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Neoliberalismo. Aproximaciones a un debate

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Pero, ¿de quien es la culpa que la pieza dramática no haya satisfecho a los espectadores? ¿Es culpa del guión? ¿Es culpa de los actores, que resultaron ser malos actores? ¿Es culpa del director de la obra? Son preguntas que no pueden dejarse de lado. Nuestra lectura de los sucesos post 2019 es que las fallas hay que buscarlas principalmente en los actores y en la dirección, mucho más que en el guión. Es seguro que este último requiere cambios, pero no hay por qué tirar al bebé junto con el agua de la bañera. Nuestra tesis es que estamos en presencia de un guión que admite muchas variantes y en procesos graduales de ajustes, no es un texto fijo y bíblico. Le deja muchos espacios al director y a los actores, pero éstos tienen que saber operar, entenderlo y adaptarlo a los muchos públicos que pueden concurrir a participar. Dicho en palabras más simples y menos figurativas, la propuesta estratégica que ha seguido Chile en los últimos treinta años ha sido la adecuada, para los tiempos que corren, pero ha requerido adaptaciones y cambios, muchos de los cuales han sido propuestos pero no todos llevados a cabo, por lo que siguen siendo asignaturas pendientes. Y, por cierto, los actores son fundamentales. La elección para la Convención Constituyente de 2021 mostró un contundente rechazo a la elite política y sus partidos. Sin una renovación de la clase política y de sus instituciones será difícil conectar las estrategias con la sociedad48.

A futuro, en cada uno de los aspectos señalados que son cruciales al neoliberalismo, los balances pueden modificarse en un sentido u otro mediante las políticas públicas y las acciones de los gobiernos, algunas de las cuales pueden requerir reformas más o menos profundas, dependiendo de las circunstancias nacionales e internacionales. Al inicio de la tercera década del siglo XXI la evidencia sugiere la necesidad de un programa de reformas a corto, mediano y largo plazo, en la política, en la economía, en la institucionalidad social, con firme asidero en las nuevas realidades y en las experiencias conocidas.

En el nivel político, que es donde la desconfianza popular es la más alta en Chile, ciertamente se requiere de reformas institucionales que mejoren la calidad de los partidos políticos, su representatividad y los mecanismos de validación (régimen electoral), así como el carácter del régimen de gobierno que ha mostrado síntomas crecientes de fatiga y deterioro, haciendo muy difícil el juego entre gobierno y oposición. Mientras escribimos este ensayo, Chile está por iniciar un proceso constituyente que definirá las nuevas reglas del juego. De ello dependerá el carácter del régimen político futuro y su impacto en la gobernabilidad. Una nueva Constitución Política no entregará de por sí las soluciones a los múltiples problemas y demandas de la ciudadanía. Esto dependerá mucho más de las estrategias de desarrollo, de las políticas públicas y de la gobernabilidad que el país logre alcanzar. La Constitución tendrá que ofrecer el marco institucional más amplio dentro del cual puedan funcionar las dirigencias públicas, los organismos estatales, los poderes del Estado, las formas de representación y sus relaciones recíprocas.

En el nivel social, hay consenso en que el sistema de pensiones requiere una reforma que le dé más solidaridad, basada en impuestos generales de la nación, con equidad y progresividad pero también eficacia fiscal y económica, sin desarticular las bases financieras del ahorro individual sobre las cuales descansa, como también ir al cambio de los parámetros demográficos que las determinan (edad de jubilación y tasa de cotización). La educación sigue siendo una asignatura pendiente, especialmente en relación a su calidad y focalización hacia los segmentos de la educación parvularia y primaria, las edades cruciales para el desarrollo integral de los niños49. La salud también requiere una reforma integral para ir a un plan universal e integrado de salud.

En la economía hay una alta demanda por la diversificación productiva, que no implica necesariamente prescindir del acervo de recursos naturales del país, pero sí avanzar en la incorporación de más ciencia, tecnología, capacitación, valor agregado, consideración por los efectos medioambientales y socioterritoriales, así como llevar el desarrollo a las regiones y localidades, basado en la idea de sinergias productivas50. Pero que la cultura del emprendimiento y del esfuerzo propio se hayan asentado en la cultura política y social es un progreso en relación a la experiencia histórica del siglo XX.

