Psicoterapia Integrativa EIS

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Por los caminos que no hemos andado... Supraparadigma Integrativo: integrando el conocimiento válido

En líneas precedentes, bosquejábamos una especie de contradicción paradójica. Por una parte, todos están de acuerdo en que, el adscribir a una teoría integrativa, es lo que distingue a los integracionistas de los eclécticos. Y son muchos los que consideran, además, que el procurar integrar – en un nivel teórico – es lo más importante. Sin embargo, son también muchos los que consideran que lograr la integración en torno a una "gran teoría central integrativa" es imposible.

Peor aún; en la poco probable eventualidad que tal teoría integrativa central fuera posible… nadie sabría cómo generarla. ¡Excelente!... diría mi hijo Cristián. El dilema central, entonces, rezaría más o menos así: o se adscribe a teorías integrativas menores, parciales y reduccionistas, o se prescinde de integrar a un nivel teórico. Lo cual, dicho sea de paso, deja a la integración en un territorio demasiado parecido al eclecticismo.

Peor aún. Adscribir a una teoría reduccionista restringe y aprisiona; ante esto, el eclecticismo, y la "no teoría", constituyen una alternativa mejor.

En este contexto, ¿qué se puede hacer? ¿Es efectivo que la búsqueda de una "macro" teoría integrativa central, que constituya un eje efectivo de integración, sea una empresa imposible? ¿Es efectivo que, tal búsqueda, involucraría una ingenuidad, una señal de ignorancia, de simplismo, de ambiciones ilimitadas, una señal de "prepotencia intelectual" carente de autocrítica, una "falta de consciencia de realidad"?

Las interrogantes anteriores podrían invitarnos a abandonar nuestros esfuerzos integrativos. Principalmente, porque estos serían poco conducentes.

Con todo lo anterior, nos ocurren muchas cosas. Por lo pronto, nos incrementa la convicción de que nuestros objetivos son muy difíciles de alcanzar. Adicionalmente, contrastamos estas dificultades con la consciencia que una teoría integrativa "macro" constituye una verdadera "exigencia de los tiempos" (por supuesto, "los tiempos" podrían estarnos exigiendo algo imposible). Y estamos plenamente conscientes de que una "macro" teoría integrativa deficiente solo nos aportaría un "macro" desorden adicional, por muy "integrativa" que esta teoría pretendiera ser.

Si una teoría deficiente "micro", puede causar mucho daño; si una teoría integrativa deficiente "micro", puede causar mucho daño, una "macro-teoría integrativa" deficiente… causaría un daño consistentemente "macro".

En definitiva, todo esto nos moviliza a renovar nuestros esfuerzos puesto que, o proponemos algo que valga realmente la pena… o no proponemos nada. Este desafío involucra esfuerzos centrados en fortalecer nuestra valoración del conocimiento, fortalecer nuestra capacidad para observar en 360 grados, fortalecer nuestra capacidad para darnos cuenta, fortalecer nuestra capacidad de respetar para avanzar, fortalecer nuestra capacidad de autocrítica, fortalecer nuestro bagaje de información, fortalecer nuestra capacidad para releer lo existente, fortalecer nuestra capacidad para optar, cuando hay que optar, fortalecer nuestra capacidad para complementar, cuando hay que complementar. Y se trata de fortalecer, muy especialmente, nuestras capacidades para reconectar lo válido existente, para integrar lo válido rescatado, para integrar todo lo que amerita ser integrado, para enriquecer nuestro mecanismo de toma de decisiones, para "subirnos sobre los hombros" de tantos autores aportativos que nos han precedido. En suma, puesto que nada de esto ha sido frecuente en psicoterapia, nuestros desafíos de fondo nos llevan a renovar nuestros esfuerzos para "recorrer los caminos que no has andado".

De este modo, "los caminos que no has andado", incluyen un esfuerzo por sintetizar el conocimiento válido existente en psicoterapia, una relectura panorámica de la investigación existente… en busca del conocimiento válido dondequiera que se encuentre. Ello incluye un movimiento posterior, para integrar ese conocimiento válido encontrado, conectándolo en una totalidad coherente. Incluye la génesis de una "macro-teoría integrativa"… válida.

