Autorretrato de un idioma

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2. «Prólogo» de la Gramática de la lengua castellana, de Antonio de Nebrija (1492)1

Comentario: Vicente Lledó-Guillem

Cuando bien conmigo pienso, mui esclarecida Reina, i pongo delante los ojos el antigüedad de todas las cosas que para nuestra recordación & memoria quedaron escriptas, una cosa hallo e saco por conclusión mui cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio; & de tal manera lo siguió, que junta mente començaron, crecieron & florecieron, & después junta fue la caída de entrambos […] Cosa es que mui ligera mente se puede averiguar que la lengua ebraica tuvo su niñez, en la cual a penas pudo hablar. I llamo io agora su primera niñez todo aquel tiempo que los judíos estuvieron en tierra de Egipto […] Assí que començó a florecer la lengua ebraica en el tiempo de Moisén, el cual, después de enseñado en la filosofía & letras de los sabios de Egipto, & mereció hablar con Dios, & comunicar las cosas de su pueblo, fue el primero que osó escribir las antigüedades de los judíos & dar comienço a la lengua ebraica. La cual, de allí en adelante, sin ninguna contención, nunca estuvo tan empinada cuanto en la edad de Salomón, el cual se interpreta pacífico, por que en su tiempo, con la monarchía floreció la paz, criadora de todas las buenas artes & onestas. Mas después que se començó a desmembrar el reino de los judíos, junta mente se començó a perder la lengua, hasta que vino al estado en el que agora la vemos, tan perdida que, de cuantos judíos oi biven, ninguno sabe dar más razón de la lengua de su lei, que de cómo perdieron su reino, & del Ungido que en vano esperan.

Tuvo esso mesmo la lengua griega su niñez, & començó a mostrar sus fuerças poco antes de la guerra de Troia, al tiempo que florecieron en la música & poesía Orfeo, Lino, Museo, Amphión, & poco después de Troia destruida, Omero & Esiodo. I assí creció aquella lengua hasta la monarchía del gran Alesandre, en cuio tiempo fue aquella muchedumbre de poetas, oradores & filósofos, que pusieron el colmo, no sola mente a la lengua, mas aun a todas las artes & ciencias. Mas después que se començaron a desatar los reinos & repúblicas de de Grecia, & los romanos se hizieron señores della, luego junta mente començó a desvanecer se la lengua griega & a esforçar la latina. De la cual otro podemos dezir: que fue su niñez con el nacimiento y población de Roma, & començó a florecer quasi quinientos años después que fue edificada, al tiempo que Livio Andrónico publicó primera mente su obra en versos latinos. I assí creció hasta la monarchía de Augusto César, debaxo del cual, como dize el Apóstol, vino el cumplimiento del tiempo en que embió Dios a su Unigénito Hijo […] Entonces fue aquella multitud de poetas & oradores que embiaron a nuestros siglos la copia & deleites de la lengua latina: Tulio, César, Lucrecio, Virgilio, Oracio, Ovidio, Livio, i todos los otros que después se siguieron hasta los tiempos de Antonino Pío. De allí, començando a declinar el imperio de los romanos, junta mente començó a caducar la lengua latina, hasta que vino al estado en que la recebimos de nuestros padres, cierto tal que cotejada con la de aquellos tiempos, poco más tiene que hazer con ella que con la aráviga. Lo que diximos de la lengua ebraica, griega & latina, podemos mui más clara mente mostrar en la castellana; que tuvo su niñez en el tiempo de los juezes & reies de Castilla & de León, & començó a mostrar sus fuerças en tiempo del mui esclarecido & digno de toda la eternidad el Rei don Alonso el Sabio, por cuio mandado se escrivieron las Siete Partidas, la General Istoria, & fueron trasladados muchos libros de latín & arávigo en nuestra lengua castellana; la cual se extendió después hasta Aragón & Navarra, & de allí a Italia, siguiendo la compañía de los infantes que embiamos a imperar en aquellos reinos. I assí creció hasta la monarchía & paz de que gozamos, primera mente por la bondad & providencia divina; después, por la industria, trabajo & diligencia de vuestra real Majestad; en la fortuna & buena dicha de la cual, los miembros & pedaços de España, que estavan por muchas partes derramados, se reduxeron & aiuntaron en un cuerpo & unidad de Reino, la forma & travazón del cual, assí está ordenada, que muchos siglos, injuria & tiempos no la podrán romper ni desatar. Assí que, después de repurgada la cristiana religión, por la cual somos amigos de Dios, o reconciliados con Él; después de los enemigos de nuestra fe vencidos por guerra & fuerça de armas, de donde los nuestros recebían tantos daños & temían mucho maiores; después de la justicia & essecución de las leies que nos aiuntan & hacen vivir igual mente en esta gran compañía, que llamamos reino & república de Castilla; no queda ia otra cosa que florezcan las artes de la paz. Entre las primeras, es aquélla que nos enseña la lengua, la cual nos aparta de todos los otros animales & es propia del ombre, & en orden, la primera después de la contemplación, que es oficio propio del entendimiento. Ésta hasta nuestra edad anduvo suelta & fuera de regla, & a esta causa a recibido en pocos siglos muchas mudanças; por que si la queremos cotejar con la de oi a quinientos años, hallaremos tanta diferencia & diversidad cuanta puede ser maior entre dos lenguas. I por que mi pensamiento & gana siempre fue engrandecer las cosas de nuestra nación, & dar a los ombres de mi lengua obras en que mejor puedan emplear su ocio, que agora lo gastan leiendo novelas o istorias embueltas en mil mentiras & errores, acordé ante todas las otras cosas reduzir en artificio este nuestro lenguaje castellano, para que lo que agora & de aquí adelante en él se escriviere pueda quedar en un tenor, & estender se en toda la duración de los tiempos que están por venir, como vemos que se a hecho en la lengua griega & latina, las cuales por aver estado debaxo de arte, aun que sobre ellas an passado muchos siglos, todavía quedan en una uniformidad.

