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Psicoterapia contemporánea: decantando desafíos

El análisis precedente nos ha permitido decantar cinco desafíoscuyo mejor abordaje resulta esencial para la evolución futura de la psicoterapia. No se trata de que sea "deseable" enfrentarlos. Tampoco se trata de que sea "relevante" enfrentarlos. Más bien, se trata de que es indispensable, urgente e insoslayable el enfrentarlos… si no deseamos continuar moviéndonos en círculos como disciplina.

El Recuadro 1 sintetiza esos desafíos pendientes.

RECUADRO 1: DESAFÍOS PENDIENTES


Lo que no se ha logrado en 100 años, no se conseguirá fácilmente; tampoco de un momento a otro. Sin embargo, para bien o para mal, antes no teníamos una historia a la vista, como la tenemos hoy. A la vista, con sus fortalezas y con sus debilidades, para quien desee mirarla. Es esa la historia de la cual podemos nutrirnos. Es esa la historia de la que tenemos la obligación de nutrirnospara aprender.

Y el aprender, nos deja abierta la opción para un moderado optimismo… si es que hacemos bien las cosas.

Es así que los cinco desafíos "decantados", requieren ser enfrentados… con urgencia, y muy bien. El enfoque Integrativo, que propondremos, en estas páginas, tendrá – como objetivo prioritario – el hacerse cargo de aportar mejores respuestas a estos desafíos tan medulares. De lograrlo, nuestra psicoterapia integrativa hará honor a su nombre; y ameritará, con creces, su existencia. De no aportar algo sustancial en estos territorios, nuestra psicoterapia integrativa, simplemente, no merecería existir.

Como lo señalaba, estos Cinco Desafíos motivarán nuestra búsqueda, serán centrales para el desarrollo de este libro. En las secuencias del libro, primeramente, presentaremos nuestro Enfoque Integrativo Supraparadigmático, el cual a su vez aporta dos grandes avenidas. La primera, involucra el desarrollo y la presentación de nuestro Supraparadigma Integrativo, el cual vendría a aportar profundidad a la comprensión. La segunda, involucra el desarrollo y la presentación de nuestra Psicoterapia Integrativa, la cual vendría a aportar potencia al cambio. Luego de desarrollar y de presentar nuestro Enfoque Integrativo Supraparadigmático, retomaremos en plenitud los desafíos centrales recién explicitados, con el objeto de volver a enfrentarlos. Esta vez, con las mejores respuestas que nuestro enfoque sea capaz de generar.


2. PROFUNDIZANDO LA COMPRENSIÓN: SUPRAPARADIGMA INTEGRATIVO CUANDO EL CONOCIMIENTO VA PRIMERO
2.1. PERFILANDO LAS RESPUESTAS: CAMINOS DE INTEGRACIÓN

Esta tendencia, que ha sufrido una enorme aceleración a través del tiempo, se está acercando ahora a la categoría de "tren de la orquesta", al que los nuevos terapeutas están ávidos por subirse. Cada vez más, la integración en psicoterapia se convierte en un fenómeno propio de la corriente principal, en lugar de quedar relegada a un modo de pensar que ocupa solo la periferia (Paul Wachtel, 2004, p. 9).

"LA INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA" Manual Práctico

Héctor Fernández-Álvarez y Roberto Opazo Castro (Eds.).

El complejo y complicado panorama que presenta la psicoterapia contemporánea, ha generado diversos tipos de reacciones y de respuestas. Como lo hemos señalado, muchos han buscado "soluciones" por el camino del eclecticismo. Otros muchos, también, han venido buscando las respuestas por los caminos de la integración.

El eclecticismo – con todos los problemas que conlleva – constituye una respuesta comprensible al panorama que presenta la psicoterapia. Como es ampliamente sabido, el eclecticismo involucra libertad para elegir, para que cada terapeuta elija "lo mejor" frente a cada paciente sin adscribir a teoría alguna. Podríamos precisar que el eclecticismo, adquirió su "adultez" tras la publicación del libro Psicoterapia: Un Enfoque Ecléctico (Garfield, 1980).