En el ámbito de la psicoterapia, esfuerzos grandes se han hecho muchos. Sin embargo, todo parece indicar que un esfuerzo de esta envergadura, transitando por los "caminos" que hemos venido enfatizando aquí… no se ha hecho nunca.

Por supuesto, la necesidad de una "macro-teoría" integrativa se viene planteando desde hace ya algún tiempo: "Lo que se necesita es un sistema comprensivo y abarcativo, que incluya una teoría y una filosofía integradoras y principios y técnicas relacionados con ellas" (Patterson, 1989, p. 433). "Los optimistas esperan que, en los próximos años, las ciencias de la mente van a unirse en torno a un paradigma nuevo" (Horgan, 1996, p. 111). Y, tal paradigma nuevo, debería ser capaz de integrar lo existente en una nueva totalidad: "A diferencia del eclecticismo, la integración insiste en la primacía de una Gestalt que da coherencia, proporciona un esquema interactivo, y crea un orden orgánico entre las diferentes unidades o elementos" (Millon y Davis, 1999, p. 188).

Desde mi propio punto de vista, comparto la necesidad de un paradigma nuevo, comparativamente más conducente… para quienes se dejen guiar por él. Sin embargo, no comparto la creencia que autores y enfoques se van a unir en torno a este nuevo paradigma.

Es que son demasiadas las opciones de discrepancia… y es muy potente nuestra tendencia a la discrepancia. Adicionalmente, es demasiado escasa nuestra vocación de síntesis. Y son demasiados los intereses personales en juego.

No parecen ser pocos los colegas dispuestos a guiarse por un "prefiero algo menos válido pero generado por mí, a algo más válido pero generado por otro…".

En estas páginas, y eso está por verse, podríamos eventualmente aportar una "macro-teoría integrativa" completa y válida. Sin embargo, en el difícil caso de que esto fuera así, lo probable es que no muchos lo acogerían bien, lo probable es que muchos lo acogerían mal, y lo seguro es que muchos no compartirían el valor del aporte… por "valioso" que este pudiera ser. ¡Excelente!... nos diría una vez más mi hijo Cristián.

Incluso entre los propios "integracionistas", el Comité de Bienvenida a un nuevo paradigma integrativo entrega señales poco alentadoras: "Deseo que finalmente alguien llegue con la respuesta de cómo integrar mejor las terapias; también temo que alguien haga el intento. Como una manera de resolver este conflicto interno he llegado a reconocer que, en esta etapa, es el proceso de exploración el que es más importante que cualquier otro intento, el cual puede ser una solución prematura" (Goldfried, 1991, p. 6). Si a un connotado explorador de la integración le ocurre esto, ¿qué se podría esperar de los demás?

Si lo que se va a proponer es defectuoso, las inquietudes de Marv se justifican. Sin embargo, por esta vía, se puede generar fácilmente una especie de profecía autocumplida: "puesto que es difícil que alguien plantee una teoría que valga la pena, asumo que nadie lo hará… y contribuyo a generar un prejuicio de que nadie lo hará". Se genera, por esta vía, una falta de espacio psíquico para acoger una teoría que pudiera ser realmente integrativa.

A su vez, Héctor Fernández-Álvarez ha manifestado una inquietud muy atendible: "Todo modelo integrativo necesita ser formulado como un sistema abierto, evitando el peligro de elaboraciones absolutas y totalizadoras como las formulaciones reduccionistas que intenta superar" (1992, p. 41).

Es así que "el remedio puede ser peor que la enfermedad", y resulta esencial el que una teoría integrativa esté abierta permanentemente a las nuevas evidencias, a la crítica "externa", y al autocuestionamiento. Y resulta obvio que, ninguna teoría, puede pretender establecer un punto final para la investigación… o para el conocimiento. Sin embargo, apertura y autocuestionamiento son una cosa, e "hiperapertura" e "hiperflexibilidad" son otra cosa. Desde nuestra óptica, una teoría integrativa válida, debería ser plenamente compatible con apertura; por ejemplo a la crítica y al cambio. Sin embargo, no tiene por qué estar abierta a validar, o a aceptar, múltiples teorías integrativas menos válidas, o simplemente "no válidas".

Generar una "macro-teoría" integrativa completa y válida no requiere de esperar más tiempo. Hacerlo ahora no resulta prematuro, ni se requiere acumular más datos. En mi opinión, es un asunto de motivación y de actitud; y, lo más difícil, es un asunto de capacidad para hacerlo.

