Política exterior, hegemonía y estados pequeños

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Cuando aplicado al estudio de las políticas exteriores, como es hecho por Murillo en este libro, el constructivismo ha llegado a enfocarse sobre las identidades de política exterior constituidas en un ambiente internacional que puede ser formalmente anárquico, porque carece de un gobierno mundial, pero prácticamente representa una sociedad. El constructivismo concibe los actores internacionales como teniendo una personalidad con su historia y memoria colectiva, también como un reconocimiento societal. Esa identidad es constituida por los auto-entendimientos de los actores internacionales (v. gr. Hopf 2002) y por el reconocimiento y la atribución de rol en la sociedad internacional (v. gr. Wendt 1999). Para los constructivistas, está en la base de estos procesos de identificación que podamos entender los intereses de los actores. De ahí que el interés nacional aun es un importante concepto. Pero no puede ser derivado simplemente de algunas presunciones realistas en una estructura internacional material. Los intereses son constituidos en el “imaginario de seguridad” de las élites de política exterior, el depositario de las memorias colectivas y los significados compartidos (Weldes 1999). Solo “una vez que conocemos somos” (o nos gustaría ser), “podemos conocer lo que queremos” (Ringmar 1996; 13). Conocer lo que significa Alemania, tenemos primero tenemos que conocer lo que Alemania significa (para si y para otros). Y así Murillo menciona también los programas de investigación vinculados, tal como acerca de “seguridad colectiva” (v. gr. Mitzen 2006) –es decir acerca de la conducta de política exterior en defensa de una amenaza percibida a la identidad de uno– lo cual es una vía constructivista para entender el verdadero funcionamiento deldilema de seguridad.

Murillo ha escogido este amplio contexto del Análisis de Política Exterior para su estudio comparativo de los pequeños Estados centroamericanos y los tres Estados bálticos. En los capítulos teóricos y en la conclusión, concibe lo internacional en términos de las intersubjetivas “culturas de anarquía”, como Wendt lo llamaría (él lo denomina “cultura sistémica”), en la cual las élites de política exterior dan sentido al mundo y sus roles en este (véase página 314). No desea omitir las claras asimetrías de poder que existen en los asuntos internacionales. Aún así, los factores materiales serán insuficientes para considerar la posición de poder de un país. Y así, en su definición de pequeños Estados, construye un diferente indicador de poder que incorpora también componentes menos tangibles. Entonces este es aplicado para el análisis de los Estados pequeños hacia su hegemón regional, operacionalizado a través de los patrones de votación en la ONU.

Pero también aquí, Murillo inicia a partir de la presunción que no todo está en los recursos, sino que mucho depende de las relaciones ego-alter, la construcción de identidad mutual (para un análisis sobre seguridad regional, inspirado en el constructivismo, véase Buzan & Wæver 2003). Tales relaciones ego-alter pueden tener un larga historia y puede algunas veces empoderar al lado más débil, como en algunas relaciones poscoloniales en donde el antiguo colonizador es considerado adeuda compensación a la antigua colonia, y no puede (esta vez) usar el poder material crudo en las relaciones entre ellos. A la inversa, puede debilitar un Estado pequeño más allá de sus recursos –el denominado “síndrome de Lilliput”– cuando los países más pequeños simplemente asumen (con el realismo) que sus incapacidades militares relativas los condenan a un rol político y diplomático marginal: pertenecer a la periferia comienza en la cabeza de los formuladores de políticas subordinados. No asumir esto ya ayudaría a concebir políticas más activas y una diplomacia mundial quizás más acorde al poder no material y la seguridad no militar. Este libro proveee una base teórica y un recordatorio de bienvenida para esto.

