La caída de Iblis

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Los arcontes primordiales

Trece héroes su espíritu arriesgaron

cabalgando hacia el dominio del demiurgo.

Su memoria nos dice, con la voz del fuego frío:

«Memento mori, memento mori,

memento mori».

Prepárate en vida para atravesar la puerta:

ese es el único camino al final del día…

Mabus

1 Y los cuatro eones protectores, luego de haber marcado con el signo de origen las fronteras de la Gran Expansión, acudieron hacia lo Incognoscible. Entraron en consonancia con la omnipotencia; luego de ser informados y percibir por propia cuenta las perversiones de Ekel, apuntalaron la estrategia propuesta desde lo Incognoscible, activándola a partir de Pléroma.

2 Con el cuidado suficiente para evitar la sospecha por parte del logos de Ekel, lo Incognoscible convocó a los eones para la peligrosa misión: marchar como comandantes guerreros hacia la reciente creación material e infiltrarla. Entre los muchos que acudieron, trece poderosos se reunieron. El más enérgico, el portador del verdadero Verbo de la luz, es Tzakael y, bajo su comando, discernieron la corrupción obrada por Ekel. Los otros doce eones también aceptaron, por propia cuenta, sufrir el paso por el gran vacío hacia la desconocida materia.

3 Lo omnipotente les dijo: «Sean ustedes trece, los más poderosos eones, los enviados a detener el crimen material que se gesta; de aquí en adelante serán llamados siddhas50, los iluminados y fieles. Que el Verbo y la Lux Vera sean en ustedes». Lo Incognoscible les entregó una palabra trascendente, el AUM, y, dotados de esa arma de protección, salieron de Pléroma. Tres vueltas en sinistrorso dieron alrededor del cúmulo primordial para luego enrumbarse hacia el vano espacio del demiurgo. La materia rapta vibraciones, pero el sacrificio era necesario.

4 Los trece grandes debían atravesar el gran Bythos —el vacío— con el menor perjuicio para debilitarse lo menos posible y poder defenderse dentro del universo material. Lo cardinal: evitar la generación de Logos en su ser; por ello, practicaron meditación en la Gran Expansión frente al signo de origen, pronunciando la palabra sagrada AUM.

5 Y fue magnánimo el círculo de los trece siddhas, fieles al espíritu, juntos meditando. Fue ese momento de conexión absoluta el nacimiento de la egrégora51. Secreto maravilloso para el iniciado es reconocer el Aura Catena o Cordón Dorado; uno de sus atributos es la egrégora o capacidad de un grupo de espíritus para entrar en comunión espiritual. La meditación grupal lo permite. Es, pues, la egrégora o egrégoros el espíritu de grupo.

6 Fue su meditación poderosa y perfecta, logrando recubrir su espíritu con meditari: gracias a ese atributo, lograron concentrar la esencia en su interior. Luego, intensamente, pronunciaron el Verbo de la palabra trascendente «¡AUM!». Tan poderosa fue la sílaba que esta atravesó hasta el reino de Ekel, resonando en la materia; pero el demiurgo tan solo la escuchó como OM. Quien tenga sabiduría que lo discierna: esta confusión en la enunciación de la palabra sagrada será otra fuente de engaño durante los tiempos malignos del reinado de la materia.

7 Así, protegidos, luego de meditar, los trece siddhas fieles se lanzaron hacia el gran abismo, hacia esa maravillosa matriz obscura. Su valentía, junto al discernimiento infinito, les permitió viajar puros y, aunque la fuerza absorbente de la materia les redujo su energía vibratoria, evitaron la manifestación del Logos en su interior. Los trece siddhas mantuvieron la integridad de su espíritu: lograron evitar a Fera y Metus, y, por lo tanto, tampoco fueron contaminados por Eis ni por Sanguis; es decir, evitaron el miedo y la agresión, y, por ende, ni el culto de sangre ni la ira les son necesarios.

8 Conforme se acercaron al universo material, una alta vibración conocida como Energía los recubrió; desde su interior mismo, estos siddhas generaron fuerza propia dentro del universo del demiurgo: energía cósmica pura, la cual, en conjunción con su espíritu increado, produjo un brillo estupendo y estremecedor. Quien más brillo obtuvo fue Tzakael, pues su espíritu es portador de la luz verdadera, generándola desde su interior.

