Tu vida tu mejor negocio

Tekst
0
Recenzje
Przeczytaj fragment
Oznacz jako przeczytane
Czcionka:Mniejsze АаWiększe Aa

La conclusión es obvia. Todo es relativo y la teoría de Maslow sobre nuestra vida orientada a cubrir déficits queda comprobada. Nunca habrá dinero suficiente para adquirir todo lo que podemos llegar a desear. No hay límites sobre lo que podemos adquirir y la oferta de todo aquello que nos hará seres más plenos y felices es infinita. Lo más escaso será lo más buscado y lo que más desearé tener. Actualmente, un cuadro de Vincent van Gogh se vende en 150 millones de dólares; sin embargo, el pintor vivió en la miseria. Hay mujeres que compran diamantes de varios quilates en millones de dólares, cuando esas mismas piedras pueden ser imitadas a la perfección por cien dólares y solo un experto podría diferenciarlas.

En contraste, veamos un caso en el nivel más bajo de la escala socioeconómica: trabajadores cuyos salarios son 200 veces inferior a los de un alto ejecutivo. Muchos de ellos, con más de veinte años de antigüedad, muestran gratitud y cariño a la empresa que les dio la oportunidad de mantener a su familia. Generalmente, el número de quejas o molestias que tienen sobre la compañía es menor que las de un ejecutivo. Son ellos los que forman y transmiten la cultura de la organización. Cuando aparecen empleados quejosos, los nuevos les ayudan dándoles una óptica positiva y usando su ejemplo personal para mostrar lo buena que ha sido la firma. El valor de estos trabajadores es inmenso, pero muchas veces no lo percibimos y no reconocemos su lealtad.

La felicidad no es una competencia olímpica para tener más, ser más exitoso, sentir más placer y hacer más cosas. En abril de 2007 leí un artículo sobre un estudio del cerebro humano realizado por la Universidad de Wisconsin. A través de la conexión de 256 sensores a los cerebros de un grupo de personas se podía detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y decenas de sensaciones diferentes. Llegaron a la conclusión de que el monje budista Matthieu Ricard era el hombre más feliz de la tierra.

Los científicos clasificaron los resultados en niveles que iban de 0.3 (muy infeliz) a -0.3 (muy feliz). Ricard logró -0.45, rebasó los límites previstos en el estudio y superó todos los registros anteriores.

El problema de aceptar que Ricard es el hombre más contento y satisfecho del mundo es que nos deja a la mayoría en el lado equivocado de la vida. Si un monje que pasa la mayor parte de su tiempo en contemplación y carece de bienes materiales es capaz de alcanzar dicha absoluta, ¿no nos estaremos equivocando quienes seguimos centrando nuestros esfuerzos en buscar un trabajo y un puesto mejor, un coche más grande o una pareja más atractiva?

Los trabajos sobre la felicidad del profesor Richard J. Davidson, del laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin, se basan en el descubrimiento de que la mente está en constante evolución y, por lo tanto, es moldeable.

Los científicos han logrado comprobar que en la corteza cerebral izquierda se encuentran las sensaciones placenteras, mientras que en el lado derecho están las que causan depresión, ansiedad o miedo. La relación entre el lado izquierdo y derecho del cerebro puede ser medida y nos sirve para representar el temperamento de una persona.

Durante las resonancias magnéticas, Ricard mostró una actividad inusual en el lado izquierdo. No es de extrañar que, durante los estudios realizados por Davidson, los mayores registros de felicidad fueran detectados en monjes budistas que practican diariamente la meditación.

Ricard ha escrito varios libros y todas las ganancias de las ventas son donadas a obras de caridad. Él lo explica por la capacidad de los religiosos de explotar esa plasticidad cerebral para alejar los pensamientos negativos y concentrarse solo en los positivos. La felicidad es algo que se puede aprender, desarrollar, entrenar, mantener en forma y alcanzar definitivamente, sin condiciones ni ayudas económicas.

Ricard explica que no se trata de decidir ver la vida color de rosa de un día para otro, sino de trabajar sistemáticamente en debilitar esos músculos de infelicidad que tanto hemos fortalecido al creernos víctimas del pasado, de nuestros padres o del entorno; y, en paralelo, comenzar a ejercitar los músculos mentales que nos hacen absoluta y directamente responsables de nuestra propia felicidad. Ricard admite que su camino no es más que uno entre muchos; pero advierte que ser feliz sucede siempre al dejar de culpar a los demás de nuestra infelicidad y buscar la causa en nuestra propia mente (Matthieu Ricard, 2005).

