Incursiones ontológicas VII

Tekst
0
Recenzje
Przeczytaj fragment
Oznacz jako przeczytane
Czcionka:Mniejsze АаWiększe Aa

Capítulo 1. La Víctima y el Victimario, una entrada al Resentimiento desde la Rabia.

Uno de los caminos para reconocer e identificar cada una de las emociones y sentimientos vividos es el indagar un poco en situaciones de mi existencia, en donde he actuado y operado desde cada una de ellas, permitiendo así ahondar en todo lo que me sucedía y a qué conclusiones llegaba; es por eso que, de ahora en adelante, les mostraré eventos de mi existencia en donde encontré cómo este ser humano se constituye en el ser que es, con sus luces y sus sombras. Me parece importante resaltar que los hechos relatados no tendrán una cronología definida; haré un recorrido sinuoso desde el final hasta el inicio, desde el inicio a algún punto medio y así, iré poco a poco, de un lugar a otro, relatando todas las experiencias posibles.

Inicio este espacio desde el tiempo presente, desde mi rol como gerente de ventas con una clienta de una empresa colombiana; con esta mujer, desde que comenzamos la relación laboral, hemos tenido varias diferencias en cuanto al método de trabajo que ella realizaba y el que yo venía acostumbrado a generar desde otras industrias, el que yo esperaba de su parte para representar la empresa en el país, adicionalmente el rubro en el que nos desempeñamos demanda tener un conocimiento, si bien no muy técnico, sí intermedio en algunos temas, en donde la asesoría al usuario final es vital al momento de vender un producto. Antes de continuar con el relato, me quedo pensando en que nunca alineé mis expectativas con esta persona, simplemente asumí que, por estar en el cargo y por hacer parte del rubro, sus conocimientos y destrezas ya estaban adquiridos, y me pregunto ¿por qué asumo que los demás tienen un conocimiento parecido al mío?¿Quizás desde mi preparación como profesional y con la experiencia que he adquirido a través de los años laboralmente hablando, siento que si los demás no están a mi nivel no pueden hacer algo? ¿Será que esta es la primera muestra de arrogancia? Pregunto esto, porque me quedé en que fue obvio para mí que si pertenecías a este rubro, debías saber y conocer la parte técnica; además, comienzo a recordar frases de mi madre sobre la preparación que uno debe tener en la vida, no sé si las dijo o no, pero escucho en mi interior algo así como: -Sin preparación no eres nadie -Si quieres que te respeten y te vean bien, debes tener un buen conocimiento – Como te ven, te tratan- Interesante encontrar esto que se grita dentro de mí cuando hago estas preguntas, inclusive comienzo a sentir escalofríos, pareciera que son mandatos obligatorios de vida para ser o pertenecer, como si en esto se perdiera la vida, además de aparecer un pequeño susurro de inferioridad, uno escondido detrás de esa rabia reconocida y expuesta, curioso descubrimiento.

La situación que se desarrolló en su momento fue una llamada que ella me hizo para hacerme tres reclamos, el primero, que ella, como mi cliente, no tenía por qué soportar mis comentarios fríos y poco profesionales cuando se hacían consultas técnicas; además, que sentía que de mi parte habían mejores respuestas para sus clientes que para ella misma, sumándole que mi actitud hacia ella era desafiante, inclusive grosera y descalificadora. Debo mencionar que, desde que vi que me estaba llamando, antes de contestarle, inmediatamente sentí una molestia gigante, un malestar y una rabia inmensas, porque de verdad no tolero ni un poco a esta mujer; a mi juicio, siento que es muy poco profesional, sin interés por querer aprender; además, la veo con una prepotencia desmedida, en donde el mundo debe girar a su alrededor, sumándole que no es colombiana, es peruana, y allí hay un contexto cultural significativo que hay que tener en cuenta, y es cómo la mujer peruana se para ante los negocios y cómo ellas ven a sus clientes y proveedores; existe una cierta exigencia, esta es muy alta hacia las empresas que las proveen, porque debemos estar atentos en cualquier momento a sus necesidades, y esto es claro y lo entiendo; afortunadamente, he trabajado toda mi vida en multinacionales, donde el contacto con otras culturas ha estado presente, pero nunca me había encontrado con una persona que sacara lo peor de mí, constantemente. Siento, relatando esto, que veo en ella muchas veces mis defectos, veo la prepotencia, el orgullo, la fuerza para descalificar al otro, pero, sobre todo, veo la víctima, esta es la que desata en mí una potente llama de ira y rabia que me es difícil de controlar, existen inclusive pensamientos de aniquilar, matar, quitar la vida de esta persona – lo describo así porque así lo siento, pero en la realidad no sería capaz de salir a aniquilar a una persona - Son sensaciones que me ciegan, me hacen perder el centro y caigo en todo lo que ella describe como reclamos, así que, siendo honesto, sí he sido así con ella.

