Lluvia De Sangre

Tekst
0
Recenzje
Przeczytaj fragment
Oznacz jako przeczytane
Lluvia De Sangre
Czcionka:Mniejsze АаWiększe Aa
LLUVIA DE SANGRE
Serie ‘Vinculo De Sangre, Libro 13
Amy Blankenship, RK Melton
Translated by Luis Rodrigalvarez
Copyright © 2017 Amy Blankenship
Edición inglesa publicada por Amy Blankenship
Segunda edición publicada por TekTime
Todos los derechos reservados

Capítulo 1

Ren se materializó en la sala principal de La Cerveza de la Bruja, justo en el mismo lugar del que había desaparecido y miró con rabia la cabeza de Lacey. Ella estaba sentada en el suelo, dándole la espalda mientras sostenía y acunaba a Vincent como si fuera un maldito bebé, y encima su cabeza la apretaba contra sus pechos. Irritado, endureció los músculos de alrededor de los ojos.

Lacey levantó la cabeza y frunció el ceño cuando las luces negras de la habitación empezaron a parpadear, temiendo que la tormenta fuera a dejarles sin electricidad, como lo había hecho en el «Museo de los Malditos». Se estremeció y se apretó contra Vincent cuando un trueno ensordecedor resonó en el aire, un segundo después del brillante relámpago.

Vincent no pudo contener una sonrisa de satisfacción cuando el rayo proyectó fugazmente una sombra humana en el suelo junto a ellos. Simplemente por fastidiar, apretó su mejilla aún más contra el suave pecho de Lacey antes de murmurar: —Creo que tu novio ha vuelto mi amor.

Lacey sintió como se le erizaba el vello de detrás del cuello. Todos sus nuevos sentidos paranormales le decían que Ren estaba tan cerca de ella que, si se inclinaba ligeramente hacia atrás, podría tocarle sus piernas. No pudiendo echarle la culpa más que a su mórbida curiosidad, inclinó la cabeza hacia atrás para mirar hacia arriba. Como ella esperaba, allí estaba Ren inclinado sobre ella mirando a los dos fijamente.

Definitivamente no era la misma dulce mirada con la que se había se había marchado hace tan solo unos minutos y Lacey se preguntaba en silencio qué habría pasado para que su humor cambiara de regresó al museo. Antes de que pudiera preguntarle cuál era el problema, sintió que el suelo bajo ella estaba vibrando y miró a su alrededor cuando de repente todo empezó a temblar, tenía que ser sin duda un terremoto.

Ren apretó los dientes cuando escuchó que los cristales y los objetos frágiles que había en la habitación empezaron a temblar en los estantes. No estaba de humor para que la tienda fuera destruida una vez más, se levantó cuan alto era y, con un gruñido profundo, se concentró en estabilizar la tienda hasta que el terremoto pasara.

Vincent se sentó cuando el interior de la tienda dejó repentinamente de tambalearse, aunque la farola que estaba justo enfrente de la ventana de delante continuó balanceándose de un lado para otro, proyectando sombras en movimiento dentro de la habitación.

–¿Qué demonios es eso? —preguntó Vincent en voz baja cuando una nube de polvo y suciedad pasó por delante de la ventana ocultando la vista a la calle.

Ren no tenía que adivinarlo, ya lo sabía lo que era. Podía sentir a los demonios huyendo de la destrucción. Una vez que la onda expansiva había pasado, le respondió: —Creo que ahora la ciudad tiene un museo menos controlado por los demonios, el edificio ya no sigue en pie. Dirigió su mirada hacia Vincent, que se encaminaba hacia la ventana alejándose de Lacey, él sí que era muy inteligente.

Vincent se apoyó en el alféizar de la ventana, sintiéndose todavía débil, mientras veía como la nube del espeso polvo envolvía el edificio con una ondulada humareda. Su cara se estremeció cuando empezó a ver cuerpos moviéndose entre el polvo y se dio cuenta que en realidad eran demonios huyendo, y que lo usaban como un escabroso camuflaje.

No pudo evitar echarse hacia atrás cuando un demonio sin piel apareció justo delante de la ventana enfrente de él. Podía ver los restos de la piel hecha jirones que colgaba de los músculos empapados en sangre. Volvió su cabeza para mirarlo de frente y este abrió la boca de par en par en un grito grotescamente silencioso justo antes de desaparecer dentro de la nube de polvo.

–Me puedes repetir que este sitio está protegido contra los demonios —dijo Vincent con un tono de exigencia, teniendo la sensación de que había más demonios en la calle que en el museo.