Al final, estos resultados no nos dicen nada nuevo; solo nos confirman que la felicidad es un asunto de nuestro interior y de los pensamientos que generemos.

Tres frases célebres de personalidades distintas llegan a la misma conclusión.

La felicidad no depende de nada ni de nadie externo a la persona.

Buda

La clave para ser feliz mora en el interior de cada quien.

Jesús

La felicidad es un hábito o el resultado de varios hábitos.

Aristóteles

Y por si aún nos quedase alguna duda, veamos dos casos más. El primero se refiere a lo que piensa uno de los hombres más ricos del mundo, alguien que ha logrado cifras patrimoniales difíciles de describir y asimilar para cualquier ser humano: Carlos Slim. En noviembre de 2002, leí en la revista Poder un artículo llamado «Hombres de éxito» en el que la única pregunta que se le hacía era qué suponía el éxito para él, a lo que respondía textualmente: «Yo creo que el éxito no está en lo económico. Una persona no es de éxito porque le va bien en los negocios o le va bien profesionalmente, o saca 10 en la escuela. Lo que vale es tener los pies en la tierra, la familia, los amigos; apreciar las cosas que tienen valor verdadero».

En el libro Carlos Slim, retrato inédito se recoge un discurso que dio el 25 de agosto de 1996 ante jóvenes universitarios y del cual destaco algunos párrafos.

El éxito […] es un estado interior. Es la armonía del alma y de sus emociones, que necesita del amor, la familia, la amistad, la autenticidad, la integridad. […] La fortaleza y el equilibrio emocional están en la vida interior y en evitar aquellos sentimientos que corroen el alma: la envidia, los celos, la soberbia, la lujuria, el egoísmo, la venganza, la avaricia, la pereza y que son venenos que se ingieren poco a poco. […] El daño emocional no viene de terceros, se fragua y se desarrolla dentro de nosotros […]. Lo que más vale en la vida no cuesta y vale mucho: el amor, la amistad, la naturaleza y lo que sobre ella ha logrado el hombre en formas, colores, sonidos, olores, que percibimos con nuestros sentidos, pero solo si los tenemos despiertos. […] Al final nos vamos sin nada, sólo dejamos nuestras obras, familia, amigos y, quizá, la influencia por las ideas que en ellos hayamos dejado.

Y al final compartió una reflexión que le regaló su madre y que para él definió el éxito:

El éxito no tiene que ver con lo que mucha gente se imagina. No se debe a los títulos nobiliarios y académicos que tienes, ni a la sangre heredada o la escuela donde estudiaste. No es gracias a las dimensiones de tu casa o de cuantos carros quepan en tu garaje. No se trata de si eres jefe o subordinado; o si eres miembro prominente de clubes sociales.

No tiene que ver con el poder que ejerces, o si eres un buen administrador, o hablas bonito, o si las luces te siguen cuando lo haces. No es la tecnología que empleas. No se debe a la ropa que usas, ni a las iníciales que mandas a bordar en tu ropa, o si después de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu estatus social. No se trata de si eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres atractivo, joven o viejo.

El éxito se debe a cuánta gente te sonríe, a qué tanta gente amas y cuántos admiran tu sinceridad y la sencillez de tu espíritu. Se trata de si te recuerdan cuando te vas. Se refiere a qué cantidad de gente ayudas, a cuánta evitas dañar y si guardas rencor o no en tu corazón.

Se trata de que en tus triunfos estén incluidos tus sueños; de si tus logros no hieren a tus semejantes. Es acerca de tu inclusión con otros, no de tu control sobre los demás. Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón, si fuiste egoísta o generoso, si amaste a la naturaleza y a los niños y te preocupaste de los ancianos.

Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la conducta. No es acerca de cuántos te siguen sino de cuántos realmente te aman. No es acerca de transmitir, sino cuántos te creen si eres feliz o finges estarlo.

Se trata del equilibrio de la justicia que conduce al bien tener y al bien estar. Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más.

