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Capítulo 2

Buscando el camino

¿Habéis tenido alguna vez la sensación de ser la única persona que siente y experimenta las situaciones en este mundo? Como una especie de sensación de que el mundo gira en torno a vosotros. Sí, yo la he podido sentir y resulta ser algo que al fin y al cabo no está muy alejado de la realidad.

Se trata de una sensación o pensamiento de sentir a mi yo profundo. El sentir a ese yo, esa alma que está dentro de nosotros, es tan vivo y tan completo que no somos capaces de poder explicarlo a nadie más. Por lo tanto, nuestra mente tampoco es capaz de comprender que esa misma situación que experimentáis pueda estar ocurriendo en otra persona. Para vosotros, en ese momento las demás personas serían como distintos actores y actrices que aparecen delante vuestro, pero la sensación tan llena que tenéis en ese momento os hace sentir únicos, como si alguien o algo hubiese elegido vuestro cuerpo, y solo el vuestro, para poder experimentar todo eso que está aconteciendo ante vosotros, como si alguien o algo hubiese puesto todas las expectativas a través vuestro, como si todo dependiera de vosotros.

En ocasiones parece como si estuviera yo solo, como si yo fuese el único que tuviera una mente consciente, como si todo pudiera moldearlo según mi actuación o mi paso por la vida. Y esto, racionalmente, es así porque no puedo ponerme en la piel de otra persona para comprobar que siente igual que yo: solo puedo llegar a sentir mi experiencia de vida y esto es perfecto en su totalidad. Es una sensación muy extraña: te sientes a ti mismo con una intensidad tan profunda que es como si hubiese algo dentro de ti único, te resulta difícil creer que en las demás personas se pueda dar algo tan intenso como lo que tú sientes dentro y, por lo tanto, no llegas a comprender si en el interior de ellas ocurrirá esa sensación que tú experimentas por momentos. Es incluso tan difícil de explicar que me cuesta trabajo poder expresarlo con mis propias palabras. Seguramente todos habréis sentido esa sensación alguna vez y para cada uno de nosotros esa situación es única.

Todo esto al final tiene sentido. Son sensaciones con las que podemos sentirnos a nosotros mismos hasta tal punto que podemos llegar a pensar que todo depende de nosotros. En cierto modo así es: todo en nuestra película depende de nosotros, de nuestros actos y pensamientos y no de los demás, como algunas veces podemos llegar a pensar echando la culpa al otro. Todo, en mi propia realidad, depende de mí y de nadie más, y asumir esto es la acción más responsable que puedo realizar en mi mundo. Por eso, a veces puedes tener esa sensación de ser solo tú. Efectivamente, eres solo tú y para la experiencia de vida de otra persona esa persona será solo ella.

Cuando yo siento esa responsabilidad dentro de mí, como si todo lo que voy viendo en mi mundo dependiera de mí, estoy siendo capaz de asumir mi experiencia de vida y, al dar el papel a las demás personas que aparecen en la misma como diferentes actores y actrices que aparecen en mi realidad, estoy unificándolo todo. Estoy siendo uno con el todo porque de esa forma estoy siendo quien dirige esa película llamada Mi realidad. En este rol de director, asumo la total responsabilidad del resultado de mi obra: si alguno de mis actores o actrices no realiza bien su papel no será por culpa suya, tendré que revisar el guion y hacer las modificaciones internas convenientes para que esa obra tenga el sentido que yo precise; pero todo esto solo dependerá de mí sin convertirme en el nuevo culpable, sino editando y mejorando cada vez más el guion de mi propia vida.

Todo esto me recuerda a una increíble película, que casi todos hemos disfrutado, llamada El show de Truman. Aviso: los siguientes párrafos contienen spoilers de la película; si no has podido verla, puedes saltar al capítulo siguiente y regresar cuando la hayas visto o si lo prefieres también puedes leerlo y ver la película a continuación para relacionarla directamente con lo que yo trato de expresar: quizás encuentres algún matiz a añadir, ya que se trata de una película sorprendente con la que puedes descubrir valores diferentes con cada visualización.

