Los animales nos enseñan…

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Muy diligentes

Tu Biblia dice: “Los planes bien meditados dan buen resultado”. Proverbios 21:5.

Te daré algunas pistas para que adivines de qué animal hablaremos hoy. Vuelan en todas direcciones. Son muy activos, por eso comen mu­cho. Son aves muy pequeñas pero muy trabajadoras, ya que contribuyen con la reproducción de muchas plantas. Estoy segura de que has visto un colibrí rondando tu casa o algún parque.

Hay niños que se parecen al colibrí. Son pequeños pero muy diligentes en su casa, en la escuela y en la igle­sia. Son serviciales aun cuando ya terminaron sus de­beres. Un ejemplo de esto fue Samuel. ¿Lo recuerdas?

Este niño llegó con aproximadamente tres años de edad al templo en Silo, para ayudar al Sumo Sacerdote Elí con los trabajos del santuario. Era tan diligente en lo que le tocaba hacer, que Elí lo llegó a querer como a un hijo; y, más tarde, Dios lo escogió para ser Sumo Sacerdote, juez y profeta del pueblo de Israel.

Amiguito, si eres muy pequeñito, ayuda a mamá o a la maestra en lo que puedas y hazlo con diligencia. ¿Qué es ser diligente? Es ser una perso­na que se interesa, se esmera y es rápida al hacer un trabajo o deber.

La próxima vez que recojas tus juguetes, que ayudes a mamá o que estés en la escuela, hazlo de manera diligente. No importa si aún eres muy pequeño.

Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a hacer todas las cosas con diligencia. Amén”.


Carita feliz

Tu Biblia dice: “Alégrense siempre en el Señor”. Filipenses 4:4.

¿Puedes hacerme una carita feliz? (Espere a que su hijo la haga. Usted también puede hacerla al mismo tiempo que él.) Hoy te voy a contar sobre una araña que es muy feliz.

Vive en Hawái y en las islas cercanas. Es muy pequeña; mide unos cinco mi­límetros de largo. Sus patas son muy largas en comparación con su cuerpo. Como le encanta vivir debajo de las hojitas de las plantas, su telaraña es pequeña.

Una característica de este arácnido es que posee una carita dibujada en su cuerpo. Algunas tienen caras sonrientes, otras tienen caritas como las de los payasos, y otras no tienen el dibujo de una cara. Por lo general, el cuerpo de esta arañita “Carita feliz” es de color amarillo.

Algunos científicos creen que los dibujos de esta araña sirven pa­ra confundir a los depredadores. Sin embargo, a pesar de su carita y de sus colores extraños, esta arañita es inofensiva para el hombre.

¿No te parece que debemos aprender de la apariencia de este arácnido? ¿Te das cuenta de que Jesús desea verte siempre feliz? Así que, cuando te levantes por la mañana o realices algún trabajo que a lo me­jor no es de tu agrado, ¡sonríe! Recuerda que Jesús te ama.

Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a ser feliz en todo momento. En tu nombre, amén”.


Una nariz perfecta

Tu Biblia dice: “[…] Es maravilloso lo que has hecho. ¡De ello estoy bien convencido!” Salmo 139:14.

¿Te gusta tu nariz? A mí me agrada la que tengo; no porque sea bonita, sino porque Jesús la formó así. Hoy te contaré de un animalito que tiene una nariz muy especial. Se llama “topo nariz de estrella”.

Se alimenta de lombrices de tierra, de insectos, de gusanos, de peces peque­ños, de crustáceos, etc. Come tan rápido que debe consumir una cantidad semejante a la de su peso. ¡No te asustes! Pesa unos 55 gramos y mide entre 15 y 20 centímetros de largo.

Como no goza de buena visión, su oído y su olfato están bien desarrollados. Es precisamente de este último órgano del sentido que quie­ro hablarte.

Su nariz no es como la de los demás animales. Su nariz parece una estrella: tiene 22 tentáculos rosados que utiliza para manipular su alimento. En ellos tiene muchas terminaciones nerviosas; por eso, este órgano sensorial es el más importante para él. Es por esto que se considera uno de los animales más extraños que existen. Tal vez no te guste el aspecto de este pequeño animalito, pero gracias a su nariz perfecta puede sobrevivir en su medio.