En perspectiva, se podría decir que el eclecticismo constituye una etapa previa a la integración; tal vez necesaria para muchos. "Dada la creciente evidencia de que se presentan algunos efectos técnicos específicos, así como amplios efectos comunes a través de los tratamientos, la vasta mayoría de los terapeutas ha asumido la orientación ecléctica. Esto parece reflejar una saludable respuesta a la evidencia empírica, y un rechazo hacia las tendencias previas de lealtades rígidas a escuelas de tratamiento." (Lambert y Ogles, 2004, p. 139).

Pero muchos no tienen muy claro las diferencias entre eclecticismo e integración. Incluso muchos eclécticos desean ser integrativos, y no saben cómo. Y, hay muchísimos "integrativos" que, sin incluso desearlo, son eclécticos.

El "de todo hay en la viña del Señor", puede ser aplicada de mil maneras. Sin embargo, en pocos ámbitos calzará mejor que en el de la psicoterapia.

Perfilar lo que sería la "respuesta integrativa" al problemático panorama que presenta la psicoterapia requiere primeramente de precisar el concepto de integración; para luego incursionar en el cómo han evolucionado los caminos de la integración. Es la temática que abordaremos en el presente capítulo.

De este modo, conceptualizar la integración constituye una especie de prerrequisito, para poder reseñar cómo ha venido evolucionando el movimiento hacia la integración en la psicoterapia.

Si bien la palabra integración tiene una cuota de significado común, el concepto presenta algunas diferencias de matices y de lecturas. Para Lersch (1962), la palabra integración se conecta con el concepto de totalidad, en la cual las partes se van transformando en miembros. En un sentido genérico, la integración involucraría la mutua compenetración y la cooperación de las respectivas funciones en pro de una adecuada subsistencia y de una adecuada evolución de la totalidad, de la cual esas funciones forman parte (Jaensch, 1929).

Para muchos, entonces, la evolución hacia una mayor integración constituiría un progreso: "La integración es un fenómeno necesario, en el camino del desarrollo de las personas" (Remplein, 1968, p. 7).

La integración puede ser conceptualizada de otras múltiples maneras. Es así como para algunos, integrar implica encontrar respuestas articuladas a conjuntos que son diversos y complejos (Fernández-Álvarez, 1996). Para otros, integrar involucra la coordinación de las actividades de las diferentes partes, para alcanzar un funcionamiento armonioso (Millon y Davis, 1999).

Y las conceptualizaciones continúan. La integración implica el "amarrar", en conjunto, diferentes cabos generando una totalidad nueva y coherente (Holmes y Bateman, 2002). Lo integrativo concierne a una totalidad dinámicamente y articulada de partes, cuyo resultado final es diferente y más completo, complejo, y útil, que sus elementos aislados (Balarezo, 2004). La integración involucra "un proceso de desarrollo en el cual impulsos separados, experiencias, habilidades, valores y características de personalidad, son gradualmente conectados en una totalidad organizada" (apa, Dictionary of Psychology, 2007, p. 488).

Cada una de las conceptualizaciones anteriores aporta lo suyo.

Por mi parte, conceptualizo la integración en los términos siguientes: Integrar, es construir una totalidad coherente, a través de la conexión de partes válidas diferentes. Un aspecto central aquí, está representado por el término "válidas"; desde nuestra óptica, en el ámbito de la psicoterapia, no tendría valor aportativo alguno la conexión de partes "no válidas". Desde nuestra óptica, por lo tanto, integración se relaciona con excelencia y con progreso.

En el contexto de lo señalado, integrar no es sumar, no es juntar, no es combinar, no es meramente unir; menos aun es amontonar. Integrar involucra ampliar la mirada… pero también algo más.

Como lo ha señalado Verónica Bagladi, ampliar la mirada no es sinónimo de integración; es una condición necesaria pero no suficiente. Desde nuestro punto de vista, integrar comprende la génesis de una conexión de las partes… en una totalidad enriquecedora. Implica una "apertura ecléctica", en el sentido de favorecer el escuchar, el explorar alternativas, el mirar en diferentes direcciones, el identificar, el recoger hipótesis, el alejarse de dogmas. Pero exige un paso adicional al eclecticismo: exige evaluar, validar, seleccionar, decantar... y formar una totalidad coherente a partir de las partes validas rescatadas.