A un nivel más global, no cabe duda de que una reforma del Estado en profundidad es el requerimiento más urgente. La experiencia de todos los países que se han desarrollado es que a mayor nivel de desarrollo se requiere un Estado moderno, más capaz y eficiente, con más recursos, más calidad de sus servicios y de sus servidores. Si es necesario que el Estado emprenda actividades que superan al sector privado, bienvenidas sean. Este puede ser el caso frente a los enormes desafíos que el país enfrenta a futuro, como son responder al cambio climático, rescatar y proteger el medio ambiente, incluyendo las comunidades locales que se ven afectadas por la explotación de los recursos naturales, expandir las capacidades de las tecnologías digitales a toda la población, desarrollar las infraestructuras urbanas con un sentido de comunidad y de integración social, implementar una institucionalidad eficaz para la seguridad ciudadana y el control del crimen organizado, por mencionar algunos. Respuestas eficaces a estos desafíos con un sentido de comunidad, incluyendo por cierto aquéllos que han estado en la agenda social por mucho tiempo es el camino para abordar también el problema de la desigualdad social y económica. Por cierto, sólo enumerar los desafíos de tal agenda muestra la enormidad de la tarea. Aun para un Estado fuerte y capaz ésta puede ser superior a sus capacidades. La cooperación público-privada es insustituible.

El mundo cambió y es el que es. La rueda de la fortuna no se ha clavado y cualquier cosa es posible. Los populismos de cualquier signo que están a la vuelta de la esquina, los movimientos de ultraderecha y lindantes con el fascismo en Europa, la emergencia de la nueva superpotencia que es China, los movimientos migratorios, las consecuencias del cambio climático, las tecnologías digitalizadas y sus impactos en los empleos son las nuevas circunstancias a enfrentar. La pandemia sólo ha hecho las cosas más difíciles, lo que debería alertar contra las soluciones fáciles y populistas. No hay atajos.

2. EL DESPRESTIGIO DE LA CLASE EMPRESARIAL51

La primera mitad del siglo XX fue la del ascenso de las clases medias, especialmente por la expansión de la educación y la construcción de viviendas urbanas, sobrias pero cómodas y decentes. Para las generaciones que no tuvimos que sufrir las consecuencias de las dos guerras mundiales y la Gran Depresión de los años 30, y que crecimos con las pequeñas holguras de la post-guerra, en los últimos decenios del siglo el mundo se volvió loco. Esa estrechez financiera que conocimos en nuestra infancia fue sustituida por una abundancia de dinero sin precedentes. A fines de los años 70 los bancos se llenaron de dinero para prestar y aparecieron instituciones financieras dispuestas a pagar (y cobrar no tan) generosos intereses. Se produjo un carrusel monetario en que aparentemente todos ganaban. La gente se podía endeudar casi sin límites para comprar cosas que nunca antes estuvieron a su alcance, y también podía depositar sus ahorros para ganar intereses fabulosos. Se habló de la “plata dulce”, la plata fácil. Por supuesto, algo andaba mal. Esos milagros no existen. Cuando el carrusel se detuvo, muchos se quedaron con deudas enormes que ya no podían refinanciar y los que esperaban ganar altos intereses por sus ahorros, los vieron esfumarse en menos tiempo de lo que canta un gallo.

Familias que, a pesar de ser solventes, educadas y cultas, creyeron en la gallina de los huevos de oro. Vendieron sus viviendas familiares para especular en esas financieras. En pocos años estuvieron arruinados. Se convirtieron en arrendatarios de departamentos cada vez más modestos, a medida que sus escasas pensiones, de las antiguas cajas de previsión, se achicaban con la inflación. Tuvieron que terminar sus días en modestos hogares de reposo.

