El misterio del amor matrimonial

Tekst
Z serii: Por un hogar nuevo #7
0
Recenzje
Przeczytaj fragment
Oznacz jako przeczytane
Czcionka:Mniejsze АаWiększe Aa

Debo cuidarte a ti y no tú de mí

“Hagan lo que deseen que los demás

hagan por ustedes”

(Mateo 7,12)

Tuve una experiencia de esas que, de un modo u otro, seguramente todos han vivido, la que me dio paso a una reflexión, que hoy quiero compartirles.

Resulta que cuando llevé a mi mamá a vivir conmigo, en sus últimos tres meses de vida, me di cuenta de que le faltaban algunas prendas de vestir. Fui personalmente a comprarlas a una ciudad distante 30 km de casa. En el primer negocio al que entré, una señorita me atendió muy amablemente, y cuando fui a pagar la cuenta, me dijo: “llévala, si le va bien vuelves a pagarla, sino, me la devuelves”. Así se repitió un par de veces más. Luego fui a otro negocio a comprar zapatos (necesitaba números grandes), allí los pagué y los llevé. No funcionaron, volví, los cambié, debía pagar una diferencia, y me dijo el señor que me atendía: “llévalos, luego vemos”. En ambos lugares no sabían quién era yo, ni qué hacía, ni dónde vivía. En uno de los lugares sólo sabían que mi nombre era Ricardo, nada más…

A los días fui a pagar, agradecí… y me fui caminando en silencio, momento en el que surgió la reflexión que a continuación les comparto.

No podemos negar la presencia del pecado original en la humanidad. Pero, ¡qué mundo construiríamos si el amor fuese la motivación de cada acción! ¡Qué familias habitarían en estos tiempos!

Cuando el amor es realidad, cada uno siente que el otro cuida de él, y no que debe cuidarse del otro. “Debo cuidarte a ti y no tú de mí”. Qué convivencia se daría si cada uno cuida al otro, y no cuidarse del otro. Me escandalicé cuando vi por primera vez un negocio enrejado en la difícil Medellín de Colombia, allá por los años ’80. Hoy se los ve por donde quiera que vayas en nuestra Latinoamérica. Se vive con temor, miedo. Mucha gente vive en la desconfianza hacia al otro. Unos amigos de la Obra, no sólo fueron asaltados, sino que sus datos han caído en manos de una banda que secuestra, extorsiona, y son víctimas de la presión psicológica. ¡Cómo no desconfiar! Trasladando esta situación, al interior de muchos, diríamos: ¡Cuántos corazones enrejados por desconfianza o miedo a ser invadidos!

Cuando alguien generosamente presta un dinero, una herramienta, un libro, debe anotarlo para no olvidarse a quien lo prestó. Debería ser distinto. Quien debe anotar es aquel que recibió el préstamo para cuidar las cosas del otro.

Un matrimonio muy apreciado me comentaba, en relación a la separación de un hijo, que “había cosas que no entendíamos. Por ejemplo, cómo tenían repartidas las actividades. A vos te toca tal cosa, a mí lo otro. Hoy es responsabilidad tuya. Parecía más un contrato de convivencia que dos esposos que se amaban. Jamás entre nosotros ocurrió así. Al amarnos, cada uno se dispone a ayudar al otro, a cuidar al otro”. Cada uno cuida al otro en el amor, pero en convivencias sin amor todo se mueve por las conveniencias y los difíciles acuerdos surgidos del egoísmo.

Todo esto es un lenguaje desconocido para el mundo de hoy. Para investigar si alguien había dicho algo semejante, puse la frase “debo cuidarte a ti y no tú de mí” en un buscador de internet, y me respondió: “Tal vez quiso decir: debes cuidarte a ti y no tú de mi”. Fue coherente con lo que se escucha tanto hoy: “hago la mía”; “haz la tuya”; “dedico tiempo a mis gustos”; “debo pensar más en mí”. ¡Un mundo cargado de individualismo! Vivimos en medio de una generación en la que muchos han sido castrados de la capacidad de amar.

Volvamos a la realidad familiar. En muchos hogares se vive como si fuesen un simple ámbito de convivencia, donde los miembros se conocen medianamente, tienen una vinculación matrimonial, o familiar en el caso de los hijos, en el que cada uno debe cuidar no ser invadido en el espacio adquirido, ni invadir el espacio del otro, para no generar conflictos y desavenencias, que puedan alterar la ficticia “paz” lograda. ¡Falta el amor!