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Introducción

En el complejo mundo de finales del siglo XX y principios del XXI, en el que la frontera entre lo doméstico y lo exterior se ha tornado más difusa; en el que muchos de los fenómenos resultan de la interacción entre actores nacionales e internacionales, estatales y no estatales; y en el que la formulación de políticas públicas no es un proceso limitado a uno de los lados de esa frontera, ni a uno de los tres niveles clásicos de acción (doméstico o individual, estatal e internacional); en cada uno de los cuales se gana “…un entendimiento particular del objeto de estudio” [Neack 2003: 14]),1 la toma de decisiones de política exterior se ha convertido en un objeto de estudio que requiere una visión renovada de cómo los Estados hacen lo que hacen en el sistema internacional y el uso de instrumentos de análisis que permitan un acercamiento válido a los eventos concretos.

Pero, si además el objeto de estudio se refiere a un grupo de países que, prácticamente, han sido dejados de lado en las teorizaciones y análisis de las relaciones internacionales –como es el caso de los países pequeños y débiles– el análisis de su política exterior se torna más interesante y resulta una ardua tarea pendiente. Tarea que sólo se aborda en forma parcial en esta investigación, al analizar la conducta de esos Estados en foros multilaterales bajo la influencia de potencias hegemónicas. Ello quiere decir que se dejan de lado, por razones de espacio y propósitos de este estudio, la consideración de los procedimientos domésticos para la toma de decisiones en las áreas temáticas identificadas en este documento; al igual que el marco institucional de cada Estado objeto de estudio para la formulación de dicha política pública.

 

El análisis de políticas públicas, por una parte, y de algunas áreas en Relaciones Internacionales (RI),2 por la otra, ha adquirido en las últimas décadas una importancia que no mostró en las primeras fases de desarrollo de ambos campos de estudio. Éstos se vinculan a través de un área que en países pequeños, como los centroamericanos y bálticos, ha sido escasamente estudiada: el análisis de política exterior. Precisamente, tanto en políticas públicas como en RI se encuentran espacios temáticos que mantienen una estrecha interacción, la cual no ha sido observada con detenimiento; se trata de las principales variables en que se fundamenta este trabajo: toma de decisiones, política exterior, contextos multilaterales y países pequeños. A éstas se agregó una, la cual constituye un condicionante fundamental de la toma de decisiones en la política exterior de estos países: el escenario o contexto hegemónico.

Cabe señalar que el desarrollo del estudio de las políticas públicas, de las Ciencias Políticas y de RI, en los últimos años, y el reconocimiento del carácter multidimensional y multinivel de los temas sustantivos de relaciones internacionales (RI), particularmente de la política exterior, han conducido a investigaciones plurimetodológicas. Ello con el propósito de entender y explicar fenómenos pluricausales como los que observo en esta investigación. Sobre todo tras los cambios relevantes generados por el fin de la Guerra Fría (particularmente por la desintegración del bloque soviético), los eventos del 11 de septiembre del 2001 y diversos ataques terroristas (Londres y Madrid, entre otros), las tensiones en Medio Oriente y el auge económico y político de la República Popular China –que se muestra como un posible retador a la hegemonía global estadounidense

Esto me permite identificar áreas específicas de convergencia de esos enfoques disciplinarios, a partir de los cuales desarrollar investigación de fundamentos y formular modelos teóricos que faciliten el análisis de entornos particulares. Situaciones como las de los países micro y pequeños, que por su naturaleza y número, constituyen un desafío para el sistema internacional y un reto para las potencias y superpotencias. Además, si se considera el caso de foros, como la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), en donde se aplica la tesis de “un Estado = un voto”, la proliferación de Estados pequeños introduce asimetrías importantes en los balances de poder. Al mismo tiempo que diversos esfuerzos para utilizar el multilateralismo como un recurso que permita contrarrestar las debilidades de ser países pequeños.

Hay que tener en cuenta que el carácter cambiante del sistema internacional y el predominio de las superpotencias (producto del orden anárquico que caracteriza el escenario mundial) ejercen una fuerte influencia que limita la capacidad de acción y la conducta exterior de las potencias intermedias y pequeñas –pero particularmente de estas últimas–.3 Sin embargo, ello no quiere decir que tales Estados carezcan totalmente de poder, pues en ciertas condiciones y circunstancias (internas y externas) pueden superar las restricciones y adaptar, individual o colectivamente, algunas líneas de política exterior independientes y exitosas, al alcanzar las metas propuestas.

