Música y matemática en la filosofía de Platón

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Me parece que sigue sin quedar claro si el movimiento desordenado del universo se da como consecuencia del AM o de que en el universo hay un elemento corpóreo intrínseco a su propia naturaleza. Es claro que la presencia del dios otorga la medida correcta y en su ausencia se genera el movimiento opuesto. Pero este movimiento desordenado se genera debido a que el universo es a) cuerpo o debido a que el universo b) tiene alma, cuya inteligencia hace girar en sentido opuesto. La cercanía que algunos ven en este diálogo con Timeo[141] hace pensar que este movimiento desordenado es consecuencia de la χώρα. Otros, como Hemmenway (1994), piensan que todo el mito es sólo un recurso pedagógico para mostrarle al joven Sócrates la importancia de la formación de la inteligencia humana. Aunque estoy de acuerdo con Hemmenway en que el mito es un recurso pedagógico para mostrarle, no sólo al joven Sócrates, sino también a los lectores, la naturaleza del político y la relevancia que tiene conocer a la persona humana para entender las funciones y habilidades que debe poseer quien esté al frente de un Estado, no es lo único que allí está sucediendo.

La lección por parte del Extranjero deja ver algunos elementos relevantes sobre la constitución de los seres vivos. Ya lo señaló Santa Cruz (2002: 29), las cuestiones que el mito aborda son cuatro: 1) la existencia de dos ámbitos —inteligible y sensible— mutuamente diferentes, pero estrechamente ligados entre sí; 2) la existencia de dos principios constitutivos y explicativos del ámbito sensible; 3) la correlación necesaria entre el orden humano y el orden cósmico, sometidos ambos a una misma ley común, y 4) la necesidad de un constante equilibrio entre los dos principios para preservar tanto el orden humano como el orden cósmico.

El cosmos es un ser con movimiento propio (αὐτόματος) que comienza a moverse en sentido inverso cuando el dios se ha retirado a su puesto de vigilancia. Esta regresión, correspondiente con el mundo como es actualmente, se mueve cada vez con mayor énfasis hacia la tempestad y el desorden. Al ver esto, el dios decide retomar el timón (τῶν πηδαλίων) para evitar que el universo caiga en una “infinita desemejanza (ἀνομοιότητος ἄπειρον)” y, corrigiendo la enfermedad, le pone orden y lo endereza.[142] Aquí tenemos un doble movimiento que en el mito se denominan como la era de Cronos (EC) y la era de Zeus (EZ).[143] En la primera, EC, corresponde al movimiento correcto, el que está guiado por el dios y que sería el ideal, es aquél en donde se envejecía hacia la infancia y se nacía completo desde la tierra, sin necesidad de nada, pues se tenía todo. En EZ el movimiento del universo es inverso, corresponde con la época actual, donde el ser humano surge de la procreación, debe trabajar y poco a poco va llegando a su fin. EC es propia de la memoria, mientras EZ es la del olvido; la primera (EC) es donde la filosofía es más propicia, mientras que en la segunda sólo puede hacerse mediante el esfuerzo y la ayuda divina.

Sabemos por Fedro que la pérdida de la memoria es uno de los más grandes males que puede sucederle al hombre, debido a que sin memoria es incapaz de albergar conocimiento alguno. Sin memoria, la filosofía es imposible. En EZ la filosofía no es natural a los hombres. En EZ los animales y los humanos dejan de existir, pues terminan sus ciclos y esto conduce hacia el desorden, a punto de una infinita desemejanza. De lo dicho es posible concluir que la falta de filosofía genera desorden. Lo que sucede en EC es que, al tener un movimiento guiado por el dios, los hombres hablaban entre sí y con las bestias, aprovechando todas esas ventajas para la práctica de la filosofía (κατεχρῶντο τούτοις σύμπασιν ἐπὶ φιλοσοφίαν: Pol., 272b8-c1). La presencia de la memoria permite conocer el mundo. El conocimiento del mundo estimula la investigación filosófica. El mundo de EC tiene orden. Por lo tanto, se puede concluir que la filosofía es un elemento fundamental para el orden. Lo ordenado es bueno y lo desordenado malo. La filosofía es necesaria para el bien.