En esta película, Jim Carrey, quien interpreta al protagonista, con el nombre de Truman, pasa gran parte de su vida avanzando y creyendo ser una persona normal, una persona influenciada por los demás y la cual piensa que muchos de sus resultados dependen de las demás personas de su alrededor. Truman vive su vida de una forma bastante alegre, pero con muchas inquietudes y situaciones extrañas que atormentan su día a día. Algunas cosas no tienen explicación y hay ciertas preguntas más profundas que no puede llegar a responder: «Es como si algo controlara mis movimientos, como si todo girase en torno a mí», le podía decir al que hacía de su mejor amigo.

Como podéis ver desde el principio, resulta que Truman tiene varios miedos, bloqueos que cuando aparecen en su vida le frenan para poder seguir avanzando. El más importante es al agua, ya que este miedo que él tiene en el presente se trata de un trauma muy fuerte e intenso que pudo vivir en el pasado: tuvo que ver morir a su padre ahogándose en el mar y ello le generaría un miedo al agua en el futuro. Este y algunos otros como el miedo a subir a un avión, que mediante mensajes subliminales le habían ido inculcando, eran generados para que Truman no crease el sentimiento de querer salir a ver mundo fuera del escenario que se había montado para su vida. Estos miedos que Truman había interiorizado como suyos a través de situaciones desagradables en el pasado y mediante mensajes en los medios de comunicación no están muy alejados de nuestra realidad cuando vemos las noticias: sin ser conscientes, se crea en nosotros una dosis de angustia e inseguridad que bloquean también nuestro futuro, generando miedos en nuestro interior. Poco a poco, Truman va descubriendo que su vida se trata de un programa de televisión en el que las veinticuatro horas de su día a día son retransmitidas por un canal televisivo al que él no tenía acceso. Cuando Truman lo descubre, su mundo sufre un gran golpe; al darse cuenta de esta nueva realidad, todas sus creencias y pensamientos se desmoronan por completo y resulta muy complicado poder entender algo.

En varias ocasiones, algunas personas trataron de decirle la verdad para que pudiera ver más allá del mundo limitado que había sido creado en torno a él. Necesitó muchos años para poder descubrir la verdad y la persona más importante en este proceso fue la chica de la que Truman se había enamorado. Es cierto que el amor puede romper todas las barreras y en este caso así ocurrió. Truman tenía una motivación personal más grande que todo lo que pudiera ocurrir en su momento presente: esa era encontrar a la mujer de la que se había enamorado. Le dio la fuerza y las ganas de avanzar lo suficiente para superar todos los obstáculos.

Cada vez que alguien trataba de decirle la verdad, algo externo se interponía en su camino y ese mensaje de alguna forma era bloqueado: era como si una fuerza exterior tuviese el control sobre todo y ocultara una verdad que no podía salir a la luz. Si os fijáis, en la vida real también ocurre algo similar: cuando una persona trata de decirle a otra algo diferente a las creencias iniciales de esta, automáticamente suele aparecer una especie de bloqueo que encoje nuestro cuerpo en una coraza y de la que muchas veces hacemos oídos sordos como si nada hubiésemos escuchado. No hay nadie físicamente detrás de nosotros que esté filtrando el significado de ese mensaje y bloqueando lo que no quiera escuchar, pero sí tenemos a nuestro ego dentro de todos nosotros, al que no le gusta lo novedoso y al cual no le interesa que podamos descubrir toda la verdad. Somos nosotros mismos los que nos cerramos a cualquier nueva posibilidad y nos hacemos pequeños identificándonos con nuestros miedos, ideales y creencias del pasado. Aceptamos la realidad en la que estamos viviendo, tal como nos la presentan, sin pararnos a observar cuál es la verdad que podemos descubrir o que sentimos en nuestro interior de una forma profunda.

Esto ocurre muchas veces también cuando una persona ve desde fuera un problema en el que alguien se ve involucrado. Esa persona que mira desde fuera es capaz de ver la solución de una forma sencilla, ya que no se ve involucrado con las creencias limitantes relacionadas con ese problema que la persona afectada puede tener. Al intentar que abra los ojos esa persona afectada y que mire al problema con la misma visión que ha encontrado ella, es ahí donde surge el bloqueo y aparecen todas las creencias y bloqueos que la persona con el problema puede tener; aunque la solución pueda estar delante de sus ojos, no es capaz de poder verla, llegando incluso en muchas ocasiones a generar un conflicto con la otra persona que trata de hacerle ver algo diferente. Aquí solo podemos esperar a que ese mensaje haga efecto a través del tiempo y de la depuración de esos miedos y bloqueos.