En un sentido riguroso – y a diferencia del eclecticismo – la integración exige una teoría integrativa que conecte las partes. En las propias palabras de Millon y Davis (1999): "A diferencia del eclecticismo, la integración insiste en la primacía de una gestalt que da coherencia, proporciona un esquema interactivo, y crea un orden orgánico entre las diferentes unidades o elementos" (p. 188).

Lo anterior se aviene con el planteamiento de Norcross cuando señala: "La integración teórica involucra un compromiso con una creación teórica o conceptual, que va más allá de una mezcla que sintetice los mejores elementos de dos o más aproximaciones a la terapia. La integración aspira a más que una simple combinación; procura una teoría emergente que sea más que la suma de sus partes, y que conduzca a nuevas direcciones para la práctica y la investigación" (2005, p. 9).

 

Según Norcross (2005), el eclecticismo involucra un énfasis en lo técnico, aceptar las divergencias, escoger entre lo ya existente, aplicar lo ya existente, un aplicar las partes, una suma de partes y un énfasis en lo empírico en desmedro de lo teórico. Desde la óptica de Norcross, la integración involucra un énfasis en lo teórico; una búsqueda de convergencia, un ir combinando lo ya existente, un ir creando algo nuevo, un ir unificando las partes, y un ir creando un todo que sea más que la mera suma de las partes.

En una dirección similar se ubican los planteamientos de Moursund y Erskine (2004), quienes sostienen: "Seleccionar lo mejor entre las psicoterapias que se han mostrado efectivas […] es una muy buena idea; pero esos ‘mejores’ deberían ser integrados en una comprensión teórica consistente, acerca de la naturaleza del cambio terapéutico, y acerca de cómo tal cambio puede ser facilitado" (p. 8).

De este modo, una idea central en el movimiento integrativo es el ir evolucionando hacia una macro-teoría integrativa compartida, sobre la base que lo empírico vaya fundamentando la teoría, y que la teoría vaya siendo capaz de ir enriqueciendo la investigación empírica, la comprensión conceptual, y el trabajo psicoterapéutico.

Como vemos, los caminos de integración se pueden proponer en diferentes niveles; y cada opción, su vez, puede involucrar un grado diverso de integración.

Desde una perspectiva dialéctica – Hegel (1770-1831) – , se podría asumir que los enfoques psicoterapéuticos "tradicionales" aportan las tesis. En nuestra evolución histórica, estas tesis generan reacciones o antítesis, representadas por las aproximaciones eclécticas. La síntesis – que para Hegel significa alcanzar un punto más alto, más "rico" – estaría representada por el movimiento hacia la integración. El Recuadro 2 expresa, gráficamente, esta "dialéctica evolutiva".

RECUADRO 2: DIALÉCTICA HISTÓRICA DE LA PSICOTERAPIA


Hipotéticamente, la psicoterapia integrativa se "nutriría" de lo "mejor" de tesis y antítesis, en procura de generar una buena síntesis. De los enfoques "tradicionales", por ejemplo, rescataría la importancia de la teoría y la tendencia a la sistematización. De la aproximación ecléctica, en cambio, rescataría la apertura, la actitud poco dogmática, y la capacidad de diálogo con los diferentes autores y enfoques. A su vez, la psicoterapia integrativa aportaría algo nuevo, vale decir aspectos creativos que le son propios. Por ejemplo, la búsqueda de ir gestando una "macro-teoría", no reduccionista, capaz de albergar coherentemente y en plenitud todos los datos válidos existentes.

Opciones de integración: un territorio complicado

Teniendo como referente el marco conceptual antes señalado, me aventuraré en el desarrollo de una breve reseña acerca de cómo ha venido evolucionando el movimiento hacia la integración.

Al hacer esta "reseña" no nos resulta posible, aquí, el ser exhaustivos. Tampoco puedo pretender ser plenamente "objetivo". Ser "objetivo" – en las narrativas históricas – no es tarea fácil. Esto lo sintetiza muy bien un viejo proverbio africano: "Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, todas las historias de cacerías glorificarán al cazador".

Por lo pronto, el proceso mismo de una psicoterapia individual se relaciona directamente con un procurar integración Es así como, en un sentido genérico, "la empresa de la psicoterapia es inherentemente integrativa; en la medida que procura ayudar al cliente a recuperar y a entretejer – en un todo – aspectos diferentes del self. Los cuales, debido a dificultades en el desarrollo y/o estrategias defensivas, están ‘des-integrados’ al comienzo de la terapia" (Holmes y Bateman 2002, p. 9). Por supuesto, la teoría deberá estar a la altura de estos propósitos; generando los espacios para comprender y las fuerzas de cambio para movilizar al paciente, en procura del logro de sus objetivos terapéuticos, los cuales en un sentido de fondo serán "pro-integración".

