Un joven en La Batalla

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Efraín Plaza Olmedo 1

Tremalk Naik9 (Manuel Rojas) 1º de noviembre de 1912, páginas 1 y 2

Cayó. Pero su caída equivalió a su triunfo. Gritó en contra de las injusticias sociales y su grito repercutió en los horizontes oscuros de los desiertos áridos del salitre. Su estremado amor por los de abajo prevaleció y su odio para los de arriba esplotó rabioso por la negra boca del revolver. Fue un vengador, y la venganza más que venganza es equidad.

Los histriones harán de él lo que quieran pues está en sus manos. Son muchos o todos los que piden su muerte. Y ahora cabe una pregunta: ¿Qué son esas lociones que os atruenan los oidos de cuando en cuando y esas gotas de sangre que os salpican el rostro, comparados con los arroyos de sangre derramados, en todos los tiempos y en todas partes, por la canalla militar?¡No son nada!

Quizás ahogarán en sangre sus palabras, pero su figura y su jesto quedarán impunes, grabados en el corazón de las multitudes hambrientas y en nuestras mentes que no saben de odio sino para los de arriba. Muchos preguntan ¿héroe o apache?2 Y yo les digo: se puede ser héroe y apache al mismo tiempo. ¿Pruebas? Aquí van: Bonnot, Garnier, Vallet y Dubois.3 La sociedad les armó el brazo transformándolos en apaches. El héroe surgió por si solo ¿se puede pedir cosa más hermosa? Jesto y palabra, idea y acción.

Otros (libertarios) dicen: Plaza no es anarquista. La anarquía no admite crímenes.

¡Alto ahí! Plaza es tan anarquista como el que más. Porque si es cierto que la anarquía no admite crímenes, también no es menos cierto, que al verificarse uno lo justifica en toda su amplitud y no rechaza al que lo efectuó. Ella sabe que es una víctima de la actual sociedad. Y lo sabemos todos, porque ella nos lo enseñó.

No hai que asustarse por esos dos, caídos a manos de Plaza, porque… ¡Iquique! ¡Chicago! ¡Buenos Aires! ¡La alameda!, aun están ahí, en todo su horror, chorreando sangre que arrancó el machete del sayon del cuerpo del paria.

Ese hermano amaba y odiaba más que muchos. Y sigue donde está, amando y odiando. Odio de paria ¡Odio de oprimido! Jamás tuvo un pecho donde reclinar su cabeza cargada de ideas en flor. Flor de humanidad. Flor de Libertad. ¡Flor de Justicia! Nunca, ¿lo oís? Nunca unos labios rojos y ardientes besaron los suyos, donde el grito pugnaba por salir. Grito de rebelde. Grito cargado de venganzas. ¡Grito de hermano! Y sus ojos solo vieron horrores y llagas por todas partes. Llagas gangrenosas. Llagas que hai que sanar. ¡Llagas podridas!

Y vosotros ¡Oh sarcasmo! ¿Quereis esperar de ese individuo, jemidos, lamentaciones y ruegos? ¡No! De ese hombre y de muchos más, solo esperad rujidos, salivazos y acción.

¡Hermano! Te llaman asesino los idiotas y nosotros te llamamos justiciero.

¡Arriba los corazones! ¡Salud al precursor!

Notas

1 Más detalles de la vida, juicio y encarcelamiento de Plaza Olmedo se pueden encontrar en Jesto y Palabra, Idea y Acción. La historia de Efraín Plaza Olmedo de Alberto Harambour R. en Arriba quemando el sol. Editorial LOM. Stgo., Chile. 2004. págs. 137 a 193 y en La Tiranía en Chile de Carlos Vicuña Fuentes. Edit. LOM, Stgo. Chile, 2002. págs 97 a 99. 2 El término “apache” se usaba en Francia para nombrar a los autores de atentados anarquistas a quienes había que exterminar como a los apaches de Estados Unidos. 3 Jules Bonnot fue un anarquista francés que encabezó una banda integrada, entre otros, por Octave Garnier, Jules Dubois y Rene Valet. Realizaron numerosos asaltos y hurtos a mano armada cuya violencia dejó varios muertos. La vida trágica y violenta de esta banda ha servido de inspiración para varias películas como La Bande à Bonnot (Francia, 1969) y Les brigades du Tigre (Francia, 2006). El 2006 la serie de la TV francesa Histories de Marne dedicó su primer capítulo a esta ya legendaria banda.

