A 150 años de la Guerra Guasu

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26 de diciembre

La escuadra al mando del coronel Vicente Barrios fondeó a cinco kilómetros al sur del Fuerte Coímbra, sitio donde desembarcaron las tropas de infantería y la artillería. Una vez en tierra, el conductor militar envió bajo bandera de parlamento una nota al comandante de la fortaleza, invitándole a rendirse en el término de una hora. En respuesta, el jefe de la guarnición, teniente coronel Hermenegildo Alburquerque Porto Carreiro, contestó que, según los reglamentos que regían al ejército brasileño, solo por orden superior podía rendirse. En consecuencia, el coronel Barrios ordenó el inicio del bombardeo, el cual fue intensamente contestado por las once piezas de artillería con que contaba el fuerte. Este fue el primer fuego cruzado entre las fuerzas paraguayas y brasileñas, que se prolongaría por largo y terrible lustro.

27 de diciembre

El combate de artillería continuó el día siguiente. A las dos de la tarde, el 6.º Batallón, al mando del sargento mayor Antonio Luis González, realizó un ataque de reconocimiento en las cercanías del fuerte y, a pesar de la lluvia de disparos de fusiles y de metrallas, consiguió llegar por el lado sur hasta el pie de los muros que tenían más de cuatro metros de altura. Los atacantes no pudieron treparlos porque carecían de escaleras, elemento que no fue previsto en la expedición. No obstante, el asalto fue tan audaz que siete paraguayos consiguieron saltar dentro de la fortaleza, pero lastimosamente fueron acribillados. Al obscurecer, se dio la orden de repliegue. La acción del día había costado doscientos muertos y un número mayor de heridos.

28 de diciembre

A llegar la noche, el comandante paraguayo decidió llevar al día siguiente un ataque general sobre la fortaleza. Esta se hallaba erigida en la falda de una montaña sobre la margen derecha del río Paraguay y solo podía ser embestida por el lado sur, pues en los otros costados contaba con defensas naturales, hacia el norte y este se hallaba rodeada por cerros inaccesibles y por el oeste estaba resguardada por una profusión de fosos, cercos de tuna, piedras y troncos que los asaltantes debían atravesar bajo el fuego del enemigo para poder llegar a la fortaleza que se hallaba a setenta metros de elevación desde el llano. Observando el comandante Porto Carreiro el ímpetu e intrepidez de los soldados paraguayos no creyó prudente esperar la embestida final y esa misma noche resolvió desocupar la fortaleza, embarcándose con el resto de su tropa a bordo de los barcos Jauru y Amambay.

29 al 31 de diciembre

En plena oscuridad de la madrugada del día 29, el ejército paraguayo ocupó la fortaleza de Coímbra y su comandante, el coronel Barrios, enarboló la bandera paraguaya en la torre más alta del citado bastión. De esta manera, el sitio quedaba reintegrado como primer fruto de la guerra, una secular posesión paraguaya. Posteriormente, Barrios fue avanzando asombrosamente. Primero envió una expedición al mando del teniente de marina Andrés Herreros para perseguir a los fugitivos, quienes fueron capturados de inmediato. El 30 cayó el fuerte de Alburquerque y al día siguiente, poco antes de terminar el año 1864, el ejército paraguayo se posesionaba de Corumbá. Tanto las tropas dirigidas por Barrios como las de Resquín ocuparían las otras fortalezas matogrossenses a inicios del siguiente año.

epílogo

La campaña de Mato Grosso se constituyó en el preludio de la gran conflagración que duraría cinco largos años de una cruenta guerra que no tuvo tregua. No hubo retaguardia. Todo el país se convirtió en un reducto de un extremo al otro lado de la República. No solo hombres, sino mujeres; no solo adultos, sino también niños empuñaron las armas. Pese a todo, la sociedad civil empezó recién a sentir los rigores de la contienda a partir de 1868, año en el que la tenaza aliada empezó a cercar el Paraguay. Sin embargo, el bloqueo no hizo mellas en la estructura económica, pues se produjo en el país todo cuanto se necesitaba. En los dos primeros años de contienda, mientras los hombres luchaban en el frente, las mujeres se convirtieron en las abastecedoras de alimentos y vestimentas. Más tarde, a partir del cerco aliado, combatieron a la par que los varones y, como residentas o destinadas, escribieron las páginas de gloria de esta hazaña.

