Etiopía

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Aunque Etiopía se mantuvo notablemente estable, el año 2016 estuvo marcado por las rebeliones oromo, reprimidas con sangre, especialmente cuando se masacró a cerca de 50 estudiantes en Ambo. Amnistía Internacional informó de casi 500 muertes en un año y de miles de presos políticos. La tensión disminuyó en 2017, y hay conversaciones en curso, pero el país no está a salvo de nuevos trastornos políticos.

Tras la renuncia del presidente Mulatu Teshome, Etiopía eligió por unanimidad a la primera mujer presidenta del continente africano, Sahle-Work Zewde, en octubre de 2018. Su primer ministro, Abiy Ahmed, fue galardonado en 2019 con el Nobel de la Paz por impulsar el fin del conflicto con Eritrea.

A pesar de las luchas étnicas y los problemas habituales, Etiopía es una país seguro donde los visitantes no deben preocuparse por nada.

Meles Zenawi

Nacido en Awda en 1955, falleció en Bruselas en 2012. El ex primer ministro etíope se fogueó en la política en la lucha contra el régimen del Derg. Tras haber estudiado medicina durante un año en la Universidad de Adís Abeba, el joven decidió unirse a la parte norte de Tigray e integrarse en las filas del Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT). Destacó en el movimiento por su carisma, que le valió el reconocimiento como líder indiscutible de las fuerzas de liberación de la coalición cuando la capital fue tomada en 1991.

Nombrado jefe del gobierno provisional y reafirmado su cargo en las primeras elecciones libres de 1995, fue reelegido para un segundo mandato en 2000 y de nuevo en 2005 y 2010. Tras dirigir Etiopía con mano de hierro durante casi dos décadas, murió en Bélgica tras ser hospitalizado de emergencia. El ascenso de Zenawi al poder marcó el predominio del poder tigraya sobre las demás instituciones del país. Desde su muerte, en el país se ha establecido un verdadero culto a su herencia política y sus grandes reformas económicas.

Política y economía


Las Regiones

Política

Forma de gobierno

El régimen dictatorial de inspiración estalinista del coronel Mengistu, establecido en 1975, terminó el 28 de mayo de 1991.La Constitución de la República Federal y Democrática de Etiopía, ratificada en diciembre de 1994 y que entró en vigor el 22 de agosto de 1995, estableció un Estado federal parlamentario bicameral.

La Cámara de Representantes del Pueblo, compuesta por 547 miembros elegidos directamente por sufragio universal durante cinco años, ostenta el poder legislativo, fiscal y presupuestario. La coalición gobernante, el Frente Democrático Revolucionario de los Pueblos Etíopes (EPRDF), ganó las elecciones con una aplastante victoria, 500 escaños de un total de 547, en las últimas elecciones de mayo de 2015.

La Cámara de la Federación, compuesta por 108 miembros elegidos por cinco años por los representantes de las nueve regiones (conocidas como Naciones, Nacionalidades y Pueblos de Etiopía), tiene un papel constitucional y garantiza el buen funcionamiento del federalismo.

Las instituciones se caracterizan por un poder ejecutivo fuerte, ejercido por el primer ministro, elegido por el partido mayoritario por un período de cinco años, renovable por un segundo mandato y que elige a los 18 miembros de su gabinete. Abiy Ahmed fue elegido para este cargo por la coalición mayoritaria del Parlamento (Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE), que ocupa 500 escaños (de un total de 547) en la Cámara de Representantes). Abiy Ahmed ha formado el primer gobierno paritario en la historia del país.

El presidente, cuya función es esencialmente honorífica, es elegido por la Cámara de Diputados del Pueblo por un período de seis años. La señora Sahle-Work Zewde fue elegida presidenta el 25 de octubre de 2018.

El poder judicial, encarnado por el Tribunal Supremo Federal, es constitucionalmente independiente de los poderes ejecutivo y legislativo.

La Constitución Federal dividió el país en nueve regiones étnicas (Afar, Amhara, Tigray, Oromo, Somalí, Gambela, Naciones y pueblos del Sur, Harar, Benishangul Gumuz) y dos administraciones autónomas (Adís Abeba y Dire Dawa). Cada región tiene su propio gobierno y está dividida en municipios (werada) y cantones (kebele), y tiene un derecho constitucional a la autodeterminación y la secesión, aunque, en la práctica, este proceso sería extremadamente difícil de realizar.

