Arte y arqueología en el altiplano central de México

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Algunos aspectos de la ideología mesoamericana

La historia de las culturas que antecedieron el momento de la llegada de los españoles a México es antigua, rica y compleja, con una visión del mundo, mitos cosmogónicos, deidades, así como una estructura ideológica y social que ahora conocemos un poco más gracias a los abundantes estudios que se han realizado, particularmente a partir de los inicios del siglo XX.

Los temas que un historiador del arte debe abordan están limitados en muchos casos al exclusivo análisis de las imágenes, porque los textos escritos, ya sea que acompañen la imagen o que procedan de las crónicas dejadas por los misioneros y conquistadores españoles que tomaron estos territorios que ahora configuran México y otros países de Centroamérica, no son muy abundantes y hemos enfrentado durante décadas la interrogante sobre la validez de utilizar las fuentes escritas en el siglo XVI para tratar de acercarnos al producto artístico de olmecas o teotihuacanos, o de los pobladores de las costas occidentales de nuestro país, pueblos de los cuales no conocemos su escritura de manera cabal.

Nos remitimos a la imagen y en su estudio planteo líneas que nos permiten acercarnos a una posible interpretación sobre sus significados.

Por ejemplo, el conocimiento del calendario, de los movimientos aparentes de los astros y su relación con lluvias y sequías, con el paso del tiempo y con los ciclos de los organismos vivos, temas que deben de haber sido caminos de búsqueda y también preocupación de las clases gobernantes, se ven reflejados en la mayoría de sus obras, que por otra parte son el objeto de este estudio.

Desde tiempo atrás se conoce el evolucionado conocimiento calendárico, astronómico y matemático que alcanzaron los pueblos mesoamericanos desde épocas muy tempranas. Los grandes centros urbanos que florecieron durante el Clásico estuvieron perfectamente planeados, de acuerdo con un diseño astronómico que daba a todas sus construcciones una orientación que las vinculaba con el cosmos; éste es un conocimiento que data desde los primeros asentamientos olmecas, como San Lorenzo Tenochtitlán en Veracruz, en 1200 a. C.

Asimismo, los pueblos mesoamericanos conocían con precisión los movimientos sinódicos de Venus y tenían perfectamente calculado el acontecimiento de eclipses. Mientras que el concepto del cero matemático, que implica ausencia, permitió a los mayas realizar complejos cálculos calendáricos y astronómicos.

En la época prehispánica se utilizó un sitema calendárico consistente en dos cuentas o calendarios. El calendario adivinatorio o ritual de 260 días parece haber sido un invento zapoteco compartido en toda Mesoamérica, que regía todas las actividades de su vida. En el calendario civil se realizaba un cálculo solar perfecto de 360 días más cinco días aciagos. Estos dos sistemas calendáricos eran usados en las diversas regiones mesoamericanas y éste fue otro de los rasgos que llevó a Kirchhoff a pensar en la unidad mesoamericana.

Para la cosmogonía mesoamericana el universo estaba dividido en cinco rumbos, los cuatro que nosotros usamos (norte, sur, este y oeste) y el centro, que además tenía un simbolismo muy importante. El glifo maya del Sol (kin), símbolo floral con cuatro pétalos, probablemente tiene las mismas raíces. Los datos actuales indican que las llamadas esquinas del mundo, o los "rumbos cardinales mesoamericanos", pudieron haber coincidido con los puntos solsticiales en el horizonte. Es probable que estos rumbos estén representados en la primera página del Códice Féjérvary-Mayer (figura 1.3) y en las páginas 75 y 76 del Códice Madrid; estas imágenes representan esquemas calendáricos colocados en el plano terrestre, indicando los lados cardinales del cielo (norte, sur, este y oeste), correctamente distribuidos en el espacio, puesto que también se encuentran marcadas las direcciones "intercardinales".

Verticalmente se dividía en tres partes: 13 regiones superiores que varían en número, el ámbito de los hombres y nueve regiones inferiores, que también cambian según la fuente o la cultura y que eran dominadas por los dioses de la muerte y de la noche. Jesper Nielsen y Toke Sellner Reunert han propuesto que esta concepción puede no haber sido original, sino una herencia transmitida a través de los cronistas del siglo XVI, como una influencia del concepto del infierno de Dante Alighieri.11

Por otra parte, entre de las incógnitas mesoamericanas se menciona la incapacidad de haber usado la rueda como medio de locomoción; sin embargo, en Mesoamérica no existieron animales de tiro, por lo que resultaba inútil; ciertamente algunos juguetes tuvieron ruedas y desde luego hubo un extenso sistema de caminos, particularmente desarrollado en el área maya.