Si bien hubo alguna intención de ayuda en hombres y armamentos por parte de algunos países, esta no llegó a concretarse y así, sin amparo, sin protección o sin nadie que auxiliara la causa paraguaya, la guerra prosiguió su marcha hasta concluir en el triste y deplorable epílogo de Cerro Corá.

año 1865

introducción

Concluidas las acciones bélicas en Mato Grosso, en diciembre de 1864, el presidente Francisco Solano López ordenó la marcha del ejército en dirección a Rio Grande do Sul. La ruta obligada para llegar a destino era el litigioso territorio de Misiones. A ese efecto se notificó al general Justo José de Urquiza el traslado de las tropas paraguayas por aquella región, hecho que no representaba una amenaza a las provincias argentinas y mucho menos a su gobierno, pero, al mismo tiempo, también solicitó permiso al Gobierno de Buenos Aires. Considerando que las Misiones Orientales históricamente pertenecían al Paraguay, aquel permiso era innecesario, pero Solano López, deseando asegurar la cooperación de Urquiza, de suma importancia dentro de sus planes, accedió en hacerlo. La petición fue recibida en la Cancillería argentina al tiempo que el general entrerriano, por su parte, trataba de interceder ante Mitre para que concediera la autorización del tránsito de las milicias paraguayas, pero el Gobierno argentino la denegó.

Por ese tiempo, la guerra civil uruguaya llegaba a su fase final con el triunfo de las fuerzas en coalición brasileño-coloradas. Venancio Flores ascendió al poder de su país y se avino a pactar con el Imperio del Brasil en su lucha contra el Paraguay, recibiendo de Río de Janeiro todo el apoyo político y material para mantenerse en el gobierno.

Esta situación disgustó en demasía a Mitre, quien, tras informarse de la forma en que terminó el conflicto uruguayo, se negó a aliarse con aquellos en una eventual guerra contra el Paraguay. Mitre no solamente pretendió mantenerse neutral, sino que prohibió la autorización para que la escuadra brasileña remontase el Paraná y bloquease al Paraguay. Sin embargo, su firme posición se vería modificada en breve tiempo.

En tanto, Urquiza reflexionaba sobre sus anteriores promesas y comisionó a Julio Victorica a Asunción con el fin de persuadir a Solano López de que no entrase en conflictos con la Argentina, cuya neutralidad aseguraba al Paraguay, si este no violaba el territorio argentino en su conflagración con el Brasil. López, sorprendido por la actitud de Urquiza, quien en principio le había ofrecido su apoyo, se mantuvo expectante, sin manifestar promisión alguna.

En Buenos Aires, Mitre se resistía a los asedios de concertar una alianza que insistentemente le proponía el enviado imperial a la capital porteña, José María da Silva Paranhos. Sin embargo, la fuerte influencia que ejercían ante su Gobierno el canciller Elizalde y el ministro de Guerra, Gelly y Obes, partidarios de la guerra, animaba al agente brasileño, quien también pertenecía a la línea belicista de su país, dirigida por el vizconde de Tamandaré, a no desistir en sus propósitos.

Al iniciarse el año de 1865, las noticias llegadas al Paraguay sobre los posibles contubernios en el escenario rioplatense eran inquietantes. Los informes recibidos por Solano López y su ministro José Berges daban por segura la concreción de la alianza argentino-brasileña. Grave error diplomático, pues la presencia de un representante oficial del Gobierno paraguayo en Buenos Aires o la de su par en Asunción hubieran obviado tal vez todas las desavenencias posteriores que desembocaron en la terrible guerra que postró al Paraguay por más de un siglo en todos los órdenes.

