El Corazón Del Tiempo

Tekst
0
Recenzje
Przeczytaj fragment
Oznacz jako przeczytane
Czcionka:Mniejsze АаWiększe Aa

Cuando la risa de Kyoko se detuvo, ella volteó hacia Suki, "Oye, ni siquiera estoy segura de a cuáles clases debo ir el lunes o a dónde ir para saberlo. ¿Sabes dónde puedo averiguarlo?"

Antes de que Suki contestara, Toya contestó la pregunta mirándola de cerca. "A todos los estudiantes becados se les enseña los mismo. Entonces tú, Suki, y Shinbe, junto con los demás, estarán en las mismas clases. La única clase separada será cuando tu estés con el dueño". Su voz se tornaba perezosa a medida que se recostaba en su silla.

Kyoko frunció el ceño, "¿Qué clase enseña el dueño?"

Shinbe contestó en esta oportunidad, los ojos amatistas de él se iluminaron con intriga, "Para todos nosotros es diferente. Por eso es que nos enseña por separado. Él nos ayuda con nuestras habilidades especiales". Él se inclinó hacia atrás pensativo, luego añadió con una sonrisa, "Tú, supongo, estarías fortaleciendo tus poderes de sacerdotisa".

La furia de Kyoko volvió, preguntándose cómo demonios el dueño sabía que ella era una sacerdotisa. La beca no decía nada al respecto. Ella se había ido los últimos dos años, tratando de enterrar los mismos poderes por los cuáles el dueño le había concedido la beca. Ella quería llegar al fondo de esto tan pronto como fuese posible.

Mirando a su plato, Kyoko dijo con tensión en su voz, "Tal vez esto es un error. ¿Hay alguna forma de que yo pueda hablar con el dueño de la academia ahora?

Toya entrecerró los ojos. Kyou le había dicho que ella probablemente pediría verlo, y aunque Kyou nunca quería ver a nadie fuera de clase, él le había dicho a Toya que la trajera directamente a él si ella tenía alguna pregunta.

"¿Qué pasa?, ¿Estas asustada?” Él se burló y se recompensó al ver que los ojos de ella se estrechaban de rabia al mirarlo. Así que, esta chica pensó que podía manejarlo. Pues, sería divertido observarla, hacerle esa mirada a Kyou. Él podía ver el miedo que ella instantáneamente podía transmitir a alguien sin decir una palabra.

"Bien, te llevaré a verlo tan pronto estés lista", Toya la retó preguntándose si ella mordería el cebo.

Kyoko perdió parte de su rabia al escuchar esto. Empujando su plato hacia un lado, asintió con la cabeza, feliz de llamar a su farol, "Listo cuando tú lo estés". Ella alzó una ceja al mirarlo.

"'¿Cuál es la prisa?" Toya se puso de pie con una sonrisa. "Puede que quieras disminuir ese temperamento tuyo porque él lo notará", le dijo burlándose de ella, y pensando que no tenía ni idea en qué se estaba metiendo.

Kyoko entrecerró los ojos al mirarlo, luego se puso de pie, mirando a Suki y a Shinbe. "Hablaré contigo cuando ya haya terminado, si vienes a buscarme estaré en mi habitación esperando y podremos hacer planes para esta noche". Ella le guiñó el ojo a Suki, luego volvió a ver a Toya y añadió con una voz apática. "Eso es si me decido quedar".

Él se alejó de ella molesto y ella lo veía irse, luego se despidió de los otros mirando por encima de su hombro mientras ella lo seguía. Ella rápidamente notó cómo los otros estudiantes salían del camino de Toya apresuradamente y preguntándose acerca de eso. ¿Quién era él? ¿El buscapleitos de la escuela?"

Kyoko no le iba a dar la satisfacción de correr para ir a su lado, entonces se tomó su tiempo caminando, a propósito para quedarse atrás. Todavía un poco molesta con él se intentó sonrojar cuando sus ojos se desviaron hacia el trasero de Toya. Mirando su cepillo de pelo en el bolsillo de su pantalón, y la firme redondez que yacía debajo, lo cual la irritó más. Exasperante y lindo, solo era una horrible combinación.

