Psicoterapia Integrativa EIS

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En 2001, Gold y Stricker proponen la integración asimilativa psicodinámica, en la cual la teoría psicodinámica se mantiene… pero "se abre" al uso de técnicas provenientes de otras persuasiones. Algo similar proponen Castonguay et al. (2005), a través de la integración asimilativa cognitivo-conductual. En realidad, cualquier integración asimilativa involucra asumir como válida… una de las teorías existentes; y luego, asumiendo esa teoría como marco orientador, se van incorporando estrategias y técnicas provenientes de otras latitudes.

A su vez Wachtel et al. (2005) han propuesto las bases para una "terapia relacional integrativa", que procura sintetizar facetas clave de las teorías psicodinámica, conductual y familiar-sistémica. "En contraste con un enfoque ecléctico técnico, en el cual las técnicas son seleccionadas probabilísticamente, sobre la base de que han funcionado con pacientes que tenían características similares, las psicodinámicas cíclicas buscan desarrollar una estructura teórica coherente, capaz de guiar la toma de decisiones clínicas" (Wachtel et al., 2005, p. 172). Los autores se apoyan preferentemente en aportes de la teoría psicodinámica… aunque procuran generar una nueva teoría – más integrativa – incorporando algunos elementos esenciales del enfoque conductual y del familiar-sistémico. Los propios autores señalan que las psicodinámicas cíclicas pueden ser consideradas como un tipo de integración asimilativa.

Desde nuestra óptica, sin embargo, la integración vía integración asimilativa resulta arbitraria y reduccionista. Involucra seleccionar una teoría – entre muchas teorías reduccionistas que han funcionado poco – para luego mezclarla con técnicas que aportarían potencia al cambio en psicoterapia. Desde mi perspectiva de análisis, esto constituye una especie de último esfuerzo de los enfoques para sobrevivir… sin perder su teoría.

En años recientes, se ha venido perfilando un enfoque denominado Psicoterapia Basada en Evidencias (EBT). El enfoque debe ser diferenciado de los "tratamientos apoyados empíricamente", los cuales constituyen solo una parte de la psicoterapia basada en evidencias. El enfoque fue definido tempranamente como "el uso consciente, explícito y criterioso, de la mejor evidencia existente […] para tomar decisiones acerca del cuidado de los pacientes individuales" (Sackett et al., 1996, p. 71). Lo que se pretende aquí, es incorporar toda la evidencia científica y la información clínica útil, para guiar y enriquecer los procesos psicoterapéuticos, las intervenciones, las relaciones terapéuticas, y los resultados. En tiempos más recientes, se ha venido incluyendo también la experticia clínica del terapeuta, los valores del paciente, su cultura, y sus preferencias y la mejor investigación disponible. "La psicoterapia basada en evidencias involucra un proceso de evaluación clínica coherente, una formulación de caso, una identificación de objetivos, una planificación del tratamiento, una construcción de alianzas, intervenciones basadas en la investigación, un monitorear los progresos, un ajustarse a las necesidades, y un término del proceso… todo ello, en un contexto de colaboración con el cliente" (Goodheart, Kazdin, & Sternberg, 2006, p. 3). Se trata de un lugar de encuentro entre investigación y práctica clínica. El enfoque, sin embargo, carece de una teoría integrativa que lo aparte más decididamente de su perfil ecléctico.

En los últimos años, en América Latina, algunos han comenzado a hablar de psicoterapia integrativa ligada a las respectivas nacionalidades. Por ejemplo, psicoterapia integrativa ecuatoriana, psicoterapia integrativa uruguaya, etc. Es así como, por ejemplo, Lucio Balarezzo (2016) ha fundamentado esta opción, aproximadamente en los siguientes términos: "El paciente ecuatoriano es muy especial. Tiende al locus de control externo, tiende a ser pasivo en terapia, tiende a tener su propia idiosincrasia. Por lo tanto, no funciona bien con las psicoterapias generadas en otros países y en otras culturas y se hace necesario generar una psicoterapia integrativa ecuatoriana".