Por otro lado, la insistencia en pensar en sí mismo, genera enormes ‘yo’, que chocan con los otros permanentemente, porque jamás piensan en otra cosa que no sea en cuidarse a sí mismos. La incapacidad de amar, no les permite lanzarse en la búsqueda del otro, en sus necesidades, en sus cuidados. Esposos que no son cuidados por la esposa. Esposas olvidadas por sus esposos. Padres que lo dieron todo por sus hijos, y cuando a éstos les toca… la solución se encuentra en un geriátrico. “Debo cuidarte a ti, y no tú de mí”. Esta premisa se relaciona directamente con la regla de oro del evangelio “hagan lo que deseen que los demás hagan por ustedes” (Mt 7,12).

A la hora de sus conveniencias, ¡cuántos exigen lo que nunca hicieron por el otro! Nunca sirvieron y exigen ser servidos. Jamás respondieron a tiempo, pero cuando les toca a ellos debe ser “ya”. Y así, podemos sumar tantos ejemplos…

Hay que trabajar para que viva el amor en todos los hogares. Cada uno preocupado en cuidar al otro, en lugar de ver cómo se defiende del otro. Cada miembro de la familia, buscando actuar con los demás como les gustaría que los demás hagan con él. De este modo, desde cada hogar nuevo estaremos forjando un mundo nuevo.

Para dialogar en pareja.

1.- En nuestra vida matrimonial (familiar), ¿experimentamos que cada uno cuida al otro?

2.- ¿Existe alguna reja de desconfianza entre nosotros?

3.- ¿Qué espera cada uno del otro, para experimentar ser más cuidado?

4.- En un mundo individualista, egoísta, ventajero, ¿somos diferentes? ¿Confiables? ¿O estamos sumergidos en la misma postura del mundo?

5.- ¿Nos disponemos a cuidar de los demás, como quisiéramos que los demás cuiden de nosotros?

6.- En nuestras familias, ¿descubrimos que debemos cuidar a los demás como verdaderos tesoros de Dios?

7.- ¿Qué propósito nos hacemos para vivir intensamente el “debo cuidarte a ti y no tú de mí”?

Para orar juntos.

Señor Jesús,

ayúdanos e ilumínanos,

para que el amor sea la primera motivación de nuestras vidas,

que en nuestros hogares nadie deba cuidarse del otro,

sino que se viva la rica experiencia

de sentirse protegido y cuidado por los demás.

Te pedimos, Señor,

que los hijos de nuestro amor,

sean capaces de ser personas abiertas y generosas,

con el don de encontrarse con el otro,

de cuidar a los demás, de modo especial,

de aquellos con quienes deban construir su vida, su hogar.

Gracias Señor,

por permitirnos cuidarnos los unos a los otros,

que lo hagamos como lo haces

Tú con nosotros.

Amén.

Del enamoramiento al amor

“Yo bajé al jardín de los nogales,

a ver los retoños del valle,

a ver si brotaba mi viña,

si florecían los granados...

Y sin que yo me diera cuenta,

me encontré en la carroza con mi príncipe”

(Cantar de los Cantares 6,11-12)

Hay matrimonios que dan la imagen de que todo estuvo siempre bien, nacieron el uno para el otro. Como si la estrella de la mañana los guió durante la jornada. En su pieza musical ningún acorde desafinó. Pero esto no es normal, pueden llegar a ser casos excepcionales.

Lo común es otra cosa. Todo comenzó el día de la primavera. En el paseo una chispa estalló y desde allí un fuego abrasador los envolvió. Soñaron juntos, se ilusionaron con un juego que sólo entendía el dar y recibir, empezaron a transitar un amor apasionado que navega por los profundos mares o volaba por alturas incalculables.

Pasó el tiempo, las bodas, mil cosas. De pronto el esplendor de la boda dejó de alumbrar. La luna de miel quedó en algún álbum fotográfico, en un lindo recuerdo, pero recuerdo al fin. Luego aparecieron muchas “lunas”: extrañas reacciones, salidas extemporáneas, primeras elevaciones de la voz... cosas que antes nunca las habían sospechado. El amor entra en una zona de desencanto.

