Maldivas

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Golpe de 2012. Mohamed Nasheed renunció a su cargo el 7 de febrero de 2012, tras numerosas manifestaciones en el país. Pero unos días después dijo que lo había hecho bajo coacción, a punta de pistola, después de un motín del ejército. Se señaló a los familiares de Gayoom como los principales sospechosos. Entonces, ¿fue un golpe o no? Todo indica que fue el tercer golpe de Estado en las Maldivas.

Política y economía

Política


Política - Theemuge, el palacio Presidencial de Malé.

© Aradhana Kothari

Forma de gobierno

Las Maldivas es una república presidencial, lo que significa que el presidente también actúa como primer ministro. Desde la introducción de la nueva Constitución, el 7 de agosto de 2008, se elige al nuevo representante cada cinco años por sufragio universal directo. Antes de 2008, el Majlis (Consejo de Ciudadanos) elegía al presidente cada cinco años y se confirmaba por un referéndum nacional. Por lo tanto, los votantes solo confirmaban la elección del Poder Legislativo. La jerarquía política, altamente centralizada del país, se extiende a varios niveles.

El presidente, que es a la vez jefe de Estado y de Gobierno, ejerce el poder ejecutivo. Tiene poder militar como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. También es responsable del Poder Judicial, que todavía deja poca independencia a la justicia.

El Consejo de Ciudadanos o Majlis es el equivalente a nuestro parlamento, que tiene poder legislativo. Está compuesto por 85 miembros elegidos por sufragio universal para un mandato de cinco años.

Los consejeros se reparten en grupos de uno a cinco, por división administrativa, y llevan la administración de un atolón. Son responsables de su organización económica y política, y reciben la asistencia de un cadi, líder religioso que está a cargo de los asuntos judiciales y vela por el cumplimiento de la sharia.

Partidos

Hasta hace poco, en las Maldivas no había ningún otro partido político que no fuera el del presidente. Aunque no hubo una prohibición oficial, la política multipartidista solo ha sido una realidad desde 2005. En julio de 2003, el grupo de defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional acusó al Gobierno de represión política: citó, en particular, la «detención arbitraria» de opositores al régimen y la tortura de presos. El Gobierno refutó estas acusaciones como «falsas e infundadas». Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de 2003 se permitió la participación de otros candidatos a parte de Gayoom, pero solo se les concedieron unos pocos minutos de televisión, frente al tiempo ilimitado para el presidente saliente; obviamente, solo recibieron unos pocos votos. El 26 de junio de 2005, Gayoom autorizó, oficialmente, a los partidos políticos que hasta entonces operaban desde el extranjero.

En 2018 los principales partidos fueron el Partido Progresista de Maldivas (PPM), del presidente saliente Abdulla Yameen; el Partido Democrático de Maldivas (MDP), del expresidente Mohammed Nasheed y actual presidente Ibrahim Mohamed Solih; el Partido Maumoon Dhiveli Rayyithunge (DRP), del expresidente Maumoon Abdul Gayoom; el Partido Adhaalath (AP, Partido de la Justicia); el Partido Democrático Islámico (IDP); el Partido Republicano (Jumhooree), de Gasim Ibrahim, y la Alianza Democrática de Maldivas (MDA), de Ahmed Siyam Mohamed, un importante hombre de negocios. Cabe destacar la coalición Gaumee Itthihaad (Partido Nacional Unificado), del expresidente en funciones Mohammed Waheed.