Partidos

Aunque el multipartidismo existe en Etiopía, el sistema se caracteriza por una asimetría muy fuerte entre el poder de los partidos gobernantes y la debilidad de los partidos de la oposición. En realidad, el sistema puede dividirse en tres categorías.

El FDRPE, partido omnipotente en el poder. El FDRPE es una coalición entre sus partidos fundadores, el Frente Popular para la Liberación del Tigray (FPLT) y el Movimiento Democrático Nacional Amhara (MDNA), los impulsores de la lucha contra el régimen de Mengistu, a los que se sumaron la Organización Democrática Popular Oromo (ODPO) y el Movimiento Demócrata Popular del Sur de Etiopía (MDPSE), constituidos con posterioridad y menos poderosos. De tradición marxista-leninista, el FDRPE tiene una visión más popular que liberal de la democracia, en la que la representación basada en el principio del consenso es un freno al pluralismo político. Con 500 escaños de 547 en la Asamblea, así como la mayoría de cargos principales, tanto a nivel federal como regional, gobierna el país desde hace más de quince años.

Organizaciones afiliadas o simpatizantes del FDRPE. Aunque la estrategia del FDRPE ha consistido en obtener el control político directo de las cuatro regiones clave; Tigray, Amhara, Oromo y las Naciones y Pueblos del Sur, así como de Adís Abeba y Dire Dawa, en las regiones periféricas depende de organizaciones locales, estructuradas en clanes, cuya creación ha propiciado y que son su apoyo en esas zonas menos singificativas.

Los partidos de la oposición. Tras la caída del Derg en 1991, la FDRPE invitó a todas las fuerzas políticas locales o exiliadas a participar en el gobierno de transición, en el que pronto se denunciaría su hegemonía. Ya en 1992, el Frente de Liberación Oromo (FLO) fue el primero en abandonar el gabinete, seguido rápidamente por los otros partidos de la oposición. La oposición etíope está compuesta por organizaciones de tendencia étnica, como la Organización Popular Amhara o el Congreso Nacional Oromo, partidos nacionalistas conservadores, como el Partido Democrático Etíope fusionado en 2003 con la Unión Democrática Etíope, y diversas coaliciones y alianzas entre pequeños partidos regionales.

Por último, un grupo más radical no renuncia a la lucha armada contra el gobierno federal. Este es el caso del Frente de Liberación Oromo y su homólogo en Ogaden, que luchan por la independencia de sus regiones.

Retos actuales

Una oposición inexistente. El sistema político no permite que las opiniones disidentes estén representadas: el partido gobernante, el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE), ha ocupado el 80 % de los escaños en el Parlamento desde las últimas elecciones de mayo de 2015. Estas cifras se explican, por un lado, por las leyes vinculantes aprobadas antes de las elecciones, relativas a la libertad de prensa, la sociedad civil y la financiación de los partidos, que impiden la oposición política. Por otro, por unos resultados muy convincentes para el país: crecimiento económico de dos cifras, grandes proyectos de desarrollo, ayudas a los agricultores —que representan más del 80 % de la población—, que realmente consiguen convencer a la mayoría de los habitantes.

Fuertes tensiones étnicas. El principal desafío es controlar los múltiples conflictos agravados por la descentralización y el federalismo étnico. La violencia tiene su origen en las continuas tensiones entre las tribus nómadas de las regiones periféricas por el acceso a los recursos naturales (en especial en la región de Ogaden), pero sobre todo en las diversas luchas por el control del poder, tanto a nivel regional como nacional, y el reconocimiento de algunos de los partidos de la oposición. Aunque la oposición gana terreno poco a poco, no es significativa. Las tensiones étnicas siguen siendo grandes en todo el país: el principal culpable, la minoría tigraya (6 % de la población), que durante 25 años ha ostentado el poder casi de manera exclusiva. A pesar del federalismo, siguen existiendo conflictos separatistas. El gobierno está sometido a tensiones, especialmente con los oromo. En 2016 hubo disturbios en el país, según Amnistía Internacional se produjeron casi 500 muertos y miles de presos políticos. En 2017 las tensiones parecen haber disminuido a pesar de algunos movimientos esporádicos. Para aliviar las tensiones, Adís Abeba quiere contar con un estado secular, un sólido dispositivo de seguridad y una visión para su desarrollo. Pero, ¿será suficiente para acallar las protestas?

