Policarpo

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3.- Como parte del pueblo, la comunidad comparte también su proyecto de liberación, en sus concreciones políticas. Por eso, no teme a la política; sabe que la política, el compromiso político, es parte irrenunciable del compromiso por la liberación; sabe que la fe liberadora tiene una dimensión política, que no es una fe que nos permita ser indiferentes ante la opresión que sufre el pueblo.




4.- La comunidad cristiana popular es además un grupo en el que los individuos se “personalizan” en solidaridad con el pueblo. Es un grupo en el que los individuos se hacen maduros, son capaces de expresar sus experiencias y sus puntos de vista propios, asumen responsabilidades y toman iniciativas, y ello no en el sentido de hacerse individualistas o de un arribismo que busca “salir” del pueblo y escalar posiciones, sino en solidaridad con la realidad del pueblo.




5.- La comunidad cristiana popular es también una comunidad evangelizadora. Eso es parte del seguimiento de Jesús. Siguiendo a Jesús, prolongando su práctica, prolonga también su anuncio de una Buena Noticia: Dios está del lado de los pequeños, de los débiles y pobres y se compromete históricamente en su liberación; anuncia la liberación como lo hizo Jesús. Esto significa también que la comunidad evangeliza no partiendo del sacramento o del culto, sino de la vida concreta del pueblo, del que es parte: partiendo de sus sufrimientos y alegrías, de sus conflictos y luchas.




6.- Esa misma perspectiva define la manera como se lee la Biblia en la comunidad: no es para quedarse allí, en el libro, sino en relación con la vida, para iluminarla y ser capaces de ver en ella dónde está Dios y su proyecto liberador.




7.- Esto mismo señala también la perspectiva en la que la comunidad celebra su incorporación a la Muerte y Resurrección de Jesucristo. Los signos celebrados en la Eucaristía y en los otros sacramentos, recogen la vida concreta de esas comunidades en medio del pueblo; de ahí que recojan también la vida y experiencias del pueblo mismo en su marcha dolorosa a la liberación.




CONDENAMOS LA VIOLENCIA VENGA DE DONDE VENGA




Así habló el Cardenal de Santiago el 19 de julio en la Basílica de Lourdes refiriéndose a la ola de violencia que pasa por el país161. Es una frase que se repite muchas veces y que se quiere fundar en el Evangelio.



Consultamos a Policarpo al respecto.



Nos extraña, nos responde con malicia, que los mismos obispos que alabaron el golpe del 11 de septiembre de 1973, tan inhumanamente violento, sean ahora tan pacifistas.



“Nosotros reconocemos el servicio prestado al país por las FF.AA. al liberarlo de una dictadura marxista que parecía inevitable y que había de ser irreversible”. Así escribieron nuestros prelados en “Evangelio y Paz” el 5 de septiembre de 1975162; cuando ya podían haber hecho un balance de lo que significó para el país este “servicio” de tanta violencia, en términos de horror y sangre.



Pero yendo al fondo de la pregunta, hemos de decir que no toda violencia es condenable. La independencia política de Chile y los países hermanos de Latinoamérica se logró con actos de violencia; la liberación de Nicaragua de la dictadura Somocista163 tuvo que pagar ese precio, como lo reconoció el episcopado de ese país en su declaración del 17 de noviembre de 1979. Mons. Arnulfo Romero proclamó la misma doctrina para la lucha salvadoreña164.



La Iglesia siempre ha enseñado el derecho a una justa defensa, aun violenta en determinadas condiciones, el derecho a la rebelión contra el tirano.



Y ¿cómo saber cuándo la violencia es justa y cuándo es condenable? Para esto hay que fijarse precisamente, entre otras cosas, de dónde viene la tal violencia. Si viene del opresor y de sus instrumentos y adláteres (Brigadas vengadoras) será siempre injusta165. Si viene del oprimido que defiende sus derechos y rechaza la tiranía, puede ser justa y necesaria.



La violencia que viene de la tiranía no es ninguna novedad para nosotros, se practicó brutalmente desde el comienzo; ahora es una violencia legalizada que se vale de diversos instrumentos. Se valió de la DINA, primeramente, con desaparecimientos y asesinatos a discreción; después de la CNI con formas más astutas. Ahora, si aparecen Brigadas vengadoras en secreta connivencia con organismos oficiales, no son sino una nueva forma de ejercer la violencia. Algunos se espantan de estos grupos armados paralelos por estar al margen de la legalidad… (sus víctimas las conocemos: ayer fue Olivares y Orta; estos días ha sido el pintor Riveros y el profesor Polanco, asesinados el 9 de julio).166 Pero cuando la legalidad misma es opresora, nuevos cuerpos de represión añadirán más horror a la violencia institucionalizada, pero en el fondo no harán sino seguir sus huellas.