Por otra parte, los micro Estados y los Estados pequeños sirven de examen a los enfoques teóricos dominantes en RI, pues no coinciden con todos los aspectos que suponen los modelos, sobre todo en el caso de coaliciones militares y otras presunciones de las teorías realistas y neorrealistas (Lieb 2004), dominantes en la segunda mitad del siglo XX.4 Por consiguiente, el estudio de este tipo de actores internacionales y sus conductas constituyen un reto interesante para la comprensión, por una parte, de la conducta externa de esos Estados y, por otra, de las oportunidades que tienen para satisfacer sus necesidades domésticas a través de su gestión en cuanto agentes en el sistema internacional.

Conviene recordar los tres niveles clásicos de análisis, introducidos por K. Waltz (1970) en la década de 1950 en el clásico El Hombre, el Estado y la Guerra: individual (en mi opinión hoy debe hacerse referencia a local/societal); estatal e internacional o sistémico. Esto es importante porque los Estados operan en esos tres escenarios al formular su política exterior; escenarios interconectados horizontal y verticalmente. Esto se precisa en un capítulo posterior, al demostrar cómo la política exterior es el resultado del traslape de áreas temáticas e intereses entre los citados tres niveles.

Ahora bien, se considera que los países5 micro y pequeños, como los centroamericanos y los bálticos, tienen una serie de limitaciones en la formulación de sus políticas exteriores. Algunas de ellas provienen de la posición que ocupan en la estructura internacional; y otras son generadas por las interacciones con sus vecinos inmediatos –el primer escenario de acción, en un esquema de círculos concéntricos, propuesto por algunos enfoques de RI, como el Neorrealismo–. En el caso particular de Costa Rica, Panamá y Nicaragua, por un parte, y de Estonia, Letonia y Lituania, por otra, ese espacio de interacción está determinado no sólo por la vecindad geográfica, sino por un factor externo que condiciona y determina su capacidad de acción externa: la presencia de una potencia hegemónica; Estados Unidos (EEUU) y Rusia, respectivamente.

Cabe señalar que la presente investigación hace referencia, para construir la propuesta del modelo de análisis de la política exterior en Estados pequeños en un escenario multilateral con presencia de una potencia hegemónica, a países de este tipo; específicamente a Costa Rica, Panamá y Nicaragua en el periodo 1980-2007 y a Estonia, Letonia y Lituania desde 1991 y hasta el 2007. Seleccioné los tres países centroamericanos por las particularidades presentes en su relación con EEUU, que muestran un manejo diferenciado de esos vínculos bilaterales, lo cual genera distintos espacios de maniobra; a pesar de ubicarse en una misma región –el Gran Caribe– considerada estratégica por Washington; por lo que ha aumentado el número de propuestas y programas con un enfoque regional, como el Plan Colombia y la Iniciativa de Mérida. Los tres países centroamericanos seleccionados muestran una relación histórica particular con Estados Unidos, que permite analizar y comparar tres tipos de influencia de una potencia hegemónica sobre Estados pequeños. En el caso de Costa Rica ha habido una relación en la que ha predominado el uso del “poder blando” o “poder suave”,6 en contraste con Nicaragua, en donde la presencia militar estadounidense7 –con excepción del periodo del régimen sandinista– ha sido un factor determinante en las relaciones bilaterales; mientras que durante los gobiernos sandinistas, Washington ha sido un componente esencial de la conducta externa de este país. Respecto a Panamá, el apoyo a la independencia a inicios del siglo XX y el control sobre la Zona del Canal determinó un rol fundamental de EEUU en las decisiones de política exterior del gobierno panameño.

Mientras que en el caso de los Estados bálticos, se trata de países con una historia diplomática entre Europa y Rusia y cuyas relaciones con Moscú muestran características también particulares, que no se presentan con las otras ex repúblicas soviéticas ni con otros Estados pequeños de Europa Oriental y Central. Los vínculos de esos tres países con Europa y su ubicación estratégica, los convierte en un punto neurálgico para los intereses políticos, militares y estratégicos de Rusia; pues ocupan una posición geopolítica clave que controla la salida rusa al Mar Báltico y de ahí al Atlántico Norte.