 

La sucesión de Zenawi. La muerte del primer ministro Meles Zenawi el 20 de agosto de 2012 hizo temer un período de incertidumbre política sobre todo porque había ostentado el poder desde 1991 y no tenía un sucesor designado. Pero el nombramiento de un nuevo primer ministro, Hailemariam Desalegn, en septiembre, disipó estos temores. Por lo tanto, la estabilidad política no debería cuestionarse. Desde la muerte de Meles Zenawi, el gobierno ha convertido al exlíder en su héroe y en mito fundador de una nueva Etiopía. Su imagen está presente en todas partes, en las vallas publicitarias, en las oficinas de los funcionarios, en los edificios públicos... en todo el país se ha establecido un verdadero culto a su persona. El nuevo primer ministro no reclamó su beneficio de inventario, ya que se posicionó en la continuidad de « la herencia y la visión de Meles » desde su nombramiento. La pobreza de la población, que en 1995 era del 45,5 %, en 2016 había pasado al 24 %.

Una libertad de expresión pendiente. Aunque el Consejo Europeo de Turismo y Comercio lo considera seguro, organizaciones de derechos humanos señalan al país y acusan a su gobierno de utilizar sus leyes para sofocar la libertad de expresión y encarcelar a periodistas y activistas en nombre de la seguridad del país. Adís Abeba anunció 9 de julio de 2015 (justo antes de la visita de Barack Obama), la liberación de seis periodistas y blogueros que habían estado detenidos durante años por razones controvertidas... Esta histórica visita del presidente estadounidense a Etiopía unos días después, como parte de una gira africana, fue polémica porque Obama no abordó este delicado tema. En esa ocasión pronunció un discurso en la sede de la Unión Africana, en Adís Abeba, en el que pidió unidad en la cuestión de la seguridad regional frente a la amenaza terrorista islamista de Al-Shabab, justo después del ataque terrorista de Mogadiscio. El nuevo primer ministro, Abiy Ahmed, liberó a 7600 prisioneros considerados presos políticos y facilitó el retorno de varios dirigentes exiliados. A finales de 2018 no había ningún profesional de la información encarcelado. También desbloquearon 200 sitios web y blogs informativos, y autorizaron a trabajar a canales de televisión prohibidos. Abiy Ahmed también ha alentado la participación de la mujer en política.

Presas hidráulicas, una estrategia de desarrollo nacional

El potencial hidroeléctrico de Etiopía, estimado en 45 000 megavatios, el segundo del continente después de la República Democrática del Congo, es el motor del desarrollo industrial del país, que desea convertirse en el primer exportador de África. Etiopía ya exporta una parte a Yibuti y, a largo plazo, desea hacerlo a Kenia y Sudán del Sur. El objetivo era alcanzar 10 000 MW de potencia instalada en 2016, frente a los 2100 MW en 2013. Para ello se destinaron 9 millones de euros a la construcción de dos presas: la Gran Presa del Renacimiento Etíope (una de las mayores del mundo con 5250 MW) en el Nilo Azul, y Gilgel Gibe III 1870 MW) en el Omo. A ello se añade la construcción de 8000 km de líneas eléctricas para conectar el país, dándole una capacidad eléctrica de 4228 MW frente a los 378MW de 1991. Presas faraónicas que crean controversia (desplazamientos de población) y que ya preocupan a los países vecinos (Egipto y Sudán). En 2017, cerca de 6000 aldeas fueron electrificadas (especialmente Turmi en el valle del Omo) frente a las 300 de 1991. A pesar de todo, es frecuente que haya apagones en Adís Abeba, así como en las demás ciudades del país.

