Bitcoin, Blockchain y tokenización para inquietos

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2. Aspectos generales de la descentralización

La centralización y descentralización han afectado al ser humano a lo largo de nuestra historia, definiendo lo que somos hoy como sociedad. Avanzamos a través de un péndulo en el que, según el momento, hemos vivido en posiciones centralizadas o descentralizadas, y así sucesivamente. Se trata de una característica inherente al ser humano. Todas las sociedades que han surgido hasta la fecha han tenido ocasos de centralizacion y descentralizacion, por lo que convivimos con una especie de péndulo que controla el destino de nuestra existencia en función del momento que nos haya tocado vivir.

Comencemos hablando del poder. Históricamente el poder ha estado tanto centralizado como descentralizado. Un buen ejemplo de variaciones en el péndulo ocurrieron durante la época romana; antes de la llegada de Julio César el poder residía en el senado (lo podemos asimilar a un modelo descentralizado, siendo el senado los representantes de nobles y plebeyos), y tras la autoproclamación del militar como emperador el poder quedó centralizado en su persona. Tras su asesinato —por parte de los propios senadores— se intentó que el poder de nuevo volviera a este, es decir, se descentralizara, aunque posteriores guerras civiles llevaron a otros emperadores al trono y no se consiguió. Siglos más tarde tenemos otro buen ejemplo de «oscilación del péndulo» en Francia, donde pasamos del absolutismo con Luis XIV y sucesivos (quien acuñó la célebre frase de «el Estado soy yo») a la Revolución Francesa, expresión máxima de la descentralización del poder en el pueblo. En pocos años, el poder pasó en Francia de estar centralizado a descentralizado.

Desde un punto de vista del conocimiento, el péndulo también ha oscilado entre centralizacion y descentralizacion. En el antiguo Egipto el conocimiento estaba centralizado en los sacerdotes, al igual que la Edad Media se centraba en los monasterios. Únicamente fueron los monjes con conocimientos en latín y árabe (y otros tantos idiomas europeos) quienes transcribieron los libros y mantuvieron y amplificaron el conocimiento durante siglos. En este sentido, el péndulo empezó a girar hacia la descentralización tras la invención de la imprenta por Gutenberg y su máxima expresión la tenemos hoy en día con Internet, donde el conocimiento está descentralizado por todo el planeta.

Por razones históricas, el activo más difícil de evolucionar hacia una descentralización ha sido el dinero. Este ha estado centralizado porque siempre hemos tenido la necesidad de mantener a un tercero de confianza que diera fe del valor traspasado, evitando así el problema del doble gasto (es decir, pagar a dos partes distintas con el mismo dinero). Al estudio del dinero dedicaremos un capítulo completo más adelante. Ahora nos centraremos en entender por qué el dinero históricamente ha estado centralizado y por qué es ahora, con Blockchain y Bitcoin, cuando por primera vez en la historia el ser humano puede disponer de dinero descentralizado.

¿Qué es el dinero centralizado?

El dinero centralizado es el dinero tradicional, donde siempre hemos contado con un tercero de confianza en la ecuación. El dinero por sí mismo no vale nada, como dice el refrán, «es papel mojado». A un billete de 100 € le damos un valor de 100 € porque tenemos por detrás a un tercero de confianza (en este caso el Banco Central Europeo) que asegura que dicho billete mantiene un valor de 100 €. El coste en sí mismo de producir un billete de 100 € ronda los céntimos de euro.

Otro ejemplo de dinero centralizado es el usado a través de tarjetas de crédito o pagos online, donde tenemos a un tercero de confianza (Visa, Mastercard, Amex o Paypal) que dan fe de que en la cuenta del comprador hay fondos disponibles para hacer frente al pago de dicha compra. Su negocio, por lo tanto, está en la intermediación financiera y en los márgenes asociados al crédito que generan con sus clientes. Un negocio redondo, por cierto, si el interés crediticio gira en torno al 1-5 % de comisión sobre la compra y hablamos de billones de euros pagados por Internet o a través de tarjetas cada día.

