Psicoterapia Integrativa EIS

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Integración en Psicoterapia: Hacia un camino diferente

Hemos señalado – reiterativamente – que algunos desean la integración… pero pocos saben en qué consiste y cómo encontrarla. Si hemos de poner las cosas en un lenguaje directo, habría que señalar que nuestros "héroes integrativos" suelen ser muy brillantes, y suelen ser particularmente valiosos como personas, pero habría que decir que muchos muchos de ellos más que integrativos, son eclécticos.

Alguien podría decir que lo que falta es tiempo, datos nuevos, que las cosas vayan madurando. La verdad es que yo no pienso así. Va pasando mucho tiempo y muchas cosas tienden – en el fondo – a permanecer donde mismo; lo que falta es decisión y acción, sobre la base de una lectura diferente de los datos existentes. "No se diga que para alcanzar esta nueva etapa habría que acumular más datos. Hace millones de años que venimos observándonos y hace un siglo o más que venimos haciendo observaciones neuroanatómicas y neurofisiológicas. Lo que se necesita con urgencia son modelos teóricos" (Llinás, 1986, p. 145).

Si alguna de las propuestas integrativas existentes me resultara satisfactoria, este libro simplemente no existiría. Me habría privado de una fuente de satisfacción personal, pero me habría ahorrado un inmenso trabajo. Y compartiría la alegría de estar confluyendo en torno a una teoría integrativa valiosa, sin importar demasiado quién la generó.

Sin embargo, por las múltiples razones antes expuestas, no hemos logrado generar una macro-teoría integrativa, una que aporte integración en plenitud. Para lograrla – al menos desde mi punto de vista – hay que recorrer un camino diferente, uno que involucre una especie de "cambio 2" en relación a lo que se ha venido haciendo.

Desde mi óptica, la génesis de una teoría más plenamente integrativa, requiere de una diferente y mejor lectura de los datos ya existentes. Comenzando por establecer cuáles de esos datos pueden ser considerados como más válidos y más confiables… y por qué.

Se requiere de una lectura diferente, alcanzada desde un nuevo "punto axial" como lo llamaba Jaspers… aquel en el cual se busca una nueva altura de visión. Se requiere de una lectura tranquila, con visión de "helicóptero", es decir, con la mayor capacidad de abstracción que nos resulte posible, con la visión más completa que nos resulte posible… y con la mayor capacidad de síntesis que nos resulte posible. Se requiere de un salto cualitativo, que nos aporte una mejor teoría, una teoría/práctica compartida que nos permita evolucionar mejor. En suma, se requiere de privilegiar al conocimiento, y a los pacientes, por encima de nuestros egocentrismos y de nuestras lealtades hacia enfoques. Se trata de levantar la mirada por encima de las rencillas cotidianas, colocando al conocimiento como norte central y permanente.

Comentarios finales

A la hora de identificar "caminos de integración", es importante enfatizar lo que hemos venido señalando: un enfoque integrativo involucra una teoría integrativa. En torno a esto, los autores integrativos tienden a converger, aun cuando, paradójicamente, solo lo hacen de una manera "teórica". Y también, como lo hemos visto, los autores tienden a compartir la idea que la principal diferencia entre una aproximación ecléctica y un enfoque integrativo consiste en que el enfoque integrativo involucra una teoría integrativa.

En suma, ciencia y teoría configuran una totalidad inseparable. Integración y teoría también. Teoría y buena práctica clínica, también.

Ahora bien, ¿de qué tipo de teoría estamos hablando?

Para algunos "integrativos", basta la presencia de una teoría integrativa; no importa mucho de qué teoría integrativa se trate, ni la calidad de ésta. Lo importante sería que exista "alguna" teoría. Al respecto recuerdo que, en una conversación con uno de los líderes mundiales de la integración, éste me decía: "La verdad, Roberto, es que no veo que marquen mucha diferencia las distintas teorías; para mí las distintas teorías dan más o menos lo mismo".

Pero… ¿dan "más o menos lo mismo"?

Otros, consideran que cada teoría tiene sus fortalezas y sus debilidades. Por lo cual, lo que no aporta una lo aporta la otra y así se va cubriendo la totalidad de la dinámica psicológica. Esto deja abierta la opción a un caos teórico, y a que cada teoría reclame que "algo bueno" aporta.

