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La Senda De Los Héroes

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La Senda De Los Héroes
La Senda De Los Héroes
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Czyta Fabio Arciniegas
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La mujer se agachó, sacó la camisa de Thor, lo condujo con firmeza a un cuarto, y cerró la puerta detrás de ellos. Thor estaba decidido a no estar con ella. Tenía en su mente a Gwen, forzando su paso hacia el frente. Esta no era la forma en que él quería tener su primera experiencia.

Pero su mente no escuchaba. Estaba tan ebrio, que apenas podía ver. Y lo último que él recordaba, antes de desmayarse, era que estaba siendo llevado a la cama de una señora, y esperaba lograrlo, antes de caer al suelo.

CAPÍTULO VEINTITRÉS

MacGil abrió bien los ojos, despertado por el golpeteo incesante a su puerta, e inmediatamente deseó no haberlo hecho. Su cabeza se estaba partiendo. La luz del sol brillaba a través de la ventana abierta del castillo, y se dio cuenta de que su rostro estaba pegado en su manta de piel de oveja. Desorientado, trató de recordar. Estaba en casa, en su castillo. Trató de recordar la noche anterior. Se acordó de la cacería. Después, de la taberna en el bosque. De haber bebido demasiado. De alguna manera, él regresó aquí.

Miró alrededor y vio a su esposa, la reina, durmiendo junto a él, bajo las sábanas y despertando lentamente.

El golpeteo se repitió, el ruido horrible de una aldaba de hierro.

"¿Quién podrá ser?", preguntó él, molesto.

MacGil se preguntaba lo mismo. Recordó específicamente haber dejado instrucciones a sus siervos de no despertarlo, especialmente después de la cacería. Habría mucho que pagar por esto.

Probablemente fue su mayordomo, con otro asunto financiero mezquino.

"¡Dejen de estar tocando!", gritó MacGil finalmente, saltando de la cama, sentándose con sus codos en las rodillas y la mano en la cabeza. Se pasó las manos por el pelo sin lavar y la barba, y luego por la cara, tratando de despertarse. La caza y la cerveza, habían pedido mucho de él. Él ya no era tan ágil como solía ser. Los años habían pasado factura; estaba exhausto. En ese momento, sintió ganas de nunca beber de nuevo.

Con un esfuerzo supremo se levantó, apoyándose en sus rodillas y sus pies. Vestido sólo con su bata, cruzó rápidamente la habitación y, finalmente, llegó a la puerta, de treinta centímetros de espesor, agarrando el mango de hierro y tirando de él.

Estaba ahí parado su mejor general, Brom, flanqueado por dos tenientes. Los tenientes bajaron la cabeza en deferencia, pero su general los miró directamente, con una expresión sombría en su rostro. MacGil odiaba que pusiera esa mirada. Siempre significaba que había alguna mala noticia. Era en momentos como estos que él odiaba ser rey. El día anterior había sido un buen día, había habido una gran cacería, y le había recordado cuando él era joven y no tenía preocupaciones. Especialmente pasar toda la noche en la taberna. Ahora, ser despertado con tal rudeza, le quitó toda ilusión a la paz que había tenido.

"Mi señor, lamento despertarlo", dijo Brom.

"Debes lamentarlo", gruñó MacGil. "Más vale que sea importante".

"Lo es", dijo él.

El Rey MacGil vio la seriedad de su rostro, y se volvió y miró por encima del hombro de su reina. Ella había vuelto a dormir.

MacGil hizo un gesto para que entraran, y luego los condujo a través de su amplia habitación y por otra puerta en arco, a una cámara lateral, cerrando la puerta detrás de ellos, para no molestarla. A veces utilizaba esa habitación más pequeña, no mayor de veinte pasos en cada dirección, con algunas sillas cómodas y una gran vidriera, cuando él no tenía ganas de bajar a la gran sala.

