Florecer juntos

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Z serii: Psicología
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4. Acoger el sufrimiento y la vulnerabilidad

Uno puede presentar resistencias a vivir un retorno a sí mismo dado que, afirma Thich Nhat Hanh, (1997): «La mayoría de las personas tienen miedo de volver a sí mismas, porque temen enfrentarse al dolor que hay en su interior».

Cuando tienes un familiar, un ser querido o amigo sufriendo, puedes acoger su sufrimiento; pero si quieres ayudarle a que se libere de él, céntrate en su deseo de crecimiento y en lo que anhela. Puedes plantearle alguna pregunta que le acompañe a ver su luz, que cambie la dirección de su mirada y de su pensamiento; en vez de centrarse en la sombra, que mire la luz y pueda agradecer.

En el coaching apreciativo reconocemos el sufrimiento y el dolor que el otro siente, entendiendo también su deseo de crecimiento y desarrollo y centrándonos en esto último. El coach apreciativo no niega la aparición del sufrimiento ni la expresión de la vulnerabilidad en las sesiones de coaching. Más bien, cuando aparece, el coach se convierte en thinking partner, (capítulo 21), sostiene el campo del cliente planteándole alguna pregunta que le permita ver dónde encontrar su propia luz. No indaga en las causas del sufrimiento, no se regodea en los porqués ni cómos de la aparición del sufrimiento. No lleva al cliente a mayores profundidades del sufrimiento, sino que le permite observarse y cambiar la mirada, cambiar el ángulo desde el que se posiciona para ver e incorporar otras perspectivas. Se trata de ver lo que el sufrimiento posibilita, y ser consciente de lo que le ofrece, ¿qué le está diciendo? Es cuestión de contribuir a recuperar el poder interior para no permanecer emocionalmente devastado y mentalmente angustiado.

No solo los coaches, los amigos también podemos ser thinking partners entre nosotros. Como thinking partner puedo contribuir a que la persona que tengo delante se escuche a sí misma. Que sea consciente de que al no escuchar lo que el sufrimiento le señala, llega un momento en que se produce una grieta interna. Hemos huido de nuestra propia voz interior que nos quiere comunicar algo. Acogiendo el sufrimiento, haciéndolo nuestro, sentiremos de qué nos está hablando. El sufrimiento indica la posibilidad de un cambio latente, una transformación que se puede dar a mayor profundidad. Cuando encontramos el sentido de nuestro sufrimiento, este se transforma.

Cuando tenemos una motivación por algo, atravesamos las dificultades que se nos presentan para lograrlo. La motivación nos ayuda a avanzar. En el coaching apreciativo ponemos la mirada en imágenes del futuro que nos atraen y nos despiertan motivación y entusiasmo. Al estar motivados, nos resulta más fácil enfrentarnos al sufrimiento y a poder traspasarlo transitándolo con una mirada apreciativa y una perspectiva de agradecimiento.

«El sufrimiento nos indica que algo nuevo está naciendo. Si damos marcha atrás, se va infectando aquello que nos llama a ser transformado. Si lo asumimos y lo atravesamos, cae lo viejo y nace lo nuevo. Se hace necesario fluir con la incertidumbre, ya que uno no sabe lo que ocurrirá después de soltar la piel. Uno no sabe qué le espera después de ese cambio, y esa inquietud le puede provocar una falta de fuerza interior. Sin embargo, desprenderse de aquello que cuando lo soltamos nos libera, nos fortalece y nos hace libres».

«A veces, como amigo, o en su caso coach, lo único que debo hacer es escuchar. Me doy cuenta de que el mero hecho de compartir la dificultad, el darle nombre y expresarla, aligera la carga de quien me está hablando. Si lo identifica, lo nombra, lo escucha y lo miramos cara a cara, lo humanizamos. Lo que ocurre a veces es que la vergüenza, o el miedo a lo que pensarán, al ver nuestra vulnerabilidad o debilidad, o a que nos etiqueten como alguien fracasado, nos dificulta el compartir nuestro sufrimiento». Bajo la mirada apreciativa y la conversación constructiva, ese miedo se disipa.