Y me detengo un poco acá para entender todo lo que acaba de ocurrir; antes de poder siquiera pararme desde el escuchar al otro, aparece una preparación para ser el primero, competir, “mostrarme” inmediatamente en lugar de abrir la oportunidad para apoyar y colaborar con los demás, como si yo, al no estar adelante de todo, no validara ni permitiera que ellos existieran, primer paso para comenzar a vislumbrar ese gran espacio de trabajo de ser reconocido; además, me llama poderosamente la atención la cantidad de descalificativos usados para disminuir a su mínima expresión al otro, dejarlo indefenso, con pocos recursos para ser, juicios que si bien en su momento no fueron fundados, abren la posibilidad de comenzar a mirarlos de la manera más responsable y adecuada posible, empezar a fundamentar los juicios contrarios, quizás así pueda abrirme mucho más fácil a entender al otro.

Cuando ella terminó de hablar y de darme a conocer sus reclamos, comencé a desbaratarle, uno a uno, sus puntos de vista y a pedirle evidencia de lo que decía; cuando hablaba de pedir información técnica, le mencioné que teníamos muchísima información disponible y abierta a ella, para que antes de llegar con una pregunta a nosotros como empresa, pudiera buscar y conocer de su mano lo que necesitaba; inclusive en esta época de pandemia, realizamos muchísimos videos y presentaciones que grabamos para que los clientes puedan conocer muchísimo más fácil todo lo relacionado con nuestros productos, pero su respuesta fue que yo, como proveedor, no tenía por qué mandarla a buscar algo, si mi obligación era tener que darle la información, ponérsela en la mano, dado que sabía que estaba en lo que habíamos construido, pero que solo era un pregunta puntual. Acá debo mencionar que sí creía que estaba centrado para no caer de nuevo en ser grosero; con este comentario, ya me salí de cualquier momento de concentración, el que me dijera que tenía que hacer lo que ella decía, inmediatamente prendió una llama, un incendio en mi interior que solo auguraba que lo que iba a seguir como conversación iba a terminar muy mal; advertí esto y lo que hice fue guardar silencio en el instante, me comenzaron a sudar las manos, apreté los dientes, me dio muchísimo calor, estaba lleno de ira, rabia, solo pensaba en lo floja y poco recursiva que era esta persona, pero me aguanté lo que más pude y allí me quedé, callado.

Sigamos indagando un poco la situación; nace la gran rabia habitada por mí cuando ella me dice qué tengo que hacer, y aquí hay que poner atención a esto, ¿Qué siento cuando alguien me dice qué hacer? ¿Qué pasa por mi cabeza? ¿Qué pensamientos llegan a mí? ¿Qué postura corporal tomo frente a este tipo de actos? ¿Existe un irrespeto a figuras de autoridad? ¿Qué de mi historia, me hace moverme tan rápidamente a la reacción del silencio, del recogerme, de alistarme a no hacer ni entender? Bueno, no es tan difícil de responder todo esto, siento que nace de mis padres y su intención de no permitirme vulnerar su autoridad, cada vez que tomaba alguna iniciativa, de pequeño o de joven, esta podría ser ejecutada, siempre y cuando fuera validada y aceptada por ellos, pero ¿cuál es el límite de este espacio? ¿La libertad de ser se ve coartada por la decisión de otros? ¿Cuántas repeticiones de este suceso tuvieron que suceder para que se instaurara una “rebeldía” a la autoridad? De tantos momento de no tener respuestas frente a mis propios espacios en su momento, “simples”, comencé a evidenciar que no tenía un lugar de decisión, que dependía de otros, y la primera reacción era quedarme quieto, recogido, expectante, pero con la cabeza maquinando, analizando y revisando el momento oportuno para tomar mi propio camino, mi propia decisión; esto trajo consecuencias profundas en mi adolescencia, fue el nacimiento de un enfoque único visto en mis padres y adoptado por mí para dejarme ir por la vida, algo que, como verán, no fue muy útil.

