Dimensiones más allá de lo conocido

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Por tanto, no estoy interesado en reducir esta complejidad, porque en el intento de hacerlo, se destruiría la integridad de la verdad. Puede ser simplificada, pero entonces algunas de sus partes serían dañadas. Entonces sería tan buena como muerta. Por tanto, soy el último interesado en reducir su complejidad. Mi único interés es que ustedes puedan encontrar la simplicidad en el mismo corazón de la complejidad. Entonces crecerán.

Si lo deseo, puedo hacer parecer simple la complejidad. En esto no hay problema. Entonces, mis declaraciones se volverán claras y matemáticas y se acabarán mis dificultades. Pero no estoy preocupado por mis dificultades; no son ninguna dificultad. Pero si ustedes pueden ver lo simple en la complejidad, si pueden ver la verdad con sus contradicciones; si pueden ver la consistencia en la inconsistencia, entonces hay crecimiento y se levantará su visión. Y solamente que se levante su visión, lo verán. Sólo entonces, para ustedes la complejidad se volverá simple.

Mientras se escala una montaña, vemos muchos senderos en nuestro camino hacia arriba: dificultad, senderos empinados, cortes entre ellos. Pero llegando a la cima, los mismos senderos parecen fáciles. Cuando pueden ver todo en su totalidad, en su extensión, ven que todos los senderos se dirigen hacia la punta. Ni se corta uno con el otro ni se dirigen uno contra el otro. Cuando alguien está subiendo, todos los senderos, excepto el suyo parecen ir en sentido equivocado. Pero cuando alguien que está viendo desde la punta dice que todos los senderos se dirigen hacia la cima, o cuando le dice a una persona que este sendero está bien y a otra que está equivocado, entonces se crea confusión.

Todas mis declaraciones están dirigidas a alguien; cada una de mis declaraciones tiene su dirección correcta. Tales declaraciones son para el beneficio de una persona en particular en los términos de su circunstancia particular. Si veo a una persona con una mente dividida en un cierto sendero y le digo que ese sendero está bien y que los otros están mal, entonces esta declaración sólo es para su beneficio. Después de llegar a la cima, ella también sabrá y se reirá al ver que los otros senderos también se dirigen hacia arriba.

Sin embargo, si después de alcanzar la mitad del camino hacia la cima, encuentra a su lado otro sendero de asenso y empieza a caminarlo y si un poco después encuentra un tercer sendero hacia arriba e intenta ir por él también, puede que no llegue a la cima con esa mente incierta y dividida. A esa persona tendría que decirle: “Vas en el sendero correcto, sigue en él, los otros senderos están equivocados”. Pero si otra persona en un sendero contiguo se encuentra en una situación similar, también con una mente dividida, le diré la misma cosa: que su sendero es el correcto. Si sucede que ambas se encuentran y comparan las dos diferentes declaraciones, se crearán dificultades.

Buda y Mahavira no tuvieron que enfrentar situaciones como ésta. Sus declaraciones no fueron grabadas en su presencia. Y debido a esto, después de quinientos años, sus seguidores tuvieron problemas. La pregunta que se hacen de mí no se la harían de Buda.

Entonces, después de quinientos años surgieron diferentes sectas. Se han hecho declaraciones, pero no han sido grabadas; entonces, no ha habido forma de compararlas. Una cosa fue dicha a una persona, y otra cosa fue dicha a otra, y una tercera a una tercera, pero ninguna de las tres grabaron nada. Luego, no existe la oportunidad de comparar que a una persona se le dijo esto, a otra persona se le dijo aquello y que a una tercera se le dijo algo completamente diferente. Estas declaraciones se hicieron a tres diferentes personas en privado, para su beneficio personal. Pero cuando fueron escritas, los problemas brotaron por todas partes.

Es por eso que, desde hace mucho tiempo, las viejas religiones insistieron en no hacer escrituras. Cuando las cosas se graban, se vuelven claras las contradicciones. Tan pronto como son escritas, empezarán los cuestionamientos. Al principio, las declaraciones son personales. Inmediatamente después de que son escritas dejan de ser personales.

