El islam y la cultura occidental

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Excelencia Académica



El islam y la cultura occidental

se terminó de editar en noviembre de 2020 en las oficinas de la Editorial Universidad de Guadalajara, José Bonifacio Andrada 2679, Lomas de Guevara, 44657. Guadalajara, Jalisco.

Índice

Prólogo

Introducción

Capítulo 1. Inmigrados contra inmigrantes. Los conflictos de la integración

Capítulo 2. Musulmanes y cristianos en la cultura occidental

Capítulo 3. Miradas entre Occidente y Oriente

Capítulo 4. La mujer y la sexualidad en el islam

Capítulo 5. Los musulmanes en Europa a través de su literatura

Capítulo 6. La guerra de Yugoslavia y la literatura

Capítulo 7. Literatura árabe (Arabia Saudita, Siria, Líbano e Irak)

Capítulo 8. La literatura del Magreb (Marruecos, Argelia, Túnez)

Capítulo 9. La narrativa musulmana de Egipto

Capítulo 10. La literatura de Irán

Capítulo 11. El animismo y la islamización de África negra

Capítulo 12. Narrativa india actual. La religión como fuente de conflictos

Epílogo

Bibliografía

Índice de autores

A Leonardo, Sarah y David

para que construyan el mejor de los mundos posibles

Prólogo

Brahiman Saganogo

Hoy día, el islam y la cultura islámica constituyen temas y objetos de investigaciones eficaces por medio de distintos principios y teorías metodológicos.

Las investigaciones sobre dichos fenómenos, de tipo antropológico, religioso, lingüístico y cultural, buscan evidenciar la esencia de una religión y su impacto cultural en el Occidente donde el islam, por la vía de migraciones de todo tipo y precisamente en las últimas décadas, se ha establecido tanto ideológica y espacial como religiosamente en Occidente, configurando lo que unos llamarían —referente a Occidente—, “territorio y cultura conquistados del islamismo” en antagonismo con las sociedades occidentales.

¿Cómo el islam y la cultura islámica se han venido estructurando en un espacio occidental?, ¿en qué condicionaría el islam y la cultura islámica una identidad propia en un espacio occidental y, en particular, europeo?

Las interrogaciones mencionadas arriba —por su relevancia— están en el centro de una disciplina cuyas raíces datan de los orígenes y de la etimología del islam. En efecto, como sinónimo de sumisión, paz, obediencia única y exclusivamente a Alá (Dios), el islam fue revelado al profeta Mahoma para la humanidad, de donde está visto siempre a través de su dimensión espiritual, monoteísta y universal. Es en nombre de estas dimensiones y, sobre todo, de sus vocaciones universal, cultural y religiosa que el islam en plena expansión por el mundo, se ha convertido en objeto de debates, particularmente, en el Occidente.

El libro El islam y la cultura occidental de la autoría de Wolfgang Vogt y de Celina Vázquez, acerca de la implantación de la fe islámica en Occidente y de su dimensión o bien de su impacto cultural, a prologar, es para nosotros —debido al gran aporte en la generación del conocimiento— un enorme privilegio.

De seguro, quien conoce las líneas de investigación y los trabajos anteriores de ambos autores, no tendrá ninguna duda al toparse con el presente libro dado que ellos tratan cuidadosamente y con mayor destreza, como en muchos otros textos, el fenómeno religioso, en particular, el islámico y sus diversos impactos en Occidente.

La geometría del libro es evidente, o sea, regular. Dicho de otra forma, el libro está estructurado pertinentemente, en capítulos (un total de doce) con contenidos relacionados. Se trata de una estructura que hace hincapié en los perfiles de identidad, cultura, arte (literatura), multiculturalismo, dualismo, mujer, supuesta relación del islam con conflictos armados, fundamentalismo islámico, migración y de políticas de integración.

Desde entonces en adelante, se entiende el libro a partir de su título El islam y la cultura occidental como el estudio del fenómeno islámico, sus modalidades múltiples y complejas, y sus interacciones culturales en Occidente.