Mentalmente sacudiendo su cabeza, ella continuó siguiéndolo, maldiciendo sus errantes ojos. "Hay que ser una completa idiota para pensar que alguien que no puedes soportar es lindo", murmuró. "Molesto, hostil y arrogante tal vez, pero nunca lindo", sonrió, ya sintiéndose mejor.

Una extraña sensación de alerta se deslizó por su espina, sus ojos se dispararon por encima de ella y se engancharon a unos ojos oscuros que estaban penetrando los suyos. El hombre estaba apoyado contra la pared al término superior de las escaleras, mirándola. Él tenía ondulaciones de ébano en el cabello cayendo por su espalda y sobre sus hombros, y sus ojos de medianoche eran intensos. Él era muy atractivo pero ella se sintió amenazada.

Ella miró hacia otro lado. 'Kyoko debes controlarte. Deja de analizar a todo el que ves', se dijo a sí misma con severidad incluso mientras intentaba levantar sus ojos esmeralda hacia él.

"Ahí está la chica más bonita del campus", Kyoko sintió un fuerte brazo alrededor de sus hombros y volteó a ver, recordando la voz del hombre que le había mostrado su cuarto más temprano esa mañana. Ella sintió que las puntas de sus cabellos le hacían cosquillas a su cara como si una brisa de la nada acariciara sus mejillas.

Ella le mostró una sonrisa cálida pero al mismo tiempo, se hundió y se encogió alejándose de su brazo. "Kotaro, me alegra verte de nuevo. Gracias por tu ayuda esta mañana", dijo Kyoko nerviosa, deseando que él no actuara tan amistoso con ella. Ella pensaba que él era agradable, pero ella nunca dijo que él podía poner su brazo alrededor de ella.

Kotaro no se afectó al tomar su mano, "¿Hay algún otro lugar a dónde puedo escoltarte, Kyoko?" Él miro profundamente sus ojos color esmeralda sabiendo que los había visto antes en algún lado. Y tenía una vaga sensación de que una vez se había ahogado feliz en ellos.

Kyoko miró hacia las escaleras para ver a Toya que se había detenido y dado la vuelta, luciendo molesto otra vez. Ella pudo haber jurado que lo había acabado de escuchar murmurarle a ella o a Kotaro, no estaba segura a cuál.

Toya no sabía qué planeaba Kotaro, pero a él no le gustaba el hecho de que él actuara tan amistoso con Kyoko. Un profundo gruñido vino de su pecho mientras le daba una advertencia "Puedo manejarlo Kotaro a menos que quisieras llevarla a ver a Kyou". Él le dio a Kotaro una mirada intensa, sabiendo que Kotaro no se acercaba a Kyou a menos que fuera para una clase o que haya sido citado.

Kotaro le soltó la mano a Kyoko, "Espero que todo esté bien, Kyoko". Él miró mal a Toya, luego volteó hacia ella, "Asegúrate de tener cuidado con alguna quemadura helada. Si se sale de control, me encargaré de él por ti". Kotaro miró a Toya de una manera arrogante, luego asintió su cabeza a Kyoko y se volteó para bajar las escaleras.

Kyoko escuchó a Toya quejarse y ella lo miró mientras se daba la vuelta y caminaba por el corredor de la misma forma que ella se había ido esta mañana.

Esta vez ella corrió y se encontró con él justo a tiempo para verlo entrar a la puerta que decía, NO ENTRAR. Kyoko se preguntó para dónde iban. Mientras seguía su espada rígida, la posibilidad de que la estaba llevando de vuelta a su propia habitación cruzó su mente. Cuando de hecho se detuvo en frente de su puerta, Toya volteó a verla y ella lo miró molesta hasta que él llevó su mano derecho a la puerta que estaba en frente de la de ella y tocó.