Por lo tanto, un problema de fondo – plenamente comprensible – es que pocos confían en que se pueda generar un paradigma integrativo, bien fundamentado, valioso, profundo, convincente, y útil.

Finalmente, y como lo iré mostrando, no es posible pretender integrar a los autores o a las terapias, sino alCONOCIMIENTO VÁLIDO, proveniente de distintas latitudes. Esto, ya, nos ubica directamente en uno de "los caminos que no has andado". ¡Esto es crucial!

Y, para integrar el conocimiento válido, lo primero que es necesario es el privilegiar el conocimiento. Darle al conocimiento válido una prioridad tal, que no dé lugar a dudas que el conocimiento es lo que nos importa más.

El sentido o "sinsentido" de un nuevo paradigma integrativo, no puede ser evaluado en función de su "popularidad"; o de su capacidad para aglutinar en torno a sí mismo a autores y enfoques. Por lo pronto, porque grandes errores pueden ser muy "populares"; y porque grandes aciertos pueden permanecer en la orfandad.

 

Sin embargo, no se trata de "dar en el gusto" a autores o a enfoques. Estos, difícilmente se sentirán "a gusto" en un encuadre integrativo que no acoja en plenitud sus propios planteamientos. De lo que se trata es de "darle en el gusto" al conocimiento, de modo de llegar más lejos.

Adicionalmente, y desde mi óptica personal, cada psicoterapeuta tiene el más pleno derecho a pensar cómo le parezca; por lo cual de todo esto no se desprende necesidad alguna de conflictos o de agresiones entre nosotros. Podemos discrepar, con amistad; y podemos enriquecernos mutuamente a través de la discrepancia. Tal vez el único punto de conflicto se pueda generar frente a evidencias que muestren efectos iatrogénicos de algunas aproximaciones psicoterapéuticas.

Resulta claro, entonces, que nuestra propuesta integrativa será independiente de autores y enfoques… aunque procurará rescatar todos los aportes válidos de cada autor y de cada enfoque. Resulta claro, también, que no buscaremos, prioritariamente, "popularidad" o "mayorías"; sí procuraremos permanentemente el privilegiar el conocimiento.

No obstante, por supuesto, invitamos a todos a compartir con nosotros. Y a ayudarnos a enriquecer nuestros planteamientos a través de comentarios, cuestionamientos, críticas, etc. De este modo, invitamos a todos a ejercer su pensamiento crítico, con nosotros.

En suma, no deseamos generar una teoría unificadora de las psicoterapias, ni de todos los planteamientos de los diferentes autores. No lo consideramos factible… desde la epistemología, y desde las teorías mismas. Y no lo consideramos deseable, desde el punto de vista del conocimiento y de las aplicaciones clínicas.

Lo que sí deseamos es generar una macro-teoría integrativa, capaz de ayudar a unificar todos los datos válidos, y todo el conocimiento válido, capaz de contribuir a organizar coherentemente esos datos válidos, y capaz de ayudar a acumular y a utilizar de un modo sistemático esos conocimientos válidos.

De este modo, en el contexto de nuestro Supraparadigma Integrativo, no se sentiría cómodo un Freud, un Rogers, un Guidano… Tampoco se sentiría cómodo el enfoque psicoanalítico, el humanista o el post racionalista... Paradójicamente – dados los múltiples errores en los que ha incurrido cada uno de ellos – nos resultaría preocupante que, al interior de nuestro Supraparadigma, alguno de estos autores o enfoques se sintiera "cómodo".

Lo importante es que los conocimientos válidos aportados por autores y enfoques, se sientan cómodos al interior de nuestro propio enfoque. Eso sí que es importante.

Es así que, nos resulta vital, que los aciertos de cada enfoque, lo válido que aportó cada autor, encuentren, en nuestro Supraparadigma, un espacio amplio, cómodo, conectante, organizado y funcional. Un espacio que incluso contribuya a potenciar su aporte original; y que posibilite proyectar hacia el futuro los aportes valiosos de cada cual.