Para ubicarnos en el contexto actual, en el capítulo 1, escrito por Mariana Vogt, “La Unión Europea y la crisis de refugiados sirios 2013-2016”, se explica cómo, por estar en la escena económica mundial, la Unión Europea ha llegado a ser el escenario de migraciones masivas. Desde entonces, se va planteando el problema de la integración en nombre del derecho social de las poblaciones extranjeras en la Unión. Por eso, los poderes políticos de la Unión van a buscar —en nombre del derecho internacional—, una mayor integración de los migrantes a su tejido social a fin de reducir las desigualdades de todo tipo. Pero, a pesar de los esfuerzos sinceros o no, y de los logros alcanzados en algunos países europeos tales como Francia, Alemania, Suiza, la integración de los migrantes permanece todavía en estado embrionario porque, a nivel estructural, las políticas de integración no logran crear verdaderos vínculos sociales entre las clases autóctona y extranjera en un mismo territorio.

El segundo capítulo del libro intitulado “Globalización e identidad. Musulmanes y cristianos en la cultura occidental” insiste en el encuentro de dos mundos religiosamente opuestos: el universo musulmán y el cristiano, en el espacio occidental. En efecto, el desarrollo industrial iniciado en Occidente, y su impacto económico sobre el mundo, provoca movimientos migratorios desde Asia y África hacia el Occidente europeo. Dichos movimientos van acarreando una especie de multiculturalismo en Occidente por la presencia de distintos grupos sociales y culturales procedentes de las migraciones, dado que los migrantes viajeros, comerciantes, trabajadores, refugiados, proselitistas religiosos (musulmanes) llegan con sus hábitos culturales. Es el inicio del establecimiento en Occidente, de lo que se conoce como movimiento multiculturalista en un Occidente supuestamente cristiano, y poner así, cara a cara, no sólo a múltiples etnias y pueblos de migrantes con la sociedad occidental autóctona.

El multiculturalismo ya configurado en Occidente por lo señalado más arriba, resulta ser un fenómeno global que suscitará debates ante el viejo concepto occidental de Estado-nación unitario y religiosamente homogéneo. En otros términos, a pesar de la presencia de diversas creencias religiosas, de nuevos grupos étnicos y pueblos en territorio occidental, se busca seguir afirmando y consolidando a un Estado-nación, un Estado como propiedad del grupo nacional autóctono, una identidad occidental o republicana a partir de la lengua, el cristianismo, la historia, la cultura y la literatura nacional. Pues, ante la supuesta amenaza de lo nacional por la presencia de lo extranjero, se trata, fundamentalmente, de ir convirtiendo al Estado como la gran expresión de la identidad y de la nacionalidad, a pesar de que dicho proyecto Estado-nación deja entrever el problema crucial de justicia y de derecho.

Así es como van surgiendo movimientos de activistas en contra del ideal occidental de Estado-nación por el mundo, aun en Occidente; un Estado-nación como factor de exclusión y de asimilación. Por eso, en su lugar se va proponiendo un multiculturalismo de Estado opuesto a las políticas de exclusión y de asimilación de los no-nacionales, y que considera al Estado como propiedad de todos los ciudadanos y no como la de un solo grupo nacional.

Convendría señalar al respecto que, más allá de los pocos esfuerzos logrados, las divergencias de puntos de vista en torno a las políticas públicas a favor de una sociedad occidental homogénea basada en la cultura, la identidad frente a la amenaza de la cultura importada, siguen perdurando.

Por otro lado, el segundo capítulo versa sobre esta dicotomía, es decir, que, aunque ha llegado a ser una sociedad multicultural, Occidente está siempre —en la mayoría de los tiempos— en busca de una homogeneidad nacional apoyándose en el Estado por medio de una posible construcción nacional sin consideración alguna para las demás identidades alternativas.

En esa dinámica es donde las políticas públicas serán construidas, divulgadas y ejercidas a favor de la lengua, la historia, la literatura, los héroes, la religión-institución (el cristianismo), el sistema educativo, el ejército como símbolos nacionales y marcas de la identidad nacional ante la amenaza de las culturas extranjeras.