"Mi señor, nuestros espías nos han hablado de un contingente McCloud de hombres que viajan al Este, por el Mar de Fabián. Y nuestros exploradores en el sur, informan de una caravana de naves del imperio hacia el norte. Seguramente deben viajar ahí para reunirse con los McCloud".

MacGil trataba de procesar esta información, su cerebro se movía demasiado lentamente en su estado de embriaguez.

"¿Y?", preguntó, impaciente, cansado. Estaba tan agotado por las maquinaciones y especulaciones interminables y subterfugios de la Corte.

"Si los McCloud se van a reunir realmente con el imperio, sólo puede haber un propósito", Brom continuó. "Conspirar para traspasar el Barranco y derrocar al Anillo".

MacGil miró a su viejo comandante, un hombre que había luchado durante treinta años, y pudo ver la seriedad mortal en sus ojos. También podía ver el miedo. Eso le molestó; este no era un hombre al que nunca había visto temer a nada.

MacGil se levantó lentamente en toda su estatura, que todavía era considerable, y dio media vuelta y cruzó la habitación hasta que llegó a la ventana. Miró hacia afuera, examinando su Corte, vacía en la madrugada, y reflexionó. Sabía, desde el principio, que llegaría un día como éste. Sólo que no esperaba que llegara tan pronto.

"Eso fue rápido", dijo él. "Ya han pasado varios días desde que casé a mi hija con su príncipe. ¿Y ahora crees que ya conspiran para derrocarnos?".

"Así es, mi señor", respondió Brom sinceramente. "No veo ninguna otra razón. Todo apunta a que es una reunión pacífica. No militar".

MacGil meneó lentamente la cabeza.

"Pero eso no tiene sentido. No pueden dejar que el imperio entre. ¿Por qué lo harían? Incluso si por alguna razón se las arreglaron para ayudar a bajar el escudo de nuestro lado y abrieran una brecha, entonces, ¿qué pasaría? El imperio los abrumaría también. Tampoco estarían a salvo. Seguramente que ellos lo saben".

"Tal vez ellos van a llegar a un acuerdo", respondió Brom. "Tal vez dejen entrar al imperio, a cambio de que únicamente nos ataquen a nosotros, para que los McCloud puedan controlar el Anillo".

MacGil negó con la cabeza.

"Los McCloud son demasiado inteligentes para eso. Son astutos. Ellos saben que no se puede confiar en el imperio".

Su general se encogió de hombros.

"Tal vez quieran controlar el Anillo con tantas ganas, que están dispuestos a correr ese riesgo. Sobre todo ahora que tienen a su hija como su reina".

MacGil pensó en eso. Su cabeza le palpitaba. Él no quería lidiar con eso ahora. No tan temprano en la mañana.

"Así que, ¿qué propones?", preguntó él, cortándolo, cansado de tanta especulación.

"Podríamos anticiparnos a esto, señor, y atacar a los McCloud. El momento es ahora".

MacGil lo miró boquiabierto.

"¿Justo después de que les di a mi hija en casamiento? Yo no lo creo".

"Si no lo hacemos", respondió Brom, "les permitiremos cavar nuestra tumba. Seguramente ellos nos atacarán. Si no es ahora, será más adelante. Y si se unen con el imperio, estaríamos acabados".

"Ellos no pueden cruzar el altiplano tan fácilmente. Tenemos el control de todos los puntos de estrangulamiento. Sería una masacre. Incluso con el Imperio a cuestas".

"El Imperio tiene millones de hombres de sobra", respondió Brom. "Pueden darse el lujo de ser sacrificados".

"Incluso sin el Escudo", dijo MacGil, "no sería tan fácil simplemente enviar a millones de soldados en todo el Barranco, o al otro lado del altiplano, o acercarse en barco. Detectaríamos dicha movilización con mucha antelación. Habría una advertencia".

MacGil pensó.

"No, no vamos a atacar. Pero por ahora, podemos dar un paso prudente: duplicar nuestras patrullas en el altiplano. Fortalecer nuestras fortificaciones. Y redoblar nuestros espías. Eso es todo".