Hay que lanzarse a cruzar una zona de riesgos. Un desierto, o un impetuoso río. Hay que llegar al otro lado. Hay que pasar del enamoramiento al amor. O dicho de otro modo, pasar del amor apasionado, cargado de romanticismo, al amor que es oblación, entrega, ofrenda. Es pasar del ‘para mí’ al ‘para ti’, o diría mejor del ‘yo’ al ‘nosotros’. Si no se logra este paso el matrimonio muere de sed en el desierto o, en la figura del río, se ahogará. Es la gran decisión de construir la armonía conyugal.

En la triste actualidad por la que pasan muchas familias, vemos como en los primeros años de matrimonio muchos se mueren de sed, o ahogados, o simplemente se hacen pedazos, añicos. Frente a esta situación, nos preguntamos, si el amor anterior era falso o muy blandito. No. El problema radica en que no dieron el paso del amor apasionado a un amor oblativo, de entrega total. Se quedaron en el romanticismo, y éste no tiene la suficiente fuerza para sostener una relación que necesita de las mayores exigencias.

¿En qué consiste un amor de entrega, de oblación?

Podemos explicarlo del siguiente modo. Estar enamorado es fácil. Como que es simple y fácil sonreír al que sonríe, dialogar con quien tiene capacidad de escucha, saludar al que saluda, respetar al respetable.

Por otro lado, el amor es exigente. Para perdonar una ofensa hay que superar el orgullo. Ante un ataque de otro hay que frenar el deseo de venganza. Callar ante una grosería implica contar hasta diez. Cuando surge un extraño comportamiento del esposo o de la esposa es necesario asfixiar el gesto que busca herir en la revancha, o cuando eleva la voz, el otro debe frenar el responder con otro grito.

Es la manera de devolver bien por mal. Para esto hay que sacrificar el orgullo, la venganza, la revancha, el tono alto, en fin, hay que morir al ‘yo’. Es claro que es el camino en la construcción del ‘nosotros’, pero duele. Vaya si duele la renuncia, morir al ‘yo’, apostar doble en el amor hacia el otro, especialmente cuando el otro está en crisis o en una situación nada deseable. Precisamente, hoy me llegó un correo de una esposa de la que hacía tiempo no recibía noticias, en una de las líneas dice: “el matrimonio más o menos funciona... pero en muchas oportunidades recuerdo tu consejo de que en ciertas circunstancias hay que amar el doble”. Esto cuesta, es sacrificio, es ofrenda, es oblación.

 

Cuando el amor sólo queda anclado en lo emotivo se instala en la inmadurez, y seguramente se hará trizas, porque lo emotivo no tiene la suficiente fuerza para sostener una relación duradera y satisfecha. El matrimonio será entonces, una comida desabrida, una obra de teatro aburridísima. En cambio, cuando se ha logrado pasar al amor oblativo, ofrendado, se está ante un maravilloso concierto donde las notas musicales se entrelazan en una plena y bella armonía.

Para concluir, transcribo una respuesta que una joven me dijo al preguntarle si conocía la diferencia entre enamoramiento y amor: “el amor duele, el enamoramiento es más llevadero, pero el amor te conduce a la felicidad”.

Para dialogar en pareja.

1.- En nuestro matrimonio, ¿hemos sido capaces de traspasar la barrera de un amor apasionado a un amor oblativo?

2.- Señalar las características del amor apasionado que hemos vivido entre nosotros.

3.- ¿Y cuáles las del amor oblativo que hoy estamos experimentando?

4.- ¿Qué debemos trabajar aún, para lograr plasmar entre nosotros un pleno amor oblativo?

5.- Analizar: ¿por qué muchos matrimonios jóvenes no logran pasar del amor pasional a un amor ofrenda?

6.- Relacionar este fenómeno con el individualismo imperante en nuestra sociedad.

7.- ¿Cómo ayudar a las generaciones jóvenes para que descubran la importancia del paso de un amor apasionado a un amor de entrega total?

Para orar juntos.

Señor Jesús,

gracias porque un día generaste entre nosotros

la chispa del amor,que nos enamoró,

y nos lanzó a emprender un camino soñado

que nos conduciría a la felicidad.

Más tarde, nos dimos cuenta,

que existía una exigencia nueva

para no abandonar el camino:

un amor oblativo, de generosa entrega,

capaz de generar en nosotros

la maravilla de la Armonía Conyugal,

la más bella de las sinfonías del amor,

composición del concierto cotidiano del amor.

¡Cuánto cuesta ser concertista!

Pero, lo que cuesta vale. ¡Y cuánto!

