Política exterior, hegemonía y estados pequeños

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De esta manera, el rol y capacidad de acción de las organizaciones internacionales aumentó notablemente. Incluso para S. Hoffmann (1970: 399) la ONU ha ayudado a subvertir la jerarquía internacional, producto de la “impotencia relativa de poder” de las grandes potencias y el creciente espacio de maniobra de los Estados pequeños. Los procedimientos del foro y la función legitimadora ha reforzado el papel de los más pequeños, logrando “…una insurrección simbólica de las pequeñas potencias.” Pero, simultáneamente, se deben anotar algunas debilidades sistémicas de estas organizaciones en el caso de sistemas altamente complejos, a pesar que estas entidades pueden proveer salidas menos costosas a ciertas soluciones tradicionales en el sistema internacional (Gallarotti 1991: 199).

Para G. Gallarotti (ibíd.: 200) esa situación ha beneficiado más a las superpotencias, quienes han encontrado en los foros multilaterales un sustituto de relativamente bajo costo a las negociaciones directas, sobre todo con potencias grandes y medianas. Pero también estas entidades “…han tenido efectos internacionales y domésticos indirectos que corren contra los ideales de la cooperación multilateral…”, tales como el fortalecimiento de sectores conservadores en los países que son sancionados (ibíd.: 206). Es decir, los efectos de las instituciones internacionales deben considerarse en cada área temática y no estandarizarse a todo el sistema internacional y todos los Estados miembros; puesto que en algunas áreas los intereses en juego para las superpotencias son menores que en otras. Ello resulta del hecho que los intereses se derivan de la identidad del agente que es definida en la interacción particular entre la agencia y la estructura en cada ámbito de acción específico; en este caso, el contexto institucional.

Por otra parte, una contribución fundamental de las organizaciones internacionales, que favorece a los Estados pequeños, es la generación de normas a través de sus resoluciones, que se valoran en términos de la comunalidad y especificidad (Boekle 1999: 24). De esta forma, las instituciones internacionales –en cuanto recurso clave para esos Estados– contribuyen a que las ideas tengan un mayor impacto, pues no son mecanismos neutrales, sino que proveen guías simbólicas para la sociedad, por lo que “…afectan las preferencias y acciones de los miembros de la sociedad” (ibíd.: 27).

La consideración de estos aspectos sobre las instituciones internacionales, particularmente las organizaciones intergubernamentales, se debe a su peso en las acciones de política exterior. Según J. McCormick y Y. Kihl (1979: 497), en el periodo 1959-1968 el 66.1% de las acciones de política exterior fueron adoptadas en el marco de una organización internacional. Sin embargo, advierten estos autores (ibíd.: 499) que no puede establecerse una correlación directa entre la membresía y la acción de política exterior, puesto que la pertenencia a un mayor número de organizaciones no implica un mayor uso de esos foros como destino de la acción exterior de los Estados, tendiendo a hacer un uso más selectivo. Lo que sí se comprueba es que los Estados pequeños hacen un mayor uso de las organizaciones intergubernamentales que las grandes potencias. Así el 73% de las acciones de política exterior de los Estados pequeños ocurren en esos foros, en contraste con el 52% de los Estados grandes, elevándose la primera cifra a 77% en el caso de los Estados pequeños en desarrollo (ibíd.: 500-01). En ese sentido, las instituciones cumplen un rol que favorece las tesis de los Estados pequeños y las potencias intermedias, aún cuando aquellas hayan sido creadas por los más poderosos, lo cual se evidencia en la parte final de este trabajo.73

En términos de política exterior, las instituciones internacionales son el recurso más importante para los Estados pequeños, porque reducen los costos de transacción en el sistema internacional y les permite mayor coordinación con sus pares frente a la influencia de las grandes potencias; mientras que para éstas son foros clave para lograr algunas de sus metas estratégicas y la legitimación de la mayoría de sus acciones externas. Por consiguiente, ambos tipos de Estados adoptan políticas específicas cuando se implementarán en las distintas instancias multilaterales; por supuesto, diferenciando las regionales de las universales y según sea el tema que centra la atención de los actores en esos espacios internacionales.

