Lo que callan las palabras

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bodrio El uso habitual de la palabra bodrio es con el sentido de ‘cosa mal hecha, desordenada o de mal gusto’, la última de las acepciones recogidas en el diccionario académico. Las otras tres no parecen tener conexión con esta: ‘caldo con algunas sobras de sopa, mendrugos, verduras y legumbres que de ordinario se daba a los pobres en las porterías de algunos conventos’, ‘guiso mal aderezado’ y ‘sangre de cerdo mezclada con cebolla para embutir morcillas’, entre las que no resulta difícil hallar relaciones. La palabra es una deformación del antiguo brodio, procedente del bajo latín brodium, que a su vez parte del germánico *brod ‘caldo’. El término debió llegar con las invasiones germánicas o con los germanos de las legiones romanas. El caldo que hacían aquellos hombres no debía ser una gran cosa, como tampoco lo era el que se daba a los pobres a partir de la Edad Media en los conventos, por lo que recibió el mismo nombre, y pronto pasó a ser el guiso mal aderezado. Finalmente se llamó bodrio a lo mal hecho o desagradable a los sentidos, habiéndose desvanecido el sentido originario. La mezcla de cosas está en el origen de la acepción de la sangre con cebolla de las morcillas. Sebastián de Covarrubias (1611) explicó las cosas a su manera: «brodio, el caldo con berzas y mendrugos que se da a la portería de los monasterios de los relieves de las mesas. Díjose brodio, cuasi bromio, del nombre griego broma, atos, cibus, edulium, et quod exesum est et erosum, vel a nomine brotys, yos, cibus [broma, atos, comida, lo comestible, lo que se ha comido y lo que se va a comer, o del nombre brotys, yos, comida], que todo viene a significar una misma cosa. Puede traer origen de la palabra alemana brot, que vale pan, por los mendrugos que echan en el caldo».

bogavante El nombre de este crustáceo poco tiene que ver con el bogavante, compuesto de bogar y avante, con que se nombraba al ‘primer remero de cada banco de la galera’, cuyo significado etimológico es ‘que rema hacia adelante’. Se trata de un cruce con esta voz a partir de lobagante, como también se le llama. El origen de este término se halla en el latín vulgar *LUCOPANTE, que parte del griego lykopántheros, compuesto de lýkos ‘lobo’ y pánther, eros ‘pantera, leopardo’, otro mamífero carnicero. Se aplicó el nombre al crustáceo por la apariencia feroz que le proporcionan sus grandes pinzas, así como por el color negruzco. Julio Casares en sus Cosas del lenguaje (págs. 15-25) proponía un origen paralelo a ese, a partir de un hipotético *lupicantharus, formado por LUPUS ‘lobo’ y CANTHARUS ‘escarabajo’ (el paso de la denominación del insecto a la del crustáceo también se produce con langosta; el escarabajo es igualmente negro, y algunas de sus especies tienen las mandíbulas ahorquilladas y ramosas, a las cuales recuerdan las pinzas del bogavante). De ese *LUCOPANTE, por metátesis, se pasaría a lobagante, la forma antigua en nuestra lengua, frente a bogavante, que es más moderna, siendo su primera aparición en la lexicografía española el diccionariodel P. Esteban de Terreros (t. I, 1786): «bogavante, llaman en Andalucía a una especie de langosta marina, bastante grande. En Galicia le llaman lubigante».

boloñesa La boloñesa o salsa boloñesa es, según la definición académica, ‘la que se hace con carne picada, tomate y especias, y se emplea especialmente como acompañamiento de la pasta’, parecida a un ragú, típica de la región de la ciudad italiana de Bolonia, de la que toma el nombre.