Si analizamos este párrafo, vemos que la felicidad se encuentra en lo que Maslow define como las necesidades del ser, la autorrealización.

Sabemos que las posibilidades de alcanzar una fortuna de esta magnitud son casi imposibles, pero lograr la felicidad es algo más fácil y alcanzable para cualquier ser humano. Conseguir armonía del alma y sus emociones, de cuánta gente te sonríe, de qué cantidad de gente te ama o cuánto ayudas a los demás, de que el éxito es un estado interior y de que lo que más vale en la vida no cuesta o, dicho de otra forma, de que las cosas más valiosas no se compran con dinero.

Pensemos por un momento en esta última reflexión. La gente aspira a tener poder económico y lo que eso significa. Nos pasamos toda la vida buscando estar lo más cerca posible de lo que quiere decir ese éxito económico, con altas probabilidades de no llegar a él y sentir la frustración del fracaso; cuando lo que sí podríamos imitar es una filosofía de vida centrada en las cosas que realmente nos hacen felices y que cuestan muy poco dinero. Pero no lo hacemos porque esas cosas no las vemos ya que pertenecen al espíritu de cada ser humano y tienen que ver con aquello que sentimos y con cómo manejamos nuestros pensamientos. Tiene que ver con cómo vivimos el presente, sin ver las culpas del pasado y las preocupaciones de un futuro que aún no ha llegado.

 

Para demostrarles que esto es real y que la felicidad está más cerca de lo que creemos, veamos otro ejemplo.

El segundo caso es Warren Buffett, otra de las personas más ricas del mundo, que donó 31 millones de dólares a obras de caridad. Todavía vive en la misma pequeña casa de tres habitaciones que compró al casarse hace cincuenta años. Conduce su propio automóvil (¡no tiene chofer!) y no viaja en avión privado, a pesar de ser dueño de la compañía de aviones privados más grande del mundo. No frecuenta las reuniones de la alta sociedad y su pasatiempo al llegar a casa es comer palomitas de maíz y ver la tele. Su filosofía de vida podría resumirse así:

 El dinero no crea al hombre, fue el hombre el que creó el dinero.

 La vida es tan simple como usted la haga.

 No lleve a cabo lo que los otros le digan. Escúchelos, pero realice lo que le haga sentir mejor.

 No se guíe por las marcas. Póngase aquellas cosas con las que se sienta cómodo.

 No gaste su dinero en cosas innecesarias. Utilícelo en aquello que en verdad necesita.

 Después de todo, es su vida. ¿Para qué dar la oportunidad a otros de manejarla?

Me he referido a dos de los hombres más ricos del planeta. Ellos dan poco valor al dinero y sugieren que no hagamos lo que los otros nos digan. Las cosas más valiosas no se compran con dinero. El éxito se debe a cuánta gente nos sonríe, a cuánta gente amamos, etcétera. Tengamos presentes estas palabras, pues algo debe decirnos el hecho de que hombres de éxito en la escala monetaria afirmen que el dinero no es la respuesta.

El libro que ahora tienes en tus manos no pretende dar las respuestas, ni sustituir lo que a nosotros no nos corresponde. Es, posiblemente, la primera obra (yo todavía no he encontrado otra) que brinda una metodología y un proceso para que la gente pueda escribir un proyecto de vida y establecer sus estrategias, programas y planes de acción, para hacer un seguimiento y dar un sentido y un propósito a sus vidas. Nos ayudará a tomar decisiones cuando nos encontremos ante un dilema y proporcionará herramientas para discriminar y dar valor objetivo a las cosas materiales que nos tentarán todos los días. Al final del proceso, nuestro músculo del cerebro podrá entrenarse en un nuevo hábito que será la esencia de lo que queremos y deseamos de nuestra vida.

Este libro no pretende ser una teoría. Ha sido elaborado con base en mis experiencias personales y es el resultado de la inspiración de algunos líderes y maestros que conocí a los 22 años y que me permitieron dar un sentido de propósito a mi existencia. Hoy lo comparto esperando que sea una inspiración para los lectores como lo fue para mí en los albores de mi vida.

El lector podrá descargar los formularios que se encuentran al final del libro en el sitio www.tuvidatumejornegocio.com para facilitar el diseño de nuestro proyecto más importante: un plan de vida.

