Enamorado de la vida

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Hay muchas concepciones hipotéticas acerca de Dios. Algunos piensan que tiene cuatro manos. ¿te imaginas cómo se verían cuatro manos? Y otros suponen que tiene mil manos. Una persona de mil manos sería muy útil para estar en un museo, pero amarlo... Y si te da un abrazo... ¡con mil manos! Una vez que puedas salir de ese abrazo nunca más pensarás en Dios.

Hay concepciones de Dios con tres caras, sería curioso verlo, pero no sería hermoso un ser con tres caras. Y quién sabe qué clase de caras serían.

La perfección de Dios está en tu mente, porque Dios sólo es una proyección mental. Y resulta muy fácil que ames a Dios, porque no hay Dios, así que no hay problema.

Amar a una mujer o amar a un hombre... Existen problemas: tus gustos difieren, tus preferencias también. Quieres ir al cine, y tu mujer insiste en no ir; tiene dolor de cabeza.

Alguna vez le preguntaron a Henry Ford: “Cómo logras hacerte rico y más rico; ¿cuál es tu motivación? Él respondió: “Para decirles la verdad, quiero ver si puedo ganar más de lo que mi mujer pueda gastar, y debo aceptar que soy un fracaso”.

Cuando está la otra persona, hay un problema. Quieres dormir y tu marido ronca, ¿que puedes hacer con alguien que duerme a tu lado, y ronca, y que no se le puede ayudar? Se han intentado miles de métodos para evitar el ronquido. El último es una bolsa diseñada eléctricamente que cuelga sobre la boca de la persona. En el momento en que ronca, la bolsa de inmediato cae sobre su cara, y entonces despierta; ¿lo dejarías dormir toda la noche o no? Cada vez que ronca, la bolsa cae sobre su nariz y boca y las cierra.

Tienes una esposa cuyo cuerpo no huele bien y no lo puedes tolerar...

Con Dios todo es hermoso porque ni tienes que dormir con él, déjalo roncar, ni tienes que vivir con él. Si su cuerpo apesta, déjalo que apeste. Sólo es una hipótesis en tu mente.

En cambio, estar en contacto con un ser humano real es una experiencia totalmente diferente. Resulta un prueba de fuego para el amor. Es muy fácil amar a Dios; es muy difícil amar a las personas. No cuesta nada amar a Dios; se requiere una tremenda comprensión para amar al hombre.

Así que aquellos que escapan dentro del bosque y las montañas, y están proyectando una idea de Dios, y aman a ese Dios, han escogido una clase muy fácil de vida. Su amor no va a crecer porque no tiene retos.

El viejo santo está hablando casi en esencia del acercamiento de las religiones: “El amor a la humanidad me destruiría. El hombre, para mí, es una cosa muy imperfecta”. Esto es egoísta. Él piensa de sí mismo que es perfecto y que la humanidad es muy imperfecta. Desde luego que un hombre perfecto sólo puede amar a un Dios perfecto, y Dios es sólo tu alucinación. Si persistes, podrías ver al Dios de tu concepción: no es nada más que un sueño visto con los ojos abiertos; es alucinatorio. No hay nadie frente a ti, pero tu propia idea te ha hipnotizado.

Por eso es que un cristiano verá a Jesús, y un budista a Buda, y un hindú verá a Krishna. Ni por error un cristiano vería a Buda o a Krishna. Ni por error un Krishna vería a un cristiano; Cristo no consideraría a un hindú, porque esa gente no existe, son parte de tu mente; tú los creaste. La Biblia dice que Dios creó al hombre a su propia imagen. Yo les digo: el hombre creó a Dios a su propia imagen.

Zaratustra contestó: “¿Qué dije del amor? Traigo un regalo a la humanidad”.

El amor es siempre un regalo; de otra forma, sería poesía abstracta “¿Qué digo de amor? Traigo un regalo a la humanidad”. El viejo santo está diciendo cuestiones muy significativas: “No les des nada porque nunca perdonan a aquellas gentes que les da algo”.

Sócrates heredó al mundo un método inmensamente valioso para encontrar la verdad: el diálogo socrático. Pero ¿qué hizo la humanidad por él? lo envenenó.