Ahora bien, ¿qué ha pasado con la evolución de los enfoques integrativos?

En la "evolución" de la psicoterapia integrativa, es posible enfatizar hitos, precisar circunstancias favorecedoras, distinguir etapas, y reconocer aportes relevantes. Es así como, en una secuencia cronológica, iré precisando, enfatizando, y comentando, aquellos hitos que me parecen más relevantes.

Sería absurdo considerar a Freud como un exponente del movimiento hacia la integración en psicoterapia. Sin embargo, resulta sugerente que, ya en 1919, en "Líneas de Avance en Terapia Psicoanalítica", recomendara la complementación de técnicas conductuales y analíticas para los pacientes agorafóbicos. Freud sugirió que el analista debía inducir a estos pacientes a "salir solos", y que solo una vez cumplidas estas tareas conductuales, podrían venir a la mente del paciente aquellas asociaciones y recuerdos que posibilitarían el resolver la fobia. En otras palabras, solo después de una "exposición in vivo" se podrían abordar los "conflictos subyacentes" causantes del síntoma.

Los primeros intentos – más propiamente integrativos – surgieron en los años treinta. Se trató de intentos incipientes, cuyo valor fundamental fue su carácter de pionero. Es así como, tempranamente, French (1933) publicó Interrelaciones entre el psicoanálisis y el trabajo experimental de Pavlov. Y, en 1936, Rosenzweig describía algunos factores comunes entre las psicoterapias. Posteriormente Dollard y Miller (1950), propusieron opciones integrativas en su publicación Personalidad y Psicoterapia; en particular, intentando traducir los conceptos psicoanalíticos al lenguaje de las teorías del aprendizaje.

Lazarus (1967) aportó su eclecticismo técnico, el cual fue contextualizado en el marco de su enfoque multimodal. Lazarus argumentó que combinar diferentes teorías, en la esperanza de crear métodos más potentes, solo contribuiría a adornar una mezcolanza de nociones diversas e incompatibles. En tanto que el eclecticismo técnico (no teórico), permitiría seleccionar y aplicar un amplio rango de estrategias potentes. El eclecticismo técnico sostiene que la integración entre diversos enfoques de tratamiento debería tener lugar al nivel de los procedimientos específicos, más que al nivel de las teorías. A la hora de las consistencias tendríamos que señalar que, en el marco del concepto de integración que hemos explicitado, la aproximación de Lazarus no sería integrativa; constituye una aproximación ecléctica, por muy sistemático que sea el proceso de selección de las técnicas. Un enfoque integrativo exige la presencia, y la aplicación, de una teoría integrativa.

En 1986, Beutler propone la psicoterapia ecléctica sistemática, la cual procura ir ordenando la aproximación meramente ecléctica. Esta aproximación ha sido "agiornada" recientemente por Beutler y Clarkin (2013); los autores establecen tres supuestos ordenadores de su quehacer ecléctico: 1. La creencia que la prescripción de un tratamiento efectivo debe incorporar a los factores comunes. 2. La afirmación que el enfoque debe involucrar un respeto a la diversidad de teorías y valores que caracterizan a los clínicos. 3. La fe en que hay beneficios que se derivan del ir configurando tratamientos específicos a las específicas necesidades de los pacientes. Desde nuestra óptica este enfoque, aunque establece pasos y límites, adolece de virtudes y defectos similares a los del eclecticismo técnico; y no constituye una propuesta realmente integrativa. Por lo pronto, carece de una teoría integrativa. Adicionalmente, nos parece que el respetar personas no debe confundirse con el respetar errores; sobre todo, cuando estos errores quedan muy de manifiesto a la luz de la investigación Es así como el respetar teorías "reduccionistas" pasa a sonar mal… a la hora de respetar los conocimientos válidos.