¿Te gusta tu nariz? ¿Te gustan tus ojos? ¿Te gusta el color de tu piel? ¿Te gustan tus dientes? ¿Te gustan tus manos? Recuerda siempre que Jesús te hizo perfecto, hermoso y especial.

Oremos: “Querido Jesús, estoy muy feliz de ser como me hiciste. Sé que soy especial para ti. Amén”.


El mejor amigo del hombre

Tu Biblia dice: “El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos”. Juan 15:13.

¿Has escuchado que el perro es el mejor amigo del hombre? Se­guro que sí. Es que no hay animal tan cariñoso y fiel como el perro. Siempre estará a tu lado en todo momento y cuando más lo necesites.

Se cuenta que Balto era un perro que vivía en Nome, Alaska. Fue con­siderado el héroe de los niños del pueblo. En una ocasión, se originó una epidemia de difteria entre los niños menores de cinco años y, pese a la gran tor­menta y al congelamiento del mar, Balto se convirtió en el perro guía y lideró al grupo de perros que arrastraba el medicamento en un trineo des­de el pueblo más cercano hasta Nome.

De esta manera, Balto llevó el suero y muchos niños pudieron salvarse de la enfermedad. Por esta gran hazaña, se erigió una estatua de Balto en el Central Park de Nueva York.

Hace muchos años, Jesús fue enviado a este mundo para darnos un me­dicamento llamado “salvación”. Murió en la cruz por amor a ti y a mí. Él quiere ser tu mejor amigo y está siempre a tu lado. Sabe lo que te duele, lo que te preocupa y lo que te causa temor; nunca dudes de su gran amor. Estará a tu lado siempre que lo necesites.

Oremos: “Gracias, Jesús, por ser mi amigo. Ayúdame a buscarte cada día. Amén”.


La generación Matusalén

Tu Biblia dice: “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestra mente alcance sabiduría”. Salmo 90:12.

¡Estar en ese lugar es increíble! Ver a las mariposas monarca volar por todo el bosque y cubrir el cielo de color naranja es algo espectacu­lar. Las mariposas monarca viven en Canadá y Estados Unidos. Son de color naranja brillante y sus alas tienen orillitas negras. Cuando termina el verano y comienza el frío, esta mariposa emigra a los bosques templados de México en busca de un clima para sobrevivir.

A este tipo de mariposas monarca se lo llama “generación Matusa lén”, pues, a diferencia de sus padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, ellas vi­virán de ocho a nueves meses más que las otras generaciones —que viven aproximadamente un mes—, cumpliendo así su ciclo de vida en México, para luego regresar a su lugar de origen.

No olvides que tú y yo somos como la mariposa monarca. Jesús nos ha permitido vivir aquí para hacer una vida, pero solo es por un corto tiempo, ya que él nos está preparando un lugar precioso en el cielo, donde viviremos muy felices en su presencia. ¡Por fin estaremos siempre en nuestro hogar!

Oremos: “Querido Jesús, gracias porque estás preparando una casa hermosa para mí y para mi familia. Recuérdamelo siempre. Amén”.


Un canto sin igual

Tu Biblia dice: “[…] Antes que cante el gallo, me negarás tres veces”. Mateo 26:34.

¡Kikirikíiii! Así cantaba el gallo en el gallinero.

Cuando mi abuelita lo oía, se levantaba rápidamente, pues el canto le decía que ya era hora de empezar el día. El canto del gallo también le avisaba sobre el cambio de clima, porque era con otra melodía y en horas que no eran las acostumbradas.

Cada vez que escuchaba a mi abuelita mencionar esto, recordaba que en una ocasión un gallo cantó en los tiempos de Jesús. Los doce discí­pulos estaban sentados a la mesa, disfrutando de la última cena con Jesús. Él les advirtió que lo abandonarían, a lo que un discípulo llamado Pedro con­testó: “¡Aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré!”

Allí fue cuando Jesús le dijo a Pedro que esa misma noche, antes de que cantara el gallo, él lo negaría tres veces. ¡Pobre Pedro! Se sentía muy confia­do en que daría su vida por Jesús. La advertencia se cumplió: a Jesús lo toma­ron prisionero, los discípulos se esparcieron y Pedro lo negó antes de que el gallo cantara.