bomba El origen de la palabra bomba, independientemente de la acepción en que se emplee, se encuentra en el término latino BOMBUS, cuyo significado es ‘ruido’, según la etimología que facilita el diccionario de la Academia. Corominas y Pascual dicen que la nuestra es tan solo una palabra afín a la latina, similar a la griega bombos, en cualquier caso reiteración de la misma onomatopeya cuya base es bomb-, definida por Vicente García de Diego como ‘onomatopeya de un ruido retumbante y de un zumbido’. El sentido de ‘máquina o artefacto para elevar el agua u otro líquido y darle impulso en una dirección determinada’, que también tiene la forma pompa, está igualmente relacionado con el de ‘ruido’, por el que hace cuando comienza a elevar los líquidos. Es el sentido más antiguo en la lengua, ya que la llegada de los explosivos fue posterior. Sebastián de Covarrubias (1611) decía: «bomba, instrumento para sacar agua que suba de lo hondo para arriba. Díjose del verbo griego bombeo, resono, por el sonido que hace. Con esta invención sacan el agua de los pozos hondos, haciéndola subir por una cerbatana con ciertas bolas engarzadas una con otra, y con la misma desaguan los navíos. Dar a la bomba, por metáfora, trocar la comida».

bombilla La bombilla con la que nos alumbramos debe su nombre a una comparación con la forma esférica que tenían las bombas lanzadas por la artillería o de los antiguos artefactos explosivos, por más que las bombillas modernas no sean necesariamente esféricas, como tampoco lo son las explosivas.

bombo Tiene el mismo origen que bomba (véase este artículo), cuando nombramos el instrumento músico, mayor que el tambor, por su sonido fuerte y grave, y si nos referimos al bombo empleado los sorteos estamos reteniendo la idea de ‘esférico’. La explicación del uso metafórico se ve claramente en la definición académica ‘elogio exagerado y ruidoso con que se ensalza a una persona o se anuncia o publica algo’.

bombón El nombre de la pequeña pieza de chocolate tiene su origen en el francés bonbon, reiteración en el lenguaje infantil de bon ‘bueno’, con la que se denominan las golosinas, especialmente las azucaradas. En francés bonbon es el ‘caramelo’, mientras que nosotros hemos tomado la palabra para el bombón de chocolate, que no deja de ser dulce, por supuesto.

boñiga La boñiga es el ‘excremento del ganado vacuno’, o de cualquier otro animal semejante al del vacuno, de acuerdo con las dos acepciones del diccionario académico. Su origen no parece estar muy claro, pero Corominas y Pascual la ponen en relación con una base *bunnica, tal vez prerromana, seguramente relacionada con būnn- ‘bulto, protuberancia’, por la forma del excremento. Una de las variantes de esta raíz es *mūnn-, con la que hay que relacionar muñeca y moño. Una de las variantes de la palabra es moñiga, que no recoge el repertorio de la Academia, aunque se usa en amplias zonas de la lengua (la documenté en abundantes localidades en mi Tesoro léxico de las hablas andaluzas, y también la registré en mi Diccionario de madrileñismos). La voz boñiga es conocida desde antiguo en la lengua, y de ella escribió Sebastián de Covarrubias (1611): «boñiga, el estiércol del buey, de quien tomó nombre, cuasi bueíga. Son útiles las boñigas en medicina, y particularmente las del mes de mayo, que suelen destilarlas por alquitara y sacar cierta agua medicinal y olorosa. En las partes donde hay poca leña cuecen con ellas las ollas y como el fuego es suave, las hacen sabrosas».

boquerón El nombre de este pez, parecido a la sardina, pero menor, se debe a la boca tan grande que tiene en proporción con el tamaño de su cabeza, aunque habitualmente no se nos venga a la imaginación esa motivación por la forma.

borde De la forma borde encontramos dos artículos en el diccionario académico. La primera de ellas es la referente al ‘extremo u orilla de algo’, que procede del francés bord, a su vez del franco bord ‘lado de la nave’, pasando luego al sentido general, aunque en español sigue conservando el valor de ‘costado de la nave’.