Kyoko estaba en shock. ¿El dueño estaba en el cuarto justo en frente de ella? De nuevo, las palabras de su hermano volvieron para atormentarla. "¡no puede ser!" sin esperar por una respuesta, Toya abrió la puerta y la empujó hacia adentro, delante de él.

Inmediatamente, Kyoko se volteó "No sé cual es tu maldito problema pero por favor ¿podrías no empujarme?" luego hizo como para ahuyentarlo, "o tocarme. No te he hecho nada". El vello de su nuca se erizó otra vez cuando notó que Toya estaba mirándola desde atrás.

Los hombros de Kyoko cayeron. Ahora lo había hecho. ¿Siempre tenía que dar un salto sin pensar en donde estaba o quien podría estar observándola?

Toya vio que Kyoko se ponía tensa y sonrió, bajando su mirada hacia la chica que pareciera ser más pequeña de repente. "¿No querías hablar con alguien?" Cuando Kyoko no volteó, Toya miró a Kyou y entrecerró los ojos cuando notó que estaba apoyado contra la puerta de la sala, mirando a Kyoko como si estuviera en un trance.

'¿Qué diablos?', Toya pensó. ¿Por qué Kyou la estaba mirando como si hubiera visto un fantasma? En cierto nivel, él no quería aceptar el sentimiento de celos que causó. Una sensación le recorrió sus entrañas al querer interponerse entre ellos y bloquear a Kyoko de la mirada de Kyou. Él quería protegerla.

Kyou momentáneamente se quedó sin palabras, al ver a Kyoko tan cerca por primera vez en más de mil años. El aire a su alrededor tarareaba con la fuerza que él recordaba, la misma innegable fuerza que lo atrajo a ella en el pasado no se había desvanecido.

Sus ojos dorados se fijaron en el guardián detrás de ella con una especie de indiferencia distante. "Toya, vete". Un tono peligrosamente amenazante podía oírse en su voz.

Un gruñido se formó en la garganta de Toya y sus puños se cerraron por la ira como si un sentimiento creciera y lo atormentara desde algún lugar escondido y profundo de su memoria. Sin decir otra palabra, Toya se dio vuelta y salió por la puerta azotándola.

Kyoko vio a Toya salir mientras que su mente daba vueltas entre pensamientos caóticos. De repente, ella sintió el impulso de correr tras él. Al decidir no ser una cobarde, alzó su barbilla y se llenó de coraje para finalmente darse vuelta sin creer lo que estaba viendo.

En lugar del anciano en traje de ejecutivo que ella esperaba ver, se encontró de frente con sus ojos de oro ardiente mirándola fijamente, haciéndola sentir que no podía mirar hacia otro lado. Su cabello plateado caía sobre sus hombros y sobre su cuerpo perfectamente esculpido. Él era alto y hermoso con un toque de arrogancia rodeando su regio cuerpo y un rostro que podía solo ser un regalo del cielo.

 

Kyoko instantáneamente cerró los ojos. ¿Qué diablos le pasaba? Ella vino a hacer preguntas, no a babear. Cuando ella abrió sus ojos otra vez, él estaba más cerca. Ella instantáneamente dio un paso atrás por la nobleza y superioridad que lo rodeaba solo para sentir la solidez de la puerta detrás de ella, dejándola sin salida.

Sin darse cuenta de lo que había hecho, Kyou empezó a caminar hacia ella. Pero cuando notó que se alejaba de él, éste alzó la ceja de forma elegante, extendiendo su mano hacia el sofá. "¿Le gustaría sentarse señorita Hogo?" Él sabía que ella tenía preguntas para él. Estaría decepcionado si no fuese así.

Kyoko tragó nerviosa, pero con actitud altiva alzó su barbilla, caminando hacia el sofá, manteniendo tanta distancia como fuera posible entre ellos, sin nada más que con la esperanza de que su cerebro funcionara normalmente. Interiormente rió nerviosa.

"Lo primero que quiero saber es, ¿Qué le hace pensar que soy una sacerdotisa?" Ella lo miró con cautela y casi se enloquece cuando él se sentó a su lado en el sofá en lugar de sentarse en la silla en el otro lado de la mesa de café. Kyoko cambió de posición mirando hacia él, evitando alejarse más y mostrarle miedo.