Entonces, las dificultades a las que me enfrento no las enfrentaron Buda o Mahavira. Pero ahora no hay salida. Ahora todo lo que se habla será grabado, aunque haya sido dirigido a una persona en particular. Después de que es grabado, se convertirá en una propiedad de la sociedad. Luego, todas esas declaraciones hechas en tiempos diferentes y a personas diferentes se pondrán juntas, y será imposible encontrar un hilo de consistencia. Así es como debe suceder; no hay otra forma. Y yo pienso que es bueno. Si se hubieran grabado las declaraciones en presencia de Buda, él hubiera podido responder a ellas. Pero fueron escritas después de quinientos años. Entonces, cuando surgen las preguntas, no hay un Buda para responder. El resultado fue que una persona que creyó en la verdad de una declaración fundó su propia secta, mientras que otra persona que creyó en la verdad de una declaración contraria fundó otra secta. Cualquiera que estuviera arraigado a una declaración estableció una secta. Todas las sectas nacen de esta manera.

Conmigo no hay posibilidad de que nazca alguna secta. Para aclarar, se me puede preguntar directamente. No hay necesidad de esperar hasta mañana; se puede aclarar ahora.

También me han pedido que clarifique porque, aunque hablo en palabras, sin embargo, mantengo que nada puede ser transmitido por medio de palabras. Para aquellos que quieren hablar, no hay otra forma excepto la de usar palabras. Comúnmente, sólo puedo expresar lo que quiero decir en palabras, pero también es cierto que lo que tiene que ser dicho no puede ser transmitido por medio de éstas. Ambas cosas son verdad. Nuestra situación es tal, que sólo podemos hablar en palabras. Para el diálogo no hay otra forma.

Deberíamos tratar de cambiar esta situación. Para aquellos que pueden entrar en una meditación profunda, es posible el diálogo aun sin palabras. Pero para llevarlos dentro de una meditación profunda, en el principio tendré que usar palabras. Llegará un tiempo, después de un esfuerzo sostenido, en el que será posible una comunicación sin palabras. Pero mientras llega ese tiempo, tendré que expresarme en palabras.

Para llevarlos a ese mundo sin palabras, tendré que usar palabras; ésta es la situación. Pero también está llena de peligros. Tendré que hablar en palabras, sabiendo perfectamente que si se apegan a ellas, si creen en ellas tal cual, entonces todas las molestias que nos estamos tomando serán inútiles. Estamos tratando de alcanzar lo que no tiene palabras, pero debemos hablar en palabras. Ésta es una clara impotencia; no hay otra alternativa. Si ustedes se apegan a las palabras, todo el esfuerzo será inútil, porque el propósito es llevarlos dentro de lo que no tiene palabras. Mientras hablemos sólo en palabras, tendremos que hablar contra de las palabras, y en ese hablar en contra también tendremos que usarlas. No hay otra manera.

Uno puede guardar silencio; no hay problema. Hay algunos que debido a este problema permanecen en silencio. Evitan las complicaciones, pero ellos supieron que lo que tenían que decir no podía ser comunicado.

Yo no tengo problema en permanecer en silencio, puedo permanecer en silencio y no sería sorprendente si lo hago, porque parece casi un esfuerzo imposible hacer lo que trato de hacer. Estoy intentado hacer posible lo imposible. Pero si permanezco en silencio, con mi permanecer en silencio nada se podrá lograr, nada podrá ser comunicado a ustedes. El peligro es el mismo.

Si hablo, se apegarán a mis palabras. El peligro consiste en que si se apegan a las palabras, no sucederá lo que quiero lograr y comunicar. Pero si permanezco en silencio, no existe la cuestión de comunicar nada. En primera instancia, si hablo, existe la posibilidad de que lo que haya dicho alcance a llegar a algunas personas. Si le hablo a un ciento de personas habrá al menos una que tal vez reciba lo que he dicho sin apegarse a las palabras. Para las otras noventa y nueve, el esfuerzo será inútil. ¡Que así sea! Al menos, de esta manera algo podrá ser comunicado a alguien, pero si permanezco en silencio, ni siquiera se presentará esta única posibilidad. Por tanto continúa mi esfuerzo.

