La adquisición del sistema verbal español por aprendices alemanes y el papel del aspecto gramatical

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3.4 Definiciones del aspecto gramatical: el modelo de Comrie

Para los objetivos de las siguientes secciones, es esencial definir el aspecto gramatical de forma independiente del tiempo gramatical. Solo así se pueden explicar los contrastes que diferencian los sistemas verbales germánicos del español (→4.4.1). En este contexto, se ofrece el modelo de Comrie (1976). Adaptando la idea de que la relación entre el momento del habla y el evento mismo, Comrie (1976: 5) propone separar tiempo y aspecto a través de definiciones más rigurosas. Sostiene que tiempo es una categoría deíctica y externa a la situación, mientras que aspecto es interno a la situación. Se da el siguiente ejemplo:

(7) John was reading when I entered.

Juan leía cuando entré (ejemplo según Comrie 1976: 3).

En ambas lenguas, inglés y español, vemos que se usan dos formas verbales distintas, mientras que ambos eventos tienen lugar en el pasado. La diferencia, por lo tanto, es aspectual. Comrie (1976: 4) advierte, sin embargo, que a pesar de que es una categoría interna, el aspecto gramatical está sujeto a considerables variaciones. Consecuentemente, es preciso diferenciar entre aspecto léxico y gramatical. Cuando, en una descripción lingüística, se sostiene que una lengua dada no posee aspecto, esto necesariamente se refiere al aspecto gramatical, es decir, el aspecto no se codifica en la gramática de manera morfosintáctica. El aspecto léxico, como se ha mostrado, es universal.

Es frecuente que el aspecto gramatical y el tiempo no se marquen de manera analítica, sino que se fusionen en una única desinencia. Tal y como se ha visto en la introducción, el español combina el marcaje aspectual con las desinencias del tiempo del pasado. Además, es importante resaltar que una forma verbal puede tener varios usos o significados. En este caso, Comrie habla de un significado central o básico, y otros subsidiarios (Comrie 1976: 11).

A nivel teórico, Comrie (1976) define tres categorías de aspecto gramatical que coinciden con aquellas nombradas por Klein (1992, véase arriba): el aspecto perfectivo, el aspecto imperfectivo, y el aspecto perfecto. Un punto muy relevante para los argumentos de Comrie (1976) es la subjetividad del aspecto gramatical. En este contexto, aduce el siguiente ejemplo que demuestra que la misma acción puede presentarse tanto de forma perfectiva como imperfectiva:

(8) John read that book yesterday; while he was reading it, the postman came.

‘Juan leyó ese libro ayer; mientras lo leía, vino el cartero.’

(Comrie 1976: 4, traducción propia)

En (8), se evidencia la importancia de la perspectiva. Es decir, la perfectividad no alude ni a una duración corta, ni a una noción objetiva de delimitación, ya que los mismos eventos pueden ser narrados de manera imperfectiva. El ejemplo, además, demuestra que tampoco resulta adecuado hablar de eventos puntuales.

Ante estas ideas, Comrie (1976: 18) propone la metáfora de una burbuja en vez de un punto. Una burbuja, como objeto tridimensional, puede poseer una alta complejidad interna, sin que se imposibilite su percepción como objeto singular. La misma función emplea el aspecto perfectivo: presenta la acción en su totalidad, delimitada de otros eventos a través de límites perceptibles. Esto explica la propiedad “completado” que a menudo se menciona en el contexto del aspecto perfectivo. Este adjetivo, sin embargo, caracteriza más bien el aoristo en vez del aspecto perfectivo, ya que conlleva una noción de pasado. Su inadecuación resulta especialmente evidente al tomar en consideración aquellas lenguas cuyas gramáticas contienen un futuro perfectivo, como por ejemplo el ruso (Comrie 1976: 18). El adjetivo completado, consiguientemente, pone demasiado énfasis en el punto culminativo de la acción. Comrie menciona reservas parecidas en cuanto al rasgo de la resultatividad que enfoca el resultado de la acción. El aspecto perfectivo, en cambio, simultáneamente presenta todas las frases constituyentes de una acción; el inicio, las fases intermedias y el fin. Por esta razón, el autor argumenta que resulta más preferible el uso del término completo.

La oposición del perfectivo es el aspecto imperfectivo, que a su vez posee varias subclases: la habitualidad, la continuidad y la progresividad.