Por que si otro tanto en nuestra lengua no se haze como en aquéllas, en vano vuestros cronistas & estoriadores escriben & encomiendan a inmortalidad la memoria de vuestros loables hechos, & nos otros tentamos de passar en castellano las cosas peregrinas & estrañas, pues que aqueste no puede ser sino negocio de pocos años. I será necessaria una de dos cosas: o que la memoria de vuestras hazañas perezca con la la lengua; o que ande peregrinando por las naciones estrangeras, pues que no tiene propia casa en que pueda morar. En la çanja de la cual io quise echar la primera piedra, & hazer en nuestra lengua lo que Zenodoto en la griega & Crates en la latina; los cuales, aun que fueron vencidos de los que después dellos escrivieron, a lo menos fue aquella su gloria, & será nuestra, que fuemos los primeros inventores de obra tan necessaria. Lo cual hezimos en el tiempo más oportuno que nunca fue hasta aquí, por estar ia nuestra lengua tanto en la cumbre, que más se puede temer el descendimiento della que esperar la subida. I seguir se a otro no menor provecho que aqueste a los ombres de nuestra lengua que querrán estudiar la gramática del latín; por que después que sintieren bien el arte del castellano, lo cual no será mui difícile, por que es sobre la lengua que ia ellos sienten, cuando passaren al latín no avrá cosa tan escura que no se les haga mui ligera […] El tercero provecho deste mi trabajo puede ser aquél que, cuando en Salamanca di la muestra de aquesta obra a vuestra real Majestad, & me preguntó que para qué podía aprovechar, el mui reverendo padre Obispo de Ávila me arrebató la respuesta; &, respondiendo por mí, dixo que después que vuestra Alteza metiesse debaxo de su iugo muchos pueblos bárbaros & naciones de peregrinas lenguas, & con el vencimiento aquéllos ternían necesidad de recebir las leies quel vencedor pone al vencido, & con ellas nuestra lengua, entonces, por esta mi Arte, podrían venir en el conocimiento della, como agora nos otros deprendemos el arte de la gramática latina para deprender el latín. I cierto assí es que no sola mente los enemigos de nuestra fe, que tiene ia necessidad de saber el lenguaje castellano, mas los vizcaínos, navarros, franceses, italianos, & todos los otros que tienen algún trato & conversación en España & necessidad de nuestra lengua, si no vienen desde niños a la deprender por uso, podrán la más aína saber por esta mi obra