Cuando le pedí argumentos sobre las respuestas que yo le daba a los clientes, más elaboradas que las que le daba a ella, de nuevo le indiqué que necesitaba ejemplos y volvió a tocar un tema que ya habíamos hablado hace bastante tiempo; antes que terminara, la interrumpí y le dije: “Por qué tenemos que repetir este tema, ya lo habíamos hablado y habíamos llegado a conclusiones de cómo manejarlo, pero creo que, como siempre, no se escucha lo que digo”. Y bueno. acá desaté la furia que ella tenía también contenida, se paró desde la víctima, subió el tono de voz y tomó el recurso que me había dado anteriormente, del porqué su cliente exigía mayor atención, y aquí perdí el control, subí la voz, saqué los ojos de órbita, mi cabeza se llenó de sangre, el calor aumentó y comencé a mencionarle que llevaba dos años trabajando con ella, que habíamos viajado muchísimas veces alrededor del país, capacitando a los clientes, en donde ella había estado presente en infinidad de presentaciones, en las cuales he repetido mil y una veces la misma información, pero en todas las ocasiones ella no ponía atención, si no que se centraba en el celular o se salía a hacer varias cosas, demostrando que no le interesaba aprender, que quería todo a la mano y que a mi forma de ver, todo en la vida no era así de fácil.

 

Quiero parar acá, porque necesito puntualizar en lo que se vino a mi cabeza escribiendo esto, nace en mí una sensación de carencia de que las cosas no se consiguen tan fácil, hay que luchar por ellas, de mi parte ha sido súper difícil llegar a donde estoy, ganar el reconocimiento, ser visible ante el mundo… Fuerte descubrimiento, siento nostalgia y dolor al escribir esto, se acercan algunas lágrimas, me pasan escalofríos y solo pienso en todo lo que he tenido que hacer para poder estar donde estoy, casi perder la vida llegando acá, saliendo de momentos difíciles, tener que salvarme para estar en el aquí y en el ahora, y aparece una persona pensando que solo con un comentario cree que voy a darle todo, como si fuera tan fácil; encuentro que, cuando alguien me pide que le dé algo sin esforzarse, sin tener que antes buscar y poner su atención e interés en hacerlo, caigo en una molestia profunda, porque siento que no lo merece; hay que sufrir, esforzarse para lograr lo que se quiere.

Solo fue un párrafo de descripción de un suceso con esta mujer y aparece una carencia grandísima del pasado, la cual rompe totalmente mi forma de pararme frente al mundo ¿Por qué debo abrirme en todo lo que he vivido para ponerlo al servicio del otro, sin obtener nada a cambio? Pero acá debo ser honesto, si gano y mucho, aporto a los demás, doy espacio a la sociedad para que se nutra de lo que hay en mí como experiencia de vida, le doy a otro ser humano la posibilidad de llevar un aprendizaje que yo tuve con el tiempo y con muchas otras situaciones; me abro a los demás, cierro la ventana del individualismo y paso de luchar a aportar, a disfrutar el poder entregar lo que soy y merecer el reconocimiento por eso, se abre la puerta a crear equipo, a marchar en grupo por un objetivo mayor, y aquí, en este espacio construido con muchos más coequiperos, puedo pararme y ser observado ante el mundo desde un lugar más asociativo, que ser la estrellita del firmamento que se instauró en mí y debería ser.

Debo mencionar que estoy impresionado con esto que escribo, ¿los aprendizajes de vida deben llegar con esfuerzo y dolor?, ¿todo en la vida debe ser luchado o se puede conseguir de una manera más pacífica y constante, sin tener que pelear para lograrlo?, ¿debo ser juez de cómo llegan los demás al resultado?, ¿tienen los demás que sufrir y esforzarse para llegar a donde yo llegue?, ¿por qué le traslado mi dolor de aprendizaje a los demás?, ¿es una compensación que busco de parte de ellos para sanar mi dolor?, son preguntas que me hago generando la reflexión del porqué trasladar mi historia a otros, mis dolores a los demás, aquí hace sentido el justo medio que mencionaré en un diagrama que será mostrado más adelante, Si, dando una respuesta a lo que preguntan los demás, sin generar en mí ninguna molestia por hacerlo, se soluciona el tema, ¿por qué tengo que llegar a la molestia y el dolor para responder? Concluyo que estoy buscando una compensación innecesaria, los demás no tienen por qué vivir ni sentir lo que viví, cada uno tiene sus aprendizajes, de nuevo, es importante construir la capacidad asociativa, ser visible ante el mundo con los demás no solo yo.