La violencia en cambio que viene del oprimido no siempre es injusta. Puede serlo, como lo fue el matar un carabinero para apagar la llama simbólica que cuidaba. Tal acto lo consideramos injustificado y por tanto criminal.167



Pero la muerte de una oficial de Carabineros y algún otro, certificados como torturadores y asesinos en la DINA y en el CNI168 presentan una problemática delicada.



¿Hasta qué punto, cuando en un régimen no opera la justicia, deberá un “tribunal del Pueblo” asumir la misión de ejercer a nombre de la nación esta función indispensable? En todo caso nadie negará al oprimido el derecho de defenderse a sí y a los demás oprimidos, usando aun métodos violentos, con tal que fueren necesarios y proporcionados a sus legítimos fines. Tal violencia legítima y medida, no puede llamarse “terrorista”.



Nadie —ni menos un cristiano— puede desear que llegue nuestra patria hasta un punto en que la violencia sea necesaria para salvar el alma y la vida de la nación. Pero si llega este momento, los únicos responsables habrán sido los que están estrangulando…



¿No será esto tal vez lo que, con su frase, quiere decir el Cardenal a los poderosos: “Vean Uds. su propia responsabilidad— también de Uds. puede venir la violencia”? Ya lo estamos viendo, diríamos nosotros y “terrorismo” de la peor especie. Terrorismo oficial que pretende a su vez escudarse como “defensa de la Seguridad de la Nación”. A esto obedecerá sin duda la fábula inflada de “las guerrillas de Neltume” con su sinnúmero de mentidos y desmentidos169.



En resumidas cuentas, hay violencia y violencia. Para poder discernir la violencia buena de la condenable, hay que fijarse de dónde viene y adónde apunta o qué resultados tiene. En este análisis, el espíritu de justicia y solidaridad del Evangelio mostrará cuál es la violencia justificada y cuál es la condenable.



Y dejemos de repetir el manido slogan que pretende que “toda violencia es condenable, venga de donde venga”. Aunque lo diga Don Emilio Filippi170 en sus editoriales de “Hoy”171; aunque lo diga el propio Cardenal que sabe más en teología y en realidad chilena de lo que cree prudente proclamar desde la Catedral.




EL CAMPAMENTO 14 DE ENERO



Reflexión sobre una etapa vivida




El sábado 24 de julio fue un gran día para el Campamento 14 de Enero172. 114 familias que habían protagonizado la toma de terrenos el día 14 de enero en el sector San Pablo, abandonaron sus precarias viviendas apiñadas en el barro y la suciedad, hechas de tablitas y nylon y alguna fonolita —con la bandera chilena al tope— y emigraron a un amplio espacio de terreno que habían adquirido con su lucha tesonera. Podrán asentarse en un pedazo de tierra chilena, a que todo chileno tiene derecho, para levantar allí, con su propio trabajo un techo para su hogar.



Esa cuadra y media situada en la zona sur de Santiago es tierra conquistada por ellos. Tienen conciencia de no haber recibido una limosna. Esto por dos razones. En primer lugar les corresponde un derecho estricto a una vivienda… La doctrina constante de la Iglesia lo corrobora, gobiernos anteriores lo han reconocido de hecho; solo el régimen actual ha reprimido drásticamente las tomas. En segundo lugar, ellos llevan 3 años luchando por sus derechos. Primero en los “comités de vivienda”173; luego vino la toma. Últimamente han organizado beneficios y colectas, han visitado instituciones sindicales y de Iglesia, han constituido un Comité de solidaridad, han recogido fondos, a veces en tarros, peso por peso. Su actitud ha obtenido una respuesta generosa.