Es interesante hacer notar que alguien que cree que las cosas pueden ser comunicadas con palabras no habla mucho. Habla poco y con eso termina. Pero alguien que cree que las cosas no pueden ser expresadas con palabras hablará mucho, porque por mucho que hable, sabe que lo que tiene que decir aún no ha sido transmitido. Hablará una, otra y otra vez.

Los discursos de Buda durante un largo periodo, en la mañana y en la tarde diariamente por cuarenta años, no fueron porque pensara que mediante las palabras las cosas pudieran expresarse o comunicarse. Era porque cada vez, después de hablar, sentía que lo que había que decirse aún no había sido comunicado. Entonces, Buda hablaba otra vez. Y lo decía de alguna manera diferente, de alguna otra forma, con diferentes palabras. Por eso pasó cuarenta años hablando.

Pero entonces, permanece el miedo de que si hablo por un periodo tan largo de tiempo, como de cuarenta años, podría suceder que la gente se apegaría sólo a mis palabras. Debido a que durante cuarenta años, mi método de entrega ha sido mediante palabras. Tendría que ir gritando: “¡No se apeguen a mis palabras!”. Ésta es una situación particular. Sin embargo, no hay forma de salir de ella.

Para considerar a alguien más allá de las palabras, se deben usar las palabras, no hay otra forma. La situación es algo como esto: hay un cuarto y, para salir del cuarto, deben darse de cinco a diez pasos dentro del mismo cuarto. Desde donde estamos sentados, deben darse de cinco a diez pasos para salir. Alguien podría preguntar: “¿Cómo podemos salir del cuarto caminando dentro de él?”. Todo depende de cómo se camina dentro del cuarto.

 

Si una persona camina dando vueltas y vueltas dentro del cuarto, podría caminar kilómetros y no saldría del cuarto. Pero una persona también puede caminar directo hacia la puerta, no en círculo, sino en línea recta. Si mientras camina, lo hace en círculos, simplemente caminará alrededor del cuarto. Si camina en línea recta hacia la puerta, también podría salir caminando por ella. Pero en ambos casos sólo estará caminando dentro del cuarto.

Si le digo a una persona que ha dado muchas vueltas en el cuarto que podría caminar sólo diez pasos y estar fuera del cuarto, inmediatamente me preguntaría si me he vuelto loco. Diría: “Está hablando de dar sólo diez pasos, pero yo he caminado kilómetros y aún no he salido del cuarto”. Ella no dice nada falso, pero simplemente se ha estado moviendo en círculos una y otra vez.

Es interesante notar que en este mundo todo va alrededor una y otra vez. Nuestro movimiento es circular. Todo el movimiento es circular. A menos que hagas un esfuerzo, las cosas se moverán en círculo. Para andar recto se requiere un esfuerzo considerable.

En este mundo, todo el movimiento es circular. Ya sea el átomo, o un cuarto, o la vida de un hombre, o un pensamiento, todose mueve alrededor en este mundo. Se requiere un gran esfuerzo para caminar recto; en sí, caminar derecho es un gran logro.

No se dan cuenta en qué momento empezaron a caminar en círculo. Por eso se dice en geometría que no se puede dibujar una línea recta. Todas las líneas rectas sólo son partes de un gran círculo. Tenemos la ilusión de que las líneas son rectas, pero no hay tal cosa como una línea recta en este mundo.

No se puede dibujar una línea recta: eso es sólo una definición. Euclides dijo que la línea recta es sólo una definición. Es imaginaria; no puede ser dibujada. De cualquier manera que dibujáramos una línea recta, solamente la podríamos dibujar en la Tierra. Como la Tierra es redonda, la línea también será redonda. Podemos dibujar una línea recta en este cuarto, pero será solamente una parte del gran círculo de la Tierra.

* * *

¿Es una curva?

Es una curva tan pequeña que no podemos verla. Pero si vamos extendiéndola en una punta, encontraremos que realmente es un círculo que va alrededor de la Tierra. Encontraremos que la línea recta se ha convertido en redonda; es por eso que resulta imposible dibujar una línea recta.

Cuando pensamos profundamente en esto, el gran problema en la meditación consiste en que todos los pensamientos son circulares. Hasta nuestra conciencia se mueve en círculos. Lo que es más arduo, lo que es la mayor tapascharya, austeridad, es dar un salto fuera de este movimiento circular. Pero no parece haber otra salida.