Retos actuales

Libertad de expresión y censura

Hay una tendencia a pensar que todo es hermoso y de color rosa en los destinos paradisíacos, pero ahí es donde nos equivocamos. La libertad de expresión es muy reciente en Maldivas y todavía no se lleva a cabo correctamente. Acostumbrados a las detenciones, torturas y amenazas, los maldivos todavía no se atreven a publicar sus opiniones en público por temor a represalias. El régimen totalitario de Maumoon Abdul Gayoom ha dejado su huella. Las discusiones sobre política se hacen entre susurros y desaparecen con rapidez. El artículo 25 de la Constitución establece la libertad de expresión, pero muchos decretos la restringen con severidad. En cada manifestación, la represión policial y la censura de la información se hacen patentes. Se agrede y amenaza físicamente a periodistas, incluso los enviados por los principales medios de comunicación internacionales. Durante mucho tiempo, el expresidente Mohamed Nasheed mostró su interés por mejorar la libertad de expresión, pero dependía del apoyo del Ministerio de Asuntos Islámicos, ligado al muy conservador partido Adhaalath. Este ministerio ejerce presión y sigue con la censura, especialmente en Internet. Durante mucho tiempo, Reporteros sin Fronteras consideró a las Maldivas como uno de los «quince enemigos de Internet». Se eliminó el archipiélago de esta lista en 2011. Hoy, si bien no hay censura en el sentido estricto de la palabra, las voces disidentes no lo tienen fácil para hacerse escuchar. Amnistía Internacional no dudó en dar la voz de alarma en un informe publicado el 5 de septiembre de 2012 y titulado «The other side of paradise: a human rights crisis in the Maldives». El informe denuncia el trato policial a los manifestantes desde que Mohammed Waheed tomó el poder. «La policía los golpeó, los arrestó arbitrariamente, atacó a los heridos en el hospital y cometió actos de tortura, pero no se ha procesado a ninguno de los presuntos autores», ha declarado Abbas Faiz, investigador de Amnistía Internacional en las Maldivas. El 1 de mayo de 2015, la oposición organizó una importante manifestación contra el Gobierno en Malé y las principales islas Maldivas, después de que Nasheed, el expresidente, acabara de ser detenido y condenado a trece años de prisión por «terrorismo». La manifestación fue reprimida con violencia por la policía. Se denunció el uso de gases lacrimógenos contra manifestantes pacíficos, la violencia y las muchas detenciones, todo ello condenado por Amnistía Internacional.

Política internacional

Las Maldivas está presente en la escena internacional mediante el trabajo permanente de la ONU, y por ser parte de muchos acuerdos internacionales, económicos (SAARC) y ecológicos (Biodiversity). La SAARC (Asociación del Asia Meridional para la Cooperación Regional), establecida en 1995 y a la que pertenece las Maldivas, es la única organización interestatal del Asia meridional. En enero de 2006 se estableció una zona de libre comercio en los países afectados. A pesar de una situación económica precaria antes del auge del turismo, las Maldivas ha logrado preservar su autonomía frente a la presión política, religiosa y financiera de Estados poderosos. Mantienen estrechas relaciones con países musulmanes, como Kuwait y Libia, que financiaron el aeropuerto y la gran mezquita de Malé, pero no están bajo su control. Desde un punto de vista económico, la salida de los británicos de la isla de Gan causó preocupación, ya que los estadounidenses y los rusos hicieron ofertas espectaculares para obtener la concesión e instalar bases militares allí. Los maldivos se decidieron a favor de la Organización Nacional de Comercio de Maldivas y de los inversores de Hong Kong que establecieron allí fábricas de confección.

En la actualidad, las relaciones de Maldivas con el resto del mundo giran en torno a la política ambiental, que es una de las prioridades del Gobierno, ya que el archipiélago puede desaparecer debido al aumento del nivel del mar.

Economía

La economía de las Maldivas se basa en la exportación de algunos productos locales y la importación de artículos de primera necesidad. Parece que la situación siempre ha sido así, según la descripción que dio el viajero chino Chao Ju-Kua en 1349: «Los productos originarios de las Maldivas son cocos, conchas de cauri, pescado seco y grandes pañuelos de algodón. Cada comerciante toma una carga de cauris para Wu-Tieh (Orissa?) o Peng-ka-la (Bengala), donde lo cambia por un cargamento de arroz».