 

La problemática de la condición de las minorías sociales y religiosas en Occidente es abordada en los capítulos tercero y quinto, bajo los títulos, “Miradas entre Occidente y Oriente” y “Los musulmanes en Europa a través de su literatura”.

Si los avances en materia de integración socioeconómica y lingüística constituyen un logro parcial, en cuanto a la integración religiosa y en particular islámica, esta permanece todavía latente, eso por consideraciones de índole variado, aunque, entre los motivos, el principal resulta ser el supuesto carácter fundamentalista e integrista del islam, un islam confesado por un gran número de migrantes asiáticos presentes en Occidente.

Más allá de este argumento, es de señalar el otro más real, o sea, la tesis sobre la expansión vertiginosa del islamismo en Occidente y sus corolarios de conversión masiva de ciudadanos europeos, originalmente cristianos, y su conquista de territorios propios del Occidente, esta última tesis considerada por los defensores de la política Estado-nación como una toma de control del islamismo en el espacio occidental.

En efecto, la expresión figurativa “el Occidente mira a Oriente” se justificaría porque se ha venido considerando desde Europa, que por medio de las migraciones masivas de ideólogos religiosos musulmanes y de las sociedades musulmanas de Asía y de África del norte hacia el Occidente europeo, se provocó cierta imposición de un islam ideológico-confesional en sectores vulnerables del tejido social occidental. Tal fenómeno sería lo que, para muchos, con razón o sin ella, es el motivo real de una desintegración social en las grandes urbes occidentales por la presencia de focos de militantes y de nuevos guetos urbanos musulmanes, a veces, radicalizados e implícitamente opuestos a la teoría del Estado-nación. De ahí los choques culturales y religiosos, y por eso, el Occidente mira a Oriente.

Dicho de otra forma, se trata del surgimiento de un antagonismo estructurado en la fuerza de la hegemonía de la expresión religiosa musulmana que consta de ideólogos musulmanes comprometidos con la divulgación del islam —cabe decirlo, de un islam, a veces político en ruptura con los valores republicanos de Occidente tales como democracia liberal, cultura y religión nacionales y libertades— y en la tesis de los defensores de la política del Estado-nación autóctono con su ideal de liberalismo y del Estado como propiedad del grupo autóctono.

Es por esta razón que el islam será considerado, con razón o sin ella, por la política Estado-nación como una especie de contra Iglesia, que, ­desde luego, será combatido en Occidente, aunque en medio de estas confusiones, el islam sigue expandiéndose a través de su fuerza, de su capacidad de adoctrinamiento, presión; su argumento está basado en la propuesta de una religión alternativa y pluralista, de una religión cuyo libro, el Sagrado Corán, abarcaría tanto al individuo como a la sociedad en todas sus dimensiones, y de intimidación en el espacio y en el tiempo.

Desde otro ángulo, la tesis de la radicalización manejada en Occidente en contra de un islam visto por las políticas como una real amenaza a la cultura y la identidad occidental, resulta ser el argumento por el cual hoy en día —tal como lo han ilustrado exitosamente los autores del libro— “El occidente mira a Oriente”.

Integrismo, violencia religiosa con su avatares de violencias psicológica, moral y física no solo constituyen para la política Estado-nación el motivo del antagonismo entre Occidente y Oriente islámico, sino que refuerza el debate público contra las comunidades extranjeras musulmanas en el espacio occidental, debate muchas veces llevado por los partidos de extrema derecha, una extrema derecha que se apoya con frecuencia en la radicalización de la sociedad occidental por grupos islamistas o redes islámicas, una radicalización que contradice el orden nacional de la nación occidental por provocar desintegración, falta de cohesión en torno al ideal europeo y la pérdida de la identidad occidental.