Las palabras también se mueven en círculo. Nunca tenemos una idea de cómo pueden ser circulares las palabras, pero las palabras son circulares. Cuando definen una palabra, usan otras palabras. Si abren el diccionario y ven la palabra hombre, encuentran que el significado es “ser humano”. Si después buscas la palabra humano, el significado es “lo que tiene las cualidades del hombre”. ¿Qué es todo esto? Es una gran locura. No sabemos cómo definir hombre o ser humano. ¿Que significa esto?

Aquellos que usan los diccionarios no tienen idea de que los diccionarios son circulares. Una palabra se usa para definir una segunda palabra, y la segunda, para definir la primera. Un hombre es un ser humano y un ser humano es un hombre. ¿Dónde está la definición de hombre? Entonces, todas las definiciones son circulares; todos los principios son circulares. Para explicar un principio usan otro y para explicar el otro usan el primero. Nuestra conciencia es circular. Es por eso que en la vejez nos comportamos como niños. El círculo es completo.

No importa cuántas palabras sean dichas, sólo se mueven en círculo. Las palabras dan vueltas; no pueden caminar rectas. Si caminas recto, caminarás fuera de ellas, dentro de un mundo sin palabras. Pero como vivimos en las palabras, si tengo que decir algo contra las palabras, tengo que usar palabras para decirlo. Esto es un tipo de locura, pero no soy culpable. Hablo con el conocimiento de que sin palabras ustedes no entenderían y luego hablo contra las palabras con la esperanza de que no se apeguen a ellas. Si esto sucede, sólo así seré capaz de transmitir lo que quiero.

Si sólo entienden mis palabras, se perderán lo que quiero decir. Tendrán que entender mis palabras, pero, junto con eso, cualquier cosa que indique con ellas acerca del mundo sin palabras también ha de ser entendido. Entonces, continuaré hablando en contra de las escrituras, aunque lo que estoy diciendo pueda, en sí mismo, volverse una escritura. Todas las escrituras se hacen así. No hay ninguna escritura valiosa en la que no encuentres declaraciones contra las palabras. Eso significa que no hay escritura que no contenga declaraciones contra las mismas escrituras, ya sea el Gita, o el Corán, o la Biblia, o incluso con Mahavira o Buda.

No hay razón para creer que pueda suceder algo diferente conmigo. El mismo efecto imposible continuará. Mientras hablo una y otra vez contra las palabras, habré hablado muchas palabras. Alguno que otro podrá atraparlas y sostenerlas y hacer de ellas escrituras. Pero no puedo parar de hablar, porque hay una oportunidad en cien de que se vuelvan escrituras. Sólo si dejo de hablar habrá un seguro contra esa única posibilidad. Sin embargo, no hay ninguna base para ese miedo, porque alguien vendrá después de algún tiempo y hablará en contra de mis palabras y de las escrituras que surgieron de ellas. ¡Hace falta que no haya miedo!

Pero aquí sucede algo extraño: en el futuro, mi trabajo en este mundo lo llevará más lejos la misma persona que hable en contra mía. Ahora esto es así: si alguien quiere trabajar a favor de Buda, tendrá que hablar en contra de Buda. Las palabras de Buda. Las palabras han sido recogidas por muchos como piedras viejas, y estas piedras no pueden ser removidas hasta que se remueva a Buda. Con la deificación de Buda, estas piedras se han alojado dentro del pecho de las gentes que las han recogido. Si hay que remover las piedras, Buda también tendrá que ser derribado; de otra manera, permanecerán las piedras.

Ahora podrán entender mi impotencia. Podrán entender por qué tengo que hablar en contra de Buda, aunque sepa muy bien que estoy haciendo su trabajo. Pero ¿de qué otra manera se puede mover a los que se apegan al nombre o a las palabras de Buda? Hasta que se mueva Buda ellos, no podrán moverse. Para moverlos tenemos que molestarnos en disturbar a Buda sin necesidad.

Mientras no se aparten los Vedas, no hay forma de mover a esa gente. Se apegan a los Vedas. Mientras un hombre no esté convencido de que los Vedas son inútiles, no los va soltar. Si de una vez por todas se puede vaciar la mente, se puede hacer algo más.

