Conjugación de vida

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1. Ficciones


Sabemos decir muchas mentiras con

apariencia de verdades; y sabemos,

cuando queremos, contar la verdad.

(Palabras de las Musas, en el

inicio de la Teogonía, de Hesiodo).

Invenciones

Es sentimiento antiguo,

que emociona al sensible,

pero no a quien se ríe

del ruido de las lágrimas.

He imaginado voces,

dichas y muertes, cielos,

y el subir y bajar de las pasiones.

Dejo aquí estas palabras

en manos de las manos

de la gente que ama.

Horacio: Carpe diem

No entiendo que la vida

sea una simple suma de aventuras puntuales.

No me va el carpe diem,

o aquello, que es lo mismo,

de Ronsard, de coger desde ahora

las rosas de la vida.

Tendrían que ser nuevos los días y las rosas.

No imitaciones, repetidos gestos.

Apenas quedan días

que agarrar y estrujar, como la uva

de un vino claro, áspero y con gusto

a pecado joven.

Filósofo

Llegar al fondo del fondo

para mirar por dentro lo que queda.

Como lo que queda en el tubo de dentífrico cuando nada queda,

o en las paredes del bote de champú,

“las paredes del alma”,

o de cualquier otra forma que se pueda decir eso.

O así: el vaho del pensamiento,

el olor de sentido, lo enganchado al vivir.

Quería entrar en eso: fondo, capa o nada.

Solo para saber.

Solo ver.

Como fija la vista la gaviota en las olas.

Peluche

He de pensar en serio

por qué me gustan tanto los osos de peluche.

También los patos, los monos, los elefantes, los

perros, los gatos de peluche,

pero más aun los osos:

su mirada de asombro,

como si no supieran para qué están ahí.

No quiero explicaciones esas de psicoanálisis,

que Freud confunda.

Mi infancia fue feliz. Ni escasa ni superflua.

Me rodeó un cariño abundante, inventivo.

Tuve muñecos.

Pero ha pasado el tiempo y con los años

cada vez quiero más al oso de peluche.

Quizá porque me encuentro tantas veces como él:

asombrado, perdido,

sin entender los golpes que me dan.

en mi pecho de trapo.

Dante

Evocó aquellos días

de rosas y de risas

cuando lo efímero parecía instalarse

perpetuo en la mirada de Beatrice.

Y si acaso algún día

volvieran esos tiempos

de risas y de rosas,

no sería ya el esplendor primero,

el bálsamo de luces.

Que el estreno de amor

solamente lo otorga el paradiso.

Pigmalión

Cuando se idea un personaje:

el arranque es real

pero luego se finge la belleza.

De allí era el principio

y apenas asomaba lo imperfecto

recomponía una línea hermosa como un dios.

Le colocaba incluso algún defecto,

porque la perfección completa es fría:

pero de esos defectos que...

Y resultaba así algo tan grande,

que se tenía que ir: que no quería

añadir el detalle que rebosa

y hace trivial el velo del misterio.

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