Estoy segura de que Pedro se sintió muy mal por su actitud, al recordar que él mis­mo había declarado seguirlo hasta el final y las palabras que Jesús les había mencionado al respecto.

La próxima vez que mami o papi te adviertan que te ocurrirá algo si no obedeces, préstales atención; ellos te lo dicen por tu bien.

Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a prestar atención a las indica­ciones de mamá y papá; pero sobre todo a lo que tú quieres que haga. Amén”.


Un ave inteligente

Tu Biblia dice: “[…] He ordenado a los cuervos que te lleven comida”. 1 Reyes 17:4.

 

Elías se presentó ante el rey Acab y dijo que no caería lluvia ni ro­cío en el país hasta que él lo ordenara. Luego, Dios le mandó a Elías que fuera a vivir al arroyo de Querit por un tiempo.

Le dijo que no se preocupara por el alimento, porque unos cuervos lo ali­mentarían llevándole pan y carne por la mañana y por la tarde, y podría beber agua del arroyo. ¡Qué confianza la de Elías! ¡Sería sustentado por unos cuervos!

Los que estudian a las aves dicen que los cuervos son aves muy inteli­gentes, pues tienen el cerebro más grande que las demás. Jesús las dotó de capacidades extraordinarias, como las de resolver problemas e imitar sonidos de animales, y una gran intuición.

¿No te parece que Jesús fue sabio al mandar a los cuervos para que alimentaran a Elías? Recuerda que Jesús siempre está pendiente de que nunca te falte qué comer o qué beber. Tal vez no te mande a unos cuervos para que te alimenten, pero sí hará provisión, pues él está siempre cuidándote y porque así lo ha prometido.

La próxima vez que salgas a la calle y te encuentres con algún nece­sitado, comparte tu comida con él.

Oremos: “Querido Jesús, gracias porque nunca nos ha faltado el alimento. Ayúdame a compartirlo con otros niños que lo nece­sitan. Amén”.


El ave de la paz

Tu Biblia dice: “Ojalá tuviera yo alas como de paloma; volaría entonces y podría descansar”. Salmo 55:6.

¿Has visto una paloma blanca con una hojita de olivo en el pico? Estoy segura de que sí. Las personas la han tomado como un símbolo de paz y pureza. Se basan en la paloma que envió Noé después de pasar dentro del arca 40 días y 40 noches por causa del diluvio. ¿Te acuerdas de esa historia?

La primera vez que Noé soltó una paloma para comprobar si las aguas ya habían bajado del todo, la paloma no encontró dónde posarse y regresó al arca, pues aún no había tierra seca. Luego Noé esperó siete días más y volvió a sacar a la paloma. Al atardecer, la paloma regresó con una ramita de olivo en su pico, como muestra de que las aguas iban bajando. Aún así, Noé es­peró siete días más y entonces volvió a sacar a la paloma, que esta vez ya no regresó. Noé y su familia salieron del arca y agradecieron a Dios por su cuidado dentro de ella.

Hay una paloma muy especial; no la podemos ver. La única vez que se la vio fue cuando Jesús fue bautizado en el río Jordán. El Padre pronunció unas palabras hermosas: “Este es mi Hijo amado en quien me complazco”; y entonces el Espíritu Santo se presentó en forma de paloma.

El Espíritu Santo te recuerda las cosas que Jesús quiere que hagas y habla a tu mente para que cambies lo malo por lo bueno.

Oremos: “Jesús, gracias porque el Espíritu Santo habla a mi mente y me dice las cosas buenas que deseas que haga. Amén”.


Una lengua poderosa

Tu Biblia dice: “El que tiene cuidado de lo que dice, nunca se mete en aprietos”. Proverbios 21:23.

Hagamos un experimento: saca tu lengua y trata de levantar una galleta; sostenla y cuenta hasta cinco. ¿Pudiste hacerlo? Ahora, sostén la mitad de una manzana; cuenta de nuevo. ¿Cómo te fue? Un intento más; sostén un plátano completo. ¿Lo lograste? ¡Estuvo muy difícil, ¿verdad?!

Existe una ranita en Sudamérica que con su lengua puede cargar el equivalente a su pro­pio peso y más. Esto se debe a que tiene una lengua con gran capacidad para adherir alimentos de cualquier tamaño, como si tuviera un pegamento poderoso en ella.