Pero después de este proceso de vaciado diré las mismas cosas que han dicho los Vedas. Entonces, las dificultades se incrementan más. Surgen a la vida, sin necesidad, amigos falsos y enemigos falsos. Tal como son las cosas, noventa y nueve veces de cien, uno encuentra falsos amigos y falsos enemigos. Un amigo falso es quien toma lo que hablo como escrituras y un enemigo falso es quien cree que hablo en contra de las escrituras y que soy un enemigo de las escrituras. Pero las cosas son así. Es inevitable que así lo sea, y no hay necesidad de que nos preocupemos por eso. Tal es la situación.

* * *

¿Así que usted no quiere escribir?

No, no quiero escribir. Existen muchas razones por las que no quiero escribir. Es absurdo e inútil escribir. Es inútil, porque, ¿para quién voy a escribir? Escribir, a mí, me parece como hacer una carta sin conocer la dirección. ¿Cómo la puedo poner en un sobre y despacharla sin conocer la dirección?

Una declaración siempre va dirigida. Escriben aquellos que quieren dirigirse a las masas. Ésa es la manera en que se dirigen a una multitud desconocida. Pero entre más desconocida es la multitud, menor serán las cosas que se pueden decir. Y entre más cercano y más conocido sea a lo que se dirige el individuo, más profundo podrá ser el diálogo.

Las verdades profundas sólo pueden ser dichas a una persona en particular. A una multitud sólo se pueden decir cosas simples y temporales. Mientras más grande sea la multitud, menor será el entendimiento, y entre más desconocida sea la multitud, más debe actuar uno con la suposición de que no habrá entendimiento. Entonces, mientras más dirigida a las masa sea la literatura, más deberá ser aterrizada y simple. No es posible volar por los cielos con esta clase de literatura.

Si encuentran matices delicados en los significados de la poesía de Kalidas y no los encuentran en la de los poetas modernos, esto no es debido a ninguna diferencia entre Kalidas y los poetas modernos. Esto es porque la poesía de Kalidas era dirigida y recitada en la presencia de un emperador y unas pocas personas selectas, mientras que la poesía moderna se imprime en el periódico. Se puede leer el periódico mientras se toma té en una casa de té, y al mismo tiempo se comen cacahuates, y se fuma. Al poema sólo se le da un vistazo. ¿Para quién fue escrito entonces? Al poeta moderno no le importa saber. Él escribe para todos, para el menor denominador común. Mientras escribe, debe tomar en cuenta a todos.

Mi problema es que me resulta difícil relatar la verdad aun a aquellos que son los mejores entre nosotros. Para aquellos que son menos que los mejores, para el hombre común, no aparece la posibilidad de que sea relatada la verdad. Sólo aquellos de nosotros que estamos entre los pocos elegidos podemos entender los asuntos más profundos. Pero aun dentro de estos pocos elegidos, noventa y nueve de cien no percibirán lo que he dicho. Entonces, no tiene sentido decir tales cosas a una multitud, y sólo se escribe para una multitud.

También hay otra razón para no escribir. Creo que como el medio hace uso de los cambios, el contenido también cambia. Con los cambios del medio, el asunto subjetivo no permanece igual. El medio tiene sus propias condiciones y cambia lo que se ha dicho.

Esto no es fácilmente entendible. Cuando estoy hablando, hay un tipo de medio. Toda la línea de comunicación está viva. El escucha está viviendo y yo también estoy viviendo. Cuando yo hablo, el escucha no sólo escucha: también ve. Los cambios de expresión de mi rostro, los cambios diminutos reflejados en mis ojos, mi dedo levantándose y bajando; él ve todo. No sólo escucha mis palabras, también ve el movimiento de mis labios. No sólo son mis palabras las que hablan, también son mis labios los que hablan. Mis ojos también dicen algo. El escucha toma todo esto. El contenido de lo que he dicho será diferente en la mente de un escucha que en la mente de un lector, porque todo se habrá vuelto parte de esto.