"Sí, mi señor", dijo Brom, girando y corriendo de la sala con sus lugartenientes.

MacGil se volvió hacia la ventana, con la cabeza palpitante. Presintió la guerra en el horizonte, viniendo contra él, con la inevitabilidad de una tormenta de invierno. Además, presentía, que no había nada que pudiera hacer al respecto. Miró a su alrededor, a su castillo, a la piedra, a la prístina Corte Real extenderse por debajo de él, y no podía dejar de preguntarse cuánto tiempo duraría todo esto.

Lo que daría por otra copa.

CAPÍTULO VEINTICUATRO

Thor sintió un pie golpeándolo en las costillas y abrió lentamente los ojos. Estaba boca abajo sobre un montículo de paja, y por un momento no tenía idea de dónde estaba. Sentía que su cabeza pesaba un millón de libras, tenía la garganta más seca de lo que había estado nunca, y sus ojos y la cabeza le estaban matando. Sentía como si se hubiera caído de un caballo.

Lo empujaron de nuevo, y mientras se sentaba, la habitación giraba violentamente. Se inclinó y vomitó, con arcadas, una y otra vez.

Un coro de risas estallaron a su alrededor, y él levantó la mirada para ver a Reece, O'Connor, Elden, y los gemelos cerca, mirando hacia abajo.

"¡Finalmente, despertó la bella durmiente!", gritó Reece, sonriendo.

"No pensamos que te levantarías", dijo O'Connor.

"¿Estás bien?", preguntó Elden.

Thor se incorporó, limpiándose la boca con el dorso de la mano, tratando de procesar todo. Mientras lo hacía, Krohn, que estaba a unos pocos centímetros de distancia, gimió y echó a correr hacia él, saltando a sus brazos y hundiendo la cabeza en su camisa. Thor se sintió aliviado al verle, y feliz de tenerlo a su lado. Trató de recordar.

"¿Dónde estoy?", pregunto Thor. "¿Qué pasó anoche?".

Los tres se rieron.

"Me temo que bebiste de más, mi amigo. Alguien no pudo sostener su cerveza. ¿No te acuerdas? ¿La taberna?".

Thor cerró los ojos, se frotó las sienes, y trató de recordarlo todo. Llegaba en partes. Se acordó de la cacería… de entrar en la taberna…de las bebidas. Recordó que se lo llevaron arriba,…el burdel. Después de eso, todo era negro.

Su corazón se aceleró al pensar en Gwendolyn. ¿Había hecho algo estúpido con esa chica? ¿Había arruinado sus posibilidades con Gwen?

"¿Qué pasó?", presionó a Reece, serio, mientras agarraba su muñeca. "Por favor, dime. Dime que no hice nada con esa mujer".

Los demás se rieron, pero Reece miró a su amigo con seriedad, dándose cuenta de lo mal que estaba.

 

"No te preocupes, amigo", contesto él. "No hiciste nada en absoluto. ¡Excepto vomitar y caer en su piso!".

Los otros se rieron de nuevo.

"Tanto para tu primera vez", dijo Elden.

Pero Thor se sintió profundamente aliviado. No había alienado a Gwen.

"¡Es la última vez que te compro a una mujer!", dijo Conval.

"Es una perfecta pérdida de dinero", dijo Conven. "¡Ella ni siquiera lo devolvió!".

Los muchachos se echaron a reír de nuevo. Thor fue humillado, pero se sentía aliviado de no haber arruinado algo.

Tomó a Reece del brazo y se lo llevó aparte.

"Tu hermana", susurró ansiosamente. "Ella no sabe nada de esto, ¿verdad?".

Reece dibujó una leve sonrisa mientras ponía un brazo alrededor del hombro de Thor.

"Tu secreto está a salvo conmigo, a pesar de que no hiciste nada. Ella no lo sabe. Y puedo ver lo mucho que te preocupas por ella, y te lo agradezco", dijo él, con la cara transformándose en una expresión seria. "Ahora me doy cuenta de que realmente te preocupas por ella. Si te hubieras acostado con prostitutas, no serías el tipo de cuñado que me gustaría. De hecho, me ha pedido darte este mensaje".

