Nippon Nihon en la Argentina

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CAPITULO II EL JARDÍN DEL EMPERADOR


Tranquilidad y paz zen. Fotografía: Claudia Milosovich

“Me sentiré sumamente complacido si una visita nuestra, aunque sea de corta duración, nos permite servir de puente (entre Japón y Argentina) para un más estrecho vínculo”. Akihito, 15-05-1967

Con estas palabras, apenas pisó suelo argentino, el entonces príncipe imperial de Japón, Akihito, aspirante al Trono Imperial del Japón, junto a la princesa consorte, Michiko, expresó su deseo y por lo tanto, el de su país, de estrechar vínculos duraderos con la Argentina.

Desde 1.989, Akihito fue el Emperador de Japón y ha dejado inaugurada, a partir de su ascenso al trono, la Era Heisei. “Se dice que cuando un deseo nace desde lo más profundo del corazón, se hace realidad”, reza un proverbio y tal es así, que en el caso del Emperador, su deseo se ha cumplido y aún permanece vigente, después de más de 50 años de haberlo manifestado. Por eso, el Jardín Japonés en Buenos Aires es hoy el símbolo de la amistad duradera, entre la Argentina y Japón.

El Jardín Japonés fue inaugurado el 17 de mayo de 1.967. Fue proyectado y construido por la colectividad japonesa, para luego ser donado por la Embajada de Japón a la Ciudad de Buenos Aires, “en agradecimiento al

pueblo argentino por ser el país que le abrió sus brazos en tiempos de inmigración”.

La creación del jardín tenía como propósito desarrollar un lugar “perdurable de encuentro entre la colectividad japonesa y los príncipes herederos al trono imperial, Michiko y Akihito”, quiénes llegarían en mayo de 1.967. Por primera vez, un miembro de la familia imperial visitaría el país y la noticia fue recibida con “algarabía y orgullo” por parte de los hijos del País del Sol Naciente, residentes en la Argentina, que buscaron la forma de “homenajear” a sus príncipes. En un lapso de cincuenta días, reunieron los fondos para crear un espacio de inigualable belleza en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires. Con los años, el jardín creció en prestigio y admiración y es considerado un “pequeño Japón en Argentina” y un “pulmón de armonía y tranquilidad en medio de la gran ciudad”.


Belleza y armonía en medio de la gran ciudad. Gentileza: Jardín Japonés FB


Vista nocturna y circuito nocturno del parque. Gentileza: Jardín Japonés FB.

Por otra parte, el Jardín es uno de los lugares más elegidos por los viajeros de todo el mundo. En 2.004, la Secretaría de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires, declaró al Jardín Japonés, “Sitio de Interés Turístico”, y en el año 2.008, el Poder Ejecutivo Nacional lo declaró: “bien de interés histórico y artístico de la Nación”.

El primer jardín japonés de la Argentina fue el de la comuna de Belén, en Escobar. Fue por mucho tiempo, el primer jardín japonés en Argentina. Fue donado por la colectividad japonesa a esa comuna, que también había sido elegida como sede de la Fiesta Nacional de la Flor, debido a la intensa actividad hortícola de la colectividad en ese municipio.

Con la llegada de los príncipes imperiales, en mayo de 1.967, a la Argentina, la colectividad japonesa remozó el predio del actual

Jardín Japonés, ubicado en el Parque Tres de Febrero, en el barrio porteño de Palermo; consagrándose como el parque más grande de estilo japonés, existente fuera del Japón que cuenta con los elementos propios de su cultura.

Conforman su paisaje un pequeño bosque rodeado de bonsáis, azaleas, kokedamas, cerezos y orquídeas. También posee, una Chashitsu o casa de té, espacio construido especialmente para desarrollar la “ceremonia del té” japonesa. El chashitsu está ornamentado con elementos tradicionales traídos especialmente de Japón.


Casa de té o cha shitsu del Jardín Japonés de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Foto: Claudia Milosovich

Algunos de estos elementos datan más de cien años de antigüedad. Su interior está confeccionado artesanalmente y posee una sala de arte y un restaurante.

En el año 1.977, el ingeniero paisajista Yasúo Inomata fue el encargado de rediseñar el jardín del Emperador y para ello, tomó como modelo a un jardín zen, donde además, de la casa de té, fun-


Jardín Japonés: “Pulmón de armonía y tranquilidad en medio de la gran ciudad”. Fotografía: Claudia Milosovich

ciona un centro cultural, un restaurante de cocina japonesa, un vivero de bonsáis y una tienda con artesanías y venta de alimentos para los peces koi, que habitan el lago.


Peces Koi que habitan el Jardín del Emperador en Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Gentileza: Jardín Japonés FB

CAPITULO III LA CEREMONIA DEL TÉ JAPONESA O CHANOYU


Teal misionero. Gentileza: Alejandra Brown.

El chado o camino del té es una milenaria ceremonia tradicional japonesa –aunque presumiblemente originada en China- que se resume en cuatro pilares esenciales: armonía, respeto, pureza y tranquilidad. Estos cuatros pilares o conceptos resaltan los ciclos naturales y sus cuatro estaciones. Es una tradición con más de cuatrocientos años. El maestro Sen No Rikyu, mano derecha del unificador Hideyoshi, en el Siglo XVI, perfeccionó esta práctica estudiada hasta nuestros días.

Malena Higashi, alumna y especialista de la Escuela Urasenke con sede en Kioto, asegura que se puede “transmitir la paz a través de una taza de té. Dos culturas también pueden llegar al entendimiento a través del té y también, a la paz interior”.

Sen No Rikyu habla de cuatro pilares: armonía (wa), respeto (kei), pureza (sei) y tranquilidad (jaku). Son cuatro pilares que presumen el espíritu del camino de esta infusión y su ritual.

La ceremonia del té tiene múltiples significados y mucha influencia del budismo zen.


Monjes budistas en una galería palaciega en Japón. Gentileza: FB La Ruta del Samurai, de Jorge Orpianesi

La ceremonia del té o Chanoyu es el comienzo con un té amargo, pero antes se comparte algo dulce, preparado especialmente para la ocasión.

Lo primero que hay que hacer es agradecer y luego se comienza con el “matcha”, que es el elemento fundamental. Es té matcha, además de otros elementos que son la cuchara pequeña de bam-


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