El viejo santo tiene algo de razón cuando recomienda:

“No les des nada... mejor toma algo de ellos y cárgalos con ello, esto les complacerá más; si sólo esto te complaciera a ti”.

Es parte de la psicología humana que quieras ser un dador; no quieres ser uno que recibe. Pero hay cosas que debes recibir. No hay manera de que las des porque no las tienes.

¿Qué pueden darle al Buda Gautama o a Jesucristo o a Zaratustra? Son unos pordioseros, pero aun psicológicamente sucede que deben darles algo, y eso los haría feliz. Ellos han brindado tremendos tesoros, pero nunca se los perdonarán porque son dadores, y tú el que recibe. Son pordioseros. ¿Cómo podrías perdonar a alguien que te ha hecho pordiosero?

Tengo un amigo que nació pobre, pero fue adoptado por una de las familias más ricas de la India. Es un hombre muy generoso, hizo ricos a sus parientes. Estuvo dando a sus amigos, aun a los extraños. Sin embargo, me confesó una vez que viajaba conmigo en el tren:“Siempre quise preguntarte algo, pero no pude reunir el valor de exponerme. Les he dado a todos mis parientes que eran pobres, y ahora son gente rica. Les he dado a mis amigos. Les he dado a extraños que me han pedido. Nunca le he dicho no a nadie. Tengo tanto que puedo ir dando. Pero todos están enojados conmigo, hablan en mi contra”.

Le dije: “Es muy simple, ¿alguna vez les has permitido que te den algo?”.

Respondió: “Yo no necesito nada”.

Le dije: “Eso explica todo. Pero cosas pequeñas... Por ejemplo, puedes hablar por teléfono a un amigo a quien le has dado dinero, una fábrica, y lo has hecho rico, y decirle: “Estaba pasando por tu casa y vi unas rosas hermosas en tu jardín. ¿me podrías traer unas rosas?”. Y la actitud de tu amigo hacia ti cambiará.

“Si estás enfermo, puedes telefonear a alguien y decir: Estoy acostado en la cama con dolor de cabeza y fiebre, y me ha surgido un gran deseo de que estés junto a mí. Ven aquí, toma mi mano y siéntate a mi lado. Eso sería suficiente.

Tienes muchos carros, pero pudiste decirle a alguno de tus parientes: “Necesito tu carro por un día, no necesitas usarlo. Sólo guárdalo en el garage y por la tarde regrésalo”. Pero tu amigo o tu pariente, ellos también pudieron darte algo. Son necesitados.

Él dijo: “Lo voy a intentar, aunque tengo reservas. He hecho de ellos lo que son. ¿Por qué pediría algo? Tengo rosas en mi jardín. Tengo mis propios carros, y los que les he dado; les he dado sus casas.

Yo dije: “Es tu decisión. Tu ego es el que los está lastimando, de que tú eres el dador, y ellos siempre son los que reciben. Si quieres que cambien su actitud hacia ti, tienes que, de alguna manera, convertirte en alguien que recibe. Déjalos que disfruten por algunos momentos del ego de dar”.

Lo intentó, y la siguiente ocasión que nos vimos comentó: “¡Funciona, obra milagros! ¡Nunca lo había visto! Esa gente está feliz conmigo. Están hablado de mi generosidad. Ahora que estoy tomando cosas de ellos me he vuelto generoso. De otra manera, estarían diciendo siempre '¡Es sólo un egoísta; nos ha dado no porque necesitemos algo, nos ha dado sólo para humillarnos!'”

El viejo santo tiene razón:

“¡No les des nada... mejor toma algo de ellos y cárgalos con eso — eso les gustará más; ¡si sólo eso te complaciera a ti! ¡Y si quisieras darles algo, no les nada más que limosnas y déjalos que mendiguen por eso!”.

Su consejo es muy significativo y está basado en profundas verdades psicológicas. Sólo dales limosnas. No les des mucho. Dales lo suficiente para que empiecen a pedir más. Entonces siempre estarán moviendo su cola a tu derredor. Dales sólo cuando mendiguen, y estarán contentos contigo porque no los has reducido a mendigos. Ellos mismos te han mendigado; no es tu culpa, no pueden estar enojados contigo.

Pero un hombre como Zaratustra no podía hacer eso.

“No”, contestó Zaratustra, “Yo no doy limosnas, no soy suficientemente pobre para eso”.