La Gramática de la lengua castellana de Antonio de Nebrija fue publicada en Salamanca en 1492. La obra ha sido considerada como la primera gramática humanística de una lengua romance en la que se equipara al castellano con su prestigioso antecesor y se muestra que la lengua castellana puede describirse también a partir de una serie de reglas. La parte de la Gramática que más atención ha recibido desde un punto de vista glotopolítico ha sido su prólogo y, especialmente, la frase «siempre la lengua fue compañera del imperio». La obra aparece en agosto de 1492, siete meses después de la conquista de Granada por parte de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, y unos dos meses antes de que Cristóbal Colón alcanzara las tierras americanas. Por esta razón el año 1492 ha sido llamado por parte de la historiografía española tradicional annus mirabilis, en el que la publicación de la gramática de Nebrija ocupa un lugar destacado.

La frase «siempre la lengua fue compañera del imperio» se ha convertido en un tópico que ha recibido especial atención en los últimos dos siglos. La importancia de esta frase estriba más que nada en la forma en que ha sido interpretada recientemente, ya que la Gramática de Nebrija no se volvió a publicar de nuevo hasta el siglo XVIII, con lo que el alcance ideológico directo de su prólogo debió de ser muy limitado antes de la nueva edición.2 Sabemos que en los siglos XV, XVI y XVII Nebrija fue conocido especialmente por sus obras en el campo de la filología clásica, especialmente en lo que al latín se refiere. A pesar de ello, el elemento glotopolítico del prólogo de la Gramática castellana es muy relevante, no solo por la atención que ha recibido en los últimos siglos, sino porque la ideología lingüística que se refleja en el texto complementa la que el autor andaluz expresó en sus obras latinas.3

 

En el prólogo de Nebrija la lengua aparece íntimamente unida a un concepto de imperio que representa dos caras de la misma moneda. Por un lado, la lengua castellana se convierte en un símbolo de continuidad interna porque garantiza la estabilidad y la legitimidad de una monarquía que representa la construcción de una nueva identidad basada en la unión de las coronas de Aragón y de Castilla en 1479. Por otro lado, este proyecto interno sienta las bases de un objetivo más externo de expansión territorial, política y lingüística de esta nueva monarquía en territorios más allá de la península ibérica. Estos dos proyectos imperiales de carácter interno y externo no se basan únicamente en la lengua castellana, sino también en la lengua latina. Así, según el prólogo, la gramática castellana facilitará el aprendizaje del latín. Finalmente, la lengua y el imperio se necesitan mutuamente para contrarrestar el paso del tiempo, que trae consigo la discontinuidad y el fin de ambos.

