Ángel De Alas Negras

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Gruñó cuando el sol desapareció súbitamente detrás de las nubes. Los humanos nunca le habían interesado… solo los demonios, y solo durante el tiempo que le llevaba rastrearlos y matarlos. En el instante en que ella se apartó de la ventana, Darious se envolvió en su propio poder, haciéndose invisible.

“Kyoko, ¿has oído algo de lo que te dije?”, preguntó Suki, consciente que había estado hablando sola durante los últimos minutos.

Kyoko vaciló y se volteó para ver a su mejor amiga detrás del escritorio. “Oh… hmm… ¿eh?”, parpadeó, “¿cuál era la pregunta?”. Notando una sombra a su derecha, echo una mirada a la puerta de la oficina de Kyou, y se relajó al advertir que éste había desaparecido una vez más.

Suki meneó la cabeza, “dije que tenemos la reunión matutina arriba en cinco minutos”. Recogió una pila de papeles y dio la vuelta al escritorio mientras que Kyoko regresaba a la ventana. “¿Qué es lo que mirabas con tanto detenimiento?”, preguntó.

Los hombros de Kyoko se desplomaron al ver que el extraño ya no estaba allí. Se mordió el labio inferior preguntándose el porqué de su decepción. “Estoy buscando un taxi para poder escaparme de la reunión”, dijo, y le guiñó el ojo a Suki.

“Bueno, si yo no te quisiera ya te habría matado cuando la madre de todas las malditas bombas sacudió las ventanas anoche. Además, obtuve algunas fotos muy buenas para publicar en internet. Deberías haber visto la expresión en el rostro de Kotaro cuando se dio cuenta de que le había disparado al televisor… te lo mostraré más tarde”.

Viendo que la atención de Kyoko se dispersó una vez más hacia la calle, colocó las manos sobre sus hombros y la volteó en dirección al ascensor. “Vamos… ya es hora de que admitas tu acto de terrorismo”.

“¿Terrorismo?”, se defendió Kyoko en tono culpable. “¿Y cómo llamas a lo que ellos me hacen constantemente? … ¿Civilizado?”.

Suki rio nerviosamente y empujó a Kyoko hacia adentro del ascensor. “Sube, y si hay gritos…asegúrate de que sean ellos quienes gritan”.

Darious elevó la vista hacia el nombre impreso sobre el vidrio donde antes se encontraba la muchacha…‘Investigaciones paranormales’. Cerró los ojos, tanteando para orientarse en su camino a través del edificio, y apretó los dientes a medida que su poder daba con las almas antiguas. Inhaló cuando encontró el alma de Kyoko cerca de la cima del edificio. Ésta se dirigía directamente hacia el grupo de almas que estaban contaminadas con elementos no humanos…pero que tampoco eran demonios.

Abrió sus ojos color de ébano cuando comenzó a llover. La acera se humedecía, excepto adonde se hallaba su cuerpo invisible.

¿Por qué lo miraba con tanto interés, acaso era porque estaba ligada a las cosas paranormales? Dejó que su poder recorriera su alma una vez más, buscando detectar la presencia demoníaca en su aura. Su poder la rodeó durante varios latidos, y pudo sentir cómo su fuerza vital se elevaba y lo miraba directamente.

Y en ese momento, lo oyó… el eco de un suave llanto que apenas podía recordar, por encima de sus propios gritos torturados. La única vez que había oído ese sonido fue en el momento en que las cadenas de la eternidad se habían roto. Había dejado el sonido atrás al luchar por salir del pozo, y éste se le había aparecido en su memoria muchas veces. Cuanto más se acercaba a esta ciudad… más lo empezaba a acechar ese recuerdo.

¿Qué cosa en ese llanto le había cerrado el pecho ahora, y no hace siglos atrás cuando realmente importaba? ¿Por qué de repente importaba ahora? Darious sacudió la cabeza sintiéndose irritado. No podía cambiar el pasado, entonces, ¿por qué permanecer en él?

Justo cuando Kyoko abría la puerta de la habitación en la que todos esperaban, sintió como si alguien la rodeara con sus brazos, y respiró súbitamente. Volteando a la derecha, elevó su vista hacia la oscuridad. Dentro de esa oscuridad se encontraba el mismo rostro que había visto cruzando la calle… esta vez sin anteojos de sol. Sus ojos la sumieron en la fascinación…eran del más extraño color de la plata turbulenta, con un reflejo azul helado.