«Si quieres que se cumplan tus sueños, no debes quedarte dormido».

Proverbio judío


EL HOMBRE SABIO

Se cuenta que en el siglo pasado un turista estadounidense fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, para visitar a un famoso sabio. El turista se sorprendió al ver que este vivía en una habitación muy sencilla y llena de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y una silla.

–¿Dónde están sus muebles? –preguntó el turista. Y el sabio, rápidamente, respondió con una pregunta:

–¿Y dónde están los suyos?

–¿Los míos? –se sorprendió el turista–, ¡pero si yo estoy aquí solamente de paso!

–Yo también –concluyó el sabio.

La vida en la tierra es solamente temporal, sin embargo, algunos viven como si fueran a quedarse aquí eternamente y se olvidan de ser felices. El valor de las cosas no radica en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables. Recuerda estas simples líneas para lograr la felicidad: libera tu corazón del odio, libera tu mente de las preocupaciones, vive de forma simple, da más y espera menos.

En el contexto del tiempo universal, nos enfrentamos a una dicotomía: si comparamos nuestra vida con la existencia de nuestro planeta o la del primer ser humano, esta es un rayo fugaz que pasa con gran rapidez; pero al mismo tiempo, los setenta u ochenta años que viviremos, como promedio, pueden ser de una gran satisfacción porque nos enfrentaremos a cambios fascinantes, llenos de oportunidades para desarrollar una vida feliz con un propósito o una visión. Pero esto siempre dependerá de una sola cosa: que sepamos a dónde vamos, que creemos una visión mental que será la luz que dará guía y sentido a nuestra existencia.

Muchos recordamos una conversación en la famosa novela de Lewis Carroll, entre Alicia y el Gato de Cheshire, cuando le pide que le indique el camino:

–Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar –dijo el Gato.

–No me importa mucho el sitio –le contestó Alicia.

–Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes –dijo el Gato.

–Siempre que llegue a alguna parte –añadió Alicia como explicación.

–¡Oh, siempre llegarás a alguna parte –aseguró el Gato– si caminas lo suficiente!

¡Qué importante es tener una dirección, un camino para poder transitar en esta vida! Los cambios que vemos hoy en el mundo no tienen referencia con el pasado en magnitud y velocidad, lo único que se mantiene constante es el tiempo. El día tendrá siempre 24 horas y el año, 365 días.

El ser humano sigue requiriendo tiempo para dormir y cubrir sus necesidades básicas, de tal forma que nos queda muy poco disponible para afrontar las miles de opciones que tenemos para usarlo. Nuestro mayor reto siempre será establecer las prioridades que nos permitan utilizar el recurso más limitado con el que contamos.

Sin lugar a dudas, lo que está generando la mayor frustración en el ser humano y quejas dentro de las organizaciones empresariales es la falta de equilibrio entre el trabajo y la vida personal, principalmente en lo que concierne a la familia.

En casi todas las encuestas de clima organizacional el balance entre trabajo y tiempo personal recibe las calificaciones más bajas, esto es común en todos los grupos investigados y en todas las empresas.

Esa insatisfacción en lo que hacemos ha sido el principal detonador de la enfermedad más grave de este siglo, de la que todos hemos sido contagiados: el estrés, que no es más que un acumulamiento de energía negativa que bloquea nuestro organismo y no permite su canalización en forma adecuada.

El principal origen del estrés es la falta de un propósito de vida o de claridad de rumbo. Este problema afecta a toda la humanidad y muy especialmente a los jóvenes, que tienen que enfrentarse a nuevos retos con miles de opciones y no están dispuestos a renunciar a muchas de las cosas que disfrutan.

Definir éxito y felicidad nos ayudarán a entender el origen de muchos de las dificultades de la humanidad. La felicidad es una actitud mental que sucede en el presente, en el «hoy» y tiene que ver con nuestra capacidad para disfrutar lo que somos y tenemos «aquí y ahora», sin cuestionar si la vida pudiera ser diferente y sin compararnos con nada ni con nadie. Es el talento para gozar las cosas más simples de la vida y aprender a no comparar ni a juzgar, sino a tomar la vida como llega.