La selección de estos dos grupos de países permite establecer una comparación entre las experiencias de esos países utilizando, básicamente, la estrategia de análisis de eventos, aplicada a los niveles estatal y sistémico, a través de una comparación controlada y el método de diferencia (Van Evera 1997: 68-9), los cuales se detallan en un capítulo posterior. Por consiguiente, se tienen en cuenta los principios rectores de la política exterior de cada país, según sus planteamientos y argumentaciones; así como sus características en cuanto actores internacionales. Ello incide en la toma de decisiones adoptadas en el marco de la ONU, porque, como señala K. Rai (1972: 589), “…la decisión de voto en la Asamblea General de la ONU es en efecto una expresión de la política exterior.” Mientras que en el nivel internacional utilicé como referentes de esas decisiones la forma en que esos Estados votan en el marco de las Naciones Unidas –específicamente en la AGNU y el Consejo de Seguridad– en áreas de interés o áreas temáticas como: autodeterminación, no intervención, derecho de injerencia, operaciones humanitarias y desarme.

El por qué de esta investigación

El análisis de política exterior, particularmente el estudio de su formulación y de la toma de decisiones, es un área que muestra bastante desarrollo en Estados Unidos y Europa; existen, como se deduce de la bibliografía citada, numerosos trabajos sobre la temática; aunque buena parte de ellos corresponden más a estudios comparativos que a análisis de la conducta exterior de un Estado específico. Asimismo, el estudio de las políticas públicas y de la toma de decisiones muestran un desarrollo académico importante; pero de nuevo muy centrados en esos países, descuidándose el análisis en los países pequeños y en desarrollo, cuyo proceso de formulación de tales políticas resulta particular. Mientras que la cuestión de los Estados pequeños es un asunto no exhaustivamente tratado en RI. Esto deja un área gris en la que converge la política exterior de países pequeños, que coexisten en escenarios dominados por una potencia hegemónica; de ahí la relevancia de investigar sobre un tema que afecta a un grupo significativo de Estados.8

Por consiguiente, considero que no se ha teorizado sobre esa área, generando un insuficiente conocimiento sobre el proceso de formulación de la política exterior, principalmente en la toma de decisiones. Esto dificulta el análisis de situaciones específicas, como, por ejemplo, la decisión de los países centroamericanos de apoyar proyectos de resolución en la Asamblea General de la ONU sobre temas que entran en contradicción con sus principios rectores de política exterior; la posición de los países bálticos en asuntos propios de las relaciones entre la Unión Europea y Rusia; la forma en que deciden votar, en esa instancia de Naciones Unidas, proyectos presentados por las potencias hegemónicas; o el apoyo a iniciativas complejas que crean marcos institucionales generadores de normas y reglas que restringen la conducta de los Estados y pueden conducir a sanciones impuestas por Washington –caso de Costa Rica y otros países pequeños–. Incluso, el Departamento de Estado está obligado por la sección 406 de la ley 101-246 a presentar un informe anual sobre la forma en que votan, en las organizaciones internacionales, los Estados que reciben apoyo financiero o técnico de EEUU a efecto de determinar la continuidad de la ayuda.

Tal teorización, a través de un análisis multinivel y multifacético que permita incorporar las complicadas fuentes y naturaleza de esta política (Neack 2003: 203), se hace más urgente en la medida que los fenómenos se tornan más complejos por la interacción entre lo local y lo global. Ello porque, como señala L. Neack (ibíd.), la política exterior “…es formulada y conducida en complejos ambientes domésticos e internacionales”, al mismo tiempo que “…resulta de coaliciones de actores y grupos domésticos e internacionales interesados”; Por consiguiente, los temas de su agenda frecuentemente “…son incorporados o retirados, reflejando las fortalezas de varias partes y sus preocupaciones particulares.”9 Es decir, la política exterior resulta de la interacción entre los escenarios interno y externo del Estado y de un juego de intereses entre actores y coaliciones de éstos ubicados en esos dos ámbitos, lo cual se puede observar, sobre todo, a través de la construcción de la agenda de esa política; entonces, uno de los aspectos clave en el análisis de la política exterior es reconocer los elementos y factores internos y externos que condicionan la formulación de la política y el juego de intereses entre los actores participantes, según los temas y áreas temáticas que dominan la agenda.