En un sistema de dinero descentralizado no necesitamos a ningún tercero de confianza que de fe de ninguna transacción, pues es el propio sistema (la propia red) el que genera la confianza suficiente para que dicha transacción sea verídica. Por lo tanto, al igual que en los ejemplos anteriores hemos tenido casos de descentralización desde hace milenios, por limitaciones tecnológicas no ha sido posible plantear un dinero descentralizado hasta ahora.

¿Por qué es tan importante la descentralización? ¿Qué implicaciones tienen las organizaciones descentralizadas en la sociedad actual? ¿Por qué gran parte del debate que surge en torno a Bitcoin y las criptomonedas tiene su esencia en la descentralización real de dichas redes?

Analicemos los dos aspectos fundamentales que hacen que las estructuras descentralizadas sean completamente distintas a las conocidas hasta ahora.

Una organización descentralizada es incensurable

Sin duda alguna, una de las mayores ventajas que plantea Bitcoin es su descentralización. Esto significa que es incontrolable, incensurable e imparable. Como red, no existen nodos que ostenten más poder que otros. No existe ninguna cabeza que cortar, a diferencia de Internet —que mucha gente piensa que es incensurable—, que es fácilmente manipulable por quien sea capaz de controlar puntos centrales de conexión.

Es decir, si detectamos una línea troncal de conexión de América a Europa y fuéramos capaces de sabotearla, las conexiones a Internet en Europa sufrirían latencias o incluso desaparecería la conexión hacia servidores ubicados fuera de esta zona. En cambio, como estudiaremos más adelante, apagar un número de nodos de Bitcoin no provoca prácticamente ningún efecto negativo en el resto de la red. Todo seguirá funcionando con normalidad.

Desde que existe Bitcoin los intentos de control por parte de muchos grupos (terroristas informáticos o gobiernos, desde el norteamericano al ruso) han caído en saco roto. Por mucho dinero invertido y muchos ataques planificados que se hayan hecho, nadie ha sido capaz de controlar o manipular la red de Bitcoin. Y cuanto más grande se hace la red, más difícil y costosa resulta dicha manipulación. Como veremos en capítulos posteriores, Bitcoin es hoy la red de mayor cálculo computacional de la historia, superando incluso a la suma de todos los superordenadores del mundo en varios órdenes de magnitud.

Una organización descentralizada funciona de forma autónoma

¿Qué se necesita para que una red descentralizada evolucione? Simplemente que sus usuarios la utilicen. No depende de ningún consejo de administración, de ningún ejecutivo o entidad jurídica, sino de sus propios usuarios. Es en el ecosistema Blockchain cuando aparecen las primeras DAO (Organizaciones Autónomas Descentralizadas). Sin duda, las DAO darán mucho que hablar durante los próximos años. Su futuro y su existencia están ligados a su comunidad y a los usos que haga esta de la propia red.

¿Por qué las organizaciones descentralizadas están tan poco implementadas en nuestro entorno empresarial?

Muy sencillo, porque una organización descentralizada le resta poder al equity e incluso lo puede llegar a eliminar. Históricamente, el valor de una empresa ha estado depositado en sus accionistas. Es decir, cuanto más beneficio genera una empresa, más dinero puede repartir entre sus dueños. En una estructura descentralizada el capital social (o equity holders) queda sustituido por token holders. Por lo tanto, el valor que genera una estructura descentralizada se redistribuye entre sus token holders. Bajo mi punto de vista, el entorno empresarial actual no está preparado para evolucionar hacia modelos descentralizados, pero al mismo tiempo esta tendencia es inevitable: las estructuras descentralizadas son capaces de aportar más valor a sus clientes, ya que dicho valor no queda retenido únicamente entre sus accionistas. Muchas veces los usuarios o clientes son los propios token holders, por lo que se trata de organizaciones mucho más eficientes en la creación y redistribución de valor.

Aunque soy consciente de que estamos todavía en las primeras páginas del libro, quiero que te quedes «rumiando» esta idea: la descentralización provoca una redistribución del valor mucho más justa, por lo que a largo plazo su adopción es inevitable.