El año 1865 es la etapa en que los líderes de los países integrantes de la Alianza acuerdan un pacto contra el Paraguay. El Gobierno nacional llama a un Congreso Extraordinario. Se inicia la guerra contra la Argentina. Se firma el Tratado Secreto de la Tríplice. Se desarrollan las campañas de Corrientes y de Uruguayana, donde los cuatro ejércitos combaten en diversas batallas. En ese contexto, los eventos del año se inician con la petición enviada por Solano López a Bartolomé Mitre para que el ejército paraguayo pasase por el territorio de Misiones con el propósito de auxiliar al Gobierno blanco uruguayo, solicitud que fue denegada, originándose así las hostilidades con la Argentina y, ulteriormente, con el Uruguay.

hitos cronológicos de 1865
14 de enero

El delegado paraguayo, José Tomás Ramírez, quien había sido enviado, a fines de diciembre de 1864, ante Urquiza para negociar una posible alianza paraguayo-argentina contra el Imperio del Brasil, regresaba al país en los primeros días de 1865 con la propuesta del general entrerriano que, si bien este no se expedía sobre dicha oferta, sugería que el presidente Solano López solicitara oficialmente al presidente Mitre el paso de las tropas paraguayas por el territorio de las Misiones —aún en litigio entre ambos países—. Urquiza prometió apoyar la petición paraguaya, pues pensó que sería otorgada. En consecuencia, Solano López aceptó el consejo de Urquiza, aunque le disgustaba gestionar la autorización para transitar por regiones que legítimamente pertenecían al Paraguay.

A ese efecto, el 14 de enero de 1865, fue nombrado Luis Caminos, quien sería el encargado de llevar la petición firmada por el ministro de Relaciones Exteriores, José Berges, al canciller Rufino de Elizalde. El documento en cuestión expresaba que el Gobierno argentino consentiría sin dificultad la solicitud, sin alterar su política, ni crear complicaciones o reclamaciones con el Brasil, teniendo en cuenta que ya existían precedentes al respecto, cuando en 1855 la Argentina había autorizado el tránsito de la poderosa escuadra brasileña hacia el Paraguay.

 

Al mismo tiempo, Caminos era portador de otra comunicación, la del presidente Solano López al general Urquiza, residente en Paraná, comunicándole sobre la citada solicitud. Sin embargo, la nota paraguaya no hablaba de enviar ejércitos al Uruguay, sino a Rio Grande do Sul. Además, contenía una importante modificación de las sugestiones de Urquiza: no se requería autorización para cruzar territorio litigioso de Misiones, que era ocupado por el Paraguay hasta las tranqueras de Loreto, al otro lado del Paraná; sino por e1 territorio de la provincia argentina de Corrientes.

16 de enero

El Gobierno paraguayo ordenó que una fuerza de diez mil hombres, integrada por unidades de infantería, artillería y caballería, al mando del mayor Pedro Duarte, cruzase el río Paraná para establecer un campamento de base en Misiones. Para ese objetivo se escogió un sitio a orillas del arroyo Pindapoy, al sur del pueblo de Candelaria, antigua capital de las ex misiones jesuíticas. De inmediato los soldados cubrieron las malezas con cobertizos, tiendas y semicírculos de carros. Y en esa área se iniciaron los entrenamientos y prácticas que Solano López había adoptado de manuales franceses.

20 de enero

Las noticias de las prácticas militares paraguayas a orillas del Paraná llegaron al Brasil, aunque bien distorsionadas, pues se creyó que el contingente ingresado a Misiones era mucho mayor de lo que en realidad era. Algunos miembros del Parlamento carioca opinaban que se trataba de unos cien mil efectivos.