Reece empujó un pequeño pergamino en la palma de Thor, y Thor lo miró, confundido. Vio el sello real estampado en él, el papel de color rosa, y él lo sabía. Su corazón se aceleró.

"Te lo da mi hermana ", agregó Reece.

"¡Oh!", se oyó un coro de voces.

"¡Alguien recibió una carta de amor!", dijo O'Connor.

"¡Léela en voz alta!", gritó Elden.

Los otros intervinieron riendo a carcajadas.

Pero Thor, que deseaba privacidad, corrió a un lado de las barracas, lejos de los demás. Sentía que su cabeza se partía en dos, y la habitación aún giraba, pero a él no le importaba. Desenrolló el delicado pergamino y leyó la nota con manos temblorosas.

"Nos vemos en el Bosque Cresta de la Montaña al mediodía. No llegues tarde. Y no llames la atención".

Thor metió la nota en el bolsillo.

"¿Qué dice, galán?", dijo Conven.

Thor se apresuró hacia Reece, sabiendo que podía confiar en él.

"La Legión no tiene ejercicios para hoy, ¿cierto?", pregunto Thor.

Reece negó con la cabeza. "Por supuesto que no. Es un día de fiesta".

"¿Dónde está el Bosque Cresta de la Montaña?", preguntó Thor.

Reece sonrió. "Ah, es el lugar favorito de Gwen", dijo él. "Toma el camino del Este fuera de la Corte, y mantente a la derecha. Sube la colina, y comienza después de la segunda loma".

Thor miró a Reece.

"Por favor, no quiero que nadie lo sepa".

Reece sonrió.

"Estoy seguro de que ella tampoco. Si mi madre se entera, los mataría a los dos. Encerraría a mi hermana en su habitación, y te mandaría al exilio hasta el extremo sur del reino".

Thor tragó saliva al pensar en ello.

"¿En serio?", preguntó él

Reece asintió con la cabeza.

"No le agradas. No sé por qué, pero ya lo decidió. Ve rápidamente, y no se lo digas a nadie. Y no te preocupes", dijo él, juntando su mano. "Yo tampoco lo haré".

*

Thor caminó rápidamente en la temprana mañana, Krohn correteando a su lado, haciendo todo lo posible para no ser visto. Él siguió las instrucciones de Reece lo mejor que pudo, repitiéndolas en su cabeza, mientras corría más allá de las afueras de la Corte Real, hacia una pequeña colina, y a lo largo del borde de un bosque espeso. A su izquierda, se acababa el suelo debajo de él, dejándolo caminar por un sendero estrecho en el borde de una empinada cresta de la montaña, con un acantilado a su izquierda, y el bosque a su derecha. El Bosque Cresta de la Montaña. Ella le había dicho que la buscara ahí. ¿Hablaba en serio? ¿O estaba simplemente jugando con él?

¿Tenía razón ese remilgado real llamado Alton? ¿Era Thor sólo un entretenimiento para ella? ¿Se cansaría de él pronto? Esperaba, más que nada, que ese no sería el caso. Quería creer que los sentimientos hacia él, eran auténticos; sin embargo, le costaba trabajo entender cómo podría ser ese el caso. Apenas lo conocía. Y ella era de la realeza. ¿Qué interés podría tener ella en él? Además de que ella era un año o dos más grande, y que ninguna chica mayor se había interesado en él; de hecho, nunca se había interesado ninguna chica en él. Tampoco había muchas chicas para elegir en su pequeño pueblo.

