100 millones de Hair Ties y un Vodka Tonic (Latinoamérica y Estados Unidos)

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Decían que era feo, que no les gustaban los colores, o que no se veía muy moderno. Colocar algo que parecía un cable telefónico en tu cabello era una idea muy rara.

En ese entonces hubo unos chicos en la universidad que recibieron una beca de 25.000 libras esterlinas (cerca de USD 30.000) para desarrollar un accesorio que permitía, por medio de internet, regular la intensidad de una bombilla eléctrica desde un smartphone. Era una gran idea y recibieron todo tipo de halagos por ganar esa beca; pero no hubo ninguna inversión para mi producto, y las reacciones de las personas eran, cuanto menos, escépticas.

Las hair ties eran un producto funcional y de escasa participación, casi como el papel higiénico. Con el papel higiénico, siempre y cuando tu trasero quede medianamente limpio, las personas están contentas, con alguna que otra excepción. Es algo que necesitas, pero que nunca ansías comprar.

Nosotros teníamos la oportunidad de hacer que las hair ties pasaran de ser el accesorio capilar equivalente al papel higiénico a algo mágico que las personas amasen y desearan y por lo que estuvieran dispuestos a pagar más dinero.

4. En español, ‘sin rastro’. (N. del T.)

5. En español, ‘libre de rastro’. (N. del T.)

6. En español, ‘elastirastro’. (N. del T.)

7. En inglés, ‘invisible bubble’. (N. del T.)

3.

El Sr. Bernhard tropieza con nuestro sitio web


LO QUE APRENDÍ:

• Puede que las personas no compren cosas si hay demasiadas opciones.

• La combinación de creatividad y eficiencia es esencial para una empresa emergente.

• No saber nada sobre una industria puede ser una ventaja para trabajar en ella.

Más allá de que estaba muy entusiasmada —a pesar de los odiadores—, Felix fue quien estableció fechas límites. Cuando lo visitaba en Bath, yo quería que pasáramos tiempo juntos después de haber trabajado duro en las invisibobbles durante todo el día, pero él se quedaba despierto hasta tarde para terminar el logo o escribir textos para nuestra web.

El invierno anterior a que comenzáramos las clases en la universidad, ambos trabajamos como instructores de esquí. En Suiza, donde yo trabajaba, pagaban muy bien; en Austria, donde trabajaba Felix, pagaban muy mal. Yo ganaba 25 francos suizos (alrededor de GBP8 21 o USD 26) por hora sin contar las propinas, y no debía pagar impuestos porque ganaba menos del salario mínimo anual.

Ahorramos cerca de USD 2.000 cada uno. Felix había necesitado trabajar mucho más que yo, pero nunca imaginamos que fuéramos a invertir una gran porción de los ahorros de nuestras vidas en miles de pequeños y coloridos pedazos de plástico enrollado que serían enviados desde China en un contenedor.

Sin embargo, eso es exactamente lo que hicimos, porque una vez que llegamos al punto en que estábamos satisfechos con nuestras muestras, la primera orden que encargamos al tipo de Alibaba, por 15.000 invisibobbles, nos costó alrededor de USD 3.800. Fue una decisión de inversión muy fuerte, especialmente considerando que la mayoría se había reído de nosotros; pero estábamos seguros. Los zapatos nuevos y las vacaciones podían esperar: esta era una verdadera idea.

El precio incluía el packaging, porque necesitábamos encontrar una forma más interesante de presentar nuestras gomas para el cabello que simplemente abrocharlas a un pedazo de cartón. Había visto paquetes de dos esmaltes para uñas que se vendían en pequeñas bolsas tipo Ziploc y me habían parecido adorables, por lo que enviamos una a Liang y le pedimos producir 5.000 unidades. También le pedimos unas bolsas más grandes en las que pudieran entrar cinco y diez gomas, y logramos que imprimiera en los paquetes la dirección web que íbamos a comprar: invisibobble.com.

También necesitábamos que todo llegara en poco tiempo, porque, a pesar de las fechas límites creadas por Felix para asegurarse de que siguiéramos a buen ritmo, teníamos una fecha real acercándose: la exposición Hair & Beauty. Se trata de una gran feria comercial en Frankfurt a la que asisten compradores y peluquerías y en la que se exhibe de todo, desde extensiones para el cabello hasta mobiliario para salones de belleza. New Flag, la empresa de Dani y Niki, tendría un puesto de Tangle Teezer allí, y sería una enorme oportunidad para llevar las invisibobbles a la industria profesional del cabello. ¡Faltaban solo dos meses!