En el siglo XXI, el producto local más exportado es, por supuesto, el pescado. Los cambios son más notables en Malé y las islas circundantes, donde la influencia del mundo exterior se siente con más fuerza. Los días en que los maldivos dependían de los astutos comerciantes indios y de Sri Lanka para impulsar sus economías han quedado atrás. Ahora dirigen sus propias empresas y el número de empresarios adinerados en Malé sigue creciendo. Sin embargo, las Maldivas es uno de los países más pobres del mundo, con un ingreso diario promedio per cápita inferior a 5 $. A pesar de esta situación, la nación es uno de los países más desarrollados de Asia. El PIB ascendió a 4866 millones de dólares en 2017. El crecimiento fue del 4 %, por encima de las expectativas del FMI, pero la balanza comercial sigue siendo deficitaria, con -1,85 millones de dólares en 2016. El desempleo es del 3,2 %, pero para los jóvenes de 15 a 24 años es el doble. Representativo de las cuestiones de igualdad de género, entre los hombres jóvenes hay un 15,5 % de desempleo, frente al 30,5 % de mujeres jóvenes. Si bien la inflación sigue bajando del 10 %, en 2012, al 0.95 %, en 2017, las desigualdades entre ricos y pobres aún son significativas. La mayor parte de la riqueza se concentra en manos de unas pocas familias que han hecho su fortuna con el turismo. Cerca del 16 % de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, fenómeno más frecuente lejos de Malé, debido a la lejanía de las islas y a la falta de infraestructuras y servicios sociales en los atolones. La autorización, desde 2011, a las islas locales para recibir turistas en casas de huéspedes permite que la situación se iguale un poco, aunque solo las familias más ricas pueden invertir en renovar sus casas para acoger a los turistas extranjeros. Sin embargo, la pobreza es menos pronunciada que en otros países porque las comunidades insulares y las familias numerosas actúan como una red de apoyo mutuo entre sus miembros. En Malé, casi nadie duerme en la calle o se acuesta con hambre. En este sentido, el pequeño tamaño de las Maldivas es una ventaja, ya que todos se conocen y desempeñan una importante labor de solidaridad. La limosna también se mantiene como uno de los pilares de la religión islámica.

 

Con el fin de satisfacer las necesidades económicas del país, el Gobierno adoptó, en 2000, un plan nacional de desarrollo a largo plazo, Visión 2020, que contiene tres directrices: mejorar la calidad de vida de los maldivos; distribuir la densidad de población y mejorar la conexión socioeconómica entre Malé y las demás islas, y establecer una base sólida para el futuro desarrollo de la economía. Además, la salud, la educación, el abuso de drogas, la protección social, el medioambiente y la igualdad de los géneros ocupan un lugar central en las preocupaciones políticas y sociales.

El tsunami en las Maldivas

En diciembre de 2004, el tsunami que devastó las costas asiáticas causó graves daños materiales y económicos en las Maldivas, donde cerca del 60 % de la superficie de las islas ocupadas quedó parcialmente sumergida y el 15 % de los edificios, destruidos. La ola llegó quince minutos después de sacudir Sri Lanka (el avión tarda una hora y cuarto). El agua subió alrededor de 1,40 metros durante unos diez minutos, lo que provocó la inundación de las islas. Catorce islas fueron destruidas y tuvieron que ser evacuadas, lo que provocó el desplazamiento de unas 12 500 personas. En cuanto a pérdidas humanas, las cifras parecen menos devastadoras que las de Indonesia, Sri Lanka, India o Malasia. Es imposible evitar pensar que, dada la magnitud del fenómeno, es todo un milagro: 82 muertos, entre ellos 3 turistas, y unos 20 desaparecidos, para una población de 188 450 habitantes y 17 000 turistas presentes en ese momento, en plena temporada alta. Pero si tenemos en cuenta la proporción de muertos y desaparecidos en cada país, en relación con su tamaño y población, veremos que las Maldivas se encuentra entre las naciones más afectadas por el tsunami, con una pérdida del 0,04 % de la población, en comparación al 0,01 % de Malasia, la India y Birmania. Es cierto que, dada la vulnerabilidad de las Maldivas a posibles desastres naturales, el número de víctimas sigue siendo bajo. Además, 19 de los 84 resorts del archipiélago tuvieron que cerrar sus puertas para la reconstrucción. El turismo y la pesca, los dos principales activos del país, fueron muy afectados. Esto generó que en 2005 se produjera una verdadera crisis económica que agravó la pobreza de la población maldiva.

Principales recursos


Principales recursos - Mercado de frutas y hortalizas del Malé.

© Aradhana Kothari

Desde la década de 1980, la economía de Maldivas se ha basado en dos sectores claves: el turismo y la pesca.