Una gran declaración: “¡No soy suficientemente pobre para eso!”. Para reducir alguien a limosnero, y darle en cantidades tan pequeñas que le creen el deseo por más muestra mi pobreza. “¡No soy suficientemente pobre para eso!”.

Tengo abundancia: Abundancia de amor, abundancia de paz, abundancia de verdad, abundancia de sabiduría, abundancia de libertad; y esto no se puede dar en partes. Sólo es posible darlo como un todo. No puedes cortar la verdad en pedazos, no puedes cortar el amor en fragmentos. O das o no das. Pero si das, tienes que hacerlo con todo el corazón, con totalidad. No importa aun si te crucifican; no importa que se enojen y te fastidien.

El santo se rio de Zaratustra y dijo: “¡Fíjate que acepten tus tesoros!”.

Debido a que siempre los han rechazado, en lo profundo siempre han deseado los tesoros, pero cuando alguien llega a dárselos, los rechazan. Hay un gozo en rechazar, ¿por qué has rechazado a Buda o a Mahavira o a Jesús? Al rechazarlos, les has mostrado: “Podrían tener los tesoros, pero no somos tan pobres para aceptarlos. Tú podrías ser rico al tenerlos. Nosotros somos ricos, más ricos que tú al rechazarlos”.

El consejo del viejo está basado en una gran sabiduría.

“¡Fíjate que acepten tus tesoros! Tienen desconfianza de los ermitaños, y no creen que vengamos a dar”.“Nuestros pasos suenan muy solitarios entre las calles. Y por la noche oyen en sus camas a un hombre que va mucho antes de que salga el sol, y probablemente se pregunten: ¿adónde va el ladrón? ¡No vayas al hombre, quédate en el bosque!”.

He amado este consejo del viejo santo porque los animales son inocentes: no te rechazarán, no estarán molestos contigo y no te crucificarán.

 

Sólo quisiera agregar a esto: ve a los animales, ve a los árboles, son más sensibles. El hombre se ha vuelto casi insensible, y entre mayor sea el valor, mayor insensibilidad. Sólo entiende el lenguaje del dinero, del poder y del prestigio. Ha olvidado el del amor, el del gozo, el del baile.

“¿Por qué no serías como soy yo, un oso entre los osos, un pájaro entre los pájaros?”.“¿Y qué es lo hace el santo en el bosque?”, preguntó Zaratustra. El santo contestó: “Hago canciones y las canto, y cuando las hago, me rio, lloro y murmuro: entonces adoro al Dios que es mi Dios. Pero ¿qué es lo que nos traes como regalo?”Cuando Zaratustra escuchó estas palabras, saludó al santo y dijo:“¡Qué es lo que tengo para darte!”.“Pero ¡déjame ir rápido, porque podría tomar algo de ti!”. Y luego se separaron uno del otro, riendo como se ríen dos muchachos.

Zaratustra dijo:“¡Qué es lo que tendría para darte!”. Tú cantas, creas canciones, estás alegre. En tu aislamiento eres absolutamente feliz, ¿qué puedo darte? Déjame ir, temo que podría llevarme algo de ti, y ya estoy muy cargado con canciones, con alborozo. Los dos estamos cargados. Tú has escogido vivir con los osos como oso, vivir con los pájaros como pájaro, vivir con los árboles como árbol. Yo he escogido regresar al hombre y vivir como un hombre. No tengo nada que darte. Ya lo tienes. Ambos se entendieron, y el viejo y Zaratustra se separaron riéndose como dos muchachos.

Pero cuando Zaratustra estuvo solo, le habló a su corazón: “¿Puede ser esto posible? Este viejo santo en el bosque no ha escuchado que ¡Dios está muerto!”

Esto es algo que debe entenderlo cualquiera que esté en búsqueda de la verdad, en busca de la religiosidad, en busca del crecimiento espiritual: que Dios es sólo una hipótesis. Dicho esto su muerte Dios está muerto es sólo una manera de decir que Dios nunca estuvo vivo. Sólo es para satisfacer la curiosidad del hombre, que las mentes astutas han inventado la idea de Dios. No es una revelación, es sólo imaginación, forzada por condicionamiento de siglos.