El aspecto habitual hace referencia a la descripción de una situación característica para un período temporal que no es accidental lo que aclara la diferencia a la iteratividad que, hasta pasar por cierto límite, es perfectiva (Comrie 1976: 28). La delimitación exacta, sin embargo, depende de factores subjetivos y se define de manera extralingüística (Comrie 1976: 27). La continuidad, según Comrie, se define como el aspecto imperfectivo no-habitual. Se subdivide en acciones progresivas y no-progresivas. La progresividad alude a una acción que enmarca un evento. La diferencia entre continuidad y progresividad puede demostrarse a partir de ejemplos que describen un estado continuo sin que este se considere habitual, ilustrado en (9).

(9) Juan sabía/*estaba sabiendo. (Comrie 1976: 34)

Consecuentemente, la progresividad es la combinación entre la lectura continua y predicados no-estativos. Comrie (1976: 35) advierte, sin embargo, que una comparación entre diversas lenguas (inglés, español, islandés, etc.) revela que las restricciones para el uso del progresivo no son universales (véase también italiano vs. español, →4.4.2). Es decir, el mero hecho de que algún que otro verbo pueda combinarse o no con la forma progresiva no puede ser prueba suficiente a favor o en contra de la estatividad. Un ejemplo revelador aducido por Comrie concierne a los verbos perceptivos, que en inglés no suelen combinarse con el progresivo1, mientras que esta combinación en las lenguas románicas resulta más habitual.

Particularmente relevante en el contexto de la adquisición del español como segunda lengua es la percepción del valor imperfectivo en aquellos casos no caracterizados por ser habituales ni progresivos (véase Domínguez et al. 2013, →5.1.3). Esta dificultad es compartida por algunas gramáticas tradicionales:

“Definitions of progressiveness found in some traditional grammars, along the lines of describing a situation in progress, often fail to bring out the difference between progressiveness and imperfectivity.” (Comrie 1976: 33)

Sin embargo, en realidad el uso del progresivo no entraña la ausencia del aspecto perfectivo, lo que se ilustra a través del siguiente ejemplo del español:

(10) Toda la tarde estuvieron entrando visitas. (según Comrie 1976: 22).

En la frase (10), se ve una combinación entre el perfectivo y el progresivo. Comrie (1976: 23) explica este uso como la presentación de varios actos de distintas fases percibidas como un único conjunto. La perfectividad y la imperfectividad, aunque contrastan, por lo tanto, no resultan complementarios.

Igualmente, pueden combinarse las distintas subclases entre sí:

(11) He used to be playing. (Comrie 1976: 30)

En (11), el uso de las formas verbales puede explicarse por tratarse de una iteración prolongada, mientras que la progresividad caracteriza cada una de las incidencias como progresivas. La comparación interlingüística, sin embargo, demuestra que la habitualidad y la continuidad pertenecen a un único concepto coherente cuyo enfoque está en la estructura interna. Por esta razón, se justifica la asunción del aspecto imperfectivo como unidad. Finalmente, Comrie (1976: 52) habla del aspecto perfecto. Anota que el perfecto es un caso particular, ya que no caracteriza la situación de manera interna, sino que destaca su relación con el presente. Por esta razón, también posee rasgos temporales y no se caracteriza de manera puramente aspectual.

Schwenter & Torres Cacoullos (2008: 4) argumentan que el aspecto perfecto y el perfectivo comparten varios rasgos en el sentido de que ambos conceptos conciernen al término de la acción: en el caso del perfecto, el enfoque está en el resultado; en el caso del perfectivo, importa la compleción. La diferencia yace en que el aspecto perfecto además expresa una delimitación frente a otros eventos pasados, y así no puede usarse para una narración de eventos secuenciados.

3.5 Interacciones entre distintos niveles: la ontología de Moens & Steedman

Aparte de que distintas lenguas fusionan las categorías en su morfología, también existen ciertos fenómenos gramaticales que causan una interacción semántica. En este contexto, Dowty (1979) compara las siguientes frases:

(12) John was drawing a circle.

(13) John was pushing a cart. (Ejemplos de Dowty 1979: 133)

En ambas frases, aparece el aspecto progresivo en un tiempo del pasado. La diferencia yace en el aspecto léxico: mientras el ejemplo (12) contiene una realización télica, el predicado de (13) consiste en una actividad, y consiguientemente es atélico. Una consecuencia directa de esta diferencia es la validez de posibles conclusiones que se resumen en (14) y (15).

(14) John drew a circle.