Éstos son algunos temas de la ideología mesoamericana que sirven para ilustrar la complejidad de sus sistemas de pensamiento y el reto al que nos enfrentamos al tratar de entenderlo para comprender mejor sus manifestaciones artísticas.


Figura 1.3. Representación de los cuatro rumbos en el Códice Féjérvary-Mayer (tomado de Arellano Hernández y Díaz Castro, 2008, p. 439, lámina 13.5).

Las sociedades americanas desde los cazadores-recolectores

Desde sus más remotos orígenes la diversidad cultural ha existido en Mesoamérica; tomemos en cuenta que los primeros pobladores debieron llegar a tierras mexicanas entre 35 000 y 15 000 años a. C. procedentes de Asia, a través del estrecho de Bering (figura 1.4), como grupos nómadas cazadores-recolectores, aunque aún en la actualidad se siguen debatiendo el modo y las fechas de la llegada del hombre a América.12 Debido a las buenas condiciones ecológicas, algunas regiones de México auspiciaron el establecimiento e incremento de sus poblaciones hasta alcanzar el grado de sociedades más evolucionadas que domesticaron plantas y animales; alcanzaron un sistema político y social bien estructurado; desarrollaron la escritura, conocimientos astronómicos y calendáricos y tuvieron unaeficiente red de intercambios regionales, así como arquitectura monumental. No obstante, otras regiones de nuestro territorio mantuvieron una población errante que buscó, y aún busca, condiciones más favorables de vida, siendo un factor importante el clima, como los cucapás que habitan el delta del río Colorado, quienes en verano e invierno, hasta hace muy poco tiempo, solían cambiar su residencia.


Figura 1.4. Estrecho de Bering (ilustración: Carmen Delgado).

Es probable que las sociedades de bandas no tuvieran, o no tengan, un elevado desarrollo tecnológico y no necesariamente corresponden a estratos complejos de desarrollo social, pero tienen leyes de comportamiento perfectamente establecidas y obedecen al óptimo orden requerido para la supervivencia. en todos los grupos es- tudiados, ya sea con base en documentos escritos o en investigaciones directas entre los inuits o los indígenas australianos, se hacen evidentes reglas y estrategias de relación para la sobrevivencia de estos grupos humanos.13

Aparentemente el núcleo más elemental de las sociedades está constituido por la banda, que es una entidad muy eficiente en tanto que son organizaciones igualitarias en las cuales se evita la propiedad privada para eludir conflictos que amenacen la conservación del grupo. La banda patrilocal es la más común entre los cazadores-recolectores, que en teoría poblaron el continente americano.14

En la península de Baja California tenemos, a través de las crónicas dejadas por los misioneros, numerosos testimonios sobre distintas normas del comportamiento de los integrantes de estas sociedades. Por lo general, las reglas obedecen a cuestiones éticas que protegen la convivencia de los integrantes de la banda y están encaminadas a evitar los conflictos que generan divisiones y por tanto amenazan la supervivencia.

La división del trabajo está muy bien establecida y aparte de la diversidad genérica, hay tareas especializadas. Las mujeres comúnmente se dedicaron a actividades que, por razones naturales como la gestación, lactancia y cuidado de los hijos, no les permitieran desplazamientos muy prolongados; por ello, la alfarería, la cestería y la recolección de frutos están asociadas a la mujer. es probable que el descubrimiento de la agricultura también haya sido una actividad femenina, en tanto que la cacería, la pesca, el comercio y la guerra son fundamentalmente actividades masculinas.

En la sociedad de clanes son comunes los llamados ritos de paso, de pasaje o momentos liminales que poseen una importancia extraordinaria. Estos rituales se vinculan con el nacimiento, la pubertad, el matrimonio y la muerte, y también con la iniciación en cofradías o categorías dentro de la comunidad. Según Mircea Eliade: "La iniciación introduce al candidato en la comunidad humana y en un mundo de valores espirituales y culturales".15 Los ritos tienen un papel fundamental, por lo general están asociados con mitos y sus celebraciones; además de fortalecer los vínculos en el clan, sirven para estrechar relaciones con los de otros territorios.16

 

Las fuentes legadas como testimonio por los indígenas, escritas en el siglo XVI, relatan lo mismo un pasaje histórico que acontecimientos míticos porque para los informantes indígenas estos acontecimientos tenían la misma importancia y veracidad histórica; por su parte, los conquistadores no tenían las herramientas para discernir la diferencia entre ellos.