Consideraciones finales

En definitiva, el análisis de política exterior requiere tener en cuenta que los agentes deciden basados en cómo parece ser el mundo y cómo conciben sus papeles en él; en los entendimientos, expectativas y conocimientos compartidos; y atendiendo la cultura y las construcciones sociales que ayudan a moldear sus identidades y sus intereses en el sistema internacional. Ello porque los tomadores de decisiones –individuales y colectivos– acceden y representan el “mundo” a través de sus intencionalidades, sus experiencias individuales y colectivas y las prácticas arraigadas en los distintos niveles de acción. Es decir, aunque el decisor se ubique en un nivel específico –v. gr. el estatal–, la influencia de los otros dos niveles –doméstico y sistémico– incidirá en la decisión que adopte y la forma en que la implemente; no sólo por las interacciones entre sistemas y los traslapes en el denominado espacio interméstico, sino por la visión que los decisores tienen sobre esos diferentes mundos.

Por consiguiente, es necesario considerar los grupos de variables que condicionan la toma de decisiones, el área temática objeto de la decisión, los medios y fines disponibles y las características del sistema político, particularmente en el caso de Estados pequeños con sistemas políticos penetrados. En ese contexto se podrá apreciar si ha habido un cambio fundamental o si sólo se trata de ajustes poco esenciales en alguno de los componentes de la política exterior.

Asumo que cada decisión en cada área temática, desarrollada en un marco institucional internacional –como la ONU–, que adopta un Estado pequeño y con un sistema político penetrado está determinada por las características internas del Estado, por su ubicación geopolítica en un escenario hegemónico y por la posición de la potencia hegemónica sobre el tema, según interactúen los factores internos y externos y el grado de conectividad del Estado con el escenario internacional. Ello se manifiesta a través de las dinámicas y comportamiento de las variables identificadas. Por ello, se puede afirmar, como lo señala J. Satran (2002: 72), que “…un Estado que está profundamente integrado en el escenario internacional será más propenso a adoptar una política con una dimensión internacional.” A lo que en el caso de los Estados pequeños se agrega el grado de dependencia que tenga respecto a la potencia hegemónica, lo cual desarrollo en un capítulo posterior.

En escenarios regionales o internacionales dominados por un hegemonía, los Estados pequeños tienen mayores restricciones en sus esfuerzos por lograr sus objetivos y metas, teniendo que sujetar o al menos adaptar su conducta exterior a los intereses de la superpotencia; sobre todo cuando se trata de temas considerados sensibles para el hegemón. Por ello, tratarán de utilizar las instituciones internacionales para obtener un mayor espacio de maniobra, que les permita alcanzar algunos de sus objetivos, sin afectar las relaciones bilaterales con la potencia hegemónica. Ello lo logran, especialmente, a través de la construcción de alianzas74 y la adopción de normas, congruentes con sus intereses, para contrabalancear o al menos desviar o minimizar las preferencias y políticas de los más poderosos.

Por supuesto, el escenario internacional en donde se producen estas interacciones está condicionado por la estructura y las relaciones de poder; no es lo mismo que los Estados pequeños interactúen en un orden internacional bipolar –como el de la Guerra Fría– que en un orden multipolar difuso o pluripolar como el de inicios del siglo XXI. Los espacios de maniobra para estos Estados son diferentes por el distinto grado de flexibilidad que hay en las relaciones entre los polos de poder. No obstante la importancia de lo anterior, este aspecto no es parte de mi objeto de estudio en esta oportunidad.