«Debemos aprender a acompañar en el sufrimiento sin juzgar al otro. Una mirada amorosa que acoge ese dolor y no juzga cuando uno se abre a ser escuchado y a compartir ayuda a expresarse para soltar el sufrimiento acumulado en nuestro interior. Y cuando más pensábamos que seríamos juzgados, o mirados mal, descubrimos la mirada de ternura y comprensión del otro que se acerca a nosotros, y eso es profundamente liberador. Tener dónde expresarlo y manifestarlo descarga mucho el peso que cae sobre uno. Las miradas nos humanizan y nos permiten avanzar».4 Ampliemos nuestras miradas.

5. Ampliar miradas

Vivir la indagación apreciativa, los principios apreciativos y ejercer como coach apreciativa me ha abierto, y sigue abriéndome cada día, a nuevas perspectivas, ampliando mi mirada y mi capacidad de acoger lo que veo. Me lleva a cuestionar mis propias ideas y creencias. A medida que comprendo y vivo más el construccionismo social, aprendo a incluir las diferentes perspectivas. Esto me ayuda a tomar decisiones siendo más inclusiva y más consciente, reconociendo y apreciando la existencia del otro y sus diferentes perspectivas.

Sufrimos porque nos mantenemos anclados en perspectivas, miradas y hábitos que nos negamos a modificar. «Solo sufrimos porque pensamos que las cosas deberían ser de otra manera. En cuanto abandonamos esta pretensión, dejamos de sufrir. En cuanto dejamos de imponer nuestros esquemas a la realidad, la realidad deja de presentarse adversa o propensa y comienza a manifestarse tal cual es, sin ese patrón valorativo que nos impide acceder a ella. El camino de la meditación es por ello el del desapego, el de la ruptura de los esquemas mentales o prejuicios: es un irse desnudando hasta que se termina por comprobar que se está mucho mejor desnudo».5

En las sesiones de acompañamiento planteo otras miradas posibles que nos ayuden a romper los esquemas mentales anquilosados, y, suavemente, con gracia, con aprecio, transitamos hacia el espacio del núcleo positivo, el centro vital de nuestra persona, el que nos hace vibrar con entusiasmo y alegría de vivir y nos abre a nuestro pleno potencial.

Para ampliar tu perspectiva puedes practicar un ejercicio de observación en silencio: relájate. Respira hondo. Piensa: «yo no soy esta situación». Me separo de ella. Tranquilizo mi mente. Pienso: «nada es permanente, todo pasará».

Desarrolla esa capacidad de liberarte de las influencias que te hacen empequeñecer, las que te apagan; aquellas que disminuyen tu capacidad de amar, de brillar, de sentirte libre, de estar en paz. Esas influencias vienen de fuera, y también de tu pasado y de tus hábitos.

Se torna necesario incluir la práctica del silencio, la paciencia, y la capacidad de reflexión para no reaccionar de una forma inmediata respondiendo al miedo y a la inseguridad desde el temor o la rabia, sino respondiendo según tus valores, la confianza, el amor, el respeto, la escucha, la tolerancia, la creatividad y la fuerza interna.

Procura limpiar los armarios de tu mente, los archivos que hay en tu ser, para que ningún hábito te lleve a reaccionar con rencor, celos, odio y miedo. Para alcanzar ese estado de plenitud en el que hay un equilibrio entre la mente y el corazón, siente cómo respondes según tus valores, tu núcleo positivo. Para lograrlo, debes superar los sentimientos que bloquean esa experiencia, fortalecer tu autoestima, la claridad, el autogobierno y la soberanía personal, y desarrollar los poderes que te ayudarán a afrontar los problemas y a superar las influencias.

Vamos a explorar estos aspectos:

 Sentir respondiendo a tus valores es vivir tu esencia y estar conectado con tus raíces. Que la savia de tu esencia fluya a través de todo tu ser y alimente tu vida manteniéndote enérgico y sano. Es vivir tu núcleo positivo.