Pero en su corazón dijo: “¿Será posible que un viejo hermoso que hace canciones y canta, que vive con los pájaros y los árboles y los animales, en su bosque no haya escuchado que Dios está muerto? ¿Que aún esté hablando de amar a Dios?”.

Estoy totalmente de acuerdo con Zaratustra y con Nietzsche, sólo que mi expresión es diferente. Quiero decir que Dios nunca ha estado vivo, nunca ha habido ningún Dios. Dios es un invento que sale del miedo, de la codicia o de la frustración en la vida. Dios es una invención de aquellos que no han sido capaces de aprender el arte de la vida.

Y porque no han podido bailar, empiezan a condenar el baile. De hecho, ellos mismos están lisiados porque no pudieron vivir. La vida requiere estar alerta, inteligencia, paciencia y tolerancia. Debido a que no pudieron desarrollar estas cualidades en ellos mismos crearon la idea de que algo está mal en la vida: algo para renunciar. Pero no puedes renunciar a algo mientras no encuentres algo más grande que ganes con la renuncia. Así que Dios es la más grande proyección de la avaricia: renuncia al mundo y obtendrás a Dios. Renuncia al mundo y puedes obtener el paraíso.

Éstos son inventos del escapista, del lisiado, del retardado, de aquellos que no han podido aprender el arte del amor, el arte de vivir, que no saben cómo cantar, que no saben cómo bailar. Naturalmente el que no sabe cantar condenará el canto. Ésta es una medida defensiva para esconder el propio retardo, la propia ignorancia.

Dios es la creación del que no es sabio, no del sabio. Es la creación del esclavo, no de aquellos que aman la libertad.

Zaratustra está inmensamente enamorado de la vida y de todo lo que la vida provee. Es el único místico con una inmensa afirmación de la vida. No hay lugar para renunciar a nada, la vida es un regalo de la existencia. Aprende a gozarla, disfruta de ella. Baila con los árboles y baila con las estrellas. Ama sin celos. Ama sin competencia. Acepta a todos sin juicio. Y entonces no habrá necesidad de ningún Dios. Tampoco habrá necesidad de ningún paraíso. Podemos transformar la Tierra en una existencia divina. La propia vida puede ser una expresión de lo divino.

Estoy completamente por lo divino, porque lo divino es una cualidad que puedes aprender, hacer crecer. Dios es sólo una idea.

Entre más pronto se suelte es mejor, porque resulta una pérdida de tiempo innecesaria.

Millones de personas en el mundo están rezando, sin saber que no hay nadie que escuche sus plegarias. Millones están adorando estatuas de piedra. Si no pueden amar a los seres vivos, ¿cómo les es posible amar estatuas de piedra? Pero algunas estatuas son confortables. No crean problemas. Puedes hacer lo que quieras: derramar agua sobre ellas, s ofrecerles cocos podridos; no se van a oponer. Puedes decirle a la estatua lo que sea en cualquier idioma, bueno o malo, no importa.

El amor necesita del otro para estar vivo. Pero entonces requieres aprender el arte de vivir. Ésta es una de las estupideces, que ninguna universidad enseña a la gente el arte de vivir, el arte de amar, el arte de la meditación. Pienso que todo lo demás está muy por debajo del amor, la vida, la meditación, la risa. Puedes ser un gran cirujano, puedes ser un gran ingeniero, puedes ser un gran científico, pero aun así necesitas el sentido del humor, el arte del amor, el arte de vivir, necesitas estos grandes valores en tu vida.

Pero te sorprenderás. Yo sólo enseño estas cosas: amor, vida, risa, y como antecedentes de esto, meditación, pero el Gobierno de la India no está dispuesto a aceptar esta escuela como una institución de educación. La aceptarían como una institución de educación si estuviera enseñando Geografía, Historia, Química, Física; es decir, las cuestiones mundanas de la vida.

No digo que no se deban enseñar, pero no tendría que ser la única educación. Para mí es una clase baja de educación, y cada universidad debería tener una facultad más elevada de educación, donde se enseñen los valores reales de la vida, porque la Geografía no te puede hacer un hombre mejor, ni la Historia un mejor amante, ni la Química te convertirá en un meditador.