La sensación de cambio y de liberación hizo que Truman pudiera seguir adelante llevándole a descubrir y comprender todo lo que estaba ocurriendo. Se trataba del despertar de Truman, ya que vio la realidad tal como era; estaba pasando de ser el actor de una película a ser el director de la misma, o dicho de otra forma, tomando las riendas de su vida. Al igual que Truman, y aunque no pudieran verlo de otra manera, todas la personas que aparecían en la película, actrices y actores de ese show, tampoco tenían ni idea de lo que era ser directores o afrontar las riendas de sus vidas, ya que tenían su guion escrito. Truman era el protagonista, pero estos actores secundarios estaban siendo arrastrados por esa realidad fingida.

Nos limitamos siempre a pasar a la acción, siendo los protagonistas de la obra, en vez de ver las situaciones desde otra perspectiva pudiendo llegar a ser los directores de la misma. Lo marcamos todo con etiquetas establecidas por la sociedad sin ser capaces de etiquetar la película a nuestra manera. Por ejemplo, ¿podríais cambiar la etiqueta de «problema» por la de «maestro»? Que diferente suena esta palabra, ¿verdad? Si somos capaces de hacer ese cambio y, puesto que a los maestros se les suele hacer preguntas para poder obtener comprensión a través de sus respuestas, entonces ante cualquier «problema» yo preguntaría: ¿para qué estoy teniendo esa experiencia de vida que la sociedad tiene estipulada o etiquetada como «problema»? En ocasiones, ante esta pregunta pueden suceder dos cosas: que este «problema» resulte ser un aprendizaje para mí o que no reciba la respuesta al momento; pero solo con hacerlo, ya estoy adquiriendo el papel de director, ya estoy empezando a tomar las riendas y ser capaz de proyectarme en un plano de tercera persona para, sin involucrarme con ese «problema», tomar consciencia y evolucionar con el transcurso del mismo. Tendemos a huir de ellos queriendo solucionarlos lo antes posible sin recibir la maestría que estos nos puedan aportar.

 

Cuando Truman consigue comprender todo y descubre el escenario que había sido creado durante toda su vida, se le presentan dos caminos diferentes, ya que el director de su obra, relacionado directamente con su ego, le intenta convencer de que ahí fuera, donde él quería ir, no había nada diferente. Intentaba convencerlo diciéndole que el mundo estaba lleno de mentiras y que allí dentro todo era más fácil. Pero Truman había comprendido todo: a través del conocimiento se había transformado en una persona sabia. Él tenía claro que, por un lado, podía volver y seguir viviendo una vida llena de miedo y de falta de entendimiento en la que, supuestamente, todo estaba preparado para su felicidad; por otro lado, podía tomar las riendas de su vida y empezar a escribir, como director, el guion de su propia película. Por un momento se ve a Truman dudar ante aquella elección, pero la realidad es que, cuando cualquier persona despierta y descubre que puede ser el creador de su propia película o experiencia de vida, es imposible dar marcha atrás en ese camino. Esto ocurre así independientemente de que su nuevo mundo esté lleno de incertidumbre e inseguridad acerca del futuro: a la misma vez, esto es lo que le hace sacar fuerzas para poder avanzar.

Al descubrir que todas tus creencias e ideales no tienen sentido y que eran algo ilusorio, comienzas a dar paso a una nueva realidad, la única que te puede hacer sentir un ser completo, como lo somos todos, y la única que puede transformar el sufrimiento en felicidad, el miedo en amor. Cada uno debería llegar a ser el director de su show de Truman. Las personas que están a mi alrededor son los actores y actrices de mi propio show, pero a su vez yo tengo el papel de actor en el de otra persona; por lo tanto, lo que a mí me ocurra influye en la vida de otra persona y viceversa. De esta forma, puedo comprender que todos somos uno. No existe la separación cuando cada uno asume su propia realidad como una responsabilidad propia.