El sábado 17 de marzo de 2012 a la 1:49 de la mañana Felix me envió un e-mail. “REALMENTE necesitamos estas hair ties antes de que mi hermano y Niki vayan a la convención. Nos proporcionaría un comienzo verdaderamente bueno”, escribió. Cinco días más tarde llegó otro e-mail.


Mail De: “Felix Haffa” <felix@invisibobble.com> Para: YoEnviado: Jue 22/3/2012, 1:23 a. m. Asunto: jijiji fíjate desde qué e-mail estoy escribiéndote

Ah... Felix. Había sido mi novio más o menos desde los 15 años, cuando nos conocimos en la secundaria en Zúrich. Antes de empezar a salir, yo lo veía como un chico apuesto, con algunos pocos amigos con los que estaba todo el tiempo. No creo haberlo visto sonreír jamás en esa época, y encontraba al grupo, en general, bastante intimidante y un poco arrogante.

Empezamos a hablar cuando hicimos un viaje escolar al lago Garda en Italia, sin embargo, y una vez que lo conocí mejor, comprendí que lo suyo era más parecido a la introversión que a la arrogancia. Cuando volvimos a Zúrich me invitó a salir.

Felix dice que pensaba que yo era tímida y bonita, y que le daba miedo hablarme. Y mientras que él era muy competitivo en todo lo que hacía, sacrificando pasar tiempo con amigos para poder estudiar, en la escuela yo era un poco más sociable. A pesar de eso, éramos similares en el sentido de que preferíamos estar solos para avanzar con nuestros estudios. Él es, además, la persona más motivada que se pueda conocer, alguien obsesionado con los detalles y siempre esforzándose por ser mejor. Actualmente, si vendemos algo por USD 1.000.000, él preguntará “¿por qué no USD 2.000.000?”, y si recibimos novedades de que un negocio no está saliendo como lo planeamos, me hará preguntas al respecto cerca de tres veces al día hasta que el problema esté resuelto.

Felix siempre fue una persona resolutiva. Necesita ocuparse de que las cosas se hagan; yo soy mucho más creativa. Puedo enfocarme muy bien en nutrir nuestra marca y en pensar las cosas a largo plazo, mientras que Felix piensa mucho más en los números y en cómo podemos obtener dinero ahora mismo. Creo que se necesitan ambos estilos para que una sociedad comercial sea exitosa, a pesar de que esa diferencia ocasionó algunas discusiones a lo largo del camino.

Bueno, ahí estábamos, en marzo de 2012, sin saber realmente nada acerca de nada, porque todavía éramos adolescentes, esperando que nuestras 15.000 pequeñas piezas de plástico espiralado y 5.000 pequeñas bolsas viajaran 5.000 millas desde la fábrica de un tipo llamado Liang que vivía en algún lugar de China hasta el hogar de los papás de Felix en Múnich, a donde viajaríamos para las vacaciones de Pascuas.

Por entonces nuestras hair ties medían apenas más de una pulgada de diámetro y estaban disponibles en 27 colores diferentes. Les dimos nombres: Submarine Yellow9 a uno que era muy vívido, Turtle Green10 a uno de color medio fangoso, Space Blue11 a otro de color azul brillante. Éramos tan creativos...

Mirando hacia atrás, 27 colores y tres tamaños diferentes de empaque eran demasiaaadas opciones para el comienzo. Está demostrado que en los supermercados, mientras más acotada sea la selección de cualquier producto, mayores serán las chances de que alguien lo compre. Es decir, si hay tres tipos de mermelada —fresa, frambuesa y albaricoque— la decisión es bastante fácil. En cambio, si hay 20 tipos de mermelada de fresa, 20 tipos de mermelada de frambuesa y 20 tipos de mermelada de albaricoque, además de distintas combinaciones de las 3, todo se vuelve tan abrumador que a menudo las personas se dan por vencidas y no compran nada.