Un famoso economista norteamericano, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía en 2009, escribió que los deudores de préstamos de consumo son los nuevos esclavos del siglo XXI. Tienen que trabajar de por vida para pagar sus dividendos a los bancos y financieras, que les cobran las más altas tasas de interés que son capaces (o incapaces) de soportar. Los atrasos se convierten en nueva deuda que se agrega a la anterior (más comisiones y gastos de cobranza), y comienza a generar nuevos pagos de intereses y así sucesivamente.

Estas malas prácticas y abusos abundan ahora en el mundo financiero, pero por décadas, durante la mayor parte del siglo XX, en los tiempos en que el Estado estimuló el desarrollo industrial a través del proteccionismo, los mayores incentivos de los empresarios estaban en los privilegios que podrían obtener de ese sistema proteccionista. Se formaban lobbies y grupos de presión para influir sobre las autoridades y lograr una mejor tasa aduanera, o el acceso a un crédito privilegiado, o un mercado cautivo incluso a costa de la prohibición de importar productos competitivos. Siempre había alguna justificación para tales presiones, como crear nuevas fuentes de trabajo, o estimular el desarrollo de una región. Con el tiempo, y a medida que se generó mayor conocimiento sobre los efectos y consecuencias de esas políticas, se introdujo más racionalidad en las políticas industriales y eventualmente, se avanzó a la estrategia de mercados más abiertos y competitivos.

 

Escándalos financieros en las elites económicas: el caso de La Polar

Pero si con las nuevas estrategias de fines de siglo se introdujo más racionalidad en las estructuras de competencia de los mercados de los llamados bienes transables, es decir, los que son susceptibles de comercio internacional, no se ha impedido que surjan otras formas de abusos en contra de los consumidores, de los deudores o de los accionistas minoritarios.

Unas son abiertamente fraudulentas, otras son legales y amparadas en instituciones que se han inventado, aparentemente para hacer más eficientes los sistemas financieros, pero que por su opacidad y falta de transparencia han terminado arruinando a medio mundo. No se puede afirmar que todos los empresarios sean acreedores a juicios condenatorios. Es seguro que hay una enorme cantidad de gente honesta entre ellos, que ha logrado sus altas posiciones en base a esfuerzo, creatividad, ingenio, inteligencia. Pero, lamentablemente, abundan también los deshonestos, ya sea por oportunismo o por otras razones, que desprestigian a la clase empresarial con conductas reñidas con un espíritu cívico, civilizado52.

A mediados del año 2011, se desató el que quizás sea el mayor escándalo financiero en Chile desde los años 80. La cadena de multitiendas La Polar que, siguiendo el modelo de casi todas sus similares como Falabella o Almacenes Paris, creó un sistema dual, en que la tienda que vende toda clase de productos para el hogar, es apoyada por una división financiera que ofrece tarjetas de crédito de consumo con pagos en cuotas a muchos meses plazo. Esta división financiera es la que les genera la mayor parte de las ganancias, por los intereses que cobran, que normalmente son muy altos, por el supuesto riesgo que corren. La gente, en general no tiene conciencia de lo que paga por intereses excesivos. La Polar se había especializado en el crédito a los sectores de más bajos ingresos, y por lo tanto, de mayores riesgos. En la medida que muchos de sus clientes no pagaron sus cuotas y pasaron a ser morosos, en vez de informar a las autoridades sobre estas deudas vencidas, obligación contable, la empresa decidió repactarles la deuda en forma unilateral y sin informarles, es decir, sin comunicarles a los afectados.

Estas repactaciones tuvieron dos consecuencias que beneficiaron enorme y ficticiamente a la empresa: por una parte, les capitalizaron a sus deudores, es decir, les acumularon los intereses atrasados con un recargo, por ser morosos y por supuestos gastos de cobranza que no tuvieron; y esta deuda recapitalizada la distribuyeron en cuotas a futuro con los intereses más altos que podían aplicar. Así, la empresa se hizo acreedora a intereses abusivos, impuestos unilateralmente.