Otro elemento fundamental en la estrategia de los Estados pequeños es explotar “…las ambigüedades, inconsistencias y divisiones burocráticas y políticas en los Estados poderosos…” (Hurrell 2000: 7); sin embargo, ello depende del nivel de penetración del sistema político del Estado y de la importancia que tenga el área temática para la potencia hegemónica. Es decir, a más necesidad de lograr legitimidad por parte del Estado poderoso, hay una mayor propensión por parte de éste a ejercer más influencia sobre los decisores en los Estados pequeños con sistemas políticos penetrados, lo cual conduce a que el pequeño no tenga o demuestre suficiente capacidad para explotar esas ambigüedades, inconsistencias y divisiones.

Esa situación variará dependiendo del contexto internacional, como ya indiqué, y de si ocurre una situación de crisis. En el primer caso, los temas incluidos en la agenda de los foros internacionales que tratan las áreas de interés son determinados por los objetivos de la potencia hegemónica; así, en un entorno de confrontación, típico de un esquema bipolar como el de la Guerra Fría, las superpotencias tratarán de definir alianzas para medir fuerzas antes de poner un tema a discusión. Mientras que en entornos multipolares y apolares, los temas son definidos en función de los esfuerzos por diversificar la toma de decisiones y suavizar la responsabilidad en la ejecución de acciones comprometedoras. Cuando se trata de un escenario de crisis, las decisiones están condicionadas por la urgencia de resolver la situación y los beneficios obtenidos por la superpotencia, dejando un menor margen de maniobra a los Estados pequeños.

 

En definitiva, el espacio de maniobra que tienen los Estados pequeños con sistemas políticos penetrados interactuando en escenarios hegemónicos, y respecto a áreas temáticas que son sensibles para el hegemonía, es muy restringido, lo cual provoca que tales Estados ajusten la toma de decisiones en política exterior para evitar confrontaciones directas con el centro de poder. Sin embargo, tal ajuste tiene en cuenta los principios rectores de la política exterior de ese tipo de Estados con la intención de lograr algunos objetivos nacionales, aprovechando las oportunidades que brinda un marco institucional con procesos altamente legalizados.75

Algunas consideraciones metodológicas

En esta sección me refiero brevemente a la estrategia metodológica, indicando el modo en que abordé el problema de investigación, de forma que mi propuesta para el análisis de la política exterior de Estados pequeños pueda ser replicada por otros y en otros casos. Además, señalo las fuentes y técnicas de recolección de información. Para ello es fundamental tener en cuenta, como se deduce de lo planteado en las secciones anteriores, que la política exterior no tiene explicaciones monocausales ni unidimensionales; al mismo tiempo que es el resultado de las interacciones entre los sistemas políticos doméstico e internacional. Ello hizo necesaria la utilización de un método que permitiera considerar la complejidad de una “disciplina puente” como el análisis de política exterior, al mismo tiempo que atender la dinámica de un mundo bifurcado entre la visión estato-céntrica y la multicéntrica, y de las interacciones entre los tres niveles básicos de acción, con un espacio interméstico en el que se superponen factores internos y externos. Pero al mismo tiempo un método que permitiera la inferencia, según la concepción propuesta por G. King, R. Keohane y S. Verba (2000), y sobre todo “inferencia descriptiva”, entendida como “…un proceso mediante el cual se comprende un fenómeno no observado a partir de un conjunto de observaciones” (ibíd.: 66). Y ello no tiene por qué ser complicado o extenso, pues las normas que deben regir el análisis y la descripción es que “…los resúmenes deben centrarse en los resultados que queremos describir o explicar” y además “…un resumen tiene que simplificar la información de que disponemos” (ibíd.: 65).