En fin, una vez que recibimos todo, lo desparramamos sobre el piso de la sala de los papás de Felix. Nos pusimos a separar las 15.000 hair ties en pilas de diferentes colores como si fuera un gigantesco arcoíris multicolor en la alfombra. Fuimos empujando gradualmente las mesas, sillas y sofás hacia las paredes para tener más espacio.

Nos sentamos en el piso, gateando entre las pilas y empaquetando las gomas en las bolsas con la marca de invisibobble de dos, cinco y diez unidades, armando múltiples combinaciones de colores; también armamos paquetes de cinco y diez únicamente negras.

Toda la casa olía como una fábrica de plástico, y después de unos tres días, el padre de Felix, que nos había estado evitando, entró a la sala.

“Guarden. Ahora. ¡TODO!”, gritó, enfurecido. Creo que los papás de Felix no habían considerado realmente la desorganización que causaríamos, y, definitivamente, no comprendían por qué teníamos tanta fe en que alguien en verdad compraría una goma elástica espiralada para el cabello. Tuvimos la suerte de que el hermano de Felix rentara un depósito en Múnich para New Flag, por lo que una vez que terminamos de empacar nuestras 15.000 gomas para el cabello, Dani nos permitió mover allí todo nuestro stock.

 

Teníamos un nombre y teníamos nuestros productos; ahora necesitábamos un sitio web. Utilizamos software de Shopify y tomamos fotografías de una de nuestras amigas usando invisibobbles de diferentes colores en su cabello. Nuestro logo combinaba con la invisibobble Turtle Green, y nuestra página de inicio tenía una presentación de diapositivas de varias imágenes: invisibobbles en la coleta de nuestra amiga, un paquete multicolor de diez unidades, una pila de gomas rojas, negras y amarillas y, finalmente, una imagen de nueve gomas Turtle Green que parecía una pila de pequeñas orugas verdes y enrolladas.

El sitio tenía información sobre el producto, los colores disponibles, una sección “acerca de nosotros”, las opciones de envío a Alemania, Austria y Suiza, y un apartado de preguntas frecuentes. En verdad se veía bastante profesional.

El día en que lanzamos el sitio recibimos nuestra primera orden.

Un alemán llamado Uwe Bernhard había pedido un pack de cinco invisibobbles de colores variados por EUR 8,49 y pagado la tarifa estándar de envío de EUR 1,99, lo que llevaba el total a EUR 10,48 (alrededor de USD 11,50).

De alguna manera el Sr. Bernhard había tropezado con nuestro sitio web, lo había explorado y había decidido hacer un pedido. La sensación era maravillosa: mitad “oh por Dios, esto es completamente único, nunca ocurrió antes, ponlo en una licuadora, defeca encima, vomita encima, es una sensación de-otro-mundo” (tomando algo prestado de Lady Gaga describiendo lo que siente por el director Ryan Murphy), y mitad morirnos de risa de pensar en que un hombre de edad, cabellera y profesión indefinidas había visto nuestras invisibobbles, le habían gustado, había tomado su tarjeta de crédito y comprado un paquete.

No es que no creyéramos en invisibobble, pero al fin y al cabo éramos dos adolescentes aburridos que no tenían la menor idea de lo que estaban haciendo y, de repente, ganamos EUR 10 gracias a un tipo cualquiera. Estábamos extasiados y pusimos su pequeño paquete de invisibobbles cuidadosamente dentro de una cajita de cartón con una nota de envío escrita a mano y una tarjeta de agradecimiento. Esperábamos que si el Sr. Bernhard había comprado invisibobbles, otros harían lo mismo.

Por alguna razón, desde entonces, los pedidos empezaron a llegar. En un buen día podíamos llegar a vender productos por entre USD 55 y USD 70. Pero sabíamos que no era rentable continuar haciendo envíos pequeños desde el sitio web y que para poder crecer debíamos encontrar un distribuidor. Dani y Niki sugirieron que enviáramos paquetes gratuitos a los salones de belleza junto con sus pedidos de Tangle Teezers; con suerte, a los peluqueros les gustaría el producto y empezarían a encargar también invisibobbles.

Lo que ignorábamos en ese momento era que los salones solían tener acuerdos de exclusividad con grandes fabricantes como L’Oréal o Schwarzkopf que implicaban que solo pudieran vender champús y otros productos de esas compañías, que producían marcas como Kérastase y Redken. Sin embargo, como no había acuerdos de exclusividad para accesorios de cabello, ingresar en las peluquerías no era un problema.