La otra entrada del DRAE es la que empleamos coloquialmente como ‘esquinado, impertinente, antipático’. Nos ha llegado a través del catalán bord ‘bastardo’, procedente del latín tardío BŬRDUS ‘mulo’. De designar en latín al animal concebido del apareamiento de dos de distinta especie, en contra de lo que se tiene como natural o normal, surgió el sentido que registra el diccionario de la Academia en la primera acepción: ‘dicho de un hijo o de una hija: nacido fuera de matrimonio’. Lo engendrado fuera de los cauces habituales está en el origen de otro de los sentidos de la palabra, ‘dicho de una planta: no injertada ni cultivada’. ¿Y cómo pudo pasarse de todo esto a nombrar al esquinado, impertinente, antipático? Seguramente se debió al carácter arisco que se atribuye a los hijos ilegítimos al no verse reconocidos, y frustradas sus aspiraciones. Sebastián de Covarrubias (1611) intentó explicar el origen de esta última voz: «borde, significa algunas veces el hijo nacido de mujer no legítima, y aun más de la que ha tenido ruin fama por haber sido común a muchos. El nombre es francés, de bordeau, que nosotros llamamos burdel; vale lo que en latín lustrum, seu lupanar, pero su originaria etimología es del nombre latino burdo burdonis, por el animal hijo de caballo y del asna, que es el mulo [...]. Burdos llamaban los antiguos romanos a los cuartagos o hacas, cuasi falcas, que decían mulos curtos, y propiamente serían los machuelos [...]». Con este término está relacionado burdel (véase lo dicho en el artículo correspondiente a esta voz).

boreal La palabra boreal es un derivado del sustantivo bóreas ‘viento procedente del norte’, cuyo empleo ha quedado circunscrito al dominio literario. La voz bóreas procede de la latina BORĔAS, que a su vez parte del griego boreas ‘viento del norte’ o el ‘norte’ mismo. Aunque Sebastián de Covarrubias (1611) no dedicó una entrada a este término, la empleó en otros lugares de la obra, como en: «polos, latine poli, orum, son dos puntos inmovibles en el cielo, en los cuales, como en quicios, se vuelve todo el cielo, del verbo griego polein, vertere. De los dos, el austral es el que nunca a nosotros se nos descubre, y el boreal no es de perpetua aparición. Llamamos Estrella Polar la que está más cerca del polo».

bóreas Véase boreal.

borrego El borrego es el ‘cordero de uno a dos años’, tal y como lo define el diccionario académico. Su nombre es un derivado de la palabra borra, la ‘parte más grosera o corta de la lana’, procedente del latín tardío BǓRRA, que significaba lo mismo. El borrego fue llamado así por la borra que lo recubría. Sebastián de Covarrubias (1611) ya lo explicó: «borrego, el cordero de sobre año, con el pelo tan corto que no se saca bien del vellón sino es lana muy corta como borra. Al que es manso y bien acondicionado, especialmente al muchacho que no llora y está bien criado y gordo, decimos que es un borrego».

 

borrico Véase burro.

botica Véase bodega.

botillo El botillo es un embutido español no demasiado conocido, pues es propio del dominio asturleonés. La Academia considera la palabra propia de Asturias, Cantabria, León, Palencia y Zamora, definiéndola como ‘embutido grueso, redondeado, hecho principalmente con carne de cerdo no desprovista de huesos’; en su elaboración se emplea el ciego del cerdo, y frecuentemente es ahumado. Procede del latín BOTELLUM, diminutivo de BOTŬLUS ‘embutido, salchicha, morcilla o chorizo’. No tiene nada que ver con la primera entrada botillo del repertorio académico, que significa ‘pellejo pequeño que sirve para llevar vino’ según su definición, por más que podamos imaginar alguna semejanza por su forma abultada. Este otro botillo es un derivado de boto, el ‘cuero pequeño para echar vino, aceite u otro líquido’, que parte del latín BUTTIS ‘odre, tonel’.

botiquín Véase bodega.

boutique Véase bodega.