Los dos movimientos del universo presentados en Político son horizontales, de ida y vuelta, si son vistos cronológicamente. El de ida (EC) es el ideal, mientras que el de vuelta (EZ) es el que puede desaparecer en la desemejanza de sí mismo, que es en el que habitamos. Se puede llevar a cabo una relación entre estos movimientos del cosmos y los narrados en Timeo. Entre ambos hay una diferencia importante: en Timeo estos dos movimientos representan al círculo de lo Mismo y al círculo de lo Otro, y son movimientos circulares. Lo Mismo gira en una dirección y lo Otro en la dirección opuesta. Lo Mismo, como ya mencioné, es lo semejante, mientras que lo Otro, lo desemejante. En Político, EZ correspondería con el movimiento de lo Otro y EC con el de lo Mismo, con la diferencia de que el movimiento no es circular, sino horizontal. También es importante mencionar que mientras que en Timeo los círculos de lo Mismo y de lo Otro giran simultáneamente con direcciones opuestas, en el mito de Político, los movimientos de EC y EZ son sucedáneos el uno del otro. Lo sintetizo de la siguiente manera.

EC: el universo gira de Oeste a Este; el demiurgo está presente y guía el curso del universo; los seres humanos nacen de la tierra (reviven de los muertos) y envejecen hacia jóvenes hasta convertirse en semilla y desaparecer; no hay necesidad de procreación; los seres humanos inician con conocimiento y propician la filosofía; las personas son más felices; no hay necesidad de agricultura, ni de vestido o techo; los frutos brotan espontáneamente de la tierra. El final de esta era termina cuando el dios se da cuenta de que el universo ha alcanzado ya la medida de duración que le corresponde.[144]

EZ: el universo gira de este a oeste; el universo es αὐτόματος; los seres humanos nacen de las mujeres y es necesaria la procreación entre sí; deben cultivar su propia comida, necesitan vestido y techo; se nace sin conocimiento y poco a poco se adquiere el saber, desarrollando la memoria, que existe debido al olvido. El movimiento de este universo termina cuando el desorden es de tal magnitud que este movimiento lleva al universo a la posibilidad de caer en un estado de desemejanza infinita, razón por la cual el dios decide volver de su puesto de vigilancia para iniciar, nuevamente, el ciclo anterior, es decir, EC.

Una de las diferencias fundamentales entre ambas eras, como la mayoría de los comentadores de este mito notan, es la presencia de la filosofía en EC, y la necesidad de la misma en EZ. Por un lado, en EC se parte de un movimiento que va de la perfección y que termina en el equilibrio, mientras que en EZ se inicia con terremotos y catástrofes que terminan con todos los seres vivos (273a), hasta que por sí solo, y debido a la inteligencia que aún conserva, es capaz de cierto equilibrio hasta que ocurre la decadencia en la desemejanza. Realmente, como lo advierte Platón al inicio del mito, la perfección no es humana. Me refiero, específicamente, a que en un momento estamos de lo mejor hacia lo peor y cuando está a punto de la destrucción la intervención del demiurgo permite el movimiento que va de lo peor hacia lo mejor. Este segundo movimiento, propio de EC, necesita de una guía con conocimientos sobre lo que es lo mejor. El responsable de ese conocimiento será quien pueda guiar al Estado. En Platón, sólo el filósofo puede tener un conocimiento así.