Kyou giró hacia la puerta, sintiendo que Kyoko se acercaba, pero la expresión extraña en su rostro lo obligó a actuar. Corrió hacia adelante y la sostuvo antes de que cayera. Sintiendo cómo un elemento no bienvenido la tocaba por detrás, su gruñido de advertencia dispersó al poder sobrenatural que la rodeaba.

Éste la abandonó como una ola furiosa en el mismo momento en que un trueno sacudió las ventanas por la tormenta que se aproximaba. Kyou entornó sus ojos dorados, levantándola en brazos de forma posesiva y colocándola cuidadosamente sobre el sofá, ante la presencia de todos. Cuando todos avanzaron, él sostuvo su mano en alto, ordenándoles que se quedaran atrás.

Darious se retiró y abrió los ojos, mirando hacia la cima del edificio. Todavía podía sentir el calor de su alma, y era la primera vez que había experimentado una sensación de calidez desde que tenía memoria. También había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió impactado por el poder de otro ser.

Esbozó una sonrisa fría y maliciosa a medida que se escabullía. El lugar seco sobre el pavimento se fue oscureciendo cuando el cielo se abrió, dando paso a un intenso chaparrón.


Capítulo 2 “Mitos peligrosos”

La audición de Kyoko volvió aun antes de que abriera los ojos. Cuando escuchó la voz de Shinbe anunciando que seguramente estaba embarazada, sus ojos se abrieron rápida y súbitamente, y le clavó una mirada fatal.

“Yo…”, se vio interrumpida de inmediato cuando Toya la jaló hacia sus brazos y casi la exprimió contra él.

“¡No hagas eso! Casi me das un maldito ataque cardíaco”. La sostuvo fuertemente hasta que recordó que todos estaban mirando. Su mandíbula comenzó a temblar, sabiendo lo que se avecinaba.

“Aawww, qué dulce”, rio Kamui burlonamente, “Toya está todo acaramelado con Kyoko. No sabía que eras así”.

Toya soltó a Kyoko tan rápido que cayó contra el brazo del sofá. “Vas a sentir mi puño en tu cara si no te callas, mocoso”. Gruñó, pero su expresión volvió a suavizarse cuando dio un paso atrás y vio a Kyoko que se incorporaba. “Lo que quise decir es… ¿Qué estás intentando hacer, terminar de darnos el ataque al corazón que empezaste anoche?”.

“Si siguen así, quizás lo haga”, dijo Kyoko con una sonrisa burlona dirigida a Toya. “Luego iré a esconderme a la habitación de Kyou”.

“¿Por qué te esconderías allí?”, preguntó Toya, sintiéndose celoso al instante.

Kyoko suspiró y sopló apartando un mechón de su cabello de los ojos. Toya era inteligente pero, a veces, si no fuera por su aspecto, juraría que tenía la edad mental de un niño de cinco años.

“Porque Kyou tiene barreras a prueba de nerds en su puerta”, aportó Kamui sin apartar la vista de su nuevo portátil, que mantenía lejos de Toya.

Toya gruñó y se dio vuelta para enfrentar al más joven del grupo. “Sigue así, Kamui, y hare que tu sistema informático colapse”.

“¿Y esto lo dice el hombre que siquiera sabe dónde está la tecla Enter en el teclado?”, preguntó Kamui arqueando una ceja. “Me sorprendería si supieras dónde está el botón de encendido de un monitor”.

Toya se inclinó hacia él. “No estaba hablando del disco rígido”. Sus labios apenas esbozaron una sonrisa malvada cuando Kamui sujetó el portátil con más fuerza y se estremeció.

“¡Suficiente!”, dijo Kyou, con una voz que hacía eco de su autoridad. “Siéntense todos. Kyoko, tú puedes quedarte en el sofá si lo deseas y, no, Toya… no va a compartirlo contigo”. Dirigió una mirada irritada a su hermano.

Toya comenzó a murmurar algo acerca de ciertos hombres con palos y microchips en sus traseros, antes de dejarse caer sobre la silla de Kyou. Éste lo miró fijamente con la expresión impávida por la cual era famoso. Cuando el hombre de cabello plateado sintió un pequeño tirón sobre su mano, miró a Kyoko, que movió sus pies de modo tal que Kyou pudiera sentarse sobre el otro extremo del sofá.