Ayúdanos Jesús,

a aprender a no desafinar desde dos ‘yo’ paralelos,

unidos en una pasión que nunca llega al pleno amor.

Ayúdanos a entender desde tu cruz,

renuncia y muerte, nuestro amor.

Amén.

Cultivar lo romántico del amor

“¡Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado!”

(Cantar de los cantares 2,16)

Me Hace Falta Una Flor (Pimpinela)

Él: Y ahora qué te falta

que no quieres hablar,

no me puedes mirar,

¿Qué pasó entre los dos

que ha cambiado tu voz?

Tu manera de ser,

eres tan diferente,

eres otra mujer,

que yo siento en tu boca,

tu cuerpo y tu pelo

un muro de hielo,

¿qué te hace falta hoy?

Tienes ropa que lucir, ¿no?

Ella: Si...

Él: Tienes comida en tu mesa, ¿no?

Ella: Si...

Él: Si has vivido en un mundo común y sencillo

Y te he dado un castillo, ¿qué te hace falta hoy?

Ella: Me hace falta una flor, una flor, una flor,

Necesito una flor,

una flor, una flor,

Que me haga sentir

que estoy viva, que vibro,

Que amo y respiro,

que aún existe el amor...

Me hace falta una flor,

una flor, una flor,

Necesito una flor,

una flor, una flor,

Que me haga soñar

y olvidar la rutina

del mundo en que vivo,

que no ha muerto el amor...

Él: Y ahora qué te falta,

fue tan grave mi error

que no tengo perdón,

¿Qué te puedo ofrecer,

qué deseas tener?

¿Quieres que te compre

dos alas, el viento,

tal vez un avión?

Yo te dejo tranquila

y vivo encerrado

en esa oficina,

¿Qué te hace falta hoy?

¿Pasaste hambre o frío?, di...

Ella: No...

Él: ¿He sido infiel yo contigo?, di...

Ella: No...

Él: Si es que a cada segundo, minuto y hora

te llaman “Señora”

¿Qué te hace falta hoy...?

Ella: Me hace falta una flor, una flor, una flor,

Necesito una flor,

una flor, una flor,

Que me haga sentir

que estoy viva, que vibro,

Que amo y respiro,

que aún existe el amor...

Me hace falta una flor,

una flor, una flor,

Necesito una flor,

una flor, una flor,

Que me haga soñar

y olvidar la rutina

del mundo en que vivo,

que no ha muerto el amor...

Tú me das lo que compra

el dinero,

pero jamás tu presencia,

jamás un “Te quiero”...

...Los dos están en la casa, juntos, llevan 63 años de casados. Ella le saca tema, lo reprende porque no toma los remedios. Le prepara la comida que él quiere, o lo sorprende con lo que más le agrada; él, si encuentra una flor, la corta y se la regala...

***

Al amor matrimonial hay que cuidarlo, cultivando las pequeñas cosas, aquellas que generan en el otro, sentimientos muy bellos y profundos. Así habrá garantía de muchos y felices años juntos.

Lo romántico contiene en sí mismo mucho de sentimental, de soñador, pero por sobre todo, de generosidad. Las actitudes que cultivan un amor duradero exigen generosidad, porque tienen la condición de concentrarse en el otro, de pensar en el amado.

La canción que he elegido tiene mucho para meditar. Evidentemente que la esposa está mal, manifiesta claramente la frialdad de su esposo. Frialdad que tiene una causa. Con seguridad que ella no está haciendo demasiado para que no sea así, pero mucho tiene que ver la desatención de él. Aparentemente la esposa reclama poco: una flor. Pero detrás de la flor hay un pedido inmenso. Le pide a él que sea más generoso, que piense en ella, que la haga sentir que vive, que vibra, que sueña, que le dé seguridad que la ama. No quiere tanto lo que se consigue con el dinero, sino le reclama presencia, una palabra de amor, un “te quiero”.

¡Esposos despierten! No se duerman en el amor, no crean que ya está todo conquistado, deben saber que hay mucho por hacer. A raíz del tema de la canción se debe conocer que el trabajo, el negocio, la empresa, es sumamente importante para el esposo. Hay quienes dicen que perder el trabajo o alcanzar la jubilación es un momento tan desestabilizante, que suele ser como perder la esposa. ¡Y sabemos que al varón le es muy difícil vivir sin la mujer! Pero esto, no le justifica hacer que su esposa quede en segundo plano. El esposo debe esforzarse por pensar en ella, por dedicarse a la esposa. Hay que atenderla. ‘La enamoraste y te regaló la vida, debes hacer lo imposible por hacerla feliz’. Lo material también es necesario, pero no suficiente. ¡A jugarse!