El fenómeno de la radicalización tan evocada se ha evidenciado por la formación y la presencia de grupos jihadistas occidentales responsables o co-responsables de atentados en el mundo. Se trata de un Jihadismo que, tras afirmarse y consolidarse en Occidente pasa a unirse al daech. De ahí que se configura lo que se conoce en Occidente, como espacio conquistado del islam, que se disloca en espacios de divulgaciones ideológicas y religiosas tales como mezquitas, mercados halal, escuelas islámicas o madarsas, librerías islámicas y redes sociales dedicados al adoctrinamiento de la sociedad occidental.

Por fin, la configuración del espacio del islam dentro del Occidente, se explica por los fenómenos migratorios de años anteriores de militantes musulmanes de confesión wahabitas, principalmente, procedentes de Algeria, Pakistán, Turquía, Marruecos, Afganistán, Arabia Saudita, Egipto, Jordania y Túnez, entre otros países con mayoría musulmana, que desde Occidente, agrupados dentro de movimientos, van actuando erróneamente y con frecuencia en nombre de la Jihad, creando el camino para el hoy conocido Jihadismo occidental. Por eso, el libro inscribe al islam de la cultura occidental. Pero, más que simple inscripción, los autores pondrían de manifiesto una relación de viva y constante tensión entre Occidente y Oriente musulmán, que daría qué pensar más allá sus argumentos contenidos en el libro.

El capítulo cuarto, “La mujer y la sexualidad en el islam”, aborda un aspecto distinto de los anteriores tal como viene mencionado en el título. En efecto, los temas de mujer y de sexualidad son, efectivamente, desde la perspectiva islámica, parte de la cultura y pilares secundarios de la fe islámica. En tanto que componentes de esta cultura, ambos conceptos ensanchan, predisponen y acondicionan a la mujer en dicha religión.

Por otra parte, la relación de la mujer con la sexualidad como construcción social de tipo islámico desempeña un rol central en la elaboración y en el funcionamiento de la sexualidad en ella.

La esencia de la proposición del título del capítulo está regida de manera pragmática, por normas contenidas en el Sagrado Corán, normas coránicas que —más allá de consideraciones abusivas— van de temas como la menstruación, las relaciones sexuales de la mujer con el marido, la sexualidad en relación con demás pilares secundarios.

Este tema, visto en términos de educación sexual de la mujer en el islam sin ser tabú, es una de las principales tesis de debates, tesis circunscritas desde las perspectivas de la filosofía moral y del derecho de la mujer en el islam.

Al seguir la visión de los autores del libro, la educación sexual de la mujer en el islam, por rigurosa que sea, no es más que un exordium divino, reguladora de la vida humana de la mujer o de su existencia socio-religiosa.

El libro en su capítulo sexto aborda el conflicto yugoslavo bajo el título: “La guerra de Yugoslavia y la literatura” de los años 90 entre pro-comunistas, socialistas, nacionalistas, cristianos, musulmanes, demócratas, minorías y mayorías étnicas, en los Balcanes.

La literatura en tanto que —de manera general— práctica social, producto sensible e imaginario, conlleva diversas temáticas, y una es el conflicto armado, pretexto de la creación literaria para fines educadores, instructores, socio-transformadores, evasivos, estético y artísticos, entre otras funciones. Así es como el flagelo que fue la guerra yugoslava se convirtió en la idea inicial de creación literaria. Como tal, el mal que fue dicho conflicto, más allá de la intriga de las obras al respecto, ha sido representado estéticamente, para dejarse ver —semióticamente—, como el gran cinismo, el paroxismo de la inconsistencia y de las pasiones, o sea, estados desbordados de ánimo y de cosas de los años 90 al 2001 en el mundo y, en particular, en la ex Yugoslavia.

El capítulo séptimo, “La literatura árabe (Arabia, Siria, Líbano e Irak)”, más allá de la presentación de literaturas nacionales, los autores hacen énfasis en la particularidad gráfica de cada una de estas literaturas que, a veces —y en la mayoría de los casos, excepto en Líbano— son literaturas en lengua árabe, esto es, que recurren a la escritura árabe y en el hecho de que son literaturas de influencia musulmana y categorizada en poesía, diario, cuento, relato autobiográfico, obras de teatro, epopeya, confesiones, novelas.