Kotaro y Yohji rieron disimuladamente al ver que Kyou aceptó la invitación y se sentó, con los pies de Kyoko sobre su regazo.

“Como todos bien saben, esta noche es Halloween”, comenzó Kyou.

“¡No me digas!”, masculló Toya, intentando no mirar con furia a los pies de Kyoko en contacto con su hermano.

“Lo cual significa”, continuó Kyou dirigiendo una mirada asesina a Toya, “que hoy habrá mayor actividad. Los rituales paganos saldrán mal como de costumbre, y la actividad paranormal también se intensificará. Todos nosotros estaremos en estado de alerta durante las próximas veinticuatro horas. Considerando que las fiestas de Halloween se extenderán hasta más tarde en la noche, y siendo sábado…creo que todos entienden la idea”.

“Sí, sí, lo entendimos”, exclamó Toya. “Uy, tengan cuidado porque habrá mujeres desnudas corriendo por las calles, perseguidas por pandillas de violadoras lesbianas, ¡uh!”

“¿Adónde?”, preguntó Shinbe a todo volumen, que no había prestado demasiada atención desde que Suki entró.

Kyou masajeó el espacio por encima de sus cejas, donde sentía que se acumulaba una ligera presión. Él y sus hermanos escondían bien sus poderes del mundo, pero a veces se preguntaba si no habían retrocedido demasiado. Habían sido enviados aquí para mantener a Kyoko a salvo sin que ella lo supiera, y para liberar al mundo de tantos demonios como pudieran. Había establecido la agencia en cuanto notó la elección de carrera que ella había hecho.

 

Kotaro levantó la voz. “El departamento de policía designó a mi brigada a la plaza de la ciudad esta noche debido a la sobrecarga de las fuerzas policiales. Otros policías estarán allí a intervalos porque el año pasado las fiestas barriales no terminaron sino hasta el amanecer, y varias personas desaparecieron esa noche”.

Kamui asintió, volteando su portátil para que todos vieran: “Chicos, tenemos una bruja en la ciudad”.

“A ver si te enteras, niño… esta noche tendremos un montón de brujas en la ciudad”, Yohji sonrió burlonamente. “Algunas más sensuales que otras”.

“Esas brujas no están absorbiendo la vida de niños pequeños”. Kamui señaló una lista de nombres de la guardia infantil del hospital. “Todos estos niños están en coma, y todo ocurrió durante la última semana. Los médicos están desconcertados, porque en todos los casos los niños se encontraban afuera después del anochecer, y todas las pruebas que les hicieron no revelaron ninguna lesión. Simplemente no se despiertan”.

Kyoko frunció el ceño intentando concentrarse en la reunión. Era difícil, porque no podía sacudirse esa extraña sensación que había permanecido en ella desde que vio a aquél hombre al otro lado de la calle, y luego sintió lo que podría jurar que eran sus brazos rodeándola.

Apartando el recuerdo por un momento, su rostro se entristeció pensando en todos esos niños del hospital. Una vez había leído que si una bruja toma una parte de tu alma, caes en un profundo sueño. Luego tienes pesadillas por siempre, a medida que la bruja se alimenta de tu miedo. ¿Acaso todos esos niños estaban atrapados en aquellos sueños, gritando para que alguien los salvara?

“No creo que echarle un cubo de agua en la cabeza funcione, pero yo quiero ir a la caza de algo tan cruel. ¿Cómo reconoceremos a la bruja si la vemos? ¿Alguien ha visto una alguna vez? ¿Acaso no son solo seres humanos que accedieron a una potente magia?”. Comenzó a disparar preguntas mientras intentaba incorporarse, pero Kyou le puso la mano sobre los tobillos para impedírselo.

Kyou no miró a Kyoko, esperando que ella pensara que no era intencional, mientras rodeaba sus tobillos con sus dedos como si fuera un brazalete. En ese momento sostenía una barrera protectora sobre ella, que se mantenía en su lugar solo mediante su toque… además, todavía no estaba listo para perder contacto con ella.

Él había sentido la poderosa aura que la rodeó justo antes de que se desmayara. Y si bien la había apartado de ella… todavía sentía el rastro de su presencia. Eso solo era suficiente para enojarlo. Había colocado barreras contra demonios en todo el edificio, y en cada esquina de cada piso, ocultas dentro del panel de yeso para que no las notaran.