A lo anterior se unió el hecho que son pocos los métodos disponibles en Relaciones Internacionales, por una parte, y en las Ciencias Políticas, por la otra, para el estudio de este tipo de observación; excepto que hubiera querido limitar el análisis a uno de los componentes y causas de la política exterior, con lo cual caería en las restricciones de algunas teorías sobre esta política ya citadas. Por eso, en la década de 1980 los especialistas en política exterior optaron por análisis interdisciplinarios y por el pluralismo metodológico (Gámez 2006: 92); mientras que en la década siguiente la búsqueda de una “teoría de la política exterior” condujo a un eclecticismo teórico. Pero al mismo tiempo fue necesario tener en cuenta la recomendación acerca de la necesidad de evitar que “…nos apabulle el enorme maremágnum de observaciones potenciales y reales que hay sobre el mundo” (King, Keohane & Verba 2000: 57); cuando de lo que se trata es de establecer una apropiada conexión entre la teoría y la evidencia. Sin embargo, no es indispensable poseer “…una teoría completa antes de recoger los datos, ni tampoco nuestra teoría tiene por qué mantenerse inalterable durante el proceso” (ibíd.); la clave está en “…dejar claro cómo se han creado y de qué manera hemos accedido…” a los datos y cuál es la variable, las unidades y las observaciones que se utilizan para desarrollar el estudio de casos (ibíd.: 62).

Esa perspectiva favoreció la idea de multicausalidad y la combinación de las variables explicativas (Gámez 2006: 93), con el propósito de lograr un proceso simplificado a través de la organización de las observaciones en clases o categorías compuestas de unidades o casos, de manera que se pueda concentrar la mayor cantidad posible de información (King, Keohane & Verba 2000: 58-9). Ello me permitió el uso de diversos métodos, que C. Hermann (1983: 270) clasificó en cinco categorías: estudio de casos individuales, descripciones de instituciones y procesos, estudio de variables independientes, cronologías relacionales y análisis de conflictos. Debo agregar los estudios comparativos, quizás el método más utilizado desde la década de 1960 por los analistas de la política exterior; lo cual –junto con los aportes de las teorías de rango medio y básicas– ha dado lugar al uso de la teoría de toma de decisiones centrada en el rol de los líderes, la burocracia y los procesos gubernamentales. En alguna medida esto ha comenzado a ser superado en las últimas dos décadas del siglo pasado al expandirse las fronteras metodológicas y romperse algunas de las limitaciones intelectuales, permitiendo que los cuestionamientos adquieran mayor profundidad y amplitud, generando un análisis más dinámico, con bases epistemológicas y metodológicas más diversas y eclécticas (Rosati, Sampson & Hagan 1994: 7-8).

El uso reiterado de algunos de esos métodos provocó una considerable cantidad de material descriptivo, sobre todo centrado en las grandes potencias y particularmente en Estados Unidos. Pero también un énfasis en el estudio de ciertos periodos y fenómenos de política exterior considerados excepcionales –v. gr. la Crisis de los Misiles de 1962–. Esto provocó que un buen número de estudios no puedan ser generalizados a la mayoría de los países, sobre todo a los Estados pequeños que responden a otras situaciones. Como tampoco favoreció una comprensión integral de la formulación de la política exterior como una política que conecta niveles de acción.

Por otra parte, en los esfuerzos de construir una teoría de política exterior, ésta ha sido concebida como variable dependiente y/o como variable independiente o interviniente (cfr. Hermann 1983). En el primer caso ha generado estudios sobre las características individuales de los decisores, las políticas burocráticas, los pequeños grupos de decisión, los sistemas políticos, los factores externos y sistémicos, y los análisis multinivel integrados.76 Mientras que en el segundo caso puedo citar: política de vinculación, teorías de la dependencia, respuesta-estímulo mediada por la percepción y cibernética y adaptación.

Sin embargo, cuando se trata de la política exterior de países en desarrollo y sobre todo de países pequeños, el panorama se torna más difuso y complejo, pues en la mayoría de esos estudios este tipo de actores estuvieron ausentes, o en el mejor de los casos ocuparon una posición secundaria. Así se generó una brecha importante,77 que intentó ser resuelta por la propuesta de J. Rosenau sobre sistemas políticos penetrados –ya analizada–, seguido por otros estudios e intentos por explicar y entender el rol de los Estados pequeños en un sistema internacional diseñado y conducido por las grandes potencias.

Ante este panorama, en esta investigación recurrí al estudio de casos y al método comparativo, como estrategia para abordar el problema de investigación; resultando una investigación cualitativa-cuantitativa.