Thor nunca había pensado mucho en las chicas. Él no había crecido con alguna hermana, y había pocas chicas de su edad en su pueblo. A su edad, ninguno de los otros muchachos parecía preocupado por eso. La mayoría de los muchachos parecían casarse a los dieciocho años, en matrimonios arreglados; en realidad, eran acuerdos comerciales. Los hombres de alto rango que no estaban casados en su vigésimo quinto año, llegaban a su Día de Selección: eran obligados a elegir una novia o salir y encontrar una. Pero eso no aplicaba para Thor. Él era pobre y las personas de su rango, por lo general, se casaban de manera que beneficiaran a las familias. Era como el comercio de ganado.

Pero cuando Thor había visto a Gwendolyn, todo eso había cambiado. Por primera vez, había sido golpeado por algo, un sentimiento tan profundo y fuerte y urgente que no le permitía pensar en nada más. Cada vez que la había visto, ese sentimiento se acentuaba. Casi no lo entendía, pero le dolía estar lejos de ella.

Thor duplicó su ritmo a lo largo de la cresta de la montaña, buscándola por todas partes, preguntándose exactamente donde se reuniría con él, o si ella se encontraría con él. El primer sol subió más alto y la primera gota de sudor se formó en su frente. Todavía se sentía enfermo y mareado por los efectos de la noche anterior. A medida que el sol subía aún más, y su búsqueda de ella estaba siendo inútil, comenzó a preguntarse si realmente iba a reunirse con él. También comenzó a preguntarse en cuánto peligro se estaban metiendo. Si su madre, la reina, de verdad estaba tan en contra de esto, ¿realmente lo expulsaría del reino? ¿De la Legión? ¿De todo lo que había llegado a conocer y amar? Entonces, ¿qué haría?

Mientras pensaba en ello, decidió que aún valía la pena, por la oportunidad de estar con ella. Él estaba dispuesto a arriesgarlo todo por esa oportunidad. Sólo esperaba no estar haciendo el ridículo, o sacando conclusiones prematuras acerca de la fuerza de los sentimientos de ella hacia él.

"¿Ibas a pasar por delante de mí?", dijo una voz, seguido de una risita.

Thor saltó, pues lo tomó por sorpresa, luego se detuvo y regresó. De pie, a la sombra de un pino enorme, devolviéndole la sonrisa, estaba Gwendolyn. Su corazón se animó con esa sonrisa. Podía ver el amor en sus ojos, y todas sus preocupaciones y temores se desvanecieron al instante. Se reprendió a sí mismo por haber sido tan tonto y dudar de sus intenciones.

Krohn chilló al verla.

"¿Y qué tenemos aquí?", gritó ella de alegría.

Ella se arrodilló y Krohn fue corriendo hacia ella, saltando a sus brazos con un gemido; ella lo levantó y lo cargo, acariciándolo.

"¡Qué lindo!", dijo ella, abrazándolo con fuerza. Él le lamió la cara. Ella soltó una risita y lo besó.

"¿Y cómo te llamas, pequeñito?", preguntó ella.

"Krohn", dijo Thor. Finalmente, en esta ocasión, no estaba tan trabado para hablar, como antes.

"Krohn", repitió ella, mirando a los ojos del cachorro". ¿Y viajas todos los días con un amigo leopardo?", le preguntó a Thor, riéndose.

"Lo encontré", dijo Thor, sintiéndose cohibido a su lado, como siempre lo hacía. "En el bosque, cuando fuimos de cacería. Tu hermano me dijo que debía conservarlo, porque lo encontré. Que era el destino".

Ella lo miró, y su expresión se volvió seria.

"Bueno, él tiene razón. Los animales son cosas muy sagradas. Tú no los encuentras. Ellos te encuentran a ti".

"Espero que no te moleste si viene con nosotros", dijo Thor.

Ella soltó una risita.

"Me sentiría triste, si no lo hiciera", contestó ella.

Ella miró a ambos lados, como para asegurarse de que nadie estaba mirando, luego tomó la mano de Thor, y tiró de él hacia el bosque.

"Vamos", le susurró. "Antes de que alguien nos vea".

Thor se llenó de emoción al sentir su contacto, mientras ella lo guiaba hacia el sendero del bosque. Se dirigieron rápidamente hacia el bosque, el camino serpenteaba entre los enormes pinos. Soltó su mano, pero no olvidó la sensación.