Las empresas tradicionales, por su propia naturaleza, tienden a extraer el máximo valor posible de sus clientes para repartirlo entre sus accionistas. Actúan, de alguna manera, como terminators. No se cansan, no duermen. Tienen un claro objetivo y no pararán hasta conseguirlo: ganar cada vez más dinero. Estas empresas seguirán extrayendo más valor de sus clientes, sacándoles más dinero por más productos o servicios, y cuando hayan vaciado nuestros bolsillos irán a los de nuestros hijos y así sucesivamente.

Apple, por ejemplo, cada pocos años lanza un nuevo producto más caro que el anterior: cualquier cliente de Apple sabe que está retenido y que cada ciclo gasta más dinero en la compañía. Amazon lanza nuevos servicios continuamente. Facebook compra toda las aplicaciones que destacan para que termines usando su propio universo, sin salir de él. Cualquier empresa tiene como objetivo ganar cada vez más, ya que el accionista es insaciable.

Una organización descentralizada no tiene esa necesidad, pues no tiene accionistas a los que reportar que exijan cada vez más rendimientos a su consejo de administración. Si a esto le unimos que sus propios clientes pueden ser los usuarios del token, una parte del valor que generan a través de la organización retorna a ellos, por lo que se trata de modelos mucho más eficientes y sostenibles en el largo plazo.

 

Conclusiones de la descentralización

Los fenómenos de descentralización han acompañado desde siempre al ser humano, pero es ahora, con la consolidación de la tecnología Blockchain, cuando empiezan a nacer las primeras organizaciones descentralizadas. Con un sistema descentralizado basado en Blockchain provocamos un cambio de paradigma mental que podemos resumir en dos puntos:

• Prescindimos de intermediarios para generar confianza entre las partes (ya sean emperadores, monjes, sacerdotes o bancos centrales), agregando más valor.

• Confiamos en las matemáticas y en la criptografía como medios y pruebas irrefutables de generación de dicha confianza.

Es decir, eliminamos los intermediarios cuyo único valor venía por dar fe de ciertas cosas, y utilizamos una tecnología en forma de red (Blockchain) como herramienta que garantiza o da fe de dichos intercambios.

En capítulos posteriores estudiaremos diferentes blockchains y comprobaremos cómo el grado de descentralización varía mucho entre ellas, siendo Bitcoin la blockchain por excelencia más descentralizada.

Una vez que hemos entendido el valor que aporta la descentralización a las organizaciones, es el momento de introducir conceptos de criptografía y filosofía e historia anarcocapitalista, que evolucionó y desembocó años después en el nacimiento de Bitcoin. Estudiemos el pasado llegar a comprender el presente y el futuro que se avecina.

3. Criptografía, hacktivismo y ciberpunks

La criptografía ha estado siempre unida a las comunicaciones entre los seres humanos por la necesidad de tener intimidad o seguridad en nuestras conversaciones. No todo lo que decimos nos gusta que sea público. La privacidad ha existido desde siempre. Sin intentar proporcionar una definición técnica o matemática avanzada, quedémonos con que la criptografía3 es la ciencia que estudia el cifrado de mensajes.

Unas de las primeras comunicaciones encriptadas conocidas ocurrieron durante el Imperio Romano hace más de 2000 años, en la época de Julio César. Todos tenemos en la retina la imagen de un soldado romano a caballo, a toda velocidad y llevando un pergamino enrollado y sellado con cera. El sistema de cifrado que utilizaban en aquella época era muy rudimentario y consistía básicamente en un cifrado por clave única: es decir, origen y destino conocían la combinación de caracteres necesaria para que, una vez reordenados, la carta tuviera sentido. Por ejemplo, si el cifrado era «2n-1», cada letra contenida en el pergamino (encriptada) tenía una correspondiente letra en latín (desencriptada) que equivalía a la misma posición del abecedario multiplicándola por dos y restando una posición; la B se traducía a C, la C a H y así sucesivamente. Desencriptar este sistema es pan comido con la tecnología actual, pero en aquella época resultaba sumamente complicado si no se conocía la correspondiente «ecuación» o clave criptográfica.