Estudio y comparación de casos

Una primera advertencia es que con el estudio de casos no pretendí analizar fenómenos globales, sino seleccionar aspectos concretos que me permitieran realizar observaciones de unidades en las que funcionan las variables objeto de estudio (King, Keohane y Verba 2000: 231). Aunque recolecté numerosas observaciones de unos pocos casos; es decir, “se miden numerosas variables de muchos tipos diferentes de unidades” (ibíd.: 63), ello me brindó la oportunidad de lograr distintos objetivos con este método –en comparación con otros–, tales como desarrollar explicaciones históricas, usar generalizaciones sobre relaciones complejas con múltiples efectos y alcanzar altos niveles de validez de constructor (Bennett 2003: 19). Sin embargo, reconozco que tiene limitaciones, como la indeterminación o incapacidad para excluir una explicación, la falta de independencia de los casos y la dificultad para controlar totalmente comparaciones de casos (ibíd.: 20); Por ello, es fundamental “…distinguir entre número de casos y de observaciones” (King, Keohane & Verba 2000: 63), de ahí la importancia de señalar si se trata de un estudio con n pequeña o n grande respecto a las observaciones.

Sobre tales debilidades, S. Van Evera (1997: 51 y 54) señala como las principales críticas: la dificultad para controlar los efectos perturbadores de terceras variables; y los problemas para hacer generalizaciones a partir de casos individuales.78 Esto se hace más evidente en el caso de la política exterior por el carácter multicausal y multidimensional. Pero el mismo autor advierte que existen recursos metodológicos para contrarrestar esas debilidades; por ejemplo, los estudios comparativos de casos controlados; minimizar los efectos de variables omitidas a través de la selección de casos con valores extremos; y utilizar un número considerable de casos. Además, es posible diseñar estudios de casos de distinta naturaleza y no sólo el descriptivo, así como lograr construir teorías que encuadren problemas de investigación y formulen hipótesis (Gámez 2006: 101). Esto conduce a H. Eckstein (citado ibíd.) a identificar cuatro tipos de estudios de caso que contribuyen a la teorización: (1) estudios configurativos-ideográficos; (2) estudios disciplinarios-configurativos; (3) casos de estudio heurísticos; y (4) estudios de casos cruciales. En la presente investigación se opta por un análisis del tipo (2),79 utilizando un número significativo de casos en áreas temáticas delimitadas a ser comparadas en dos escenarios hegemónicos, al mismo tiempo que enre los Estados pequeños de cada uno de esos escenarios.

Ahora bien, el uso de casos puede servir para cinco propósitos: “…examinar teorías, crear teorías, identificar condiciones antecedentes, examinar la importancia de estas condiciones antecedentes y explicar casos de importancia intrínseca” (van Evera 1997: 67-8). Según este autor (ibíd.: 68) “para inferir nuevas teorías de casos comenzamos por investigar casos para establecer asociaciones entre fenómenos y para lograr testimonios de personas que directamente experimentaron los casos (actores en el caso, por ejemplo) sobre sus motivos y creencias acerca del caso.” Pero precisando las diferencias entre casos y observaciones, porque estas se corresponden a “…la medida que se toma de una variable dependiente en una unidad e incluye información sobre los valores de las variables explicativas” (King, Keohane & Verba 2000: 17); lo que permite encontrar situaciones en las que un caso puede corresponder a una única unidad. Debo señalar que algunos de los autores citados en esta sección no precisan la concepción de caso, por lo que por momentos sus planteamientos resultaron ambiguos;80 de ahí la conveniencia de no seleccionar casos a partir de la variable dependiente (Van Evera 1997: 46).81