Hoy en día se asume que el término «imperio» en la obra de Nebrija tiene el significado de poder, como era el caso del vocablo en latín imperium, y hace referencia principalmente al gobierno de un cuerpo político.4 Ciertamente en 1492 la monarquía de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón necesitaba establecerse de forma definitiva y alcanzar una aceptación general interna mediante prácticas discursivas, con lo que la exaltación de la lengua castellana llevaba consigo la exaltación correspondiente de la monarquía de los Reyes Católicos, quienes fueron muy conscientes de la importancia de la propaganda discursiva para representar y legitimar su poder. El enaltecimiento de las figuras de los monarcas explica una de las razones con las que Nebrija justifica la redacción de la gramática del castellano: inmortalizar las hazañas de estos monarcas. Sin una lengua uniforme y descrita mediante reglas «en vano vuestros cronistas & estoriadores escriben & encomiendan a inmortalidad la memoria de vuestros loables hechos», ya que la lengua castellana «a recibido en pocos siglos muchas mudanças; por que si la queremos cotejar con la de oi a quinientos años, hallaremos tanta diferencia & diversidad cuanta puede ser maior entre dos lenguas». Por lo tanto, la gramática sirve para exaltar lo que Nebrija llama «nación», un término que hace referencia a la centralización y legitimización del poder monárquico de los Reyes Católicos en sus dominios peninsulares. La lengua castellana jugará un papel importantísimo en este sentido. Sin embargo, cuando el autor andaluz afirma que «mi pensamiento & gana siempre fue engrandecer las cosas de nuestra nación», también se preocupa por la imagen que esta «nación» proyecta en el ámbito internacional y cómo es descrita en el exterior. Propone entonces no dejar que los extranjeros escriban la historia de esta nación o monarquía y, en ese sentido, los miembros de esta unidad política deben escribirla ellos mismos empezando con la lengua propia. No obstante, la imagen exterior de la monarquía de Isabel y Fernando se podía defender mediante el uso de la lengua internacional: el latín, con lo cual podemos observar una posible contradicción, aunque aparente, ya que el principal objetivo es asegurar la aceptación interna del poder monárquico, del imperio como gobierno interior, y, en ese sentido, el uso del castellano como una lengua que es compañera del imperio tendría como primer objetivo apoyar el poder de la monarquía, que es la base de la nación. Esta aceptación naturalizada de la construcción de esta nación se reforzaría mediante obras también escritas en latín. Podemos ver cómo el poder monárquico estaría apoyado tanto por el castellano como por el latín como prueba el hecho de que Isabel y Fernando acogieron a cronistas italianos para que narraran sus hazañas en latín. La reputación internacional complementaba y necesitaba una aceptación interna que la lengua castellana debía proporcionar como buena compañera del imperio.

Pero al tratar de justificar la redacción de esta obra, Nebrija repite el argumento del obispo de Ávila:

después que vuestra Alteza metiesse debaxo de su iugo muchos pueblos bárbaros & naciones de peregrinas lenguas, & con el vencimiento aquéllos ternían necesidad de recebir las leies quel vencedor pone al vencido, & con ellas nuestra lengua, entonces, por esta mi Arte, podrían venir en el conocimiento della, como agora nos otros deprendemos el arte de la gramática latina para deprender el latín.

Este fragmento constituye una invitación a reevaluar el concepto de la lengua como compañera del imperio, ya que la aceptación del poder de la monarquía en territorio peninsular no parecía tan diferente a la expansión a otros territorios más allá de la península ibérica. En los dos casos se produce, en teoría, una imposición de la lengua castellana. Nebrija habla de «vizcaínos, navarros, franceses, italianos, & todos los otros que tienen algún trato & conversación en España». Observamos cómo el concepto de España se asocia a una uniformidad lingüística y aparece después de hacer referencia a «naciones de peregrinas lenguas» que los monarcas puede que dominen en el futuro. En este caso se produce un ocultamiento muy claro, ya que, por ejemplo, la lengua catalana fue la lengua administrativa del principado de Cataluña, el reino de Valencia y las Islas Baleares hasta principios del siglo XVIII. Nebrija deja a un lado el multilingüismo de la monarquía de los Reyes Católicos y coloca a la lengua castellana como la representante de una España uniforme. En realidad, el uso de la palabra «España» como unidad monolingüe de cara al exterior constituía la naturalización de la tesis neogótica, cuyo origen se remonta al siglo XIII y que experimentó un reforzamiento en la segunda mitad del siglo xv. La tesis neogótica colocaba al reino de Castilla como el heredero legítimo de la supuesta unidad política y lingüística de la península ibérica conseguida en la época visigoda y perdida tras la invasión musulmana en el año 711. Esta naturalización de la esencia monolingüe castellana de España es el precedente de una posible expansión más allá de la antigua Hispania visigoda. La diferencia entre la expansión de la lengua castellana en la península y la expansión en el exterior es que la unidad monolingüe de España debe mostrarse como un resultado natural en el que no hay ningún tipo de desequilibrio o violencia. El castellano es la lengua instrumental de los habitantes de la corona de Castilla y la corona de Aragón que puede representar a diferentes identidades.5 Una vez conseguido este ocultamiento de las circunstancias que han llevado a la lengua castellana a ser considerada la lengua común de una España ideal, el prólogo puede ser más explícito en el modo en el que la lengua castellana puede imponerse en otros territorios.