Expliquemos qué es lo que ha levantado la simpatía y solidaridad de los más. Ha sido el hecho de haber ellos dado una lucha no única y primariamente por solucionar un problema particular, sino para beneficiar a todos. Universalizaron su lucha. Luchaban por las decenas de miles de “allegados” y sin techo que exigían de la conciencia nacional y del Gobierno su derecho. Varios participaron de la toma anterior la del 22 de Julio de 1980 en La Bandera, zona sur. Tuvieron que refugiarse en un terreno de Iglesia y el Vicario-Obispo les ofreció una solución particular174. No la aceptaron. Están muy de acuerdo con la Iglesia que a ella no le compete suplir las fallas del Gobierno. Por eso la lucha fue por forzar una solución universal obtener un verdadero plan de emergencia. ¿No es la falta de vivienda la emergencia y catástrofe nacional a que se debe acudir y no las inventadas por la represión? Para decir lo mismo en otras palabras, “politizaron” su lucha por la vivienda. Y esto fue su gran mérito. En cristiano diríamos que convirtieron lo que podría haber sido un empeño individual y egoísta en un compromiso de caridad universal.



Digamos de paso lo desconcertante que resultó para un cooperador de los pobladores, al pedir una ayuda a un Prelado de la Iglesia, escuchar como respuesta: no, no ayudo porque es política. Callamos su nombre por respeto a su jerarquía y quisiéramos pensar que quería decir otra cosa. Los cristianos conscientes de que el país está en deuda con los sin techo no tememos proclamar que hay que hacer política y apoyar a los que tienen el mérito de darnos el ejemplo.

 



Es cierto lo que algunos sectores objetan: “La solución, con todo, es una solución particular. Se satisface la necesidad de 114 familias, pero con una solución que no sirve para los miles y miles de sin techo restantes. La presión política ha fracasado: el Gobierno ha sido irreductible. Los pobladores han comprendido que es vano su empeño por torcer su brazo”.



Hemos de reconocer la verdad de estas constataciones. Del intento por politizar y hacer de la lucha por la vivienda una lucha de todos, se llega a reconocer que solo es posible una solución particular, que no está al alcance de los millares de sin casa, y que así esta lucha de los pobladores tiene límites en cuanto al desafío de politizarla. Pero estamos en una dictadura donde el respeto a los derechos y la humanidad están ausentes. Ellos tienen la fuerza bruta. Pueden desbaratar todas las tomas de terreno; solo han debido respetar el asilo de la Iglesia que se ha negado a permitir a fuerzas policiales desalojar y botar a la calle a mujeres y niños indefensos, a hombres que reclaman su derecho.



Los dirigentes del Campamento 14 de Enero están conscientes de todo esto. En realidad lo sabían desde un principio. Pero valía la pena dar la lucha. Pero también sabían que no se podía forzar la resistencia heroica de sus familias hasta su quebrantamiento. Algo aprendieron de la experiencia de la toma anterior, la del 22 de julio. Siete meses de supervivencia en una toma —para algunos un año entero— no podían prolongarse y era sabio hacer una retirada para poder continuar en nuevas condiciones la lucha.



Confirmamos que valió la pena dar la lucha. El Gobierno y los órganos de prensa reaccionaron con enorme sensibilidad a las tomas, la del 22 de julio de 1980, la del 14 de enero, la del 5 de marzo175. Refugiados los pobladores en terrenos de Iglesia, constituían allí testimonios vivos de un problema que el Gobierno quiere a toda costa ocultar a la conciencia nacional: el de la falta de vivienda. El promedio de construcción anual de viviendas populares ha sido un 40% inferior desde 1974 a 1980 de lo que había sido durante la Unidad Popular176. El hacinamiento de los “allegados” ha llevado a situaciones intolerables. En estas circunstancias, la constitución de 21 Comités de Vivienda en los barrios populares (con un promedio de 450 familias por Comité) y el comienzo de las “tomas” alarmó a las autoridades. A los 3 días de la toma del 14 de Enero, se ampliaron las facilidades del sistema de subvenciones —con mucha publicidad— para hacer creer que con eso se daba una solución177. La conciencia nacional ha sido alertada y no va a creer tan fácilmente la propaganda sobre la “acción social” del régimen.



Digamos además que no es cualquiera “solución individualista” la que han buscado. Poseerán comunitariamente la tierra para no romper la unidad y solidaridad que han construido en largos meses de lucha, de indigencia, de convivencia compartidas.



Mientras tanto la inhumanidad de un régimen que no afronta los problemas vitales sino quiere que se solucionen solos, queda más patente que nunca. Y la solución de este —y otros— problemas queda pendiente. Si no puede ser la toma de los sitios ¿habrá que ir pensando en alguna otra toma más radical?




Policarpo Nº 3



Septiembre 1981




EDITORIAL



Balance de un año




Ha transcurrido un año desde que la dictadura militar hizo aprobar una Nueva Constitución y han pasado seis meses desde que esta Constitución está en vigencia. Sin querer hacer un balance detallado de este tiempo, queremos reflexionar aquí sobre dos aspectos: ¿qué ha significado esta Constitución para el pueblo de los pobres de Chile y qué actitud han tomado los cristianos?




1. Respecto a lo primero, se puede afirmar que la nueva Constitución no ha significado en el fondo nada nuevo. Lo que todos ya sabíamos y temíamos antes del plebiscito y antes del 11 de marzo, se ha hecho realidad: la represión, la violencia contra el pueblo, el despojo del pobre, la arbitrariedad y la injusticia siguen campantes. La Constitución (que se trató de disfrazar de “libertad”) no hace sino dar un telón de fondo legal (pero ilegítimo) a las actividades violentistas del gobierno militar destinadas a reprimir las organizaciones populares. ¿Qué “novedad” ha introducido entonces esta “nueva” Constitución? Siguen las relegaciones, sigue la persecución al sindicalismo libre, siguen las encarcelaciones, las torturas, las expulsiones del país, los asesinatos. Lo único que realmente se hace “sentir” de la Constitución es el tristemente famoso artículo 24, que respalda la supresión de todas las libertades y derechos y las prácticas terroristas del gobierno.



Se habló hace un año de transición, pero… ¿transición hacia dónde? No estamos caminando a ningún lado; el país da vueltas en un círculo del terror militar y de opresión y superexplotación del pueblo. Se habló hace un año de un rápido progreso económico y de una fantástica superabundancia de bienes (Pinochet prometía empleos, viviendas, automóviles, teléfonos y televisores por millares)178; hoy ellos mismos hablan de “recesión” (palabra que disfraza el desempleo y la redoblada pobreza que se cierne sobre decenas de miles de Chilenos) y toman medidas para que nuevamente sean los trabajadores quienes “paguen el pato” de la crisis económica. El diluvio de baratijas importadas y la propaganda ya no logran disimular que tampoco en lo económico el país no va a ninguna parte.




2. En sus características más importantes y esenciales el así llamado “modelo” que se está aplicando en Chile sigue mostrando su oposición radical al cristianismo (a pesar de que la dictadura trate de disfrazarse de católica o cristiana). Se le opone: en la opresión del pobre; en el sufrimiento sin medida que provoca, con sus distintos mecanismos de represión o de explotación, en millones de Chilenos; en su desprecio absoluto por las personas y por las vidas; en la transformación que va provocando en muchos, en meros objetos, piezas de un mecanismo ciego, —un mecanismo elevado a la categoría de Dios o de providencia divina que debe regir los destinos de todos (pretendidamente de manera tan sabia como Dios) y que se llama “mercado”—. Es decir, tenemos endiosamiento del dinero y del intercambio, como último horizonte de sentido de la vida humana.



Es eso lo que en la Biblia, sin tapujos se llama idolatría. Es un sistema radicalmente opuesto al cristianismo, que adora a un ídolo y que sacrifica a este ídolo a los hombres concretos, en especial a los pobres, que son los privilegiados ante el Dios de los cristianos. Miradas las cosas en una perspectiva bíblica-religiosa, lo que se está realizando en Chile es un enorme sacrificio humano a los ídolos.



Esto hace que los cristianos se encuentren en una oposición irreconciliable al sistema político y económico. Eso es lo que vemos en los sectores más vivos de la Iglesia, en las comunidades cristianas, en movimientos apostólicos, en numerosos sacerdotes, religiosas y obispos. Desgraciadamente hay también quienes se dejan engañar o no quieren ver el carácter idolátrico y perverso de la situación a la que hemos sido empujados. Son los que buscan “ponerse bien” con el sistema de dominación, “hacer las paces” con el gobierno. Eso no es más que una ilusión vana o una mentira. Los ídolos van a seguir exigiendo víctimas humanas. Con ellos no hay reconciliación ni paz posibles.




LA RECESIÓN ECONÓMICA



¿Quién pagará los platos rotos?




1.- El Gobierno, los sectores empresariales, y sus portavoces El Mercurio y demás diarios reconocen que nuestro “modelo económico” pasa por su peor momento. Enfrentamos un período de “recesión económica” y bajará el crecimiento económico de 7 a 8% a un 3 a 4%.