El éxito es todo lo contrario: es tener o querer tener todo aquello que deseas pero que no posees. Es buscar ser la persona que no eres pero que te gustaría ser. Es fijarte metas ambiciosas y no aprender a vivir el presente, porque siempre notarás todas las carencias; y crees que cuando las satisfagas seguramente podrás ser feliz; pero solo hasta obtenerlas.

En resumen, muy simple, el éxito es buscar lo que no eres y la felicidad es aceptar lo que eres.

Cuadro 3.1


Los jóvenes pasan de una vida escolar con relativa libertad y mucho tiempo disponible a una nueva etapa con un trabajo que les exige un alto porcentaje de su tiempo y, para muchos de ellos, el primero de tantos nuevos mensajes es que ya no dispondrán del mismo número de días de vacaciones y, además, tendrán que esperar un año para disfrutarlos.

Pensemos por un momento en lo que significa para un estudiante que tenía de dos a tres meses de vacaciones al año contar con solo un par de semanas de descanso, y que su nueva realidad es un trabajo entre cuatro paredes la mayor parte del tiempo. Enfrentar esta situación durante nuestro camino nos lleva a un resultado: una gran insatisfacción; una falta de propósito en la vida que se refleja, en la mayoría de la gente, en forma de preocupaciones, pensamientos negativos, rencores y odios.

El cambio que nos tocará vivir en los próximos años no tiene precedente en la evolución del ser humano. Es una transformación exponencial donde pasaremos de un mundo físico a un mundo intelectual o del conocimiento. Ya lo predecía Albert Einstein cuando expresaba que los imperios del futuro serían los imperios del conocimiento. Hoy vemos empresas muy valiosas creadas por jóvenes que llegan a tener valores económicos que no podemos ni imaginar. Estos jóvenes fundadores de empresa como Facebook, Google, Alibaba, Uber, Twitter y Amazon, entre otras, son los nuevos héroes.

Se romperán las fronteras y la hiperconectividad que ya observamos no tendrá precedentes. Hace algunos años conectábamos nuestras casas con las computadoras. Hoy hemos logrado vincular a la mayoría de la población del mundo, y en pocos años habremos enlazado todas las cosas, de tal forma que cambiará la manera en que vivimos.

Esto va a generar conflictos porque el ser humano tendrá que asimilar una gran cantidad de cambios para los cuales no está preparado en su evolución como especie. Estos se derivarán tanto de los nuevos problemas que afrontaremos como de las oportunidades que buscaremos para transformar a la sociedad y darle propósito a nuestras vidas. No importa si se trata de dificultades o de posibilidades, lo que sí es una realidad es que estos cambios generan conflictos y que solo tendremos dos formas de manejarlos: de manera constructiva y positiva, o destructiva y negativa. La felicidad dependerá del uso adecuado de nuestra energía positiva y negativa; dicho de otra forma, nuestro reto será aprender a encauzar nuestra energía y aprovechar los conflictos; enfrentarlos en lugar de evadirlos, ya que son y serán parte natural de nuestras vidas.

Cuadro 3.2


A pesar de la magnitud del cambio lo único que permanece es la energía que recuperamos después del sueño; se consume durante el día y al final terminamos agotados. Las horas en las que estamos despiertos son lo único que tenemos, y debemos buscar la mejor manera de aprovecharlas.

Cuadro 3.3


Si durante el día tenemos actitudes negativas como preocupación, ansiedad, miedo, enojo, envidia, impotencia, etcétera, consumiremos nuestro tiempo en ellas y seguramente seremos infelices. Pero por el contrario, si llenamos nuestra jornada de energía positiva como diversión, servicio, ayuda, trabajo en equipo, agradecimiento; si disfrutamos los momentos y compartimos, nuestra vida será de plenitud y felicidad.

En la siguiente gráfica se darán cuenta que una buena fórmula para tener una vida plena y feliz es que la mayor parte del día esté llena de energía positiva. Así se simple.

Cuadro 3.4


Si no aprendemos a manejar nuestra realidad y a aceptarnos como somos, seguiremos generando muchas expectativas; y conforme estas aumenten, mayor será la ansiedad por no poder lograrlas. Es ahí donde nacen muchas de las emociones que utilizan energía negativa. Como dice David Konzevik: «Somos millonarios en expectativas». Recordemos que cuando nuestro presente es mejor que lo que esperamos de él, somos felices, y que cuando nuestra realidad es peor, somos infelices.