Tras la conquista de Granada, esta España de signo castellano desde un punto de vista lingüístico y político ha recuperado su esencia tras más de siete siglos y está lista para constituirse en el imperio heredero de la translatio imperii, una concepción medieval según la cual los imperios nacen, crecen, desaparecen y dan lugar a un nuevo imperio siempre en progresión cronológica y territorial hacia el oeste. En agosto de 1492 pensar en una expansión americana era obviamente imposible, pero territorios como el norte de África e Italia se presentaban como muy buenos candidatos.6 Ahora bien, este proyecto de expansión imperial acompañado de una imposición lingüística no se podía naturalizar en el contexto de 1492. La prueba la tenemos en la poca influencia directa que el prólogo de Nebrija tuvo antes del siglo XVIII, aunque esta ideología se mantuvo latente, como se puede observar en la obra de Bernardo de Aldrete, Del origen y principio de la lengua castellana ò romance que oi se usa en España (1606). La ideología lingüística y política de Nebrija en el prólogo se mantuvo en sus obras en latín y, en ese sentido, su ideología se aproxima a la del humanista italiano Lorenzo Valla, quien en su De linguae latinae elegantia (1471) afirma que, aunque el Imperio romano haya caído, el latín continúa siendo la lengua de cultura por excelencia. Nebrija saca provecho de esta idea y, al igual que los Reyes Católicos, utiliza el latín para ensalzar al imperio español principalmente en el exterior. Es así que Nebrija corrige a Valla y muestra que el latín todavía tiene un papel importante, siempre y cuando sea una lengua que acompañe al imperio de una España que se está haciendo ideológicamente. Tanto el castellano como el latín son compañeras del imperio, cuyo objetivo es imponer sus leyes y su lengua.

1NEBRIJA, Antonio de (1980 [1492]): Gramática de la lengua castellana. En: Antonio Quilis (ed.), Clásicos para una biblioteca contemporánea, Literatura 3. Madrid: Editora Nacional, 97-102.

2Cfr. Martínez 2015: 51-69.

3Cfr. Rojinsky 2010: 93-136.

4Cfr. Navarrete 1994: 15-31.

5Cfr. Woolard 2007: 131-136.

6Cfr. Lledó-Guillem 2008: 37-49.

3. Los col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa, de Cristòfol Despuig (1557)1

Comentario: Vicente Lledó-Guillem

Don Pedro: Sí, que los valencianos de aquí de Cataluña han salido y los linajes que de aquí no tienen el principio no los tenemos por tan buenos, y la lengua, de Cataluña la tenemos, aunque por la vecindad de Castilla se ha trastornado mucho.

Fabio: Y, amigo, ¿no decís que fue conquistada por el rey don Jaime de Aragón? ¿No intervinieron los aragoneses en la conquista?