Este tipo de sociedades son igualitarias, pero en ocasiones algunos individuos fungen como jefes de ceremonias; por ejemplo, aquellos que son buenos oradores; como afirma Peveril Meigs en su obra sobre los k'iliwas de Baja California,17 los más diestros en actividades concretas, como la caza o la pesca, también adoptan jefaturas temporales.

En las crónicas dejadas por los misioneros que colonizaron la península de Baja California hay una enorme riqueza etnográfica respecto a las ceremonias de esos ritos que deben de haber estado vinculados con la creación de las numerosas piezas de arte rupestre que sobreviven en esa y otras regiones de México. Por lo menos en la sierra de La Rumorosa yo observé la existencia de cuantiosas cajas antiguas de tabaco en un sitio con pintura. no puedo estar segura de que el tabaco se haya utilizado como alterador de la conciencia, pero se sabe que aún en épocas recientes el tabaco se combinaba con algunas especies de daturas que por otra parte son endémicas y abundantes en la zona. Esta mezcla produce diversas alteraciones en la percepción.

En Baja California existen centenares de sitios que tienen pintura rupestre; en estas excepcionales muestras de la creatividad del ser humano se plantea de nuevo la discusión entre antropólogos e historiadores del arte sobre los valores estéticos de la obra; por ello dediqué mi tesis de maestría18 a demostrar que las obras dejadas por los antiguos pobladores de la península tienen valores de composición que se buscaron deliberadamente con la intención de provocar en el espectador la idea de balance, como en Palmarito, y la de composición, como se ve en El Batequi; además encontré muestras de cultos iniciáticos como en la Cueva de la Serpiente. En todos estos lugares, localizados en la sierra de San Francisco, puedo afirmar que existen las constantes formales que pueden establecer un estilo que yo llamo Sierra de San Francisco (figura 1.5).


Figura 1.5. Pintura rupestre estilo Sierra de San Francisco, Baja California (Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, IIE-UNAM).

La evolución de las sociedades mesoamericanas

La mayoría de los autores coinciden en que el aumento de la población condujo a modificaciones sociales y políticas. De la comunidad de bandas se pasó a la tribu, etapa en la que todavía no existen gobernantes o jefes fijos; es una organización de varios miembros de diversos clanes en los cuales algunas familias empiezan a tener una posición de privilegio y poseen la cualidad de acumular mayor cantidad de bienes, que por lo general se distribuyen entre los asistentes a las numerosas ceremonias que la tribu mantiene a lo largo del año.

La jefatura, según los sociólogos, no guarda gran diferencia con la sociedad de bandas o la tribu; sin embargo, la divergencia estriba en que existen líderes permanentes para dirigir diversas actividades, tienen consejos de ancianos o de especialistas de otra índole, pero no hay una burocracia de tiempo completo, aunque tengan distintos niveles entre los jefes. Por lo general los jefes y sus familias tienen un estatus superior en la comunidad y entre otras de sus funciones asumen la de distribuir los excedentes de la producción a manera de dádivas.

En situaciones de guerra o conflicto con otros grupos, las tribus pueden mantenerun ejército y el jefe tiene la facultad de mando; estas actividades se asemejan a las que desempeña el gobernante de un Estado, que es el siguiente nivel dentro de la organización social. La diferencia consiste en que en este nivel ya hay una organización agrícola importante y sus estamentos están determinados por la distinción de actividades, lo que también otorga un estatus social como el de los mercaderes, los sacerdotes o los guerreros de las sociedades complejas. en Mesoamérica, y particularmente en México, han convivido y en ocasiones aún conviven estas diferentes etapas de la evolución social.

El juego de pelota, un elemento integrador en Mesoamérica

El juego de pelota tiene una antigüedad de más de 3 000 años. Las primeras evidencias de su práctica se ubican en occidente en El Opeño, localizado en Michoacán, en el año 1500 a. C.,19 aunque hay quien duda de que ese año sea correcto, mientras que en la costa del Golfo de México, Ponciano Ortiz y Carmen Rodríguez han hecho descubrimientos de una antigüedad similar en el Manatí y en La Merced20 en el estado de Veracruz.