Sus ojos dorados se elevaron hacia la gran ventana panorámica que se hallaba en medio de la pared exterior. Se suponía que durante ese día y esa noche el clima estaría despejado y fresco…entonces, ¿de dónde había salido esa tormenta? Mientras miraba la lluvia de cerca, advirtió una silueta que no era traspasada por la lluvia.

Sin querer que la aparición supiese cómo la había ubicado, Kyou puso su atención en la entusiasmada descripción que Shinbe hacía de las brujas.

“Las brujas reales nunca fueron humanas. Sus almas son demoníacas y eternas. Se mantienen vivas tomando la fuerza vital de los niños, alimentándose de sus pesadillas. Ese es su alimento. En cuanto a su aspecto, como tantos niños han sido sus víctimas, a esta altura deben haber adoptado una forma inusual…jóvenes, hermosas, e incluso de apariencia angelical”.

Shinbe aclaró su garganta y borró la imagen erótica que rondaba su cabeza. “No muestran su verdadera forma hasta el momento en que toman la fuerza vital de otra persona, o en plena batalla. Cuando se alimentan, su aspecto es verdaderamente espantoso”.

“Tú debes saberlo”, afirmó Toya con voz lúgubre.

Shinbe dirigió a Toya una mirada que le ordenaba permanecer en silencio y, por única vez, Toya tuvo la decencia de dejarlo ahí.

Yuuhi se encontraba parado junto a la silla en la que estaba sentado su hermano Amni, pero sus ojos estaban fijos en la lluvia que caía afuera. “Ella estará en el centro de la ciudad, dentro de la zona de fiestas, cerca del festival infantil, pero no será el único demonio en el lugar. Se cuida de los que tienen poderes superiores a los suyos. Es por eso que tiene tanta ansiedad por comer…quiere almacenar energía para la pelea que sabe que se avecina. Esta noche añadirá nuevas víctimas a su frenesí alimentario”.

Tasuki se frotó los brazos para despejar los escalofríos. “Odio cuando haces eso”, murmuró mirando a Yuuhi a los ojos. La única diferencia entre el muchacho y un auténtico albino era el hecho de que Yuuhi tenía ojos profundamente oscuros, y su negrura se acrecentaba cuando recibía una visión…lo cual era simplemente espeluznante.

Mientras Tasuki lo miraba, Yuuhi volteó su vista hacia él, y sus pupilas color ébano se tornaron enormes y luminosas.

“No será una bruja lo que deberás enfrentar esta noche”, Yuuhi retrocedió para mirar la lluvia como si no acabara de dar un susto mortal a Tasuki.

Tasuki apretó los puños, sabiendo que el niño no le diría a qué debería enfrentarse. Decidiendo ignorar al resto de las personas en esa habitación, la mayoría de las cuales resoplaban divertidos por lo bajo, caminó hacia los armarios que contenían todo tipo de armas contra los demonios, y extrajo un pequeño saco de sal marina, deslizándolo rápidamente dentro de su bolsillo.

Sabía algunas cosas de verdadera magia, y si la sal marina no mataba a la bruja o a los demonios que la acompañaban… al menos le daría una ventaja inicial.

Amni sonrió con suficiencia al ver cómo Tasuki tomaba la sal. Era demasiado bueno como para dejarlo pasar. Luego de aclarar su garganta en silencio, hizo una muy buena imitación de la malvada bruja del oeste.

Tasuki debió saltar como una milla por encima de sus botas, volteándose con una mano en el corazón y mirando furiosamente al psíquico rubio.

“¡Buena, Amni!”, exclamó Toya.

“¡Vete al infierno!”, gruñó Tasuki.

“¡Tasuki!”, Kyoko lo regañó. “¿Quieres que llame al abuelo otra vez?”.

Tasuki se quedó inmóvil y sintió cómo un escalofrío le recorría el cuerpo hasta los huesos. Sí, había asuntos de la agencia que le daban mucho miedo… pero nada era peor que una visita del maestro del terror… el abuelo Hogo.

“No necesariamente, Kyoko, tan solo mantén a ese loquito lejos de mi esta noche”, atinó a decir finalmente Tasuki, esperando que el viejo no apareciera en el centro de la ciudad esa noche. Tenía la costumbre de aparecerse de la nada durante sus cacerías de demonios.