bóveda Esta palabra es propia de la arquitectura, aunque ha salido de ese ámbito específico. El diccionario de la Academia la define como ‘obra de fábrica curvada, que sirve para cubrir el espacio comprendido entre dos muros o varios pilares’. Según la Institución, procede de una hipotética forma latina VŎLVĬTA, derivada del verbo VOLVĔRE ‘rodar, girar’, pues la forma curvada de la bóveda contiene la idea de giro, de vuelta. No olvidemos que la bóveda no pudo existir sin la invención del arco, cuyo desarrollo y perfeccionamiento se debe a los romanos. Sin embargo, Corominas y Pascual rechazan esa etimología por las muchas dificultades que presenta su justificación, y hacen derivar la voz de un hipotético germánico BUWITHA, seguramente gótico, derivado participial del germánico común BÛAN ‘habitar, construir’. La palabra es antigua en nuestra lengua, y aparece documentada desde los primeros repertorios que recogieron su léxico. Sebastián de Covarrubias (1611) era partidario del origen latino de la voz: «bóveda, díjose cuasi bólveda, a bolvendo, porque es el techo de piedra o ladrillo, sin madera, que va volviendo y haciendo arco. El italiano la llama arcovolta, y el francés voulte. Latine testudo. Hablar en bóveda, hablar hueco y con arrogancia. La habitación debajo de tierra es ordinariamente de bóveda, y los entierros, huecos, por estar hechos en esta forma se llaman bóvedas».

brabant El brabant, palabra que no registra el diccionario de la Academia, es un tipo de arado de vertedera de dos rejas que giran sobre un eje. Su origen está en la región del Brabante (entre Bélgica y los Países Bajos), y la forma con la que se le conoce es la de la lengua originaria. También se llama brabante.

brabante El brabante es un ‘lienzo fabricado en el territorio de este nombre, en Bélgica y los Países Bajos’ como lo define la Academia en su diccionario. También se llama brabante el arado brabant, aunque el repertorio académico no da cuenta de ninguna de las dos palabras. No debe confundirse con bramante, que es otra cosa, aunque del mismo origen.

braga Véase calza.

bragueta Véase calza.

bramante El bramante es un ‘hilo gordo o cordel muy delgado hecho de cáñamo’, cuyo origen es el mismo que el de brabante, con el que no debe confundirse.

brebaje El brebaje es la ‘bebida, y en especial la compuesta de ingredientes desagradables al paladar’ tal y como define la palabra el diccionario académico en su primera acepción. Procede de la palabra del francés antiguo bevrage, derivada del latín BĬBĔRE ‘beber’. En la voz española se produce una metátesis, cambiando la r de sílaba, probablemente influida por un término autóctono, brebajo. Decía Sebastián de Covarrubias (1611): «brebaje, está corrompido el vocablo de bebraje, que es la bebida que dan a las bestias, o para curarlas o para engordarlas, con harina, aceite y otras cosas». Y en el artículo beber se lee: «[...]. Brebajo, la bebida que se da a la bestia, mezclada con harina y aceite y otras cosas, o para purgarla o para que engorde. Está interpuesta la r, como en otras muchas dicciones castellanas, por ser letra de que usamos con que hacer fuerte y áspera la pronunciación, y declara el brío del ánimo español».

brete El empleo habitual de la palabra brete es con el primer sentido de los que registra el diccionario académico, ‘aprieto sin efugio o evasiva’. La voz procede del provenzal bret ‘trampa de coger pájaros’, que, a su vez, viene del gótico *brid ‘tabla’. En nuestra lengua muy pronto pasó a significar ‘cepo o prisión estrecha de hierro que se ponía a los reos en los pies para que no pudieran huir’, si tomamos la definición que todavía mantiene el repertorio de la Academia, en una traslación que es fácil de comprender. De ahí, en un nuevo cambio, surgió el sentido de ‘calabozo’, que también está en el DRAE, aunque con la marca de poco uso. Como del calabozo no puede escapar el preso se derivó el sentido del aprieto sin evasiva. Sebastián de Covarrubias (1611) dejó constancia del valor como cepo: «brete, vocablo español antiguo, vale lo mismo que potro. Latine equuleus». Es este sentido el que consignan los diccionarios antiguos, mientras que el de mayor uso en la actualidad no se recoge hasta el Diccionario de Autoridades (t. I, 1726) de la Institución.

