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Origen y antecedentes históricos

La GNA fue creada por la ley 12.367 el 28 de julio de 1938, durante la presidencia de Roberto M. Ortiz, con el fin de afianzar y controlar los límites internacionales y brindar seguridad a determinados pobladores12 en regiones alejadas del poder político central con sede en Buenos Aires. Según el sitio web oficial de Gendarmería, el objetivo de su creación era “contribuir decididamente a mantener la identidad nacional en áreas limítrofes, a preservar el territorio nacional y la intangibilidad del límite internacional”. La creación de esta fuerza debe ser entendida en el contexto de un estado nacional consolidado que buscaba extender el ejercicio de su poder al resto de su territorio.

Como ya mencionamos, el Museo Histórico de Gendarmería Nacional expone una serie de referencias a milicias que ellos señalan como antecedentes históricos. Encontramos por un lado el Cuerpo de Blandengues de la Frontera y por otro la División Infernal de Gauchos de Línea comandados por el General Martín Miguel de Güemes, numen tutelar de la institución.

Para el primer caso, junto con los uniformes, la lanza y la maqueta del fortín de los Blandengues, el relato del guía apela a la protección de las fronteras como el atributo categorial en el que fundan dicha filiación. Asimismo, la línea de fortines que ocuparan estas milicias coloniales es usada para demarcar una alteridad: los aborígenes de Patagonia, Chaco y Formosa, considerados como una amenaza pues “atacaban a los pobladores” y no como un pueblo o nación que se defendía de quienes usurpaban su territorio. Por su parte, el relato del guía presenta un escenario agreste en el que se desempeñaban los Blandengues, ya que es descripto como un territorio en los límites del dominio español, al que llegaban los colonos que debían ser protegidos de los malones. Este punto es importante porque, como veremos en el siguiente apartado, los gendarmes no solamente consideran que su función más característica es el cuidado de las fronteras sino que además construyen un territorio salvaje e inhóspito al que definen como propio de su desempeño.

Por otra parte, la referencia al general Martín Miguel de Güemes y sus Gauchos Infernales se funda igualmente en el desempeño de control y vigilancia fronteriza pero ya no contra los pueblos originarios de entonces sino contra los ejércitos realistas del norte durante las luchas independentistas. Refiriéndose a las narrativas que se disputaban la construcción de la Argentina como estado nación moderno, Pablo Alabarces afirma que ante la llegada de inmigrantes anarquistas las clases dominantes van a proponer un “mito de unidad étnica; y un relato de origen que instituyó la fuerza del gaucho como modelo de argentinidad y figura épica” (2007: 40). El gaucho adquiere a partir de estos relatos un importante papel político en la guerra de la independencia contra España:

Aparecen como soldados de los ejércitos independentistas, aunque generalmente reclutados por la fuerza; para luego constituir la fuerza principal de los ejércitos formales e informales de los caudillos locales del interior de la Argentina, los federales, en su lucha contra las tropas de los sectores que intentan imponer una organización centralizada en Buenos Aires. (Alabarces, 2007: 41)

Encontramos puntos en común entre el mito de unidad étnica del que habla Alabarces y la imagen deseada sobre la GNA que nos ofrece el Museo Histórico. Resulta muy significativo que el numen tutelar de la GNA sea el caudillo salteño Martín Miguel de Güemes. Esta figura histórica sintetiza muchos de los atributos categoriales que hacen al sentido que los gendarmes tienen sobre quiénes son. Ya mencionamos su actuación militar en las fronteras del norte contra los avances realistas durante la guerra de la independencia; junto con esto, el origen provinciano del prócer y de sus tropas de Gauchos Infernales extraídas del mundo rural completan la pertinencia de la personalidad histórica escogida. La idea de la GNA como una fuerza cuyos miembros son de origen provinciano es un rasgo de la autocomprensión institucional que hemos registrado en reiteradas ocasiones a lo largo de nuestro trabajo de campo.