Truman vivía con el piloto automático conectado en una felicidad fingida hasta que una chispa en su interior le llevó a ir más allá, dándose cuenta, a la misma vez que buscaba, que por el simple hecho de haber comenzado a buscar ya había encontrado todo lo necesario. Al comenzar a buscar, comprendió que un nuevo camino se abría ante sus ojos. Cuando decidimos buscar un camino determinado, cuando esa chispa de nuestro interior se despierta y nos ponemos en marcha a observar todas las opciones diferentes que podemos visualizar en todo nuestro mundo, es importante no perderse en la búsqueda. Cuanto antes aceptemos que no hay nada que buscar externo a nosotros, antes gozaremos de la sensación de paz que vamos anhelando, ya que todo surge de nuestro interior.

Cuando uno busca en este tipo de senderos, lo único que puede encontrar por el camino son conceptos e información que le ayuden a comprender de una forma más profunda aquello que reside en su interior. Pero si decides buscar, esperando recibir un resultado concreto, es ahí cuando te puedes ver perdido en el camino de la búsqueda. El ser humano, por el simple hecho de haber nacido en este planeta Tierra, es completo en su totalidad; además de eso, es rico de nacimiento, aunque esto cueste creerlo. Este planeta es totalmente autosuficiente para abastecer al ser humano de comida y bebida necesarias para la supervivencia. Es el ser humano, con sus distintas clases sociales, el que se ha perdido en intereses personales olvidando por completo el sentido y el significado de la palabra confianza.

De todos modos, estoy percibiendo en todo mi entorno un cambio de conciencia profunda. Me aventuraría a decir que estamos siendo testigos de la era del despertar o, por lo menos, esa es mi sensación: que sea verdad o mentira, no deja de ser una sensación creada por mí y, puesto que me considero director de mi propia realidad, en ese caso, podría decir que voy por buen puerto.

Con respecto a la búsqueda del camino, me gustaría daros alguna receta milagrosa, alguna regla mágica con la que podáis encontrarlo; pero prefiero deciros que realmente no la hay: no se puede buscar nada fuera, no existe lugar donde podáis encontrar esa receta mágica, ese milagro solo está dentro de nosotros. Solo podemos encontrarlo sanando nuestra relación con nosotros mismos y observando bien todo lo que ocurre en nuestro interior. Es ahí donde empieza y termina todo.

Habréis oído la frase «las respuestas están en tu interior» del maestro Yoda en la película Star Wars; Confucio y otros filósofos, e incluso el poeta Rumi, también citaron esta frase en algún momento de sus vidas. Exactamente así es; demos un último vistazo para poder comprender esto. Si todas las preguntas, cuestionamientos o dudas que me asaltan surgen de mi interior, es en ese interior también donde podré dar respuesta a todas ellas. Podré ayudarme de herramientas que encontraré por el camino para llegar a darles respuesta, pero la final siempre residirá en mi interior. Una respuesta es aquella que al ser planteada anula la pregunta previamente realizada, por lo tanto, no sientas miedo o duda cuando, en determinados momentos de tu vida, todas las cuestiones que perturbaban tus pensamientos dejen de tener sentido. Esos momentos son de lucidez intensa y de un descubrimiento interior de lo más hondo posible; esos producirán estados de bienestar al ofrecernos una comprensión profunda. En esos momentos, la inexactitud, el miedo o las dudas se disipan de una forma casi total alineándonos con nuestro centro.

No tengas miedo de buscar: revuelve todo lo que encuentres a tu paso, experimenta todos y cada uno de tus logros y errores; pero no te pierdas, no te quedes atrapado buscando el camino porque ya estás en él y ya puedes disfrutarlo. «Caminante no hay camino,/ se hace camino al andar»1: efectivamente, no hay un camino marcado, no existe el camino, no existe la búsqueda; este solo se encuentra cuando uno decide andar. Anda todo lo que necesites, descubre y, si en algún momento te sientes perdido, regresa a tu interior y quédate ahí: es justo en ese lugar donde empieza y acaba todo.

Capítulo 3

El apego

¿Habéis sentido alguna vez, cuando estáis viviendo una experiencia muy bonita en la que estáis disfrutando mucho, como de repente el solo hecho de pensar en que pueda acabarse esa vivencia os produce un estado de angustia, inquietud y desesperación que, si no perturba esa experiencia, hace que ya no disfrutéis tanto de ella? De repente, comenzamos a pensar en lo que nos espera después, saliéndonos del momento presente, del ahora, y desviándonos de nuestra paz interior.