Gritos de combate

Tremalk Naik1 (Manuel Rojas) 2ª quincena de noviembre de 1912, página 1

Como ola que ataca, como roca que no cede. Luz y lójica. Músculo y cerebro. Eso somos. Y anarquista siempre. Luchando contra las injusticias sociales. Contra las sombras infamantes que ahogan a los pueblos. Contra el baluarte de la esplotación. Contra la tiranía gubernamental. Y contra todas las vallas que se opongan a la realización de nuestros ideales.

Como siempre marchamos adelante. La cara a pleno sol. Siempre con la aurora del porvenir delante de los ojos. Incólumes. Íntegros. Nuestro dilema en la lucha por la emancipación es de hierro. Triunfaremos en la lucha o sucumbiremos luchando. Y como hierro somos. Duros. Rudos. Inflexibles. Luchando contra el enemigo perverso, hemos dejado al amigo cobarde. Firmes como rocas, ante el derrumbe infame que pretende aplastarnos. Ante la testarudez de los gobernantes, ola avasalladora que ataca sin cesar. Incansables. Impávidos ante el aluvión de arbitrariedades. Sin echar paso atrás en la brecha que nos hemos abierto, con nuestros robustos brazos de luchadores de férrea voluntad e indomable energía.

¡Atrás los privilegios! Nuestra bandera trae por lema: ¡Igualdad!

¡Atrás las sombras fatales! Como Goethe gritamos ¡Luz, más luz!2 y alumbramos con la tea e incendiando al mismo tiempo, lo viejo, lo carcomido, lo que ya huele a cadáver. Destruimos. Y destruirán.

Notas

1 El seudónimo corresponde al nombre del compañero bengalí de Sandokán. En la ciudad de Rosario, Rojas se inicia en las lecturas de ficción y aventuras con las novelas de Salgari, lo que explicaría, en parte, la adopción de este seudónimo. La certeza de que éste corresponde a Manuel Rojas se desprende de una nota de La Batalla donde se informa de las actividades realizadas en una velada del Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer. En ella se habla de lecturas de poesías y otros escritos con pausas amenizadas por un pianista. Y se agrega: “A continuación insertamos párrafos del trabajo titulado ‘Patria’ del compañero M. Rojas (Tremalk Naik) definiendo de una manera clara y concisa la falsedad y convencionalismo de esa frase y los que las explotan…” (“Las Conferencias del Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer” en La Batalla, 2ª quincena de enero, 1913, p. 2). Con este artículo dedicado a Plaza Olmedo, Rojas da inicio a su colaboración con el periódico La Batalla. 2 Se dice que el escritor alemán habría exclamado estas palabras poco antes de morir.

Patria 1

Tremalk Naik (Manuel Rojas)

2ª quincena de noviembre de 1912, página 2

El gran sociólogo Hamon,2 autor de grandes y científicos libros, tiene en uno de ellos (Socialismo y Anarquismo) un artículo titulado “La evolución de la idea de la Patria”, en el cual el autor demuestra cómo se ha hido desarrollando ese amor al terruño, desde la tribu y el clan, hasta la más grande ciudad o metrópolis. Hamon dice que su principio fue éste; se formó primero, y las que las constituyeron pensaron en hacerla poco a poco más grande, que su comercio y su industria, fuera haciéndose más estensivo a otros clanes o a otras tribus, a otra ciudad, a otra metrópolis hasta que al fin hacerla Internacional, universalizarla.

Pero el pueblo desconoce esos conceptos que debieran formar su verdadero amor, no lee esos libros, desconoce en absoluto esa opinión, y para él no hay más amor a la patria que actos; darle de balazos al individuo que no ha nacido en su país: eso es todo.

¡Mirad! mi (un) rico propietario quiere robar a otro un pedazo de terreno, se arma una discusión, un ministro insulta a otro, se arma un grave conflicto entre dos naciones, se declara la guerra y el pobre Juan Pueblo paga los platos rotos3. Se arma al pueblo, que va ciego a defender la patria, mirad pasar a esos robustos campesinos, con el arma al brazo, metido el varonil cuerpo en un ultrajante uniforme, arrastrando los cañones, montados a caballos, con la lanza presta a atravesar el cuerpo de un semejante.

Van a la guerra, allá en un repliegue de terreno, en un bosque, en un monte, las descargas de fusilería se suceden sin interrupción, la metralla con su tétrico y tranquilo girar, cercena piernas, corta brazos, destroza cuerpos, el cañón ruge vomitando muerte y exterminio por doquier.