El mal, a partir del mito cosmológico de Político, se explica como resultado de la automoción del universo, misma que surge cuando el demiurgo permanece en su puesto de vigilancia. Este movimiento, que corresponde con EZ, es donde surge la escritura como remedio para la memoria, tal y como se narra en Fedro. Este mismo hecho es un obstáculo para la propia filosofía, que requiere del diálogo vivo para cumplir su acometido: la ἐπιστήμη, que brindará σοφία al hombre. El problema presente en Político es la naturaleza del universo. La corporeidad de la que está hecho impide la semejanza perfecta y el equilibrio absoluto. Siempre habrá de existir algo que imprima orden a dicha corporeidad, que por sí sola terminaría inevitablemente en la desemejanza infinita.

Para finalizar este apartado, recupero el tema con el que inicié el planteamiento del mal. ¿Es posible que exista un alma perversa como lo propone Platón en Leyes X? Toda la discusión alrededor de esta posibilidad es debido a lo que llamé el argumento de la soberanía del alma sobre el cuerpo (ASA). Lo que en Leyes X Platón está planteando, a propósito del automovimiento (αὐτοκίνησις) del alma es que, si ésta es anterior al cuerpo y causa de su movimiento, i.e., causa de vida, entonces debemos conceder que el alma es causa de todo lo que le sucede al cuerpo, los bienes y los males. Una misma alma no puede causar bienes y males simultáneamente, pues violaría el principio de no contradicción. Por ello, Platón propone que existen dos almas, una que causa el bien y otra que causa el mal.

Si colocamos este argumento en un plano cosmológico, tomando como referencia el AM de Timeo, entonces lo que aquí se estaría afirmando es que existen dos AM, una buena y otra mala o perversa, que llamaré AMb y AMp. Además, en Leyes X se sugiere que estas dos almas coexisten (896e). Líneas adelante en el diálogo, el ateniense se pregunta: “¿Qué tipo de alma pensamos que domina el cielo, la tierra y todo el periodo? ¿La inteligente y llena de virtud (τὸ φρόνιμον καὶ ἀρετῆς πλῆρες) o la que no posee ninguna de esas dos cualidades?” (897b7-c1). La respuesta queda abierta, no se decide por ninguna; sin embargo, a partir tanto del mito cosmológico de Político como del AM de Timeo me atrevo a señalar que el alma que domina (ἐγκρατὲς) el cielo, la tierra y todo el periodo es la inteligente y llena de virtud. El alma inteligente y llena de virtud corresponde a lo que llamé AMb, mientras que la que no tiene ninguna de esas dos cualidades es AMp.

 

Como lo concluí en su momento, el desarrollo de las dos almas parece más un ejercicio hipotético que algo realmente considerado por Platón.[145] Por ello, pienso que el problema de AMb y AMp puede resolverse desde el mito cosmológico de Político. Allí se nos narra que existe el universo compuesto de un elemento corporal y un alma. El universo posee, gracias al alma que tiene, un tipo de movimiento. Por otro lado, el universo se mueve en una dirección opuesta cuando la causa de su movimiento no es él mismo, sino el dios que lo dirige. En Político se hace ver que cuando el dios dirige al universo, éste alcanza un estado de bondad y de perfección propios para algo corpóreo, mientras que cuando el dios se retira a su puesto de vigilancia y deja al universo a su “suerte”, éste gira por sí mismo hacia la desemejanza. Esto es debido a que cuando gira por sí mismo sin una dirección, es decir, sin la guía de una inteligencia o νοῦς, entonces el universo se vuelve olvidadizo e ignorante (ἀνοία). Dicha ignorancia es la causa de los males, pues no hay dirección. Sin embargo, en última instancia, la razón por la cual se produce esta ignorancia es porque el universo tiene corporeidad y ésta siempre será imperfecta.