Un día de domingo en la playa con los amigos, un día en el que hemos disfrutado muchísimo; es media tarde y estamos sentados en la arena hablando y disfrutando. De repente, me viene a la mente que al día siguiente es el temido lunes. Una especie de escalofrío recorre todo mi cuerpo cuando recuerdo todas las obligaciones y quehaceres que me he marcado para el lunes y de la semana dura de trabajo y sin tiempo para nada que me espera por delante. A esa situación de no querer que termine un momento porque me gustaría que siempre fuese así de bonito se la conoce como apego.2

Bien, cuando no somos capaces de vivir las situaciones a través de una consciencia plena, o lo que en inglés se entiende, y se utiliza mucho, como mindfulness, nos asaltan este tipo de preocupaciones. Tenemos que ser capaces de vivir las situaciones como si fuese en tercera persona, sin que nos afecten directamente. Para lograr un estado de paz y tranquilidad en todo momento, tenemos que desapegarnos de todo, vivir solo el momento presente sin transportarnos a un futuro programado por nuestro ego ni a un pasado lleno de recuerdos, el cual nos afectaría en nuestro presente o ahora. Solo y únicamente tenemos el momento presente. El pasado forma parte de nuestra evolución en el alma y el futuro ni lo conocemos ni lo tenemos que conocer; lo dejaremos en incertidumbre. Esta maravillosa palabra, incertidumbre, es la encargada de ofrecernos una liberación y paz increíbles si somos capaces de dejar en sus manos nuestro futuro. «El pasado te ofrece una identidad y el futuro contiene una promesa de salvación, de realizarte de alguna forma posible. Las dos son ilusiones»3.

Para no apegarnos a nada tenemos que practicar la herramienta de «soltar» o «dejarlo ir». Cuando estoy en la playa, disfruto del momento agradable que estoy viviendo: si me viene un pensamiento de futuro a la cabeza, no lo rechazo, lo escucho y, a continuación, lo dejo ir sin apegarme. «Mañana es lunes, sí, un día como otro del cual tengo que dejarme llevar y en el que voy a evolucionar, aprender e incluso puede que disfrute mucho o nada. Ahora estoy en la playa con mis amigos hablando y feliz, por lo tanto, voy a seguir así. ¡Gracias!». Tenemos que ser capaces de hablar con nuestro ego.

Para los que no sepan bien que es el ego, voy a describir muy brevemente su significado, ya que me parece crucial para entender este tema; más adelante dedicaré un capítulo para él.

El ego es la parte de la mente inconsciente guiada principalmente por patrones antiguos de conducta que no nos deja avanzar o cambiar cosas en nuestra vida, ya que habitualmente nuestra mente se identifica con él, haciéndonos pensar que somos nosotros. Por lo tanto, nuestro ego tiene que saber que tenemos consciencia plena y que no nos dejamos arrastrar por su deseo de ambición de futuro o de angustia por recuerdos de momentos pasados. Esto sería un ejemplo de práctica de dejar ir; este acto que a muchos les puede parecer una estupidez, tener una conversación interna con nuestro ego, puede hacer que todo cambie. Si de verdad afrontas tus pensamientos en el momento presente, son mensajes que mandas directamente a tu subconsciente, el cual ya tiene resuelto ese conflicto de que mañana es lunes y me preocupaba, ofreciendo como resultado que ese temido día ya no lo sea y por el contrario pueda incluso llegar a ser uno maravilloso. Solo tenemos que escucharnos; solo hay que parar por un momento y tomar consciencia plena. No lo juzguéis: tened paciencia y empezad a practicar; no hay resultados sin práctica.