¡Ah! De esos puños férreos, hechos más para manejar el mazo en el taller, la pala en el campo, solo quedan los muñones horriblemente mutilados, piltrafas sanguinolentas de esas piernas que se afirmaban en la tierra empujando el arado, trozos de carne de esos cuerpos fornidos. Esa es la patria, ese es el patriotismo, la sangre, la muerte, el asesinato común.

Entre nosotros, anarquistas que bregamos por la desaparición de las fronteras, y a pesar de nuestras convicciones siempre subsiste ese amor al pedazo de tierra que nos vio nacer, el amor al trozo de cielo que vimos por vez primera; ahí están nuestros padres, nuestros hermanos, ahí conocimos y amamos a nuestra primera novia de ojos de cielo y de cabellos más rubios que la barba del choclo, pero también ahí están los que por primera vez nos explotaron y nos robaron nuestros sudores y acordándonos de esto nos olvidamos de la novia, del cielo, del terruño y solo queda en nosotros el odio para los que nos explotaron cuando debido a nuestra condición de desheredados de la vida vendimos nuestras fuerzas en flor, al que se había acaparado y monopolizado todos los medios y útiles de producción.

 

En fin: el patriotismo, la religión, la moral burguesa, todas esas grandes virtudes de ayer, hoy se tambalean, pierden pie y se derrumban ante la ruda crítica de los hombres conscientes.

Dejad que el pueblo siga matando, cuando se le hable de patria, dejad que siga esa rutina, y laboremos nosotros demostrando a los más videntes todo el absurdo de la patria, todo el absurdo de las fronteras, todo el absurdo sangriento de la guerra, todo lo absurdo de sus vidas que transcurrieran siempre en la más cruel miseria.

Trabajemos sí, con alma, por borrar las fronteras, pero ante todo por borrar los tiranos, y veremos que pronto se borran cadenas que tienen atado al pueblo en la ignorancia y a la esclavitud. Hemos de acabar con todas las patrias chicas o grandes y fundar luego la patria universal, sino como dice Pacheco el gran País universal.4

Notas

1 Extracto del texto leído por Manuel Rojas en el Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer el día viernes 10 de enero de 1913 –Rojas acababa de cumplir 17 años– y publicado en el periódico bajo el título “Las conferencias del Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer”. En él se dice: “Insertamos algunos párrafos del trabajo ‘Patria’ del compañero M. Rojas (Tremalk Naik) definiendo de una manera clara y concisa la falsedad y convencionalismo de esa frase y los que la explotan”. 2 Agustín Hamon (1862-1945), sociólogo, historiador y militante anarquista francés. En 1894 publica Psicología del socialista-anarquista y Patria e Internacionalismo (1896). Promovió principalmente la unidad trabajadora y, hacia el fin de su vida, se hizo militante del Partido Comunista. 3 Juan Pueblo es el nombre de un personaje ficticio, un gaucho rebelde cuyas andanzas y anécdotas eran publicadas en la revista libertaria Martín Fierro de Buenos Aires, que se editó entre 1904 y 1905, derivando en suplemento semanal del periódico La Protesta. Era dirigido por el destacado escritor Alberto Ghiraldo y entre sus colaboradores se cuentan relevantes figuras de las letras, como José Ingenieros, Rubén Darío y Alfredo Palacios. Otros autores militantes fueron Edmundo Bianchi, Félix Basterra y Julio Molina y Vedia. 4 Manuel Rojas se refiere al pensamiento y postulado del escritor argentino Rodolfo González Pacheco (1882-1949). Dramaturgo, orador y periodista anarquista, fue editor del periódico La Antorcha y fundador del “Teatro de Ideas”. En 1906 fundó, junto con Federico Gutiérrez (un ex-policía pasado a las filas anarquistas), el periódico satírico La Mentira. En 1908 fundó Germinal con Teodoro Antillí; ambos dirigirían La Batalla de Argentina en 1910. Fue a partir de esos años colaborador de La Protesta. En 1911 editó el periódico Alberdi con Apolinario Barrera. En ese año fue encarcelado unos meses en el penal de Ushuaia. Viaja a España durante la Guerra Civil Española de 1936. Allí dirige la revista Teatro Social y junto con Guillermo Bosquets fundó la compañía del Teatro del Pueblo. En 1938 editó sus Carteles de España. Regresó a la Argentina luego de la derrota republicana. Es autor de numerosas obras dramáticas, entre ellas Hijos del Pueblo, que se estrenó en 1921 en el Teatro Boedo de Buenos Aires. Se le considera, además, pionero del cine argentino.