¡Ojo, no se agranden las esposas! La canción puede ser diferente, puede escribirse al revés. El esposo puede entrar en una etapa de frialdad, por su propia responsabilidad, pero puede haber, también, responsabilidad de la esposa. El esposo necesita, también, una flor. Una flor que puede ser su comida preferida, esperarlo del trabajo con algo especial, brindarse a él. Hay madres que han matado a la esposa. Los hijos pasaron a ocupar el primer lugar y el esposo el segundo. Se debe saber que los hijos son desvelo para la madre, pero ésta nunca debe desatender al papá de sus hijos. ¡Esposas despierten! El mal siempre anda dando vueltas, hay mujeres que en lugar de conquistar su hombre, andan viendo a quien se lo roban. ‘Lo enamoraste y te obsequió la vida, todo lo que era, ahora sólo debes desvivirte para hacerlo feliz’. El esposo, necesita sentir que su vida y su amor le hacen vibrar, soñar, saber que el amor está vivo, que la felicidad matrimonial es posible.

Él, en la canción, está un poco duro con ella. En la realidad, hay que escucharse, atender las necesidades que tiene el otro. Ambos son necesitados, especialmente del cariño, del ser románticos, de esa generosidad íntima y profunda que cada uno espera del otro. No se olviden, todos vienen de un mundo común y sencillo (el ser solo) y la vida matrimonial les ha dado un castillo (el esposo, la esposa, los hijos), ¿qué más necesitan? ¡Valoren, aprecien, cuiden el castillo! El amor debe ser total, no sólo pasa por los sentimientos, sino que, además, entra en juego la inteligencia y la voluntad.

A veces los sentimientos no estarán en su mejor momento, inteligentemente habrá que encontrar la solución lo antes posible. “Una flor” exige que la inteligencia lo piense, la voluntad lo quiera, ¡y qué hermoso sentimiento se generará! Para que entre en juego la totalidad de la persona, es necesaria la generosidad, porque la inteligencia tiene, naturalmente, muchas cosas de que ocuparse.

Hace poco tiempo se realizó una estadística en la que se concluyó que el romance pesa más que la pasión en los matrimonios. Para qué estadísticas, si ustedes lo muestran en sus vidas. Pienso en Alicia y Oscar, Marta y Francisco, Silvia y Pino, Susana y Hugo, Rosa y Germán, Estela y Víctor, Graciela y Néstor, Silvia y Víctor, Clara y Juan Manuel, son tantos, por favor coloquen aquí sus nombres:

......................................... Y .........................................

Que puedan en cada instante de sus vidas decir: “¡Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado!”.

Para dialogar en pareja.

1.- ¿Qué aspectos del cuidado de nuestro amor hemos olvidado? Cada uno exponer sus necesidades.

2.- ¿Qué gesto generoso del otro, recuerdas con más fuerza?

3.- ¿Cómo cultivar y acrecentar el aspecto romántico de nuestro amor?

Para orar juntos.

Señor Jesús,

te agradecemos la oportunidad

que nos has regalado, como esposos,

de construir un castillo juntos,

de poder disfrutar de la maravilla del amor.

Te pedimos, que permanentemente cuidemos nuestro amor;

que conservemos la frescura de la generosidad romántica,

sin perder la capacidad de pensar en el otro,

de sorprenderlo con aquello que más le agrada,

de hacerle sentir que vive, que el amor vibra entre los dos,

que es muy importante.

Ayúdanos, a que nuestro amor

jamás envejezca,

que sea como el vino,

cuanto más añejo, mejor.

Amén.

El amor: sello y fuego eterno de los esposos

Como el manzano entre los árboles silvestres,

así es mi amado entre los jóvenes;

bajo la sombra del deseado me senté,

y su fruto fue dulce a mi paladar.

He aquí que tú eres hermosa, amiga mía;

he aquí que tú eres hermosa.

(Cantar de los cantares 2,3. 4,1)

Esto se Llama Amor

(Autor: P. Favini - N. Gurvich.

Canto: Trío San Javier y María Celeste)

Hola amor, ¿cómo estás?

Acércate que quiero darte un beso.