Lacey se echó rápidamente hacia atrás cuando también vio la imagen demoníaca en la ventana, y terminó recostándose contra las piernas de Ren. De momento no le importaba y agradeció la reconfortante firmeza de sus piernas.

–No pueden entrar sin una invitación —repitió en un hilo tembloroso, y luego gritó espantada cuando una mano ensangrentada salió del polvo como si fuera una película de terror y se apretó contra el cristal, dejando un largo camino de color carmesí a su paso.

–Maldita sea —susurró Vincent mientras se daba la vuelta lentamente y se apoyaba contra la pared deslizándose justo debajo del alféizar de la ventana.

Hubiera preferido tener que lidiar en cualquier momento contra los poderosos, al menos no eran tan terriblemente siniestros. Este tipo de imágenes eran las que siempre le revolvían el estómago a Vincent. No tenía que volver a mirar para saber que aún seguían ahí fuera, lo sabía simplemente viendo la expresión de miedo que tenía Lacey en su cara que seguía mirando hacia la ventana que tenía enfrente.

–Cierra los ojos, mi amor. No necesitas que esto se quede grabado en tu memoria y regrese para atormentarte. Deberán de marcharse cuando el polvo se pose —dijo con voz tranquilizadora.

Ren apretó con fuerza la mandíbula mientras continuaba mirando al hombre que estaba al otro lado de la habitación.

–Hay muchos recuerdos que ella podría olvidar —dijo con voz grave, sin darse cuenta de que sus ojos brillaban como dos linternas detrás de las gafas de sol. Trató de controlar su rabia, pero con tanta maldad cruzándose en su camino necesitaba hacer un gran esfuerzo para controlarse. Los altos niveles de poder que entraban y salían en su entorno intentaban hacerle perder el domino de sí mismo y estaban dejándolo perturbado.

Vincent le dirigió una mirada cansada, pero cuando notó como brillaban los ojos del otro hombre, sintió que la rabia le invadía. Esos ojos eran un sangriento recordatorio del Caído, el cual lo había condenado a esta existencia.

–Sí, y algunos recuerdos nunca debían haber sido compartidos —respondió con socarronería—. Pero la verdad es que ella no los compartió contigo por voluntad propia, ¿verdad que no? ¿Qué es lo que te hace pensar que eres mejor que yo?

Viendo que otras sombras más oscuras pasaban delante de la ventana, Lacey decidió seguir el consejo de Vincent y cerró sus ojos. En el momento en que estuvo rodeada por la oscuridad, sus otros sentidos se pusieron en marcha. Podía sentir a los demonios cuando pasaban cerca de la tienda, y cuanto más tiempo se concentraba en ellos, más intensas eran las sensaciones.

Podía sentir tantas emociones a su alrededor, ira y miedo principalmente, pero incluso eso parecía retorcido con maliciosas intenciones. Sentía como si estuviera tocando mentalmente cosas que estaban fuera de su alcance y no mentiría, pero era tan aterrador como adictivo.

Una tentadora sensación le llamó la atención y se concentró en ella, sólo necesitó inspirar fuertemente cuando de repente se sintió muy excitada y embriagada por una pasión que no correspondía a la escena que se estaba desarrollando en el exterior. Parpadeó cuando sintió que se lanzaba a un orgasmo de la hostia y tembló visiblemente.

Al oírla jadear, Ren se agachó y le agarró por la muñeca para levantarla. —¿Dónde te duele? —preguntó, olvidándose por completo del hombre al que acababa de lanzar una mirada asesina.

Las mejillas de Lacey se sonrojaron sin saber cómo responder a esa pregunta con segundas intenciones. Al sentir el duro cuerpo de Ren contra su espalda y su cálido aliento acariciando su oído, abrió los ojos de par en par. Joder, eso sí que la ponía a cien.

Apretó los muslos y se concentró en la única persona que tenía en frente, Vincent. Para su horror, él parecía saber exactamente qué le pasaba. Ella se quería morir cuando le recorrió su cuerpo con la mirada acabando en el vértice de sus muslos, y no pudo evitar ponerse nerviosa. Por supuesto que él lo sabía, habían sido amantes muchas veces.

Vincent arqueó una ceja cuando sus miradas se cruzaron. Él conocía esa miradita sensual, la verdad es que él era el culpable, pero en realidad estaba tan fuera de contexto que realmente le preocupaba. Y olvidándose de todos los horrores que había afuera, se levantó cuan alto era, pues no quería que ella estuviera en los brazos de un demonio cuando estaba bajo la influencia de la lujuria.