En realidad, el desafío pareciera ser otro. El desafío consiste en elaborar una "macro-teoría" válida que procure incorporar todo lo válido de las demás teorías. Y que le haga justicia al cómo operan integradamente las cosas en las dinámicas psicológicas de las personas. Por supuesto, esta tarea suena muy utópica y para muchos, a imposible. Sin embargo, al menos en el análisis conceptual, queda claro que una teoría integrativa – válida y completa – sería lo que nos está "recetando el doctor" a estas alturas de nuestra evolución.

Una teoría "incompleta" va dejando mucho conocimiento válido fuera. Una teoría "reduccionista", sesga la mirada; e impide observar aquello que, en el fondo, "obliga" a nunca observar. Una teoría "laxa y difusa" aporta muy poco; es casi como si no existiera. Y una teoría "deficiente", aporta muy poco en términos de predicción y cambio. Ya nos detendremos en esto.

Un pasaje – casi anecdótico – nos puede ayudar a ilustrar este punto. Con mi esposa, la psicóloga Verónica Bagladi, nos encontrábamos revisando un antiguo video de Aaron Beck. En el video, Beck ejemplificaba su psicoterapia cognitiva, con una paciente depresiva. Al final del video, Verónica y yo concluimos lo mismo… casi "al unísono": La teoría cognitiva de Beck le perjudicaba su trabajo clínico. Le impedía ver aspectos clínicos importantes y casi obvios; y lo llevaba a enfatizar y a sobreenfatizar permanentemente lo cognitivo.

Lo anterior resulta esencial a la hora de delimitar una teoría integrativa. Si la teoría integrativa es incompleta, reduccionista o deficiente, su existencia resultará perjudicial.

En suma, una "mala" teoría empobrece el conocimiento y debilita el trabajo psicoterapéutico. De este modo, cuando la teoría es "mala" es mejor que no haya teoría. Más aun; cuando la teoría es "mala", es preferible una aproximación ecléctica.

RECUADRO 3: LOS APORTES DE UNA TEORÍA


Una parte de las teorías integrativas que se han venido proponiendo pueden ser consideradas como deficientes o "malas". Otras muchas, podrían ser consideradas incompletas o "insuficientes". En los hechos, sea por una razón u otra, las teorías integrativas no han estado a la altura de los desafíos integrativos. En otras palabras, las teorías integrativas no han estado a la altura de las circunstancias.

De este modo, al delimitar un enfoque de psicoterapia integrativa – un enfoque que sea realmente aportativo – este enfoque tiene que estar conducido por una teoría integrativa de primer nivel. Estamos hablando de una teoría completa; capaz de contener todos los datos válidos existentes. Estamos hablando de una teoría efectivamente integrativa, que constituya una totalidad coherente que conecte partes válidas diferentes. Estamos hablando de una teoría realmente guiadora; capaz de aportar una orientación significativa en comparación con el carecer de esa teoría. Estamos hablando de una "teoría/práctica", capaz de ayudar a enriquecer sustancialmente la práctica clínica. Son esas las exigencias que habría que cumplir. Son esas las exigencias que nos "auto" exigimos.

De este modo, el lector y yo quedamos con una tarea pendiente: el evaluar si la teoría integrativa que aquí propondremos, cumple o no con los requisitos que aquí hemos establecido.

En suma: no podemos conformarnos con el atractivo que ejerce la palabra integración. En un sentido de fondo, no se trata de aglutinar mucha gente en torno a "nada". Resulta preferible el convocar a pocos en torno a "algo". A algo que valga realmente la pena.

De este modo, no podemos conformarnos con cualquier teoría… o con cualquier "integración". Y de la calidad de la teoría integrativa… dependerá la calidad de la psicoterapia integrativa que derivemos a continuación.

Es así que, en el contexto que hemos venido explicitando, nuestras "auto-exigencias integrativas" se vienen a dar la mano con las exigencias de los tiempos.