La práctica de este ritual, juego o método de resolución de conflictos, fue común entre los grupos mesoamericanos hasta el momento de la llegada de los españoles. Tenemos información del siglo XVI que destaca que los encuentros se llevaban a cabo entre jugadores profesionales que incluso apostaban mantas o esclavos. Antes fue diferente, pues sabemos, por el desciframiento de la escritura que acompaña imágenes mayas, que los gobernantes antagónicos morían en la cancha como una deferencia para tener una muerte honrosa.

El juego de pelota tiene muchos y profundos significados en la ideología mesoamericana. Es la unión de los contrarios en la cancha, que se hace patente en el símbolo ollin, movimiento. La pelota, como claramente se infiere en la bola de lumbre, es una alegoría del Sol.

En algunos mitos cosmogónicos importantes como el Popol Vuh o la leyenda de los soles, el juego de pelota aparece como inicio de una era, y en Teotihuacán estaba asociado con el inicio del tiempo.21

Todo en el juego de pelota está vinculado con la unión de los contrarios;22 la confrontación misma en la cancha es un ejemplo (figura 1.6), pero sus símbolos son duales ya que está asociado con la vida y la muerte, el Sol y la Luna, y en consecuencia con la noche y el día.


Figura 1.6. Juego de pelota de Xochicalco, Morelos (Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, IIE-UNAM. Foto: Gerardo Váquez, 2008).

Hay una evidente vinculación con los batracios, sapos y cocodrilos que tienen significados importantes, destacando el sapo como productor de bufotenina, un potente alterador de la conciencia que en ocasiones produce efectos eméticos y diarreicos. Por otra parte, estos batracios están directamente vinculados con la llegada de la lluvia, y aquí surge un tema por demás apasionante en la iconografía mesoamericana que es la vinculación entre el dios de la lluvia, llamado Tláloc por los mexicas y a quien por extensión llamaron igual en Teotihuacán (aunque bien sabemos que la lengua que se habló en Teotihuacán no fue el náhuatl), y la serpiente emplumada, una de las personalidades de Quetzalcóatl, quien también está relacionado con el juego de pelota.

Tláloc estaba asociado con esta práctica —como puede verse en los murales de Tepantitla— por lo que lleva en la boca un nenúfar (figura 1.7).23 Con esta flor (Nympheaea ampla) iremos a otros significados del juego de pelota: los alucinógenos y el inframundo.



Figura 1.7. Representación de Tláloc en los murales de Tepantitla con un nenúfar en la boca (Archivo Fotográfico Proyecto La Pintura Mural Prehispánica en México.

Foto: Ricardo Alvarado, 2007; foto de la ninfea: María Teresa Uriarte).

La planta acuática se caracteriza por vivir en dos ambientes naturales; las flores crecen en la tierra y las plantas acuáticas tienen la peculiaridad de transcurrir su vida en el agua, sus rizomas son potentes alteradores de la conciencia. La sustancia activa de la planta es la apomorfina, que es también un eficaz emético, es decir, produce violentos vómitos después de los cuales se induce un estado de plácida somnolencia.24

No me quiero detener demasiado en el análisis de Quetzalcóatl, que aparece en el capítulo sobre deidades, pero como serpiente emplumada está relacionado con la lluvia en los murales de Techinantitla y también es mencionado en el canto a Otontecuhtli.

El cocodrilo es otra de las alegorías duales del juego y cuyos significados son importantes. Aparece en una hermosa palma de Veracruz y en otros diseños de la zona. Además de su carácter dual agua-tierra, cocodrilo es el primer día del calendario, de manera que vamos de nuevo al tema de la medición e inicio del tiempo en una vinculación con el juego de pelota.

Las mariposas son un metáfora más del juego y no es difícil de imaginar, ya que es un animal con una clara evolución de etapas que al final son opuestas; tiene su fase larvaria terrestre y ya convertida en mariposa que puede volar por el aire, es en cierto sentido una réplica de Quetzalcóatl que une en sí mismo lo telúrico y lo celeste.