Lo anterior es muy atendible, y es vital el ir adaptando la psicoterapia integrativa al contexto socio-cultural de cada país; una "buena" psicoterapia integrativa estaría obligada a hacerlo. Pero, esto, no puede servir de pretexto para que cada país genere su propia psicoterapia. Con más de 200 países reconocidos por las Naciones Unidas", tendríamos que ir sumando 200 psicoterapias integrativas más – a los ya existentes 300 enfoques de psicoterapia. Esto, asumiendo que los otros enfoques no decidan imitarnos… generando el psicoanálisis panameño, el enfoque familiar sistémico tailandés, o el enfoque humanista japonés. Esto, y apagar el incendio con bencina… suenan demasiado parecidos.

Y, más allá de las aproximaciones integrativas recién bosquejadas, también han venido aportando lo suyo las personas; es decir, los psicólogos y los psiquiatras integrativos. De lo que se trata aquí, es de reconocer otros aportes provenientes de autores integrativos de relevancia. En particular, estamos enfatizando aquí el aporte de algunos autores latinoamericanos.

En 2002 Héctor Fernández-Álvarez recibe – en Viena – el Premio Sigmund Freud; fue el primer latinoamericano en recibir esta relevante distinción. Héctor se ha destacado – a nivel latinoamericano y mundial – por sus aportes profesionales y gremiales al movimiento de integración.

En 2003 Humberto Guajardo y Diana Kushner, reciben el Premio Reina Sofía, de España, otorgado por sus relevantes aportes – en el marco de la psicoterapia integrativa – al tratamiento de los trastornos adictivos.

En 2004 Roberto Opazo recibe, desde Viena, la noticia que le fue otorgado el Premio Sigmund Freud por sus relevantes aportes al desarrollo de la psicoterapia. En estos aportes, el Supraparadigma Integrativo ocupa un lugar preferencial.

Entre las publicaciones, algunos aportes son destacables también. En el ámbito de las publicaciones integrativas relevantes, el Journal of Psychotherapy Integration se editó por primera vez en 1991. En 1992, Norcross y Goldfried publican el Handbook of Psychotherapy Integration. En 1992 Fernández-Álvarez publica el libro Fundamentos de un Modelo Integrativo en Psicoterapia. En 1992 Opazo edita el libro Integración en Psicoterapia y, en 1993, Stricker y Gold publican el Comprehensive Handbook of Psychotherapy Integration.

En 1997 Roberto Opazo publica el artículo "In The Hurricane’s Eye: A Supraparadigmatic Integrative Model", en el Journal of Psychotherapy Integration de s.e.p.i. Y, en 2001, Opazo publica su libro Psicoterapia Integrativa: Delimitación Clínica.

En 2002, Holmes y Bateman publican Integration in Psychotherapy: Models and Methods. En 2004 Moursund y Erskine publican Integrative Psychotherapy. En 2004 Héctor Fernández-Álvarez y Roberto Opazo Castro publican en Paidós, Barcelona, La Integración en Psicoterapia: Manual Práctico. En 2005 Norcross y Goldfried publican la segunda edición de su Handbook of Psychotherapy Integration.

A nivel del movimiento integrativo en América Latina, Héctor Fernández-Álvarez, de la República Argentina, puede ser señalado como uno de los pioneros del movimiento de integración. Más allá de sus múltiples presentaciones y publicaciones ha liderado, en el continente, un sinnúmero de iniciativas fortalecedoras del movimiento integrativo. En 1994 y con el respaldo del Centro de Estudios Humanos (aiglé), Héctor fue Program Chair y organizó en Buenos Aires el X Congreso de la Society for the Exploration of Psychotherapy Integration (s.e.p.i.).

Un acápite especial merecen, también, los psicólogos Verónica Bagladi (Chile) y el antes mencionado Lucio Balarezo (Ecuador).