2.2. DE LAS INTEGRACIONES A LA INTEGRACIÓN: SUPRAPARADIGMA INTEGRATIVO

"Para llegar donde no has llegado… deberás andar los caminos que no has andado"

San Juan de la Cruz

Hemos visto que, las teorías, se encuentran en "temporada baja". Por insuficientes, por poco aportativas, por restrictivas, por "reduccionistas", por "aburridas". Es así como son muchos los terapeutas que prefieren prescindir de ellas, en el entendido que no es mucho lo que pierden al hacerlo.

Lo anterior, resulta plenamente válido para las "malas" teorías. Puesto que las "buenas" teorías han tendido a brillar por su ausencia, se comprende la actitud negativa que se ha venido generando hacia las teorías en general.

Sin embargo, el tema requiere de una relectura. Ya lo hemos visto: sin una buena teoría, es imposible que la disciplina llegue muy lejos. Por lo que, antes de simplemente resignarnos – a dejar de lado las teorías – vale mucho la pena hacer un esfuerzo profundo por generar una teoría realmente aportativa. Es lo que intentaremos a través de estas páginas; en el entendido que, con posterioridad a esto, aplicaremos esa teoría a los desafíos pendientes, y a la génesis de una psicoterapia que le sea consistente. Todo lo cual nos permitirá esclarecer si la teoría gestada realmente amerita.

 

De los análisis precedentes se desprende que una "buena" teoría, en psicoterapia, "necesariamente" debería ser una teoría integrativa. Una dinámica psicológica compleja, multifacética, multicompuesta, y con una organización central, requiere ser explicada a través de una teoría completa… capaz de dar cuenta de esos dinamismos.

Las teorías no integrativas serían, comparativamente, más "reduccionistas". Sin embargo, y como lo hemos visto, el lograr configurar una "buena" teoría, realmente integrativa… no resulta nada de fácil.

La verdad es que, muchos, valorarían una real integración teórica… Pero nadie sabe cómo lograrla. ¿Razones? No es nada de fácil lograrla.

Cuando proponemos que integrar involucra "construir una totalidad coherente a través de la conexión de partes válidas diferentes", estamos hablando de integración con mayúsculas. Estamos hablando de una teoría, capaz de acoger todo conocimiento válido, dondequiera que esté. Estamos hablando de una teoría capaz de conectar coherentemente ese conocimiento válido. De procurar una comprensión completa de la dinámica psicológica. Estamos hablando… de los cimientos de nuestra psicoterapia integrativa.

Las palabras anteriores generarán rechazo en muchos. Es que suena prepotente; el ambicionar una especie de "Macro" teoría integrativa suena a generar una "súper" teoría integrativa; contra la cual las "otras" teorías integrativas serían propias de principiantes. En un contexto en el cual "todo vale", procurar generar una gran teoría – y "mejor" – no puede ser bien acogido. ¿Quién tiene la capacidad de aportar tal teoría? ¿Por qué no ir respetando los planteamientos teóricos de cada cual? ¿Por qué no asumir que todas las teorías encierran "verdades", cada cual a su manera? ¿Por qué no asumir que todas las teorías son igualmente respetables?

La temática nos conduce a explicitar de qué teoría integrativa estamos hablando. De lo que se trata, en un sentido profundo, es de distinguir entre buscar una "macro-integración" global, versus intentar "sub-integraciones" más parciales; es decir, en un menor nivel de abstracción. Y no se trata de presentar nuestra propuesta integrativa como una especie de verdad final, en línea con un "ésta es la integración, es definitiva y no hay más". Se trata de que sea capaz de integrar en forma más completa y "mejor"… hasta que no aparezca otra teoría que la supere.

Lo que sí es claro es que, si en psicoterapia seguimos haciendo lo mismo, obtendremos más de lo mismo; y como "lo mismo" lo hemos criticado suficientemente…

Como lo señalaba Einstein, "si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo". Hacer algo diferente pasa a transformarse, entonces, en una especie de necesidad de la causa. Siempre y cuando deseemos llegar más lejos.

El desafío de fondo, entonces, no es tan solo hacer algo diferente. Es hacer algo diferente… y mejor. Puesto que, el que algo sea diferente, no garantiza en modo alguno que sea mejor.