Él estaba empezando a sentirse más seguro de que realmente le gustaba a ella, y era obvio que tampoco quería ser descubierta, posiblemente por su madre. Es evidente que ella tomó esto en serio, porque ella también se arriesgaba al verlo.

Por otra parte, Thor pensó que tal vez no quería ser descubierto por Alton ni por cualquier otro muchacho con quien ella pudiera estar. Tal vez Alton había tenido razón. Tal vez a ella le avergonzaba ser vista con Thor.

Thor sintió que todas esas emociones encontradas, se arremolinaban en su interior.

"¿Te comió la lengua el gato?", preguntó ella, rompiendo finalmente el silencio.

Thor se sentía desgarrado; no quería correr el riesgo de estropear las cosas diciéndole lo que pensaba, pero al mismo tiempo sentía que necesitaba olvidar todas sus preocupaciones.  Necesitaba saber cuál era la posición de ella. No podía contenerlo más.

"Cuando te dejé la última vez, me encontré con Alton. Él me enfrentó".

La expresión de Gwendolyn se tornó sombría, su buen humor repentinamente se arruinó y Thor se sintió culpable inmediatamente de haber sacado el tema. Le gustaba su buen carácter, su alegría, y deseaba poder retractarse. Él quería detenerlo, pero ya era demasiado tarde. No había vuelta atrás.

"¿Y qué te dijo?", preguntó ella, bajando la voz.

"Me dijo que me alejara de ti. Me dijo que yo no te importaba en realidad. Él me dijo que yo era sólo una diversión para ti. Que te cansarías de mí en uno o dos días. También me dijo que tú y él iban a casarse, y que su matrimonio ya estaba arreglado".

Gwendolyn soltó una carcajada burlona y enojada.

"¿Eso dijo?", resopló. "Ese muchacho es el hombre más arrogante, e insoportable", añadió ella, enojada". Él ha sido una espina en mi costado desde que era niña. Por el hecho de que nuestros padres son primos, él piensa que es parte de la familia real. Nunca he conocido a nadie con tanto derecho que mereciera menos. Para empeorar las cosas, se le ha metido en la cabeza, de alguna manera, que los dos estamos destinados a casarnos. Como si yo fuera a obedecer lo que mis padres me obligaran a hacer. Nunca. Y, ciertamente, no con él. No soporto ni verlo".

Thor se sintió tan aliviado al escuchar sus palabras; se sintió un millón de libras más ligero; tenía ganas de cantar desde las copas de los árboles. Era exactamente lo que necesitaba escuchar. Ahora se sentía arrepentido de haber oscurecido su estado de ánimo por nada. Pero aún no estaba completamente satisfecho; se dio cuenta de que ella todavía no había dicho nada sobre si realmente le gustaba Thor.

"En lo que a ti concierne", dijo ella, mirándolo de reojo y después, apartando la mirada". Apenas te conozco. No necesito que me presionen para comprometer mis sentimientos ahora. Pero yo diría que no creo que pasaría tiempo contigo, si te odiara tanto. Por supuesto que es mi derecho cambiar de opinión a voluntad, y puedo ser voluble, pero no cuando se trata del amor".

Eso era todo lo Thor necesitaba saber. Quedó impresionado por su seriedad, y aún más impresionado por su elección de la palabra: "amor". Se sintió restaurado.

"Y por cierto, también podría preguntarte lo mismo", dijo ella, dándole la vuelta". De hecho, creo que tengo mucho más que perder que tú. Después de todo, yo soy de la realeza, y tú eres plebeyo. Yo soy mayor que tú respecto a la edad. ¿No crees que debería ser yo la que tenga más cautela? Me llegan rumores acerca de tu lugar en la Corte, de tu ascenso social, de que me estás utilizando, de estar hambriento de rango. De querer favores del rey. ¿Debo creer todo esto?".

Thor se horrorizó.