 Superar los sentimientos que bloquean la experiencia de plenitud requiere que explores lo que disminuye tu presencia: la confusión mental, los pensamientos negativos, el culpabilizarte, las preocupaciones, las proyecciones, y el compararte. Véase más adelante.

 Para ampliar y mantener la claridad, te ayudará el ser consciente y darte cuenta de dónde vienes, dónde estás, hacia dónde vas y qué está ocurriendo aquí y ahora.

 Lograr la soberanía personal significa tener dominio sobre ti mismo. Vivir en consciencia plena te ayudará a recuperar tu poder interior para afrontar los problemas, y a superar las influencias debilitantes.

A lo largo de estas páginas, deseo transmitir la importancia de ampliar miradas y los múltiples recorridos posibles para lograrlo. La mirada apreciativa transforma. Veamos las dimensiones del valor de apreciar.

6. Apreciar6

Quizá te sorprenda el énfasis al utilizar la palabra «apreciativo». Vamos a ver qué valor aporta el aprecio. Empecemos por tu propia experiencia.

Recuerda un momento en que te apreciaron; un momento que sentiste que los demás te valoraban. Quizá te reconocían por lo que hacías, por lo que eras o por lo que compartías. Lo puedes recordar ahora y, cuando emerja ese recuerdo, reflexiona sobre:

¿Cómo te sentiste?

¿Qué ocurrió?

¿Qué efecto tuvo en ti?

Deja por un rato de leer estas páginas y recuerda ese momento. Si te vienen varios a la mente, recuerda uno en particular. Escríbelo.

Recuerda qué sentiste cuando te apreciaron. ¿En qué te ayudó?

Buscamos ser vistos y ser reconocidos. Somos a través de la mirada del otro. Nos influye la opinión y el cómo nos ven. Cuando apreciamos al otro, lo vemos, lo reconocemos y lo valoramos.

 

Apreciar es:

 Valorar.

 El acto de reconocer lo mejor en las personas y en el mundo que nos rodea.

 Afirmar las fortalezas del pasado y el presente, los éxitos y el potencial.

 Percibir las cosas que dan vida salud, vitalidad y excelencia a los sistemas vivos.

 Incrementar el valor de algo.

 Dar la bienvenida y acoger, estimar, preciar, honrar, respetar, reconocer, incrementar el valor, agradecer, afirmar.

Cuando apreciamos, avanzamos: nuestra mente se abre a recibir, a reconocer nuevos datos y aprender. Apreciando sentimos asombro y curiosidad. Cuando apreciamos, descubrimos lo mejor de «lo que es» y nos abrimos a ver «lo que podría ser». Apreciar con esfuerzo apasionado y absorbente, en el cual invertimos energía emocional y cognitiva, nos ayuda a generar una imagen positiva del futuro que deseamos. Apreciando emergen nuevos valores.

La capacidad de apreciar surge de un estado mental y de una actitud que se manifiestan a través de la habilidad de percibir lo valioso y significativo de uno mismo, del otro y del mundo. Una actitud apreciativa incrementa la capacidad generativa y de influir en las personas, y con ello se multiplica su habilidad para generar cambios liberadores. Desarrollar habilidades apreciativas nos ayuda a crear e incrementar nuestra felicidad y bienestar. «La felicidad es un estado mental, una manera de percibirnos y de concebirnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea», afirma Sonja Lyubomirsky.7

Cuando nos apreciamos a nosotros mismos, fortalecemos nuestra autoestima. Al descubrir y valorar lo mejor de lo que tenemos nos proveemos de recursos para afrontar la vida. Cuando este descubrimiento es sincero, sentimos una conexión emocional con nuestras fortalezas y capacidades. Se despiertan en nosotros emociones positivas, como el respeto por uno mismo, la alegría, la esperanza y la inspiración, entre otras. Con estas emociones positivas nos abrimos al aprendizaje. Las emociones positivas nos abren, las negativas nos cierran. Gracias a la autoconfianza nos atrevemos a asumir riesgos. Cuando apreciamos que lo que hacemos es importante y puede crear una diferencia en nuestras vidas y en el mundo, nos sentimos fortalecidos y lo hacemos mejor.