(15) John pushed a cart. (Ejemplos de Dowty 1979: 133)

Mientras que la verdad de (13) automáticamente entraña la verdad de (15), no puede decirse lo mismo sobre (12) y (14). La razón se encuentra en el aspecto gramatical. La perfectividad de (14) sugiere el término de la acción completa. Ya que la acción está caracterizada por un límite inherente, la imperfectividad de (12) deja abierta su alcance. En el caso de los predicados atélicos, en cambio, el punto terminal es arbitrario (cf. prueba de entrañamiento de Salaberry 1999, →3.3).

 

A partir de estos ejemplos, Dowty (1979) formula la paradoja imperfectiva:

“In other words, the problem is to give an account of how (1) [aquí reproducido como (12), T.D.] entails that John was engaged in a bringing-a-circle-into-existence activity but does not entail that he brought a circle into existence.” (Dowty 1979: 133)

Para explicar dicha diferencia, resulta particularmente adecuado el modelo temporal-aspectual de Moens & Steedman (1988) quienes definen una ontología combinatoria de todos los conceptos. Como se va a revelar, su modelo es especialmente relevante para algunos estudios de la adquisición de los tiempos del pasado en español, ya que destaca la noción de la estatividad frente a eventividad. Por ejemplo, se ha observado que, entre aprendices anglófonos de español como segunda lengua, es justamente este contraste el que puede explicar algunos modelos de adquisición (→5.1.3). En otro contexto, observaciones similares han causado que Bickerton (1981) postulase la diferenciación entre estados y eventos como concepto innato.

En su análisis, en contraste con Reichenbach (1947) o Klein (1992), Moens & Steedman (1988) enfatizan la interdependencia entre elementos gramaticales y elementos léxicos, resaltando así de manera crucial el papel del aspecto léxico. La influencia mutua entre el nivel léxico y la gramática, llamada coerción, es la razón por la cual los autores argumentan que un trato de las categorías sueltas es imposible. Los autores tienen razón en su observación de que un análisis aislado de ambos fenómenos resulta difícil considerando algunos casos especiales. La idea de que esta observación lleva automáticamente a la inseparabilidad de los conceptos teóricos, en cambio, no acaba de convencer.

La idea central del modelo concierne a la diferenciación entre estados frente a eventos. Mientras que los estados se consideran como espacios continuos, los eventos se caracterizan por una dinamicidad y permiten transiciones entre estos espacios. Por esta propiedad, pueden compararse en cuanto a la manera según la cual conectan el estado de fuente con un posible estado consecuente de la acción. Según Moens & Steedman (1988), los eventos caen en cuatro grupos que se definen a través de dos rasgos semánticos, [±atómico] y [±conseq]. El primero simboliza el concepto que tradicionalmente se entendió como puntualidad. Con una argumentación similar a Verkuyl (1999, 2002), los autores argumentan que los puntos, en el sentido matemático de la palabra, no representan un concepto apto para la definición de acciones del mundo real. La diferencia entre los dos modelos, sin embargo, consiste en que, mientras Verkuyl (2002) no concede ninguna relevancia a la distinción entre eventos puntuales y no-puntuales, Moens & Steedman (1988) solamente amplían el concepto, e introducen la idea de eventos atómicos que pueden parecer puntuales, aunque no lo sean, lo que define el primer rasgo. El segundo rasgo, [±conseq], concierne a la (no-) existencia de un estado consecuente. En el caso de [-conseq], el evento no causa ningún cambio de estado.

La coerción puede producirse por rasgos léxicos (así, tener hipo implica una iteración de varias acciones puntuales), pero más relevante es la inducción por parte de elementos gramaticales. Por ejemplo, el aspecto progresivo puede añadir el valor durativo a cualquier evento atómico, y el aspecto perfecto añade una culminación. Moens & Steedman (1988: 18) argumentan que las vías, por la cual se produce la coerción, están inequívocamente determinadas por la gramática de una lengua dada.

Otra coerción se observa con el perfecto. Este causa el enfoque del estado consecuente de un proceso. Por consiguiente, su argumento necesita poseer tal estado, y en caso de que no lo posea, se reinterpreta. Una consecuencia directa, visible en el sistema inglés, consiste en la observación de que este estado consecuente aún tiene que estar presente y ser perceptible. De esta manera, se sigue la estrecha relación con el momento de habla como se ilustra a partir del siguiente ejemplo:

(16) #They have married yesterday. (Moens & Steedman 1988: 19).