6 de febrero

El barco que transportaba al enviado paraguayo, después de su estancia en Paraná, arribó al puerto de Buenos Aires. De inmediato, Luis Caminos se dirigió a la Cancillería argentina y entregó la petición paraguaya al canciller Rufino de Elizalde. Ínterin a este hecho, el general Urquiza intercedía ante el presidente Mitre para que accediera a otorgar el permiso requerido por el presidente Solano López.

9 de febrero

La mediación de Urquiza no tuvo el éxito esperado, pesó más la diplomacia porteña y la intervención de su canciller, quien firmó dos notas de respuesta. En la primera denegaba formalmente la solicitud paraguaya y en la segunda dejaba entrever que el Gobierno argentino estaba en conocimiento sobre los fuertes contingentes armados que se hallaban asentados en la zona misionera, dispuestos a marchar contra el Brasil y contra las fuerzas coloradas dirigidas por el líder de la Revolución Oriental, Venancio Flores, quien además era partidario de Mitre. La citada comunicación concluía expresando que el Gobierno argentino tenía la esperanza de que su homólogo paraguayo propendiese a evitar cualquier circunstancia que pudiese alterar las relaciones amistosas entre ambas naciones.

15 de febrero

Conocida en Asunción la negativa del Gobierno argentino a la solicitud presentada por el canciller José Berges del libre tránsito de las tropas paraguayas por el territorio de Misiones, el presidente Solano López convocó a un Congreso Extraordinario, a celebrarse el 5 de marzo. En el decreto no se expresaba el motivo de la convocatoria, pero de su texto se deducía que por la grave situación internacional se hacía necesaria la reunión para deliberar sobre los asuntos concernientes a la política externa a seguir.

16 de febrero

Presagiando que se avecinaba la guerra, el general Urquiza envió hasta Asunción a su secretario privado, el joven Julio Victorica, con el propósito de persuadir al presidente paraguayo de que la neutralidad argentina ayudaba, antes que dañar la causa paraguaya. Al mismo tiempo, le aseguraba la imparcialidad de su Gobierno en el conflicto paraguayo-brasileño, si se respetaba su territorio. El enviado encontró a Solano López apesadumbrado y si bien revelaba en su conducta una irreprochable cultura y rectitud, pero sin vislumbres de amigabilidad, pues acababa de recibir las dos misivas del canciller Elizalde.

17 de febrero

El presidente Solano López volvió a recibir a Julio Victorica en su despacho exhibiéndole recortes de periódicos porteños que representaban la campaña de Mato Grosso como payasadas de un bufón en una escarapela de plumas. Declaraciones de neutralidad a nivel oficial, insultos y burlas en la prensa.

26 de febrero

Julio Victorica regresó a la Argentina llevando consigo la respuesta de Solano López al general Urquiza. En ella, el presidente paraguayo lo recriminaba por haber abandonado sus anteriores promesas de apoyarlo en la cuestión del tránsito. Con el propósito de apaciguar los ánimos, Urquiza ofreció su mediación entre el Paraguay y el Brasil, pero su oferta ya no fue escuchada por ambos contendientes.

5 de marzo

Se inauguraron las sesiones del Congreso Extraordinario convocado por el presidente Solano López, quien informó sobre la actitud del Gobierno argentino de negar el pedido efectuado por el Paraguay para que dicho tránsito se realizara sin inconvenientes y con las debidas garantías para la Argentina. En su extensa alocución, el presidente Solano López expresaba sobre las relaciones con el Imperio del Brasil y sobre la gravedad de la situación que se presentaba con la Argentina, pues “… ultrajada se hallaban la honra y la dignidad nacional y comprometida la seguridad e integridad de la República…”. Antes de concluir la sesión del día se constituyeron comisiones especiales para dictaminar sobre los temas planteados por el Ejecutivo, pero el sentimiento general de los congresistas era que en poco tiempo surgiría la declaración de guerra a la Argentina. Las reuniones continuaron por espacio de dos semanas.