Cuando apreciar al otro se convierte en un hábito y en una actitud vital, incrementamos la calidad de nuestras relaciones y contribuimos a que se manifieste lo mejor de las personas. Algunas disciplinas basan sus resultados en apreciar a los otros y en generar expectativas para el logro de resultados sorprendentes. Por ejemplo, algunas metodologías han elaborado teorías apoyadas en lo que se conoce como efecto Pigmalión para denominar las acciones que emprendemos a partir de las expectativas que otros tienen de nosotros. Somos sensibles a lo que nuestros seres más significativos esperan de nosotros. Las expectativas de los demás pueden cambiar nuestros niveles de desempeño, e influir en el concepto profundo que tenemos de nosotros mismos.

Practicar la mirada apreciativa con otros es centrarnos en los talentos, fortalezas y valores de la persona, y ver lo mejor que hay en ella. No es colocarle al otro lo que nos gustaría que tuviese, es practicar la inteligencia apreciativa. Es ver el roble en la bellota, como expliqué en la introducción.

Aumentar nuestras capacidades apreciativas nos permite crear imágenes positivas de futuro. Las emociones que nos despierta nuestra interpretación personal de las imágenes nos llevan a crear un futuro optimista o pesimista en nuestra mente. «Las emociones positivas surgen del modo en que interpretamos los acontecimientos y las ideas a medida que se desarrollan, depende de si nos concedemos un momento para encontrar lo bueno y, una vez encontrado, lo dejamos fluir», afirma Bárbara Fredrickson (2011). Si nos tomamos el tiempo necesario y tenemos el propósito de mantener una actitud de apreciar, las emociones positivas florecerán y nos abrirán camino para vivir nuestro pleno potencial.

7. Vivir tu pleno potencial

Me encuentro en el sofá escuchando a Mercedes, luego a Javier, también a Pedro, a Florián y a Silvia, y a otras personas que han pasado por mi consulta. A todas ellas les une una aflicción: sienten que en su trabajo no pueden desarrollar su pleno potencial, que con su pareja tampoco hay oportunidad de crecer, y buscan una salida para esa potente semilla que yace en su interior y que quiere crecer hasta florecer. Si su creatividad permanece encerrada, la persona se ahoga.

El ideal para mí es vivir mi pleno potencial floreciendo junto a los otros. Ser más creativa. Construir mi mejor presente respetando el entorno. Construir nuestro mejor presente teniéndonos en cuenta, viéndonos y reconociéndonos. Sentir cada día con alegría y agradecimiento. Ensanchar mi mente y el poder de la imaginación, y agrandar mi corazón y el poder de amar. Todo ello con la intención de construir juntos un mundo más habitable en el que cada uno viva su pleno potencial.

¿Qué necesitas para vivir la intensidad del instante, para saborear la belleza de este momento, para conectar con tu pleno potencial y abrirlo para que se manifieste? Algunos de los elementos fundamentales necesarios para desarrollar tu pleno potencial son: conexión con tu esencia, tu núcleo positivo; concentración; disposición mental; confianza; imágenes positivas; compromiso, y aprendizaje continuo. Veámoslos brevemente:

Conexión con tu núcleo positivo

En el capítulo 2, «Caminos hacia el interior», he tratado sobre la importancia de encontrar nuestro ser esencial y conectar con nuestro núcleo positivo. Al vivir conectados con nuestra esencia, florecemos y contribuimos a que los otros florezcan. Véase La esencia.