Economía

Para muchos observadores, Etiopía es la futura potencia económica africana. En los últimos diez años su crecimiento medio ha rozado el 10 %. En 2017 el país registró un PIB de 200,6 mil millones de dólares y una tasa de crecimiento del 10,9 %.Es una de las economías más dinámicas del África subsahariana. Como símbolo de esta evolución, en menos de 10 años, más de 2,5 millones de etíopes han superado la pobreza extrema. Muchas empresas textiles chinas e internacionales han trasladado sus fábricas aquí, dado que la mano de obra es cualificada y de bajo coste. La esperanza de vida se ha incrementado en 10 años y los edificios surgen como setas en todas las ciudades del país.A pesar de estas cifras, Etiopía tiene una economía frágil puesto que se basa principalmente en la agricultura y, por lo tanto, depende de los caprichos climáticos que castigan las zonas del este y el noreste con sequías ocasionales. Aunque el 47 % del PIB se genera con la agricultura, este sector emplea al 85 % de la población activa. Todos los pequeños agricultores que tienen su propia parcela de tierra trabajan en condiciones extremas y sin ayuda externa para aumentar su rendimiento.El eterno conflicto con su vecino del norte, Eritrea, y ahora con Al-Shabab en Kenia y Somalia, sigue dando al país una imagen negativa que, durante mucho tiempo, ha ahuyentado a posibles inversores extranjeros o de la diáspora etíope. Sin embargo, aunque Etiopía se encuentra entre los veinte países más pobres del mundo, las cosas están mejorando.El sector turístico, en concreto, está en plena expansión, así como los de la construcción, las telecomunicaciones y la electrificación. Las donaciones internacionales están aumentando (Europa, China, Arabia Saudí) y Etiopía es el mayor beneficiario de los préstamos del Banco Africano de Desarrollo (BAD).

Principales recursos

Agricultura y ganadería. Representan el 85 % de la población activa y aportan algo menos de la mitad del PIB (34,8 % en 2017). A pesar de una gran diversidad que incluye algodón, cereales, semillas oleaginosas, fruta, verdura, especias y flores, la producción agrícola está dominada en términos de rentabilidad por el cultivo del café, que es el principal producto de exportación (35 %) y emplea al 12 % de la población. Aunque no se fomenta oficialmente, el khat es el segundo producto de exportación más importante y una parte significativa y creciente de los ingresos agrícolas del país. Aunque en África se la considera un granero, Etiopía aún tiene dificultades para alimentar a su propia población y promover la agricultura de exportación. Si algo explica una agricultura tan subdesarrollada es una política agrícola pobre y poco planificada y no las sequías cíclicas que afectan a algunas partes del país. Casi todas las superficies cultivadas pertenecen a pequeños propietarios para los que la mecanización resulta imposible. Estas parcelas, tradicionalmente trabajadas con arados de bueyes, solo pueden proporcionar una producción de subsistencia, y se dan situaciones dramáticas en caso de condiciones climáticas adversas. Además, a pesar de las subvenciones gubernamentales, el uso de fertilizantes sigue siendo limitado y se rocían pocas tierras. Teniendo en cuenta que menos del 30 % de la tierra cultivable, que cubre el 65 % del territorio, se explota en la actualidad, hay motivos para ser optimistas sobre el futuro alimentario del país gracias a la nueva política agrícola que el Gobierno ha puesto en marcha en los últimos años. Ejemplos de ello son el ambicioso programa de la industria azucarera, los proyectos de cultivo de caña de azúcar recientemente iniciados cerca de Awash y el inminente desarrollo de enormes campos en el valle del Omo. La otra riqueza del sector primario etíope es su enorme explotación animal. Con unos 27 millones de cabezas de bovino, 24 de ovejas y 18 de cabras, a los que hay que añadir millones de asnos y camellos utilizados principalmente para el transporte, Etiopía ocupa el primer lugar en el continente en este ámbito. La apicultura también es un sector en expansión.

Industria y servicios. La industria etíope, que se limita a los sectores de la alimentación, las bebidas y los textiles, representa ya el 21,6 % del PIB y emplea apenas al 5 % de la población activa. Para revitalizar el sector industrial dañado por más de quince años de gestión marxista, el gobierno inició un gran plan de privatización y atrajo a muchas empresas internacionales, sobre todo chinas. El sector de las pieles está en auge y las principales marcas textiles no dudan en instalarse en el país. Por otro lado, con un 43 % del PIB y en constante crecimiento, los servicios representan una gran proporción de la actividad comercial, aunque solo emplean al 10 % de la población.