Amni volvió a sonreírle burlonamente, haciéndole un guiño sugestivo a Tasuki para lograr que palideciera antes de volver a dirigirse al grupo. Presionó las puntas de los dedos y cerró los ojos, invocando su poder de videncia. Detrás de sus párpados, el tiempo se aceleró, el día se volvió noche, y se encontró volando por los rascacielos del centro de la ciudad. De forma abrupta, Amni se vio en medio de la ciudad después del anochecer, rodeado de humanos vestidos con disfraces de Halloween.

Dirigiendo su vista sobrenatural en todas las direcciones, inhaló lentamente, buscando sentir los elementos que no pertenecían allí… había tantos. Sombras distorsionadas se retorcían a su alrededor, absorbiendo personas en todas las direcciones antes de desaparecer de vista. Espectros que no parecían otra cosa que vaporosas telas de araña volando a su alrededor como si desearan atacar, pero no había nada allí.

Al borde de la conciencia, Amni comenzó a escuchar algo siniestro, casi como unas garras de demonios rascando contra metal. Algo gritó al pasar junto a él, y se vio regresado abruptamente al presente. Sintió una pequeña mano sobre su hombro, y luego miró hacia los ojos cómplices de Yuuhi. En ese momento, Amni notó que se encontraba en el piso, y la silla en la que antes estaba sentado se había dado vuelta.

“Nadie debe salir solo hoy”, fue todo lo que dijo Amni mientras se apartaba de su hermano y ambos miraban afuera hacia la lluvia. La silueta se desvaneció, dejando que la lluvia cayera dentro del espacio vacío.

“Esta noche, todos formarán parejas y llevarán sus teléfonos celulares”, ordenó Kyou. “Kamui los seguirá a todos desde aquí, así que llámenlo si tienen problemas. La persona que esté más cerca suyo será enviada a ayudarles. Yuuhi y Amni se quedarán con Kamui, de modo que éste pueda transmitirles cualquier alerta”.

Kyou miró a Kotaro: “Kotaro, tú y Yohji patrullarán la plaza de la ciudad para el departamento de policía, y adonde quiera que envíen a Tasuki, Shinbe lo seguirá. Toya y Kyoko se disfrazarán para integrarse a los festejos, y quizás para mantener sus identidades a salvo en caso de que ocurra algo inesperado. Patrullarán el área infantil, en busca de la bruja”. Le hizo un leve guiño a Kyoko, sabiendo que era lo que realmente quería.

“Amni, tú y Yuuhi además actuarán como el equipo de ‘limpieza’. Si algo se sale de control y hay demasiados espectadores, deberán estar listos”. En silencio los miró para hacerles saber que debían borrar la memoria de todo ser vivo en caso de sentirlo necesario. “Suki estará esperando con la camioneta por si necesitan armas, o que los recojan”.

Toya cruzó los brazos sobre su pecho, completamente satisfecho ante el hecho de estar con Kyoko esa noche, incluso si significaba disfrazarse para Halloween. La sospecha lo invadió al advertir que Kyou no había revelado su posición para esa noche.

“¿Y qué hay de ti?”, preguntó Toya con desconfianza.

Kyou entornó la vista hacia la ventana, sabiendo que ya no estaban solos en la habitación. Había sentido cómo el aire se desplazaba con un movimiento inadvertido, y el poder que se ocultaba en él era impactante.

“Terminó la reunión”. Kyou mantuvo su voz tranquila pero exigente para no alertar a los demás.

Al principio nadie se movió, esperando que Kyou se marchase como normalmente solía hacerlo luego de las reuniones. Cuando se hizo evidente que no se iría, uno por uno se levantaron y abandonaron el lugar. Kyoko también se dio por aludida cuando Kyou soltó su tobillo. En unos instantes, la habitación estaba vacía y Kyou cerró la puerta…trabándola para no ser interrumpido.

Reclinó su espalda contra la puerta y miró la habitación vacía.

Kyou dejó que sus sentidos aumentados exploraran cada centímetro cuadrado del lugar antes de elevar su vista hacia la ventana. Miró atentamente hacia un lugar ubicado directamente junto al marco. Sabía que ésta tenía que ser la misma entidad que había hecho desmayar a Kyoko hacía algunos minutos. Lo que no podía saber era por qué. Era obvio que no tenía malas intenciones… casi era como si solo estuviese de visita.