Veíamos que los psicólogos integrativos han venido buscando la integración por doquier, es decir,, en los más diferentes niveles. Hasta ahora, sin embargo, estos múltiples intentos no parecieran estar conduciéndonos con claridad a puerto. Veíamos también que, al coexistir múltiples teorías integrativas, estamos apagando el "incendio reduccionista" con "bencina integrativa". Es así como, a los 300 enfoques "reduccionistas" ya existentes, pronto les podremos agregar unos 600 enfoques integrativos… hoy en día en plena gestación. Todo un "póker" psicoterapéutico; en este caso, psicoterapéutico-integrativo.

Adicionalmente, pareciera ser que en el ámbito de la integración se ha intentado todo. Y que no habría ya más donde buscar. Veremos hasta qué punto esto es así.

Revisaremos, primeramente, la real importancia del generar una "macro-teoría". A continuación, revisaremos la relevancia de que ésta sea integrativa. Y, seguidamente, explicitaremos aspectos esenciales de nuestra propuesta, explicitando su perfil diferencial de integración.

Por el camino de una "Macro-Teoría"

Para comprender el sentido profundo de un Supraparadigma Integrativo, primeramente tenemos que explicitar, algo más, los reales aportes de una teoría. Puesto que el tema es crucial, trataremos de abordarlo con un criterio práctico… y de la manera menos "aburrida" posible.

Hoy en día muchos psicoterapeutas suscribirían afirmaciones del siguiente tenor:

Cada teoría, cada Modelo, es explicativo en su contexto; y es respetable en tanto sea consistente consigo mismo. Ningún Modelo es mejor que otros, sino que sirve de guía… en tanto el clínico, el investigador, o el psicoterapeuta, lo valoren, lo validen, y lo respeten en la acción. Si se pretende establecer que un Modelo explicativo es más válido que otro, se incursiona en el territorio de la presunción del conocimiento "objetivo", en el territorio del sectarismo, de la competitividad, y de la prepotencia. Cada teoría tiene sus méritos, y es explicativa a su manera; ninguna es mejor que otras. Tampoco los colegas están mejor o peor situados que nosotros. Cada cual se sitúa según su leal saber y entender… y merece ser igualmente escuchado, valorado y respetado.

Muchos clínicos quedarían fascinados con las afirmaciones anteriores. Constituyen una especie de oda a la modestia y al respeto al otro. Involucra un "no soy superior ni inferior a ti… soy tu igual".

Las afirmaciones anteriores constituyen, además, una verdadera oda a la "democracia psicoterapéutica". Fuente evidente de buena convivencia social, de diálogo respetuoso, y de relaciones amigables entre los colegas.

Otros terapeutas "integrativos" suscribirían con entusiasmo lo siguiente: "Cada modelo, cada paradigma aporta lo suyo. Unos modelos son fuertes en algunos aspectos, otros… en otros. No existe el SÚPER modelo que sea mejor que los otros. El creer que existe, involucra una presunción, carente de auto-crítica".

El único problema es que, asumiendo esas posturas, no resulta posible avanzar en el conocimiento. Tampoco es un buen camino para ir avanzando en el ayudar mejor a nuestros pacientes. Y, como la búsqueda del "mejor" conocimiento – y el lograr ayudar "mejor" a nuestros pacientes – constituyen la médula que le da sentido a nuestro quehacer profesional, el problema no es menor. Salvo que consideremos que cualquier "conocimiento" da lo mismo, y que cualquier "procedimiento" ayuda a nuestros pacientes por igual.

Nuestro mandato profesional no consiste en llevarnos bien con nuestros colegas. Y, los pacientes, no nos han entregado un mandato del tipo: Señores terapeutas, despreocúpense de ayudarnos mejor; preocúpense de llevarse bien entre ustedes.

Nuestro mandato profesional, se orienta a enriquecer nuestro conocimiento… para ayudar mejor a nuestros pacientes. "Integrando" todo esto podríamos decir que, de lo que se trata, es de "llevarnos bien, para enriquecer nuestro conocimiento, para de este modo ayudar mejor a nuestros pacientes". En modo alguno se trata de "llevarnos mal"; tampoco tan solo de "llevarnos bien".

Es así que podemos discrepar entre nosotros, y seguir llevándonos bien. Adicionalmente, y a contrario sensu, sería absurdo que, para "llevarnos bien", tuviéramos que "empatar" en la calidad de nuestras propuestas; y ser todos, igualmente aportativos.