Don Pedro: Sí, pero las fuerzas y potencia principal, toda o casi, era de Cataluña y por eso se reservó allí la lengua catalana y no la aragonesa. Con todo, no dejaron de permanecer allí también algunos linajes de Aragón y de otras partes importantes, que hoy aún se encuentran allí.

Fabio: Otra razón de Pedro Antonio Beuter para que haya quedado en Valencia la lengua catalana, que dice que por cierto número de doncellas que allá fueron llevadas desde Lérida para poblar la ciudad, empezó la lengua catalana, porque las criaturas más aprenden de las madres que de los padres.

Don Pedro: Ya sé que esto escribe Pedro Antonio, pero no tiene fuerza la opinión suya porque aquellas doncellas no poblaron sino solo Valencia y la lengua catalana quedó y se extendió por todo el reino como por hoy se habla desde Orihuela hasta Traiguera. Y así no puede cuadrar lo que él dice, sino que es verdaderamente lo que yo digo, que es cosa cierta que en aquel tiempo, no solo el rey, sino todos los escritos del rey hablaban catalán y así pudo quedar la lengua catalana y no la aragonesa.

Livio: Que no hay que dudar esto; y lo mismo fue en la conquista de Mallorca que hizo el mismo rey; y en Menorca y en Ibiza, que después se conquistaron, fue lo mismo; que en todas estas islas quedó la lengua catalana como aún hoy la tienen, y tal como la tomaron al principio porque no han tenido ocasión de alterarla como los valencianos; y en Cerdeña, la cual conquistó el infante don Alfonso que después fue rey de Aragón, tienen también la lengua catalana; bien que allí todos no hablan catalán, que en muchas partes de la isla retienen aún la lengua antigua del reino, pero los caballeros y las personas de primor y, finalmente, todos los que negocian hablan catalán, porque la catalana es allí cortesana.

Don Pedro: No sé yo por qué, a la verdad, no es tan codiciada la lengua catalana, y la aragonesa se tiene por mejor por parecerse más a la castellana.

Livio: En nuestros días sí, mas en tiempo atrás no la tenían sino por muy grosera, como a la verdad lo era, y por eso tenida en menos que la de aquí. Pruébase con que los reyes, aunque tomaban el apellido de Aragón, no por eso hablaban aragonés, sino catalán, y hasta el rey don Martín, último rey de la línea masculina de los condes de Barcelona, hablaba catalán. Y el padre de este rey, que fue don Pedro Tercero, la crónica que compuso de las gestas de su abuelo, su padre y suyas, en lengua catalana la compuso y de su propia mano se encuentra hoy escrita en el Real Archivo de Barcelona, copia de la cual tiene puesta Pedro Miguel Carbonell en la crónica que de Cataluña tiene hecha.

 

Más aún, os diré una cosa para abonar mi razón que, por cierto, es de ponderar, y es que en Aragón, en toda la frontera del reino con Cataluña y Valencia, no hablan aragonés, sino catalán todos los de la frontera, dos y tres leguas dentro del reino, y dentro de Cataluña y Valencia, en esta frontera no hay memoria de la lengua aragonesa. Esto pasa, en verdad, así como lo digo, y de aquí viene el escándalo que yo tomo al ver que hoy tan absolutamente se abraza la lengua castellana, incluso dentro de Barcelona, por los principales señores y otros caballeros de Cataluña, acordándome de que en otro tiempo no daban lugar a este abuso los magnánimos reyes de Aragón. Y no digo que la castellana no sea gentil lengua y por tal tenida, y también confieso que es necesario saberla las personas principales porque es la española que en toda Europa se conoce, pero condeno y repruebo el hablarla ordinariamente entre nosotros porque de eso se puede seguir que poco a poco se quite de raíz la de la patria, y así parecería ser por los castellanos conquistada.

Don Pedro: No estoy a mal con lo que dice, que por cierto, ya comienza a pasar de la raya este abuso; tanto y más que aquí, allá en Valencia entre nosotros. Yo tendría por bien que se considerase por todos esto.