Que mejor ocasión, ahora, justo ahora que regreso.

Soy feliz con la paz

que encuentro cuando vuelvo a nuestra casa,

y es por ti,

que me das un mundo

de ternura y de confianza.

Hola amor, ¿cómo estás?

¡Qué ganas que tenia

de abrazarte!

Compartir un café,

que tengo tanto tanto

que contarte.

Otra vez te extrañe,

igual que ayer,

que hoy y que mañana,

otra vez, espere espiando

tu llegada en la ventana.

Esto, esto se llama amor,

esto que tiene el sello

de nosotros dos.

Esto, esto se llama amor,

esto que tiene el fuego

eterno de los dos.

Sabes bien,

que tú y yo a veces

discutimos por tonteras,

es la ley del amor,

porque el perdón

después vale la pena.

Bien o mal,

pero igual luchamos

y seguimos adelante,

esta es la razón para

entregar el alma a

cada instante.

Esto, esto se llama amor,

esto que tiene el sello

 

de nosotros dos.

Esto, esto se llama amor,

esto que tiene el fuego

eterno de los dos.

Él: Te parece bien…

esta noche vamos al cine

y después vamos a cenar.

Ella: Me parece bien,

pero prefiero

ir primero a cenar

y después al cine.

Él: Pero es que después

no nos queda tiempo

para ir al cine.

Ella: ¿Cómo no nos va

a quedar tiempo?

Él: Pero, ¿cómo?

Ella: Que ocurre,

tengo apetito.

Él: Bueno, pero es que

no puede ser que hagamos

lo que vos decís, porque

sino no vamos al cine.

Ella: No es que

hagamos lo que yo digo,

es que tengo apetito hoy.

Él: Pero es que siempre

tenes que hacer lo

que vos queres.

Ella: Bueno, entonces

no voy.

Él: Pero es que no es que

no vayas, tenes que ir.

Ella: Que no voy,

no voy a cenar o…

Él: Tenemos tiempo de

hacer todo para poder cenar

Ella: bueno, ves que siempre

hay que hacer

al final lo que vos...

Él: No, vos queres hacer

lo que vos queres.

Y no puede ser.

Ella: No

Él: No, no, esto

no puede ser.

Ella: Vamos a cenar, si…

Esto, esto se llama amor,

esto que tiene el sello

de nosotros dos.

Esto, esto se llama amor,

esto que tiene el fuego

eterno de los dos.

La belleza de un hogar se manifiesta en su naturalidad, en ir tejiendo toda su historia entre lo que se da propiamente en el ámbito del amor, como en aquello que exige un amor con capacidad de perdonar.

Quien en lo cotidiano o en lo extraordinario vuelve al nido matrimonial, desea encontrar paz, no fruto de la frialdad de la ausencia, sino de una presencia activa que brinda ternura y seguridad. El corazón femenino es especialista en generar la actitud de acogida, que no sólo da paz sino también felicidad. El varón debe cuidar y valorar la construcción femenina y sumar, porque, también su corazón tiene grandes capacidades de generar paz y de hacer feliz. De nada vale que uno de los dos se esmere por crear el mejor clima en el ámbito matrimonial, si el otro no colabora.

Cuando quien espera atrae, el otro vuelve al hogar con alegría, además, aquel espera ansioso su llegada, porque extraña, necesita la presencia de quien ama y con quien experimenta reciprocidad en el amor. “Soy feliz con la paz que encuentro cuando vuelvo a nuestra casa, y es por ti, que me das un mundo de ternura y de confianza”.

Quiera Dios que al experimentar, cada uno, paz en el hogar, se pueda decir: “es por ti”. ¡Qué bueno es compartir, esperar el momento del abrazo, la oportunidad del beso! No permitan jamás que el aburrimiento, la rutina, la frialdad, invadan sus corazones de esposos. “¡Qué ganas que tenía de abrazarte! Compartir un café, que tengo tanto, tanto que contarte. Otra vez te extrañé, igual que ayer, que hoy y que mañana, otra vez, esperé espiando tu llegada en la ventana”. Vibrar siempre por el otro, es un signo de la vitalidad del amor. Un amor que se renueva permanentemente, es un amor que espera de modo constante el encuentro, extraña en la ausencia, siente desde la distancia el amor del otro.