Para lograr algunos de los propósitos citados antes, se dispone de cuatro métodos básicos: comparación controlada, procedimientos de congruencia, trazado de procesos y método Delphi (ibíd.: 68 ss.).82 En esta investigación opté por la comparación controlada que permite comparar observaciones de distintos casos para inferir teorías; es decir, “…el investigador infiere hipótesis de contrastes o similitudes en aspectos de varios casos…” (ibíd.). Específicamente recurrí al método de diferencia de Mill, en el que se exploran casos con características similares (condición de Estados pequeños en contextos hegemónicos) y valores diferentes (principios y prácticas particulares, y contextos hegemónicos distintos) a fin de determinar los efectos sobre la variable objeto de estudio (ibíd.: 68-9). Es decir, “…el investigador mirará por condiciones antecedentes que difieren entre dos casos que tienen diferentes resultados y juzgará que aquellas condiciones antecedentes que fueron las mismas a pesar de diferir en los resultados podría no ser suficiente para causar cualquier consecuencia” (Bennett 2003: 31).

 

En este método, entonces, hay valores similares sobre la variable independiente, se presentan características similares y existen valores diferentes sobre la variable dependiente. Sin embargo, de acuerdo con A. Bennett (ibíd.: 32), el método sólo es útil bajo las siguientes condiciones: i) las relaciones causales observadas “…deben ser regularidades determinísticas involucrando condiciones que bajo ellas mismas no sean necesarias o suficientes para un resultado específico…”; ii) todas las variables que establecen la relación causal “…tendrán que ser identificadas e incluidas en el análisis…”; y iii) todos los casos que constituyen la totalidad del rango de la posible causalidad “…deben estar disponibles para estudio.”

Bajo la comparación controlada se deben analizar observaciones comparables en dos o más casos, “…cuestionando si los valores de esos pares son congruentes o incongruentes con la premisa que la condición antecedente aumenta la acción causal de la variable independiente sobre la variable dependiente” (Van Evera 1997: 73). Considerando esto, S. van Evera (Ibíd.: 77-8) identifica los siguientes criterios para seleccionar un caso:

• Riqueza de las observaciones.

• Valores extremos en las variables independiente, dependiente o de condición.

• Gran varianza en los valores en las variables independiente, dependiente o de condición.

• Divergencia de predicciones hechas del caso por teorías en pugna.

• Semejanza en las condiciones del trasfondo con las condiciones actuales de problemas de política.

• Proto-tipificación de las condiciones de trasfondo.

• Apropiado para una comparación controlada con otros casos (método de Mill).

• Carácter externo.

• Importancia intrínseca.

• Apropiado para réplica de pruebas previas.

• Apropiado para implementar un tipo de prueba omitido previamente.

Finalmente, debo señalar que una de las ventajas básicas del estudio de casos es que permite combinar una serie de técnicas de investigación (Yin 1989: 19), tales como entrevistas, análisis de documentos, consulta de libros y artículos y revisión de memorandos y actas. Además, el uso de múltiples fuentes de evidencia.

Tipo de investigación

Se trata de una investigación empírica, exploratoria y teórica, combinando el análisis cuantitativo con el cualitativo, puesto que llena un importante vacío en la literatura sobre política exterior, al no caer en el estudio comparativo típico del análisis de política exterior.83 Además, cuestiono algunos de los supuestos de los enfoques dominantes y contribuye al conocimiento teórico del análisis de política exterior, aportando a la reducción de la brecha entre el estudio de políticas públicas y la denominada “alta política” de Relaciones Internacionales, interconectadas por el análisis de política exterior, como campo de estudio puente entre lo internacional y lo doméstico. De igual manera, participa de la necesidad de reconocer e incorporar en el estudio de este tipo de política el debilitamiento de la separación entre lo interno y lo externo, clásico en Relaciones Internacionales y en los estudios comparativos de las conductas externas de los Estados.

Por consiguiente, consistió en un análisis empírico de los casos, con análisis de eventos84 (argumentaciones y votaciones en ONU) sobre actos específicos de política exterior, que puedan ser codificados e interpretados. Hay que tener en cuenta que los Estados pequeños tienden a generar un número menor de eventos que las grandes potencias (cfr. Hermann 1975: 149-50), razón por la cual se optó por utilizar los foros multilaterales (Asamblea General y Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas) en donde ese tipo de Estado tiende a utilizar los mecanismos colectivos para lograr ciertos objetivos que individualmente serían muy costosos de alcanzar. Como señalé, los países pequeños realizan la mayoría de sus acciones de política exterior en las instancias multilaterales.