Lo que se enseña en las universidades no puede brindarte sentido del humor. No puedes reír, no puedes bailar no puedes cantar, tu vida casi se vuelve un desierto.

Zaratustra quisiera que tu vida fuera un jardín donde los pájaros cantaran, donde las flores florecieran, donde los árboles bailaran, donde el sol aparezca con gozo. Zaratustra está absolutamente por la vida, y ésa es la razón por la que no tiene muchos seguidores. Los envenenadores, la gente destructiva, tiene millones de seguidores. Y el único maestro y místico cuyo mensaje completo es amor y vida tiene las más pequeña religión del mundo.

La religión de Zaratustra será la única religión. Las otras religiones deberían estar enterradas en cementerios porque excepto por la vida, no hay Dios, y excepto por el amor no hay plegarias.

...Así habló Zaratustra.

Capítulo 3 · El camello, el león y el niño

De las tres metamorfosis

* * *

Les nombro tres metamorfosis del espíritu: cómo se convierte el espíritu en camello, y el camello en león, y al final el león en un niño.

Hay cosas muy pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte de carga, en el que habita la veneración y el respeto: su fuerza añora por lo pesado, incluso por lo más pesado.

¿Qué es pesado? Así pregunta el espíritu de carga, y se arrodilla igual que el camello, y quiere que lo carguen bien.

¿Cuál es la cosa más pesada, héroes?, así preguntaba el espíritu de carga, para que yo cargue con ello y mi fortaleza se regocije.

¿Acaso no es humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría?

¿O Acaso es apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas montañas para tentar al tentador?

¿O acaso es esto, amar a aquellos que nos desprecian y ofrecer la mano al fantasma cuando quiere asustarnos?

El espíritu que carga toma para sí todas estas cosas pesadas ; como un camello que corre al desierto, así corre él a su desierto. Pero en lo más solitario del desierto tiene lugar la segunda transformación: en león; quiere capturar la libertad y ser el señor de su propio desierto.

Aquí busca a su último señor; quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, quiere pelear con el gran dragón para conseguir la victoria.

¿Quién es el gran dragón al que el espíritu no quiere seguir llamando dios?

“Tú debes”, se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice: “Yo quiero”.

“Tú debes”, le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso, y en cada una de sus escamas brilla aúramente “Tú debes”.

Valores milenarios brillan en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así: “Todos los valores de las cosas brillan en mí”. “Todos los valores han sido ya creados y yo soy todos los valores creados. ¡En verdad no debe seguir habiendo ningún ¡Yo quiero!”. Así habla el dragón.

Hermanos míos, ¿para qué se precisa que haya el león en el espíritu?,

¿por qué no basta la bestia de carga que renuncia a todo y que es respetuosa?

Crear valores nuevos —tampoco el león es aún capaz de hacerlo: más crearse libertad para un nuevo crear—. Eso sí es capaz de hacerlo el poder del león.

Crearse libertad y un NO sagrado incluso frente al deber; para ello, hermanos míos, es preciso el león.

Tomarse el derecho de nuevos valores. Ése es el tomar más horrible para un espíritu de carga y respetuoso...

Una vez que ama este “Tú debes” como una cosa santa : ahora debe encontrar ilusión y capricho aun en lo más santo, debe robar libertad de su amor: se necesita al león para este robo.

Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león a podido hacer?, ¿por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?

El niño es inocencia, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir sí.

Sí, hermanos míos, para el juego de crear se precisa un santo decir sí: el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.

Les he nombrado las tres metamorfosis del espíritu: cómo se vuelve el espíritu un camelo, y el camello un león, y al final el león un niño.

...Así habló Zaratustra

Zaratustra divide la evolución de la conciencia en tres símbolos: el camello, el león y el niño.

El camello es la bestia de carga, lista para que sea esclavizada, nunca rebelde. Nunca puede decir no. Es un creyente, un seguidor, un esclavo fiel. Esto es lo más bajo en la conciencia humana.

El león es la revolución. El principio de la revolución es un sagrado no.

En el estado de conciencia del camello siempre hay la necesidad de alguien que dirija y alguien que le diga: “Debes hacer esto”. Necesita los diez mandamientos. Necesita todas las religiones, todos los sacerdotes, todas las sagradas escrituras, porque no puede confiar en sí mismo. No tiene el valor, ni el alma ni el deseo de libertad. Es obediente.