Cuando Ren se dio cuenta de la manera en que Vincent miraba a Lacey, se aprovechó de como la estaba sujetando para hacerla girar y ponerla frente a él en vez de hacia el otro hombre. Miró fijamente sus brillantes ojos y sus febriles mejillas, y gruñó cuando notó el fuerte olor de su excitación. No eran los demonios los que habían acelerado el latido de su corazón.

La imagen con la cara de Vincent contra sus pechos cuando se teletransportó de vuelta a la tienda volvió a la mente de Ren volviendo a gruñir y mirándola fijamente en tono de advertencia.

–Creo que deberías soltarla amigo —exigió Vincent. No le gustaba la forma en que Ren la miraba, ni el gruñido de animal que hizo. Empezó a acercase, pero vaciló cuando escuchó la voz casi sin aliento de Lacey.

–Hace un momento, justo cuando cerré los ojos, no podía ver a los demonios, pero podía sentirlos cuando pasaban. Casi podía saborear su maldad y sus malignas auras. Y sin saber cómo, me alejé de allí y es cuando vi a que se dedican Gypsy y Nick, justo aquí debajo de nosotros, en el refugio antibombas.

 

Ren luchó por abrirse paso a través de la roja neblina del mal que implacablemente arañaba su cerebro y poco a poco comprendió lo que había despertado la pasión en ella, pero el hecho de que hubiera llamado silenciosamente a Vincent en vez de a él, no lo iba a permitir, jamás lo permitiría. Lentamente dejó de mirar su cabeza para dirigir su mirada directamente al hombre que estaba a punto de matar.

De repente Ren apretó tan fuerte con sus dedos que le hizo daño en la muñeca, Lacey se soltó y se separó de él. Se frotó la muñeca que le había apretada y puso cara de dolor. —Tu ira me está haciendo daño, así que contrólala, y esta habilidad no deseada es completamente culpa tuya, no culpa mía.

Cuando vio el destello plateado tras las gafas de sol que él llevaba, dio de nuevo un paso atrás y sintió como la abrazaban por detrás. Recuperándose aún de las convulsiones tras la excitación y de haber alcanzado el clímax tan rápidamente, se inclinó hacia atrás dejándose abrazar por Vincent.

Vincent la rodeó de forma protectora con sus brazos y miró fijamente a Ren. —¿Qué la estás haciendo?

–Vincent, no —dijo Lacey cuando otra nueva onda de energía maligna aún más fuerte expulsó las deliciosas vibraciones que estaba recibiendo desde el refugio antibombas de abajo. Ella frunció el ceño cuando se dio cuenta de que si estaba sintiendo estas auras tan fuertemente perturbadoras, era muy probable que Ren estuviera recibiendo una maligna sobredosis de estas.

–No cometas el error de pensar que le tengo miedo, cariño —dijo Vincent con calma, poniendo énfasis en cada palabra.

Ren se fijó en la posición de uno de los brazos de Vincent que estaba justo a la altura de los pechos de Lacey, mientras el otro estaba tan solo un centímetro más abajo. Ese abrazo le parecía demasiado seductor y posesivo para su gusto y ella tenía razón sobre Nick y Gypsy, podía sentirlos haciendo el amor junto a una gran cantidad de maldad que aún no había podido sacar fuera del alcance de su súcubo. Y también era cierto que los celos y la rabia no eran una buena combinación.

–Oye Vincent, tengo una curiosidad. ¿Cuánto tiempo se tarda en revivir después de que te rompen el cuello?

En la comisura de los labios de Ren apareció el comienzo de una malvada sonrisa. —No importa, sé cómo encontrar la respuesta.

Lacey abrió la boca al mismo tiempo que levantaba sus brazos para detener a Ren, pero para su sorpresa el cuerpo de Vincent literalmente se desvaneció en el aire y ella se tambaleó hacia atrás. Después lo único que sintió fue el frío vidrio de la ventana contra su espalda. Sus ojos se abrieron de par en par preguntándose qué le había hecho Ren a Vincent para hacerlo desaparecer sin ni siquiera tocarlo.

Ren casi no se dio cuenta de que había sido Storm quien le acababa de robar su objetivo y dirigió su atención de nuevo hacia Lacey. Estiró hacia adelante sus manos agarrándola por los hombros y atrapándola contra el vidrio que vibraba. Mientras miraba a su prisionera, podía ver las oscuras formas de los demonios que había al otro lado de ella pasando tan cerca, que si pudiera pasar su mano a través del cristal los agarraría.