"Así que, quiere jugar", Kyou reflexionó ociosamente, pero rápidamente sacó de su cabeza su pensamiento intrigante. "¿Qué te hace pensar que no sabría que eres una sacerdotisa?" él respondió con tono de voz tranquila. Ella era tan pequeña comparada con él, porque se inclinó hacia ella para mirar su rostro en forma de corazón.

Kyoko observó las facciones de su rostro perfecto buscando algún indicio de emoción pero se sorprendió al no ver ninguno. Él era como una escultura de perfección y calma, y eso la irritó sin fin.

"¿Siempre contesta una pregunta con otra pregunta, Señor?" Ella tartamudeó sin ni siquiera saber su apellido.

Kyou sonrió pero solamente en su interior para que ella no se diera cuenta. Bueno, él podía decir que ella aún tenía vida dentro de ella y no estaba decepcionado de eso. Sólo lo hizo querer ver más. "Señor, pero me puedes llamar Kyou, a menos que te guste más Señor" Mirándola de forma acalorada.

Kyoko le devolvió la mirada, "¿Por qué estoy aquí?" Dijo lentamente y una palabra a la vez, como si estuviera hablándole a un niño. Eso es, ahora vamos a ver como se libra de ésta. "Señor, claro" Kyoko murmuró para ella, sin dejar de mirarlo a los ojos.

Habiendo leído su mente, los ojos dorados de Kyou brillaron mientras se entrecerraban mirando sus ojos esmeralda-. Él se inclinó un poco más cerca de ella, sabiendo que haciendo eso la intimidaría. Podía sentirlo.

"Tus poderes de sacerdotisa son débiles y sin entrenamiento o sabrías por qué sé que eres una sacerdotisa", casi la abuchea, perdiendo la compostura por un momento antes de recobrar la calma de nuevo. "Te enseñaré artes marciales junto con el fortalecimiento, lo que te haga falta".

Para Kyoko, lo último que dijo sonó casi como un insulto. Siendo un poco impetuosa como todos sabían que era, ella se inclinó casi quedando cara a cara con él, y el sarcasmo era fuerte. "Tal vez solo escondo mi verdadero poder, luego cuando encuentro un objetivo digno lo libero". La rabia la volvía más audaz, o estúpida, en el momento no estaba segura cuál de las dos.

Kyou se acercó aún más, profundizando sus labios en los de ella para que su aliento acariciara sus labios. Él susurró con oscuridad en su voz, "Sacerdotisa".

Capítulo 4 "Presta Atención".

Kyoko se lanzó hacia atrás, lejos de él, sintiendo de repente vibras viniendo de él que no se supone que debería sentir. Algo pasaba aquí y ella sintió que era la última en saberlo.

"Necesito respuestas", susurró nerviosa, mordiendo su labio inferior, esperando poder deshacerse del cosquilleo que Kyou había producido. Ella deseó brevemente poder deshacerse de los impresionantes escalofríos que se habían apoderado de su sistema nervioso.

Inhalando su esencia y sintiendo que su sangre se calentaba, Kyou dio un paso atrás. Ella había visto el pequeño cuerpo de la chica temblar, pero no de repugnancia. Mirando hacia abajo, él casi sonrió cuando vio los brazos de ella como piel de gallina.

"¿Por qué estás suprimiendo tus poderes? Necesitas estar alerta de tu entorno antes de que el pasado se repita", le dijo con un tono ligeramente arrogante.

Kyoko pasó saliva, "¿Qué quieres decir con eso?" Se puso tensa.

"Estás consciente de que hay inmortales aquí en la escuela ¿verdad?" Sus ojos brillaban con algo que Kyoko nunca había visto, y su voz era áspera como si estuviera desaprobando. "Los demonios se están acercando a nuestro alrededor mientras hablamos".

Los ojos de Kyoko se abrieron, luego se entrecerraron. Estaba jugando con ella. "¿Qué te llevaría a pensar que hay guardianes y demonios aquí?", exigió con una burla de indignación.