El león es un deseo de libertad, un deseo de destruir todas las prisiones. El león no tiene necesidad de ningún líder; es suficiente en él mismo. No permite que nadie le diga “Debes hacer”, es un insulto a su orgullo. Sólo puede decir “Lo haré”. El león es responsabilidad, y un tremendo esfuerzo para deshacerse de las cadenas .

 

Pero aun el león no es el más alto pico del crecimiento humano. El más alto pico es cuando el león también pasa por la metamorfosis y se convierte en un niño. El niño es inocencia. No es obediencia, no es desobediencia; no es creencia, no es incredulidad, es confianza pura, un sí sagrado a la existencia y a la vida y a todo lo que contiene.

El niño es el mismo pico de la pureza, sinceridad, autenticidad, receptividad y apertura a la existencia. Estos símbolos son muy hermosos.

Vamos revisar las implicaciones de tales símbolos como los describe Zaratustra, uno por uno.

Les nombro tres metamorfosis del espíritu: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y al final el león en niño.Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte y soportador de peso en el cual habita el respeto y el temor; su fuerza añora lo pesado, lo más pesado.

Zaratustra no está a favor del débil, a favor del llamado humilde. No está de acuerdo con Jesús: “Bendito sea el manso”, “bendito sea el pobre”, “bendito sea el humilde porque él heredará el reino de Dios”.

Zaratustra está absolutamente a favor del espíritu fuerte. Está en contra del ego, pero no se opone al orgullo. El orgullo es la dignidad del hombre. El ego es una falsa entidad y no se debe pensar como sinónimo.

El ego es algo que te priva de tu dignidad, que te quita el orgullo porque el ego depende de otros, de la opinión de otro, de lo que dice la gente. El ego es muy frágil. La opinión de la gente puede cambiar y el ego desaparecerá en el aire.

Recuerdo al gran pensador Voltaire...

En los días de Voltaire, en Francia, era costumbre, una larga tradición, que si tenías algo de algún genio, sólo un trozo de tela, podría ayudarte a encontrar tus propios talentos, si no es que hacer de ti mismo un genio.

Voltaire fue honrado y muy respetado como un gran pensador y filósofo, llegó a necesitar protección policiaca en sus paseos matinales. Necesitaba protección si iba a la estación del ferrocarril. Se requería la protección porque la gente se arremolinaba en torno a él y le arrancaba la ropa. Hubo veces en que llegó a su casa casi desnudo con rasguños en el cuerpo y sangrando; él estaba muy alterado por la fama y el gran nombre.

Escribió en su diario “Pensaba que ser famoso era algo grande, ahora sé que es una maldición. De alguna manera deseo ser ordinario, anónimo; que nadie me reconozca, que pueda pasar desapercibido. Estoy cansado de ser famoso, de ser una celebridad, me he vuelto prisionero en mi casa . Ni siquiera puedo ir a dar un paseo cuando el cielo está tan colorido y el atardecer tan hermoso. Tengo miedo de la multitud”.

La multitud hizo de él un gran hombre.

Después de diez años anotó en su diario con una gran depresión y tristeza: “No me había dado cuenta de que se habían escuchado mis oraciones”. La moda cambió, la opinión de la gente cambió. Alguien es famoso ahora, pero mañana ya nadie lo recuerda. Alguien no es conocido ahora, y mañana de repente se levanta a las alturas de la fama.

Y sucedió en caso de Voltaire. Despacio, despacio surgen en el horizonte nuevos pensadores, nuevos filósofos. Rousseau tomó el lugar que Voltaire tenía alguna vez, y la gente se olvidó de Voltaire. La memoria de la gente no es muy confiable.

Las opiniones cambian como la moda. Una vez estás de moda, pero ahora alguien más se ha puesto de moda. Rousseau estaba en contra de las ideas de Voltaire; su fama destruyó completamente a Voltaire. Se cumplió la plegaria de Voltaire; se volvió anónimo. Ahora no era necesaria la protección policiaca. Ahora nadie se ocupaba de decirle “hola”. La gente lo olvidó por completo. Sólo entonces se dio cuenta de que era mejor ser prisionero: “Ahora soy libre de moverme a cualquier lado, pero duele. La herida se va haciendo más grande. Estoy vivo y parece que la gente piensa que estoy muerto”.