La segunda consecuencia fue que gracias a esta manipulación, las deudas morosas no aparecieron como tales en sus balances, sino como deudas vigentes, lo que les permitió evadir las mayores reservas financieras que necesariamente deberían haber hecho cuando hay deudas atrasadas. Al no hacer esas reservas, las utilidades se abultaron, los gerentes ganaron más bonos por desempeño y las acciones subieron de precio en forma espectacular, al punto que todas las corredoras de bolsa les recomendaron a sus clientes comprar estas acciones. Mientras tanto, los gerentes y directores vendieron sus propias acciones a esos altos precios, haciendo pingües ganancias. Estos trucos fueron muy bien hechos, lo que les permitió a sus autores engañar a su propio Directorio, a la empresa de auditoría que debía revisar los balances, a las autoridades reguladoras de la Superintendencia, a los accionistas y a las propias corredoras de bolsa. Adicionalmente, engañaron a sus clientes al repactarlos en condiciones leoninas sin informarles. El escándalo explotó, las acciones se vinieron al suelo y todo el sistema financiero chileno se remeció. Los responsables terminaron en la cárcel, echándose la culpa unos a otros, pero no es seguro que las penas y sanciones hayan sido proporcionales a los daños que causaron.

Otros botones de muestra

Desgraciadamente, estos escándalos empresariales no son casos aislados. Todos los días salen a la luz pública las mil formas de abusos que cometen algunas empresas, amparadas en la complejidad de sus operaciones y en la opacidad de la información que entregan. Las sociedades anónimas son sociedades que se organizan de cara al público. El nombre español de “anónimas” es indicativo de la opacidad que a menudo buscan sus ejecutivos. En inglés la expresión es “public Corporation”, que expresa inequívocamente lo contrario, que tienen una responsabilidad pública y como tales deben regularse por leyes estrictas.

Al escándalo de La Polar se añaden otros botones de muestra. Uno fue la colusión de las grandes cadenas de farmacia para subir los precios de los medicamentos. Es algo penado por la ley de la libre competencia. Fueron demandadas y sancionadas, pero sin que estos castigos les hicieran mucho daño. Alguien justificó esa colusión, ingenuamente, aduciendo que sólo tenía por objeto revertir una guerra de precios anterior y restablecer los precios a su nivel normal. ¡Pero si el objetivo de la libre competencia es justamente ése, bajar los precios en beneficio de los consumidores! Coludirse para restablecerlos es exactamente la práctica condenable de organizar un cartel o un monopolio para mantener los precios altos, algo desautorizado incluso por Adam Smith.

Hay otros abusos más sutiles, legales. Es frecuente que las empresas, para financiar sus nuevas inversiones que les permitan crecer, realicen un aumento de capital, que consiste en la emisión de nuevas acciones por una determinada cantidad, que salen al mercado, a la bolsa. La alternativa es recurrir a un endeudamiento, por ejemplo, a través de la emisión de bonos. La diferencia es que con el aumento de capital los riesgos son repartidos con los nuevos accionistas, que asumen las ganancias o pérdidas de la gestión, mientras que al emitir bonos, el riesgo futuro sigue concentrado en los antiguos accionistas. Lo que parece una inocente actividad de financiamiento, como la emisión de nuevas acciones, puede ocultar engaños importantes y eventuales riesgos para los accionistas antiguos. En primer lugar, el capital tiene que repartirse entre un mayor número de accionistas por lo cual el valor de la acción podría caer en primera instancia. Por supuesto, si la inversión es buena y rentable, a la larga todos podrían ganar porque la empresa se revalorizaría. El problema es que hay que tener buena información sobre la calidad de la inversión que la empresa va a hacer y eso sólo lo saben unos pocos.

Una gran sociedad anónima eléctrica, Enersis Chile, anunció aumento de capital a fines de julio de 2012. Uno de los accionistas miembro del Directorio, la Administradora de Fondos de Pensiones Habitat, rechazó el aumento. Había investigado más a fondo los planes de inversión y descubrió que existía la intención de invertir en la compra de otras empresas eléctricas, que eran filiales de la empresa matriz de Enersis, Endesa España. Esta última, necesitada de fondos por la crisis económica en España, estuvo vendiendo activos en América Latina para hacer caja. Pero Habitat descubrió que la intención de los accionistas controladores de Enersis (Endesa España) era venderle a esta empresa chilena esas otras filiales a precios superiores a los de mercado. En otras palabras, Enersis Chile invertiría el aumento de capital en comprar empresas que valían menos que la inversión. Para la matriz, Endesa España, habría sido un gran negocio, pero para los accionistas de Enersis Chile, un pésimo negocio. Otra forma de estrategia financiera, de dudosa ética y responsabilidad social. Dicho sea de paso, una conclusión adicional es que gracias a la buena información que la AFP Habitat pudo obtener, lo que le habría sido muy difícil a un pequeño accionista individual, esa operación se pudo descubrir y bloquear.