Quizás el caso reciente más conocido de uso de encriptación a gran escala fue el de la máquina alemana Enigma durante la Segunda Guerra Mundial. Un equipo de matemáticos ingleses, capitaneados por Alan Turing, fue capaz, por fuerza bruta4, de desencriptar los mensajes que enviaban los nazis entre máquinas Enigma. El hecho de poseer información del enemigo en tiempo real les dio una ventaja estratégica hasta el final de la guerra. Hay un dicho que dice algo parecido a «los aliados ganaron la guerra por la fuerza de los rusos, el dinero de los norteamericanos y la inteligencia de los británicos». Es decir, la desencriptación de la máquina Enigma por parte de los aliados fue un factor decisivo para alcanzar el final de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, podríamos asegurar que la criptografía jugó un papel decisivo en la contienda.

Al acabar la Segunda Guerra Mundial el gobierno de los Estados Unidos se percató de la importancia que tenía la criptografía en la sociedad y la trató como una cuestión de estado. Se creó la NSA y se prohibió estudiar criptografía en las universidades durante décadas, siendo los entornos gubernamentales los únicos lugares para poder formarse en esta disciplina. No fue hasta mediados de los 70 cuando un juez de EE. UU. declaró la criptografía como un derecho básico del ser humano y se pudo volver a publicar libros y a enseñar en el sistema educativo convencional. Durante estos años aparecen grandes matemáticos y se producen los avances más significativos en cuanto a la generación de algoritmos de cifrado, como la criptografía de clave pública (las firmas digitales) y los conocidos árboles de Merkle, que tienen una aplicación práctica y directa en Bitcoin (como veremos en el capítulo 8).

Durante los años 70 se produjeron también grandes avances en criptografía. Quizás el año más significativo fue 1977, cuando Ron Rivest, Adi Shamir y Leonard Adleman diseñaron el Algoritmo RSA (con sus iniciales: Rivest, Shamir, Adleman). Este algoritmo es utilizado hoy en día por todos nosotros, ya que dio origen a los cifrados de clave pública donde los usuarios tenemos dos claves: una pública y otra privada. La encriptación asociada a Blockchain utiliza esta tipología de cifrado. Como curiosidad, cuando publicaron el algoritmo, abrieron una «competición» en la revista Scientific American en la que anunciaron que obsequiarían con cien dólares a quien consiguiera romper el cifrado. Nadie lo hizo.

Avanzamos. La década de los 80 está marcada por movimientos hacktivistas, es cuando aparece la figura del hacker. A diferencia de otras evoluciones culturales, es curioso cómo los matemáticos que durante los 60 y 70 trabajaron en criptografía fueron durante los 80 los principales precursores del movimiento hacker. Pero antes de continuar analicemos el origen y significado de la palabra hacker.

Podríamos definir un hack como «un conjunto de hazañas impregnadas de innovación, estilo y virtuosismo técnico». Es decir, un hack es algo bueno. Por lo que un hacker es alguien que hace cosas buenas. Un hacker es un programador que encuentra errores en los sistemas o caminos alternativos y creativos para llegar al mismo destino. Un hacker no tiene ningún ánimo vengativo ni destructivo desde la perspectiva técnica, simplemente es alguien con ideas brillantes y con ganas de compartirlas con el mundo. Por esta razón, los hackers son los primeros en reportar las vulnerabilidades que encuentran en los sistemas, para que se solucionen.

La figura del hacker ha estado denostada por parte de la prensa generalista y la han asociado a un delincuente informático. No debemos caer en el error y confundir un hacker con un delincuente o terrorista informático. Quizás el libro más conocido que recopila los movimientos hacktivistas sea La conciencia de un hacker (1986), de Loyd Blanckendhip, con su famosa frase «sí, soy un criminal. Mi crimen es la curiosidad».

¿Y qué ética sigue un hacker? podríamos resumirla en los siguientes puntos:

• El acceso a los ordenadores y a todo recurso que pueda enseñar alguna cosa sobre cómo funciona el mundo debe ser ilimitado y total.

• Toda la información debe ser libre.