Visión roja

Tremalk Naik (Manuel Rojas)

1ª quincena de mayo de 1913, páginas 1 y 2

Rumor:

Rumor sordo, que va creciendo tempestuoso y amenazante, como un torrente de mina.

Rumor de parto, clamoroso y terrible, que anuncia el nacer de la fuerza.

Rumor de lucha, grito formidable que eriza como un cárdeno relámpago por sobres las tinieblas pavorosas, grito de amenaza, que pone temblores en las piernas burguesas, grito de rebelión iracundo y airado como el gesto de Manlio Romano.

Rumor, rujido, grito, visión roja. Mirad la visión que pasa, hermanos.

Visión del porvenir, visión de gloria redentora.

Primero un alba que es pálida al nacer.

Luego un río de manos y de cabezas que aguardan la aurora, de cara al sol.

Se colorea el cielo lentamente.

Y el rumor, crece, formidable y huraño.

¡Mueve las cadenas, bestia! Despierta que la aurora, avanza.

Y por sobre la turba de famélicos y miserables rebaños, la palabra del profeta y del luchador, vibra airada, como un clarín de combate, que anuncian el choque de la Plebe. Contra la Aristocracia.

¡Allá va la visión! ¡Qué hermosa es! ¡Cómo tremolan, gallardos y altivos, sus pendones de batalla!

Todos unidos, en un connubio inmenso de almas doloridas, van cantando en coro triunfal, la Marsellesa redentora y grandiosa.

Todos juntos sin separarse, sin más que una ambición: llegar al punto donde empezará una vida nueva; tender sus ojos triunfales, sobre el mundo nuevo.

Y siguen.

Y sus gritos, son poderosa y estentórea esplosión, que pregona, que el arroyo que nació en la cumbre se ha hecho río al llegar a la llanura, y al llegar al mar, se ha hecho ola que golpea, furibunda y tremenda, contra la roca de la explotación, que tiembla en sus lares de violencia, ante la eclosión de otras violencias.

Y la visión aumenta, majestuosa. Y el mundo se estremece de angustias, los reyes tiemblan en sus tronos de oro y púrpura, las iglesias, esas centinelas oscuras de la ignorancia, se tambolean, el dios oro ríe que vá a ser derrocado y sin embargo no teme su derrota son sus lacayos y adoradores. ¡Malditos sean!

Y la bestia ruje, el rumor de catástrofe va in crescendo, y las banderas de revuelta, son coloreadas por el sol que nace.

¡Hermanos!

Estamos en plena aurora, preparad las picotas y entonad conmigo la carmañola de las venganzas trájicas.

¡Hermanos!

La hora de la revuelta, ha sonado.

¡De cara! Todos al frente, fuertes con Anteo, firmes como robles.

¡Hermanos!

Esta es la aurora.

Rebeldías líricas 1

Manuel F. Rojas (Manuel Rojas)

1ª quincena de mayo de 1913

Con el título que me sirve de epígrafe para estas líneas, hechas con apresuramiento, ha aparecido el opúsculo de poesías de D. G. Rojas, nuestro buen compañero de redacción.

La poesía que me dedica en el libro y los datos de amistad y de lucha que me unen a él, me imposibilitan, casi, para hacer un juicio crítico del libro.

Sin embargo –y haciendo a un lado a esta señora parcialidad que a toda fuerza quiere colarse en este artículo– diré algo de lo malo que le encuentro al folleto.

1º Lo que más afea a la obra son los dibujos, que –dicho sea en engrandecimiento de la verdad– son bastante malos.

2º Luego viene esa manía de Rojas de que a todos los que les dedica poesías, los hace comulgar, sino con una persona, con un algo.

“A Jilberto que comulga con Federico Nietzsche; a Guevara que comulga con natura; a Silva que ha comulgado con las muchedumbres”.

Esa dedicatoria a Silva y a Lillo yo no la habría puesto, aunque me la hubieran pedido.

No es porque Silva y Lillo sean más grandes, como me dijo alguien (y si han ido más lejos, fue, porque empezaron primero), sino porque no les importa nada de lo que diga Gómez en su folleto.

Al decir de D. Rojas en las poesías que ha escrito Silva últimamente, como esa “Oda a la bandera”, “Romancero Naval”, no se ve en ellas el mismo nervio, ni la misma sinceridad que en el autor de “La Nueva Marsellesa”, “Bajo el sol de la Pampa”, o “El derrotero”.

Lillo, ese cantor de una raza como le llama Rojas, y cuando la matanza de Forrahue, no fue capaz de protestar (¿por qué?), es un patriota y uno de los que creen que el progreso, la civilización y otras mentiras son buenas y verdaderas.