Resulta "noble" reconocer que, a esta altura de nuestro análisis, nuestra ambición bordea la psicosis. Ambicionamos que, en el contexto de nuestro Supraparadigma Integrativo, los aportes válidos de Freud, de Skinner, de Rogers, etc., se vean potenciados, en un contexto de sinergia positiva, que impida que las partes no válidas de la cuna original perjudiquen el aporte de las partes válidas.

Como lo hemos venido señalando, no se trata de "dar en el gusto" a autores y enfoques, sean estos Skinner, o Frankl, o Freud, o Bandura, o Perls, o Jung, o Beck, o… Tampoco pretendemos "darles en el gusto" a nuestros colegas psicoanalistas, cognitivistas, post-racionalistas… por mucho aprecio que les podamos tener. Como decíamos, de lo que se trata es de "darle en el gusto" al conocimiento; y, sobre la base de un mejor conocimiento, de lo que se trata es de aportar más a los pacientes a través de nuestra práctica clínica.

En el ámbito de las teorías, la disyuntiva está clara: o bien se "fuerzan" los datos válidos, para que quepan en las estrechas teorías existentes, o bien se amplía la teoría… para que sea capaz de contener apropiadamente todos los datos válidos.

Lo que proponemos, entonces, es una teoría unificadora del conocimiento en psicoterapia. Reiteramos: esto requiere de una adecuada selección de los datos, y de una relectura unificadora de los datos válidos existentes; con el objeto de organizarlos en una totalidad diferente. Se trata de generar – a partir de los datos válidos existentes – una teoría capaz de acogerlos en forma amigable, completa, coherente, conectada, sistémica, aplicable y no reduccionista. Y esta nueva teoría integrativa – extraída a partir de los datos válidos – a continuación, servirá como guía orientadora para ir accediendo de mejor manera a nuevos datos válidos.

En un sentido de fondo, asumimos que una disciplina incapaz de organizar en un todo coherente el conjunto de los datos válidos que ha venido generando, no podrá llegar muy lejos.

En el contexto de lo revisado, estamos en condiciones de retomar la temática de "integraciones o integración". Asumimos, entonces, que nuestro Enfoque Integrativo Supraparadigmático ambiciona ir contribuyendo a integrar todo el conocimiento válido existente en psicoterapia; y ambiciona aportar un enfoque comparativamente superior… en relación a los enfoques existentes. En este nuevo encuadre, las diferentes integraciones que se han venido proponiendo, constituyen pasos menos ambiciosos en comparación con lo que aquí nos proponemos. El Recuadro 4 explicita los elementos comunes que compartimos con otras aproximaciones integrativas; pero explicita, también, las esenciales diferencias que mantenemos con nuestros muy queridos "compañeros de ruta integrativos, amigos y, además… ocasionalmente adversarios".

El tronco común que compartimos, con nuestros compañeros de ruta integrativos, es de la mayor importancia. Sin embargo, las amplias avenidas que no compartimos, son de la mayor relevancia también. Confluencias sustanciales y discrepancias sustanciales, en un contexto interpersonal de valoración y de amistad.

El Recuadro 4 nos muestra el cómo, a partir de un "tronco" común, nuestra "Supra" integración se ha venido diferenciando.

RECUADRO 4: ENCRUCIJADA INTEGRATIVA


Integrar sin reducir

Nuestro punto axial inicial, al momento de integrar, involucra la necesidad de asumir una actitud tranquila. A la vez abierta y selectiva, que nos permita acceder – sin reduccionismos – a los 360 grados de la dinámica psicológica.

Desde una visión panorámica, de "helicóptero", de los datos disponibles, los "buenos" serán todos los datos válidos… bien documentados. A su vez los "malos", estarán representados por aquellos datos provenientes de una metodología deficiente; y "los malos" estarán representados también por los datos que han sido rechazados por la investigación… en términos de sus aportes a predicción y cambio.

La vieja y conocida fábula hindú, de los ciegos, nos ayudará a ir configurando nuestra actitud integrativa:

Un rey, del norte de la India, reunió un día en un mismo lugar a todos los ciegos de la ciudad. Después hizo posar, ante los asistentes, a un elefante. Permitió que unos tocaran la cabeza diciéndoles: "Esto es un elefante". Otros tocaron la oreja, otros el colmillo, o la trompa, o la pata, o bien la cola. Luego, el rey preguntó a cada quién: "¿Cómo es un elefante?". Y, según la parte que habían tocado, contestaron: "Es como un cesto de mimbre, es como un recipiente, es como la barra de un arado, es como un depósito, como un pilar, como un mortero, una escoba…". Entonces – continúa la fábula – empezaron a pelear y a gritar… "el elefante es así o asá", hasta que se abalanzaron unos contra otros a puñetazos, para gran diversión del rey.