Lacey giró lentamente la cabeza para mirarle una de las manos y vio que estaba al mismo nivel que la huella ensangrentada había quedado al otro lado del vidrio. En la ventana apareció una fisura muy fina justo donde él estaba apoyándose y comenzó a moverse zigzagueando hacia ella. El miedo se apoderó de ella cuando una de las sombras chocó contra la ventana sonando un golpe. Ella tragó saliva sabiendo que las sombras no hacen ningún ruido ni deberían hacer vibrar el vidrio de esa manera.

Para evitar que lo único que había entre ella y los demonios se pudiera romper, Lacey dirigió una asustada mirada hacia Ren. Necesitaba calmarlo antes de que fuera demasiado tarde e hizo lo primero que se le ocurrió.

Agarrándole el hombro con su mano, Lacey se levantó y puso sus labios contra los de él, mientras que deslizaba la otra mano en la entrepierna. Rápidamente encontró pruebas de que no sólo estaba fuera de sí, sino que obviamente también estaba muy excitado. Rodeó con su mano el enorme bulto y lo apretó, mientras le besaba con ansiedad el labio inferior.

Ren cerró los ojos y gruñó, mientras su mundo trataba de reducirse a la necesidad de estar tan dentro de Lacey que ella nunca más querría estar en los brazos de otro hombre.

Cuando Ren gruñó siniestramente, Lacey empezó a apartarse de él con todas las intenciones de salir corriendo, pero él la rodeó con el brazo rápidamente y la levantó hacia él. Ella pestañeó cuando el movió su muslo haciendo que ella abriera las piernas encontrándose de repente a horcajadas, haciendo que el vestido se subiera hasta sus caderas.

La excitación que había tenido volvió como una tormenta, pero esta vez la arrolladora sensación no provenía de la pareja de abajo. Venía de este peligroso hombre que la tenía ahora entre sus zarpas.

Ren la agarró del pelo y tiro levemente hacia arriba haciendo que su cabeza subiera y así poder tomar el control para besarla.

*****

Vincent gruñó de frustración cuando vio que había cambiado de escenario y que sus brazos habían perdido repentinamente a la mujer que estaba protegiendo un segundo antes. Buscando a Lacey, se giró completamente y apretó los dientes cuando se dio cuenta de que estaba en un lugar completamente diferente, parecía una especie de oficina enorme.

–¡Joder! —despotricó, completamente confundido.

–Bienvenido al EIP (N. del T.: EIP, Equipo de Investigaciones Paranormales) —dijo Storm sentado detrás del escritorio. Él había estado esperando que ocurriera esto y se esforzó para no sonreír.

–¿EIP? —preguntó Vincent, dándose la vuelta para localizar de donde provenía la voz—. He oído hablar de vosotros, pero nunca pensé que tendría la oportunidad de conocer a ninguno.

–Pues vas a poder conocer a unos cuantos de nosotros, y Ren ha sido el primero —le dijo Storm.

Vincent se puso rígido cuando mencionó a Ren. —No es de extrañar que este gran imbécil esté tan seguro de sí mismo. Tiene a todo un ejército para protegerle.

Storm dejó de sonreír. —Ren no necesita de un ejército, pero esa no es la razón por la que te he traído aquí.

–Entonces, ¿cuál es la razón? —preguntó Vincent, poniéndose impaciente. Necesitaba regresar junto a Lacey y asegurarse de que ella estaba a salvo.

–Si has terminado de fingir el ser un esclavo de los demonios, quiero que te unas al EIP —dijo Storm, yendo al fondo de la cuestión—. Tus habilidades te hacen que seas perfecto para unirte al EIP y así podremos tratar tu leve adicción.

Vincent miró fijamente al otro hombre. —¿De qué adicción estás hablando amigo?

–A esa que estás enganchado, la de buscar una manera para que te maten —respondió Storm sin pestañear—. Te aseguro que, si te enfrentas a los demonios junto a nosotros, hay muchas posibilidades de que se pueda solucionar.

–Todo eso suena muy bien, pero creo que no voy a aceptar la oferta. La única razón por la que estoy en esta maldita ciudad es por Lacey, y dejarla a solas con ese demonio de ojos plateados no está dentro de mis planes —dijo Vincent empezando a ponerse nervioso.