Durante 2012, en nuestro trabajo de campo en la Escuela de Oficiales Martín Miguel de Güemes entrevistamos a gendarmes mujeres y hombres que se desempeñaban en distintos roles: directivos, instructores, docentes, personal no docente, cadetes y otros. En varios de estos encuentros surgió la identificación de la GNA como una fuerza principalmente provinciana. Un ejemplo se dio durante una de las entrevistas realizadas al personal del gabinete psicopedagógico. Mientras conversábamos sobre las diferentes tareas que llevan adelante, una de las entrevistadas explicaba lo siguiente:

Y lo que hemos observado siempre, bueno, viste que la mayor afluencia acá en Gendarmería es de Misiones, Formosa, del interior, más que nada del interior donde se ve el accionar de la Gendarmería. Pero lo que hemos observado también es que estos últimos años es que ya vienen más de Buenos Aires también […] Tenés gente que viene y accede con toda la idiosincrasia de la Capital y lo que ves es que viene a una fuerza porque no tiene otro recurso para hacer nada… No todos. Pero tienen esa situación de “voy a entrar acá porque…”, y vienen con un montón de problemáticas y de historias difíciles. Distinto de los chicos del interior que vienen porque por ahí es por vocación, porque lo ve, porque le gusta…

Nuestra interlocutora destacaba así no solo una mayor afluencia de las provincias “del interior” sino además el carácter vocacional de estos jóvenes hombres y mujeres, en comparación con quienes provienen de Buenos Aires, que ingresarían por ser el único recurso con el que cuentan. De manera similar, un subalférez recién egresado a quien pudimos entrevistar se refirió a este punto de la siguiente manera:

No es lo mismo Gendarmería en Buenos Aires, que se empezó a conocer hace dos o tres años atrás, que Gendarmería en las fronteras del norte, y Gendarmería es una fuerza muy respetada allá en el norte. Y como yo veía que Gendarmería era una fuerza prestigiosa, dije: “Bueno, quiero ser gendarme”.

Del mismo modo, durante una de nuestras visitas al Museo Histórico, Javier se refería a este carácter provincial de la GNA al mostrarnos una serie de cuadros con los escudos de las provincias que fueran pintados y donados al Museo por una historiadora oriunda de la provincia de Salta:

Después, bueno, allá tenemos un sector dedicado que fue donado por… esos cuadros que usted ve son pintados a mano, aunque parezca mentira, son los escudos de las provincias que fue donado por la doctora en Historia, la señora Arancibia, oriunda de Salta. Una mujer grande que quería que su colección estuviese acá en el Museo, porque ella tiene un cariño muy grande con la institución. Gendarmería está mucho en la provincia, el gendarme está muy arraigado, [es] muy representativo de todas las provincias. Y la madre de esta señora tenía mucho contacto con los gendarmes, muchos de los gendarmes, algunos, no sabían escribir o no sabían leer, y la madre les enseñaba.

Debido a su función original de fuerza de frontera, las provincias constituyen el territorio histórico donde se ha desempeñado la Gendarmería desde sus orígenes. El primer escuadrón se instaló en 1939 en la localidad de Roque Sáenz Peña, provincia de Chaco.

Quisiéramos cerrar este apartado resumiendo el mito fundador sobre el origen de la institución que, a través de la combinación de objetos exhibidos y un guion que el guía relata a los visitantes, se narra en el Museo Histórico de Gendarmería Nacional. Como hemos visto, este relato afirma que la GNA toma como sus antecedentes milicias históricas como el Cuerpo de Blandengues y la División de Gauchos Infernales de Martín Miguel de Güemes. Tal parentesco se establece en la función de vigilancia fronteriza que cumplían estas huestes en territorios alejados del poder central. En continuidad con esto último se entiende a la GNA como una fuerza originariamente campestre y provinciana.

Bautismo de fuego y “heroísmo” del gendarme

En este apartado y el siguiente describiremos el segundo eje en torno al cual se construye, en el Museo Histórico de Gendarmería Nacional, la imagen deseada de la institución. Nos referimos a aquel que se refiere a las funciones y tareas que realiza.13 Lo primero que debemos decir al respecto es que la GNA, como nos han explicado Javier y otros gendarmes, es una “fuerza de seguridad de carácter intermedio”, lo que significa, como ya aclaramos, que tiene incumbencia tanto en la seguridad interior como en la defensa nacional.

El rol de la GNA en la defensa nacional sobresale en el relato museístico de la sala IV, Sargento Ayudante Gumersindo Acosta, dedicada exclusivamente a conmemorar el bautismo de fuego en la guerra de Malvinas. Este hecho histórico constituye un atributo categorial de enorme peso en la identificación de quienes revistan en la institución. Además de la bandera del Escuadrón Alacrán, que ya mencionamos, la sala IV presenta una vitrina dedicada al sargento Acosta donde se destaca, sobre el fondo de una bandera argentina, su retrato rodeado de objetos que le pertenecieron, como una boina, una gorra de plato, guantes, jinetas, su legajo, una carta que le escribiera a su hijo días antes de su muerte, entre otras.