En (14), el estado consecuente consiste en estar casado. No obstante, el adverbio yesterday (‘ayer’) sugiere que pueda contrastarse este estado con otro que resultaría de un casamiento en otro día. Aunque las acciones de casarse ayer y casarse hace un año se distingan, no puede decirse lo mismo sobre el estado consecuente. Por esta razón, el perfecto en (14) falla en destacar dicho estado. Un contraste directo se halla en (15).

(17) They have married on Friday the 13th! (Moens & Steedman 1988: 19).

Desde la perspectiva de una persona supersticiosa, una boda en una fecha desafortunada efectivamente podría llevar a otro estado del matrimonio. Moens & Steedman (1988: 20) argumentan que las distintas lecturas del perfecto compuesto no se siguen de una supuesta ambigüedad de dicha forma, sino de la carga léxica del verbo en cuestión y de los otros elementos que constituyen la frase.

En conclusión, es preciso admitir que el aspecto léxico y el aspecto gramatical pueden influenciarse mutuamente. Sin embargo, esto no justifica la imposibilidad de una separación entre los dos conceptos teóricos, ya que la coerción puede interpretarse como reinterpretación posterior que tiene lugar en la Forma Lógica.

De hecho, solo la definición separada de ambos conceptos tiene la posibilidad de resolver la paradoja imperfectiva de Dowty (véase arriba). El aspecto gramatical puede modificar el aspecto léxico, y consecuentemente los dos niveles entran en interacción. Para explicar el entrañamiento contradictorio introducido por Dowty (1979), es particularmente relevante la interacción de factores pragmáticos. La modificación del aspecto léxico, sin embargo, no es posible si no parte de valores establecidos. Se trata de una reinterpretación en un nivel semántico, pero no puede decirse que existan dos lecturas inherentes del predicado (compárese Salaberry 2008: 34).

“The property of telicity is less flexible. Presenting a telic event as atelic changes the situation in an essential way. […] The reason that telicity is generally not open to aspectual choice is that humans see it as an essential property. Telicity is not, therefore, a property that can be shifted for purposes of emphasis and point of view.” (Smith 1991: 19)

Dicha afirmación está apoyada por hallazgos de la neurolingüística, donde se ha comprobado un procesamiento significativamente distinto entre predicados télicos y atélicos (véase Romagno et al. 2012). No obstante, a pesar de una modularización entre los distintos componentes lingüísticos, las interacciones en una interfaz no necesitan considerarse imposibles. La coerción como proceso en el que interactúa el aspecto léxico con el gramatical ocurre en la interfaz entre semántica y sintaxis (→2.1).

En general, una separación de los dos niveles se hace especialmente necesaria al considerar el sistema verbal español en el que todas las combinaciones posibles igualmente son existentes (→4.2). No se correlaciona ninguna clase verbal con ninguna clase gramatical de manera inequívoca, como se mostrará en las siguientes secciones. El modelo de Moens & Steedman (1988), además, falla en explicar algunas de las consecuencias directas de la telicidad, evidenciadas en los otros modelos. Así, resulta incompatible con las evidencias relevadas por Slobin (1985) por las cuales la diferenciación entre proceso y resultado deben ser nociones básicas e innatas. Observaciones similares pudieron ser confirmadas por evidencias neurolingüísticas (Romagno et al. 2012). El rechazo de la telicidad como concepto relevante, por lo tanto, es un elemento de la teoría que resulta demasiado alejado de los otros.

A continuación, conviene seguir con las categorías descritas por Verkuyl (2002) y Comrie (1976) que, aunque destacan la similitud entre los dos niveles aspectuales, siempre subrayan su independencia mutua. Antes de presentar el sistema verbal español en detalle, se expondrán las asunciones esenciales y la terminología correspondiente utilizada a continuación.

3.6 Terminología y conceptos usados a continuación

Como ha mostrado la vision general en los previos apartados, pueden encontrarse una multitud de definiciones distintas e igualmente diferencias enormes en la terminología en cuanto a la conceptualización de aspecto. Las grandes diferencias interlingüísticas, además, aumentan el grado de la complejidad de los conceptos. Es por lo tanto esencial especificar los conceptos y denominaciones que se utilizarán a continuación lo que ilustra la siguiente cita:

“As already indicated, in discussions of aspect, as opposed to many other areas of linguistics, there is no generally accepted terminology” (Comrie 1976: 11)

En lo que concierne al aspecto léxico, las categorías de Vendler (1957) representan el punto de partida para muchos estudios aplicados, aunque, como se ha visto, no resulten adecuados para describir la totalidad de los fenómenos existentes. La idea de que los verbos pueden clasificarse según su constituencia aspectual, sin embargo, se mantiene en todas las teorías.