 

Cuadro 3.5


He entrevistado a cientos de personas y siempre les pregunto cuál es su visión y sus aspiraciones en la vida. Un buen porcentaje se me queda mirando con la boca abierta y, después de respirar profundamente, me dicen que es una buena pregunta y que nadie se las había hecho antes. Acto seguido elaboran un buen número de respuestas incoherentes sin ninguna articulación ni claridad.

Otro grupo se queda pensando cuál debería ser la respuesta que me pueda halagar y que haría de su entrevista un éxito. De inmediato recurren a los estereotipos: se refieren a alguien a quien admiran y lanzan respuestas del tipo: «¡Quiero llegar a tu puesto, ese es mi sueño, esa es mi aspiración!» «¡Deseo ser director general!». Después, observan mi expresión facial para saber si han contestado correctamente.

Entonces paso a la siguiente pregunta. «¿Es ese tu legado al mundo y por lo que quieres ser recordado en esta vida?». Seguramente piensan algo parecido a: «¿Y ahora qué digo? ¿Qué es lo que él espera que diga?». Recuerdo muy pocos casos de gente que respondió de inmediato con asertividad sobre su propósito de vida. No solo eso, sino que lo tenían por escrito y lo perseguían. Pero me atrevo a afirmar que esa fue una minoría, los puedo contar con los dedos de una mano.

Observemos el tiempo que cada uno de nosotros –ya sea como estudiantes, empresarios o empleados– dedicamos a organizar nuestro trabajo, a archivar documentos y papeles, a revisar los avances diarios, semanales, mensuales, anuales. Para ello almacenamos mucha documentación en carpetas o archivos electrónicos; si no lo hiciéramos nos perderíamos y nuestra mente no podría archivar y llevar un orden de la cantidad de información que tenemos que procesar.

Ahora mi reflexión va en otro sentido: ¿cuántos archivos, carpetas o documentación guardas del proyecto más importante que tienes, tu proyecto de vida? ¿Qué proporción tiene respecto de los documentos que guardas para tu trabajo?

Lo más sorprendente es que cuando nos hacemos esta pregunta la mayoría responde de manera muy similar: reconocen francamente no tener nada, ¡literalmente nada! Otros hablan de algunos escritos que hicieron hace varios años y que mantienen guardados pero sin consultar. Algunos llevan un libro de contabilidad sobre sus ingresos y gastos, pero incluso en este aspecto siguen siendo una minoría.

¿Por qué sucede esto? Por una simple razón: no está en los cuatro niveles que define Maslow, no es una necesidad de déficit. Es un asunto que tiene que ver con nuestro interior, pues estamos hablando de la autorrealización. Si yo fallo en el trabajo, lo pierdo; lo mismo sucede en mi empresa o con el año escolar; pero si me fallo a mí mismo, nadie lo sabrá, no pasará nada.

Nuestro uso del tiempo es terrible ya que siempre damos prioridad a las actividades que más nos presionan y son urgentes, aunque no sean importantes.

A partir de este momento iniciaremos la elaboración de nuestro plan de vida. Para ello utilizaremos diez formularios que explicaremos a lo largo de los siguientes capítulos y que recomiendo imprimir desde este momento. Se pueden descargar en el sitio www.tuvidatumejornegocio.com en la pestaña de formularios.

Una forma de tomar conciencia de cómo usamos nuestro tiempo es utilizar el cuadro 3.6.

Cuadro 3.6. Plan de vida 1: observa a qué dedicas tu tiempo


Fuente: Covey, Stephen, 7 hábitos de la gente altamente efectiva.

Rellenar este formulario nos ayudará a visualizar en qué usamos nuestro tiempo diario y será un punto de partida para saber en dónde estamos.

En el eje vertical se encuentra aquello que es importante y no importante; aquí debemos identificar lo que disfruto y que debe ser parte de mi plan de vida. Hay cosas que hacemos, pero que podríamos dejar de hacer o delegar a terceros pero, para saberlo, debemos anotar lo que es importante de lo que no lo es.

En el eje horizontal está lo urgente, y que no puede esperar en relación con lo que no es.