Aunque los ciegos se abuenaran entre sí, sería difícil que lograran "armar" el elefante… a partir de sus diversos segmentos de información. Sus datos eran sensorialmente válidos; sin embargo, a través de la información incompleta, de las expectativas, de las significaciones erróneas, y de los contextos, los datos sensoriales válidos se tornaban inválidos. A través del procesamiento de cada cual, datos sensorialmente válidos evolucionaban hacia conocimientos inválidos. Con "cestos", "recipientes", "barras", "pilares", "escobas", no lograrían armar un elefante.

Cualquier semejanza de lo anterior con el estilo típico de nuestro pensar en psicoterapia… es mera coincidencia.

En psicoterapia, ni siquiera hemos necesitado que nos digan que la parte es el todo; esto ha corrido por "cuenta de la casa".

A pesar de esto, y como lo hemos explicitado, en psicoterapia disponemos de algunos segmentos teóricos y psicoterapéuticos válidos; pero necesitamos resignificar, recontextualizar… para impedir que se vayan "contaminando con lo "no válido". Solo así podemos aspirar a conocer "las partes válidas de cada parte". Y luego más y más partes.. de una totalidad multicompuesta. Incluso, en un momento determinado, podemos generar la vivencia del ¡Ahh! Es decir,, podemos "intuir" nuestro "elefante"; aun antes de disponer de la información detallada de cada una de sus partes. Y luego podemos seguir completando el todo; ahora, mejor orientados acerca de qué buscar y de cómo conectar.

El "armar" el elefante tiene un correlato empírico; a la vez anecdótico, coincidente e ilustrativo. En la prueba de ensamblaje de la Wechsler Adult Intelligence Scale (w.a.i.s.), el ítem de mayor dificultad fue ensamblar un elefante. En un determinado momento el examinado "intuye"… que se trata de un elefante. Genera su "vivencia del ¡Ahh!", lo cual acelera el proceso de ensamblaje. El problema, por supuesto, es no vivenciar un ¡Ahh! antes de tiempo, por ejemplo, suponiendo que se trata de un automóvil. Y, un problema mayor, es asumir como válido un "¡Ahh!" que no se justifica.

Continuando en el marco de la fábula, nuestra aproximación integrativa involucra también dar un paso al lado en relación a las "peleas". En lo que a nosotros respecta, lo que deseamos es poder concentrarnos en ir armando el "elefante", a partir de segmentos válidos procedentes de las más diferentes fuentes; y a partir de nuestros propios aportes; y de nuestra propia lectura y organización de los distintos datos. Para todo lo cual requerimos nutrirnos de todos los conocimientos válidos que puedan aportarnos nuestros colegas desde sus respectivos enfoques.

Más que "discutir" o "pelear" con nuestros colegas, deseamos nutrirnos de sus aportes. Al final, las discrepancias se zanjan por la vía de quién logra llegar más lejos.

En algunos colegas tiende a predominar la idea que, hoy en día, no disponemos de datos suficientes como para pretender una real integración. En realidad, no compartimos en modo alguno esta creencia. Primeramente, porque por el camino que vamos podríamos esperar 100 años y podríamos disponer de miles de datos y seguiríamos más menos donde mismo. Seguidamente, porque no obstante la presencia de multiples datos de dudosa validez, sí disponemos de suficientes datos como para intentar algo diferente. Desde nuestra óptica, por lo tanto, lo que más nos puede enriquecer es una relectura de los datos válidos ya existentes.

En el contexto recién explicitado, por lo tanto, compartimos la afirmación de Llinas cuando nos señala: "No se diga que para alcanzar esta nueva etapa habría que acumular nuevos datos. Hace millones de años que venimos observándonos y hace un siglo o más que venimos haciendo observaciones neuroanatómicas y neurofisiológicas. Lo que se necesita, con urgencia, son modelos teóricos" (1985, p. 145). Modelos teóricos válidos… agregaríamos nosotros.