Como en Timeo, el universo está ordenado cuando la inteligencia provoca la persuasión en la necesidad, pero desordenado si no lo consigue. Incluso, existiendo la inteligencia que persuade a la necesidad, el universo tenderá al desorden por el receptáculo o χώρα. Me parece que es lo mismo que está sucediendo en Político y en Leyes X. Las distintas eras del mito cosmológico de Político (EC y EZ) tienen que ver con la posibilidad de que un dios imprima inteligencia en el desorden, es decir, que EC es como es gracias a que hay una inteligencia persuadiendo a la automoción del universo, mientras que en EZ la automoción no tiene guía alguna. En Leyes X el AMb es la dotada de inteligencia y de virtud, mientras que el AMp, la que carece de ambas. Un alma que carece de inteligencia, como desarrolla Platón en Timeo, es un alma mortal y, por lo tanto, no es causa de ningún movimiento en el sentido cosmológico. Así lo concluye Platón en el siguiente pasaje: “Ya que el alma es la que conduce las revoluciones de todo, debemos decir que la que dirige necesariamente la revolución del cielo, cuidándola y ordenándola (ἐπιμελουμένην καὶ κοσμοῦσαν), es, o bien, la mejor alma (AMb) o la contraria (AMp). […] sobre la base que acabamos de decir no sería pío sostener otra cosa que no fuera que el alma que posee toda la virtud la conduce”.[146]

El AMp es ontológicamente inferior al AMb, debido a su condición, es decir, a la imposibilidad de tener virtud. Sólo lo que tiene virtud puede guiar hacia el bien, cuidándolo y ordenándolo, para que pueda mantenerse siempre de la misma manera y se distancie lo más posible de la desemejanza. En realidad, aquí se nota que el AMp no puede existir como tal, siendo sólo una hipótesis para probar que los bienes siempre son mayores que los males y que sólo mediante el νοῦς es posible la existencia de un κόσμος. Con esto, Platón pretende convencer a los ateos de que sin Dios es imposible explicar el bien, del mundo y del hombre.[147]

Conclusiones

A lo largo del primer capítulo analicé algunos pasajes que consideré relevantes para plantear el problema sobre el que trata este libro: el mal. ¿Por qué existe y cuál es su causa? Platón hace una agatología, es decir, una filosofía del bien. Como lo señalé al inicio del capítulo, la alegoría de la caverna[148] la dejaría para más adelante. Ahora es el momento de introducir los elementos sobre dicha alegoría que me permitirán cerrar los análisis realizados.

El prisionero del que nos habla Platón en la caverna está encadenado de pies a cuello, sin la posibilidad de girar (περιαγωγή) hacia ningún lado. Es incapaz de ver siquiera a quienes están a su lado, condicionado a sólo ver hacia el fondo de la caverna. Lo que se proyecta en el fondo de la caverna son las sombras de los objetos que detrás del prisionero manipulan los titiriteros emitiendo, además, sonidos. De modo que el prisionero ve y escucha cosas que no son reales. En el plano de la alegoría de la Línea, el prisionero está en AD, enclavado en los íconos y sólo logrando conjeturas. Los titiriteros forman parte de DC. Cuando el prisionero es liberado, es capaz de girar, el cuello y todo su cuerpo. Este primer giro es necesario para poder distinguir las sombras de la luz. Ahora sabe que las sombras que veía y los sonidos que escuchaba provenían de los titiriteros que manipulaban los objetos frente a un fuego y emitían distintos sonidos.

A raíz de lo analizado en este capítulo es posible señalar que el mal se encuentra en este plano de la caverna, pues a partir de las conjeturas y creencias emitimos juicios sobre la realidad que consideramos no como conjeturas (εἰκασία) y creencias (πίστις), sino como conocimientos verdaderos (ἐπιστήμη). De este modo surge lo que llamé ignorancia del arrogante (IA), pues quien considera que un conocimiento verdadero es una creencia, es quien cree que sabe lo que no sabe. Es el momento que analicé a partir de Menón, Protágoras y Gorgias, pues se confunde el bien con el mal y el mal con el bien, siendo incapaces de distinguir lo que es cada cosa. A partir de semejante creencia es que se considera que debe siempre buscarse el placer y evitarse siempre el dolor, pues se asocian bien-placer y mal-dolor, algo que se muestra falso, debido a que hay placeres que llevan al mal (la glotonería, por ejemplo) y dolores que conducen hacia el bien (el ejercicio, en este caso).