Verónica, junto a sus múltiples aportes a la integración – publicaciones nacionales e internacionales, docencia y supervisión en psicoterapia integrativa, investigación y dirección de innumerables tesis en temáticas integrativas, etc. – , ha desarrollado docencia en "Psicoterapia Integrativa", en la Escuela de Psicología de la Universidad Católica de Chile. Ha dirigido durante 20 años los Consultorios del Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa. También ha coordinado el "Programa de Magíster en Psicoterapia Integrativa", realizado a partir de 2003 por el Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa en conjunto con la Universidad Adolfo Ibáñez. Verónica ha creado también, la revista online acpi, de la cual es editora; la sigla acpi hace alusión a "Actualizaciones en la Psicoterapia Integrativa (EIS)".

Por su parte Lucio Balarezo ha contribuido sustancialmente a generar en Cuenca, Ecuador, un "Programa de Magíster en Psicoterapia Integrativa" (2005), con el respaldo institucional de la Universidad de Azuay. Lucio ha liderado, también, la organización del Primer Congreso Latinoamericano de Psicoterapia Integrativa, realizado en Quito, Ecuador (2006). Y ha participado muy activamente en la creación de la Asociación Latinoamericana de Psicoterapia Integrativa (alapsi). A través de los últimos años, Lucio ha liderado en Ecuador un fuerte movimiento psicoterapéutico centrado en la integración en torno a la personalidad. En 2014, Lucio lideró la organización del Cuarto Congreso Latinoamericano de Psicoterapia Integrativa realizado por alapsi.

También en el ámbito latinoamericano, diversos psicólogos y psiquiatras han venido contribuyendo sustancialmente al desarrollo del movimiento integrativo. Es el caso de la psicóloga Alejandra Pérez y Beatriz Gómez, del psiquiatra Herbert Chappa y de la psicóloga Claribel Morales de Barbenza; todos argentinos. Recientemente Beatriz Gómez ha sido elegida como presidente de la Society for the Exploration of Psychotherapy Integration (s.e.p.i.); se trata de un cargo que es ejercido, por primera vez, por alguien proveniente de América Latina.

 

También ameritan reconocimiento el psicólogo Bernard Rangé, de Brasil, la psicóloga Sylvia Mancheno, del Ecuador, y la psicóloga Margarita Dubourdieu, de Uruguay.

En Chile, de particular relevancia para la integración en psicoterapia han sido los aportes de los psicólogos Fernando Alliende, Texia Béjer, Eugenio Suárez y Ana María Marchetti; y de los psiquiatras Humberto Guajardo y Ximena Rojas. Más recientemente, ameritan reconocimiento publicaciones integrativas relevantes realizadas por Paulina Nitsche (Chile), Sonia Chalup (Bolivia), y Andrea Cardemil (Chile); todas, en el contexto de nuestra psicoterapia integrativa (EIS).

En 1991, el Centro Científico de Desarrollo Psicológico (cecidep) organizó en Santiago de Chile sus segundas Jornadas Clínicas bajo el título "Integración en Psicoterapia". En 2001 el Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa (icpsi) organizó el xvii Congreso de la Society for the Exploration of Psychotherapy Integration (s.e.p.i.); esta vez fue Roberto Opazo, director del Instituto, el Program Chair (presidente) de ese Congreso Internacional. En 2002, el Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa, con el respaldo institucional de la Universidad Adolfo Ibáñez, dio inicio al primer "Programa de Magíster en Psicoterapia Integrativa" dictado en América Latina. En 2003 el Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa y la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez, organizaron una Jornada Clínica Internacional bajo el título "Psicoterapia Integrativa: Desafío para el siglo xxi".

En 2008, en Lima, Perú, se creó la Asociación Latinoamericana de Psicoterapia Integrativa (ALAPSI). El común denominador de esta Asociación, ha sido la búsqueda y la apertura a encontrar las mejores respuestas, dondequiera éstas se encuentren. Otro punto de convergencia ha sido la necesidad de tener, como guía, una teoría integrativa; y la necesidad de enfatizar el rol de la investigación.