Ya la conversación estaba tensa, aireada y con un tono muy alto, así que como conclusión de mi última respuesta, volvió a su tercer reclamo, en donde me decía, “Si ves, acá está la grosería, la falta de respeto, ¿Se te olvida que soy tu cliente?”. Yo ya no tenía cabeza, estaba pensando con las vísceras, con las tripas, mi cerebro reptil solo quería hacer daño, maltratar, me salí totalmente de mí, y mi respuesta fue, “Cómo no quiere que me ponga así, si lo que usted quiere es que todo se le dé como quiere, solo veo en usted una flojera para hacer las cosas y no aprender”. Esta fue la gota que derramó la copa, ella comenzó a decirme que cómo una persona que llevaba tanto tiempo creciendo como profesional, que había pasado por tantas empresas, que tenía la formación y el cargo gerencial que yo tenía, era capaz de permitirse hablar y responder como lo hacía, que yo era un afortunado de la vida por estar donde estaba y antes debía agradecer por tener la oportunidad de trabajar donde trabajaba; era claro que todas estas palabras venían de su carencia, de lo que ella veía quizás como carencia propia, pero el tono en que lo decía para mí, venía desde la víctima más abusada que hubiera existido. Así que, de parte y parte, ya no había razón en cada respuesta; esto fue un vaivén de respuestas ofensivas, defensivas e hirientes que se extendió por varios minutos, llegó un punto en donde literalmente me cansé, me aburrí, me quería ir, colgar y no tener que escuchar más todo lo que sucedía, así que le dije, “Mire, sabe que, dígame ya todo lo que necesita, todo lo que quiera que yo haga y lo hago sin decir una palabra, no me interesa entrar más en esta conversación, si lo que quiere es que yo haga lo que usted quiera, pues así lo haré, pero no más con esto”. Aquí, esta señora enloqueció con sus comentarios, comenzó a decirme que si es que yo no entendía lo que ella decía y lo que pedía, la verdad fueron un montón de comentarios que siendo muy honesto ya no escuche, borre de mi ese espacio, lo anule, desde mi última frase ya no me intereso escuchar más, ya me había rendido, la propuesta que hice, grosera, desafiante y poco profesional a mi parecer, era la última que iba a aceptar así que guarde silencio por un buen espacio de tiempo y cuando termino de hablar, volví y le mencione, “Desde hoy todo lo que pida y solicite lo hago, no tengo más que agregar, ya estoy cansado de esta conversación”. Viendo esta mujer que yo no iba a hablar más, lo único que pudo decir para cerrar fue, “Tranquilo, que ya sé con quién es que me estoy relacionando”. Me sonó a amenaza, pero ya no tenía más fuerzas para seguir conversando, así que lo que hice fue tirar el teléfono.

¿Qué se puede decir de todo esto? Bueno, nada más y nada menos lo mismo que he venido comentando anteriormente, una gran dificultad asociativa para ganar junto al otro, si no soy yo delante, ninguno de los dos va, o me muestro solo o nadie se muestra, ¡Fuerte!

Me tomé un momento para respirar sin recobrar el aliento, me sentía agotado, sin energía, derrotado y con una sensación de rabia contenida, pero sin fuerza para sacarla, inclusive con unas ganas inmensas de llorar, había perdido, me había dejado inestable, le había dado lo que siento que ella quería, así que yo había sido derrotado.

Y miren esto tan interesante, “había perdido”, “había sido derrotado”, ¿cuál era la lucha?, ¿hay que pelear siempre por cualquier cosa que llegue a la vida?, ¿es la rabia el camino a tomar? Es interesante encontrar lo que sucede con el exceso de rabia, nace el agotamiento emocional, la “derrota”, un paso claro a ser la víctima, como si aquí comenzara un camino de esconderme a no ser, a esconderme dentro del caparazón, a no volver a salir, ¿Vuelvo a esconderme y seguir planeando que hacer? ¿Me escondo detrás de un caparazón de dolor para maquinar algo en contra de otros?