En cada encuentro, es muy importante organizar, de acuerdo a la posibilidad de cada matrimonio, el tiempo para escucharse, “tengo tanto, tanto que contarte”. “Contarte”, no es sólo contar hechos ocurridos, sino -sobre todo- los sentimientos que se generan en el corazón de cada uno.

Existe una notable diferencia entre el varón y la mujer. Ésta necesita “contar” los problemas o situaciones vividas. El varón es más reservado de sus vivencias cotidianas. Pero ambas realidades deben trascender el “contar”, que aunque necesario, para profundizar en el diálogo hay que superar la instancia de los comentarios y llegar a profundizar en los sentimientos de cada uno hacia el otro o, también, en relación con cada experiencia de vida que se vive en la cotidianeidad. El sentimiento es aquello que genera cada persona, vivencia, actitud, cosa, con lo que uno se enfrenta. De ahí la importancia de compartir los sentimientos producidos en el interior.

Algo que todo matrimonio debe tener en cuenta es que las perfecciones no existen mientras se peregrina en este mundo, que se va recorriendo de la mano del amor de la vida. Las discusiones, la búsqueda de la verdad, son parte de la vida matrimonial, y aunque a veces sea por tonteras, son señal de que ninguno es satélite del otro. “Sabes bien, que tú y yo a veces discutimos por tonteras”. El desafío es que las “tonteras” no respondan a posturas inmaduras, fruto de la falta de la muerte personal del ‘yo’, del egocentrismo. Las discusiones siempre deben evitar tonos altos o herirse con palabras agraviantes o humillantes. Y si ocurren… el remedio está al alcance de todos: “porque el perdón después vale la pena”. Como siempre es posible que aparezca la ofensa, se debe recordar que el perdón es parte esencial del amor. Es absurdo pensar que quienes aman, jamás deberían necesitar del perdón.

Es un orgullo para cada matrimonio, especialmente, para aquellos que con el correr de los años saborean una vida amasada en las luchas y en los obstáculos superados, que han hecho que se siga adelante. Jamás una crisis debe frenar grandes metas de la vida, el objetivo de la realización del final, es la razón para la entrega de todo el ser al amado, en el caso de los esposos. “Bien o mal, pero igual luchamos y seguimos adelante, esta es la razón para entregar el alma a cada instante”.

La discusión del final de la canción, muestra una temática común a muchos momentos de la cotidianeidad de una pareja matrimonial. Ilustra lo que se plantea en los párrafos anteriores. Los temas importantes y los pequeños, necesitan que se responda a un proceso de madurez en el que se aprenda a buscar con sinceridad la verdad, el enriquecimiento con la diferencia de opiniones y de gustos, lo más conveniente para ambos.

Cada matrimonio construye su vida desde el amor, único e irrepetible, haciendo que el amor, tenga el sello de los dos, el fuego eterno que los identificará hasta el hogar del cielo, donde la fe se terminará, la esperanza ya no será, sino que permanecerá el amor (Cfr 1Cor 13,1-13).

Para dialogar en pareja.

1.- ¿Podemos decir que nuestro ambiente matrimonial es de paz y felicidad?

2.- El regreso a casa y encuentro cotidiano, ¿lo deseamos? ¿Genera en nosotros una experiencia bonita el reencontrarnos a diario después de las labores?

3.- ¿Experimentamos que nuestro amor es sello y fuego que nos identifica?

4.- ¿Qué aspecto de lo dialogado, sobre este tema, debemos mejorar en nuestra vida matrimonial?

5.- En la actual sociedad en la que vives, ¿se valora el regreso diario a casa como algo muy importante, o las tareas cotidianas desplazan el “volver a casa”?

6.- Compartir hermosas experiencias vividas en algún regreso cotidiano a casa.

Para orar juntos.

Señor Jesús,

gracias por llamarnos al amor entre nosotros, los esposos,

por darnos la oportunidad de querernos tanto,

de ser el uno para el otro la paz y felicidad que buscamos,

la experiencia de extrañarnos, perdonarnos,

buscar juntos la verdad.

Deseamos que el mejor sello que nos identifique

sea el amor vivido en Ti,

para que, verdaderamente, nuestro amor sea fuego lanzado a la eternidad.

Te pedimos, que ningún obstáculo

de nuestro camino matrimonial,

nos detenga en la marcha hacia la oportunidad

de realizarnos en el amor,

lanzado al encuentro definitivo contigo.

Amén.

To koniec darmowego fragmentu. Czy chcesz czytać dalej?