermedio” o “liminar”, es un intervalo entre la muerte y el renacer. En el budismo tibetano, se cree que, al morir, la conciencia de un individuo entra en ese intermedio que tiene una duración de 49 días antes del renacimiento en otro estado humano o no humano, de acuerdo con el karma1 del sujeto. Este período de tiempo se divide en tres partes:

Chikhai Bardo: primera etapa que atraviesa el difunto. Abarca los primeros días donde aparece “La Gran Luz”, símbolo de pureza total e infinita.

Chönyid Bardo: si no logra reconocer “La Gran Luz”, el muerto recala en esta etapa donde se producen las apariciones de las deidades que intentarán liberarlo.

Sidpa Bardo: De no lograr alcanzar el Nirvana, el difunto llega a esta última etapa, donde logrará ver las características de su próximo e inminente renacer.

Quien previamente se ha preparado para el momento de su muerte su conciencia ya estará madura espiritualmente y experimentará entonces “La Gran Luz”, fuente de toda energía, vida y universalidad con la que el que ha muerto podrá unirse y lograr la liberación (Nirvana2). Pero si la conciencia del fallecido no puede permanecer fija en la Luz entonces descenderá a los reinos inferiores encontrándose con deidades pacíficas o iracundas con las que fornicará y a partir de ese instante la conciencia entrará en el vientre de una mujer y renacerá en la tierra.

Dentro de este esquema, los tres momentos constituyen lo que se puede entender como el umbral de un estado a otro, en el que la figura del Maestro ocupa un lugar fundamental, siendo quien tiene el “poder” (provisto por sus conocimientos) de guiar la conciencia del difunto en el más allá.

1 El karma define nuestro presente y nuestro futuro. El gran descubrimiento del Buda fue comprender cómo los seres crean su realidad. Aprender qué es el karma nos muestra que no somos los espectadores de nuestra vida, sino sus directores.

2 En la filosofía shramánica, nirvana es el estado de liberación tanto del sufrimiento (dukkha) como del ciclo de renacimientos. Es un concepto importante en el hinduismo, jainismo y budismo y suele alcanzarse mediante diferentes prácticas y técnicas espirituales.

Las Reverencias

Al Cuerpo Divino de la Verdad, la Luz Incomprensible y sin Límites;

Al Divino Cuerpo del Don Perfecto que es el Loto,

las Deidades Pacíficas y las Deidades Iracundas.

A la Encarnación nacida del Loto, Padma Sambhava,

quien es el Protector de todos los seres conscientes;

A los Maestros, a las Tres Joyas3, a todo ello se debe reverencia.


3 Las Tres Joyas o los Tres Tesoros del budismo son el Buddha, el Dharma y el Sangha, es decir, la comunidad de los que siguen esa verdad.


Introducción

Para obtener la liberación espiritual hay que haber estudiado previamente las diferentes técnicas que producen dicha liberación. Si no ha sido así, entonces hay que poner en practica —en el estado intermedio del momento de la muerte— la transferencia de conciencia (ver página 28). Incluso aquellos con estudios menores llegarán sin duda a quedar liberados de esta manera. Se requiere, igualmente, que el moribundo examine los signos de la muerte según el texto de la Liberación Espontánea por la Observación de los Signos Precursores de la Muerte. En el momento en que estos signos se hacen evidentes e innegables, hay que practicar la transferencia de conciencia que libera espontáneamente en cuanto se piensa en ella. Quien haya realizado esta liberación no tiene ya necesidad de la lectura de la Gran Liberación por la Escucha.

La lectura del Bardo-Thödol

Si la transferencia de conciencia no ha tenido éxito, habrá que leer delante del muerto, con voz clara y articulada, La Gran Liberación por la Escucha. Si ya no está el cadáver habrá que ponerse en el lugar en que solía sentarse o dormir el muerto e invocar a su espíritu. Se representa uno al muerto sentado ante sí, escuchando… Entonces comienza la lectura.