Además de la categorización genérica, la literatura en estos tres países está ligada al compromiso del escritor con la ideología árabe de las entidades so pena de ser censurada, por lo que siempre manifiesta, implícita y explícitamente, la posición político-ideológica de su autor.

“La literatura musulmana del Magreb” y “La narrativa musulmana de Egipto”, respectivamente, títulos de los capítulos octavo y noveno, van a la par, salvo que en Egipto, a lado de una literatura árabe, se desarrolla una literatura faraónica a cargo de literatos considerados como egiptólogos (incluye también a investigadores), mientras que en el Magreb la temática general divide entre temas de colonización, de-colonización, lo nacional, lo cultural y lo religioso (islámico).

En ambos casos, la literatura egipcia y la magrebina están escritas ya sea en árabe o en francés, y el género narrativo ha sido siempre el más desarrollado.

El décimo capítulo, “La literatura de Irán bajo el gobierno de los ayatolas”, merece todo mérito y mayor atención por abordar una categoría artística tan especial en un momento crucial de la vida de Irán, mejor bajo la llamada Revolución iraní.

En efecto, bajo la monarquía islámica de los ayatolas en Irán, la última encabezada por el ayatola Ruhollah Komeini, de confesión chiita,1 el arte literario al servicio de la Revolución islámica no fue más que —de manera general—, un arte comprometido con la causa revolucionaria y, al mismo tiempo, víctima de la censura cuando no se adecuaba a los principios revolucionarios ni a la visión de la misma Revolución iraní. De modo general, una literatura iraní caracterizada por una estética socialista, revolucionaria, doctrinaria y expuesta a la censura a pesar de que el siglo xx marcó la gran evolución de los pensamientos estéticos y artísticos.

El capítulo undécimo, “El animismo y la islamización de África negra”, habla de una relación entre lo espiritual autóctono y lo religioso importado, es decir, entre el animismo y el islam traído por comerciantes árabes. El capítulo insiste en el encuentro de dos civilizaciones por medio de lo espiritual, encuentro que termina configurando una especie de sincretismos religiosos y culturales en África negra y principalmente, a nivel espiritual, de una religiosidad popular (una especie de mezcla de ritos y prácticas espirituales).

Tocante el último capítulo del libro, “Narrativa india actual. La religión como fuente de conflictos (India y Paquistán)”, los autores con detenimiento realzan el tema de la espiritualidad; desde tiempos remotos, ha sido un verdadero obstáculo entre enpueblos de la India y de Paquistán y entre ambas naciones históricamente ligadas, de tal manera que dicha divergencia espiritual se ha ido convirtiendo en referente de creación literaria. En estos países se vive con frecuencia, a nivel social, el predominio de las creencias religiosas con trasfondos de integrismo, fundamentalismo de religión política.

En conclusión, diremos con convencimiento que Wolfgang Vogt y Celina Vázquez, en este libro, operan mediante presentación, explicación, argumentación y análisis valorativo, una especie de actualización a nivel altamente investigativo-científico, de la evolución de los temas de islam, las culturas islámicas (consideradas en Occidente como periféricas), la relación bilateral entre Occidente europeo y Oriente islámico, la mujer en el islam, la esencia y el postulado de la literatura y la idea inicial motivo de su creación, las literaturas nacionales o regionales, la religiosidad popular y el fenómeno de la integración en las sociedades occidentales.

Tales procederes de los autores no solo expresan su visión sobre los fenómenos tratados, sino que ensanchan la comprensión de los receptores del libro sobre los mismos hechos alejándolos de generalidades arbitrarias, y ponen de manifiesto motivaciones y sentidos que conllevan esos temas de actualidad.

En fin, este libro aborda con seriedad y disciplina temas que siguen nutriendo la historia cultural mundial por lo que, sin duda alguna, es una de las versiones más logradas en estas dos primeras décadas del siglo xxi.

 



1 Del chiismo, una corriente islámica que surge tras el fallecimiento del profeta Mahoma, al reconocer oficialmente a Alí como sucesor legítimo del profeta.