Toda la sala es una evocación a los caídos en ese conflicto bélico, a quienes se honra como héroes de guerra. Se observa también un póster con la nómina de todo el personal de GNA convocado a la guerra de Malvinas; luego, los que llegaron a participar, y finalmente los caídos en combate. Sobre una de las paredes se ha construido un “cuadro de honor” rindiendo homenaje a los “Gendarmes caídos en Malvinas”, formado por las fotos de cada uno de los gendarmes fallecidos en la guerra. Se recupera así la participación de la Gendarmería Nacional en la guerra, evento bélico que, si bien generó duras críticas a los altos mandos militares y gubernamentales de entonces,14 goza, sin embargo, de reconocimiento por parte de amplios sectores de nuestra sociedad, principalmente para con los combatientes y con los caídos que han sido encumbrados como héroes de guerra.

 

Además de la sala dedicada a Malvinas el Museo presenta, a lo largo de todo su recorrido, reiteradas referencias a los caídos en actos de servicio. Recordemos que tres de las cinco salas tienen nombres de integrantes de la fuerza que murieron en estas circunstancias: Arturo Lopetegui (sala III) murió en 1986 en un accidente aéreo; Ramón Gumersindo Acosta (sala IV) murió en combate durante la guerra de Malvinas, y Miguel Ángel Tripepi fue el primer integrante de la fuerza fallecido en acto de servicio durante un enfrentamiento armado en 1941. Los tres tienen, además, vitrinas conmemorativas individuales.

También vimos que en la sala II hay un sector dedicado a los caídos en cumplimiento del deber formado por cuatro vitrinas. La más cercana al ingreso a la sala está dedicada a dos gendarmes: nuevamente al sargento ayudante Ramón Gumersindo Acosta y al sargento Alberto Escobar. Este último falleció el 2 de febrero de 1976 al arrojarse sobre una granada, activada accidentalmente, durante una clase de instrucción que impartía a otros suboficiales. En la vitrina hay un documento escrito que resume su trayectoria en la fuerza donde, al final, puede leerse: “El día 2 de febrero de 1976 ocurrió el trágico hecho en el que entregó su vida al prójimo, en un acto heroico y cumpliendo funciones como Subinstructor de los Suboficiales de la Fuerza que orgullosamente integró”.

Seguidamente se observa un atril con un póster donde, una vez más, se rinde homenaje a los fallecidos en Malvinas, se aprecia un mapa de las islas y, debajo, las fotos de los siete caídos.

La vitrina que sigue se dedica exclusivamente a los gendarmes fallecidos el 28 de agosto de 1975 durante el Operativo Independencia, cuando la agrupación guerrillera Montoneros derribó un avión Hércules del Grupo 1 de Transporte de la Brigada Aérea, mientras este despegaba del aeropuerto Teniente General Benjamín Matienzo. Los fallecidos fueron los gendarmes Raúl Remberto Cuello, Evaristo Gómez, Juan Argentino Luna y Marcelo Godoy, y los sargentos primeros Pedro Yanes y Juan Riveros. La vitrina está acompañada además por un cuadro del avión Hércules en el momento de la explosión y debajo las fotos de los fallecidos.

En el rincón contiguo se dispone la vitrina de mayor tamaño de la sala, en la que se rinde homenaje –a través de imágenes, notas de la prensa y carteles con los nombres de los fallecidos y las circunstancias de las muertes– a los siguientes gendarmes: el ya mencionado Tripepi, primer gendarme muerto en acto de servicio; el auxiliar Carlos Antonio Lafuente, primer oficial fallecido en 1951 en un tiroteo en el paraje Itacaruaré, provincia de Misiones; se honra nuevamente al director nacional Barbieri y a otros cuatro gendarmes (tres oficiales comandantes y un suboficial), que también fallecieron junto con él en el accidente aéreo de Gualeguaychú en 1986; el comandante Rubén Raúl Aguirre, asesinado en una Misión de Paz en Luanda (Angola) en mayo de 1995; a seis gendarmes que murieron en la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah) en marzo de 1999 por la caída de un helicóptero; al cabo primero Gustavo Ariel Gómez, quien falleció también en la Minustah que prestó auxilio durante el terremoto de 2010, y al cabo Roberto Omar Centeno, asesinado de un tiro en la cabeza en octubre del 2008 en el barrio Ejército de los Andes (Fuerte Apache), provincia de Buenos Aires.