La principal fuente fue documental, complementada con entrevistas. En el primer caso revisé y analicé las actas de las sesiones de órganos específicos de ONU para estudiar las intervenciones de los países seleccionados en discusiones y votaciones sobre las áreas de interés seleccionadas. Adicionalmente, consulté documentos de los ministerios de relaciones exteriores, artículos y libros sobre la temática objeto de estudio.

Por otra parte, debo señalar que el estudio es de tipo tres en la clasificación de R. Yin (1989), o sea, una unidad de análisis única (voto de resoluciones en la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU sobre temas seleccionados) con casos múltiples.

Como mi propósito es formular una propuesta de teoría de alcance medio a través de un estudio disciplinario-configurativo con el método de comparación controlada, complementado con el método de diferencia, es necesario identificar una unidad de análisis para reconocer su comportamiento en varios casos. Esto me condujo a identificar al menos tres casos de Estados pequeños en un escenario hegemónico; estos corresponden a Costa Rica, Nicaragua y Panamá bajo la influencia estadounidense. Pero como hay diferencias entre la visión occidental85 y no occidental de las potencias hegemónicas, fue necesario hacer una comparación de tres países pequeños bajo una potencia hegemónica distinta; Por eso, se escogieron los Estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) bajo la influencia rusa. Con esto se pretende identificar regularidades en escenarios hegemónicos, pero con distintos actores, de forma que pueda formularse un modelo de análisis de la toma de decisiones de países pequeños en esas arenas particulares.

En el caso de los países centroamericanos, seleccioné los tres citados porque la historia de sus relaciones bilaterales con Estados Unidos ha estado marcada por eventos y procesos particulares, tales como la presencia estadounidense en la “zona del canal” que constituye un factor determinante en la identidad y el rol nacional/internacional de Panamá; mientras que en el caso nicaragüense la intervención militar de inicios del siglo XX, el apoyo al régimen somocista, el triunfo de la revolución sandinista a finales de la década de 1970, las operaciones contrarrevolucionarias apoyadas por Washington en la década de 1980 y la imperecedera idea de un canal interoceánico a través de la cuenca Río San Juan-Lago de Nicaragua determinan la dinámica de esas relaciones nica-estadounidenses y la conducta externa de Nicaragua. Por su parte, la historia de los vínculos tico-estadounidenses se caracteriza por altibajos en la convergencia/divergencia de opiniones sobre temas claves para ambos países y por la ausencia de una abierta intervención militar de Washington en este país. Pero también la selección de los tres países responde a las tendencias que muestran en su política exterior.

Respecto a la selección de los Estados bálticos, los criterios utilizados fueron el de constituir un bloque subregional claramente identificado, su historia de repúblicas independientes hasta la II Guerra Mundial, su posición geopolítica y geoestratégica clave para los intereses rusos –en particular respecto a Kaliningrado– y su reciente ingreso a la ONU, al a la UE y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), tras adquirir de nuevo su condición de Estados.

Según indiqué antes, en la investigación la unidad de análisis es: toma de decisiones en áreas temáticas de interés mutuo. Como subunidades de análisis utilicé las siguientes: características estatales; mecanismos de toma de decisiones; niveles de interacción; normas de conducta en la ONU; y percepción de los representantes estatales en eventos específicos. Mientras que la observación es la forma de voto en la ONU, que corresponde a cuatro posibilidades: a favor, en contra, abstención y no voto (ausencia a la sesión en donde se vota la propuesta de resolución). Este tipo de dato permite determinar la tasa de convergencia de voto entre cada uno de los países y la potencia hegemónica en cada una de las áreas, comparándolas con la tasa general de convergencia de voto en el caso de Estados Unidos y el resto de miembros de las Naciones Unidas.