Cuando alguien lee un libro, entonces, en lugar de mí, sólo habrá letras y tinta negras; nada más; yo y la tinta negra no somos equivalentes. No hay un dar y recibir. En los caracteres no aparecen los gestos y los cambios de expresión, no son creadas las imágenes o las escenas. No hay vida; es un mensaje muerto. Cuando alguien está leyendo un libro, se pierde una parte muy significativa del mensaje que permanecería viva mientras estoy hablando. En las manos del lector sólo hay declaraciones muertas.

Es interesante hacer notar que un lector podrá estar menos atento de lo que ha de estar un escucha. Cuando una persona escucha, el grado de atención que está poniendo es mucho mayor que cuando lee. Mientras se escucha, uno debe poner completa atención y concentración, porque lo que se ha dicho no será repetido. No se pueden revivir partes que no fueron entendidas o parcialmente entendidas: éstas se pierden. Cada momento que estoy hablando, lo que se está diciendo se pierde en un abismo sin fondo. Si lograron atraparlo, lo atraparon. De otra manera, fluye lejos y no regresará.

Mientras se lee un libro, no hay ese temor, porque pueden releerlo, la misma página, una y otra vez. Entonces, mientras se lee un libro, no hay necesidad de estar muy atento. Es por eso que el día en que las palabras empezaron a escribirse fue el día en que se disminuyó la atención. Estaba destinado a ser así.

 

Con un libro, si no han entendido algo, pueden volver la página y leerla de nuevo. Pero no es posible regresar lo que hablo. Lo que se dejó pasar se perdió. El conocimiento de lo que se dijo se pierde para siempre; si se pierde, no puede ser repetido. Esto mantiene su atención en el punto más alto. Ayuda a mantener su conciencia en alerta máxima. Cuando leen en el ocio, no hay daño si algo se pierde, lo pueden leer otra vez. Con un libro, el entendimiento es menor y se incrementa la necesidad de repetición. En la medida que decrece la atención, el entendimiento también decrece.

Por tanto, no es por falta de razón que Buda, Mahavira, y Jesús, todos, escogieron el discurso como el medio para transmitir su mensaje. Ellos pudieron haber escrito, pero escogieron este método. Lo hicieron por dos razones: una, porque la palabra hablada es un medio que abarca todo; más se puede decir. Hay muchas cosas adheridas a las palabras que se pierden en la escritura.

Si piensan en esto, notarán que las novelas perdieron importancia el día que empezaron las películas. Esto se debe a que las películas hacen que las cosas cobren vida. ¿Quién leería una novela? Es una cosa muerta. La novela no puede vivir mucho tiempo. Podría volverse un arte perdido debido a que ahora tenemos medios que están más vivos, lo que McLuhan llama medioscalientes”. La televisión y las películas son medios vivos, medios “calientes”. Hay calor en su sangre.

Pero la palabra escrita es un medio frío, muerto y frío. En él no hay vida; no fluye la sangre. Hasta su teléfono será obsoleto tan pronto como aparezca la fonovisión, tal como el radio se volvió obsoleto con la llegada de la televisión. El radio se ha vuelto un medio comparativamente frío, mientras que la televisión es un medio caliente. Y para mí, hablar es un medio caliente; en él hay calor y sangre.

Hasta aquí no hemos podido encontrar suficientes formas de enfatizar más sobre las palabras que son escritas. Si quiero enfatizar algo mientras hablo, puedo hablar un poco más fuerte. Puedo cambiar los matices de mi voz, su ritmo; entonces se dirige un énfasis. Pero no hay forma de hacer esto en las palabras de un libro. Las palabras sólo están muertas. En un libro, la palabra amor es amor, ya sea que esté escrita por una persona que esté haciendo el amor, o por alguien que no lo esté haciendo, o por alguien que vive enamorado, o por alguien que no sabe lo que es el amor. No hay matices, ni ritmo, ni ondas, ni vibraciones. Está muerto.

Cuando Jesús dice la palabra plegaria, su significado no es el mismo que cuando otra persona escribe la misma palabra en un libro. Toda la vida de Jesús es una plegaria, desde el principio hasta el fin. Cada partícula de él es una plegaria; cada pulgada de su cuerpo está llena de ella. Entonces, lo que Jesús transmite cuando dice la palabra plegaria es muy diferente a lo que transmite la palabra en un diccionario.