Otro caso más reciente de escándalo financiero protagonizado por una empresa de gran envergadura, o más bien, por un grupo económico ligado a la propiedad de la Sociedad Química y Minera de Chile (Soquimich), ocurrió en 2014. Fue conocido como el “caso Cascadas”. Se trata de que el grupo controlador tenía organizado un sistema de sociedades de inversión en cascada, es decir, unas eran propietarias de otras y así hasta llegar a la empresa verdaderamente productiva, con un grupo de personas que aparecían como propietarios y directores de todas las sociedades. Entre esas sociedades de inversión hubo ventas de acciones a precios que no eran de mercado, con el resultado final de que los perjudicados fueron los accionistas minoritarios. El caso fue denunciado por la Superintendencia de Valores y Sociedades Anónimas, pero los controladores tuvieron la audacia de denunciar al Superintendente por abuso de funciones. Ese fue sólo un primer capítulo de denuncias a la empresa Soquimich. Faltaba otro capítulo, aún más devastador para el sistema político, que emergió violentamente a principios de 2015, cuando se dio a conocer que esa empresa era una verdadera caja pagadora para muchos políticos, de todos los colores políticos, a través de boletas de honorarios calificadas de “ideológicamente falsas”. Esto surgió como una arista del caso Penta.

El dinero y la política

El llamado caso Penta remeció hasta sus cimientos a la elite económica chilena. Explotó a fines de 2014. Un importante grupo económico formado por dos empresarios muy exitosos, prestigiados y extremadamente poderosos, fue denunciado por el Servicio de Impuestos Internos y por el Ministerio Público, por reiterados delitos económicos destinados a traspasar fondos a dirigentes políticos del partido UDI. Esos delitos consistieron en emitir boletas por supuestas asesorías, cuyos fondos llegarían eventualmente a las arcas de ese partido político. Estas operaciones no sólo fueron denunciadas como delitos económicos sino también como violaciones a la ley electoral. Esta regula el financiamiento que las empresas pueden aportar a los partidos políticos o sus candidatos a elecciones populares. Ese grupo hizo caso omiso de esas regulaciones mediante la figura de la contratación de servicios pagados con boletas de honorarios, servicios no prestados en realidad. El caso remeció a la política chilena y al mundo empresarial porque demostró una forma de evadir la ley de financiamiento de la política y también que la justicia ya no hace distingos por status, como siempre se sospechó en la tradición popular.

Lo notable es que simultáneamente explotó otro episodio de bochorno financiero, esta vez protagonizado por el hijo de la presidenta Bachelet. Una pequeña sociedad de propiedad de su esposa, Caval, pudo obtener un crédito multimillonario para realizar una operación especulativa y muy jugosa con terrenos sujetos a un proceso de cambio del respectivo plano regulador, lo que le aumentaría su valor en forma desmedida. Ese crédito no se habría otorgado si el hijo de la presidenta no hubiera estado relacionado con la operación. Las consecuencias judiciales eran impredecibles, pero el daño político que se les hizo al gobierno y a la presidenta fue enorme, magnificadas por las tibias reacciones de su entorno político ante la publicidad que el episodio generó.

Estos últimos casos muestran lo espúreas que pueden ser las relaciones entre el dinero y la política, cuestión que ha adquirido una importancia cada vez mayor en el debate público. Incide directamente en la calidad de la democracia.