Vamos al ejemplo sobre apego por algo material. Me compro un coche nuevo, a estrenar por mí, en el concesionario, uno que supone gastar todos mis ahorros durante varios años de trabajo y por el cual tengo ilusión y deseo desde hace mucho tiempo. La noche antes no podía dormir de la excitación. Noto una sensación que creo llamar felicidad porque voy a estrenar aquello que tanto deseo. Ya tengo mi coche y pasados tres días, esa efímera felicidad va disminuyendo hasta que pasados unos más todo se gira y de repente me asaltan los miedos, ya que me he gastado todo el dinero, no sé si voy a poder mantener el coche porque consume mucho combustible, cuando se me pinche una rueda, me va a costar muy caro y más y más problemas que siguen invadiendo mi cabeza. Continúo con mi ilusión cueste lo que cueste y, efectivamente, el coche tiene problemas y yo tengo problemas económicos, pero siento apego por mi coche: no soy capaz de reconocer mi error y, en lugar de venderlo, continúo adelante con él: «Tengo que ser capaz de cualquier cosa por mi coche».

Como podéis ver, la mayoría de las veces el apego, que viene de la mano con el ego, no nos deja ver más allá y reconocer nuestros fallos. Está claro que, como almas que tenemos un camino de aprendizaje, vamos a cometer errores; no podemos evitarlos sin que previamente esos errores sean nuestros maestros y nos enseñen el camino. Pero la propuesta mía en este sentido es solventar ese error por la vía rápida para dejar de sufrir lo antes posible e incluir ese problema en mi experiencia de vida; explicado de otra forma, en vez de llamarlo error o fallo, poder llamarlo aprendizaje, pudiendo ver el error como una oportunidad de hacerlo mejor en otro momento y lograr incluirlo como parte de nuestra vida. ¿Acaso ganamos algo pensando en nuestro error una y otra vez e incluso castigándonos por ello? Repito: todos vamos a realizar actos que nos pueden parecer un error al principio. Mi idea es observar ese acto e incluirlo en mi experiencia vital; no huir de él ni de su resultado, solo aprender de ese acto o problema, como yo lo llamo, para dejar de sufrir lo antes posible en mi momento presente. Haciendo esto, consigo que, cuando se vuelva a producir algo similar en mi vida futura, este no me suponga tanto problema, incluso dejar de verlo desde el principio como algo problemático.

 

Si, por ejemplo, tienes un amigo que te está diciendo: «Oye, mira, creo que te equivocaste comprándote ese coche. No paras de trabajar para él, siempre está roto. ¿Por qué no lo vendes?», empieza a entender que lo que te está diciendo quizás sea un reflejo de tu miedo a tomar decisiones y, probablemente, ese mensaje sea una ayuda prestada para combatirlos. Tenemos que saber identificar cuando esas palabras que nos dicen otras personas son mensajes que seguir y cuando son nuestros propios miedos que se personifican en los demás para hacernos saber que están ahí.

En el momento que un amigo te diga eso, no deberías pasarlo por alto. Tienes que pararte y analizar para qué ese amigo, al cual aprecias y valoras en tu vida, te está diciendo eso. Son situaciones que ponemos ahí para solventar el problema: si no soy capaz de desapegarme de mi coche seguiré pasándolo mal y con problemas económicos; si tomo la decisión de venderlo sabré si estoy haciendo lo correcto cuando ponga un anuncio de venta y aparezcan interesados en el coche pronto, ya que el universo lo pone todo sencillo cuando vamos por el camino más adecuado. Todo lo que ocurra fácil será el camino más adecuado y sencillo, y recordad que el propósito de este libro es facilitar la vida. Todo lo que se complique en mi día a día tengo que erradicarlo. Bueno, si no podéis verlo tan fácil ahora mismo, seguiremos practicando a fondo, tranquilos: solo hay que tener paciencia y persistencia.

En este mundo físico todo es dualidad: todo es norte/sur, blanco/negro, bueno/malo, si/no, me gusta/me disgusta. Es una gran oportunidad para poder saber lo que quieres y lo que no en tu vida. Esa dualidad te ayuda a poder ver todas las opciones que la vida, en este plano físico, te ofrece para que puedas elegir siempre lo que te pueda ir haciendo sentir mejor. Lo complejo aquí llega cuando lo llevamos todo al exceso: en ese sentido, es muy complicado apreciar lo que te hace sentir bien de lo que no. Pedimos muchas explicaciones y rogamos siempre resultados positivos, apegándonos a esa necesidad sin poder distinguir que muchas veces algo que nos hace sentir mal en un momento dado nos está dando la llave para poder liberarnos de esa cadena en el futuro. Necesitamos estar alineados en una balanza cargada de ecuanimidad en ambos pesos y así poder ir descubriendo el camino que nos hará avanzar y avanzar. Siempre estamos avanzando hasta cuando creemos que no es así, incluso en los momentos más oscuros.