De haber conocido estos tipos de “reglas” o cualquier otra cosa sobre la industria de la belleza y el cabello, tal vez nos hubiéramos contenido, o tal vez habríamos pensado que incluir paquetes de invisibobbles en los envíos de Tangle Teezers era un error, pero en ese momento, siendo niños, no sabíamos nada. De verdad. Quiero decir que sabíamos tan poco que ni siquiera sabíamos que no sabíamos nada.

A los peluqueros, efectivamente, les gustaron las invisibobbles que enviamos con los Tangle Teezers, y gracias a que las hair ties eran tan pequeñas no les era difícil encontrar un lugar donde ubicarlas. Hicimos un acuerdo por el cual podían comprar 100 hair ties por USD 56 y les enviábamos una jarra tipo pecera sin costo adicional para colocarlas. La idea era que fuera fácil para un cliente comprar un paquete de invisibobbles después de cortarse el cabello. Gastar cerca de USD 5,60 en un pack de 3 invisibobbles no era nada en comparación con lo que seguramente habría pagado por su corte o por su lujoso secado de cabello.

Y a pesar de poner a prueba la paciencia del papá de Felix, logramos tener los paquetes de gomas para el cabello listos para la exposición de Frankfurt. Yo no pude ir porque se acercaba la época de exámenes en Warwick, pero lo que sucedió nos voló la cabeza. Mi papá había manejado su propia empresa y se había interesado por invisibobble, por lo que le envié las novedades.


Mail De: YoPara: TvedeEnviado: Jue 17/5/2012, 12:56 p. m.Asunto: pequeño updateEn la exposición en Frankfurt había un tipo que es el dueño de 10 peluquerías y tiene contacto con más de 600 salones de Alemania que mostraron un fuerte interés en nuestras hair ties.No parece estar interesado en ofrecernos una ganga, pero si logramos que esto funcione, sería increíble porque podríamos, potencialmente, vender nuestras gomas para el cabello en 600 peluquerías de todo el país, y sería un gran comienzo. ¡Si esto sucede, obtendríamos una publicidad impresionante y tendríamos mayores posibilidades de vender en grandes tiendas departamentales! Todo es muy emocionante.Sophie

El tipo de las peluquerías se llamaba Rick Vahr, e hizo un pedido de algunos cientos de invisibobbles para vender en sus propios salones. Si se vendían bien, sería fácil para él entregar muestras a su equipo de ventas para llevar el producto a otras peluquerías, gracias a que las invisibobbles son muy pequeñas. Si eso resultaba exitoso, podría llegar a firmar un contrato con nosotros para distribuir a cada uno de los 600 salones. Debíamos ubicar 15.000 invisibobbles, por lo que necesitábamos seguir adelante.

8. Al momento de la presente edición, 1 GBP representa USD 1,36. Unificaremos las referencias monetarias en USD por su uso universal.

9 . En español, ‘submarino amarillo’. (N. del T.)

10. En español, ‘verde tortuga’. (N. del T.)

11. En español, ‘azul espacial’. (N. del T.)

4.

Mi papá apostó la casa


LO QUE APRENDÍ:

• Las opiniones de otras personas pueden ser molestas.

• Sin embargo, también pueden darte ideas con las que nunca habías soñado (gracias, Debbie la peluquera).

• No hay un hada de las gomas para el cabello.

Durante los primeros nueve meses, lo único en lo que podía pensar era en si nuestras hair ties realmente funcionaban, y en perfeccionarlas hasta alcanzar la mejor versión posible. No quería encontrarme en una situación en que las personas compraran invisibobbles porque se veían novedosas o diferentes (en un buen sentido) pero luego no estuvieran realmente felices de usarlas. Nuestras invisibobbles debían ser perfectas.

Mi cabello es largo y fino, el típico estilo nórdico, y necesitaba comprender cómo nuestro producto funcionaba en otros estilos. Por entonces teníamos un focus group 12 de una persona —yo— por lo que entregaba hair ties a estudiantes alrededor del campus y observaba mientras se sujetaban el cabello.