En el parpadeo de un ojo Kyou la sostenía por los brazos y alzándola hacia arriba, su cabeza se acercó a una pulgada de su cara. Él le dijo con furia, "Presta atención".

Kyoko parpadeó, sin creer lo que estaba viendo. Parado en frente de ella no estaba quien estaba hablándole hace un momento. Ella veía un aspecto con brillo sobrenatural, enojado, ojos dorados, y debajo de ellos estaban los colmillos más blancos, y ella pudo sentir las garras que estaban inconscientemente cavando en sus brazos.

Su cabello se había alargado hasta dos veces el largo que tenía hace un momento y parecía flotar alrededor de él como si esperara reconocimiento. Con un grito de espanto, Kyoko logró liberarse de él, y dio un paso atrás rápidamente, solo para que él diera un paso amenazante más cerca de ella.

"¿Eres un guardián?" tartamudeó en voz baja.

"Y tú eres la sacerdotisa que ya debería saber eso", murmuró, acechándola aún cuando sentía que su furia desaparecía.

Ella volteó para correr hacia la puerta e inmediatamente gritó cuando sintió un fuerte brazo sujetándola desde atrás.

El cuerpo de Kyou se puso tenso mientras ella luchaba. Él la levantó del piso mientras sus pies pateaban el aire en su intento de escapar de él. Dándole tiempo de darse cuenta que el tratar de liberarse de él era inútil, él puso sus labios cerca de su oreja y susurró, "Tú te quedarás aquí hasta que seas lo suficientemente fuerte para liberarte de estos brazos sacerdotisa".

Luego la llevó por el aire solo para arrojarla de nuevo en el sofá acolchonado, donde ella cayó con un leve rebote. Ahora que estaba de nuevo cara a cara con él, Kyoko lo gritó furiosa y luego parpadeó de nuevo cuando se transformó nuevamente en el hombre con el que ella había estado hablando.

Ella lo miró con furia, alzando su puño, "¿Qué diablos está pasando?"

Kyou se quedó de pie calmado en frete de ella, la única diferencia esta vez era que sus ojos aún brillaban, "Te quedarás aquí", él se inclinó hacia ella. "Me dejarás entrenarte". Él colocó sus manos en la parte posterior del sofá, para poder atraparla, "Y esta vez, ganarás sin sacrificio" Su nariz casi toca la de ella mientras él siseaba lo último de su declaración, mostrando su descontento.

Kyoko se echó hacia atrás en el sofá tan rápido como pudo, él volvió a darle una mirada acalorada, pero ella todavía no percibía ninguna amenaza viniendo de él. Aún cuando no era humano no había tenido intención de hacerle daño. Ella frunció el ceño al darse cuenta de lo que él había dicho.

"¿Esta vez?" Su tono de voz era suave, "¿Qué quieres decir con...?" "¿Esta vez?"

Kyou respiró profundamente, "Tú puedes haber olvidado pero yo no". Su esencia lo rodeó y sintió un dolor familiar alrededor de su corazón olvidado, pero ella debía saber la verdad, "Nosotros hemos luchado en el pasado sacerdotisa, y se acercará el momento en el que tendremos que hacerlo de nuevo".

La mirada de Kyoko se suavizó por un instante, "¿Quién eres?"

"Tú guardián. Kyoko, yo sé que has olvidado porque sacrificaste tus recuerdos de nosotros, para poder traer de vuelta al Guardián del Corazón de Cristal". Su mirada buscó la de ella y su voz se convirtió en un simple susurro "Debes confiar en mí".

Aunque solo la había tratado de asustar todo dentro de ella le estaba diciendo que confiara en él. “Yo confío en ti", tan pronto como susurró esas palabras, ella se vio halada hacia sus brazos. Al principio ella se puso tensa, luego al sentir la manta de calor que la rodeaba, ella se entregó al abrazo relajándose junto a él en serena confusión.