Integración en Psicoterapia: ¿Tan solo una etiqueta atractiva?

En un sentido genérico, los "integrativos" se sienten muy cómodos con afirmaciones del tipo "hay muchas respuestas posibles – y valiosas – ante una misma pregunta". De ahí, el paso siguiente consiste en considerar – fácilmente – que "lo tuyo es válido y lo mío también". Y lo de otro, y otro, y… otro. Esto se aviene bien con la génesis de los 300 enfoques de psicoterapia, a los que pronto se agregarán otros 300 enfoques "integrativos". Cuando nada es "mejor", todo vale; y, en un sentido de fondo, todo puede ser y nadie "sabe" nada de nada.

Desde nuestra óptica, en ocasiones, diversas respuestas son igualmente válidas. Y distintos caminos son igualmente conducentes. En otras palabras, en la dinámica psicológica existe espacio para la "equifinalidad", y para diversas opciones de intervención. No obstante esto, con muchísima frecuencia una teoría es superior a otra, una estrategia es superior a otra, y una técnica es superior a otra. Es efectivo que un agorafóbico puede superar su fobia por la vía del psicoanálisis clásico; pero es efectivo, también, que la mayoría abrumadora de los agorafóbicos progresan más por la vía de la exposición "in vivo".

He señalado que la reseña histórica – recién explicitada – no pretende en modo alguno ser exhaustiva. Más aun, en el análisis precedente, ex-profeso he dejado al margen explicitar nuestra propia propuesta integrativa. Y, con respecto a las aproximaciones integrativas que he considerado anteriormente, el lector interesado podrá recurrir a las fuentes bibliográficas para formarse su propia opinión.

De lo recientemente expuesto, se desprende que la integración se ha venido buscando en los más variados niveles. Desde el eclecticismo técnico hasta la integración asimilativa, los intentos integrativos vienen proliferando por doquier. Con esfuerzo y creatividad, los psicoterapeutas con vocación integrativa han perseverado en sus propósitos de integrar.

En el fondo, el desafío de todos consiste en generar una teoría a partir de los datos válidos existentes. Una teoría capaz de dar cuenta, en plenitud, del funcionamiento de la dinámica psicológica. Una teoría, que no deje conocimiento válido "fuera". Una teoría que no incorpore datos "no válidos". Una teoría que no "amontone" sino que integre. En suma, una teoría guiadora, capaz de contribuir a la integración psicológica de las personas, y capaz de ir integrando los diferentes conocimientos válidos.

En otras palabras, se trata de generar, a partir de los datos válidos existentes, del conocimiento válido existente, una teoría integrativa completa, capaz de dar cuenta del funcionamiento de la dinámica psicológica humana. Y luego, sobre la base de esa teoría integrativa siempre perfectible, ir desarrollando en conjunto un enfoque integrativo que aporte reales ventajas comparativas. Ese es el desafío de todos.

Si asumimos entonces, que la integración involucra la génesis de una "macro-teoría" orientadora, es un hecho que nos encontramos a medio camino. Para decir las cosas como son, ninguna de las teorías integrativas explicitadas se perfila como capaz de contener, unificar, sistematizar, y proyectar, el total de los datos válidos existentes. Me refiero a los datos que nos entrega la mejor investigación existente en la actualidad. Y ninguna de las teorías integrativas explicitadas, ha logrado aglutinar a su alrededor un movimiento sustancialmente relevante. De este modo, más que hablar de enfoques integrativos, quizás deberíamos hablar de intentos, de aproximaciones… o de "balbuceos" integrativos.

Como lo hemos venido señalando, hablar de integración es más fácil que hacer integración. En un sentido genérico, sin embargo, la palabra integración viene "capturando" terapeutas por doquier, aun cuando – entre un "integrativo" y otro – haya demasiadas diferencias.