• Desconfía de la autoridad. Promueve la descentralización (y la no violencia).

• Los hackers deben ser juzgados por su hacking, no por sus títulos, edad, raza o posición.

• Se puede crear arte y belleza en una computadora.

• Las computadoras pueden cambiar tu vida para mejor.

Seguimos avanzando en la línea temporal y cambiamos de década. ¿Qué ocurrió durante los 90? Los criptógrafos que en los 60 y 70 se rebelaron contra lo establecido y que en los 80 pasaron a ser hackers se convierten, una década después, en los líderes del movimiento ciberpunk. Los ciberpunks son «hackers evolucionados» que promueven la libertad de expresión, el acceso a la información, la privacidad y el uso de la criptografía y la tecnología como herramientas para crear una sociedad mejor. También son los primeros en promover el uso de dinero tecnológico y supranacional, es decir, que no dependa de ningún país o banco central. En 1990 se crea la EFF (Electronic Frontier Foundation) por John Gilmore, Mitch Kapor y John Perry Barlow como pilares fundamentales del movimiento ciberpunk.

Durante esta década surgen dos momentos en relación a la cultura ciberpunk que merecen nuestra atención, y ambos se produjeron en el mismo año: 1993.

Por un lado, cuatro jóvenes consiguen romper por fuerza bruta el algoritmo RSA que quince años antes habían lanzado los amigos Rivest, Shamir y Adleman. Consiguieron poner muchos ordenadores a trabajar sumando una gran capacidad de computación (mil seiscientos equipos, seiscientos colaboradores y seis meses de cálculo) y, al romper el algoritmo, encontraron las ansiadas palabras que sus creadores habían encapsulado cuando publicaron aquel reto en la Scientific American: THE MAGIC WORDS ARE SQUEAMISH OSSIFRAGE5. Los tres matemáticos, quince años después de haber establecido el reto, pagaron la recompensa de cien dólares a estos cuatro jóvenes.

Por otro lado, dos informáticos —que tendrían años más tarde una labor fundamental en la creación de Bitcoin, Hal Finney y Adam Back— consiguieron hackear el navegador Netscape en su versión europea de 40 bits. Desde la propia compañía aseguraron (y no sin falta de razón) que este hackeo hubiese sido imposible llevarlo a cabo en Estados Unidos, ya que la encriptación que tenía allí Netscape era de 128 bits. Este comentario abrió los ojos a los políticos europeos, que se dieron cuenta por primera vez de la importancia estratégica que podía suponer el tener una ventaja competitiva asociada a la criptografía.

Resulta paradójico que habiendo sido Europa líder mundial en el desarrollo de la criptografía décadas antes (recordemos a Alan Turing y Enigma) pasara a tener un papel tan irrelevante a nivel internacional durante los años 90. Es posible que muchas razones estén unidas al nacimiento y despegue tecnológico de Sillicon Valley desde mediados de los 70, lo que permitió una explosión de creatividad en criptografía (con una derivada directa en aplicaciones empresariales), mientras que en Europa sus colegas criptógrafos seguían trabajando para universidades o para el ejército. Desde ese momento, nunca nos llegamos a recuperar y Europa siempre ha ido a la cola en materia de innovación tecnológica, pero también es cierto que el hackeo de 1993 puso en alerta a los políticos de Bruselas y se empezaron a destinar más fondos a la seguridad informática de los planificados hasta la fecha.

Resumiendo esta sección, podemos concluir que los precursores del movimiento critpo fueron los ciberpunks, que previamente se habían convertido en hacktivistas y que los más veteranos empezaron siendo criptógrafos décadas antes del nacimiento de Bitcoin. La cultura política que impregna estos movimientos tiene muchos tintes de anarcocapitalismo y neoliberalismo: poner el individuo por delante del estado a todos los efectos sociales. Entenderemos mejor esto último cuando estudiemos la historia del dinero en el siguiente capítulo.

3. Wikipedia: https://bit.ly/2kAdgzB.

4. Fuerza bruta equivale a aplicar esfuerzo de computación para descifrar un algoritmo

5. Wikipedia: https://bit.ly/2knXgAW.

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