Kyou no lo pudo evitar. Él había cargado con él la preocupación del rechazo por mucho tiempo, y escuchar esas palabras le quitó un peso del tamaño del mundo de sus hombros. Él se aferró a ella rodeándose con su esencia mientras acariciaba su cara con su cabello.

"Quédate esta vez", susurró él en un momento de debilidad.

Kyoko podía sentir la ternura en sus palabras y en sus brazos pero aún así, él acababa de asustarla mucho hace un momento y ahora estaba abrazándola cómo si su vida dependiera de ello. Ella estaba atrapada entre temerle y querer alcanzar y acariciar su suave mejilla.

Estaba llena de preguntas y murmuraba dentro de su pecho, "Quiero recordar lo que dijiste, lo he olvidado. ¿Qué necesito saber?"

Kyou cerró sus ojos dorados sin querer volver aún al mundo real, ella estaba justo donde debía estar, en sus brazos. Con un suspiro, la liberó en contra de su voluntad sentándola de nuevo en el sofá y luego él se sentó a su lado.

Deslizando su mano por su largo flequillo, Kyou respiró profundamente para calmar sus fuertes instintos. Calmando sus deseos, él se concentró en la pared que estaba en frente y empezó a decirle a ella lo que quería que supiera. Escuchar algo no es igual que recordarlo.

"Tú tendrás ayuda. Todas las personas que llegaron aquí del mismo modo que tú, con las becas, las he reunido para ti. Ellos no te recuerdan y tú no los recuerdas, pero ellos lucharon contigo en ese entonces y volverán a luchar contigo cuando llegue el momento", su voz estaba atada a un poco de los recuerdos del pasado.

Los ojos de Kyoko se abrieron, "¿Suki y Shinbe?" Al preguntar cuestionaba ¿Por qué le creía tan fácilmente?

Kyou asintió con la cabeza, "Veo que ya los conociste. Si, estuviste muy cerca de ellos, así como Toya quien te protegió como ninguno".

"¿Toya?" Ella le levantó una ceja. "Tienes que estar bromeando". Luego añadió mentalmente, "Ni siquiera le agrado".

Kyou suspiró a regañadientes, "Toya no ha cambiado en esta vida, él todavía es el joven insoportable y testarudo del pasado. Pero sí, él te protegió con mucha determinación y hubiera muerto por tí si la necesidad hubiera surgido".

Kyoko frunció el ceño, "¿Él no recuerda?" Ella sintió que él le decía la verdad y tenía sentido saber que le faltaba parte de su memoria. Sus ojos buscaron los de él, queriendo tener ese conocimiento de nuevo.

Kyou negó levemente con la cabeza, "Yo fui el único que no volvió contigo. Por lo tanto, yo soy el único que lleva consigo los recuerdos de lo que pasó. Toya ni siquiera recuerda que es mi hermano".

Kyoko respiró profundo ante la confesión "¿hermanos? ¿Qué pasó que eres el único que recuerda?" Ella debía saber.

"Tú renunciaste a tus recuerdos durante la batalla para vencer el mal en nuestro mundo y salvar el Guardián de Corazón de Cristal. En ese mismo instante, pediste un deseo al cristal ver a todos otra vez. No querías perderlos. Cuando instantáneamente desapareciste, junto a los demás, incluyendo al enemigo. Los has traído inconscientemente aquí contigo".

Él suspiró con pesar. "Yo había lanzado un hechizo a mi alrededor que me protegió de esos deseos" sus ojos se volvieron distantes como si estuviera reviviendo el recuerdo.

"Te llevaste a todos contigo, sin ni siquiera darte cuenta. Todos renacieron aquí, en tu tiempo, dejándome solo en el pasado". Sus ojos se centraron y se encerraron en ella. "Así que sobreviví y te esperé". Cuando llegó el momento, reuní a todos los que me habían dejado. Ahora has traído el cristal contigo, y la malevolencia que lo quiere", su voz se volvió más oscura, "el mal ya ha empezado a buscarte y yo no lo permitiré".