Recursos naturales y recursos potenciales. Subexplotado durante mucho tiempo, el subsuelo etíope, que incluye yacimientos de oro, tántalo, hierro, lignito, estaño, cobre, níquel y potasio, está en vías de convertirse en una de las grandes riquezas del país. El sector minero está en pleno desarrollo y, con reservas de varias decenas de toneladas de oro descubiertas en 2009, la participación del sector minero en el PIB debería alcanzar el 10 % en los próximos años (frente al 4 % actual). También se han identificado importantes reservas de gas natural en varias regiones del país, en particular en Ogaden. Según parece, en 2013 se descubrió un yacimiento de petróleo en el valle del Omo, cerca de la frontera sursudanesa, pero el gobierno sigue siendo muy discreto al respecto. La sal, que se explota en el noreste del país, también contribuye a la economía nacional. A pesar de los considerables recursos hidráulicos, el acceso al agua potable sigue siendo errático fuera de las grandes aglomeraciones, y la producción hidroeléctrica no alcanza una quinta parte de su potencial. Sin embargo, se están llevando a cabo grandes proyectos de construcción de presas, entre ellos la presa del Renacimiento en el Nilo. En el campo, la población sigue empleando fuentes de energía tradicionales como excrementos animales, pero también la madera y el carbón, cuya sobreexplotación es una de las causas de la deforestación. Si se gestionan adecuadamente, los recursos forestales podrían proporcionar ingresos significativos, pero frente al estado alarmante de los bosques, la conservación y la reforestación son prioritarias. La explotación de los combustibles fósiles y un mejor uso del enorme potencial hidroeléctrico y geotérmico podría satisfacer las crecientes necesidades energéticas de un país que aún carece de recursos petrolíferos.

Infraestructura. Este país, cuya geografía es desfavorable para el transporte, tiene buenas infraestructuras de comunicación. La carretera constituye una infraestructura estratégica nacional, y de hecho, el país está conectado por una amplia red. Las principales vías asfaltadas, que están sometidas a graves dificultades durante las estaciones de lluvia, son objeto de una costosa política de mantenimiento y desarrollo en la que participan grandes empresas extranjeras, especialmente chinas. Además, en los últimos diez años, el gobierno ha trabajado para desarrollar una red de caminos rurales que conecten regiones aisladas. La aerolínea nacional Ethiopian Airlines es eficiente y presta servicio a más de quince ciudades de todo el país. En las zonas más aisladas, la temporada de lluvias implica, en el mejor de los casos, retrasos, y en el peor, cancelaciones totales. La oficina de correos, que solo funciona en forma de apartados de correos, es bastante eficiente. En cuanto a las tecnologías modernas, la cobertura de telefonía móvil está aumentando considerablemente gracias a las inversiones masivas de los operadores extranjeros. Internet, que aquí suscita un verdadero interés, está presente, aunque sigue sufriendo la lentitud de las conexiones y el monopolio de las telecomunicaciones públicas, que no pueden hacer frente a la demanda. Solo la llegada de nuevos operadores podría proporcionar al país una red eficiente.

Comercio exterior. El café sigue siendo uno de los pilares de la economía etíope. Los esfuerzos de los últimos años han dado sus frutos, y el aumento de la producción de arábica (500 000 toneladas) ha incrementado los ingresos de exportación. Además también se exportan bien: semillas oleaginosas, khat, cereales, cuero, oro y ganado. También se fomenta la horticultura y la producción de especias: junto con Kenia, Etiopía es líder en exportación de flores cortadas al mercado mundial. Las importaciones incluyen principalmente petróleo, bienes agrícolas e industriales, automóviles, fertilizantes, productos farmacéuticos, cereales y textiles. Los principales socios comerciales de Etiopía son Arabia Saudita, China y, en menor medida, Estados Unidos, India y Alemania. España exporta anualmente productos por unos 80 millones de euros, principalmente vehículos.