Sócrates, al percatarse de este problema, sugiere el tema de la balanza. En ocasiones preferimos el mal sobre el bien porque consideramos que el bien es menos, pues se ve a lo lejos. Nuevamente, como en el caso del ejercicio o de la dieta. Hoy decido que quiero tener salud y por eso inicio una rutina de ejercicios y su dieta correspondiente. Sin embargo, hacer ejercicio y tener régimen alimenticio genera dolor, pues en el caso del ejercicio me debo esforzar por correr, a pesar de tener flojera y, en el de la dieta, de privarme de comidas y bebidas que me generan placer. El tema está en que la salud es un bien, y nadie negaría que prefiere tener salud que tener enfermedad, pero debido a esta falta de proporción entre bienes y males, hoy veo más cerca los males que los bienes (dolor, privación frente a la salud) y desisto del ejercicio y de la dieta. La razón es que fui incapaz de comprender que, aunque el bien se halla lejano, es importante llegar a él, pues será mejor que cualquier mal o dolor que hoy experimente. Incluso, será más placentero. La incapacidad para notar esto, piensa Sócrates, es por nuestra falta de habilidades aritméticas que permitan medir correctamente los bienes de los males, los placeres de los dolores. La tendencia es a buscar los placeres y bienes inmediatos sobre los placeres y bienes más lejanos. La mayoría de las veces, estos placeres y bienes inmediatos son sólo una apariencia de bien y no el bien. De acuerdo con la caverna, somos el prisionero que permanece con juicios sobre el bien y el mal, la verdad y la falsedad, sólo a partir del conocimiento que tiene de los objetos, el fuego y los titiriteros.

Proponer la aritmética es consecuente con el desarrollo de la línea, pues con ello se pretende subir un escalón en la comprensión del mundo y, por lo tanto, del bien. En la caverna esto sucede cuando el prisionero da los primeros pasos fuera de la caverna y tiene la vista turbada por el cambio de la oscuridad hacia la luz. En lo que se acostumbra a la intensidad de la luz natural, la luz del Sol, debe mirar primero las sombras de los objetos reales, los reflejos en el agua, la Luna en la noche para finalmente levantar la mirada. De acuerdo con la línea, el prisionero está en CE, correspondiente a los objetos matemáticos (γεωμετρίας) que generan el conocimiento discursivo (διάνοια). El prisionero ahora es capaz de confirmar la veracidad de su creencia. Puede ver el origen de los objetos que los titiriteros manipulaban, así como el verdadero fuego. Pasó de DC a CE, pudiendo verificar lo que antes era una mera creencia. A partir de DC puedo, con la vista, ver a un amigo y creer que tiene salud. Sin embargo, sólo puedo afirmar que se ve, que parece, que creo que está saludable, pero jamás sostener que, de hecho, tiene salud. Este es el error que está denunciando Sócrates en los muchos hedonistas que afirman algo a partir de una creencia, es decir, que el placer es lo único que debe perseguirse.

Mi juicio será errado y seré un ignorante arrogante (IA) si considero que una creencia es un conocimiento. La presencia de la aritmética permite determinar el valor de la creencia. La salud de una persona no puede afirmarse ni tampoco negarse, sólo a partir de una inspección física. Lo veo y concluyo que tiene salud. Será hasta que dicha persona se realice un análisis de sangre

que pueda determinarse la salud de esa persona. Con los resultados del análisis sanguíneo puede saberse, ahora sí, si la persona tiene o no salud. Los análisis arrojaron la matemática de las sustancias, permitiendo al médico y al paciente confirmar qué sustancias están dentro de los parámetros considerados de salud y cuáles están en defecto o en exceso. La creencia, es decir, DC, se convirtió en un conocimiento al momento de aplicar una valoración que erradica el estado de creencia elevándolo al plano de la ἐπιστήμη. La creencia es irrelevante, pues las matemáticas (CE) son irrefutables y no sujetas a la opinión; la creencia, en cambio, sí lo es.