Simbólicamente la mariposa está relacionada con el fuego, tal vez por las múltiples variedades de mariposas nocturnas que son atraídas por este elemento.25 Los atlantes de Tula portan pectoral de mariposa (figura 1.8) y también lo llevan muchas esculturas de guerreros, tanto en Tula como en Tenochtitlán; por ello se vinculan igualmente con la guerra y con las almas o entidades espirituales de los guerreros.

De igual manera el pectoral de mariposa lo llevan las figuras de los guerreros del templo inferior de los jaguares de Chichén Itzá, que forma parte de la cancha de juego de pelota. Una de las ceremonias más importantes de la vida mexica era la del Fuego nuevo que se realizaba cada 52 años y que era el comienzo de una nueva era, aunque también se ha propuesto que conmemoraba el final e inicio simultáneo de las dos cuentas calendáricas. Esto asocia al fuego y la mariposa con el inicio del tiempo, algo que hemos visto que es común en relación con el juego de pelota.

Por lo general la muerte asociada al juego es por decapitación; así lo vemos en los relieves de la cancha de Chichén Itzá (figura 1.9), por cierto una de las mayores de Mesoamérica que además es cerrada. También es evidente en las lápidas de Vega de Aparicio en donde se ven jugadores de pelota decapitados, y de su cabeza, al igual que los de Chichén Itzá, brotan serpientes en vez de sangre.

La muerte y el renacimiento de las plantas y de las almas o entidades espirituales de los guerreros y de los planetas asociados a los alucinógenos y el relato en el Popol Vuh también enlazan a esta práctica con el inframundo y con el viaje que lleva de la muerte al renacimiento.26

No debemos olvidar que el consumo de alteradores de la conciencia implica un doble nacimiento, ya que por lo general en las sociedades antiguas la ingestión de sustancias psicotrópicas se realizaba durante ritos iniciáticos llevados a cabo por cofradías. Las implicaciones simbólicas de estos temas son inmensas en las sociedades mesoamericanas y hacen patente la importancia del juego de pelota, y de ahí la larga historia de esta práctica en Mesoamérica.

Éstos son algunos de los numerosos temas que pueden abordarse al estudiar la historia de este territorio cultural que, en espera de una mejor y comúnmente aceptada denominación, seguiremos llamando Mesoamérica.

 


Figura 1.9. Relieves del juego de pelota de Chichen Itzá que muestran a un jugador decapitado

(Archivo Fotográfico Manuel Toussaint, IIE-UNAM. Foto: María Teresa Uriarte, 1992.

Edición digital: Carmen Delgado).

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1 Eduardo Matos Moctezuma, "Mesoamérica", en Leonardo López Luján y Linda Manzanilla, Historia antigua de México, vol. 1, México, INAH/UNAM-IIA/Porrúa, 1994, pp. 95-119. [regresar]

2 Ibid., p.109. [regresar]

3 Jeff Kowalski y Silvia Graham, Twin Tollans: Chichen Itza an Classic Mesoamerican World, Georgetown, Dumbarton Oaks Library and Collection, 2007; Lindsay Jones, Twin City Tales: A Hermeneutical Reassesment of Tula and Chichen Itza, Boulder, Universitu of Colorado, 1995. [regresar]

4 Christiphe Helmke y Jesper Nielsen, The Writing System of Cacaxtla, Tlaxcala, Mexico, Barnardsville, Boundary and Archaeological Research Center, 2011. [regresar]

5 John Justeson y Terrence Kaufman, "A Newly Discovered Column in the Hieroglipyc Text on La Mojarra Stela 1: A Test of the Epi-Olmec Decipherment", en Science, núm. 227, 1997, pp. 207-210, p. 207. [regresar]

6 Jorge Pérez de Lara y John Justeson, "Documentación fotográfica de monumentos con escritura e imaginario epi-olmeca", reporte electrónico consultado el 4 de noviembre de 2012, FAMSI, 2006, pp.8-9: htpp://www.famsi.org/reports/05084es/index.html. [regresar]

7 Ramón Carrasco Vargas, "La montaña sagrada: arquitectura preclásica en Calakmul", en Virginia M. Fields, Dorie Reents-Budet (coords.), Los mayas: señores de la creación: los orígenes de la realeza sagrada, San Sebastián, Nerea, 2005, pp. 62-66. [regresar]

8 Alfonson Lacadena, "Regional Scribal Traditions: Methodological Implications for the Decipherment of Nahuatl Wrotong", The PARI Journal, vol. 8, núm.4, 2008, pp. 1-23. [regresar]