En la mayoría de los estudios fuera del marco generativista sobre la adquisición del aspecto las categorías vendlerianas siguen representando la base para clasificar los verbos y predicados (→5.1.2). Otros estudios, sin embargo, demuestran que la reducción del número de clases puede facilitar el análisis de manera crucial. Salaberry (1999), por ejemplo, no subdivide las clases télicas en realizaciones y logros, rechazando la validez del concepto de la puntualidad. González (2013) argumenta a favor del planteamiento binario, siguiendo a Verkuyl (2002). De esta manera, no solo se simplifica la metodología de estudios empíricos cuyos instrumentos así dependen de menos factores, sino también puede establecerse una correlación más directa entre el aspecto léxico y la perfectividad que igualmente es binaria. Así, los datos pueden interpretarse a través de métodos estadísticos más fuertes y más válidos. Por las mismas razones, en la parte empírica también va a prevalecer el planteamiento binario.

A pesar de que los argumentos de Verkuyl (2002) en contra de los términos telicidad y aspecto léxico hayan resultado muy persuasivas, no necesariamente significan que no puedan respetarse las tradiciones terminológicas. Sobre todo, en el ámbito de los tiempos verbales, resulta común que las connotaciones de la terminología no equivalgan a los conceptos (→4.2.1). Por lo tanto, aunque precisa admitirse que la terminología empleada sugiere unas connotaciones que bajo ciertos contextos pueden resultar engañosas, a continuación, se seguirán utilizando las expresiones télico y átelico. Estos términos deben entenderse como etiquetas cuya definición depende de los conceptos presentados en las secciones previas sin que reflejen necesariamente lo que su etimología sugiere.1

De la misma manera, hablaremos del aspecto léxico, aunque la referencia implique la carga semántica del predicado en total. En general, no parece contradictorio que el término léxico aluda a más nociones que solo al verbo. La idea central, tanto en las ideas de Verkuyl (2002) como en las de Comrie (1976), que consiste en una disociación entre léxico y gramática, queda inafectada.

El aspecto gramatical se clasificará, sobre todo, según los tres conceptos de Comrie (1976): perfectividad, imperfectividad y el aspecto perfecto. Dado que el aspecto perfecto contrasta con el imperfecto, puede considerarse un caso especial del perfectivo. De Moens & Steedman (1988) se adoptará la expresión de la coerción, afirmando que sí hay posibles interacciones entre los distintos niveles. Estas interacciones, no obstante, no justifican una postulación de una supuesta inseparabilidad de los conceptos, sino que es una prueba de la existencia de fenómenos esenciales en la interfaz entre sintaxis y semántica, y por consiguiente un claro indicio de que los valores finales se interpretan en la Forma Lógica (→4.5).


Aspecto léxico Aspecto gramatical
noción semántica universal aplicado al sintagma entero, no solo al verbo léxico uso como sinónimo de aspecto predicacional y aktionsart subdivisión de manera binaria Predicado télico Sintagma verbal con un inicio y término inherente Equivalente al aspecto terminativo en la terminología de Verkuyl (2002) Englobando a las clases vendlerianas de realizaciones y logros Predicado atélico Sintagma verbal cuyo final es arbitrario Equivalente al aspecto durativo en la terminología de Verkuyl (2002) Englobando a las clases vendlerianas de estados y actividades sujeto a variaciones interlingüísticas determinado por los medios morfosintácticos de una lengua dada subdivisión binaria, oposición más relevante concierne a la (im)perfectividad Aspecto perfectivo Presenta el evento en su totalidad Evento como objeto singular Visión desde fuera Caso especial: aspecto perfecto ⇒ estrecha relación con el presente Aspecto imperfectivo Acciones habituales o continuas Evento presentado en su progreso Visión desde dentro
Fenómenos de coerción Posibilidad de interacciones entre los dos niveles aspectuales Una forma morfosintáctica dada puede forzar una reinterpretación necesaria del aspecto léxico Esta influencia mutua tiene lugar en la Forma Lógica, la interfaz entre sintaxis y semántica

Tabla 1:

 

Terminología usada a continuación