Sin embargo, Kyou no podía sacudirse la sensación de haber sentido la presencia de esta entidad antes. Sin importar qué fuera, Kyou sabía que debía averiguar sus secretos y el motivo por el que estaba allí. Mientras tanto, consintió la idea de mirar fijamente hacia su escondite hasta que se presentara o se fuera.

Darious estaba sentado sobre el amplio alféizar, recostado contra el marco, con una pierna apoyada en posición relajada. Había oído todo, y se había quedado con una extraña sensación de pertenencia que intentaba ignorar. Siempre había trabajado solo contra los demonios, y aquí encontró una habitación repleta de… humanos no era la palabra adecuada para algunos de ellos, si bien pretendían serlo.

Prueba de esto era el hecho de que el hombre sabía dónde estaba, aún sin poder verlo. Sin embargo, la mirada que le dirigía ese hombre era un reto a su naturaleza. Ese hombre de cabellos plateados no era humano…no era un demonio… ¿qué rayos era? Darious frunció un poco el ceño hasta que una poderosa aura recorrió la habitación hacia él. No era amenazante… tan solo expresaba que sabía exactamente adónde se encontraba.

 

Darious entornó los ojos en dirección al hombre… Kyou, se llamaba. ¿Dónde había escuchado ese nombre antes? Se quedó inmóvil a mitad de su inspiración, y sus ojos oscuros se transformaron en pozos sin fondo. Era imposible.

Al regresar al monasterio, solo para encontrarlo abandonado y descubrir que la estatua había desaparecido, había explorado los túneles que se encontraban debajo de los escombros, y allí encontró los pergaminos perdidos que pertenecían a los guardianes. Fue en esos libros que leyó acerca de Kyou y sus hermanos. Los escritos del monje indicaban que los guardianes rodeaban a su princesa y protegían al mundo de los demonios.

Antes pensaba que los guardianes eran un mito… apenas la esperanza de la humanidad sumada a los funestos vaticinios de los pergaminos. Buscó en su memoria para recordar qué decían realmente los pergaminos, pero ésta lo eludía porque no le había prestado ninguna atención a las fábulas. Había dejado los pergaminos en el mismo lugar en que los encontró, para regresar años más tarde y encontrar que nuevos pergaminos habían sido agregados. Éstos trataban sobre los guardianes.

Una cosa que sí recordaba del nuevo pergamino era que él era mayor que los guardianes, y que éstos habían abandonado el mundo en el mismo momento en que se había roto el sello. Incluso los monjes no entendieron por qué los habían abandonado en sus horas más oscuras.

Ahora habían regresado, y fingían ser humanos… viviendo entre ellos como si pertenecieran, mientras que él debía quedarse afuera en el frío, combatiendo a los demonios como si así tuviera que ser. ¿Qué hacía que los humanos aceptaran a los guardianes mientras a él siempre le habían temido? Los humanos no le habían ofrecido otra cosa que soledad.

Darious se irguió hasta alcanzar toda su altura, y dirigió sus ansias nuevamente más allá de los rígidos muros que lo mantenían atrapado. Si se permitía sentir, solo encontraría dolor… había aprendido esa lección de la forma más dura. Nunca había necesitado a nadie, y no iba a empezar ahora… especialmente, no necesitaba de seres más débiles que él. Sigilosamente le rugió al hombre antes de retirarse, destrozando la ventana al salir.

Kyou se quedó allí con las manos enterradas en los bolsillos de su pantalón, dejando que el viento azotara sus largos cabellos. Arqueó una ceja preguntándose qué habría hecho para enojar a la entidad. No estaba más cerca de averiguar qué era… pero, otra vez, su familiaridad lo obsesionaba. Algo le dijo que no sería la última vez que sus caminos se cruzaran.

Volteando hacia la puerta, esbozó una sonrisa cómplice. Rápidamente la abrió y salió justo a tiempo para ver como todos caían por el umbral.

Habían abandonado la habitación, pero tan pronto como Kyou trabó la puerta tras de sí, ellos se congregaron contra ésta, presionando sus orejas contra la madera barnizada. Les tomó por sorpresa cuando la puerta se abrió abruptamente, haciéndolos caer al piso hacia adelante.

“Supongo que esto significa que tendré que volver a entrenarlos a todos en sus habilidades de interceptación”, afirmó Kyou antes de salir de la habitación. “Y Suki, llama a los obreros para que arreglen la ventana”.