Tanto el deseo como el apego generan sufrimiento y dolor. Observar dónde se encuentran nuestros deseos y apegos es observar los traumas de nuestra vida, es observar aquellos rincones de nuestro interior que se encuentran estancados. Observando con total ecuanimidad donde se encuentran esos rincones estancados, es como conseguiremos evolucionar. Dicho de otra manera, deseo o apego son bloqueos de nuestra mente. Al detectar uno de estos bloqueos, si lo analizamos y lo aceptamos, estaremos trabajando sobre traumas de nuestra vida o vidas pasadas. Desapegarnos de estos bloqueos es afrontar nuestros propios miedos y esa aceptación y conocimiento aportará armonía y serenidad en nuestras vidas.

Capítulo 4

Escuela de almas

Contaré una historia, como si de un cuento se tratara.

En un lugar llamado Universo, de tamaño incalculable y aparición inexplicable, existe una pequeña porción llamada Vía Láctea, cuyo tamaño y aparición también siguen siendo incalculables e inexplicables.

En otro lugar incalculable y desconocido, viven infinidades de almas. Estas almas son como unos puntos de colores brillantes cuya existencia no depende de nada ni de nadie; puntos de colores que no entienden de tristezas ni de felicidad, que solo existen en un estado eterno en el que todo es perfecto. Estos seres de luz energéticos y etéreos tienen la capacidad de conectarse con todos los planetas existentes, encargados de velar por la existencia de todos ellos. Aunque carecen de sentimientos, pueden ver todo lo que ocurre en estos planetas como si de una pantalla de televisión se tratara.

Algunos de estos puntos de luz empezaron a fijar su interés por un planeta llamado Tierra. Se encontraba en el sistema solar correspondiente a la galaxia de la Vía Láctea y estaba habitado por unos seres en cuyas vidas existe el sufrimiento y la alegría, la tristeza y la felicidad. Estos seres son llamados personas o humanos.

Además, también existían unas formas etéreas tan increíbles como esos puntos de luz, pero a la misma vez más grandes y brillantes: se trataba de los seres de luz más mayores, con más experiencia y conocimiento, unos seres que gozaban de una ecuanimidad perfecta.

Un día, en varios de los puntos de luz pequeños comenzó a despertarse un sentimiento muy profundo: se trataba del sentimiento de ayudar. Cuando miraban la pantalla de la televisión del planeta Tierra, no podían comprender todos esos estados tan diferentes que esos seres llamados personas podían tener unas veces sí y otras no. Algo no terminaba de encajar, algún problema había para que ese planeta no tuviera un equilibrio perfecto. Corriendo, fueron a avisar a sus hermanos mayores para ver si era posible ayudar de alguna forma; ellos, al oír toda esa necesidad y en el fondo muy orgullosos de la decisión que estaban a punto de tomar sus hermanos pequeños, comenzaron a explicarles todo lo necesario. De pronto, uno de los hermanos mayores empezó a hablar; con una voz serena y llena de sabiduría, comenzó a decir:

—Vuestro curso escolar comienza aquí. Habéis sido elegidos para ir al planeta Tierra y así poder realizaros como seres perfectos de luz. Lo llamamos escuela, pero no vais a aprender nada que no sepáis, simplemente tendréis que recordar todos esos conocimientos que ya poseéis y ponerlos en práctica. A través de este planeta, lleno de sentimientos y experiencias, vais a poder evolucionar por el camino del amor. El camino del amor es el único elegido para que podáis alcanzar toda la luz y crecer hasta alcanzarla de manera eterna mucho más intensa e infinita que la que podéis tener en estos momentos. No hay vuelta atrás: vuestra misión ya está escrita y debéis viajar a la Tierra. Al haber generado en vosotros ese sentimiento de ayuda y generosidad, automáticamente seréis voluntarios para ayudar a otras almas a la misma vez que os ayudáis a vosotros mismos para vuestra propia evolución. Es imposible que os quedéis aquí, ya que no podéis estar en este agujero de energía con vuestros sentimientos de querer ayudar. Está claro, debéis marchar. Un camino lleno de aprendizaje os espera.