9 Fueron estos eones constituidos de puro espíritu y energía, sin logos, sin ánimus, sin ánima. Su esencia espiritual en el centro a manera de un corazón y rodeada de pura energía espiritual simulando un cuerpo con extremidades; su cabeza, alargada e intensa sin sentidos materiales; todo envuelto por una sorprendente esfera resplandeciente, fulgurante, cargada de todos los colores conocidos y plena de energía cósmica. Poderosos son en verdad y desde ese momento se llamaron los trece arcontes puros52.

10 Lo Incognoscible comandó a los trece poderosos arcontes colocarse frente a Ekel y, de tal forma, oponerse a los espantosos proyectos gestados por el demiurgo. Para ello, fueron dotados de la estrategia de la infiltración. Su fidelidad absoluta con Pléroma y hacia el espíritu es muestra de su valía. Doce más uno fueron enviados y, al frente del grupo, estuvo quien lleva el misterio de la Lux Vera y es llamado Tzakael.

11 Era Tzakael grandioso en todo sentido, brillante y excelso; el arconte fiel de mayor fortaleza. Junto a él, descendieron doce magnos, todos fuertes en el espíritu. Eran cuatro los comandantes de este grupo: Tzakael, quien portaba la luz; Samael, quien conduce hacia la trascendencia; Azazel era el gran estratega y Ariel ante quien todo se revela.

12 Una vez descendidos hacia el universo material, cuando todos se reunieron, se reconocieron los trece y notaron que el descenso fue exitoso; todos reconocieron los atributos y la autoridad de los cuatro comandantes. Los doce, reunidos en formación circular, colocaron en el centro a Tzakael y lo reconocieron a viva voz como su gobernante: «¡Seas tú, Portador de la Luz, quien nos dirija en esta experiencia! ¡Le entregamos nuestra lealtad a tu mando!».

13 Y juntos estructuran el gran arcano numerológico: doce más uno. Quien tenga sabiduría lo descubrirá, pues el número trece es la verdadera puerta hacia la liberación final, el umbral de la transmutación. será luego Thanatos quien se encargará de guiar hacia la manumisión espiritual; mas, en la época de la mentira material, los agentes del demiurgo se encargarán de contaminar a la amiga muerte con el manto del miedo y del rechazo, de tal forma que los seres dormidos lo temerán y huirán de su guadaña liberadora.

14 En esa terrible época, a la muerte se la huirá con terror; con pena y dolor enterrarán a sus muertos. Los seres dormidos harán todo lo posible para evitar desprenderse de su cuerpo terrenal y querrán vivir eternamente en lo denso, rodeados de lujos materiales. Tarde entenderán que la muerte no es una tumba, sino una grandiosa puerta hacia la trascendencia. Pocos serán los maestros iniciados quienes dominen el memento mori53y guíen a los agónicos ascetas hacia el camino de la libertad final.

15 Y los trece arcontes puros atravesaron hacia la esfera del demiurgo, todos juntos en profunda meditación. Y llegó el sagrado grupo de los trece: su luz era más intensa que la creada por el propio Ekel; tan poderosas eran las luminiscencias que emanaban, opacando a la débil creación del demiurgo. Al descender, un gran sonido, a manera de un seseo54 relampagueante, se pudo oír a lo largo y ancho de la creación.

16 Y se dirigieron en busca de Ekel sabiendo que, al llegar frente a él, los otros nueve eones traidores estarían apoyando al corrupto demiurgo. Sin embargo, ¡oh, terrible estremecimiento!, fue lo que su energía percibió al descubrir con tristeza la realidad en el universo del demiurgo; pues se toparon frente a frente con cuarenta y seis ejércitos inmensos comandados por los nueve traidores, y todos bajo el mando del demiurgo Ekel.

17 Mientras los trece arcontes puros descendían a través de la confusión del vacío, cercanos de la inerte materia, envueltos en su profundo meditari, no percibieron el terrible suceso: las huestes de Ekel procrearon, a partir de su espíritu, junto con la materia y energía, cuarenta y seis ejércitos para servir a los eones traidores. Esas huestes fueron llamadas Kerubiel.