Avancemos un poco más…

Más adelante, explicitaremos nuestros fundamentos epistemológicos. Por ahora, solo diremos que nuestros planteamientos epistemológicos se encuentran distantes del realismo ingenuo y del constructivismo radical. Desde nuestra perspectiva epistemológica… conocemos, mediados por nuestra biología; no accedemos a conocimientos plenamente objetivos pero, aun así… conocemos.

Y no se ayuda al avance del conocimiento, si no somos capaces de ir comprendiendo, cada vez con precisión y profundidad, los principios que regulan la dinámica psicológica. Las mejores teorías explican mejor, predicen mejor, guían mejor, conducen más lejos. Las teorías mejores involucran un mayor conocimiento, y facilitan el acceso a "mejores" conocimientos "nuevos".

Si nuestros pacientes nos pudieran aconsejar, es seguro que no nos dirían: "Nosotros estamos bien… despreocúpense de nosotros. Preocúpense de ustedes mismos. Aprendan a convivir amigablemente entre ustedes. Respétense como iguales, y no intenten ser más que sus colegas. Disfruten de su convivencia. Déjense espacios equivalentes para ser exitosos. Respeten y valoren por igual los distintos puntos de vista".

Como lo señalábamos, si nuestros pacientes nos pudieran aconsejar, o "solicitar", sería más probable que nos dijeran: "Por favor preocúpense de nosotros, lo estamos pasando mal, a veces demasiado mal. Convivan bien entre ustedes, pero… para ayudarnos mejor. Por favor ¡progresen!... logrando mejores conocimientos, mejores teorías, mejores estrategias clínicas. Todo esto para… ayudarnos a sufrir menos, para que salgamos de nuestros problemas lo antes posible, del modo más económico posible, por el mayor tiempo posible. En suma: sean mejores psicoterapeutas. No les pedimos esto, se los exigimos. No se dedicaron a la psicoterapia para hacerse famosos; ni para tener muchos amigos, ni tan solo para convivir gratamente, ni para ganar dinero. Se dedicaron a esto para… saber más; saber más… para ayudarnos mejor".

Desde nuestra óptica de análisis, entonces, el desafío es respetar para avanzar. El escuchar sin agredir, discrepar, discutir, cuestionar, confrontar puntos de vista, verificar, formular hipótesis, verificarlas, rescatar y darles vida a las hipótesis verificadas; demostrar, acumular conocimientos… constituyen elementos irrenunciables, en una convivencia pacífica… al servicio del progreso científico.

De este modo, respetar a las personas es diferente de estar de acuerdo con ellas; y muy diferente de estar de acuerdo con cualquier cosa. Respetar, es diferente de aceptar pasivamente que se haga cualquier cosa con el conocimiento y/o con los pacientes.

En física, no da lo mismo adscribir a Newton o a Einstein. La teoría de Einstein es mejor que la de Newton; se ha demostrado que aporta más a la comprensión, y que predice mejor. Y aun cuando Einstein valoraba a Newton e incluso lo admiraba, no vacilaba en sostener que su teoría era superior. En física, resultaría absurdo el sostener que, como Newton y Einstein son seres humanos, y ambos merecen respeto, sus teorías valen lo mismo.

En los hechos en la física, se considera que Einstein hizo un aporte al progreso del conocimiento. Una "mejora" en relación a los espléndidos aportes que antes había hecho, por ejemplo, Newton.

En el ámbito del conocimiento científico, por lo tanto, sí se ha procurado avanzar; pero transitando por caminos cautelosos, autocríticos y conducentes. "Todo conocimiento es siempre un devenir que consiste en pasar de un conocimiento menor a un estado más completo y eficaz" (Piaget, 1968, p. 13). El conocer, en ciencia, involucra acción; y acción eficaz. "Nuestro punto de partida para generar una explicación validable científicamente, es el entender el conocer como acción efectiva; acción que permita a un ser vivo continuar su existencia en un medio determinado al traer allí su mundo a la mano" (Maturana y Varela, 1984, p. 15). Lo que se procura conocer, en ciencia, son las reglas del juego de lo investigado. "En el último análisis, lo que importa no es mi opinión o la suya, sino las verdades que la naturaleza revela en respuesta a nuestras preguntas" (Myers, 2001, p. 17).