11 de marzo

En esta fecha, el Gobierno paraguayo supo sobre el inminente arribo de la escuadra imperial para bloquear al Paraguay, situación sumada a la maliciosa campaña periodística porteña, no se dudó ya del acuerdo argentino-brasileño. En consecuencia, López decidió adelantarse a los acontecimientos y se propuso ocupar Corrientes.

18 de marzo

El Congreso, por unanimidad, aprobó la conducta desempeñada por el Ejecutivo frente al Brasil y autorizó la declaración de guerra a la Argentina por los siguientes motivos: 1.º) Negación del paso por territorio argentino de las tropas paraguayas. 2.º) Desconocimiento de los derechos de la República del Paraguay al territorio de Misiones. 3.º) Protección al comité revolucionario paraguayo en Buenos Aires y “apoyo a los traidores de la patria”. 4.º) Abierta defensa al Brasil en la prensa oficial contra la causa paraguaya. 5.º) La indudable mancomunidad del Gobierno argentino con el del Imperio del Brasil “para dislocar el equilibrio político de los estados del Plata”.

Antes de disolverse las sesiones, el Congreso concedió al presidente Solano López el grado de mariscal de los Ejércitos Paraguayos y tenía la facultad de crear un nuevo cuerpo de oficiales con seis brigadieres y tres generales de división; el derecho de firmar la paz con uno u otro beligerante cuando él lo creyese oportuno; la autorización de emitir papel moneda para solventar los gastos emergentes de la situación y además se le facultaba a la contratación de un empréstito en Europa de veinticinco millones de pesos.

25 de marzo

El Semanario anunció la declaración de guerra a la Argentina, hecho que motivó en toda la población un intenso fervor patriótico. Las calles y plazas se llenaron de ciudadanos exaltados aclamando al mariscal López y al ejército. Una atmósfera festiva alentaba oficialmente invadiendo la capital paraguaya. Hubo fiestas tanto en Asunción como en las localidades del interior. Los emocionados vecinos pedían las cabezas de Mitre, Elizalde, Gelly y Obes y de los demás kurepi.

29 de marzo

La comunicación oficial de declaración de guerra del Paraguay a la Argentina fue despachada por el canciller José Berges a su par argentino, Rufino de Elizalde. Con relevante detalle el diplomático paraguayo explicaba por qué su Gobierno había tomado tal medida, sin omitir la cuestión del tránsito, las referencias insultantes de la prensa porteña hacia el Paraguay, la supuesta ayuda otorgada a los revolucionarios antilopistas y el favoritismo hacia el Brasil.

2 de abril

En esta fecha partía del puerto de Santos una expedición al mando del coronel Carlos de Morais Camisão. El contingente, integrado por dos mil trescientos hombres, entre quienes se hallaban indígenas de las parcialidades Guaicurú y Tereno, debía atravesar las selvas paranaenses para arribar a Mato Grosso. El ejército logró llegar a destino dos años más tarde, después de recorrer dos mil quinientos kilómetros.

3 de abril

El documento que contenía la declaración de guerra del Paraguay a la Argentina fue llevado por el general Wenceslao Robles hasta Humaitá y de allí fue enviado a Buenos Aires. Para ese cometido fue comisionado el teniente Cipriano Ayala, quien, vestido de civil, partió al día siguiente a la capital porteña en el vapor de guerra Jejuí. Dos días más tarde cambió de embarcación en Rosario.

8 de abril

El teniente Cipriano Ayala arribó a Buenos Aires e inmediatamente se dirigió a la residencia del agente comercial paraguayo Félix Egusquiza para entregarle el documento que contenía la declaración de guerra del Paraguay a la Argentina. Versiones históricas revisionistas aseguran que Ayala entregó varios documentos, pero que ninguno de ellos contenía tal declaración de guerra, hecho inferido por la reclamación efectuada por el Gobierno de Mitre cuando una flota paraguaya compuesta por cinco naves de guerra se apoderó de dos pequeñas embarcaciones ancladas en el puerto de Corrientes, suceso con el cual se iniciaban las hostilidades con la Argentina.