Podría, sin embargo, seguir poniendo en duda los resultados matemáticos. ¿Cómo saber si esos parámetros que indican salud son realmente objetivos? ¿Cómo saber si el laboratorio encargado de realizar los análisis hizo correctamente su trabajo y sus instrumentos arrojaron lo que es? Para ello es necesario el último tramo de la línea, EB, que le permite al hombre adquirir el mejor tipo de conocimiento sobre el universo. Lo que el prisionero logra mirar cuando eleva la vista, tras acostumbrar sus ojos al impacto de la luz, es el Sol. El mismo que en la alegoría del Sol sirvió para explicar y emparentar con la idea madre de toda la cosmogonía platónica: el bien. El prisionero, al ver el Sol, está contemplando el Bien y, con ello, adquiriendo propiamente inteligencia (νόησις). El Bien, el conocimiento que irradia su luz sobre todo lo cognoscible, permite comprender el valor de las matemáticas en el paso anterior (CE) y así determinar si las matemáticas de los análisis están bien o mal.

El intelectualismo de Sócrates no alcanza este último proceso, pues analiza el bien desde una mera posibilidad de distinguir entre una creencia y un conocimiento, sin percatarse de que el conocimiento matemático se apoya en el conocimiento brindado por la inteligencia, que provoca una dialéctica de la inteligencia. La dialéctica, entendida por Platón, como aquello que te permite llegar a la causa última de las cosas, gracias a la cual es posible dar razón del propio conocimiento, aporta los motivos últimos y reales sobre por qué alguien actúa mal, es decir, escoge el mal considerándolo el bien ignorando que lo está haciendo. Por eso, para Sócrates la virtud queda vinculada al conocimiento —conocer lo bueno y siempre hacerlo— y el vicio con la ignorancia —creer que conoces sin conocer.

El intelectualismo de Platón, en cambio, no es tan radical. Para él, conocer el bien no es lo que necesariamente conduce a la buena acción y evita el mal. En Platón, lo fundamental es desarrollar la inteligencia, para que podamos estar exentos de la peor de los males, i.e., la ignorancia, sin que la ignorancia sea causa directa de la falta del desarrollo de la inteligencia. Platón toma en consideración la estructura dualista del universo, pues el mal no está necesariamente en el alma, sino en la corporeidad. Como desarrolla en Timeo, el hombre no es incontinente, pues siempre que actúa mal lo hace involuntariamente. Aunque se repite la tesis socrática —οὐδείς ἑκὼν ἁμαρτάνει—, Platón explica que la involuntariedad con la que se cometió la acción mala no se debe a la ignorancia, sino al cuerpo y a la educación. El mal, pues, para Platón, es consecuencia de la naturaleza de lo corpóreo —la χώρα— o de la educación recibida.

El bien, como emulación del Bien, es lograr concordancia (συμφωνία) entre todos los elementos que somos. Lo que esto quiere decir es que el mal es desorden, que provoca disonancia, mientras que el bien es orden, generador de consonancia. Pero el orden sólo puede surgir de aquello que naturalmente es capaz de orden, es decir, de la razón (λογιστικόν) o inteligencia (νοῦς). En el sentido más radical del Bien, lograr el bien es ejecutar debidamente las funciones propias de las que somos responsables. Al hacerlo, se logra un estado proporcionado en el alma que genera justicia.

 

Debido a todo esto es que en Timeo se insiste en la necesidad de la persuasión de la inteligencia sobre la necesidad. El mal sería consecuencia de que la inteligencia no logró persuadir a la necesidad. Si la inteligencia no logra persuadir a la necesidad es porque no cumplió con su función y esto genera injusticia. Lo mismo debe hacerse con el alma o almas y el cuerpo. La parte inmortal debe persuadir a las mortales y corpóreas para que exista la justicia, que es un estado proporcional en el ser humano que le permite ser lo más semejante a Dios, pues hay semejanza en sí mismo. Este desarrollo persuasivo es posible cuando el hombre hace filosofía y es amante del conocimiento, pudiendo desarrollar plenamente la σοφία, virtud propia de la razón.