Echan la culpa de esta recesión a la crisis económica internacional (precio del cobre, rechazo de nuestras exportaciones, encarecimiento del crédito).



Pero la culpa la tiene el sistema económico impuesto al país. Es este sistema el que nos deja dependientes del exterior, sin defensas frente a una recesión mundial. Las fallas del sistema se hicieron visibles en el escándalo CRAV que contribuyó a precipitar nuestra crisis179.



Ya estamos experimentando sus efectos: las tasas de interés se dispararon, las ventas en el comercio cayeron, la construcción se va deteniendo, la minería pequeña y mediana se paraliza, la cesantía aumenta, los remolacheros y otros sectores agrarios se ven amenazados.




2.- Frente a esto ¿qué medidas propone el Gobierno?



Quiere mantener el dólar a $39, por más que esto no hace sino fomentar las importaciones y comprometer las exportaciones180. La razón que da: hay que mantener reducida la inflación. Pero la razón de fondo es para posibilitar a los grupos económicos mantener lo ganado todos estos años. Que puedan pagar las deudas contraídas con dólares baratos.



¿Qué soluciones propone? El Mercurio y La Tercera (Rolf Lüders)181 y demás portavoces de los grupos económicos proponen “abaratar los salarios”. Solo así se podrá evitar la cesantía. Que no haya salario mínimo. Que al menos no se reajusten en un 100% del costo de vida. Que se permita la negociación colectiva por debajo del 100% del IPC.



La reciente reforma laboral (ley 18.018), como lo indicamos en otra parte, no es sino una medida para abaratar el costo del trabajo a favor del capital182. Los personeros del régimen ponen cara seria y dicen: lamentablemente no hay otra solución.



Policarpo ha consultado a economistas no comprometidos con los grupos que manejan los negocios. Nos dicen:




3.- ¡¡¡EXISTEN OTRAS ALTERNATIVAS para enfrentar



la crisis!!!



Sí, el Gobierno podría tomar un conjunto de medidas para enfrentar esta coyuntura de modo que no sean los trabajadores

los que paguen el error, la inmoralidad y la injusticia con que actúan los grupos económicos. Si estas medidas no se toman es porque no se quiere, pero no porque no exista la posibilidad de enfrentar de otra manera la crisis generada.



Más aún, estas otras alternativas son más justas, ya que suponen que paguen aquellos que deben pagar: que paguen la crisis quienes son responsables de ella dada su propia irracionalidad.



Algunas de estas medidas son las siguientes:




a) Se podría ir devaluando el peso en forma paulatina a fin de ir solucionando los problemas de la balanza comercial en la medida en que aumenten las exportaciones. El impacto inflacionario, de esta manera, no sería tan brusco. Con ello se pondría freno a la actividad importadora que por el momento no conoce límite alguno.



b) Se podría subsidiar y promover las exportaciones;



c) Se podría poner impuestos al consumo de bienes suntuarios y a la extrema riqueza como lo acaba de hacer el Gobierno Francés.



d) Se podría aumentar los aranceles para reducir las importaciones, especialmente, las de bienes suntuarios y las de productos que es posible producir en el país (productos textiles, calzado, electrónica, alimentos, etc.). Indirectamente ello traería un incremento del empleo y, por tanto, una reactivación de la demanda.



e) Finalmente, se podría cambiar sustancialmente la política financiera incentivando los créditos de la producción y no, como se ha hecho hasta ahora, los créditos al consumo.




En una palabra, son los ingresos de los sectores más altos los que deben reducirse, pues son precisamente estos los que más compran artículos importados. Mientras esto no se haga, Chile seguirá enfrentado a una situación donde ni aún la gran cantidad de créditos que entren será capaz de compensar la salida de dólares por efecto de las importaciones.



Lo claro es que bajo este Gobierno y con el actual “modelo” económico, estas medidas son imposibles, ya que afectan directamente a los grupos económicos que están estrechamente ligados al poder político. Los trabajadores, sin embargo, sabemos que otra cosa es posible y que otra manera de hacer las cosas es más justa y solidaria.




4.- Recesión y Coordinadora Nacional Sindical.



En esta situación, la explicación real de la violenta campaña de ataques y desprestigio por parte del Gobierno contra la Coordinadora Nacional Sindical183, se encuentra en el hecho que sus peticiones económicas y laborales ponen en cuestión el “modelo” económico en un momento en que el debate interno en el Gobierno se ha intensificado a raíz de la crisis y del cómo enfrentarla. Así mismo, las demandas sociales y jurídicas del pliego, orientadas a exigir participación popular y libertad sindical, ponen en cuestión las bases políticas e institucionales del “modelo”184. Estas demandas entran en abierta contradicción con la necesidad de mayor restricción a la participación popular que se deriva de las medidas antipopulares para enfrentar la situación.

 




5.- Conclusiones:



1/ El mayor impacto de la recesión internacional en la economía nacional tiene como base el hecho que el “modelo” económico aplicado en estos 8 años ha profundizado el carácter dependiente de nuestra economía. Hemos llegado a límites gravísimos de dependencia y hoy empezamos a pagar el costo.



2/ En esta coyuntura crítica, serán los trabajadores los que tendrán que pagar la crisis, viéndose afectados por un mayor nivel de desempleo, disminución de sus salarios reales, y represión (como en el caso de la Coordinadora) si no hay aceptación obediente de las políticas de Gobierno.



Estas medidas son el producto lógico de las necesidades de funcionamiento de los grupos económicos. Por tanto, las medidas que afectarán a los trabajadores y la represión necesaria para que ellas se impongan, serán el resultado de una decisión política a favor de los grupos económicos. El Gobierno ha decidido enfrentar la crisis, tomando medidas represivas para proteger los intereses de los grupos económicos, de modo que estos puedan seguir reproduciéndose y dominando.




Policarpo Nº 4



Octubre 1981




CUÁNTAS IGLESIAS, TANTOS TE DEUMS




Es interesante observar cómo la debilidad de la dictadura (y no solo la Chilena) necesita de bendiciones eclesiásticas para afirmar su imagen y cómo las busca y recibe de mil amores. Y es penoso observar también cómo las Iglesias parecen apresurarse a impartir esos gestos que, por ser sagrados, deberían requerir de muchísimo más discernimiento para otorgarse.



Entre el 11 y el 18 de septiembre Pinochet recibió las bendiciones de, a lo menos, tres actos religiosos de mucha solemnidad: el 11 en la Escuela Militar, el 13 en la Catedral evangélica y el 18 en la Catedral católica. Al parecer de Policarpo estos tres actos respondieron al modo de sentir de ser de dos grupos diferentes de creyentes, es decir, de tres iglesias diferentes.




La iglesia militar




La Misa en la Escuela Militar el día 11, respondió a esa iglesia “dentro” de la iglesia, a esa iglesia distinta y opuesta que es la iglesia militar, más militar que iglesia pues obedece no al evangelio ni a la jerarquía ordinaria católica sino a los Altos Mandos de las FF. AA. que le dan las órdenes que esa iglesia acata y cumple; su jerarca religioso —el obispo Francisco Gillmore185— es general de ejército y él y todos los capellanes reciben su sueldo y tienen los rangos y graduaciones y uniformes correspondientes al escalafón militar.



Esa iglesia celebra la misa del 11 en la Escuela Militar cuando la otra iglesia, la que preside el Cardenal Silva, se ha negado sistemáticamente a hacerlo en la Catedral de Santiago por considerar que en esa fecha los creyentes, en vez de celebrar una victoria, deben llorar tantos muertos y encomendar sus almas.



El general Gillmore, en su homilía de este año, llamó a todos a someterse a las autoridades establecidas, echó su rociada contra el marxismo y, una vez más, ofició de cómplice al dar la comunión a Pinochet lo cual es un sacrilegio y un escándalo público mientras el dictador no manifieste pública penitencia por el pecado de genocidio y otros cuya responsabilidad personal el pueblo de Chile le conoce.




La iglesia evangélica




La ceremonia del día 13 en la Catedral Evangélica186 fue la celebración de esa iglesia o comunidad de creyentes a través de sus más connotados pastores y la participación muy masiva (15.000) de sus fieles. Fue una fiesta religiosa de abierta adhesión política al régimen187.



Bajo fórmulas muy piadosas se alabó sin rodeos no solo a las autoridades presentes (fue notoria la ausencia del beato católico, almirante Merino)188, sino al sistema mismo: “… La patria ha renacido con nuevos bríos, llevando bienestar a todos los hogares Chilenos… remontando horas difíciles para llegar con nuestra economía a niveles de excelencia” (oración del Rev. Carlos San Martín Pulgar189 de la Iglesia Unida Metodista Pentecostal)190.



Pinochet, con la banda tricolor terciada al pecho y su largo y amplio

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