Considero prioritario asumir que la dinámica psicológica no solo es compleja sino también multifacética. Siendo esto así, el "todos tienen algo de razón" y el "todo puede ser", están a la vuelta de la esquina. "La condición vital humana está suficientemente multideterminada, como para mantener el empleo de un gran número de terapeutas de diferentes persuasiones" (Meichenbaum, 1977, p. 27).

En medio de las miles de variables de la dinámica psicológica, se hace difícil esclarecer quién es quién, qué es válido, y qué no lo es. Va quedando entonces un vasto territorio disponible para, ir "fundamentando", prácticamente cualquier cosa Es así como afirmaciones de todo tipo emergen por doquier y, los "desmentidos válidos"… brillan por su ausencia.

 

A río revuelto, ganancia de autores y enfoques. Cada cual puede exhibir "evidencias" en favor de sus posturas, o en favor de su enfoque. Y esas evidencias – válidas para una porción muy menor de sus planteamientos – pasan a transformarse en pilares validadores de todos sus planteamientos. "Pars pro toto"es el término latino para esto. Desde un segmento válido, semiválido, o simplemente no válido, pasa a "validarse" demasiado. En nuestro quehacer, disponemos como trasfondo de una especie de "cheque en blanco"… que se puede llenar con cualquier cifra. Y así como James Bond dispone de "licencia para matar", nosotros disponemos de "licencia para sostener cualquier cosa".

Adicionalmente, en nuestras latitudes, el pensamiento crítico tiende también a brillar por su ausencia.

Para ciertos estilos cognitivos, lo esencial es lo simple; lo complejo constituye tan solo una asociación de elementos simples. Y, para el conocimiento de lo simple, se hace preciso descomponer la complejidad hasta poder identificar aquellos elementos simples que están a la base de lo complejo. Desde esta óptica "simplificadora", quienes valoran lo complejo, quienes asumen que en lo complejo se presentan totalidades cualitativas diferentes, con reguladores diferentes, pasan a ser meros teóricos: sin "cable a tierra"; con poco sentido práctico, especulativos… Desde este estilo de pensamiento, se tiende a reducir hacia lo simple. Una eventual explicación compleja, aun cuando fuera válida, pasaría a quedar fuera de su ángulo de observación; y muy fuera de sus espacios de aceptación.

Otros estilos de pensamiento son proclives a buscar la profundidad en todo, son proclives a "cuestionar la cuestión". Para ellos, lo simple es una mera apariencia, superficial e intrascendente. Lo esencial de la vida es lo que no se ve. Lo esencial de la vida, y de la dinámica psicológica, lo que realmente importa, es lo profundo, lo oculto, lo subyacente, lo complejo. No están dispuestos a dejarse engañar por lo simple; tienden a sospechar de cualquier "apariencia", y suelen ver debajo del alquitrán. A estas personas "no les vienen con cuestiones, con simplezas… menos aun con cuentos". Las apariencias simples, para ellos, constituyen anzuelos, que solo morderán las mentes simples e ingenuas: ellos no. El lema pareciera ser "a otro perro con ese hueso". Y, al paciente suelen "creerle" poco; habitualmente sospechan de sus dichos. Para este estilo de pensamiento, una persona no podría ser pacífica por temperamento, por predisposiciones biológicas; sería ineludible el buscar – y el "encontrar" – las razones biográficas profundas que generaron tan sospechoso pacifismo. Para estas personas, la línea recta constituye un "cazabobos"; y la "navaja de Occam" o "ley de la parsimonia", pasa a constituir tan solo un simplismo más sistematizado y "elegante". Podría decirse que esta aproximación "complejizadora", se rige por una especie de modificación del "cherchez la femme", de los detectives franceses; esta vez se trata de un mandato en la línea del "cherchez le profonde". Este estilo de procesamiento tiende a reducir hacia lo complejo; una eventual explicación simple, pero válida, pasa a quedar fuera de su ángulo de observación, y/o de su rango de aceptabilidad.

Y es precisamente el reduccionismo – hacia lo simple y hacia lo complejo – lo que ha limitado el desarrollo de mejores teorías en psicoterapia. Adicionalmente, a partir de un segmento simple o de un segmento complejo de nuestro "elefante", hemos tendido a explicar prontamente al elefante entero.