Ese día acabó ahí para mí, no pude volver a concentrarme ni poder volver a seguir trabajando, el sentimiento de derrota era inmenso, pero es importante reconocer que toda mi energía se había ido, permití que alguien me robara la paz.

De este espacio rescato cosas muy valiosas que fui agregando en el transcurso que lo relataba y como el primer boceto de mi estructura de coherencia que desarrollé en mi camino de aprendizaje cobra más sentido, voy a exponerlo tal cual siento que aparece en este espacio pero siento que puedo organizarlo mejor dadas las reacciones que nacen desde ser la víctima o el victimario, pero es un boceto diagramado acorde a lo que me sucede, inclusive terminando de escribir esto, estoy agotado, cansado.

Aprendí en mi vida por mi formación en colegios religiosos y militares, además de crecer con una mamá muy estructurada y ordenada, que los diagramas y sus recorridos permitían definir un proceso de alguna manera, darle forma a lo que sucedía, fue así que en mi necesidad de entender todo lo que había encontrado, fue que construí el primer boceto de cómo operaba yo en el mundo. ¿Será que su funcionamiento sí es tan cuadriculado y exacto? ¿Se puede definir el comportamiento del ser humano en cajitas, acciones y consecuencias? Vamos a ver.


Figura 1. Primer boceto de mi estructura de operación en la vida

Después de la segunda conferencia del programa Avanzado de Coaching de Newfield Consulting y habiendo habitado constantemente la emocionalidad que se generó después del primer centramiento – espacio de concentración y propiocepción, casi una pequeña meditación – que realizó Alicia Pizarro en donde teníamos que abrazarnos y mecernos – Claves importantes en el desarrollo de este trabajo, el amor propio y la compasión –, comencé a conectar mucho con el trabajo del Proyecto de investigación Ontológica y me puse a diagramar lo que había construido hasta el momento, de ese ejercicio nació la figura 1.

En el camino de la Certificación encontré que La Rabia y sus acciones son detonadas cuando soy vulnerado o inclusive, agredido; muchas veces esta agresión a los ojos de otros no es tan fuerte como para justificar mis acciones, pero para mí es una agresión directa al ser que soy, así que inmediatamente esta sale y se dispara sin filtro alguno, por lo tanto cuando mi ser es visto de una u otra manera, en la mayoría de las veces negativo, inicia el proceso que he evidenciado - quiero incluir que el origen probable del ser visible, de querer que me vean, del ser importante y vinculado, viene de mi familia, mi núcleo familiar, papá, mamá, hermana y sobre todo de mi niñez, de alguna u otra manera quizás aprendí a llamar la atención para ser visible, y por eso cuando vulneran este espacio tan difícil de encontrar en el pasado para mí, se genera una agresividad enorme que dispara lo que siento que es la rabia para mi hoy en día – Esto que menciono tiene un espacio rico de entendimiento, pareciera que fue instaurado un sentimiento de inferioridad, de evidenciar que se podría generar algún tipo de abuso para aprovecharse de mí y desde acá es que se gatilla la rabia como mecanismo de defensa. Todo inicia cuando este ser visible al mundo sufre algún tipo de violación a su espacio o simplemente no es visto por los demás; debo llamar la atención y para esto inicio un proceso de escoger cuál rol juega mejor el papel para iniciar, cuál es más útil y necesario para la ocasión, así que inmediatamente me vuelvo víctima o victimario, asumo el rol con naturalidad y fuerza; si soy victimario, soy el villano, el prepotente el grosero, intimidador, el que pone el cuerpo fuerte, desafiante, los ojos salen para enfocar al “enemigo” a quien hay que agredir, inclusive noto una fuerza importante que va en las manos, a los puños, para mostrar un indicio de ataque, y aparece quien quiere competir, no asociarse ser el único.

Pero cuando la situación lo amerita, sale la víctima, el del cuerpo flojo, de mirada baja, de ánimo decayendo y con una actitud de tristeza y resignación que genera lástima o dolor.

En estos dos estados nace en mí una sensación, o de injustica hacia mi o de justicia a buscar de mi parte; los dos buscando la manera que con las consecuencias mencionadas pueda ser visible de alguna forma, así es que este ciclo se repite y se repite hasta que soy visible, me ven con miedo y, por consecuencia, hay temor hacia mí, o me ven con lástima, hago sentir culpable al otro para que venga y me vea, que esté a mi lado.