Cuando murió, sólo tres personas y media lo siguieron al cementerio. Les puede sorprender por qué tres personas y media, porque había tres personas, y su perro podría contarse como medio. El perro presidía la procesión.

El ego es un sub producto de la opinión pública. Te es dado por el público; te lo puede quitar. El orgullo es un fenómeno completamente diferente. El león tiene orgullo. Sólo vean, el venado en el bosque tiene orgullo, dignidad y gracia. Un pavo real bailando o el águila volando a lo lejos en el cielo, ellos no tienen ego, no dependen de tu opinión; simplemente son dignos como son. Son dignos simplemente como son. Su dignidad surge de su propio ser. Esto tiene que ser entendido porque todas las religiones han estado enseñando a la gente a no estar orgullosos, que sean humildes. Han creado un malentendido en el mundo, como si ser orgulloso y egoísta fueran sinónimos.

Zaratustra es absolutamente claro en que está a favor del hombre fuerte, del hombre valiente, del aventurero que va dentro de lo desconocido, del camino desconocido sin miedo. Él está a favor de no tener miedo. Y es un milagro que un hombre de orgullo, y sólo un hombre de orgullo, pueda convertirse en niño.

La llamada humildad cristiana es solamente el ego parado sobre su cabeza. El ego se ha ido de arriba para abajo, pero está ahí, y lo pueden ver en sus santos, que son más egoístas que las personas ordinarias. Son egoístas debido a su piedad, o a sus austeridades, o a su espiritualidad, o a su santidad o aun a su humildad. Nadie es tan humilde como ellos. El ego tiene formas muy sutiles de entrar por la puerta trasera. Puedes lanzarlo por la puerta delantera, pero sabe que también hay una puerta trasera.

He oído que una noche en un bar, un hombre estaba tomando mucho y haciendo escándalo, aventándole cosas a la gente y gritando, abusando y pidiendo más y más tragos.

Finalmente, el dueño le dijo: “Es suficiente. Por esta noche no tendrás más tragos”. Y le dijo a sus empleados que lo lanzaran por la puerta frontal.

Aunque estaba borracho, aun en su borrachera recordó que había una puerta trasera. Tropezándose en la noche entró por esa puerta y ordenó un trago.

El dueño dijo: “¿Otra vez? Te dije que esta noche no hay más tragos”.

El hombre dijo: “Es extraño, ¿eres el dueño de todos los bares de la ciudad?”.

El ego no sólo conoce la puerta trasera, puede entrar también por la ventana. Puede hacerlo con sólo remover un teja del techo. En lo que concierne al ego, eres demasiado vulnerable.

Zaratustra no es un maestro de la humildad porque han fallado todas las enseñanzas de la humildad. Él enseña la dignidad del hombre. Enseña el orgullo del hombre, pero enseña al hombre fuerte, no al débil, al pobre y al manso. Esas enseñanzas han ayudado a mantener a la humanidad en la etapa del camello. Zaratustra desea ir a través de una metamorfosis. El camello debe cambiar a un león; escogió símbolos hermosos, muy significativos y con mucho sentido.

Posiblemente el camello es el animal más feo que existe. No puedes mejorar su fealdad. ¿Qué más puedes hacer? Es tal distorsión, parece provenir directamente del infierno.

Es perfectamente correcto escoger al camello como la más baja conciencia. La más baja conciencia en el hombre está lisiada; desea que la esclavicen. Tiene miedo a la libertad porque teme a la responsabilidad. El camello está listo para que le echen encima tanta carga como sea posible. Se regocija en que lo carguen; así hace la más baja conciencia. Ser cargado con conocimiento, que es aburrido. Ningún hombre con dignidad permitiría que lo carguen con conocimiento aburrido. Se le carga con moralidad, que ha sido transmitida del muerto al vivo. Es una dominación del muerto sobre el vivo. Ningún hombre digno permitiría que lo rigieran los muertos.

La más baja conciencia del hombre permanece ignorante e inconsciente, sin darse cuenta, profundamente dormida, porque de manera continua se le está dando el veneno de la creencia, de la fe, de nunca dudar, o de nunca decir no. Su sí no significa nada.

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