La última vitrina que forma parte de este espacio dedicado a los fallecidos en actos de servicio rinde honores al cabo Juan Adolfo Romero, quien falleciera en un enfrentamiento armado contra el Ejército Guerrillero del Pueblo liderado por Jorge Ricardo Masetti, en abril de 1964, durante la denominada Operación Santa Rosa en la provincia de Salta.

Al considerar todas estas referencias a los caídos en actos de servicio, podemos pensar al Museo Histórico como alegoría de un mausoleo donde se rememora a los mártires de la institución. Diego Galeano, refiriéndose a la construcción del heroísmo policial, afirma que “el culto a los muertos no era solo una práctica interna para la reafirmación de los valores policiales. Apuntaba además a incitar sentimientos de compasión entre los vecinos de Buenos Aires” (2011: 216). Entendemos que también en nuestro caso el culto a los muertos desplegado a lo largo del recorrido persigue un efecto de compasión por parte de los visitantes. Pero, además de este efecto martirizante, la exhibición del sacrificio de la propia vida los exalta como héroes que murieron por la patria, fuera en la guerra o defendiendo sus fronteras, construyendo un rasgo sustancial de la imagen deseada (Escolar, 2017) que la institución ofrece a quienes recorren el Museo Histórico de Gendarmería Nacional.

“Centinelas de la patria” y “rol civilizador” del gendarme

Otra característica que podemos apreciar al visitar el Museo Histórico de Gendarmería es que refleja la multiplicidad y heterogeneidad de funciones que los gendarmes realizan. Además de la intervención en conflictos bélicos, podemos mencionar la participación de la GNA en Misiones de Paz. Si a esto sumamos las actividades netamente policiales en grandes conglomerados urbanos que la GNA ha venido realizando desde los últimos años,15 podemos dar cuenta de otro rasgo que los gendarmes reconocen como propio y que ellos denominan “plasticidad” o “adaptabilidad”. La heterogeneidad y multiplicidad de funciones es una de las características con las que ellos se identifican. Para dar cuenta de este punto recurriremos a un fragmento de una entrevista que mantuvimos con uno de los instructores de la Escuela de Oficiales Martín Miguel de Güemes durante 2012. Él explicaba este aspecto como una particularidad de la fuerza de la siguiente manera:

Básicamente nosotros como fuerza somos diferentes al resto de las fuerzas –por así decirlo– policiales, o de seguridad y militares. Si por ahí nos fijamos en el concepto de Gendarmería Nacional va a ver que es una fuerza de seguridad de naturaleza militar que cumple su función y misiones en el marco de la defensa nacional, la seguridad interior y el apoyo a la política exterior de la Nación, o cualquier otro requerimiento de la Justicia Federal. A raíz de esta definición de Gendarmería y por nuestros… Nosotros tenemos reglamentos, ¿no? Gendarmería está en capacidad de realizar tres tipos de operaciones: operaciones militares, operaciones policiales y de movimientos y descanso en tiempo de paz […] Dentro de las operaciones realizamos las operaciones policiales, y dentro de estas actividades están todas las actividades que en la actualidad está realizando en estos tipos de operativos, Cinturón Sur, Centinela, etc. Igualmente, usted fíjese que en tiempos de paz en Gendarmería nos regimos por la Ley de Seguridad Interior y, principalmente, ¿qué tipos de actividades realizamos? Operaciones policiales: control de rutas, allanamiento, patrullaje y diferentes tipos de investigaciones –por así decirlo– ordenados por la Justicia ¿no? Pero todo son operaciones policiales. Eso viene ya desde la ley de creación de nuestra fuerza.

Los gendarmes entienden que este amplio abanico de funciones ha devenido en el desarrollo de una gran capacidad de adaptación o “plasticidad del gendarme”, como ellos mismos la denominan. Podemos pensar que esta “plasticidad” que manifiestan es el resultado de las múltiples y diversas funciones y competencias que los distintos gobiernos han asignado a la institución a lo largo de su historia y del carácter de fuerza intermedia que ya explicamos.

Pero, sobre el trasfondo de esta multiplicidad, sobresale en el discurso nativo una función y una geografía distintivas y constitutivas de la autocomprensión de los gendarmes. Su identificación como centinelas de las fronteras16 en geografías remotas, apenas habitadas y rodeadas de un marco natural exuberante compone el ámbito y las funciones “naturales” del gendarme, según el relato institucional que también puede verse reflejado en el que ofrece el Museo Histórico.