 

La existencia de un modelo teórico que permita a los analistas de política exterior estudiar las decisiones y, en general, las políticas que se gestan en los ministerios de relaciones exteriores de países pequeños, constituye un valioso aporte a la comunidad científica nacional e internacional. Sin la incorporación de estos aspectos, al igual que los provenientes de otros niveles de acción, el retrato de esta política será incompleto, y como señala Neack (ibíd.: 205), una “tarea enorme” sobre la cual se ha avanzado muy poco, que ha sido complicada por las repercusiones de la globalización,10 al generar mayores niveles de interdependencia entre Estados, gobiernos y otros actores subestatales; y al crear un espacio interméstico y políticas transmésticas que requieren una observación particular.

Es necesario tener en cuenta que los que toman decisiones, en general, recurren a creencias, generalizaciones y predicciones para adoptar un curso de acción y formular una política, por lo cual requieren el uso de la teoría, que les permite sistematizar la información para tomar una decisión. La cuestión es si lo hacen conscientemente o sólo parten de generalizaciones con poco grado de sistematización y mayor empirismo. Esto a pesar de la complejidad del mundo de hoy. De acuerdo con F. Chernoff (2005: 1) “los formuladores de políticas requieren de creencias acerca de cuáles resultados probablemente se produzcan en el futuro a partir de una decisión tomada en el presente, y tales creencias requieren de teorías”; y agrega sobre este aspecto: “Los formuladores requieren, en una forma u otra, cálculos o creencias racionalmente justificables acerca del futuro. Porque los cálculos deben ser racionalmente justificables, ellos requieren de teorías” (ibíd.: 5). Por consiguiente, “la predicción llega a ser una clave en la formulación de la política exterior” (ibíd.: 2); de ahí la necesidad de contar con teorías orientadas a explicar y entender ese tipo de política pública. Sin embargo, cabe advertir que, como señalo más adelante en este trabajo, es posible encontrar situaciones en donde los decisores usan suposiciones elementales –más por su propia experiencia e intereses individuales que por un proceso racional– y aceptan presiones sin valorar los resultados de su decisión.

Conforme las situaciones se tornan más complejas, las decisiones igualmente se vuelven más complicadas; ello hace necesarias teorías complejas por parte de los decisores (ibíd.: 7). Por lo tanto, en el caso de los formuladores y decisores de políticas, particularmente de la exterior, “el procedimiento racional es hacer uso de lo que es conocido y, dependiendo de la urgencia y de los recursos disponibles, construir una teoría básica o proto-teoría para guiar la decisión” (ibíd.: 15).

Ello adquiere mayor relevancia por los acelerados cambios que están ocurriendo a lo largo de la frontera entre lo doméstico y lo internacional (Rosenau 1997) y el replanteamiento de los procesos tanto en lo interno como en lo externo de los Estados. En ese sentido, J. Kaarbo, J. Mantis y R. Beasley (2002: 2) señalan:

Es precisamente porque los Estados están experimentando desafíos y transformaciones interna y externamente que el análisis de la política exterior es importante. El análisis de política exterior como un área distinta de investigación conecta el estudio de las relaciones internacionales (la forma en que los Estados se relacionan entre sí en política internacional) con el estudio de la política doméstica (el funcionamiento de los gobiernos y las relaciones entre individuos, grupos y gobiernos). Porque la mayoría de las teorías de relaciones internacionales están principalmente vinculadas con la conducta estatal, el estudio de las relaciones internacionales incluye las explicaciones de la política exterior. Estas teorías, sin embargo, se centran en el ambiente externo como la explicación primaria o singular de por qué los Estados hacen lo que hacen en asuntos globales. Aquellos que estudian la política exterior ciertamente trazan sobre estas teorías, como serán discutidas en forma resumida, pero también miran dentro del Estado por una explicación adicional. Estas teorías, sin embargo, tienden a explicar el funcionamiento del Estado o el sistema político y las políticas domésticas que son escogidas –raramente comentan acerca del efecto de políticas internas sobre la política exterior de los Estados.