Es aconsejable que los parientes y amigos no lloren ni se lamenten durante ese tiempo, pues eso sería perjudicial para el muerto. Si el cadáver está presente, el Maestro, o un hermano en el Dharma4, o una persona en la que tuviera confianza el moribundo, o un amigo que tuviera los mismos sentimientos, o uno de sus semejantes, tiene que leer La Gran Liberación por la Escucha, con la boca junto al oído del muerto, sin rozarlo, en el momento en que cesa la respiración exterior pero aún no ha desaparecido el soplo interno de vida.

Sacrificios y oraciones preparatorios

He aquí las explicaciones esenciales para la Gran Liberación por la Escucha. Se presenta a las Tres Joyas ricas ofrendas en función de lo que se tenga a mano. Y si no se tiene nada, se ofrecen representaciones interiores multiplicadas al infinito. Luego se repite tres o siete veces una oración pidiendo la protección de los Budas y Boddhisattvas5. Luego hay que recitar las siguientes oraciones: Protección ante el Temor al Estado Intermedio, Liberación del Camino Peligroso del Estado Intermedio y los Principales Versículos del Estado Intermedio. Por último, se recita La Gran Liberación por la Escucha tres o siete veces, según el caso.

4 Dharma. Es la enseñanza del Buda, pero es también la Verdad en Sí, puesto que el Buda enseña la suprema realidad, la de su propio ser. Así el aspecto personal del Dharma es el ser propio del Buda, el Dharmakaya.

5 Boddhisattva. Es un ser que, habiendo despertado su conciencia espiritual y habiendo alcanzado la liberación perfecta, enseña a todos los demás seres el camino de la liberación del sufrimiento.

Estructura del Bardo-Thödol

Esta Gran Liberación por la Escucha consiste en tres partes:

•I. Permitir reconocer la luminosidad inherente al espíritu en el estado intermedio del momento de la muerte.

•II. Recordatorio para reconocer el estado intermedio en el que aparece la Verdad en Sí.

•III. Instrucción para cerrar la puerta de entrada a una matriz en el estado intermedio del Devenir.

 

Primera Parte

Chikhai Bardo

Instrucciones sobre los síntomas de la muerte

La Gran Luz vista en el momento de la muerte

En los que está contenida la confrontación con la realidad en el estado intermedio. La Gran Liberación por el Entendimiento durante el estado que sigue a la muerte causado por la profunda doctrina de la emancipación de lo consiente en virtud de la meditación a propósito de

las Deidades Pacíficas e iracundas.




Nudo Infinito (Ashta mangala)

Realización de la visión penetrante gracias al entrenamiento preliminar

Método de aplicación de las técnicas

Es preferible que se encuentre presente el Maestro al que se había confiado el difunto. Pero si no puede estar presente este Maestro, un hermano del Dharma que haya hecho los mismos votos; a falta de él, un hombre venerable instruido en la misma tradición o cualquier persona capaz de leer claramente con voz articulada. Se debe leer varias veces la Gran Liberación por la Escucha. Esto le recordará al moribundo lo que le ha enseñado su Maestro espiritual y verá instantáneamente la luz fundamental y alcanzará la liberación sin la menor duda.

Momento de la aplicación

Al momento de cesar la respiración exterior y fluir el soplo al canal sutil central6, aparece como luz del conocimiento, como lucidez del espíritu en la que nada se produce. Después de eso el soplo se dirige a los canales sutiles laterales de derecha e izquierda y así las impresiones del bardo se van elevando al espíritu. Antes de que tenga lugar ese fluir debe leerse la Gran Liberación por la Escucha.

Duración de la aplicación

Durante el período que abarca desde el instante en que cesa la respiración exterior hasta que se retira la corriente vital. Esto dura aproximadamente lo mismo que se tarda en consumir una comida.