Hemos señalado que, hoy en día, son cada vez más los que se autodefinen como integrativos. En un survey realizado en Argentina, se trabajó con una muestra de 525 psicoterapeutas, de distintas ciudades del país. En esta muestra, el 39,8% refirió integrar teorías en su práctica clínica. "Este resultado ubica al grupo de integracionistas como el segundo grupo psicoterapéutico más importante en la República Argentina; detrás de los psicoterapeutas psicoanalíticos (53,1%)" (Muller et. al., 2008, p. 225). En el estudio, se encontró que la integración teórica más frecuente era la del psicoanálisis con el enfoque sistémico (34,5%); seguida por la combinación del enfoque psicoanalítico con el enfoque cognitivo (20%). En este estudio, la vocación de integración queda más que comprobada. La utilidad de estas "integraciones" de enfoques, sin embargo, constituye una asignatura pendiente; eso lo analizaremos prontamente. Por ahora, no se puede "cantar victoria" sobre la base de estos datos; desafortunadamente, suenan a mucho y quieren decir muy poco.

Baudelaire decía que… Dios es el único ser que, para reinar, ni siquiera necesita existir. Algo del tipo pareciera estar ocurriendo con la psicoterapia integrativa. Es así como, en torno a integraciones inexistentes, se han venido estableciendo muchos "reinos integrativos". Terapeutas "integrativos" que adscriben al inexistente "modelo integrativo" de alguien. Terapeutas que se definen como integrativos… sin poder explicar lo que eso significa. Terapeutas que "integran" "cualquier cosa con cualquier cosa". Esto, puede sonar a descalificador e incluso agresivo; desafortunadamente, calza demasiado bien con el devenir de los acontecimientos.

Es así como, a la hora de las precisiones, el término integracionismo tiende a ser usado de un modo muy equívoco. Hemos explicitado que Norcross (2005) y otros autores consideran que, en la integración, el rol de una teoría central orientadora resulta fundamental. Sin embargo, esta delimitación dista de estar siendo aplicada de un modo consistente Es así como muchos tienden a usar indistintamente los términos eclecticismo e integracionismo.

El definirse como "integrativo" pareciera ser una buena idea, al menos en términos de imagen. Del mayor interés es que, en estos territorios, el 85% de los psicoterapeutas prefieren el término integracionismo al de eclecticismo (Norcross y Prochaska, 1988).

En suma, bajo las banderas del integracionismo, desfila un sinnúmero de psicoterapeutas cuya aproximación teórica y clínica es de lo más variada. A lo que habría que agregar que el perfil ecléctico de muchos "integracionistas" resulta poco disimulable.

Desafortunadamente, no siempre la vocación de conocimiento es tan grande, y la de las precisiones, tampoco. Y, con frecuencia, los deseos personales de ingresar a nuestra "pequeña historia integrativa" no son menores. En este contexto, existe el riesgo de repetir la tendencia a la multiplicación de enfoques, esta vez de enfoques integrativos. En una primera etapa, resulta esperable, deseable y lógico, procurar la integración por distintos caminos. Pero estos caminos "multi-diferentes", pueden cronificarse y perpetuarse; y un movimiento integrativo que nació de una necesidad de convergencias y de mejores síntesis, puede terminar contribuyendo a fortalecer la desintegración y las divergencias. En este contexto, el "incendio atomizador" que vive la psicoterapia puede pasar a ser apagado con "bencina integrativa".

Por el camino de las integraciones "laxas", podemos llegar a crear más de mil enfoques "integrativos" de psicoterapia. Cuando son estos los riesgos, la precisión, la vocación de conocimiento, la búsqueda de mejores respuestas clínicas, la generosidad, y la capacidad de síntesis, pasan a tener un valor incalculable.

Una inquietud pertinente se refiere al rol que ha tenido, hasta ahora, la Society for the Exploration of Psychotherapy Integration (s.e.p.i.). ¿En qué medida ha colaborado s.e.p.i.. a enriquecer la evolución del movimiento integrativo?