En la década de los setenta, Jerome Frankl explicitó los posibles aspectos comunes a los diferentes enfoques terapéuticos, en su libro Persuation and Healing (1973). Los aportes de Frankl tienen relevancia, por la precisión en la descripción de los factores comunes; y por las repercusiones posteriores de estas descripciones, en otros autores. El enfoque de los factores comunes, una vez más, no aporta ninguna teoría integrativa. Se limita a rescatar lo que es común a los enfoques; lo cual, en último término, involucra un conformismo en relación a los resultados "promedio". Se trata de nivelar hacia el "medio", lo cual tiene un fuerte sabor a… "medio-cridad".

En 1977, Paul Wachtel se preguntaba: ¿Qué pasaría si le agregamos insight a la acción y acción al insight? Esto involucra una complementación inter-enfoques; en este caso, entre el enfoque psicodinámico y el conductual. Este camino de complementación fue avalado por Goldfried cuando señalaba: "Deberíamos abrirnos a la posibilidad de que nuestras áreas de debilidad pudieran ser complementadas por un área de fortaleza proveniente de otra orientación" (1982, p. 587). Este camino de integración, que calza bien con lo lógico y con el sentido común, tiene también un marcado sabor ecléctico. Se toma lo "mejor" de diferentes enfoques… y no se enfatiza la teoría.

Es necesario destacar que integración en psicoterapia es muy distinto de integración de las psicoterapias. Pretender integrar en un todo – 300 o 400 enfoques – respetando la identidad de cada uno, constituiría un absurdo lógico, una laxitud psicoterapéutica… y una imposibilidad práctica. Un absurdo lógico, puesto que muchos enfoques difieren entre sí de maneras incompatibles. Una laxitud psicoterapéutica, porque se estarían integrando los múltiples errores de cada enfoque. Una imposibilidad práctica, porque la extensión de cada enfoque es tal, que resulta imposible abordar la "integración" de todos. De este modo, el pretender integrar "todos" los autores y/o "todos" los enfoques de psicoterapia, constituye un camino inconducente.

Es importante señalar también que, una eventual integración de "algunos" enfoques o de "partes de enfoques", desvirtúa cada enfoque original, para adecuarlo a la nueva teoría emergente. En ese contexto, pocos "militantes" de los enfoques originales quedarían conformes… lo cual no importaría, si se enriquecieran el conocimiento y la práctica clínica.

Pero no queda claro con qué criterio seleccionaríamos dos o tres enfoques, a fin de intentar integrar "esos" dos o tres. ¿Por qué estos tres enfoques y no otros… cuando todos se han mostrado casi igualmente "eficientes/ineficientes"? Adicionalmente, al integrar un enfoque, se estarían integrando los aciertos y los errores de ese enfoque. Y, desafortunadamente, los errores de cada enfoque suelen ser… muchos.

Finalmente, al integrar "de a dos" los 300 enfoques, por posibles combinaciones, podrían surgir miles de enfoques "integrativos". En un proceso de "integrar" este con este, o bien este con este otro, o quizás este con ese otro, podríamos ir armando, literalmente, miles de enfoques "integrativos" posibles.

De este modo, si combináramos "de a dos" los 300 enfoques – al más puro estilo del enfoque "cognitivo-conductual" – las combinaciones posibles nos conducen a la cifra de 44.850 nuevos enfoques "integrativos" posibles.

Y si combináramos "de a tres" los 300 enfoques – al estilo del enfoque "cognitivo-procesal-sistémico" – llegaríamos a 4.455.100 nuevos enfoques "integrativos" posibles. Y, por la vía de combinaciones "de a cuatro" – al estilo de la "psico-neuro-inmuno-endocrinología" – los enfoques "integrativos" posibles llegarían a… 330.791.175 nuevos enfoques "integrativos" posibles.

Lo anterior suena a exagerado, y también a irónico. No lo es… y sí lo es.

No es exagerado. En los hechos los "Congresos Integrativos" y las "Revistas Integrativas" están plenos de trabajos que "integran" esto, con esto, o esto otro con esto otro, o… "cualquier cosa" con "cualquier cosa". Y a nadie parece importarle mucho.

Como muestra, un botón. En el Congreso Anual de la "Society for the Exploration of Psychotherapy Integration", realizado en Dublin, Irlanda (2016), uno de los trabajos se titulaba: "Integrando Principios Cognitivo-Conductuales, Multiculturales, Sistemas de Familia, y Principios Focalizados en la Emoción, en la Supervisión en Terapia de Parejas". Y no se trata, en modo alguno, de un caso excepcional; la tendencia va en esa dirección.