Pesca

«La pesca es el alma de nuestra nación. Desde la tierra en la que vivimos hasta el mar que nos rodea, la pesca es una parte importante de nuestra existencia. La pesca, nuestro país y su gente seguirán siendo inseparables para siempre». Así es como el expresidente Gayoom habló de la actividad tradicional del país. Los dhonis de pesca eran de propiedad privada, con una tripulación de unos diez hombres. Para estos pescadores, la jornada laboral era larga. Salían a las cinco de la mañana para capturar peces de arrecife con cebo y mantenerlos vivos en el casco del dhoni. Luego, navegaban mar adentro para llegar a los bancos de bonito, a veces navegando más de cuatro horas, ya fuera a motor o a vela, si el viento era favorable. En un buen día, un barco podía volver con hasta mil peces, pero, en general, la media era más baja. Cuando la bodega se llenaba, empezaba la larga vuelta a casa. Los pescadores llegaban a la costa a última hora de la tarde y llevaban su pesca a la playa, donde las mujeres la recogían y cocinaban. Cualquier exceso se hervía, se ahumaba durante un día y, finalmente, se secaba. Se exportaba bajo el nombre de «pescado maldivo», hikimas. Este producto era muy apreciado entre los habitantes de Sri Lanka, que lo importaban en masa. Ahora, los barcos frigoríficos, armados por el Gobierno, recorren los atolones y recogen el pescado directamente de los pesqueros, lo que les ahorra todo el trabajo de preparar el «pescado maldivo» y genera dinero a las familias. La pesca proporciona empleo a una gran parte de la población activa, así como recursos alimentarios, a pesar de la disminución de su repercusión en el PIB, que ahora es solo del 1 %. Esto se debe a la escasez de materias primas. El sector pesquero sigue representando el 98 % de las exportaciones de mercancías y emplea al 11 % de la población activa (cerca de 20 000 personas). El Estado tiene el monopolio de la exportación de productos pesqueros y es el que fija el precio del pescado. En la isla Felivaru, en el atolón Faadhippolhu, el Estado ha establecido una fábrica de conservas que puede procesar pescado en menos de cuatro días utilizando los métodos más modernos. El principal producto de exportación es el bonito. La pasión de los asiáticos por las aletas de tiburón causó la despoblación gradual de la especie en el archipiélago hasta la década de 2000. Una ley prohíbe la pesca de tiburones en todas las aguas territoriales desde 2010.

Industria

La industria maldiva se compone de un sector tradicional y otro moderno. El sector tradicional es artesanal. Aparte de la construcción naval, emplea a la mayoría de las mujeres y representa alrededor del 15 % de la población activa. Incluye el tejido de esteras de palma y cuerdas de fibra de coco, la extracción de aceite de coco, la fabricación de pescado maldivo y la herrería. Este sector se ha fortalecido por el contacto con el turismo, que ha abierto oportunidades inesperadas para muchos productos, y se beneficia de la asistencia del programa de desarrollo de las Naciones Unidas. Las principales actividades del sector moderno son la industria conservera de pescado, la confección de prendas de vestir, la producción de tubos de PVC, la construcción naval de fibra de vidrio y el embotellado de agua dulce, por no hablar de las actividades secundarias, como las empresas de transporte, las tiendas de maquinaria y las fábricas de ladrillos.

El Gobierno fomenta el desarrollo del sector industrial, que representa solo el 16 % del PIB. Para participar en este desarrollo y garantizar su independencia, ha creado su propia compañía naviera, Maldives Shipping Ltd., que se encarga de la gestión de los buques. Esta flota incluye diecinueve barcos que salen por el océano Índico, principalmente entre las Maldivas y Sri Lanka, India, Singapur, Hong Kong, Japón y Tailandia. También ha establecido cuotas de importación y ha abierto ciertos sectores del comercio exterior a la iniciativa privada, que hasta ahora había sido un monopolio estatal. A fin de favorecer la inversión extranjera, ha liberalizado la legislación comercial y ha eliminado los controles de cambio, pero el tamaño del mercado local, la falta de mano de obra calificada, y las dificultades en el suministro de materias primas y energía son obstáculos que desalientan a los posibles inversores.