Paraísos fiscales

Los paraísos fiscales han sido canales predilectos del capitalismo desenfrenado de fines del siglo XX para generar ganancias en forma ilegítima. También le han servido al narcotráfico, al crimen organizado, al comercio de esclavos, para blanquear sus ganancias, pero es una puerta abierta para que los capitales legalmente constituidos puedan escabullir sus obligaciones tributarias. Son países muy laxos para cobrar impuestos a las empresas, lo hacen a tasas muy bajas o no cobran del todo. Los más conocidos son las islas del Caribe como las Caimán, Islas Vírgenes, Islas Marshall, Panamá, pero también respetables países europeos, que por ser tan pequeños no pueden tener industrias y se especializan en las finanzas o en los casinos, como Mónaco, Luxemburgo, Liechtenstein y otros principados europeos que subsistieron a la formación de los grandes estados nacionales en el siglo XIX53.

Una gran empresa puede abrir una filial en alguno de esos países, por ejemplo, Luxemburgo. La filial es una empresa pantalla, sólo con un domicilio y una mínima infraestructura, un pequeño departamento residencial, por ejemplo, y un par de empleados. La empresa matriz desvía una buena parte de sus ingresos desde el país de origen a esa filial, por lo que aquella termina con pérdidas. Pero la filial le hace un préstamo a la matriz para financiarse, por el cual ésta paga intereses a la filial. Estos se descuentan de las utilidades. En el balance final, la empresa matriz original aparece con muy pocas utilidades o con pérdidas, por lo que no paga impuestos en su país de origen. La filial en Luxemburgo debería pagar, pero como los impuestos son bajos, paga muchísimo menos. Así el capital se va acumulando en Luxemburgo, desde donde se asigna a los destinos que decidan los ejecutivos de la matriz y por supuesto, a pagar seguramente generosos bonos u honorarios a sus ejecutivos, o comprar otras empresas en otras partes del mundo donde pueden continuar la cadena.

 

En Chile, sin necesidad de paraísos fiscales (aunque sin descartarlos, como quedó en evidencia con un ex candidato presidencial en la campaña de 2013, quien tuvo que renunciar a su candidatura al descubrirse que mantenía inversiones en uno de esos paraísos fiscales), las familias más ricas del país suelen crear sociedades de inversión hacia donde desvían sus ingresos y sus gastos personales. Hasta antes de la reforma tributaria de 2014 les resultaba muy ventajoso, porque los impuestos que pagaban las empresas eran más bajos que los que corresponderían a los tramos más altos del impuesto a las personas. La reforma tributaria de ese año disminuyó fuertemente ese incentivo al aumentar el impuesto a las empresas y disminuir el tramo más alto del impuesto personal. Adicionalmente, se supuso que se establecería un control mucho más minucioso de los gastos contabilizados como costos de las empresas.

Ese incentivo a la evasión era la razón de que en los supermercados las cajeras preguntaran siempre al momento de pasar la cuenta, si el cliente quería ¿boleta o factura? Quienes disponen de sociedades pueden pedir factura y así, pasarla a la contabilidad como un costo de la empresa.

Los riesgos de la deslegitimación de la elite económica y del gran empresariado

¿Estamos viviendo en un mundo de lobos? Los ciudadanos comunes y corrientes, ¿tenemos que vivir cuidándonos en cada esquina de un peligro que nos acecha, no sólo del delincuente común, sino también de quienes se supone deben aportar a una sociedad más justa y digna? Es un gran dilema. Pueden parecer preguntas pesimistas. Pero, en último término, Chile tiene un andamiaje sólido y, paradojalmente, el hecho de que los escándalos mencionados hayan salido a la luz pública (antiguamente no salían) y las instituciones estén funcionando para sancionar esas conductas, habla bien del país. Pero las heridas hay que abrirlas y exponerlas para curarlas.

Esa forma indecorosa de hacer utilidades y de influir en la política desprestigia al empresariado. La falta de pudor para inventar fórmulas que le permitan lograr ganancias descomunales a costa de miles de consumidores y de accionistas pequeños que arriesgan sus ahorros, suscita rabias, indignación y condena. Estos abusos han contribuido a concentrar la riqueza, pero ante el juicio ciudadano se trata de riquezas mal habidas, ilegítimas54. Y ello ocurre en un tiempo en que las demandas ciudadanas y las agendas públicas están focalizadas en el mejoramiento de la equidad distributiva, en la disminución de las desigualdades extremas y en la inclusión social.