Fabio: Yo tengo por imposible el remedio […]

Los Col·loquis de la insigne ciutat de Tortosa, escrita por el noble tortosino Cristòfol Despuig, fue publicada en el año 1557. La fecha es muy significativa porque, un año antes, el emperador Carlos I de España y V de Alemania (r. 1516/1519-1556) había abdicado la Corona en su hijo Felipe II de Habsburgo (r. 1556-1598), en cuyo reinado el conflicto entre el modelo federalista y el modelo centralista para el Imperio español se intensifica, especialmente con la revuelta de Flandes de 1566, en la que se plantea la cuestión de dirigir el imperio de acuerdo al modelo centralista y nacionalista castellano, como apoyaban las familias Alba y Zapata, o bien adoptar una posición federalista, tal como defendía la familia Mendoza, que estaba representada en la corte por el príncipe de Éboli y Ruy Gómez de Silva. En realidad, el debate sobre cómo organizar el Imperio español se había iniciado en la primera mitad del siglo XVI.

Si bien se considera que España como Estado moderno nace con la unión dinástica entre la corona de Aragón y Castilla en 1479, esta nueva unión política no alcanzó un nivel de centralismo similar al de otras monarquías de la época como Francia o Inglaterra. Carlos V había seguido el modelo federalista de la corona de Aragón y además tuvo que defender el legado de los Reyes Católicos: la unión de Castilla y la corona de Aragón, la limitación del poder de la nobleza y la imposición de la autoridad real en todo el territorio tras la revuelta de las Germanías en la corona de Aragón (1519-1523), principalmente en el reino de Valencia, y la de los comuneros en Castilla (1520-1521). Sin embargo, en medio de esta exaltación del poder de la monarquía asomaba el sentimiento de un centralismo nacionalista castellano junto a una nueva concepción de imperio que distaba mucho de la idea medieval. La ocupación de los territorios americanos en nombre de la corona de Castilla en la primera mitad del siglo XVI exacerbó la identificación del Imperio español con el nacionalismo castellano. Por otro lado, un historiador valenciano, Pere Antoni Beuter, publicó en 1546 su Primera parte de la Coronica general de toda España y especialmente del reyno de Valencia, en la cual afirmaba que España había recuperado la unidad visigoda perdida tras la invasión musulmana y, por consiguiente, la unidad política restablecida debía manifestarse en una unidad lingüística a través de la lengua castellana, aunque esta lengua fuera extranjera en el reino de Valencia. Este apoyo a la tesis neogótica que recalcaba que Castilla era la digna heredera de una España visigoda unida, con la que estaban de acuerdo muchos historiadores castellanos, influyó en la ideología lingüística de la época. Uno de los ejemplos más claros de esta ideología lingüística tendrá lugar en 1606 con la publicación de Del origen y principio de la lengua castellana ò romance que oi se usa en España de Bernardo de Aldrete, donde se afirma que el castellano es la lengua hispana natural y debe convertirse en la lengua común, al menos, de toda la península ibérica. Sin embargo, la situación política y administrativa de los territorios catalanohablantes de la corona de Aragón dentro de la monarquía hispánica no reflejaba este centralismo lingüístico castellano, ya que se usaba el catalán en los ámbitos administrativo y jurídico. En 1559, dos años después de que Despuig publicara su obra, el valenciano Fadrique Furió Ceriol (1527-1592) saca a la luz, en Amberes, El Concejo y Consejeros del Príncipe y otras obras, en la cual se describen los beneficios de un Imperio español con una estructura federal en la que no se manifieste una superioridad castellana. La obra de Furió Ceriol parecía profetizar las quejas italianas y de la corona de Aragón cuando la corte del rey Felipe II dejó de ser peripatética y se estableció en Madrid en 1561, lo cual se consideró como una clara manifestación simbólica de apoyo al centralismo castellano. En este contexto histórico se puede apreciar la importancia glotopolítica del fragmento de Despuig.