18 Y son los kerubiel, todos ellos, entes poderosos que dominan las armas de la materia y de la energía. Grave riesgo se vertía sobre los arcontes primordiales, pues, aun con su inmenso poder, la maldita materia los debilitaba; mientras tanto, las fuerzas del enemigo dominaban con presteza al universo de lo denso. Sin duda, lo siguen dominando durante estos días obscuros.

19 Solo la sabiduría de Tzakael, Samael, Azazel y Ariel evitó una guerra cósmica en ese instante, una guerra en un mundo material desconocido por los luminosos. En conjunción, sus vibraciones enlazaron y decidieron esperar. De tal manera, prefirieron la estrategia de la infiltración: abrazaron su discernimiento sobre la obra del demiurgo y ocultaron, en su interior espiritual, el plan primigenio.

20 Se presentaron los arcontes puros frente a Ekel y sus huestes. Para la reunión, escogieron un planeta cercano a una roja estrella llamada Aldebarán; ahí se reunieron con los traidores, demostrando un estratégico interés por la obra del demiurgo. El brillo de los primordiales enceguecía a los eones traidores, quienes se encontraban contaminados de Ambitio y muy bien protegidos por sus ejércitos Kerubiel. Y, además, desde los siete cielos, las mónadas, llamadas seraphim, se mantenían vigilantes mientras ardían con sus llamas eternas.

21 Los arcontes primordiales reconocieron a los nueve del grupo de Ekel y por sus nombres los saludaron: Gavriel, Mikael, Uriel, Raguel, Remiel, Sariel, Kamael, Sakael y Raphael. Y los eones traidores reconocieron a los trece arcontes primordiales y por sus nombres los saludaron: Tzakael, Samael, Ariel, Azazel, Tamiel, Turel, Danhel, Ramuel, Ertael, Malakel, Harutel, Marutel y Jorel.

 

22 Gran trabajo espiritual realizó el Portador de la Luz para evitar que su estrategia fuese detectada. El apoyo brindado por arcontes puros fue magnífico; sin embargo, un ambiente de desconfianza reinaba en ambos grupos, una difidencia constante, pero sin una visión evidente de todo lo planificado por la contraparte.

23 Entonces, Ekel decidió enseñar su obra a los recién llegados, jactándose de su labor de creador; una obra en la cual mucha ayuda recibió por parte de los eones traidores, junto a los ejércitos formados por seraphim y Kerubiel. Los arcontes puros decidieron aceptar la invitación e involucrarse con el objetivo de colocar la simiente liberadora en el momento preciso: aquella brotaría luego de labrar el camino para la liberación final.

24 Y siguieron los trece grandes a Ekel, vieron esa obra y notaron la funesta recreación del demiurgo. Tan solo se trataba de una reproducción material de las grandes esencias propias de Pléroma y de lo Incognoscible. Esa esencia fue transformada desde su concepto hasta una manifestación sobre la materia. Notaron la masiva ilusión que gobierna el universo demiúrgico; era evidente: esa deformidad está dominada por el tiempo, la materia y la dualidad.

25 La dualidad es la compañera diabólica de la razón humana, una muestra más del origen horrendo de la mente y todas sus ataduras. Solo el espíritu despierto podrá liberarse de esas cadenas mentales y para ello habrá de reconocer los siete bloqueos principales en su vida.

26 Esos bloqueos son atributos del propio demiurgo reflejados en su obra humana, atributos poco deseados para un ser espiritual. Realmente son cargas, son imperfecciones propias de un origen no espiritual.

27 Y son esos bloqueos los siete más horrorosos entes diabólicos que el ser humano puede encontrar: miedo, culpa, vergüenza, dolor, mentira, dualidad y apego. Quien tenga sabiduría, que los reconozca y atraviese.


3. El profundo simbolismo del número trece (12+1)

CAPÍTULO VI

El arconte gris

Yo Soy el portador de la real Lux Vera

y, dibujando el balamudra, la comparto

entre esos seres que liberarse quieran.