F. Chernoff (2005: 15) advierte que en el caso de los especialistas y analistas de política exterior el compromiso es “…identificar áreas en donde los decisores tienen que adoptar decisiones importantes en ausencia de buena evidencia para apoyar las declaraciones condicionales de expectativas (v. gr., predicciones), entonces las teorías de RI reconocerán tales áreas como pendientes de desarrollo futuro.” Es decir, los tomadores de decisiones en materia de política exterior de países pequeños escogen los cursos de acción recurriendo a creencias, proto-teorías, pre-teorías o teorías, estén o no conscientes de ello; cuando lo apropiado frente al complejo mundo de inicios del siglo XXI es que tuvieran conciencia de cuáles son sus creencias, expectativas y predicciones que utilizan para formular una política pública. Sobre todo porque los recientes cambios en el sistema internacional constituyen desafíos para los responsables de la política exterior, al igual que para los analistas de esta clase de política (Kaarbo, Mantis & Beasley 2002: 1). Así, el análisis de la política exterior de este tipo de países constituye un aporte que beneficia a esos decisores en su tarea de comprender el proceso que desarrollan.

Originalmente esta investigación constituyó la disertación doctoral en el programa Doctorado en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Costa Rica, y se justificó no sólo en función de entender las condiciones particulares de la formulación de la política exterior en países pequeños bajo contextos hegemónicos; sino que significa un aporte al acervo de conocimiento de los especialistas en política exterior –considerada una “disciplina puente”– y una contribución al crecimiento de dos disciplinas: Relaciones Internacionales y Políticas Públicas. Sin embargo, debo advertir que esta versión la revisé y amplié en algunos aspectos específicos; en particular sobre las votaciones en la AGNU durante los años 2008, 2009 y 2010 (periodo de sesiones, por lo que incluye resoluciones de 2011).

El problema y los objetivos del estudio

El problema central de investigación refleja la necesidad de identificar los elementos y factores que intervienen en la toma de decisiones de un tipo particular de política pública: la política exterior; centrada en el caso de países pequeños –una condición que no está suficientemente desarrollada por la mayoría de las teorías de RI, pero que caracteriza a un buen número de actores estatales en el sistema internacional–, los cuales ven limitado su espacio de acción externa por la influencia de una potencia hegemónica, en aquellas áreas temáticas en donde se traslapan o convergen los intereses de los países pequeños y de esa potencia. En este sentido, hay cuestionamientos básicos que corresponden al por qué un Estado adopta un curso de acción y cómo lo adopta; si lo hace a partir de su autoimagen o de la posición que ocupa en la estructura internacional. Ello requiere encontrar regularidades y modelos comprensibles que permitan explicar y entender la política exterior de Estados pequeños en un contexto hegemónico. De esta forma es posible generar entendimientos y predicciones de los fenómenos que contribuyen a la fase decisional en esa materia; pues, como he indicado, el conocimiento general del proceso de formulación de una política puede utilizarse para anticipar o prever acciones futuras.

El problema de investigación lo resumo en los siguientes términos: ¿cuáles cursos de acción y cuáles criterios utilizan los Estados pequeños para adoptar las decisiones de voto en entornos multilaterales, como la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de las Naciones, en áreas temáticas sensibles para las potencias hegemónicas, quienes definen las principales normas y reglas en marcos institucionalizados?

Identifiqué una serie de subproblemas que permitieron ahondar sobre aspectos específicos de la pregunta de investigación. Entre ellos –y sin que se trate de un listado exhaustivo– se citan los siguientes: