Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia

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45 Carlos Monsivais, “Del saber compartido en la ciudad indiferente. De grupos y ateneos en el siglo XIX”. En La república de las letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Vol. 1. Ambientes, asociaciones y grupos. Movimientos, temas y géneros literarios, comp. por Belem Clark de Lara (México: UNAM, 2005), 105.

46 Lo anterior se arguye en tanto que dicho grupo se declaraba en contra del evolucionismo social de Spencer y de los científicos que lo practicaban, lo cual era considerado ir en contravía del discurso legitimador del Gobierno de Porfirio Díaz. Ver Guillermo Hurtado, “La reconceptualización de la libertad. Críticas al positivismo en las postrimerías del porfiriato”. En Asedios a los centenarios (1910 y 1921), ed. por Virginia Guedea (México: Fondo de Cultura Económica, 2009), 238.

47 Nora Pérez Rayón, “La prensa liberal en la segunda mitad del siglo XIX”. En La república de las letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Vol. 2. Publicaciones periódicas y otros impresos, comp. por Belem Clark de Lara (México: UNAM, 2005), 157.

48 Clementina Díaz y De Ovando, “El café refugio de literatos, políticos y de muchos otros ocios”. En La república de las letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Vol. 1. Ambientes, asociaciones y grupos. Movimientos, temas y géneros literarios, comp. por Belem Clark de Lara (México: UNAM, 2005), 75.

49 Díaz y De Ovando, “El café”, 76.

50 Díaz y de Ovando, “El café”, 86.

51 Belem Clark de Lara, “Generaciones o constelaciones?”. En La república de las letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Vol. 1. Ambientes, asociaciones y grupos. Movimientos, temas y géneros literarios, comp. por Belem Clark de Lara (México: UNAM, 2005), 18.

52 Elías José Palti afirma que esto no solo sucedió en México o en Argentina, sino que en ultimas los latinoamericanos se reunieron en una amplia gama de grupos. Ver Palti, El tiempo de la política, 233.

53 Sábato, “Nuevos espacios”, 390.

54 Sábato, “Nuevos espacios”, 390.

55 Claro está que las cifras sobre la producción de periódicos son difíciles de determinar, en la medida en que los políticos apoyaban sus publicaciones por medio del pago de suscripciones, y eso impide saber con certeza el número real de suscriptores de los periódicos. Ese resultado llega por intermedio de los datos que tomó Piccato de la novela El cuarto poder de Emilio Rabasa, en donde consta que el periódico La Columna imprimía 400 ejemplares, de los cuales 100 eran distribuidos entre empleados de alto nivel, mientras los demás eran enviados a gobernadores que pagaban cada uno de ellos hasta 50 suscripciones. Piccato, “Honor y opinión”, 162-163.

56 Sábato, “Nuevos espacios”, 394.

57 Forment, Democracy in Latin America, 385.

58 Sábato, “Nuevos espacios”, 392-393.

59 Elisa Speckman Guerra, “Las posibles lecturas de las repúblicas de las letras. Escritores, visiones y lectores”. En La república de las letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Vol. 1. Ambientes, asociaciones y grupos. Movimientos, temas y géneros literarios, comp. por Belem Clark de Lara (México: UNAM, 2005), 67.

60 Sábato, “Nuevos espacios”, 394.

61 Ver cita 40 en Pablo Piccato, “Jurado de imprenta en México: el honor en la construcción de la esfera pública. 1821-1882”. En Construcciones impresas panfletos, diarios y revistas en la formación de los Estados nacionales en América Latina, comp. por Paula Alonso (México: Fondo de Cultura Económica, 2003), 151.

62 Speckman, “Las posibles lecturas”, 65.

63 Ver cita 40 en Pablo Piccato, “Jurado de imprenta”, 151.

64 “Editorial: Movimiento periodístico”, La Fusión serie IX, n.o 204 (18 de febrero de 1910).

65 “Editorial: Movimiento periodístico”, La Fusión Serie IX, n.o 204 (18 de febrero de 1910).

66 Según cifras publicadas en el Diario Oficial Año XLV, n.o 13 753 (6 de agosto de 1909), en informe presentado por el secretario de la Cámara al Senado de la República, se aseguraba, con sus respectivos títulos, que en 1909 circulaban en todo el territorio colombiano un total de 301 periódicos.

67 Palti, El tiempo de la política, 234.

68 Sábato, “Nuevos espacios”, 389.

69 Más que ser unas organizaciones, dichos grupos eran la materialización concreta de las formas democráticas de vida en su interior en sus relaciones con otras asociaciones, según lo afirma también Carlos Forment, Democracy in Latin America, XV.

70 Forment, Democracy in Latin America, XI.

71 Este tema puede ser profundizado en Palti, La invención, 306-311 y en Sábato, “Nuevos espacios”, 391-397.

72 Palti, La invención, 311.

73 Consultar Palti, El tiempo de la política, 237 y Sábato, “Nuevos espacios”, 391-397.

74 Forment, Democracy in Latin America, 238.

75 Forment, Democracy in Latin America, 330.

76 “Fue aprehendido en Monterrey el ciudadano Madero”. México Nuevo. Diario Democrático. Patria, Verdad y Justicia año 2, n.o 490 (junio 8 de 1910), 1.

77 Al respecto, Gonzalo Sánchez afirma que al inicio de la historia de las asociaciones políticas hay una comprobable imbricación entre lo religioso y lo republicano, lo cual Pilar González denomina la “Sacralidad de lo Público”, ver: Gonzalo Sánchez, “Ciudadanía sin democracia”. En Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectiva histórica de América Latina, coord. por Hilda Sábato (México: Fondo de Cultura Económica, 1999), 433.

78 Aunque en Democracy in Latin America Carlos Forment plantea el concepto de catolicismo cívico, a la hora de desarrollarlo y mostrar cómo se mostró en la historia de México o Perú, este no queda claro, ni se lo desarrolla como se debería.

79 Forment, Democracy in Latin America, 330-338.

80 Forment, Democracy in Latin America, 385.

81 Forment, Democracy in Latin America, 428.

82 Antonio Annino, “Ciudadanía versus gobernabilidad republicana en México”. En Ciudadanía política y formación de las naciones. Perspectiva histórica de América Latina, coord. por Hilda Sábato (México: Fondo de Cultura Económica, 1999), 62-93.

83 Sociedad San Vicente de Paul, Memoria del presidente y discurso del socio. Señor Doctor Carlos Martínez Silva (Bogotá: Imprenta del Silvestre y Compañía, 25 de julio de 1880), 12.

84 Sociedad San Vicente de Paul, Memoria del presidente y discurso del socio, 3.

85 Carlos E. Restrepo, Antes de la presidencia (Medellín: Lotería de Medellín, 1982), 40.

86 Palti, La invención, 311.

87 Palti, “La transformación”, 90-92.

88 Palti, El tiempo de la política, 188.

89 Carlos Arturo Torres, Obras (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 2001), 698-700.

90 Palti, El tiempo de la política, 196.

91 Palti, La invención, 311.

92 Annick Lempérière, “República y publicidad”, 63; Palti, “La transformación”, 72-73.

93 Palti, El tiempo de la política, 186-188.

94 Carlos Altamirano, “Introducción general”. En Historia de los intelectuales en América Latina. Vol. 1. La ciudad letrada, de la conquista al modernismo, ed. por Carlos Altamirano (Buenos Aires: Katz Editores, 2008), 37.

95 Palti, El tiempo de la política, 161.

96 Rubiano, Prensa y tradición, 24.

97 Palti, “La transformación”, 67-95.

98 Esta definición de la opinión pública forense como un aspecto unificado y articulado en torno a la verdad puede ser vista en el otro texto de Palti, El tiempo de la política, 187-188.

99 Palti, La invención, 396.

100 Maryluz Vallejo, A plomo herido. Una crónica del periodismo en Colombia (1880-1980) (Bogotá: Editorial Planeta, 2006), 68.

101 Palti, “La transformación”, 88.

102 Piccato, “Honor y opinión”, 146.

103 Palti, La invención, 315.

104 Palti, La invención, 451.

105 François Xavier Guerra, “La Revolución Mexicana en una perspectiva secular: mutaciones del liberalismo”. En Crisis, reforma y revolución: México: historias de fin de siglo, ed. por Leticia Reina y Elisa Servín (México: Taurus/Conacultura/Inah), citado en: Nora Pérez Rayón, “La modernidad y sus mitos: Juárez, el benemérito”. En Conceptualizar lo que se ve. François Xavier Guerra: historiador: homenaje, ed. por Erika Pani y Alicia Salmerón (México: Instituto Mora, 2004), 245-246.

106 Palti, La invención, 311; Palti, “La transformación”, 67.

107 Leidenberger, “Habermas en el Zócalo”, 180-182.

108 Palti, El tiempo de la política, 239.

109 Carlos Arturo Torres, “Idola Fori”. En Obras (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 2001), 4.

110 Rafael Barajas Durán, El país de “el Llorón de Icamole”. Caricatura mexicana de combate y libertad de imprenta durante los Gobiernos del Porfirio Díaz y Manuel González, (1877-1884) (México: Fondo de Cultura Económica, 2007), 47.

111 “La carta de Flórez a Gamarra”, La Fusión serie XII, n.o 290 (2 de septiembre de 1910).

112 Pablo Piccato, “Jurado de imprenta”, 140.

113 Piccato, “Honor y opinión”, 146-147.

114 Pérez Rayón, “La prensa liberal”, 145-153.

115 Piccato, “Honor y opinión”, 163.

116 Piccato, “Honor y opinión”, 172.

117 Piccato, “Honor y opinión”, 162.

118 María Teresa Camarillo, “Los periodistas en el siglo XIX. Agrupaciones y vivencias”. En La república de las letras. Asomos a la cultura escrita del México decimonónico. Vol. 1. Ambientes, asociaciones y grupos. Movimientos, temas y géneros literarios, comp. por Belem Clark de Lara (México: UNAM, 2005), 153-163.

 

EL PAPEL DE LA PRENSA COLOMBIANA Y MEXICANA ENTRE FINALES DEL SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL XX EN EL MODELO ESTRATÉGICO DE LA OPINIÓN PÚBLICA

En América Latina, el siglo XIX fue un periodo en el que la mayoría de los países experimentaron sistemas democráticos y republicanos. En paralelo a ese proceso, la esfera pública se caracterizó por una mayor o menor autonomía de las autoridades políticas. Al final del siglo XIX, los países latinoamericanos ingresaron progresivamente al proceso de tecnificación de la producción; proceso en el que también se involucró la prensa, no solamente por las nuevas tecnologías utilizadas en la impresión y por los nuevos requerimientos de una sociedad en transformación, sino también por la capacidad que precisamente empezó a tener la prensa para generar hechos políticos, como veremos más adelante. Esa situación hizo que la novedad fuera vista con otros ojos. Reinhart Koselleck muestra lo anterior con la definición de dos conceptos: el espacio de experiencia y el horizonte de expectativa. En términos sucintos, la experiencia es definida como el pasado rememorado, y la expectativa como el futuro imaginado. De tal modo, en la medida en que se acelera, el tiempo presente se hace más cambiante, como sucedió a finales del siglo XIX; así, la experiencia se separa cada vez más de la expectativa. En esa medida, el futuro tendrá cada vez menos que ver con las consecuencias de casos similares ocurridos en el pasado. Con esta conciencia del cambio histórico, la atención que se cierne sobre la novedad y los cambios ocurridos será mayor,1 como veremos más extensamente en los capítulos tercero y cuarto del presente estudio.

Los cambios que se expusieron en el anterior capítulo, los cuales se presentaron en la opinión pública, fueron notorios en todos los ámbitos del proceso de producción de los mensajes de la prensa. Ya ha sido abordada la constitución de la opinión pública y, adentro de ella, ahora se explorará cómo la prensa se constituyó como un sistema de legitimación o de deslegitimación;2 un nuevo lugar de articulación cuya formulación permitirá estudiar los lenguajes organizados sobre el centenario de la independencia en Colombia y México. Desde inicios del siglo XIX, los periódicos de América Latina se dedicaron principalmente a difundir opiniones sobre política. Tal situación no cambió sustancialmente a lo largo del siglo y, como fue expuesto con anterioridad, se mantuvo hasta comienzos del siglo XX, tanto en Colombia como en México.3 No obstante, como ya se señaló, durante la segunda mitad del siglo XIX, la prensa sufrió un fuerte cambio en la medida en que la opinión pública pasó a tener las características del modelo estratégico, que han sido mencionadas en el capítulo anterior. De igual modo, el ambiente era distinto; en un modelo forense, se buscaba encontrar la verdad por medio de la discusión de opiniones; en el modelo estratégico, se necesitaba encontrar seguidores a las opiniones expuestas. Precisamente en un principio, las novedades que se incorporaron a la prensa se pusieron al servicio de dicho modelo como nuevas máquinas, nuevas maneras de escribir, nuevas formas de transmitir los mensajes, de buscar los temas que le empezaban a interesar a los lectores; y, además, se buscaron nuevas estrategias para mantener la solvencia económica de los periódicos. De esa manera, las nuevas tecnologías que aparecían en la época se incorporaban y quedaban a disposición de una prensa aún politizada, y no del corte empresarial que conocemos hoy en día. En tal contexto, las caricaturas que publicaba esta prensa reflejaban la inclusión de la nueva tecnología incorporada a la impresión. No obstante, el contenido principal de aquella misma prensa seguía siendo el interés político de un director.4 Con respecto a la prensa en México, sucedió algo similar a lo acontecido con la de Colombia; para hacerla más atrayente a los lectores, se incluyeron distintos instrumentos, como las imágenes. Asimismo, los periódicos se volvieron más complejos, con la distinción de secciones, lo cual le dio un carácter específico a cada información; se incluyeron editoriales, noticias extranjeras, poemas, noticias económicas y juegos de entretenimiento, como partidas de ajedrez u otros recursos. Hubo así una transición del predominio exclusivo de los editoriales políticos a la inclusión ocasional de información; cambio postulado con el propósito de ampliar el número de lectores y atraer más adeptos a sus intereses. En esa época, los periódicos ya enviaban reporteros a las calles, para buscar historias que contar, y en algunos casos para llegar incluso a inventar un suceso importante en el que pensar.5 De igual modo, la estrategia de obtención de ingresos implementada para subsistir ante la amplia competencia hizo que no solo se dependiera de las suscripciones y las subvenciones gubernamentales, sino que también se utilizaran otros métodos, como la venta callejera en algunos casos. En el mismo grado, los formatos y los contenidos de los diarios fueron cambiando alrededor de 1870. La prensa no dejó de ser el órgano de combate político, pero, con el paso del tiempo, los principales periódicos se hicieron gradualmente más complejos: la cobertura se amplió y, además de las editoriales y noticias de opinión, se incluyeron noticias locales y del extranjero, así como piezas literarias y avisos. Con los cambios que se dieron en la sociedad y en la opinión pública, ya no solo se buscaba atraer militantes, sino también lectores, en tanto que se dependía de ellos por temas de prestigio y de sobrevivencia económica.6 A su vez, esto hizo que el grupo de personas dedicadas a la prensa no estuviera compuesto solamente de la élite letrada, como había ocurrido a lo largo del siglo XIX, en tanto que la prensa se convirtió cada vez más en otro actor de la política; además, se generó la necesidad de ampliar los espacios de discusión, en cuyo escenario se dio más preeminencia a personajes como el redactor, el reporter, el editor y los administradores de los periódicos. Al final del siglo XIX, la modernización de la prensa hizo que el periodismo se profesionalizara cada vez más; que los procesos de producción se tecnificaran; que se diera una organización empresarial más diversificada, y que también se diera una conexión más fuerte con el mercado.7 En el año 1896, la aparición de El Imparcial cambió la estructura del periodismo como negocio y como profesión en México. Gracias a la nueva tecnología, el volumen del tiraje aumento considerablemente, y se pudo reducir el precio de cada periódico a un centavo. Los periodistas pasaron a ser empleados como cualquier otro. Con la práctica del reporter, el escritor erudito empezó a hacerse a un lado, y en su lugar se empezó a destacar el que tenía olfato para husmear en los chismes de la calle.8

Como ha sido expuesto en la ampliación de los espacios de discusión pública evidente en el caso de la prensa, por igual tuvieron injerencia factores económicos, tecnológicos, sociales, culturales y políticos. En ese sentido, es fundamental tener en cuenta que, para analizar la opinión pública de finales del siglo XIX, no solamente nos debemos internar en su forma de funcionamiento, sino también en los discursos que ella misma emitió, lo cual remite a un marco de referencia mucho más amplio, como el republicanismo y el liberalismo que circulaban a finales del siglo XIX y comienzos del XX en Colombia y en México, a la manera que será expuesta más adelante en este trabajo. Al observar estos cambios en la opinión pública, es notorio que obedecieron a la iniciativa de autoorganización de diversos sectores de la población, así como al estímulo y la acción estatal. Como se ha explorado en el apartado anterior, en el siglo XIX las asociaciones y la prensa no solamente tenían como fin la expresión de los individuos en público, sino que terminaban por constituir el lugar de legitimidad de los gobernantes, en la medida en que estos habían perdido su legitimidad divina, y esta pasaba a manos de la voluntad de los sujetos.9 En esa medida, si además se tiene en cuenta la propuesta teórica de la historia conceptual,10 tanto la prensa como las asociaciones se constituyeron en la segunda mitad del siglo XIX como actores políticos, en la medida en que el fin que buscaban alcanzar al publicar no era solamente comunicar, sino que su intención también era generar hechos políticos, tramar intrigas, generar alianzas o socavarlas, u otro extenso conjunto de posibilidades.11

Financiamiento

Hasta tanto se ha sostenido que, durante el siglo XIX, la opinión pública se centró en el tema político y que, en esa medida, como principal difusor de tal opinión, la prensa escrita se enfocó de igual modo en el tema político. Por tanto, en su gran mayoría las fuentes de financiamiento correspondían a los dueños de los medios y a lo que se lograba de sus ventas. Con el objetivo de superar disputas ocasionadas por los intereses políticos que dirigían los editoriales, los directores de los periódicos se vieron en la necesidad de incorporar nuevos recursos, y así buscar el aumento de los recursos por medio de la venta de información, la publicación de fotografías, el entretenimiento y las propagandas. Los casos de El Tiempo (1911), en Colombia, y El Imparcial (1896), en México, fueron claros ejemplos de la etapa en la que se incorporaron novedades en los periódicos, en cuyos casos estos comenzaron a adquirir un perfil de empresa; no obstante, todo estuvo direccionado hacia la política. Una de las estrategias más utilizada por Porfirio Díaz para controlar la prensa fue apoyar económicamente a algunos periódicos, en especial a El Imparcial, para que su régimen obtuviera un respaldo significativo. Cabe señalar que El Imparcial no fue el único periódico de Rafael Reyes Spíndola; también contó con El Mundo Diario, que circulaba en la tarde, el diario vespertino el Heraldo, al igual que El debate y El Mundo Ilustrado, el cual fundó en Puebla, pero que trasladó a Ciudad de México. En la época, también contó con las revistas El Mundo Cómico, Actualidades y la Revista Universal. Y así como en los anteriores casos tuvo como fin apoyar a Porfirio Díaz, con El Ahuizote, fundado en 1911, buscó atacar a Francisco I. Madero.12 Pero, mientras estos periódicos se organizaban cada vez más como empresas lucrativas al servicio de intereses políticos, a su lado permanecían publicaciones que mantenían las características de los periódicos políticos del XIX; efímeros, contaban con muy pocos recursos, y solo permanecían mientras se prolongara un periodo electoral. Aquellos fueron los casos de Gil Blas o El Liberal, que solo se mantuvo para proponer la candidatura de Rafael Uribe Uribe a la Asamblea Nacional Constituyente de 1909.

Tecnología

En sí mismo, el uso de tecnología no significó que la prensa hubiera dejado de ser política y que estuviera centrada únicamente en intereses económicos. Tampoco es conveniente endilgar el uso de la tecnología únicamente a determinada corriente política, ni en Colombia ni en México. En la mayoría de los casos, hasta donde lo permitieron los recursos económicos, los periódicos de todas las corrientes incorporaban adelantos tecnológicos. De tal modo, la discusión de dicha incorporación no se centraba en ese hecho como tal, sino a disposición de quién se ponía. Mientras que en Colombia los conservadores consideraban que estaba al servicio de la ley divina,13 los periódicos de tendencia republicana, como El Tiempo, La Fusión y Gaceta Republicana, entre otros, consideraban que el mismo pueblo, y el servicio a este, garantizaban que la prensa no se convirtiera en el un medio lacónico, arrogante e irresponsable; disposición que excluiría así a la ley divina.

Entre los nuevos adelantos técnicos que se incluyeron en la prensa a principios del siglo XX, se encuentra la fotografía como un nuevo elemento que permitía atraer nuevos sectores, dentro de los que se podían incluir analfabetos o personas con ciertas limitaciones para la lectura exhaustiva. Además, la fotografía reforzaba los conceptos de verdad, objetividad y comprobación.14 De igual modo, la fotografía instantánea encarnaba la nueva propuesta de representación relacionada con el concepto de noticia recientemente desarrollado, y permitía que el reportero desarrollara una forma de narración que buscaba recrear la realidad de manera exacta.15 En el caso colombiano, precisamente el 24 de julio de 1910 apareció el semanario El Gráfico, de tendencia republicana; publicación fundada por Abraham Cortés y el cronista Alberto Sánchez de Iriarte —conocido como el Dr. Mirabel— la cual tuvo como tema principal en su primer número la celebración del centenario de la independencia. Aquella publicación tenía como género principal la fotografía, con imágenes de ese tipo en todos sus números, en la mayoría de sus páginas. Con respecto al caso mexicano, al final del siglo XIX y comienzos del XX, en su mayoría, los autores que proveían de fotografías a la prensa eran alumnos de artes plásticas que encontraban en la comercialización de sus obras la fuente de sustento. En ese escenario, el dibujante de origen catalán Rafael Lillo fue el primero que introdujo en México la historieta moderna, tal como se la conoce, con sus personajes constantes, sus globos y líneas de fuerza, entre otros aspectos. Aquellas creaciones se llamaron “Las aventuras de Adonis” y, luego, “Las desventuras de Adonis”, desde 1908.16 Cabe señalar que, en medio de su importancia, El Imparcial se caracterizó por la profusa utilización del recurso gráfico; tanto así que, desde el año 1902, en aquel periódico se publicaba el jueves una línea de suplementos gráficos que pasó a circular los domingos en 1910.17 De igual modo, El Nuevo Tiempo contenía un elemento fotográfico notorio en sus páginas.

 

Sin embargo, la ilustración no solo buscaba impregnar de certeza las publicaciones, o atraer compradores, como fue el caso de la fotografía; la caricatura tenía como función caldear la discusión y la oposición política, como se había hecho a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. De igual modo, es notorio que las caricaturas colombianas del periodo eran directas y explícitas (figura 1), mientras que en México dichas caricaturas no volvieron a aparecer en el periodo de Porfirio Díaz, ante la persecución que padeció la prensa. La persecución que sufrieron los periodistas llegó a ser tan fuerte que en la cárcel de Belén había una celda llamada especialmente “Celda de los periodistas”,18 y en su reemplazo aparecieron hojas volantes de personajes que representaban una fuerte crítica a la clase dirigente del momento, como las calaveras.19 En tal contexto, el genio de las calaveras fue José Guadalupe Posada, quien publicó en noviembre de 1889 la primera en la portada de La Patria Ilustrada. En la actualidad, Guadalupe Posada es muy conocido por la calavera llamada La Catrina.

Géneros

En Colombia son notorios algunos ejemplos aislados de periodismo de denuncia a lo largo del siglo XIX, los cuales según Maryluz Vallejo pueden ser rastreados en sus inicios hasta Antonio Nariño y su papel en La Bagatela. Después de ese antecedente, comenzaron a aparecer autores que utilizaban sus publicaciones para denunciar temas específicos; entre ellos, se encuentran Alfredo Greñas, con El Zancudo, y Santiago Pérez, con La Defensa, publicación que le valió el destierro del país; por último, el caso más conocido fue el de Carlos Martínez Silva, quien denunció la emisión clandestina de dinero que ejecutó el Banco Nacional, ordenada por Miguel Antonio Caro. Por tal motivo, El Correo Nacional fue cerrado en 1894.20


FIGURA 1. Un panorama nacional

Fuente: El Ciclón n.o 27 (6 de agosto de 1909).

Cuando un periódico o revista de gran éxito implementaba una nueva estrategia, tal esquema no demoraba en ser replicado por otros. Con el boom de la publicidad periodística, lo comercial dejó de estar relegado a las últimas páginas de la publicación. Tanto en Colombia como en México, muchas de ellas empezaron a incluir la publicidad en otras páginas, e incluso empezó a ocupar las primeras; además, se utilizaron cada vez más graficas novedosas, con la finalidad de atraer más clientes y anunciantes. Si bien es claro que la publicidad periodística no nació en el siglo XX, la nueva forma de concebir el periodismo y el objetivo de un periódico hizo que la propaganda ocupara un nuevo lugar mucho más privilegiado, y que se integrara al cuerpo de la publicación.21

La nueva práctica se configura

El mundo de los publicistas del siglo XIX, que eran simultáneamente testigos y protagonistas de los hechos, estaba cediendo su espacio al de los periodistas de profesión, que buscaban la información por medio de testigos que presenciaban los hechos. Es posible ilustrar lo anterior con la noticia publicada tanto en La Fusión como en el semanario El Gráfico. En los dos, se narró cómo el 26 de agosto de 1910, en la chichería El Aerolito, el voceador de prensa Antonio Rodríguez mató con una navaja a Castell, un gamín, porque lo agredió verbalmente. En ambos escritos, la información respondía claramente al quiénes, el cuándo, el dónde y el porqué del hecho.22 Por otro lado, la labor de los reporteros no solo era vista en la época de forma peyorativa. Esta también fue contemplada como un quehacer necesario para calmar los temores populares, como fue el caso del choque del cometa Halley contra la tierra. Para calmar los ánimos, se envió a un reportero, Abraham Ledesma, a buscar las opiniones del director del observatorio de Bogotá, Julio Garavito.23 Luego de una pequeña nota introductoria sobre la sentencia de Garavito, en la que explica que no habría peligro de choque, se transcriben preguntas y respuestas caracterizadas con las letras R y G, con lo que se hacía alusión al reportero y a Garavito, respectivamente.24

Otro tema que no solo contribuyó a la unión de los periódicos colombianos, sino que reunió con un solo fin a periódicos de diferentes tendencias, perfilándose como símbolo de tolerancia en la época del republicanismo, fue el homenaje que la prensa bogotana quiso rendirle a Miguel Antonio Caro tras un año de su muerte. Fueron el R. M. Carrasquilla, director de la Revista del Colegio de Nuestra Señora del Rosario, Ismael Enrique Arciniega, director de El Nuevo Tiempo, Enrique Olaya Herrera, director de la Gaceta Republicana y E. Rodríguez Triana, secretario del comité redactor de La Revolución, miembros de una comisión nombrada para realizar tal evento, quienes publicaron una carta para promover aún más su realización.25 A ese suceso también se sumaron La Fusión, El Centro y La Renovación, con apoyo monetario y objetivos: “A la memoria de quién supo dar tanto brillo a nuestra literatura”, convocatoria así programada para el 2 de febrero en la Sociedad Arboleda.26 Cabe señalar que dicho evento tenía un fuerte componente político. Como se ha mencionado, la intención de dicho evento, el cual fue promovido y publicado por la prensa, consistía en expresar la conciliación con el conservatismo representado mediante la figura de don Miguel Antonio Caro, antiguo contendiente de los republicanos.27

Las nuevas características que empezaron a notarse, tanto en la prensa colombiana como en la mexicana, pueden ser expresadas en la admiración que periódicos como los de oposición de México y El Gráfico en Colombia expresaban por La Prensa, de Buenos Aires. Además de realzar el poder que aquel medio tenía para influenciar la sociedad con secciones como las dedicadas a la biblioteca y el consultorio médico, enfatizaban su carácter filantrópico: “No es un diario de información sino un trabajador práctico y un espíritu propulsor de vida nacional en sus más altos fines”. De igual modo, destacaban su independencia con respecto al poder político, y su carácter informador sin prejuicios. Asimismo, daban gran importancia a la rapidez con la que trabajaban, y a la calidad que mantenían.28

La acción política de la prensa y su papel en el modelo estratégico

En el modelo estratégico de la opinión pública, la prensa jugó un papel fundamental. Durante el siglo XIX y comienzos del XX, aquella prensa fue un espacio de discusión política, como ya se expuso. De igual modo, los diarios eran los difusores de los discursos políticos y de las discusiones que surgían entre partidos y facciones. Cada diario creaba su comunidad de lectores, con lo que reforzaba o creaba una identidad política. No obstante, al mismo tiempo, los periódicos eran actores políticos en tanto que su actividad estaba destinada a la generación de hechos políticos; rasgo que es evidenciado por los mismos periódicos en sus primeras páginas, en las que exponían sus líneas editoriales y motivos de constitución. A principios del siglo XX, en algunos casos, aún afirmaban que su interés era apoyar a determinado candidato en unas elecciones. Tal fue el caso del General Rafael Uribe Uribe, quien recibió el apoyo de El Eco Liberal y de Gil Blas como candidato a la Asamblea Nacional Constituyente de Colombia en el año 1910.29 Igualmente, cuando dichas elecciones pasaban, anunciaban a sus lectores la terminación de la continuidad de la publicación.30 Es posible encontrar ejemplos similares en otros periódicos: La correspondencia31 apoyaba la candidatura de Marco Fidel Suarez, La Actualidad32 respaldaba a Carlos E. Restrepo, y 13 de Marzo33 proponía a Guillermo Quintero Calderón como candidato a la presidencia del país. Dichos ejemplos muestran cómo la intención era buscar el apoyo del candidato, y así alcanzar una mayor influencia política. Por medio de la prensa, se buscaba lograr encuentros entre los políticos en torno de algún candidato o conjunto de propuestas discutidas entre las distintas publicaciones periodísticas. Incluso, el periódico El Hogar Católico reconocía al periodismo como un cuarto poder organizado

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