A veces nuestra lengüita se parece a la de la rana sudamericana. Cuando decimos mentiritas, es como si se nos pegaran en la boca y, en lugar de quitarlas, van aumentando cada vez más. Esto daña a otras personas y también a nosotros mismos, y nos mete en problemas de los que no podemos salir.

La próxima vez que te veas tentado a decir una mentira, pídele a Jesús que te ayude a decir la verdad, aunque te cueste mucho trabajo decirla; a pesar de que coseches consecuencias negativas para tu vida. ¡Honra a Jesús diciendo siempre la verdad!

Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a decir siempre la verdad, aun­que sea muy difícil. Quiero honrarte en todo momento. Amén”.


Con poca energía

Tu Biblia dice: “[…] Y el perezoso gira en la cama”. Proverbios 26:14.

–¡No me digas perezoso! –exclamó Betito.

–¡Sí! ¡Eres un perezoso! –contestó Magui–. ¡No quieres ayudarme a barrer!

–¡Pero he recogido mis juguetes y mi ropa está en su lugar! –refutó Betito–. Además, no sé qué es un perezoso.

–¡Pues es un animal muy flojo! –dijo Magui.

La abuela Rosita pasaba por allí y escuchó la discusión que tenían los hermanitos. Entonces sacó un libro de animales y buscó entre sus páginas a un animalito que estaba colgado de la rama de un árbol, llamado “perezoso”.

–¡Ya ves! –exclamó Magui–. Te dije que es muy flojo.

–No, Magui, el perezoso no es flojo. Lo que pasa es que se alimenta de hojas, de tallos y de brotes. Como estos alimentos no son suficientes para mantenerlo activo, el perezoso debe distribuir sus energías; por eso su metabolismo es lento, al igual que él.

–¡Ah! Yo pensaba que dormía y no hacía nada por flojo –dijo Magui.

–Cuando tu hermanito crezca podrá realizar todas esas cosas. Cuando tú eras pequeña tampoco podías hacerlas y eso no significa que hayas si­do como el perezoso –explicó la abuelita.

–Perdóname, Betito. Te prometo que ahora te enseñaré y te ayudaré a hacer las cosas que no puedas hacer –dijo Magui.

Jesús desea que los niños cumplan con sus responsabilidades con el me­jor esfuerzo.

Oremos: “Querido Jesús, gracias por darnos fuerzas para hacer la parte que nos toca cumplir en casa y en la escuela de la mejor forma posi­ble. Amén”.


¡Le gusta bañarse!

Tu Biblia dice: “Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve”. Salmo 51:7.

Fifí era un gatito hermoso con pelo gris y ojos ver­des. Su dueña era mi vecina Lore. Cada vez que lo veía, estaba lamiendo su cuerpo, sus patitas y terminaba con su cola. Cuando se lamía las patas, enseguida se pasaba una por su rostro, como para asearlo.

Fifí caminaba en la arena y se detenía más adelante para limpiarse. Para mí, era sorprendente ver a ese gatito lamerse, como queriendo estar siempre impecable. Entonces le pregunté a Lore si bañaba a Fifí con agua y jabón, porque me parecía que estaba sucio. Ella me explicó que los gatos se acicalan porque no pueden sudar ni jadear, y que eso tam­bién les sirve para mantener una temperatura adecuada de su cuer­po y su pelaje más suavecito.

Conozco a algunos niños que son lo contrario de Fifí. ¡No les gus­ta bañarse! Mami les habla mucho para meterlos a la ducha, y no hacen caso; otros lloran, porque no les gusta. ¡Pobres niños! No saben que nuestra piel necesita agua y jabón para eliminar las bacterias que quedan en ella diariamente.

Jesús también te limpia de todas las cosas malas que haces. A él debes decirle en oración lo arrepentido que estás y pedirle perdón. Verás cómo te sientes feliz.

Oremos: “Gracias, Jesús, porque siempre me perdonas cuando cometo un error. Limpia mi alma. Amén”.


Nadando contra la corriente

Tu Biblia dice: “Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra”. Colosenses 3:2.

Hoy te daré pistas de un animal y tú adivinarás de quién se trata: es un pez, le encanta el agua dulce y el agua salada, siempre y cuando esté bien fría. Le gusta viajar. Estos peces tienen un color pálido, pero cuando van a poner sus huevecillos ad­quieren colores brillantes. A los osos les encanta comerlos… ¿Sabes de qué pez te hablo? ¡Claro! Del salmón.