Lo grave es que esas conductas crean un clima muy antagónico hacia la empresa privada, tendencia peligrosa porque no cabe duda de que la empresa es un motor indispensable de la economía. Pero debe tener legitimidad y responsabilidad, o de lo contrario surgirá, como ha estado ocurriendo, toda clase de protestas y de rechazo social, con consecuencias imprevisibles. La empresa tiene que funcionar en un marco económico dinámico, pero también en una democracia transparente.

El capitalismo es un sistema que le ha producido grandes beneficios a la humanidad, de todo orden. Esto es reconocido mundialmente, no obstante todas las críticas que se le pueden hacer al sistema, sobre todo después del fracaso estrepitoso de los sistemas de planificación centralizada de los países socialistas55. Los pocos países socialistas que quedan, como China, Vietnam y algunos otros, están optando por combinar un capitalismo muy regulado con sus sistemas de planificación central, con resultados espectaculares. China ha emergido como la nueva potencia económica mundial que probablemente va a superar a Estados Unidos hacia mediados del siglo XXI, aunque su esfera política sigue siendo opaca, hermética y no democrática, con partido único. En América Latina, los países que optaron por unos sistemas populistas de izquierda, con Estados y clases dirigentes muy corrompidos como Venezuela o Argentina, han enfrentado una decadencia de sus economías y de sus sistemas políticos que al momento de escribir estas líneas parece ser catastrófica. Cuba es un caso aparte de sobrevivencia del socialismo en un país latinoamericano, y aunque la población se benefició de numerosos programas sociales, la isla ha permanecido en la pobreza general por demasiado tiempo y sometida a un régimen de partido único y sin las libertades democráticas. Chile ha logrado un prestigio internacional por sus instituciones, que últimamente han sido sometidas a prueba, pero no es inmune a su decadencia.

La clave para salir adelante está en el diseño de un tipo de capitalismo sometido a reglas y regulaciones, fundado en una ética ciudadana, como decía Adam Smith, subordinado a un Estado democrático, fuerte, eficaz, representativo. Ejemplos hay muchos. Los países nórdicos han sido el caso más exitoso de la historia económica moderna, donde supieron combinar un Estado fuerte, democrático, civilizado, con un capitalismo controlado y regulado. Hay también una cuestión fundamental de ética ciudadana. Es el camino más promisorio que se abre a un país como Chile.

Conclusión

Retomando algunas ideas fundamentales de Adam Smith, el llamado padre de la economía política, su reconocimiento histórico se debe al enunciado que hizo de las virtudes del sistema de economía de mercado. Apuntó a que éste es el mejor sistema económico para defender los intereses de los consumidores gracias a la competencia. Pero también argumentó que la eficacia del sistema de mercado supone una sociedad donde prevalezcan las virtudes ciudadanas, entre las cuales destacó la empatía y la consideración de los demás, en abierta alusión a la necesaria cohesión social. Si el egoísmo es una fuerza que impulsa a tomar iniciativas emprendedoras, fuente de bienestar, también puede convertirse en fuente de vicios y desintegración social. Podría considerarse una alusión a las dos almas del ser humano, la del bien y el mal. En su tiempo, este conflicto fue conocido como “el problema de Adam Smith”. Sigue vigente en todos los tiempos.

En nuestros tiempos el problema se agrava por la capacidad que otorgan la tecnología y el conocimiento para crear grandes organizaciones. Estas pueden acceder a muchos mercados, alrededor del mundo, movilizar enormes cantidades de capital y de tecnología, concentrar la riqueza y la capacidad de decidir políticamente. Los dueños del capital tienen una posibilidad de acumulación y aumento de la riqueza gracias a la valorización de sus activos e inversiones. Esta es una fuente permanente de creación de desigualdad, de relaciones espúreas entre el dinero y la política, y de desestabilización de las democracias. En último término, puede ser también fuente de destrucción de las democracias y de la legitimidad de las instituciones.