Lo que tradicionalmente hemos hecho, entonces, cursa aproximadamente así:

1 Descubrimos un segmento válido, algo que cuenta con evidencias de respaldo. Por ejemplo, que los castigos físicos generan emociones desajustadas, y que contingencias mal planteadas generan emociones desadaptativas. O bien, que contenidos inconscientes reprimidos suelen generar desajustes psicológicos de diversa índole.

2 El o los "descubridores" del respectivo "segmento válido" se entusiasman; y pronto empiezan a explicar el todo a partir del segmento válido descubierto. En los ejemplos citados, el "ambientalista" pasa a concluir que todos los desajustes psicológicos derivan de fallas ambientales. Albert Ellis, al aseverar que todos los desajustes emocionales derivan de ideas irracionales, ejemplifica también esto.

3 De este modo, lo que inicialmente era un aporte, por la vía de los "absolutismos", de los "todo" y de los "siempre", pasa a transformarse en un reduccionismo; el cual, lejos de constituir un aporte, se transforma en un impedimento para el desarrollo del conocimiento y de los mecanismos de cambio.

4 A lo anterior hay que agregar que todo el proceso mencionado suele cursar tomando como base inicial teorías o conocimientos "no válidos". Obviamente, si se generaliza a partir de lo "no válido", el proceso se empobrece aun más.

El perfil de este mecanismo reduccionista, entonces, es bastante identificable.

Algunos reduccionistas, inicialmente pueden partir bien; pero luego van echando a perder ese aporte inicial… a través de la generalización. Recordando nuestra formación en Rorschach, podríamos decir que algunas de las teorías reduccionistas deterioran su aporte inicial F+… por la vía de las Fs. (forma "spoiled", vale decir manchada o echada a perder al final). Otras son consistentes desde un comienzo: siempre f-.

Asumimos, entonces, que el hombre aporta multiplicidad suficiente como para que actúen mecanismos más simples o más complejos; según la situación, el momento, y el ámbito de acción Es así como, desde nuestra perspectiva, no se trata de elegir entre aproximaciones simples "o" complejas; no se trata de reducir todo hacia lo simple "o" todo hacia lo complejo. La más confiable investigación parece indicar que somos simples "y" complejos. Por lo tanto, ¿para qué forzar un "o" cuando lo que aporta más es un "y"? (Opazo, 2005).

Y la conclusión que somos simples y complejos, no surge de nuestro estilo de pensamiento, ni de nuestra especulación. Surge de una lectura tranquila de los datos válidos existentes… datos que ha venido aportando la mejor investigación.

En ocasiones somos muy simples, en otras muy complejos. En otras, nuestra dinámica psicológica se despliega en niveles intermedios. Y algunos tendemos más a los procesamientos simples, otros hacia los complejos. Algunas experiencias nos elicitan respuestas simples; otras nos activan mecanismos más complejos. Y aun otras se sitúan en niveles intermedios. De lo cual se desprende que, por ejemplo, para valorar algunos aportes de la aproximación sistémica, no necesitamos renunciar de plano a los condicionamientos clásicos. Y que, para valorar al condicionamiento clásico, no necesitamos rechazar de plano cualquier tipo de aproximación sistémica.

En relación a lo anterior viene al caso concluir que, una teoría "superficial" pero acertada, pasa a ser más profunda que una teoría "profunda" pero equivocada. Como lo he señalado antes, hablar de cosas profundas, no es lo mismo que hablar profundamente de las cosas. Y resulta más que fácil que, al hablar de cosas "profundas", estemos profundamente equivocados.

Si una fobia se generó por asociaciones clásicas, entre antes nos demos cuenta, mejor. Paradójicamente, no sería profundo el atribuirla a "profundas" represiones infantiles.

Algunas decisiones comprometen por entero a nuestra persona, e involucran a nuestro Sistema SELF en plenitud. Otras experiencias, nos comprometen menos. Y, aun otras, nos generan respuestas simples, reflejas y automáticas, que casi no nos involucran activamente. Por lo que resulta esencial que nuestras teorías dejen un espacio suficiente para todas estas experiencias, sin prejuicios interpretativos hacia ninguna de ellas.