Una de las principales características del salmón es que se reproduce en agua dulce y, cuando ya es mayor, le gusta viajar hacia el mar. Pero ¿qué crees? Este viaje conlleva muchos sacrificios, ya que el salmón debe viajar contra la corriente, pasar por algunas plantas acuáticas que lo lastiman y —lo más difícil— por el peligro de ser comido por otros peces o, peor aún, por un oso.

Este pececito me recuerda que nosotros estamos en un viaje al cie­lo con nuestro Jesús, pero, mientras llegamos allá, tenemos que atravesar muchas situaciones que a veces nos lastiman o nos hacen sen­tir mal. Es en esos momentos que debemos dirigir nuestra vista hacia Jesús, para seguir sus pasos, y tomarnos fuerte de su mano para que la corriente de este mundo no nos lleve.

Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a obedecerte mientras estoy aquí en la Tierra. Quiero ir al cielo contigo. Amén”.


¡Cómo pica!

Tu Biblia dice: “Habló, y vinieron enjambres de moscas y piojos en todo su territorio”. Salmo 105:31 (RVR1995).

–¡Mamá! ¡Creo que tengo una enfermedad en la cabeza! –exclamó Edgar, rascándose muy fuerte con sus uñas.

–¿Por qué, hijo? –preguntó la mamá.

–Porque me pica mucho. ¡No aguanto, mamá! –insistió Edgar. La mamá le revisó la cabeza y vio unos pequeños insectos en ella.

Ahí mismo le quitó los piojitos que ya habían ocasio­nado daño. Compraron un champú especial y quitaron los demás.

¿Te has imaginado lo que pasaron los egipcios y sus animales con la plaga de los piojos? Dios quería que el Faraón dejara salir a su pueblo y este se rehusaba a dejarlos libres.

Cuando pienso en esta historia de la Biblia, me imagino que los pio­jos son como los malos hábitos que a veces tenemos. Creemos que nadie se dará cuenta, porque para nosotros son insigni­ficantes, pero después nos perjudican. Si los dejamos crecer, se convierten en nuestros peores enemigos; nos destruyen y nos hacen sentir infelices.

No olvides que el tratamiento para eso es estudiar cada día la Palabra de Dios, que te comuniques con él, cantes y compartas a otros del amor de Jesús. De esta manera estás aplicando el tratamiento especial para que los “piojitos” salgan de tu vida.

Oremos: “Querido Jesús, ayúdame a sacar los hábitos malos que tengo en mi vida. Deseo que tú seas el único tratamiento que me aplique. Amén”.


Una mamá protectora

Tu Biblia dice: “[…] Como la gallina junta sus pollitos bajo las alas”. Mateo 23:37.

¡Clo, clo! ¡Clo, clo! La gallina llama a sus pollitos para darles de co­mer. Cuando van junto a ella, les enseña a picar la tierra y a rascarla para encontrar algún gusanito o semilla que haya a su alrededor.

Mamá gallina cuida a sus pollitos con mucho amor y, si ella sabe que están en peligro, los mete bajo sus alas para darles seguri­dad y protección. Ellos se acurrucan y duermen tranquilamente, porque sienten el amor de su mamá cada vez que los cubre con sus alas. La gallina los ha amado desde antes de nacer.

Cuando aún estaban en los huevitos, ella los empollaba y ca­careaba con suavidad y amor.

Así como la gallina esperaba con tanto amor a sus pollitos, tam­bién tu mamá y tu papá te esperaban con tanto amor que prepararon tu ropita, decoraron tu habitación, compraron una cunita y hasta juguetitos para ti. Tu nacimiento fue festejado por toda la familia y los amigos de tus papás. Ahora que ya estás un poquito más grande, mamá sigue cuidándote y haciendo todo lo que está a su alcance para que crezcas saludable, seguro y para que te sientas amado.

 

Jesús hace eso por nosotros: nos cuida, nos protege y nos ama. Cuando nos sentimos con miedo, podemos ir a él, porque él nos llena de su amor y nos da seguridad.

Oremos: “Gracias, Jesús, porque cuando tenemos miedo pode­mos refugiarnos en ti. Amén”.