Transferencia de la conciencia

Modo de aplicación

Se recomienda realizar la transferencia de conciencia en el momento en que la respiración está a punto de detenerse. Se ayuda a quien no logra realizarla diciendo:

“Oh, hijo dilecto (NOMBRE), ha llegado para ti el momento de buscar la senda. En cuanto cese tu respiración aparecerá ante ti la denominada ‘La Gran Luz’ de la primera fase del estado intermedio cuyo sentido te había indicado tu Maestro. Al cesar la respiración aflorará tu consciencia trascendente, impoluta y desadornada, esencia de lucidez y vacío, sin foco ni límites y a través de ella se hará presente el Absoluto, vacío, desnudo como el espacio etéreo. Cuando llegue el momento, reconoce en ti mismo aquella luz clara y permanece en ese estado. Yo también te la indicaré para ayudarte en dicha ocasión”

Antes de que cese la respiración exterior, se repiten varias veces estas palabras al oído del moribundo para impregnar con ellas su espíritu. Después de eso, cuando la respiración está a punto de detenerse, se vuelve al difunto del lado derecho en la “postura del león tumbado”7. Esta posición impide la circulación del hálito en el canal de las emociones perturbadoras. Luego se comprimen con fuerza las dos arterias hasta que dejen de latir y sobrevenga una especie de estado de sueño. Cuando el hálito (Prana8) se ha retirado al canal sutil central, y ya no puede retornar a los canales laterales, entonces es seguro que sale por el orificio de Brahma9.

Ahora, por medio de la lectura, se hace reconocer al muerto lo que se le aparece en este momento, el primer bardo llamado la luminosidad de la Verdad en Sí, el conocimiento del Cuerpo de Vacuidad, no desnaturalizado. En el intervalo que va desde el cese de la respiración exterior hasta el cese de la corriente interna, el soplo se introduce en el canal central. Comúnmente se dice que la conciencia del muerto se ha desvanecido. La duración de ese proceso es variable. Depende de las capacidades físicas y espirituales del muerto y del estado de sus canales sutiles. Para aquellos cuyo espíritu está estabilizado en la práctica de Samatha10 y para aquellos cuyos canales sutiles están sanos, este instante puede durar mucho. La mayoría de los sutras11 y de los tantras12 enseñan que ese desvanecimiento perdura por tres días y medio, durante los cuales hay que hacer reconocer con perseverancia la clara luz.

6 Un cuerpo sutil o etérico es un elemento intermedio que se divide entre el alma inteligente y el cuerpo físico. Dicha denominación procede de significados astrológicos y esotéricos, que explican esto como una entidad espiritual. El ser humano está compuesto por dos cuerpos, el físico (formado por materia) y el espiritual que lo conforman los siete centros principales del chakra (ocho puntos energéticos agrupados de manera vertical) y un hilo de energía que conecta cada parte del sistema nervioso, pudiendo así el cuerpo etérico eliminar incluso enfermedades físicas de ser el caso.

7 El cuerpo tumbado sobre el lado derecho, con el brazo ligeramente doblado bajo la mejilla. Las piernas extendidas, eventualmente un poco dobladas: es la postura en la que duermen los monjes budistas. En ese estado es como abandona el Buda la tierra y pasa al Nirvana perfecto.

8 El praná es una palabra en sánscrito que significa “aire inspirado” o energía vital.

9 El orificio de Brahma correspondería en el cuerpo sutil a lo que es la coronilla en el cuerpo físico. Dentro de la columna vertebral se dice que se encuentra el nervio sutil “Susumna” que a su vez contiene el nervio “vajra”, dentro del cual se halla el nervio “citrini”, el cual finalmente tiene una abertura llamada “Brahma-randhra” que conduce al “Sahasrâra”. Es precisamente esta abertura la que el tantrika utiliza en el Yoga de la Transferencia de Conciencia, en el cual se entrena para abandonar el cuerpo en el momento de la muerte y para proyectarse, a través de ella, hacia un nivel espiritual más elevado.

10 Samatha o śamatha es un término budista que a menudo se traduce como “tranquilidad de la mente” o “calma mental”.

11 Sutra. Enseñanzas del Buda que se dirigen a todos aquellos que siguen el ideal del Boddhisattva. Dice la tradición que esos sutras son las palabras auténticas del Buda.

12 Tantra. Enseñanzas del Buda que se dirigen solamente a un público capaz de alcanzar un conocimiento particularmente profundo. Consisten en la aplicación de diversos símbolos y rituales que permiten la metamorfosis de los fenómenos impuros de la naturaleza en naturaleza indestructible, pura como el diamante, la naturaleza de la conciencia universal. Todos los rituales tántricos y las meditaciones sirven para ejercitar y realizar esta unión mística.

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