Yo Soy quien sabiduría primordial reparte;

emano la vibración del signo de origen;

lucho contra el ser con cuya dualidad me harto.

Los traidores que mi luz comparta me exigen

y al hacerlo Ekel robó la luz primigenia,

y ahí

fue cuando su mente todo pudo decirme.

Palabras de Tzakael

1 Y dijo Ekel a todos los eones presentes: «¡Bienaventurados los nueve hermanos que, arriesgándose al vacío, acudieron a mi llamado y se encontraron con esta gran obra! ¡Bienvenidos los trece grandes llegados desde Pléroma! ¡Su fidelidad a mi obra será recompensada a su tiempo!». Todos los eones, incluyendo a los arcontes primordiales, mantuvieron el silencio.

2 Fue el brillo de los trece arcontes puros una tentación profunda para el corrompido Ambitio de Ekel, pues en su mente deshonesta no podía tolerar la existencia de ese brillo supremo. Él tenía que ostentar ese atributo y aún alguno mejor, pues no aceptaría dioses competidores; peor todavía, más poderosos.

3 Prosiguió entonces el demiurgo con soberbia: «He logrado superar la generación espiritual: ahora he creado universos, gobierno ejércitos, me apoyan los seraphim y los Kerubiel. Pero esta obra necesita mayor sostén desde otros poderosos eones. Son fuertes hermanos, sin duda; pero de todos los presentes solo veo a tres eones que se acercan a mi poder: Sakael, Kamael y Tzakael».

4 Inmediatamente, Samael detuvo la voz de Ekel diciéndole: «Te garantizo, hermano, que hay más eones tan poderosos como tú, eones superiores en muchos aspectos; te recuerdo que el signo de origen nos es común. Nota la fortaleza de Ariel y la decisión de Azazel: el fuego en ellos es intenso». Enseguida, Tzakael detuvo ese discurso y, con una leve señal, tranquilizó el fuego de Samael y luego preguntó: «Dinos, Ekel, ¿cuál es tu propuesta?».

5 El demiurgo, ahogado en Ambitio, envidió desde un principio el brillo de los primordiales y por ello propuso lo siguiente: «Haré un consejo: el consejo de los Cuatro y con su gobernación distribuiremos el ordenamiento y modelado de la materia. será conformado por los cuatro grandes: Sakael, Kamael y Tzakael y yo mismo, que soy quien ha emanado estas obras de arte real llamadas universos. Todos los eones debemos ser empoderados de similares atributos y los andróginos seguirán reinando en los cielos». Tzakael miró hacia sus hermanos de espíritu e hizo un movimiento estratégico de aprobación.

6 Ekel continuó refiriéndose a los trece arcontes puros: «Miramos en ustedes el brillo de la energía y su espíritu es intenso en verdad gracias a que sufrieron una benévola caída. Nosotros no podemos ser menos o habrá desigualdad en nuestros poderes. Necesito una prueba de su parte, hermanos: quiero que nos recubran con su luz a los nueve y a mí mismo de tal forma que seamos también arcontes de luz; de lo contrario, mis ejércitos les obligarán a retornar, a través el vacío, hacia Pléroma».

7 El verdadero Portador de la Luz miró a Ekel y a los nueve traidores; luego, a los doce fieles y dijo: «Yo Soy el portador de la Luz Primordial: será mi fuego el que se comparta, pues yo lo emano desde mi interior. Dejaré que tomen esta Lux Vera si tú, Ekel, prometes, junto a los otros nueve, no reproducir nuestra esencia en ese barro primigenio y nos permites conocer a lo que tú llamas materia. He visto esa masa y presiento que cualquier espejismo de Pléroma o cualquier reflejo ilusorio de nuestra divina esencia en ese material será una afrenta contra el espíritu. —Hizo una pequeña pausa mientras clavaba su mirada profunda en los ojos del demiurgo—. ¿Accedes, Ekel?».