breva En el uso habitual breva es el ‘primer fruto que anualmente da la higuera breval, y que es mayor que el higo’. Procede del latín BIFĔRA, compuesto de BIS ‘dos veces’ y el verbo FERO ‘producir’, lo cual quiere decir que se trata de un fruto producido dos veces al año, o del árbol que lo da. El segundo fruto que produce la higuera breval es el higo, de ahí la frase para expresar una larga duración de tiempo de higos a brevas, esto es, desde que la higuera da su segundo fruto hasta el primero del año siguiente. Sebastián de Covarrubias (1611) escribió: «breva, higo temprano, ficus praecox. Graece prodromos, praecursor, porque las brevas se adelantan a los higos o porque la higuera cuando echa anuncia el estío [...]».

bribón, -bona Un bribón es, fundamentalmente, el ‘pícaro, bellaco’ como define en su segunda acepción el diccionario académico la palabra, que se usa tanto como adjetivo y como sustantivo. La otra acepción, la primera, es ‘haragán, dado a la briba’, ante cuya lectura nos preguntamos qué es la briba. El DRAE dice que es la ‘holgazanería picaresca’, voz procedente de bribia (que también consigna el repertorio, como anticuada en una de sus acepciones y germanesca la otra), deformación de la antigua blibia, que lo es de biblia. Y ahora casi estamos peor que al principio, pues ¿qué tiene que ver la Biblia con los bribones? Corominas y Pascual explican que bribia se tomó, por comparación, de biblia en el sentido de ‘sabiduría, gramática parda’, pues el pícaro se las sabe todas y una biblia, nombre común del propio Biblia, es una ‘obra que reúne los conocimientos o ideas relativos a una materia y que es considerada por sus seguidores modelo ideal’, tal y como figura en el diccionario de la Academia. De briba surgió el derivado aumentativo bribón. Francisco del Rosal (1601) propuso un origen un tanto peregrino: «bribia y bribón, como bibia y bibón, de vivir, en la significación latina, que es ‘darse buena vida comiendo y holgando’ [...]». Sebastián de Covarrubias (1611) recogió bajo otra forma la voz: «bribión, el hombre perdido que no quiere trabajar, sino andarse de lugar en lugar y de casa en casa, a la gallofa y la sopa. Es nombre francés, bribeur, mendicus; briver, mendicare; de allí se dijo echar la bribia ‘hacer arenga de pobre, representando su necesidad y miseria’».

bronce El bronce es la aleación que se hace con cobre y estaño, añadiéndole a veces cinc (el cobre y el cinc es el latón) u otros elementos. La palabra nos viene del italiano bronzo, a partir de la forma latina [AES] BRUNDŬSI, esto es, el bronce de Brindisi, ciudad italiana donde se fabricaba el más famoso. Sebastián de Covarrubias (1611) explicaba, en otra de sus etimologías peregrinas, que es «una masa de diversos metales de gran fortaleza, de la cual se hunden las piezas de artillería. Si no se dijo de bronco, por ser cosa ella en sí áspera, si no la bruñen, será el nombre alemán, como lo es la invención de las piezas de artillería de bronce. Para dar a entender que un hombre no puede sufrir el demasiado trabajo o dejar de sentir los que padece, suelen decir no ser de bronce».

bujía La bujía es la ‘vela de cera blanca, de esperma de ballena o estearina’, según la primera acepción del diccionario académico. El nombre es el de la ciudad argelina de Bujía, fundada hacia el año 26 a. C. por el emperador Augusto (63 a. C. – 14 d. C.), donde durante la Edad Media se fabricaban unas famosas velas de cera de abeja, cuya calidad era tal que tomaron el nombre de la ciudad. La explicación que dio Sebastián de Covarrubias (1611) era otra, aunque conoce la población: «bujía, cierto género de velas de cera delgadas, que por pasarse, al hacerse, por unos agujeros para que salgan apretadas e iguales, se llamaron bujías, cuasi buquicas, a buco, que (como tenemos dicho) vale agujero. Bujía, pueblo de África».