 

Importancia del turismo

Gracias a su patrimonio natural y cultural único, Etiopía cuenta con valiosos activos para situarse entre los principales destinos turísticos de África y, tras haber padecido una imagen desfavorecedora durante largo tiempo (regímenes autoritarios, hambrunas, guerra civil, relaciones tensas con los países vecinos), el país acoge ahora cada vez a más turistas 681 000 en 2013 frente a 900 000 en 2015). Este sector representó solo el 6 % del PIB en 2014 y el 5 % del empleo, pero su peso debería aumentar en los próximos años. El gobierno es consciente de que es un sector clave para el desarrollo económico del país, por lo que su política es promover la inversión privada. Así espera atraer a un millón de turistas anuales en 2020 y alcanzar el 9 % de su PIB gracias a este sector en 2024.

La mejora de las infraestructuras, como el asfaltado de las principales carreteras, contribuye a hacer que el destino sea más atractivo. El sector hotelero está en pleno auge y empieza a haber alojamientos de calidad, para clientes exigentes, en los grandes ejes turísticos a precios competitivos. Queda por ver cuáles serán los retos y las consecuencias del desarrollo turístico para las comunidades locales

y el impacto de los conflictos regionales sobre el turismo.

Retos actuales

Entre 2010 y 2015 se puso en marcha un « plan de crecimiento y transformación » basado en el desarrollo energético, agrícola e industrial. Infraestructuras (especialmente en la industria textil), construcción de presas, transporte, desarrollo industrial, modernización del sector agrícola: la inversión pública, respaldada por asociaciones internacionales (en particular China), se movilizó en todos los aspectos. A pesar de los primeros éxitos, la economía etíope sigue siendo muy frágil. Depende en gran medida de la agricultura, un sector que representa una gran parte de las exportaciones del país y cerca del 35 % del PIB. El PIB del país, que creció por encima del 10 % en 2017, ascendió a 1300 $ per cápita en 2017, en comparación con los 361 $ en 2010. Queda por ver si este aumento beneficiará solo a la clase media emergente (20 % de la población), o si repercutirá también entre los más pobres, que constituyen la mayoría.

El nuevo ferrocarril que une Yibuti y Etiopía se terminó de construir en 2017. La línea debería, gracias al transporte de mercancías, aliviar el transporte por carretera en 3500 toneladas de mercancías anuales, ya que hasta ahora tienen que transportarse por una difícil carretera de montaña en un viaje de 48 horas. También proporcionará a Etiopía, que está en plena expansión económica, un rápido acceso al mar, estratégico para la importación y exportación (el 90 % se realiza a través de este puerto), especialmente para el comercio con China. Este país fue su principal socio comercial, que financió el proyecto con 4000 millones de dólares a través del Exim Bank y ha realizado las obras en todo el país mediante la empresa China Civil Engineering Construction Corporation (CCECC). Se espera que este proyecto pionero se extienda por todo el África Oriental: en el futuro se deberían construir casi 5000 km de vías, divididas en ocho corredores que conecten Kenia, Sudán del Sur y Sudán con Yibuti.

Otro proyecto ambicioso es la creación de un tranvía eléctrico urbano en Adís Abeba por valor de 470 millones de dólares, financiado al 85 % por China. Toda una primicia en el África subsahariana. La primera línea norte-sur del Addis Light Railway se inauguró en septiembre de 2015, mientras que la segunda línea este-oeste está en construcción. Debido a los numerosos cortes de energía, el tranvía cuenta con su propio generador eléctrico. Objetivo del proyecto: reducir los atascos de tráfico en la capital y permitir que más de 60 000 etíopes viajen en transporte público de manera más eficiente por unos pocos birrs.