Siempre que uno habla, inmediatamente se crea una especie de afinación, un tomar contacto con el escucha. El alma del orador se aproxima pronto a la del escucha. Se abren las puertas; las defensas del escucha empiezan a ceder.

Cuando están escuchando, si tienen una atención completa, tienen que parar sus pensamientos. Entre más atentos estén mientras escuchan, menos pensarán. Se abren sus puertas, se vuelven más receptivos al otro. Ahora algo puede entrar directamente sin ser entorpecido, ustedes y el orador se llegan a conocer el uno al otro. Y en un sentido muy profundo, se establece una relación armoniosa. El discurso llega sin nada; sin embargo, hace un eco profundo en el escucha.

No se puede establecer una relación como ésta cuando uno está leyendo, porque el escritor está ausente. Cuando están leyendo, si no entienden algo, automáticamente tienen que hacer un intento para entenderlo. Pero cuando escuchan, entenderán sin ningún esfuerzo.

Si están leyendo un libro basado en un discurso mío que ha sido transcrito literalmente, entonces, olvidarán que están leyendo, porque me conocen. Después de pocos minutos sienten que no están leyendo, que están escuchando. Pero si se cambian las palabras o se cambia ligeramente el estilo en la transcripción, se romperá el ritmo y la armonización Cuando aquellos que me han escuchado alguna vez leen lo que he hablado, leerme es tan bueno como escucharme. Pero hay una diferencia, porque incluso un cambio en el ambiente cambia la intención de lo dicho.

La dificultad es que lo que estoy tratando de decir cambia de acuerdo con la forma de expresión. Si uso poesía, se impondrán sus propias condiciones: un arreglo particular de palabras, el rechazo o la selección de un tema en particular, el rompimiento o la eliminación de cosas particulares. Si es necesario expresar la misma cosa en prosa, el contenido será completamente diferente.

Es por eso que, en su mayoría, todos los grandes libros del mundo han sido escritos en forma poética. Lo que se dijo estaba tan lejano de la lógica, que era difícil expresarlo en forma de prosa. La prosa es muy lógica; la poesía es muy ilógica. La falta de lógica es permitida y perdonada en la poesía, pero no en la prosa. En la poesía, si en algunos lugares vas un poco más allá del entendimiento lógico, tienes licencia para hacerlo. No así en la prosa.

Debido a que la poesía profunda es ilógica, la prosa profunda debe ser lógica. Si tratan de escribir los Upanishads o el Guita en prosa, encontrarán que se pierde lo que les da vida. El medio cambió y lo que era hermoso en poesía en prosa es torpe y pesado. No tienen lógica, pero la prosa tratará de que la tengan, porque la prosa está en acuerdo con la lógica.

Los Upanishads fueron recitados en forma de poesía; también el Guita. Pero Buda y Mahavira no hablaron en forma poética. Hay una razón para este cambio. Desde el tiempo en el que se escribieron los Upanishads y el Guita, el mundo ha cambiado. El periodo cuando fueron escritos era, en cierto sentido, poético. La gente era sencilla y franca: no había demanda para la lógica. Si se les hubiera dicho: “Dios es”, ellos simplemente dirían “sí”; no darían la vuelta para preguntar: “¿Qué es Dios? ¿Cómo es su apariencia?”

Si vemos cómo son los niños, tendremos una idea de qué clase de gentes debieron haber sido en esos días. Un niño podría hacer una pregunta muy difícil y, sin embargo, estaría satisfecho con una respuesta simple. Un niño puede preguntar de donde vinieron su pequeño hermano o hermana. Le respondes que él o ella fueron traídos por una cigüeña y él queda satisfecho. Luego se va corriendo a jugar. Ha hecho una pregunta muy difícil a la que ni una inteligencia elevada es capaz de responder correctamente. El niño pregunta la más básica pregunta fundamental “¿De donde vienen los niños?”, ustedes contestan que los trajo una cigüeña, y acabándolo de decir, el niño ya se ha ido. Queda complacido con una respuesta muy simple. Y entre más poética sea la respuesta, más complacido quedará. Es por eso que en los libros para niños pequeños tenemos que usar poesía. La poesía alcanza muy rápido el corazón de un niño. Hay un ritmo y una melodía en ella que alcanza rápido su mente. El niño vive en un mundo de ritmo y melodía.