9 Erik Velásquez García "Terminología arquitectónica en los textos jeroglíficos mayas y nahuas", en María Teresa Uriarte (ed.), La arquitectura precolombina de Mesoamérica, Milán, México, Jaca Book/Conaculta/INAH, 2009, pp.265-288. [regresar]

10 Jesper Nielsen y Christophe Helmke, "Reinterpreting, the Plaza de los Glifos, La Ventilla, Teotihuacán", Ancient Mesoamerica, vol. 22, núm. 2, 2011, pp. 345-370; Jesper Nielsen y Christophe Helmke, "Spearthrower Owl Hill: A Toponym at Atetelco, Teotihuacan", Latin American Antiquity, vol. 19, núm.4, 2008, pp.459-474. [regresar]

11 Jesper Nielsen y Toke Sellner Reunert, "Dante's Heritage: Questioning the Multi-Layered Model of the Mesoamerican Universo", Antiquity, vol. 83, núm.320, 2009, pp.399-413. [regresar]

12 James Adovasio y Jack Page, The First Americans: In Pursuit of Archacology's Greatest Mystery, Nueva York, Random House, 2002, Tom D. Dillehay, The Settlement of the Americas: A New Prehistory, Nueva York, Basic Books, 2000. [regresar]

13 Helman R. Service, Los Cazadores, 2a. ed., Barcelona, Labor, 1979. [regresar]

14 Roger C. Owen, "The Patrilocal Band: A Linguistically and Culturally Hybrid Social Unit", American Anthropology, vol. 67, núm. 3, 1965, pp. 675-690. [regresar]

15 Mircea Eliade, Nacimiento y renacimiento: el significado de la iniación en la cultura humana, 2a. ed., Barcelona, Kairós, 2007, p. 10. [regresar]

16 María Teresa Uriarte, De la antigua California al desierto de Atacama, México, UNAM, 2011. [regresar]

17 Peveril Meigs, The Kiliwa Indians of Lower California, Berkeley, University of California Press, 1961. [regresar]

18 María Teresa Uriarte, Pintura rupestre en Baja California. Algunos métodos para su apreciación artística, México, INAH, 1981 (Colección Científica, 106). [regresar]

19 Arturo Oliveros, "Apuntes sobre los origenes y desarrollo del juego de pelota", en María Teresa Uriarte, El juego de pelota en Mesoamérica: raíces y supervivencia, México, Siglo XXI Editores/Gobierno del Estado de Sinaloa, 1992, pp. 39-51. [regresar]

20 María del Carmen Rodríguez y Ponciano Ortiz, "Los asesntamientos olmecas y pre-olmecas de la cuenca baja del río Coatzacoalcos, Veracruz", en María Teresa Uriarte y Rebecca B. González Lauck, Olmeca: balance y perspectivas: Memoria de la primera Mesa Redonda, t. II, México, INAH/IIA/Conaculta/New World Archaeological Foundations, 2008, pp. 445-469. [regresar]

21 María Teresa Uriarte, "The Teotihuacan Ballgame and the Beginning of Time", Ancient Mesoamericana, vol. 17, núm. 1, 2006. pp.17-38. [regresar]

22 María Teresa Uriarte, "Unity in Duality: The Practice and Symbols of the Mesoamerican Ballgame", en Michael E. Whittingtopn (ed.), The Sport of Life and Death: The Mesoamerican Ballgame, Charlotte, The Mint Muscum, Thames and Hudson, 2001, pp. 40-49. [regresar]

23 María Teresa Uriarte, "Tepantitla, el juego de la pelota", en Beatriz de la Fuerte (coord.), La pintura mural prehispánica en México, I: Teotihuacán, t. II, Estudios, México, UNAM, 1996, pp. 227-285. [regresar]

24 Marlene Dobkin de Ríos, Hallucinogens: A Cross-Cultural Perspective, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1984, p. 127. [regresar]

25 Carlos Beutlespacher, Las mariposas entre los antiguos mexicanos, México, FCE, 1989. [regresar]

26 Mary Miller, "The Maya Ballgame: Rebirth in the Court of Life and Death", en Michael E. Whittington (ed.). The Sport of Life and Death: The Mesoamerican Ballgame, Charlotte, The Mint Muscum, Thames and Hudson, 2001, pp. 79-87. [regresar]