Sería mezquino el desconocer sus méritos en la evolución del movimiento integrativo: convocar a los más destacados terapeutas con vocación integrativa, generar tribunas de intercambio, incentivar el diálogo, favorecer y cautelar el buen nivel de las ideas, generar canales de publicación y difusión, promover activamente la inquietud integrativa en diversos países del mundo, etc., no es poco decir.

No corresponde a s.e.p.i. el ir acumulando una especie de "verdad oficial" acerca de la integración. Es un hecho de la causa, sin embargo, que la exploración ha superado con creces a la integración. Esto se refleja con nitidez en el Simposio organizado por Carlos Mirapeix de España, durante el xvii Congreso Anual de s.e.p.i. que organizamos en Santiago de Chile. El título del Simposio, además de creativo, resulta más que sugerente: "De la Exploración de la Integración… a la Integración de la Exploración".

Un par de ejemplos adicionales ayudarán a ejemplificar el punto.

Durante el XXI Congreso Anual de s.e.p.i. realizado en Toronto (2005), se organizó un Simposio en torno al tema "Avances en el Camino Integrativo". En dicho Simposio participaron algunos de los más destacados psicoterapeutas ligados a la historia de s.e.p.i. Cada uno expuso su aproximación a la integración en una línea más bien cercana a la integración asimilativa; es decir,, teniendo como base teórica un enfoque "tradicional", desde el cual se efectúa una apertura hacia la incorporación de múltiples estrategias y técnicas. Personalmente, a ese Simposio asistí como "público". Y como las respectivas posturas de los expositores me iban quedando poco claras, desde la audiencia formulé la siguiente pregunta: "s.e.p.i. existe por más de 20 años, en los cuales ha procurado favorecer la integración en psicoterapia. Siendo ustedes, líderes de ese movimiento hacia la integración, ¿alguno de ustedes se definiría como psicoterapeuta integrativo?". Se produjo un silencio más bien incómodo; los integrantes del Simposio se miraron entre sí, y uno a uno fueron haciendo un gesto negativo con la cabeza. Ninguno habló. La situación era un tanto paradójica y algo desconcertante. Desde la audiencia el psicólogo Antonio Branco, de Portugal, pidió el micrófono para señalar: "Yo soy un psicoterapeuta integrativo". A esas alturas de la situación, la intervención de Antonio resultó muy emotiva.

Con posterioridad, tuve la oportunidad de conversar el tema con Marvin Goldfried, uno de los integrantes del Simposio. Le manifesté que – a mi parecer – en s.e.p.i. se enfatiza mucho la tolerancia, y no tanto una búsqueda activa de posturas compartidas. Y le agregué lo siguiente: "El Modelo de Fulano, el de Mengano… en s.e.p.i., pasan a merecer igual respeto; y, en los hechos, a pocos les importa realmente el contenido y el valor comparativo de las distintas propuestas". Marvin me respondió: "Yes!".

 

Así las cosas, podemos retomar la afirmación de Paul Wachtel – otro de los integrantes del mencionado Simposio – en el sentido que hoy en día son muchos quienes desean subirse al "tren de la orquesta" representado por la integración. ¿De cuál integración estamos hablando? ¿Quién tiene claras las características de este tren al que se quiere subir?

De este modo, un enfoque integrativo que solo integra a niveles "micro", que en algunos casos aporta teorías "reduccionistas", y que carece de una teoría realmente integrativa, pretende diferenciarse de un enfoque ecléctico que no aporta teorías… Complicado.