Finalmente, ante la pregunta de si existe un ἀρχὴ κακοῦ en Platón, se debe responder que no. Lo más cercano que estuvo de algo semejante fue en el planteamiento del alma perversa de Leyes X que, como ya se vio, terminó siendo sólo una hipótesis para reforzar la bondad de Dios y la importancia de la virtud. No existen, en Platón, entidades metafísicas malas. Todo mal —físico, moral o psicológico— tiene su raíz en la naturaleza corpórea y en la ignorancia arrogante (IA) propia de una mala educación. El cómo debe ser esta educación lo revisaré en el último capítulo de este libro. Ahora corresponde pasar a buscar las fuentes pitagóricas presentes en la filosofía de Platón para comprender la importancia de la música y las matemáticas como condiciones de posibilidad para alcanzar y permanecer en el bien.

[1] “El tiempo por sí mismo revela al hombre de bien; al malvado lo puedes descubrir en un día” (614-615).

[2] Sobre esta misma idea recomiendo consultar lo escrito por Gaiser (1980), Reale (2002) y Szlezák (2002), quienes han sostenido que la filosofía platónica realmente se halla en las doctrinas no escritas, que son la fuente a abrevar para conocer y dar la interpretación adecuada a las obras exotéricas.

[3] 87c4-5: πᾶν δὴ τὸ ἀγαθὸν καλόν, τὸ δὲ καλὸν οὐκ ἄμετρον.

[4] Por ejemplo, en Lisis y Filebo se dice que el bien es autosuficiente. En el mismo Lisis y en Banquete se asocia con lo bello. En Gorgias se muestra que es la finalidad de una acción. En República el bien es una Idea. El único otro pasaje donde se habla del bien como una Idea es Filebo (64a2-3): “Y que procure entender en ella cuál es por naturaleza, tanto en el ser humano como en el universo, el bien, y que deba adivinar cuál es su propio rasgo formal: ἀγαθὸν καὶ τίνα ἰδέαν αὐτὴν εἶναί ποτε μαντευτέον”. Debido a estas diferencias, Press (2002: 243) piensa, me parece que equivocadamente, que la Idea de Bien propuesta en República no debería considerarse como una parte fundamental en la doctrina y sistema platónico propuesto por Platón, pues si dicho diálogo no hubiera existido, no tendríamos una referencia en ningún otro al bien como idea metafísica y ontológica. Claramente esto se opone al esfuerzo desarrollado por la Escuela de Tubinga alrededor de las doctrinas no escritas de Platón, poniendo el énfasis en la protología que parte del Uno-Bien. Boeri (2012: 344 n. 422), en cambio, piensa que esta cita de Filebo responde a la concepción organicista del pensamiento de Platón que busca unir lo humano con lo cósmico, o lo microcósmico con lo macrocósmico. Laks (2007: 19-21) tiene una postura similar a la de Press, aunque más moderada.

[5] Cf. 506e-509b. Conrado Eggers Lan (2010: 9 y ss.) detalla con claridad la diferencia entre las alegorías de Platón y sus mitos. Muchos utilizan indistinta y equivocadamente alegoría y mito para referirse, por ejemplo, a la Caverna. Alegoría viene de ἀλληγορέω, que significa decir las cosas de otro modo, o decir las cosas con otras palabras, que es lo que Platón hace tanto en el caso del Sol, la Línea y la Caverna. Mito, en cambio, significa relato, donde se narra o se dice algo mediante el uso de seres mitológicos. También quiero exponer que, junto con Press (2002: 242), la alegoría del Sol resulta en una visión sobre lo que es el bien, más que en una lección.