Agricultura

Si tenemos en cuenta la insuficiencia de las condiciones climáticas, el reducido tamaño y la pobreza de las tierras cultivables, la agricultura se mantiene como una actividad destinada, principalmente, a la subsistencia. Su participación en el PIB es solo del 3 % (2017). Sin embargo, la agricultura desempeña un papel importante en los recursos alimentarios y en las oportunidades de empleo, ya que el 15 % de la población trabaja en este sector. La superficie cultivable representa alrededor del 10 % del territorio de Maldivas, es decir, solo unos 30 km². Las técnicas agrícolas son tradicionales. Las plantaciones se realizan durante el monzón del suroeste, para aprovechar las lluvias que ablandan el suelo. El mijo se encuentra más en los atolones del norte, mientras que en el sur, los cultivos son más variados y ofrecen taro, maíz y sorgo, así como vegetales verdes, como pepinos, cebollas, repollo, espinacas y la mayoría de las frutas locales. La excepción es la cosecha del coco. A pesar de que crecen por su cuenta y requieren un mantenimiento mínimo, la cosecha conlleva un trabajo importante. Los cocoteros son el principal recurso natural de las Maldivas: cuanto más numerosos sean en una isla, más valiosa será y más cara será la concesión. El cocotero se puede explotar en su totalidad, ya que cada una de sus partes tiene un valor comercial: su tronco se corta en tablas y se usa para construir dhonis y casas; sus palmas secas y trenzadas se utilizan para cubrir casas y hacer alfombras; sus fibras sirven para hacer cuerdas muy resistentes y famosas hasta Sri Lanka, y su fruta es la base de una multitud de bebidas, platos y condimentos. Al considerar la pequeña cantidad de productos agrícolas, estos tienen un valor económico importante, en especial las frutas. Las principales salidas para las cosechas son Malé y las islas turísticas. Hay que importar muchos productos para compensar el déficit de la producción local. El Gobierno quiere cambiar esta situación y ha tomado medidas para fomentar la agricultura en las islas deshabitadas y rehabilitar el cultivo del coco, que sufrió un período desfavorable debido a la destrucción masiva de los cultivos a causa de las ratas.

Importancia del turismo

El turismo no llegó a las Maldivas hasta septiembre de 1972 por iniciativa de un turoperador italiano, Georges Corbin, y dos inversores maldivos. Un grupo de doce turistas que se alojaban en Malé eran llevados a diario a la entonces desierta isla de Vihamanafushi (ahora Kurumba). A finales de año, la isla de Bandos se abrió al turismo y atrajo a más de 1000 turistas. Hasta 1978, el desarrollo del turismo se llevaba a cabo de una manera bastante salvaje, sin ningún orden general, y era el resultado de la iniciativa individual de los inversores ricos. Para aprovechar el potencial turístico sin alterar el país, el Gobierno reformó su legislación. En 1979 entró en vigor la Ley de Turismo, que regula la industria turística y exige que todas las inversiones extranjeras sean aprobadas por el Departamento de Turismo y la Oficina de Inversiones Extranjeras. En 1983, el Gobierno introdujo el Plan de Control del Turismo, diseñado para determinar las bases de la evolución del turismo y delimitar las áreas de desarrollo. Cinco años después, en 1988, se creó el Ministerio de Turismo. A partir de ese momento, los proyectos de islas-hotel debían presentarse ante el Gobierno para su aprobación. Este también tomó medidas necesarias para asegurar que el turismo fuera una oportunidad potencial para todos los maldivos. Dio prioridad a la formación de una mano de obra local destinada, a largo plazo, a sustituir a los dirigentes, por lo general extranjeros. Para satisfacer la necesidad de personal cualificado, en 1987 el Gobierno abrió una escuela de hostelería y envió a los maldivos a recibir formación en el extranjero. El turismo también ha creado muchos puestos de trabajo en los sectores de la construcción inmobiliaria, la agricultura y la pesca, que son necesarios para abastecer a las islas hoteleras. Sin embargo, aunque el turismo es un medio de vida escaso para muchos maldivos, ha enriquecido, de forma considerable, a un puñado de propietarios de viviendas. Durante los primeros años, el turismo era una actividad estacional, practicada por europeos. Se concentraba en torno a los meses de invierno y convertía el resto del año en temporada baja. Luego, las Maldivas se dio a conocer en el mercado internacional, entre nuevos clientes que ahora se turnan en las playas todo el año.