Bujía es también ‘en los motores de explosión, pieza que produce la chispa eléctrica para inflamar la mezcla gaseosa’, según la definición académica. En este caso parece proceder del francés bougie, del mismo origen, por analogía con la de cera. En el caso de las velas, la voz debió llegarnos muy pronto, a través del árabe hispánico.

buñuelo El buñuelo es la ‘fruta de sartén que se hace de masa de harina bien batida y frita en aceite. Cuando se fríe se esponja y sale de varias formas y tamaños’, según lo define el diccionario académico en su primera acepción, donde se considera derivado de un antiguo *boño, procedente del gótico *buggjo ‘grumo’, a la vez que remite al catalán bony ‘bulto’. Corominas y Pascual se remontan a la misma forma catalana, de origen desconocido, probablemente prerromana. De bony deriva otra voz catalana bunyol, pero no parece que nuestro buñuelo sea catalanismo, y piensan que es de la misma familia que boñiga. Con esta pista, y teniendo en cuenta la forma que pueden adoptar los buñuelos al ser fritos, no me parece descabellado poner en relación el nombre con la base expresiva muñ-, con la equivalencia acústica b / m, y con la cual no solamente se relaciona boñiga, sino también moño, muñeca y muñón (véase lo expuesto en el artículo muñeca).

burbuja El primer sentido que registra el diccionario académico para esta voz es ‘glóbulo de aire u otro gas que se forma en el interior de algún líquido y sale a la superficie’, a la que siguen otras formadas metafóricamente: ‘habitáculo hermético y aislado del exterior’, ‘u[sado] en aposición para indicar que la persona o personas designadas por el sustantivo al que se pospone están sometidas a terapia con aislamiento absoluto’, y en economía ‘proceso de fuerte subida en el precio de un activo, que genera expectativas de subidas futuras no exentas de riesgo’. Se trata de una voz onomatopéyica formada con la base burb que Vicente García de Diego define como ‘onomatopeya de la ebullición y el chapoteo’. Corominas y Pascual la hacen derivar «de un verbo *burbujar ‘burbujear’ (portugués borbulhar, catalán borbollar ídem, italiano borbogliare ‘roncar los intestinos’) y este del latín vulgar *BULBULLIARE, derivado por reduplicación del latín BǓLLA ‘burbuja’». Sea como fuere, antes o después, terminamos en alguna de las bases onomatopéyicas del hervor.

burdel Un burdel es una ‘casa de prostitución’, tal como se define la palabra en el diccionario académico. Parece que la voz llegó a nuestra lengua desde el catalán bordell o del provenzal bordel, ambos derivados de bord ‘bastardo’, procedente del latín tardío BŬRDUS ‘mulo’ (véase lo dicho en el artículo borde). El nombre del burdel se le aplicó porque es lugar al que acude gente descastada, y donde se engendran bastardos, como eufemismo en lugar de otros que tiene tal tipo de establecimientos. La palabra ya figura en nuestros más antiguos repertorios léxicos, y de ella dijo Sebastián de Covarrubias (1611): «burdel, la casa pública de las malas mujeres. En francés se llama bordeau, pero viene del nombre latino burdus, que vale ‘mulo’, el cual es engendrado de padres de diferentes especies, conviene a saber, del caballo y de la borrica o asna. Y porque los ayuntamientos que en tal lugar se hacen son ilegítimos, se llamó burdel, y el engendrado en ellos, burdo o borde. Vide supra verbo borde».

 

burro Uno de los animales más conocidos ha sido el burro, o asno, por la gran ayuda que prestaba en las faenas agrícolas y otras actividades, debido a su gran resistencia. La palabra burro es un derivado regresivo de borrico, al haber sido interpretada esta última como un diminutivo, aunque no lo es, ya que procede del latín BǓRRICUS, BǓRICUS, que significaba ‘caballo pequeño’, denominación que aparece en época tardía en latín. Esto es, el borrico no era sino un animal parecido al caballo, aunque de tamaño menor, denominación en la que intervendría, sin duda, la forma del animal, y probablemente también la posibilidad de aparearlo con el caballo.