Esas conversaciones solían ser así:

Yo: —Hola, ¿has visto este nuevo tipo de hair ties?

Estudiante: —¿Esta es una hair ties? ¿No se enreda?

Yo: —¿Te gustaría probarla en forma gratuita?

Estudiante: —¿Gratis? ¡Seguro! Oh, aunque probablemente la pierda.

Yo: —¿Te molestaría que observe mientras te sujetas el cabello ahora?

Estudiante: —Okaaaayy…

Cuando inventas algo que nunca jamás se vio antes, te obsesionas por completo con la forma en que las personas lo usan y con saber quiénes son aquellas personas que lo usan. Te obsesionas realmente por completo. La primera vez que vimos a una mujer que usaba una invisibobble en un parque de Múnich, Felix y yo la perseguimos por todos lados durante un laaargo rato, con los ojos muy abiertos y expresión de sorpresa, haciendo gestos de chocar los cinco en silencio y a sus espaldas. Las demás personas nos podían ver haciendo esta pequeña danza de victoria, pero ella no. No pueden imaginar la sensación de saber que alguien vio tu producto e invirtió dinero en él.

Ahora, en serio, la razón por la que quería observar a las personas que usaban el producto era que necesitaba comprobar que se sintieran de la misma manera que yo; que las encontraran fáciles de usar y de quitar. Algunas semanas más tarde, veía a las mismas estudiantes en el campus y notaba que continuaban usando sus invisibobbles porque las llevaban como brazaletes, que era exactamente lo que hacía yo. Eso nunca fue parte de nuestro plan, pero todas simplemente lo hacían.

El hecho de que llevaran las invisibobbles en sus muñecas demostraba que estaban contentas de usarlas de la misma forma en que usaban gomas comunes para el cabello, a pesar de que se veían muy diferentes. Esto me dio confianza. Había algo del producto que funcionaba, porque muchas de las personas a las que les contaba sobre las invisibobbles todavía no lo comprendían. Las chicas tenían una forma de sujetarse el cabello con la que decían estar contentas y, aun así, pensaban en las hair ties de la misma forma en que pensaban en el papel higiénico: como una necesidad aburrida.

En un principio, nuestras hair ties no eran exactamente increíbles. Se estiraban y no volvían automáticamente a su forma original, por lo que debimos hacer muchas mejoras. A pesar de eso, sabía que había solucionado el problema de las marcas y las jaquecas, y me repetía a mí misma, en forma constante, que si yo veía el valor del producto, otros también lo harían.

También sabía que necesitaríamos la opinión de expertos en materia de hair ties. Y aquí es donde entraron en juego los peluqueros. Nos dimos cuenta de que el producto no solo no dejaba marcas u ocasionaba jaquecas, sino que, además, no dañaba el cabello de las personas cuando se lo quitaban. Esto hizo que los peluqueros amaran el producto y lo comentaran con sus clientes. Significaba, también, que nuestros empaques podían decir “amable con el cabello”.

La mayoría de las peluquerías hacían pedidos una o dos veces al mes, pero comenzamos a recibir encargos de una mujer, Debbie, cerca de dos veces por semana. Tal vez tenía un enorme salón justo en medio de la ciudad que estaba abierto día y noche, o tal vez tenía vendedores brillantes.

Envié un mensaje de texto a Felix el 3 de septiembre de 2012.

Yo

¡Debbie lo hizo otra vez!

Félix

¿Cuántas pidió esta vez?

Algo así como 300 paquetes

¿Acaso los está comiendo como golosinas?

Debbie resultó ser una peluquera común y corriente en una ciudad alemana común y corriente, y utilizaba las invisibobbles de una manera que jamás consideramos: peinados recogidos. Si una cliente se había terminado de hacer un corte, ella le ofrecía un peinado recogido gratis usando nuestras hair ties. Debbie podía hacer un peinado usando tan solo una invisibobble en lugar de, por ejemplo, 3 gomas comunes para el cabello y 15 pasadores metálicos.

Interesante. Ya ven. Yo tenía la meta muy clara de desarrollar el gran beneficio del producto, que era evitar las jaquecas. Felix tenía una meta muy clara que era hacer algo que tuviera el potencial de ser vendido a gran escala, y a la vez estaba obsesionado con elaborar el producto en forma eficiente. Y de pronto, estaban los peluqueros que nos brindaban todos estos otros puntos de vista, como el hecho de que una superficie suave significaba que sería amable con el cabello y que se podían hacer peinados creativos. ¡Estaban desarrollando el negocio por nosotros!