 

Si es exagerado. Aun cuando las cifras que mostrábamos son matemáticamente correctas, en los hechos son claramente exageradas. Resulta más que probable que no existan 300 enfoques de psicoterapia… que ameriten el nombre de enfoques. Adicionalmente, muchísimos de ellos no se perfilan con suficiente claridad, como para saber qué estaríamos integrando. Esto, sin hablar del tema de los aportes válidos. Así, las cifras "millonarias" antes explicitadas, constituyen tan solo una ironía… pero el problema de fondo se presenta con mucha fuerza.

Es así que no se vislumbra cómo, este estilo de aproximación "integrativa" – vía integración de enfoques – podría contribuir a aportar síntesis, unificación, orden, comprensión y potencia a la psicoterapia.

Hacia 1980, Albert Bandura propone su Modelo del Determinismo Recíproco, el cual involucra una integración de las variables ambientales, cognitivas y conductuales. No integra enfoques sino variables; y su aporte, aunque más bien incompleto, es bastante integrativo.

En 1983, Roberto Opazo propone su Modelo Integrativo Supraparadigmático, en el marco del Congreso Anual de la a.a.b.t. en Washington d.c. Puesto que todos tienden a coincidir en que la existencia de una teoría integrativa es lo que diferencia a los eclécticos de los integrativos, el aporte de Opazo consiste precisamente en proponer lo que él denomina una teoría "realmente integrativa". El tema me involucra directamente, y lo iremos retomando a través de todo el presente libro.

En un sentido genérico, el logro de una integración – en niveles teóricos – pareciera ser lo más importante; esto, a juicio de muchos autores. Desafortunadamente, lo más difícil de todo pareciera ser precisamente la búsqueda de la integración en un nivel teórico. "La integración teórica es la forma más compleja, sofisticada y difícil de integración. Las psicoterapias que están teóricamente integradas, se basan en un proceso de sintetizar aspectos; desde variadas teorías de la personalidad, combinando modelos de psicopatología, e integrando diversos mecanismos de cambio psicológico… desde dos o más sistemas tradicionales. Estas novedosas teorías integrativas, pueden indicar la mutua influencia de variables ambientales, motivacionales, cognitivas, y afectivas" (Messer y Gurman, 2011, p. 431; las cursivas son nuestras). En un sentido de fondo, esto involucra el ir integrando teorías provenientes de dos o tres enfoques lo cual, como lo hemos explicado, resulta tanto arbitrario como incongruente.

Hacia mediados de la década de los ochenta, se formó la Society for the Exploration of Psychotherapy Integration (s.e.p.i.), la cual celebró su primera reunión anual en Annapolis, eua. Recogiendo sus postulados esenciales, puede decirse que s.e.p.i. es una organización interdisciplinaria de profesionales, interesada en enfoques de la psicoterapia que no estén limitados a una orientación; los objetivos primarios de s.e.p.i. son alentar la comunicación, y servir como grupo de referencia, para individuos interesados en explorar la interfase entre diferentes enfoques de la psicoterapia. Destacados terapeutas como Paul Wachtel, John Norcross, Barry Wolfe, Marvin Goldfried, Carol Glass, George Stricker, Louis Castonguay, Diane Arnkoff, etc., han desplegado esfuerzos por años en el ámbito de s.e.p.i.

En 1992, Prochaska, DiClemente y Norcross proponen un modelo comprensivo del cambio terapéutico, a través de su Enfoque Transteórico. Esta aproximación centra su mirada en los tratamientos mismos; y luego, a su interior, coordina los diversos procesos, etapas, y niveles de cambio. Los autores procuran alcanzar las metas de la integración a través de cuatro dimensiones centrales: procesos de cambio, etapas del cambio, pros y contras del cambio y niveles de cambio. Aunque el término "transteórico" a muchos les suena a "supra-teoría", la propuesta tiene un nivel menos abarcativo; se ubica más cerca de "lo práctico", en una búsqueda de identificar y combinar procesos, etapas de cambio, etc., que trasciendan a las teorías y que pasen a ser comunes a todos los enfoques. De este modo, el enfoque transteórico, más que una teoría, constituye un aporte práctico… para potenciar los logros clínicos de los distintos enfoques.