*****

Toya tiraba del cuello de su camisa, gruñendo frustrado. Kyou se había encargado de vestirlo. El atavío se parecía a las porquerías que, según había visto, usaban los vampiros bobos de las películas, y se completaba con un accesorio de encaje con volados alrededor del cuello. Los pantalones solo le llegaban a las rodillas, y usaba medias blancas. ¿Medias? ¿Qué diablos se creía Kyou que era?… ¿un mariposón?

Toya se había rehusado a usar peluca, conformándose con atar su largo cabello en una cola de caballo sobre la nuca, con varios mechones que caían a los costados. La única parte del complejo disfraz que sí le gustaba era la larga capa negra con capucha y forro rojo. Realmente combinaba bien con el resto del atuendo. El otro beneficio era que los ojos de Kyoko se habían iluminado cuando lo vio lucirla.

Sus ojos dorados se suavizaron al verla. Ella lo había llamado el vampiro más sensual que jamás había visto. Su mirada recorrió su cuerpo haciendo la misma apreciación.

Ella llevaba un atuendo igual de elaborado que el suyo, pero al que se había adaptado mucho mejor. Kyou le había elegido un vestido que recordaba a la época colonial. Era una bonita combinación de rojo y negro decorada con una pequeña borla en la parte trasera que, para Toya, parecía balancearse a cada paso que daba. Llevaba una sombrilla negra de raso y un sombrero de copa femenino sobre su cabello rojizo que no cumplía otra función más que ser elegante.

El único problema del atuendo de Kyoko era que era corto adelante… solo le llegaba hasta la mitad del muslo, mientras que la parte trasera era larga y se arrastraba por el suelo. La parte superior del corsé también era de corte bajo, y mostraba más escote de lo que Toya quería que otros vieran…otros excepto él.

Seductora fue la primera palabra que se le vino a la mente, pero no compartió ese cumplido con ella. Solo respondió a sus bromas diciéndole que les presentaría a su primera enamorada a los muchachos del área infantil.

A pesar de que el atuendo revelaba al pervertido que Kyou llevaba adentro, Toya tuvo que admitir que su hermano mostró un impecable estilo al escogerlo. Ninguno de ellos tenía aspecto de monstruo aterrador, de modo que estaban bien para pasearse entre los niños en los festejos. Si Kamui y Amni tenían la información correcta, la bruja iba a raptar a otro niño esa noche.

“¡PROBANDO!”

Kyoko se llevó una mano al costado de la cabeza y pestañó un poco, mientras que Toya dio un gruñido al sentir el dispositivo de escucha en su oreja.

“¡Baja el maldito volumen, desgraciado nerd!”, exclamó Toya en voz alta, esperando que los parlantes de Kamui estallaran.

Kamui rio nerviosamente. “Lo siento, no pude resistirme. Ah y Toya, si quieres seguir desvistiendo a Kyoko con tus ojos, no lo hagas aquí”.

“¿Cómo diablos…?”, masculló Toya mirando alrededor.

Kyoko sonrió y puso una mano sobre el brazo de Toya para captar su atención, luego señaló hacia la cámara de tráfico montada por encima del semáforo.

“Hijo de perra”, gruñó Toya. “Otra vez accedió al centro de control del tráfico”. Sonrió y miró a Kyoko. “¿Qué tal si le muestro?”.

Kyoko golpeó a Toya en el brazo y lo miró furiosa, con las mejillas enrojecidas.

“El único que verá a Kyoko desnuda soy yo”, exclamó Kotaro con buen humor desde algún lugar de las cinco cuadras que se habían acordonado para las fiestas de Halloween. “Es a mí a quien ama realmente”.

“¡HA!”, exclamó Kamui. “A Kyoko le gustan más los tipos tranquilos, lo cual me coloca al frente por el momento”.

“Acabas de gritar en su maldita oreja con tu prueba… ¿cómo rayos te convierte eso en un tipo tranquilo?”, argumentó Toya.

“¿Pueden dejar de bromear?”, exigió Tasuki. “Estamos aquí para buscar demonios, no para discutir la vida sexual de Kyoko”.

“¿Qué tal la falta de vida sexual?”, preguntó Yohji, desatando otra ola de risas contenidas.

“¿Qué tal si se callan todos?”, ordenó Kyoko, súbitamente enojada por estar sonrojándose con diez tonos de rojo. “Solo porque no tengo novio no significa que puedan burlarse de mi”.