Durante o al final del día debemos anotar qué hicimos y clasificarlo. Si queremos más información, recomiendo escribir junto a cada actividad las horas que le dedicamos.

Si al completar el cuadro vemos que dedicamos un buen porcentaje de nuestro tiempo a las actividades de los cuadrantes 3 y 4, tendremos un serio problema, pues significa que estamos llenos de cosas no importantes, pero que hacemos por rutina o porque se van presentando. Las realizamos sin pensarlo, las llevamos a cabo de manera casi automática. Aquí podemos situar mucho de lo que hacemos para agradar a otros, pero que no forma parte de lo que queremos para nuestra vida.

Al terminar su formación, muchos estudiantes entran en el negocio familiar de manera casi automática; es lo que se espera de ellos, aunque pudiera ser que no les agrade. En este caso, ellos lo anotarían en el cuadrante de lo no importante. Solo con escribirlo y hacernos conscientes de estas actividades tendremos un gran avance. Sería terrible dedicar nuestro tiempo a aquello que no es importante y que además no es urgente para nosotros.

Por el contrario, si la mayor parte de nuestro día lo dedicamos a las cosas importantes para nosotros, esto es excelente (cuadrantes 1 y 2).

Debemos cuidar de no poner todo el peso en lo urgente, pues a veces lo que no lo es tiene igual o mayor importancia. Ejemplos en este renglón hay muchos, como ir a un partido de fútbol de nuestros hijos o pasar una tarde en el parque, hacer ejercicio, visitar a un amigo enfermo, leer un libro, ver la puesta de sol, etcétera.

Intentemos llenar esta hoja al menos durante una semana, pues nos será de gran utilidad para el proceso del plan de vida. El primer paso siempre será saber en dónde estamos. Si quiero ir de viaje en automóvil tengo que definir cuál será la hora de salida y en qué vehículo iré, para determinar la cantidad de gasolina que necesito y planear adecuadamente la ruta.

Manejar nuestro tiempo y elegir lo que queremos hacer con él suena muy obvio, pero es aquí donde debemos aplicar algunas reglas que quizá todos conocemos, pero no todos realizamos. Algunos ejemplos serían:

1 Aprende a decir no sin sentirte culpable o creer que lastimas a alguien. Querer agradar a todos es un desgaste enorme y una fórmula segura para el fracaso.

2 Al planear tu día deja un buen espacio para cualquier imprevisto, consciente de que no depende de ti.

3 Olvídate de una vez por todas de que eres indispensable en tu trabajo o en tu casa. Por más que esto te desagrade, todo funcionará el día que no estés allí.

4 Separa los problemas reales de los imaginarios y elimina estos últimos; son una pérdida de tiempo y ocupan una atención que podrías usar para cosas más importantes.

5 Intenta descubrir el placer de las cosas cotidianas como dormir, comer o caminar.

6 Sé flexible, la rigidez es buena en las piedras pero no en los seres humanos.

7 Una hora de inmenso placer sustituye con seguridad tres horas de sueño perdido.

Un plan de vida sirve para tomar decisiones, dar sentido y propósito a nuestra vida, establecer los valores que nos gobiernan –que son la esencia de nuestras creencias y conductas–, soñar y crear metas que nos permitan vivir con intensidad los momentos del día, corregir y enderezar el camino cuando nos desviemos de nuestro objetivo y, lo más importante, para lograr la autorrealización.

Diseña tu plan de vida antes de que otros lo hagan por ti. La influencia social es hoy el factor más determinante en nuestra conducta y actuar cotidiano, nuestra felicidad solo depende de lo que nosotros hagamos y de nuestras elecciones.

En muchas culturas existen matrimonios arreglados por conveniencia e intereses económicos; presiones sociales para que los enlaces se den entre iguales, ya sea de raza, condición social, nacionalidad o religión. Los niveles de rechazo de la sociedad son enormes cuando no se actúa conforme a lo que se espera. En ocasiones, las familias recurren a sacar de sus testamentos –literalmente desheredan– a quienes infringen estas normas, y cortan con toda comunicación con ellos. ¿Qué pasa con quienes observaban desde afuera estas reacciones? Es simple: acatan lo que se decida ya que no están dispuestos a enfrentarse a un rechazo.

To koniec darmowego fragmentu. Czy chcesz czytać dalej?