Esto se volvió superimportante. Comenzamos a trabajar junto con Debbie en distintos peinados que filmábamos y luego subíamos a YouTube; tener el tipo de contenidos adecuados es fundamental para los productos nuevos. El cabello no es el fuerte de Felix, créanme, realmente no lo es. Sin embargo, los negocios sí lo son, y entendió perfectamente el valor de trabajar con Debbie. Aún hoy trabajamos con peluqueros y estilistas, y sus tutoriales de YouTube reciben regularmente decenas de miles de vistas. Resulta que hay muchas Debbies allá afuera.

 

Un día, más o menos un mes antes de la exposición de cabello en Frankfurt, Felix y yo nos encontrábamos otra vez en la casa de sus papás armando los paquetes de invisibobbles (esta vez en el sótano) cuando Felix revisó su e-mail. Había un nuevo mensaje de Rick, el tipo que tenía las 600 peluquerías. Su prueba había ido bien y quería hacer un pedido. Apenas podíamos creerlo: un empresario serio vio el potencial de nuestros productos a menos de seis meses de comenzar con invisibobble. Nos pusimos manos a la obra un poco como en Blancanieves y los siete enanitos, cuando los enanitos están empaquetando alegremente los diamantes que excavaron mientras cantan “Hi-Ho” y marchan al ritmo de la música.

Pedimos algunas jarras más por Amazon, imprimimos algunos stickers de invisibobble y pasamos toda la tarde pegándolos a las jarras antes de llenarlas con una variedad de colores, además de rellenar las pequeñas bolsas con cinco o diez de nuestras hair ties. Luego envolvimos cuidadosamente las jarras con papel y las colocamos dentro de cajas de cartón, listas para llevar al correo al día siguiente. Había cerca de diez cajas; después de despacharlas, enviamos un mensaje de texto a Rick para avisarle que estaban en camino.

Tres días más tarde, Rick contestó el mensaje. Casi la mitad de nuestras jarras amorosamente envueltas habían llegado hechas añicos, por lo que volvimos al sótano y comenzamos de nuevo. Esta vez usamos plástico de burbujas y cajas de un cartón más denso. Rápidamente aprendimos que hay muchas variedades de cartón (¿quién lo hubiese dicho?) y que nosotros necesitábamos uno llamado “doble corrugado” que consiste en, precisamente, dos capas de papel corrugado que refuerzan cada lado de la caja. Equivocarnos en el tipo de empaque nos había costado tiempo y dinero, pero el error nos hizo hiperconscientes de que los detalles son importantes. En ellos se esconde el diablo.

Rick continuó haciendo pedidos y cada vez que llegaban, yo confeccionaba una factura; era una de las cosas que hacía durante las conferencias de la universidad a las que me molestaba en asistir.

Tal vez los profesores pensaban que estaba tomando notas. Otros estudiantes de Administración sonreían cuando me veían, diciendo en tono irónico: “¡Oh, Sophie, nos has honrado con tu presencia!”.

Aunque ninguno de los profesores sabía realmente si faltaba a algunas conferencias, las clases eran más difíciles de evitar. En los primeros tiempos, le pedía a algún amigo que falsificara mi firma en las listas de asistencia, y hasta un cierto punto eso funcionaba. El problema era que los tutores no habían memorizado todos nuestros nombres, por lo que se apoyaban en la lista de asistencia para hacernos preguntas. Si no asistías a más de tres clases, la universidad les escribía a tus papás. Por ese motivo debía ir a al menos algunas de ellas, pero torcía las reglas lo máximo posible.

Llegaron las vacaciones de verano, viajé a Barcelona con Hope y un par de chicas más, y fue entonces cuando Hope comenzó a entender que lo de invisibobble realmente era en serio. Conocí a Hope en la escuela en Zúrich, nos volvimos mejores amigas y siempre, desde el primer momento, fuimos muy honestas una con la otra. Todos los días nos despertábamos con resaca y mientras mis amigas se preparaban para ir a la playa yo me volvía, en palabras de Hope, “muy irritante”.