El país se ha convertido en « la nueva fábrica del mundo » desde la llegada de los británicos Tesco y George, pero sobre todo desde la instalación de la segunda empresa de ropa más grande del mundo, H&M, en 2014, que en 2018 produjo casi 280 000 prendas en Etiopía. El resultado de una política hipervoluntarista liderada por Zenawi y luego por Desalegn que hoy convierte a Etiopía en sucesora de los famosos países BRIC. El objetivo del gobierno es hacer del sector textil y de la confección la punta de lanza del desarrollo económico del país. En la actualidad, varias fábricas, incluido MAA, trabajan para el grupo Kebire, que pertenece al multimillonario saudita-etíope Mohammed Ali Al Amoudi, Almeda Textiles, Novastar Garment, GG Super Garment y Asbem Industrial. Según Les Echos, otros grupos están estudiando instalarse en territorio etíope, como Inditex (Zara), Carrefour, Mark & Spencer, Calvin Klein, Tommy Hilfiger, Diesel... La mayor fábrica del país, Ayka Addis Textile, filial etíope del grupo Ayka Tekstil de Estambul, está a pleno rendimiento en los suburbios de Adís Abeba en Alem Gema. Cabe mencionar que con un sueldo de entre 50 y 60 euros al mes, el empleado cuesta ahora diez veces menos que en China. Además, el país cuenta con 10 000 hectáreas de cultivo de algodón ecológico vendidas a un importante distribuidor alemán. Este es un sector que acaba de vincularse al Ministerio de Industria (antes vinculado al Ministerio de Agricultura). Etiopía también tiene intención de valorizar su producción de cuero, ya que con 72 millones de cabezas de ganado posee la mayor cantidad de África.

Las flores, una nueva oportunidad económica. En pocos años, Etiopía se ha erigido en el cuarto productor mundial de flores cortadas, detrás de Ecuador, Colombia y Kenia. El sector hortícola se ha convertido en la quinta fuente de ingresos del país. Las rosas exportadas a Europa (en particular a los Países Bajos, Alemania, Bélgica y Noruega) generaron 260 millones de dólares en 2016. Además, las empresas están comprando tierras en el país para cultivar sus propias flores. Esto se debe a que el negocio es muy rentable y la proximidad con Europa hace que Etiopía sea casi tan competitiva como Kenia.

La agroindustria y el turismo están creciendo rápidamente con el objetivo de proporcionar más valor añadido a las exportaciones y crear más puestos de trabajo. Se fomenta la inversión extranjera y, en los últimos años, se han creado granjas gigantescas propiedad de chinos, turcos e indios. El gobierno no duda en vender miles de hectáreas de tierras de cultivo, lo que a veces provoca desplazamientos de población. Aparte del sector agrícola, el de la construcción es el que está impulsando más el crecimiento (véanse los proyectos de presas y, en particular, la del Renacimiento), con la industria, el transporte (infraestructuras), la pequeña industria y las telecomunicaciones (a pesar del monopolio de Ethio Telecom). En cuanto al turismo, las cifras hablan por sí solas: el sector está en constante evolución. Así, el gobierno espera atraer a un millón de turistas en 2020 y generar el 9 % de su PIB a través de este sector en 2024.

La inseguridad alimentaria sigue siendo un problema crónico. La fragmentación de la tierra en pequeñas parcelas, la presión demográfica (más de 95 millones de personas) y su impacto en el medio ambiente, así como la conservación estatal de la propiedad de la tierra explican en parte la situación. El gobierno ha emprendido un amplio, aunque controvertido, programa de desplazamiento para las personas sin tierra a las regiones fértiles y sin explotar.

Otro motivo de preocupación es la tasa de desempleo, que sigue siendo elevada (17,5 % de la población), sobre todo en las zonas urbanas, ya que afecta a un gran número de graduados universitarios que en otros tiempos habrían ingresado en la administración.

MIDROC, el imperio de Al-Amoudi

Si se pregunta a cualquier etíope quién es el hombre más rico del país, sin duda responderá: Al-Amoudi. Este empresario saudita-etíope ha sabido aprovechar el amplio programa de liberalización económica que el gobierno ha promovido durante los últimos quince años. A la cabeza de un verdadero imperio, el sheikh Mohammed Al-Amoudi ha invertido en sectores tan diferentes como la construcción, los servicios, la producción textil, la minería de oro y la agricultura. También ha hecho del Sheraton de Adís Abeba uno de los hoteles más lujosos del continente, emblema de su gran éxito. Además de su carrera industrial y comercial, se le conoce por su generosidad, que muestra participando en numerosos proyectos benéficos y de renovación urbana.