–En el fondo, Ren es humano, lo que significa que sangra tanto como tú —le corrigió Storm—. Los dos tenéis mucho en común ya que ambos tenéis poderes excepcionales. Mientras tú, tienes la capacidad de revivir de cualquier lesión incluyendo la muerte, Ren tiene la capacidad de desviar los poderes de cualquier tipo de criatura sobrenatural que esté dentro de su rango de alcance. La hostilidad que tienes hacia Ren no tiene fundamento, él no es de la raza del Caído —explicó.

La mirada de Vincent se ensombreció —¿Qué sabes tú del Caído?

–Sé lo suficiente —dijo Storm enigmáticamente.

Así que, su secuestrador es un gran entusiasta de la melancolía y la amargura, fantástico. En su opinión, eso es justo lo que lo convertía en un maldito idiota.

–Si Ren puede desviar los poderes de los que le rodean, ahora tiene mucho trabajo, pues la pequeña tienda de magia en la que están está ahora mismo rodeada de demonios —dijo Vincent—. Él no parecía estar muy equilibrado cuando me sacó de allí, pues creo que tenía todas las intenciones de calcular el tiempo que me tomaría revivir tras romperme el cuello.

– Revivir te hubiera llevado veinticinco minutos y trece segundos —dijo Storm sonriendo al ver como Vincent se quedaba perplejo. Encogiéndose de hombros siguió diciendo: —Tenía que pasar para que así yo supiera el momento adecuado para poder aparecer. Por lo visto sabes bien qué teclas pulsar para que Ren se cabree. En cuanto a Lacey, ella está perfectamente a salvo en su presencia.

–Perdona, pero no puedo creerte amigo —dijo Vincent casi gruñendo sin querer perder más tiempo con estas tonterías. Había conocido una buena cantidad de entidades poderosas y por lo que él sabía ninguna de ellas era capaz de volver atrás en el tiempo.

–Depende completamente de ti lo que decidas creer —dijo Storm encogiéndose de hombros y sabiendo lo que se avecinaba—. Si aceptas unirte al EIP, tendrás la oportunidad de verlo con tus propios ojos.

Vincent negó con la cabeza: —No me creo nada. No puedes devolverme al lugar de donde me secuestraste.

Storm tenía la mirada perdida y no prestó atención a su rápido rechazo. —Sólo porque te hayas escondido entre los demonios no cambia tu verdadera naturaleza. Una vez fuiste un Caballero de uno de los reinos más poderosos de la historia y has salvado muchas vidas. Protegiste a los débiles de sus opresores y, cuando llegó el momento de tu verdadera muerte, seguiste luchando contra un demonio al que sabías que no podías vencer, y todo porque pensabas que estabas protegiendo a un niño indefenso.

–¿Cómo coño sabes eso? —murmuró Vincent, mientras el vivo recuerdo volvía a su memoria.

–Quizás lo entenderías mejor si me presentara —dijo Storm, justo antes de desaparecer.

Vincent se estremeció cuando Storm apareció de repente a su lado agarrándole del brazo y apareciendo nuevamente en un diferente escenario. Para confundirlo aún más, los dos estaban de vuelta en el museo, escondidos en una sombría habitación. Miró alrededor de la sala principal viendo que los demonios aún se estaban preparando para la subasta que obviamente no había ocurrido todavía.

Instintivamente se ocultó aún más profundamente dentro de la oscuridad cuando David entró en la sala seguido por los mismos demonios que lo habían torturado, incluso podía ver su sangre aún fresca en sus manos.

De repente el museo desapareció y lo que les rodeaba era la oficina de nuevo. —Me llamo Storm y soy un Caminante del tiempo. Para hacer una completa investigación de los antecedentes de alguien, simplemente busco la verdad por mí mismo.

Los labios de Vincent se fruncieron, se sentía atrapado entre la necesidad de saber más y la necesidad de comprobar cómo estaba Lacey. Un Caminante del tiempo, EIP, esta ciudad se ha vuelto muchísimo más interesante.

–Te das cuenta de que aún te empeñas en proteger a alguien más débil que tú, simplemente es tu forma de ser. Hagamos un trato —se ofreció Storm, sin arrepentirse por no seguir su propia regla sobre los tratos, ya que ninguno de los dos era un demonio—. Iré a recuperar a Lacey ahora mismo si aceptas unirte a nosotros. Después de todo, ella ya es miembro del EIP y ella debe estar aquí con nosotros.

Vincent ni siquiera se molestó en pensarlo dos veces. Sinceramente, en estos momentos, ¿qué podría perder?