Este es el proceso que llevo desarrollado hasta ahora, buscando opciones para que esta conducta tenga un desarrollo diferente, he notado que hace falta en mí “compasión” para no tener que entrar en estados coléricos que hagan que mi ser se sienta como se siente, esto conectado con “El Amor Propio” ese amor que me va a permitir no buscar ese reconocimiento por fuera, el que me permitirá reconocer que conmigo mismo en muchas ocasiones, basta y sobra para sentirme acompañado y feliz, el que puede acompañarme y estar a mi lado para evitar entrar en ese ciclo doloroso, además de entender que hay caminos asociativos, de compañía apoyo y colaboración mutua, el estar y hacer todo solo no traerá una ganancia importante y rica en la vida como lo puede hacer el trabajo en conjunto, el justo medio.

“Humildad” para reconocer que no debo ir al extremo de sacar, o la rabia completa que explota y se desborda o entrar en un estado profundo de dolor, tristeza y silencio, que a veces agobia y duele más que la fuerza desmedida y aquí entra uno de los nuevos descubrimientos que comienza a ser muy partícipe en el proceso de encontrar mi grieta existencial, el llegar al fondo del laberinto y es el poder conocer e identificar el Justo Medio de las cosas, poder recorrer los matices que todas estas acciones tienen, ir a cualquiera de los extremos es muy fácil para mí, pero poder encontrar el momento, el espacio, la conclusión, el resultado que vincule todos dos extremos es algo a comenzar a reconocer y evidenciar pronto, ¡aquí voy!.

 

Después de haber analizado el evento ocurrido en mi vida laboral y haber construido una posible forma de operar ante el mundo, siento que es importante analizar estos descubrimientos con una nueva experiencia, pero esta vez en el sistema familiar, en mi núcleo principal de vida, es así como les relato un nuevo espacio de descubrimiento en mi camino a reconocer mi grieta existencial.

Desde hace ya tres años tengo la fortuna de ser padre, en realidad añoraba mucho este momento, lo esperé con muchas ansias; a veces pensaba en que fuera un niño, para que pudiera compartir conmigo y no repetir la historia que viví con mi padre - esto ha sido algo que me ha acompañado por muchos años, inclusive entré al ABC (Art of Business Coaching) con la firme intención de ser una mejor versión de mi para mi bebé - pero eso lo solté rápidamente en el embarazo de mi esposa y solo pedí que llegara el mejor ser humano a nuestro hogar, y así fue, nació Salomé, mi precioso significado de vida.

Desde que ella estaba de brazos, pude notar la fuerza con la que ella venía al mundo, desde ese momento se notaba su temperamento, cuando no le gustaba algo, lo reclamaba con fuerza, gritos, incomodidad, se hacía sentir y lo hacía notar a los demás; debo confesar que desde esos momentos iniciales me comenzaba a dar un poco de miedo que su carácter fuera muy fuerte e indomable, claro que esto lo veía más en mí que en ella. Y acá me quiero detener un poco, porque me hace reflexionar sobre algo que he conversado varias veces en mis círculos sociales, y es que mi hija viene a vivir su vida, a cometer sus propios errores y disfrutar el mundo de la manera que ella quiera; proyectar mis experiencias, pasado y dolores en ella, nunca ha sido ni será sano, así que aquí encuentro una parte que podría deslegitimar del miedo que me genera que ella también tenga temperamento fuerte y determinación por vivir.

Este tema del carácter, la fuerza y demás cosas descritas me hacen un ruido muy grande, ¿Qué estoy viendo de ella reflejado en mí que lo llamo como lo llamo? ¿Por qué a un ser que apenas acaba de llegar al mundo le doy los calificativos que menciono? ¿Cuál es la necesidad de estar definiendo en cada instante la personalidad de otros? ¿Hay posibilidad de solo fluir y dejar que ella misma me muestre quién es? Sería importante permitir que los demás vivan, se desarrollen, crezcan y se permitan ser; no hay duda que con el primer hijo salen todas las carencias del niño que fuimos, pero no hay cabida para que, desde el momento cero, esté yo como padre definiendo quién es ella, es por eso que la mejor herencia que puedo darle desde hoy, es que pueda fluir con lo que ella apropie, acompañando el camino con mi experiencia de vida.