[6] 508b13: ὃν τἀγαθὸν ἐγέννησεν ἀνάλογον ἑαυτῷ.

[7] 508d8-9: τὰς δόξας μεταβάλλον.

[8] Cf. Tim. 28c y ss. A partir de este momento en el diálogo Platón narrará la construcción del mundo por parte del demiurgo, explicando que éste por naturaleza es bueno. Un poco más adelante, en 29a6-b1, escribirá lo siguiente: “El mundo ha sido modelado de conformidad con lo que es aprehensible por la razón y la inteligencia y que se comporta del mismo modo”.

[9] Platón utiliza tanto la expresión θεός como δημιουργός y también πάτηρ para referirse al creador del universo.

[10] Tim. 30a4-7: ἀλλὰ κινούμενον πλημμελῶς καὶ ἀτάκτως, εἰς τάξιν αὐτὸ ἤγαγεν ἐκ τῆς ἀταξίας, ἡγησάμενος ἐκεῖνο τούτου πάντως ἄμεινον. θέμις δ’ οὔτ’ ἦν οὔτ’ ἔστιν τῷ ἀρίστῳ δρᾶν ἄλλο πλὴν τὸ κάλλιστον·

[11] Tim. 29e1-2: ἀγαθῷ δὲ οὐδεὶς περὶ οὐδενὸς οὐδέποτε ἐγγίγνεται φθόνος. Resulta extraño pensar que sea la envidia lo que deba quedar excluido de quien es bueno. En primera instancia, partiendo de un motus creador, es decir, de un movimiento que va del interior hacia el exterior, que quien es bueno no es egoísta para compartir su bondad con lo demás. Sin embargo, la expresión aludida aquí (φθόνος οὐδεὶς) tiene una referencia a la tradición poética del celo atribuido a los dioses, quienes no soportaban que los humanos los sobrepasaran en felicidad (Cf. Eggers Lan, 2012: 96 n. 23).

[12] Eggers Lan (2012) y Zamora (2010) traducen este vocablo por “mil veces”, mientras que Lisi (2008) se decide por “muchísimo”. Si bien ambas traducciones aportan el sentido de inconmensurabilidad, prefiero “infinitamente” que no da pie a ninguna falsa interpretación de lo que Platón sugiere, que no es cualquier cosa. Lo bello sólo puede darse en aquello que es semejante a sí mismo. La relación entre lo semejante a sí mismo y lo desemejante está dividida, en relación con lo bello, por el infinito, que es un límite que muestra la inconmensurabilidad del universo.

[13] Tim. 33b6-7. Heidegger (2007: 23) también así pensaba sobre la verdad, como una relación de semejanza (él le llama de ajuste o coincidencia) entre el enunciado y la esencia. Me resultó muy interesante que en su texto él también hable de este vocablo griego (ὁμοίωσις) como fundamental en la adquisición de la verdad.

[14] En el siguiente capítulo se verá la relevancia del orden en la concepción pitagórica del universo, una idea que jamás abandonó a Platón.

[15] Cf. Rep. VI, 509a y ss.

[16] Rep. VI, 505a2-4: ἐπεὶ ὅτι γε ἡ τοῦ ἀγαθοῦ ἰδέα μέγιστον μάθημα, πολλάκις ἀκήκοας, ᾗ δὴ καὶ δίκαια καὶ τἆλλα προσχρησάμενα χρήσιμα καὶ ὠφέλιμα γίγνεται.

[17] Cf. Timeo, 28a y ss.

[18] Cf. Rep. VI, 509d6 y ss. Sobre las posturas acerca de la relación cognoscitiva entre las tres alegorías platónicas (la del Sol, la de la Línea y la de la Caverna) me remito al trabajo realizado por Eggers Lan (2010: 5-7). Concuerdo con el autor en que existe una unidad sustancial en las tres alegorías, pero cuya temática varía de una a otra.

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