A pesar de todo, la idea de la integración se ha venido instalando en el "inconsciente colectivo" de los psicoterapeutas. Y todo parece indicar que la motivación hacia la integración es fuerte… como si hubiera una especie de intuición generalizada de "por aquí está el camino". Pero el camino mismo dista mucho de estar claro. Las palabras del propio Wachtel pasan a avalar esta conclusión: "Los hábitos y ataduras asociados con las diversas escuelas son duros de superar, y para la mayoría de nosotros, la integración se mantiene más como un objetivo que como una realidad cotidiana. Eclecticismo en la práctica e integración en las aspiraciónes constituye una descripción precisa de lo que la mayoría de los miembros del movimiento integrativo hacemos la mayor parte del tiempo" (Wachtel citado por Norcross, 2005, p. 9; las cursivas son nuestras).

Lo lamentable es que el "eclecticismo en la práctica" se nota mucho… y la "integración en las aspiraciones" se nota poco. No se trata de psicoterapeutas que estén, "en ebullición", en busca de marcos referenciales realmente integrativos. Ni siquiera están motivados a recibir con entusiasmo este tipo de propuesta. Así, la "integración en las aspiraciones" pasa a constituir tan solo una especie de "trasfondo ineficaz", que impide concluir que, de integración, hay poco o nada. Un trasfondo acerca del cual es posible hablar… pero que no se traduce en un actuar.

Es así como algunos "integrativos" – Paul Wachtel, George Stricker, Marvin Goldfried, entre muchos otros – consideran a la integración teórica como la búsqueda de una "Gran Teoría Unificada"; lo cual, desde luego, les "suena" como una meta bastante "utópica". Más aun cuando esa supuesta "Teoría Unificada" procuraría integrar teorías disímiles, incluso con "cosmovisiones" incompatibles. En las palabras de George Stricker: "La integración teórica es el nivel más difícil en el cual se puede procurar la integración, puesto que requiere unir, en un todo, conceptos provenientes de enfoques discrepantes, algunos de los cuales pueden diferir en sus cosmovisiones fundamentales" (2010, p. 23). En este contexto, "la integración teórica se mantiene como una especie de esquivo ‘Santo Grial’, el cual ofrece significativas recompensas, pero no es un nivel en el cual los practicantes puedan funcionar en el tiempo presente" (Stricker, 2010, p. 24). Adicionalmente, "la integración teórica ha sido descrita como la más importante por algunos escritores, pero ha sido criticada como demasiado ambiciosa y como esencialmente imposible por otros" (J.R. Gold,1996, p.12).

Resulta oportuno enfatizar aquí una contradicción que me parece relevante. A la hora de las delimitaciones conceptuales, casi todos los "integracionistas" comparten la idea que la presencia de una teoría integrativa es lo que diferencia a los integrativos de los eclécticos. Llegado el momento, sin embargo, muchísimos – de los supuestamente integrativos – opinan que no es posible generar una teoría realmente integrativa. Por incompatibilidades epistemológicas, por lo complejo que resultaría, etc. Una aproximación conceptual que podría postular, con legitimidad, al Record Guinness de "la paradoja de las paradojas".

La postura anterior tiende a predominar entre los "integracionistas" lo cual relega a la integración teórica a una especie "espera eterna". En este contexto, la búsqueda de una teoría integrativa sitúa a quienes lo hacen, en un territorio apto para albergar a teóricos utópicos, bastante ambiciosos, poco conscientes de nuestras limitaciones, poco conscientes de lo imposible de ciertos objetivos, muy poco "realistas". Por lo tanto, y desde esta perspectiva, procurar una integración teórica en niveles "macro", constituiría un simplismo, cuando no una ingenuidad.

En suma, desde la perspectiva de muchos psicoterapeutas integracionistas, una integración teórica – en torno a una "gran teoría" central – sería profundamente deseable… pero prácticamente imposible.

De este modo, a medida que el tiempo pasa, la "aspiración de integración" amenaza con cronificarse como una eterna ensoñación; amenaza con transformarse en una utopía inalcanzable. En ese contexto, la integración pasaría a ser una especie de "norte platónico", distante e inasible, fuente de futura melancolía… acerca de lo que pudo haber sido y no fue.