Al pasar del tiempo se evidenció esto, mi amada hija tiene un temperamento fuerte, existe muchísimo fuego en ella, lo cual debo confesar que me encanta, en el sentido que para habitar en este momento de desarrollo del mundo, a mi juicio, se necesitan personas con determinación, fuerza, que tengan criterio en la vida y puedan tomar decisiones bajo la presión de la forma de vivir actual, pero lo que está claro es que siento que es mi responsabilidad poder mostrarle una de las incompetencias más grandes que tengo hoy en día y es poder llegar al justo medio del manejo de toda la energía que tenemos disponible, para actuar en la vida, reto interesante y fuerte que tengo por delante.

Hago esta previa introducción para describir un poco a mi hija desde mi mirada, - significa que lo mencionado puede que sea diferente a los ojos de otros - el contexto desde donde me he movido y los componentes existentes para la situación que me sucedió.

Salo es niña tierna, amorosa y muy consentidora, son más sus cualidades hermosas, las cuales amo y reconozco en lo más profundo de mi ser, pero desde que Salo cumplió dos años, en ella comenzaron a aparecer brotes de mucha molestia, pataletas constantes, gritos indomables, un temperamento fuerte para rechazar cosas que no quiere, en fin, todas las características que describen los famosos terribles dos años; desde ese momento no ha sido fácil poder convivir con lo que a ella le sucede, me he dado cuenta que los gritos, pataletas, desafíos y demás cosas que ella nos realiza, a mi esposa y a mí, en medio de todo son sanos y permiten que lo que esté sucediendo en ella se libere, salga, no se quede reprimido y pueda tener un curso tranquilo, ser expulsado. Cuando veo a mi hija haciendo eso pienso en ¿por qué nosotros los adultos no podemos hacerlo también? ¿O se ve mal que lo hagamos? Gritar, patalear, llorar sin control por un espacio de tiempo, lamentar lo que tenga que lamentarse, en fin, todas estas manifestaciones liberadoras y sanadoras, a mi forma de ver, nos son reprimidas, juzgadas por la sociedad y castigadas en el momento que son vistas ¿Acaso este es el inicio de la represión en el ser humano? ¿El que no podamos liberar o canalizar adecuadamente nuestras molestias hace que las carguemos y acumulemos generando molestias mucho más grandes? ¿Cuál es la definición de la sociedad de liberar, solamente hablar? Estas preguntas me llevan a que, definitivamente, existe una represión que la sociedad ha creado y que nos ciega en el momento de educar, no porque lo reflexione de esta manera hace que yo no lo reprima, al contrario, lo estoy poniendo acá, porque fui de los primeros en ser reprimido por las mismas emociones y sentimientos por donde creo que todos los niños pasan.

Estábamos en casa una mañana de un fin de semana, Salo quería algo que sabía que no podía tener y en su necesidad de querer tenerlo a como diera lugar, pasó por encima de la instrucción de su mamá y lo tomó de todas maneras; mi esposa, al ver esto, fue inmediatamente, le pidió que lo entregara, pero como era de esperarse no accedió a hacerlo, así que le quito el objeto dado que era delicado y podía romperse fácilmente, al hacer esto Salo se molestó mucho. Yo me encontraba en otro lugar de la casa y solamente escuchaba lo que estaba sucediendo, por mi cabeza solo pasaba el “Dios, otra vez, va a empezar esta muchachita a gritar”; en mí se genera en esos momentos un poco de frustración, me siento desganado, sin fuerza, como casi derrotado sin haber comenzado a hacer algo, por mi cabeza solo se pasan pensamientos como ¿por qué Salo no entiende esto para que no la regañen? o ¿qué más necesita para aprender que eso no se debe hacer? Esto claramente son preguntas que vienen de mis papas, recuerdo cómo ellos lo hacían constantemente cuando yo no hacía caso; volver a esto me da un poco de incomodidad, ¿Realmente tengo que repetí mi historia de vida? ¿Quiero que Salo apropie lo que yo viví? La diferencia es que en ese momento llegaba un golpe hacia mí para reprimir la conducta, pero de mi parte hacia Salo solo espero a que mi esposa, que es la que estaba a cargo en ese momento, tome la decisión que considere adecuada, o para corregirla o enseñarle que las cosas no se hacen de esa manera.