 

En la actualidad, los turistas vienen de todas partes del mundo. En 2010 llegaron 800 000 personas a las Maldivas. En 2011, 931 333. Un aumento espectacular, que desgraciadamente se ralentizó en 2012, cuando el archipiélago recibió 958 027 visitantes. Una desaceleración del crecimiento debido a la inestabilidad política del país. Sin embargo, los números volvieron a subir y la marca para alcanzar el millón llegó en 2013, con 1 125 000 visitantes. En 2015, el país registró 1 184 000 entradas. Los chinos ocupan la mayor parte del mercado, con 359 514 visitantes en 2015, lo que representa casi el 30 % de las llegadas registradas. Les siguen los europeos, principalmente de Alemania, Gran Bretaña e Italia. Los franceses ocupan la séptima posición, con un número de visitantes que representan solo el 3,4 % del mercado. América, Oceanía y África aún son mercados por explorar. El turista medio pasa unos ocho días en las Maldivas. Desde el punto de vista de las infraestructuras, el número de islas pasó de ser una instalación rudimentaria en 1972, a un total de diez en 1977. Ahora hay 115 islas-hotel. Cabe señalar que en las Maldivas todo se mueve muy rápido, se planifican constantemente una docena de nuevos resorts turísticos. El Gobierno ha implementado una política de desarrollo de varios años, destinada a inflar la infraestructura turística existente. En 2011 se permitió la apertura de casas de huéspedes en las islas locales, una nueva fuente de ingresos para los maldivos. Concretamente, se permite a los empleados de los resorts crear sus propias empresas. Si bien en 2011 solo había 38 casas de huéspedes, en 2015 ya existen 315. El éxito de esta medida significa que hoy no hay una isla local que no tenga, al menos, una habitación de huéspedes.

Los complejos turísticos que se construyen son de alta gama. Los tres estrellas, más sencillos, tienden a desaparecer del paisaje de Maldivas en favor de los cinco estrellas, con la última tecnología o ecológicos. La idea es clara: el turista de las Maldivas debe ser rico. Por el contrario, los empleados de los hoteles solo ganan entre 400 y 500 $ al mes de salario mínimo gracias, en particular, a la «tasa de servicio» establecida en 2011. Los complejos y resortes obtienen ganancias de varios miles de millones de dólares al año. En definitiva, la legislación laboral de Maldivas no está bien desarrollada. Las islas-hotel son de propiedad estatal y se dan en concesión a empresarios maldivos o a inversores extranjeros. Estas concesiones tienen un plazo variable de cinco, nueve, trece o más años. El precio de la concesión varía según el tamaño de la isla y el número de cocoteros que crecen en ella. Cuando expira el contrato, este se revisa: los alquileres aumentan y las condiciones de negociación son más firmes. Pocos inversores renuevan sus contratos, de modo que las islas vuelven a la gestión de las Maldivas. Ahora el Gobierno aplica una política firme para tener el control absoluto sobre el desarrollo turístico y para controlar los intercambios culturales y económicos de los extranjeros y de la población de las Maldivas. El turismo es la principal fuente de ingresos del Estado y representa el 75 % del PIB y más del 80 % de los ingresos del comercio exterior. Los impuestos al turismo generan casi 2,2 millones $. Se trata de una verdadera ganancia inesperada para el país, donde más del 90 % de los ingresos provienen de los impuestos de importación de bienes —al igual que la mayoría de los países insulares— y de los impuestos al turismo: el famoso Tourism Good and Services Tax (TGST), que se introdujo en 2011 a una tasa del 3,5 % y se incrementó, de forma gradual, hasta alcanzar el 12 %, en 2014. En 2019, la cadena hotelera española RIU abre sus dos primeros hoteles en Maldivas, en los islotes de Kedhigandu y Maafushi.

Retos actuales


Retos actuales - Pescadores de Malé.