"¡No, señorita mía! Jamás. Nunca había pensado siquiera en esas cosas. Estoy contigo sólo porque no puedo pensar en estar en otro sitio. Sólo porque quiero estar. Sólo porque cuando no estoy contigo, no pienso en nada más".

Una pequeña sonrisa se dibujó en la comisura de su boca, y él pudo ver que su expresión empezaba a mejorar.

"Eres nuevo aquí", dijo ella". Eres nuevo en la Corte del Rey, en la vida de la realeza. Necesitas tiempo para ver cómo funcionan realmente las cosas. Aquí, nadie quiere decir lo que dice. Todo el mundo tiene un interés. Todo el mundo anda tras el poder, o el rango o la riqueza o la suntuosidad o los títulos. Nadie puede ser considerado por su valor nominal. Cada uno tiene sus propios espías, y facciones, y planes secretos. Cuando Alton te dijo que mi matrimonio había sido arreglado, por ejemplo, lo que realmente estaba haciendo era tratar de averiguar qué tan cercanos somos tú y yo. Él se siente amenazado. Y podría estar informando a alguien.  Para él, el matrimonio no significa sentir amor. Significa una unión. Simplemente con ánimo de lucro, de rango. De propiedad. En nuestra Corte Real, nada es lo que parece".

 

De repente, Krohn corrió más lejos de ellos, por el sendero del bosque y hacia un claro.

Gwen miró a Thor y rió; ella extendió la mano, tomó la de él, y corrieron juntos.

"¡Vamos!", gritó ella, emocionada.

Los dos corrieron por el sendero hacia un enorme claro, riendo. Thor quedó sorprendido por el panorama: era una hermosa pradera en el bosque, llena de flores silvestres de todos los colores posibles, hasta las rodillas. Aves y mariposas de todos los colores y tamaños, bailaban y volaban en el aire, y la pradera estaba viva con el sonido del canto de las aves. El sol brillaba mucho, y parecía un lugar secreto, escondido aquí en medio de este bosque alto y oscuro.

"¿Alguna vez has jugado a El Verdugo es Ciego? ", preguntó él con una carcajada.

Thor negó con la cabeza, y antes de que pudiera responder, ella tomó un pañuelo de su cuello, levantó la mano, y lo envolvió sobre los ojos de Thor, atándolo por detrás. Él no podía ver, y ella soltó una risita en su oído.

"¡Tú eres él!", dijo ella.

Entonces oyó que ella escapaba en la hierba.

Sonrió.

"Pero, ¿qué hago?", gritó él.

"¡Encuéntrame!", dijo ella.

Su voz ya estaba muy lejos.

Thor, con los ojos vendados, comenzó a correr tras ella, tropezando por el camino. Escuchó con atención el susurro de su vestido, tratando de seguir su dirección. Era difícil, y corrió con las manos delante de él, pensando siempre en que podría toparse con un árbol, a pesar de que sabía que era una pradera abierta. En unos momentos, se sintió desorientado, y sentía como si estuviera corriendo en círculos.

Pero él siguió escuchando, oyendo el sonido de su risa lejana, y siguió ajustándose, corriendo hacia ella. A veces parecía estar más cerca, luego más lejos. Estaba empezando a sentirse mareado.

Oyó a Krohn corriendo junto a él, aullando, y en su lugar escuchó a Krohn, siguiendo sus pasos. Mientras lo hacía, la risa de Gwen se hizo más fuerte, y Thor se dio cuenta de que Krohn lo conducía a ella. Se sorprendió al ver lo inteligente que era Krohn, para unirse a su juego.

Pronto, pudo escucharla a sólo unos centímetros de él; él la persiguió, zigzagueando en todas direcciones a través del campo. Él extendió la mano, y ella gritó de placer cuando él tomó la esquina de su vestido. Cuando él la agarró, tropezó, y los dos cayeron en el campo suave. Se dio la vuelta en el último segundo, para que él cayera primero y ella encima de él, amortiguando su caída.