 

Kyoko asintió con la cabeza tratando de entender, "entonces, ¿Puedo confiar en todos los que están aquí de la misma forma que yo?" Él le asintió con la cabeza y Kyoko continuó, "¿Ellos saben algo de esto?"

Kyou negó con la cabeza, "Ellos sentirán un vínculo y crecerá, pero aparte de eso, no sé el futuro, solo el pasado. Ellos te protegerán como lo hicieron antes. Para eso nacieron, es su razón para vivir".

Él rápidamente desvió la mirada de la de ella que buscaba en sus ojos la verdad de sus palabras relacionadas también con él. "Aún tenemos tiempo, pero por ahora quiero que dejes de esconder tus poderes de sacerdotisa, y que estés consciente de tu entorno. Yo te cuidaré y le he dicho a Toya que también te cuide de cerca".

Kyoko lo miró muy de cerca tratando de recordar algo acerca de él. Él parecía conocerla muy bien. Mirando profundamente en sus ojos ella susurró con curiosidad, "¿Qué tan cercanos éramos?"

Una agitación de afecto oculto cruzó sus orbes doradas antes de que Kyou se tensionara y se alejara de ella. Su exterior relajado volvía a su lugar, él gruñó al mirar hacia la puerta, luego rápidamente volvió a ella. "No repitas lo que te dije porque ellos recordarán por sí solos".

Kyoko saltó cuando escuchó que tocaron la puerta fuertemente, luego se abrió sin permiso.

Toya se había empezado a preocupar por la seguridad de la chica y pensó en interrumpir, con la intención solo de salvarla de la frialdad de la que sabía que Kyou era capaz. Su mirada fue rápidamente atraída hacia ella mientras entraba.

"Bueno, veo que ella sobrevivió a su charla", Sus iris brillaban en color plata aún sintiendo que algo no estaba bien. "Si ya terminaste con Kyoko, Suki la está esperando". Toya levantó sus ojos dorados a Kyou sin darse cuenta de los destellos plateados que empezaban a mostrarse en sus orbes.

Kyou le dio a Toya su usual mirada en blanco y asintió con la cabeza en silencio.

Kyoko miró a Toya de forma cálida, porque ahora que estaba usando sus sentidos, ella podía percibir que se había estado preocupando por ella, aunque no actuara como tal.

"Hubiera dado la vida por ti", las palabras de Kyou volvieron a su mente.

Kyou observó su comodidad con Toya, y sintió un distante pero familiar anhelo, que lo hizo fruncir el ceño. Él recordó bien este sentimiento, y sus ojos se entrecerraron al mirar al guardián plateado. ¿Siempre mantendría un lazo especial con su hermano que no tendría con los otros?

Kyoko se mantuvo de pie, asintiendo con la cabeza se despidió de Kyou y le dió una sonrisa secreta que Toya no pudo ver, luego regresó con Toya y le agradeció con una de sus sonrisas más dulces. "Vamos, no dejemos esperando a Suki". Ella salió por la puerta dejando a Toya ahí parado con un sentimiento de calidez. Un sentimiento que solo la sonrisa de ella podía causar.

Él sacudió la cabeza tratando de sacar ese sentimiento, y luego le frunció el ceño a Kyou, notando lo estaba observando intensamente. "¿Qué? Preguntó Toya con un tono de voz fuerte sabiendo que no obtendría ninguna respuesta. Al decidir que no valía su tiempo, él salió por la puerta, cerrándola fuerte detrás de él, y apresurándose para alcanzar a Kyoko.

Toya observó la espalda de Kyoko mientras ella caminaba rápidamente por el pasillo. Debe tener prisa por alejarse de Kyou. Él sonrió, acelerando para alcanzarla, lo cual no fue un problema, considerando que era un guardián. Sus pensamientos se oscurecieron un poco, preguntándose si ella al menos sabía que era él. Él lo dudó o ella no le hubiera sonreído como lo hizo.