Este texto expone tres ideas: primero, la amenaza que la lengua castellana representa en los territorios catalanohablantes, ya que puede poner en peligro la supervivencia de la lengua catalana. Segundo, la conquista lingüística castellana comienza con el contacto con la lengua castellana y la consiguiente transformación o alteración de la lengua catalana que dará lugar a una sustitución del catalán por el castellano. El mejor ejemplo se encuentra en el reino de Valencia, donde este contacto y alteración lingüísticos han comenzado y a los que no se les ha hecho frente. Tercero, el prestigio del castellano no es un atributo natural, sino resultado de unas circunstancias históricas muy concretas. La posición glotopolítica que revela el fragmento se aprecia en lo siguiente: primeramente, las lenguas están en conflicto permanente por imponerse las unas a las otras, con lo que el contacto lingüístico pone de manifiesto esta competitividad de forma especial. Las lenguas representan una identidad y, por lo tanto, si una es sustituida por otra, la identidad de la lengua que desaparece muere con ella. Es en este sentido en el que debemos entender la afirmación de Livio de que si los catalanohablantes comienzan a usar la lengua castellana de manera habitual, la «patria» será «conquistada» por los castellanos. Nos encontramos también ante un cuestionamiento de la dicotomía entre el valor de una lengua en tanto que instrumento de comunicación o en tanto que marcador de identidad.2 El castellano no es presentado simplemente como lengua instrumental capaz de incluir a diferentes identidades y convertirse en una lengua común para todos. Al contrario, la lengua castellana es definida como la lengua de los castellanos y si se extiende más allá de Castilla se impondrá la identidad castellana a territorios con una lengua y una identidad distintas. El participio «conquistada» se debe interpretar como ocupada por una nueva lengua e identidad. Por lo tanto, ninguna lengua sería por naturaleza superior o más instrumental o identitaria que otra. Son circunstancias históricas las que hacen que unas lenguas se impongan sobre las demás.

El problema, según el texto, surge cuando la conquista o imposición de una lengua sobre otra tiene lugar de una forma sutil en la que se naturaliza el proceso.3 Y aquí juega un papel muy importante el personaje valenciano: don Pedro.4 En la versión catalana del texto, el personaje tiene un nombre castellano en vez de la forma catalana correspondiente, En Pere, a pesar de que el caballero valenciano se expresa en catalán. Será Livio, el caballero catalán, quien le explique que el castellano no es una lengua más cortesana o instrumental que el catalán por naturaleza, sino como consecuencia de unas circunstancias históricas concretas. Livio le hace ver que el catalán, aunque no sea la lengua internacional de la península ibérica en la Edad Moderna, sí lo fue en la Edad Media como se observa en el hecho de que el catalán es lengua cortesana en Cerdeña. Para ello, Livio proyecta la forma de diferenciación entre castellano y catalán en la Edad Moderna española sobre la corona de Aragón en la Edad Media y la aplica al par catalán frente a aragonés. De esta forma, al identificar al castellano con el aragonés es más fácil mostrar la superioridad del catalán durante la época medieval. Por otro lado, don Pedro afirma que la lengua pura original catalana que fue llevada al reino de Valencia desde Cataluña y que mantiene su pureza en las Islas Baleares, se ha corrompido y alterado en el reino de Valencia por el contacto con el castellano. Aquí don Pedro y Livio ocultan que la variedad hablada en el reino de Valencia era y es muy cercana a la de Tortosa y siempre había mostrado unos rasgos diferenciales respecto al catalán de Barcelona, cuya variedad sirvió de base al catalán administrativo de la Cancelleria reial de la corona de Aragón y que había perdido gran parte de su influencia normativizadora a finales del siglo XV.5 La diferenciación de la variedad valenciana también se debía a un proceso interno de la lengua catalana que estaba afectando a todo el dominio lingüístico.