Coinciden con esta idea las palabras de Javier cuando, al referirse a la manera en que la GNA se establecía en “el medio de la nada”, destacaba la falta de cualquier comodidad o adelanto tecnológico, como agua potable, rutas o cualquier otro servicio. Asimismo, nuestro anfitrión describía este despliegue como “la llegada del hombre civilizado a lugares totalmente vírgenes”. Junto a este libreto que narra el guía, el relato que destaca la labor en la frontera rodeados de un “ambiente salvaje”, como distintivo de la GNA, se completa con múltiples elementos que pasamos a describir.

Para comenzar, vale recordar brevemente los antecedentes históricos que ya analizamos. Baste reiterar aquí que en ambos casos se trata de milicias históricas que se desempeñaban en los límites fronterizos de entonces, en territorios agrestes alejados del poder político central.

Asimismo, es importante mencionar que en diferentes salas del museo se observan fotos y cuadros de gendarmes rodeados de montañas, selvas y otros paisajes alejados de áreas urbanas. En la sala I, General Manuel Calderón, se aprecian diferentes imágenes que reflejan este tipo de territorios. Vemos, por ejemplo, el dibujo de un gendarme parado delante de un árbol, portando un fusil y de fondo una plantación de algodón (foto 4). En la leyenda que acompaña la ilustración se lee: “Año 1939. Gendarme del Destacamento adelantado Sáenz Peña (Chaco)”. También se disponen fotos de gendarmes trabajando en un paisaje selvático; la imagen los retrata avanzando con machetes por el monte, vistiendo al estilo gauchesco.

En esta sala se exhiben referencias a una de las otredades radicales que configuran la identificación de los gendarmes; nos referimos a la figura del “delincuente”. Pero vale destacar que esta figura adquiere, en el relato institucional que nos ofrece el Museo, rasgos característicos que remiten nuevamente al ambiente campestre. La figura del “delincuente” adquiere contenido en los bandidos rurales, o “bandoleros”, como los nombraba nuestro acompañante en la última visita. Colgando de una pared encontramos una fotografía y un prontuario del afamado Segundo David Peralta, más conocido como Mate Cosido, llamado así por una cicatriz que tenía en su cabeza. Este “bandolero”, que por su reputación de benefactor de los humildes se ganó un lugar en el folclore popular,17 fue –según me dijo (exagerando) Gustavo, el oficial que hoy se encuentra a cargo del Museo Histórico– el motivo de que el primer escuadrón de GNA se emplazara en la provincia de Chaco. Javier también lo evocaba como el motivo de la llegada de GNA a esa provincia:

El primer destacamento móvil fue el destacamento Sáenz Peña, esto queda en la provincia del Chaco. Los pobladores de Roque Sáenz Peña mandaron una carta al presidente de la Nación, que era el presidente Castillo […] Ordenó al director general que por entonces era Calderón a enviar personal de seguridad a Roque Sáenz Peña por el tema de que los pobladores justamente estaban viviendo lo que estamos viviendo nosotros ahora, la inseguridad, es decir que la historia se sigue repitiendo. Los pobladores de Roque Sáenz Peña estaban cansados de que les robaran, los campesinos también, su ganado, porque había muchos cuatreros, muchos delincuentes en la zona, que vivían en el monte. Y a veces les robaban a los poderosos o a la gente común, al poblador. Entonces el presidente envía esta carta al director general y el director general ordena la formación de un grupo de cincuenta efectivos que fueron trasladados por vía férrea hasta Chaco y ahí se instalaron. Y al año siguiente, estaban buscando al ladrón más conocido de la zona, el Mate Cosido, Segundo David Peralta. Mate Cosido era un delincuente de la época que con su grupo de seguidores robaban ganado, robaban la producción de los campesinos, alteraban la seguridad de los ciudadanos; era como una zona, entre comillas, liberada, no había nadie que los protegiera. Entonces necesitaban una fuerza de seguridad que podía contener estos ataques continuos. Entonces qué mejor forma que la presencia de Gendarmería. Y tal fue el éxito que los pobladores de Roque Sáenz Peña al año siguiente les regalan una bandera nacional que la tenemos acá en exhibición.

 

Además de la descripción de Javier de los delincuentes como “cuatreros […] que vivían en el monte”, nos interesa destacar nuevamente la noción de la GNA como una institución que llega a los márgenes del territorio, lejos de los núcleos del poder central, portando los beneficios de la “civilización”, en este caso ya no con caminos o pozos de agua sino mediante la “seguridad” que contiene los ataques de los “bandoleros”.