© Aradhana Kothari

Si bien cada año aparecen nuevos resorts, el turismo de Maldivas ha experimentado una pequeña revolución desde 2011. Normalmente fuera de la afluencia turística, las islas habitadas (por los lugareños, a diferencia de las islas-hotel), han visto nacer pequeñas pensiones y casas de huéspedes. Es el caso de Hulhumalé, una isla artificial conectada al aeropuerto de Hulhulé y Malé, con unas sesenta casas de huéspedes, o Maafushi, una isla en el atolón de Malé Sur que ahora cuenta con unas cincuenta. Estas islas y otras más alejadas, como en el atolón de Noonu (unas cinco horas en lancha), están empezando a recibir cada vez más visitantes extranjeros. Sin embargo, las islas habitadas cumplen con las reglas y costumbres locales: prohibido el alcohol, prohibidos los bikinis para las mujeres..., aunque disponen de bikini beaches o floating bars para los turistas. Las habitaciones (una media de 75 $ por noche con impuestos incluidos) están a años luz de los precios que se cobran en los resorts. En 2015 se acabó de confirmar esta tendencia, con la apertura de más y más casas de huéspedes e, incluso, pequeños hoteles. En solo cuatro años, el número de casas se ha multiplicado por diez, de 38 en 2011 a 315 en 2015.

El gobierno se ha comprometido a recuperar las islas-resort —reclaimed islands—, especialmente cerca de Malé, para que sean habitables por los lugareños. Así, en 2010, el gobierno recuperó la pequeña isla de Villimale, la que fuera la segunda isla turística, creada en 1973, para abrir un centro de rehabilitación para jóvenes drogadictos. El centro cerró en 2016 y la isla está evolucionando sin problemas. En 2013 Club Faru, una de las islas-hotel más cercanas a Malé (5 km), cerró sus puertas para conectarse con la isla de Hulhumalé, un distrito llamado Ciudad de la Juventud. El objetivo es, sin duda, intentar resolver los problemas de superpoblación de la capital, pero también seguir desarrollando el turismo de rango medio, un proyecto impulsado por el expresidente Nasheed antes del golpe de Estado de 2012. Por lo tanto, las Maldivas está empezando a acoger a una nueva clientela.

Población e idiomas


Población e idiomas - Niños jugando alrededor de una hamaca maldiva.

© Sakis Papadopoulos

Población

Los orígenes del primer asentamiento en las Maldivas son inciertos. Los descubrimientos arqueológicos sugieren que los primeros habitantes eran arios del norte de la India. Sin embargo, las similitudes culturales y lingüísticas con Sri Lanka sostienen que los actuales maldivos son descendientes de emigrantes cingaleses de origen dravidiano. Más tarde hubo muchos matrimonios mixtos con árabes, asiáticos y africanos orientales, de modo que los maldivos tienen un físico diferente al cingalés. Por lo general, son más pequeños y, debido a la mezcla secular que experimentan, más variados.

Unas cuantas cifras. La República de las Maldivas (Divhi Jumhuriyya) tenía solo 103800 habitantes en 1967; aumentó a 280000 en 1998; 349106 en 2005 y se estima que la cifra llegó a los 417492 en 2017. Este dramático aumento, debido a la disminución de la mortalidad infantil, se agrava en el caso de Malé, la capital, que por sí sola tiene una población de alrededor de 153000 personas en una superficie de solo 5 km², es decir, 1/3 de la población total de Maldivas. Aparte de la capital, no hay problemas de hacinamiento y casi 1000 islas permanecen deshabitadas. Parte de la superpoblación en Malé se debe al movimiento migratorio de los habitantes de la isla de Gan, que encontraron refugio en la capital cuando los británicos se retiraron de su concesión, en 1976, y privaron a casi 12000 personas de sus empleos. Tras el tsunami de 2004, Malé también creció con varios miles de habitantes.

La población de las Maldivas es muy joven: el 21% de los maldivos son menores de 14 años, el 22,4% tienen entre 15 y 24 años, el 52,2% tienen entre 25 y 64, y los mayores de 65 años representan solo el 5,1% de la población. La edad media es de 26,7 años. La mejora de la calidad de vida y, en particular, de la atención médica ha aumentado la esperanza de vida a 75 años. La tasa de mortalidad infantil es del 0,23% (23 de cada 1000 niños) y la tasa de fecundidad es de 1,74 niños por mujer.

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