Y Rojas rompe lanzas en contra de las patrias, el progreso y la “edad moderna”.

Y se comprende que no estará muy de acuerdo con él.

Eso es todo lo malo que encuentro en el opúsculo de poesías de Rojas, nuestro buen compañero de redacción.

Si en las poesías hay forzamiento en el ritmo, no lo sé. Me parece que no.

Si en los temas hay poca originalidad, tampoco lo sé.

Solo sé que grandes poetas como ser: Chocano, Rubén Darío, Bórquez Solar2 y otros, han escrito todo sobre el mismo tema variando solamente la métrica, el ritmo y las palabras.

Se objetará que esos grandes poetas. ¡Que lo sean! No por eso estarán exentos de faltas.

Por lo demás a Rojas lo creo un poeta, del cual se esperan buenos frutos.

Sus gritos del alma, son sinceros. Quizás lo sean demasiado. Varios han dicho que su rebeldía es vaga, sin razón y éste demuestra muy poca sicología en el que lo dice. Poco conocimiento de la vida y de las almas.

Yo que he visto muchos que fueron más rebeldes y que lo son, sin haber sufrido mucho, niego eso.

Yo me quedo creyendo firmemente que Rojas llegará a ser buen poeta.

Rojas me parece un concepto muy simpático. A los que estimen su crítica, les diré que no hay que ser verdugos con las flores que nacen.

¡Y allá va un grito de aliento para el hermano que dentro de poco, se unirá más y más a mí, que hoy digo lo malo que tiene su libro!

Eso es todo lo que tengo que decir del libro de Rojas, nuestro buen compañero de redacción.

Notas

1 En su libro Rebeldías Líricas, José Domingo Gómez Rojas dedica el poema “En el hospital” al “bohemio argentino” Manuel Rojas. La primera edición de este libro se realizó en 1913; ese mismo año Gómez Rojas cruza la cordillera a pie con la intención de llegar a Buenos Aires y encontrarse con Alberto Ghiraldo, poeta, editor de la revista literaria Ideas y Figuras y personaje destacado en el ambiente anarquista argentino. Sin embargo, solo llegaría hasta Mendoza, ciudad en la que permanece algún tiempo, haciéndose conocido entre los libertarios chilenos residentes. Gómez Rojas entabló amistad probablemente el mismo año 13 con Rojas, quien recuerda que lo vio por primera vez en una velada cultural en el Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer: “Cuando apareció en el salón… Chumingo, como le llamaron después sus amigos, produjo asombro: No era frecuente ver por allí individuos que lucieran cuello de pajarita y corbata negra de lazo de rosa. Menos aun era escuchar a alguien declamar, con la desenvoltura y el énfasis con que lo hizo… poesías originales”. Gómez Rojas lo estimula para que escriba: “Sus conocimientos literarios eran –agrega Rojas– muy superiores a los míos y me dio consejos, que me parece no haber aprovechado, animándome a seguir un camino que a él le fue cortado en plena repechada”. Gómez Rojas muere encarcelado, víctima de la persecución oligárquica de 1920. Aparece con el nombre de “Daniel” –Gómez Rojas usó el seudónimo de Daniel Vásquez– en las novelas de Manuel Rojas Sombras contra el muro y La oscura vida radiante. 2 Antonio Bórquez Solar (1874-1945), poeta y prosista chileno que inicia su trayectoria con el libro de versos Campo Lírico (Primera Siega) poético (1900), obra que tuvo cierto impacto en la intelectualidad de la época. Trajo a las letras nacionales la influencia de modernistas franceses como Baudelaire y Verlaine, tal como lo hiciera Darío y Santos Chocano. Otras obras del mismo autor son: La fiesta de los leones (1907), Dilectos decires (1912), Belleza del Demonio (1914) y numerosos otros títulos de la prolífica producción de este autor. Varios de sus poemas se incluyeron en la completa antología Selva Lírica (1917) de Julio Molina y Juan Agustín Araya (O. Segura Castro). En esa publicación se menciona a Manuel Rojas en el capítulo dedicado a los “Poetas Acráticos”; se dice de él: “Salió de la obscuridad de los barrios arrabalescos y de un golpe se conquistó un puesto honroso entre nuestros líricos jóvenes. Despunta como un poeta delicado y cuidadoso de la forma” (Selva Lírica, Santiago de Chile, Sociedad Impresora y Litografía Universo, 1917; LOM, reedición, 1995).

 
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