Concentración

Concentrarte te ayuda a controlar las distracciones hasta disiparlas. Es el estado en el que la mente se centra en un objeto, en una cosa, una palabra, una imagen, una idea. La mente se dispersa por falta de disciplina mental, falta de claridad y de voluntad para lograrlo, o falta de visión y pasión por aquello que uno quiere. A veces, se trata de poner límites a nuestras distracciones e interrupciones. Puede ayudarnos a desarrollar nuestra capacidad de concentrarnos, el hecho de crear pensamientos positivos conectados con lo que nos motiva y lo que queremos, y usarlos como afirmaciones que fortalezcan la concentración. Podemos crear una lista de pensamientos que sean como llaves que nos sirvan para abrir el caudal de positividad interior. Por ejemplo: yo puedo; no me dejo influir; soy amor; todo fue como tuvo que ser, lo acepto y lo suelto.

La meditación es una práctica fundamental para desarrollar la concentración y ser capaces de pensar lo que queremos pensar, evitando los pensamientos repetitivos, inútiles o negativos. Meditar te ayuda a silenciar las voces innecesarias, y así desarrollar la capacidad de estar centrado y concentrarte.

Si nos centramos en algo que nos gusta, es más fácil concentrarnos. La experiencia nos demuestra que necesitamos disciplina para lograr lo que queremos y llegar a donde anhelamos. Un atleta necesita disciplina para mantenerse en forma, y así alcanzar las metas que se propone. Un equipo debe entrenarse con disciplina para jugar con excelencia el día del partido. Cuando uno ama su propósito y sus metas, disfruta de la práctica y vive la disciplina con naturalidad. Primero necesitamos tener una visión clara de lo que queremos, y que nos motive. La motivación por satisfacer los objetivos que nos hemos propuesto nos ayudará en incorporar la disciplina como parte necesaria del proceso, y la concentración surgirá entonces de manera natural.

Aprender a disciplinar tu mente para controlar tus pensamientos te permitirá gobernarlos y te facilitará crear actitudes saludables. Asumirás la responsabilidad de recrear tu destino con voluntad y perseverancia, en vez de sentirte víctima y quejarte por estar atrapado en una situación que te provoca malestar. El hábito de quejarte puedes sustituirlo por el hábito de agradecer. Para sustituir un hábito por otro necesitas voluntad y disciplina. Estas te ayudan a mantener el foco y la concentración en lo que quieres.

Lo que suele ocurrir, cuando nos proponemos incorporar una práctica, transformar un hábito o esforzarnos por un objetivo, es que aparece el auto-boicot. Uno mismo boicotea sus propósitos. La disciplina nos ayuda a superar a nuestro saboteador y crítico interior que sabotea nuestras intenciones. Son las dudas y los temores que nos frenan y bloquean. Con claridad y voluntad podemos superarlos, y así lograr nuestro propósito. Para lograrlo, necesitamos disposición mental.

Disposición mental

Aprendiendo a soltar, dejar ir, desaferrarse, se abre un espacio en la mente y en el ser. La mente, al dejar de estar sobresaturada de información y de pensamientos innecesarios, tiene espacio y puede estar disponible. Se trata de mantener una actitud abierta; ser curioso y sentir curiosidad. Con los principios apreciativos acompaño a las personas a abrirse, y así su mente va saliendo de sus propias trampas. Va abriéndose a una disposición más apreciativa que le permita incorporar nuevos datos y soltar los viejos que ya no le sirven. Si te resistes, no hay apertura. Al aceptar, puedes soltar y estás más dispuesto para que emerja tu fuerza interior.

Estar disponible requiere serenidad. La serenidad es el estado natural del ser. Solo es posible vivirla cuando dejamos de querer controlar las situaciones y a las personas, cuando aceptamos la incertidumbre y la impermanencia como estados naturales del cambio constante que implica vivir, y cuando estamos en paz con nuestros actos.

En tu interior encontrarás la serenidad. Si huyes de ti, no aprenderás a gestionar tus pensamientos ni a trascender tus ruidos. Si te llevas a tu interior algún asunto de los que hay sobre tu mesa, no te encontrarás porque ese asunto ocupará demasiado espacio tapando lo esencial. Permanecerás conectado con ese asunto y con las personas involucradas en él.

Con la mente calmada y el corazón sereno, sabemos captar y entender las señales que las situaciones nos están dando y captamos también las señales del tiempo, del momento que estamos viviendo. Estamos más disponibles.

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