8 Y el demiurgo, junto al grupo de nueve eones, accedió casi al unísono. En ese momento, todas las huestes de Ekel junto a los nueve eones traidores y las guardias angelicales rodearon al grupo primordial. Enseguida, un canto proveniente de los siete cielos inundó el ambiente: era el tergiversado sonido «OM» que, con gran intensidad, coreaban los seraphim. Aun cuando su poder no es espiritual, la vibración generada sobre lo denso es muy intensa, con sus ondas la materia y el ánima que fluyen activándose.

9 Entonces, Ekel avanzó hacia el centro de ese círculo y lo hizo con tres movimientos misteriosos con los cuales se manifestaba como regidor de la materia: bloqueándose el quinto núcleo de energía y caminando derecho, formando noventa grados con lo que serían sus pies. Tres pasos firmes, mirando al frente; luego, uno hacia la derecha, otro hacia la izquierda y, luego, unos saltos casi en espiral, como si esquivara un vacío. Una extraña danza de culto material. Mientras tanto, el «OM» se profundizaba.

10 Era el turno de Tzakael, quien con voz firme emitió un sonido misterioso, «WOAWOA»55, y, con ello, los coros celestes silenciaron su cántico instantáneamente. Un profundo mutismo invadió ese espacio. Tzakael se acercó con una mirada firme y paso recto. Cuando estuvieron frente a frente, el verdadero Portador de la Luz pidió que se acercasen los nueve eones y se colocasen tras de Ekel.

11 Fueron Sakael y Kamael quienes se colocaron en una sola fila aparejados tras del demiurgo; luego, Gavriel, Mikael y Raphael en otra fila de tres y, al final, en una fila de cuatro, Uriel, Raguel, Remiel y Sariel. Los Nueve más Uno levantaron su mano izquierda, aquella que recibe; en ese momento, Tzakael elevó su diestra, que es la que emana, con un movimiento magnífico que firmó en el cosmos el signo primordial. El arconte puro enseguida se envolvió en meditari, extendiendo sus dedos pulgar, índice y medio mientras elevaba su mano izquierda hasta la altura de su cadera. En misterioso acto, inició la emanación de la luz.

12 Un tremendo grito estremeció todo el espacio y Tzakael emitió luz y fuego hacia los Nueve más Uno. El brillo de ellos fue en aumento; la esfera de energía los envolvió, transformándose ellos también en arcontes; pero en su interior está lo que los diferencia de los primordiales: el logos y el alma. Para gloria de lo Incognoscible, los primordiales carecen de logos y de alma, pues supieron evitarlos en la caída y son espíritu puro; en cambio, para los eones traidores, es un proceso imposible de superar mientras habiten en la materia, pues lo generaron en ese plano durante su caída.

13 Aun así, las esferas de energía de los traidores magníficas fueron; mientras tanto, el brillo del Portador de la Luz decrecía temporalmente fruto de la muda. A estos diez traidores eones se los conoce como los arcontes cruzados. Al finalizar el intercambio, Tzakael inició el descenso de su mano izquierda; ese instante, fue cuando Ekel manifestó su apostasía, pues, justo antes de separarse, tomó a su hermano por el codo y dijo: «Quiero más de tu luz, ¡dame más luz!». El demiurgo robó más luz a Tzakael.

14 En ese momento, un canto angelical se escuchaba por parte de los cuarenta y seis ejércitos, quienes, junto a las demás huestes, se vitoreaban por el acto traicionero de su creador. Viendo como Ekel substraía más luz para sí y su obra, alabaron su fuerza y, al brillo de los nuevos arcontes, corearon: «Sancti Pater, Sancti Pater, Sancti Pater».

15 Apenas una fracción de tiempo se pudo mantener esa conexión, pues el glorioso Samael fue en rescate del Portador de Luz, separándolos; pero esa porción de tiempo fue suficiente para que Tzakael se tornara lánguido por el hurto energético: su magnánimo brillo, que encegueció a los eones traidores, ahora era gris por el esfuerzo.

16 Se alejó Ekel sonriente. Se apartó de su hermano, pues robó la suficiente Lux Vera como para brillar más que sus nueve, y luego se dirigió hacia los trece eones fieles: «Tranquilos, hermanos, su Lux Vera es abundante y poderosa, suficiente para compartir. Compartir es parte del amar. En Tzakael habita la Lux Vera y pronto su brillo recuperará»; con una risa sardónica lo dijo. Y fue ese el momento del primer robo de la luz.