Hacia 1990, Anthony Ryle perfila su Terapia Cognitiva Analítica (c.a.t.). La Terapia Cognitiva Analítica surge – inicialmente – de la búsqueda de una integración teórica y práctica de ideas psicoanalíticas, cognitivo-conductuales y constructivistas. "El nombre ‘Terapia Cognitiva Analítica’ reflejó las dos principales fuentes, pero, en realidad, a medida que la actividad clínica y la investigación continuaron, y a medida que fueron reclutados colegas desde diferentes persuasiones, la red se extendió más ampliamente y otras importantes influencias pasaron a jugar su parte" (Ryle, 2005, p. 197). Entre las influencias incorporadas Ryle señala a Frankl, con sus factores comunes; a Vygotsky, con sus aportes a pensamiento y lenguaje; a Winnicot, con su teoría de las relaciones objetales; a Kelly, con su teoría de los constructos personales; a Beck, con su terapia cognitiva, etc. En un sentido de fondo, Ryle se va "abriendo" a la incorporación de múltiples aspectos teóricos y técnicos, aunque algunos criterios – para la incorporación de teorías – son más bien fortuitos; por ejemplo, la orientación teórica de los nuevos "reclutados" para el enfoque. Aunque Ryle no logra crear una macro-teoría a partir de estas múltiples influencias, la búsqueda de integración – más que su logro efectivo – está presente en todo su trabajo teórico y clínico.

También Millon (1990; 2000), ha propuesto ir gestando la integración en torno a lo que él denomina un Modelo Evolutivo. El Modelo de Millon se aplica preferentemente a la personalidad, entendida ésta como "Una totalidad intrínseca de dominios interactuantes (Millon y Davis 2000, p. 57). Según Millon, una teoría de la personalidad debe ser construida para ser tan integrativa como el constructo mismo de personalidad. En el Modelo de Millon, los dominios interactivos son el biológico, el cognitivo, el psicodinámico y el interpersonal. Puesto que es el organismo total el que enfrenta las tareas evolutivas de sobrevivir, adaptarse y reproducirse, Millon ubica a la evolución como el fundamento de una ciencia integrada de la persona. A su vez, cada tarea evolutiva, involucra diferentes polaridades: la supervivencia, la polaridad placer-dolor; la adaptación, la polaridad actividad-pasividad; la reproducción, la polaridad sí mismo-otros. La salud psicológica dependerá del calce entre la completa configuración de las características y potencialidades de la persona, y los ambientes en los cuales la persona funciona. El Modelo de Millon representa un muy serio esfuerzo en el desarrollo de una teoría integrativa. Sin embargo, más que una teoría integrativa de la dinámica psicológica, se trata de un modelo para comprender la personalidad y sus desajustes.

En 1993 Cloninger presenta su Modelo Psicobiológico del temperamento y el carácter. Para Cloninger, la personalidad es un complejo sistema jerárquico, que puede ser naturalmente descompuesto en distintas dimensiones psicobiológicas del temperamento y del carácter. Sobre la base de estudios de Gray, Zuckerman, Eysenck, etc., establece cuatro dimensiones del temperamento: evitación del daño, búsqueda de novedad, dependencia de la recompensa, y persistencia. Sobre la base de aportes de Frankl, Rogers, Bandura, Baruk, etc., establece tres dimensiones del carácter: autodirección, cooperación y autotrascendencia. El Modelo de Cloninger es integrativo de lo biológico y de lo psicológico; y se nutre del aporte de autores de diferentes enfoques. Adicionalmente, se ha mostrado aportativo en términos clínicos. Su aplicación más directa – al igual que los planteamientos de Millon – se restringe al área de la personalidad.

La integración asimilativa involucra adscribir a una de las teorías existentes… sea ésta cognitiva, psicodinámica, etc., para luego, tomando como eje esa teoría elegida, pasar a abrirse al uso de estrategias y técnicas provenientes de otras latitudes. Un buen ejemplo de esto sería la terapia cognitivo-conductual (Beck, Rush, Shaw y Emery, 1979). Tomando como eje. A partir de la teoría cognitiva, este enfoque se "abre" a la utilización de diversas técnicas conductuales,… destinadas en última instancia a modificar las cogniciones desadaptativas del paciente.