En la parte superior de los escalones, Kyoko sabía que Toya la había alcanzado porque ella podía sentirlo detrás de ella. Sí, ella podía sentir su poderosa aura, pero era un poco diferente al sentir la de Kyou. Ella cerró los ojos solo por un segundo. Buscando el aura Kyoko decidió que no le daría importancia a qué tan malo fuera, su aura era de hecho muy cálida y la hacía sentir entre otras cosas protegida.

Ella entendía que Toya suponía ser más joven que Kyou, pero además podía sentir el poder escondido dentro de él. Un poder que de ser aprovechado, podía hacer que Toya superará a su hermano en un segundo, aunque dudaba que alguno de ellos estuviera consciente de ello. Kyoko estaba disfrutando el uso de sus sentidos, ahora que los había activado de nuevo.

"Entonces..." ella volteó hacia él, "¿Dónde están Suki y Shinbe?"

Toya entrecerró los ojos al mirarla ahora que su mentira se había descubierto. ¿Cómo diablos sabría él donde estaban Suki y Shinbe? Él solo volvería por ella para alejarla de Kyou.

"No lo sé", dijo con tono perezoso.

Kyoko frunció el ceño al mirarlo, "Pero tú dijiste..."

Toya la interrumpió. "Deberías agradecerme por salvarte", le dijo, inclinándose hacia ella para intimidarla.

"¿Salvarme de qué?" Kyoko murmuró en su cara, al no gustarle su actitud. Dios, a veces realmente podía comportarse como un estúpido.

"De Kyou", Toya gruñó fuertemente de vuelta, apretando su puño. Ella realmente podía hacerlo enojar con su linda boca. ¿Bonita boca? ¿De dónde había venido todo eso? Él se alejó de ella sorprendido y confundido.

Sorprendida, Kyoko se quedó mirándolo por un minuto. Ella empezó a reírse de él primero suavemente y luego más fuerte. "¿Lo hiciste?" preguntó ella, tratando de respirar entre risas. "¿Por qué lo harías?" ella apaciguó su risa y finalmente sonrió ampliamente, aunque sus ojos aún tenían una mirada traviesa.

"Eso fue muy dulce. No sabía que te importaba" arrugando su nariz al mirarlo, tratando de mantener una cara seria.

Toya la miró sintiendo que el chiste era sobre él. "Entonces, ¿Decidiste si te vas a quedar después de todo, Sacerdotisa?" escupió la última palabra como si le quedara un mal sabor en la boca.

Kyoko perdió su sonrisa, y puso su cara a centímetros de la de él, mirando fijamente a sus ojos dorados. "Si he decidido, guardián", le dijo alzando una ceja, luego volteó y se bajó rápidamente por las escaleras riendo.

"¡SÍ!" Kyoko exclamó en silencio y mentalmente anotó un punto en su lado de la pizarra. "Kyoko uno, Toya cero".

Los ojos de Toya se ensancharon por un instante antes de darse cuenta de que la pequeña chica lo había conseguido. "¡Maldita sea!”, siseó y se apartó después de ella.

Kyoko estaba casi en la parte inferior de los escalones cuando sintió que sus instintos de Sacerdotisa estaba en sobre marcha. Sintiendo a otro guardián además de Toya, miró a su alrededor. La única persona lo suficientemente cerca como para causar esa sensación era un estudiante que se encontraba de pie en la parte inferior de las escaleras, mirándola con interés.

Mirando de cerca, estaba desconcertada con los destellos purpuras que recorrían su cabello indomable y los ojos más hermosos. Mientras ella miraba aquellos ojos podía jurar que podría ver el brillo de todos los colores apareciendo dentro de sus iris.

Toya ahora permanecía detrás de Kyoko. Al ver que se detenía de repente, notó que estaba mirando a Kamui. 'Así que ella puede detectar inmortales ahora', pensó Toya para sí mismo. Alcanzando, agarró su brazo, "Vamos, te voy a presentar".

Toya había encontrado un punto débil para Kamui tan pronto como había conocido al muchacho. Todo lo que realmente sabía de él era que no tenía padres y había crecido en un orfanato hasta que Kyou le había ofrecido un lugar aquí.