Lindante a la referencia de Mate Cosido se observa la de Faustino Burgos, alias Negro Correa, atrapado por el suboficial de GNA Carlos Ocampo en los límites de las provincias de Chaco, Formosa y Salta, acusado junto con otros tres cómplices de un triple homicidio. Sin embargo, al no ser tan popular, no obtuvimos referencias sobre él por parte de nuestro guía; cuando preguntamos solamente nos dijo que también era un “bandolero”.

En la sala II se expone, como ya comentamos, un sector dedicado a las actividades de montaña de la Gendarmería, donde se aprecia un maniquí vestido con un equipo completo de esquí. También se exponen raquetas para nieve, piquetas de escalada, entre otros materiales de montañismo. En una vitrina, rodeando una bandera argentina doblada y guardada en una caja con tapa de vidrio, se observan siete fotografías de gendarmes realizando actividades de montaña, rodeados de un escenario donde dominan los picos pedregosos, la nieve y la inmensidad de la cordillera.

Otra referencia a los territorios remotos y “salvajes” que el discurso institucional reconoce como característico del desempeño de los gendarmes aparece en la sala V, donde a un costado de los vehículos para la nieve se levanta un atril con una foto de tres gendarmes con equipos de esquí transitando por un paisaje andino nevado con montes de araucarias.

En la misma sala se exhiben, como ya mostramos, carretones cuyanos, una carreta aguatera y una silla de montar que usaban para instalarse en territorios en los que aún no existían caminos por donde pudieran transitar vehículos de motor. Como dijimos, el relato que nos cuenta el Museo Histórico de Gendarmería asigna una función característica entre todas las que realiza la GNA, y esta es la vigilancia y control fronterizo. Es esperable que se destaque esta actividad, ya que es su labor original, la que justificó su creación.

Así, la GNA se nos presenta no solo como una fuerza cuya principal labor es el control y la vigilancia de los límites fronterizos nacionales, sino que además se destaca, en el relato institucional del Museo Histórico, como una institución que lleva los “beneficios de la civilización” a territorios que son descriptos como inhóspitos, lejanos, “salvajes” y hostiles. Este “rol civilizador” de la GNA también se produce a través de la estrategia de identificación selectiva, ya que, si bien se da cuenta de acciones como la construcción de caminos, las perforaciones en busca de agua potable o el combate a los “bandoleros”, nada se dice de otras acciones de carácter represivo y hasta genocida, como la masacre de Rincón Bomba contra el pueblo pilagá, en Formosa, durante el primer gobierno peronista en octubre de 1947. En este sentido, bien vale reiterar la cita de Diego Escolar con la que iniciamos este trabajo y que afirma que el Museo Histórico de la Gendarmería Nacional “es un museo del olvido. Recorta la historia y deja solo aquellos aspectos que proporcionan una imagen deseada. Está orientado a mostrar lo que se quiere ser” (2017: 130).

Para cerrar este apartado, nos interesa mencionar brevemente la similitud del “papel civilizatorio” que el relato museístico destaca como parte de la labor histórica institucional con el “rol urbanizador” sobre cadetes y aspirantes que hemos identificado durante nuestro trabajo de campo en las escuelas de formación básica de la GNA (Melotto, 2017). En 2012, por ejemplo, un instructor nos decía que “los alumnos del interior del país por ahí desconocen algunas de las reglas de urbanidad y cortesía” y que por ello les enseñaban “cómo sentarse, cómo doblar la servilleta, cómo usar los cubiertos”, en fin, cómo comportarse durante las comidas. O bien en otra ocasión, Jesús, uno de los instructores de la Escuela de Gendarmería Nacional Martín Miguel de Güemes, mencionaba esta situación al referirse a la forma de vestir:

Les hablamos por ejemplo de aspectos personales, corte de cabello, de la barba, uso de alhajas y cosméticos para las femeninas o del peinado, el uso del uniforme. Aunque usted no lo crea, acá hay cadetes que al momento de ingresar nunca han utilizado una camisa dentro de un pantalón y mucho menos un cinto en el pantalón, entonces llegan acá donde la imagen debe ser la mejor y la camisa bien planchadita, el pantalón bien ajustado.

Si comparamos el relato del Museo con lo dicho por los instructores en las escuelas, podemos apreciar que, así como la GNA se presenta como una institución que lleva la “civilización” del centro a la periferia del territorio nacional, el mismo efecto se produciría pero en dirección contraria, cuando jóvenes mujeres y varones llegan de provincias como Salta, Formosa, Misiones, entre otras –que son las que más personal aportan a la institución–, a las escuelas de la GNA.