Thor aterrizó en el suelo, Gwen encima de él, y gritó asombrada. Ella todavía estaba riendo cuando se acercó y le quitó el pañuelo.

El corazón de Thor latía fuerte al ver su cara a escasos centímetros de la suya. Sintió el peso de su cuerpo sobre el suyo, con su ligero vestido de verano, sentía cada contorno de su cuerpo. Todo el peso de ella presionaba al de él, y no hizo ningún movimiento para resistirse. Ella estaba mirándolo fijamente a los ojos, su respiración entrecortada, y ella no apartó la mirada. Él tampoco. El corazón de Thor latía tan rápido, que estaba teniendo problemas para concentrarse.

De repente, ella se inclinó y plantó sus labios en los suyos. Ellos eran más suaves de lo que podría imaginar, y cuando se encontraron por primera vez en su vida, él se sintió realmente vivo.

Él cerró los ojos, y ella cerró los suyos, y no se movieron; sus labios se unieron por quién sabe cuánto tiempo. Él quería congelar este momento.

Finalmente, poco a poco, ella se apartó. Ella seguía sonriendo, mientras abría poco a poco los ojos, y ella todavía siguió ahí acostada, con su cuerpo sobre el de él.

Se quedaron así durante mucho tiempo, mirándose mutuamente.

"¿De dónde vienes?", preguntó ella, en voz baja, sonriendo.

Él le devolvió la sonrisa. No sabía qué responder.

"Sólo soy un muchacho común y corriente", dijo él.

Ella movió la cabeza y sonrió.

"No, no lo eres. Puedo sentirlo. Sospecho que eres mucho más que eso".

Ella se inclinó y le besó de nuevo, y sus labios se encontraron con los de ella, esta vez, por un tiempo mucho más largo. Él alzó la mano y la pasó por su cabello, y ella corrió la suya a través del de él. No podía evitar que su mente volara.

Él se preguntaba cómo acabaría esto. ¿Podrían posiblemente estar juntos, con todas las fuerzas que había entre ellos? ¿Sería posible que fueran realmente una pareja?

Thor esperaba, más que nada en su vida, que pudieran serlo. Quería estar con ella ahora, incluso más de lo que quería estar en la Legión.

Mientras él pensaba en eso, se oyó un crujido repentino en la hierba, y los dos, sobresaltados, se volvieron. Krohn saltó por la hierba, a sólo unos centímetros de distancia, y vino otro crujido. Krohn gritó, y luego gruñó, entonces se oyó un silbido. Por último, hubo silencio.

Gwen rodó por encima de Thor, y ambos se sentaron y miraron. Thor se puso de pie, protegiendo a Gwen, preguntándose qué podría ser. No vio a nadie. Pero alguien, o algo, debía estar ahí, a pocos metros de distancia, en la hierba alta.

Krohn apareció ante ellos, y en su boca, en sus pequeños y afilados dientes, colgaba una enorme serpiente blanca. Debe haber tenido tres metros de largo, con la piel brillante, de un blanco brillante, tan gruesa como una rama de árbol de gran tamaño.

Thor se dio cuenta en un instante de lo que había sucedido: Krohn los había salvado a los dos, de un ataque de este reptil mortal. Su corazón se llenó de gratitud hacia el cachorro.

Gwen la miró, estupefacto.

"Una Whiteback", dijo ella. “Es el reptil más letal de todo el reino".

Thor la miró con asombro.

"Pensé que esta serpiente no existía. Pensé que era sólo una leyenda".

"Es muy rara", dijo Gwen. "Yo sólo he visto una en mi vida. El día en que el padre de mi padre fue asesinado. Es un presagio".

Se dio la vuelta y miró a Thor.

"Esto significa que la muerte se acerca. La muerte de alguien muy cercano".

Thor sintió un escalofrío en la columna vertebral. Una fría brisa repentina corrió por la pradera en ese día de verano, y él sabía, con absoluta certeza, que ella tenía razón.