“Necesito hacer algunas tareas”, decía yo.

“¿Qué tareas tendrías que hacer AHORA MISMO?”, preguntaba Hope.

“Debo confeccionar algunas facturas”.

Hope rio al ver que hacía mis facturas en Word, las guardaba como PDF y luego las enviaba por e-mail a cualquier persona que hubiera pedido invisibobbles. Me despertaba a las 6 de la mañana muy entusiasmada para ver si teníamos algún pedido, y luego me ponía a facturar.

Por entonces, el valor de nuestros pedidos había subido, ya era de entre USD 120 y USD 550 por día, y si teníamos suerte, recibíamos un pedido de alrededor de USD 1.200. Para alguien de 19 años intentando comenzar una empresa en su primer año de la universidad, estas cifras eran inmensas, como lo serían para cualquier persona en un emprendimiento pequeño como el nuestro. Lo cierto es que fuimos rentables desde el principio: en los primeros meses del negocio vendimos lo suficiente para recuperar nuestra inversión inicial de (USD 4.000) y destinábamos todos nuestros ingresos a conseguir más invisibobbles y satisfacer más pedidos.

Para mi papá, sin embargo, estas sumas de dinero eran ínfimas.

Verán, mi padre no tenía exactamente un trabajo convencional. Era autónomo y siempre había hecho más o menos lo que había querido para ser exitoso. Era muy bueno comerciando materia prima, como el cobre; recuerdo un día, cuando era niña, en que colgó el teléfono y me dijo que había adquirido un montón de cobre. Unas dos semanas más tarde, le pregunté por qué no había llegado a nuestra casa.

Yo: —¿Cuándo nos entregarán el cobre, papá?

Papá: —El cobre no se entrega.

Yo: —¿Entonces por qué lo compraste?

Papá: —No, solo lo compré temporalmente y luego lo venderé, con suerte en unos dos meses.

Yo: —¿Cómo funciona eso?

Papá: —Bueno, mientras yo sea el dueño del cobre, el precio subirá. Luego podré venderlo para obtener una ganancia.

En otra ocasión, yo estaba sentada en la cocina, en pijamas y viendo Bob Esponja en la televisión mientras comía un sándwich, entró mi papá y se sentó a mi lado, lucía un poco pálido.

Yo: —¿Estás bien?

Papá: —Acabo de apostar la casa.

Yo: —¿Cuál fue la apuesta?

Papá: —Bueno, la lira turca se desplomó como una roca, y ahora puedo obtener un interés muy alto y grandes beneficios si la compro.

No entraré en detalles sobre las operaciones de cambio internacional, pero digamos simplemente que mi papá, en ocasiones, hacía enormes apuestas en distintas monedas y no siempre ganaba. Como esa vez lo hizo, seguí mirando Bob Esponja.

Las apuestas de mi padre solían ser bastante grandes, y que yo ganara un par de cientos de euros con unas hair ties plásticas no lo impresionaba demasiado. Tampoco comprendía realmente que las personas pudieran comprar un paquete de invisibobbles y luego quisieran volver a hacerlo. Solo cuando comenzó a ver —mientras esperaba en las colas de los aeropuertos— a más y más mujeres usando invisibobbles en el cabello o en la muñeca, pudo entender que eran populares y que las personas las querían en distintos colores (y distintos tamaños, cuando comenzamos a fabricarlas). Mi papá no estaba hecho para el mundo de los accesorios femeninos.

Tampoco era alguien que pensara realmente en cómo el pollo que estaba por comer había llegado al supermercado o dónde se fabricaba su dentífrico. Creo que para él todas estas cosas simplemente existían. Es casi como si el sofá de nuestra sala hubiese aparecido allí como por arte de magia, como si Dios hubiese dicho “¡he aquí tu sofá!”.

Los bienes materiales requieren un nivel muy alto de manipulación, y es comprensible que muchas de las personas que trabajan con bienes virtuales, como el software o las finanzas, no entiendan el alcance de estos procesos. Aún hoy hay gente que me pregunta si mi trabajo es de tiempo completo, como si las invisibobbles aparecieran en las tiendas mágicamente, entregadas por el hada de las hair ties.

12. En español, ‘grupo de opinión’ (N. del T.)