17 El fiel Samael llevó al gris y debilitado Tzakael entre los doce grandes, quienes inmediatamente rodearon a su gobernador, y, colocándose todos en la magna posición que había adoptado en su momento Tzakael, emanaron esa Lux Vera hacia el Portador, quien, junto a su propio efluvio interno, se recuperó brillando con mayor intensidad que todos los demás arcontes.

18 Luego de recuperarse por completo, Tzakael devolvió esa emanación donada a sus doce hermanos fieles y dijo: «He recuperado la Fuerza: me siento contento y dichoso entre ustedes, hermanos primordiales. Sea este signo de donación de fuerza el que identifique al espíritu del guerrero y sea conocido, de aquí en adelante, por el nombre de balamudra, pues por su fuerza me he levantado alegre y gozoso. Sea también el signo de reconocimiento para nuestro clan de verdaderos guerreros».

19 A partir de ese momento, Tzakael ya no volvería a confiar en Ekel, pues con ese vil toque, el luminoso pudo leer en lo íntimo del demiurgo y vio horrorizado sus terribles planes; peor cosa escondía Ekel. Por otro lado, Tzakael sabía que la traición definitiva del demiurgo estaba próxima y, con ello, el inicio de una confrontación entre los fieles al espíritu y las huestes de la materia. Era el tiempo de mantener la calma, tomando las medidas adecuadas, previo a la magna infiltración.

20 De tal forma, el hurto energético no fue del todo perjudicial para Tzakael: también logró captar varios secretos sobre la materia y sobre la terrible caída de su hermano Ekel. Para gloria del espíritu, el luminoso también pudo percibir un nombre en ese logos corrompido, ese nombre pronunciado por los andróginos, la pura emanación del demiurgo; lo leyó claramente: Ieve. Notó, pues, el Portador de la Luz una brecha de debilidad en su adversario. Ese nombre era una de sus debilidades y una gran arma para quien pudiese leerlo.

21 ¡Cuán magnífico es el espíritu despierto, que permite levantarse a los viryas y a las vrayas de cualquier caída! No importa cuán fuerte sea el conflicto, aquel espíritu despierto impulsa a sus portadores hacia el éxito y los enrumba hacia la victoria. Los distintivos del espíritu despierto son el honor y la lealtad.


4. La señal de poder

CAPÍTULO VII

Los universos

¡Quién como Venus!

 

Su danza sagrada traza arcanos geométricos en el cielo

y con un pentagrama místico

es como besa,

desde el cosmos,

a la Tierra.

Ocho puntos dibujan con su pincel planetario;

es ahí cuando completa su ciclo.

Mabus

1 Y luego de perpetrado el robo de luz, elaboró Ekel un enorme salón desde el cual gobernaría el cosmos. Cuando se lo orienta terrenalmente, tiene cuatro direcciones: norte, sur, oriente y occidente. Puso cuatro lugares energéticos, uno para cada punto cardinal: es un salón majestuoso limitado por los puntos cardinales, cuyo techo es la bóveda celeste, y donde su base es el mismo mundo material.

2 Enseguida, convocó al consejo de los Cuatro y acudieron Tzakael, sentándose en el trono de oriente; Kamael tomó lugar en el norte, Sakael, en el sur, y Ekel usó el gran trono de occidente. Este fue llamado el consejo de los Cuatro Arcontes. Era el poder de estos realmente impresionante.

3 El demiurgo tomó la palabra y dijo: «Distribuyámonos el ordenamiento de la materia. De aquí tan solo transformé las tinieblas en luz, logré generar las esferas y he hice del tiempo mi guía; mas el resto de la materia sigue en desorden. Es tiempo de continuar llevando ordo ab chaos».

4 Y dijo Sakael: «Separemos, pues, estos componentes acumulados en los cielos y hagamos la expansión y lo terreno». Estuvieron de acuerdo y separaron a la gran expansión de lo terreno: a la expansión la llamaron cielos y a lo terreno, con forma de esferas, lo llamaron mundos. Los siete andróginos gobernaron en su respectiva expansión.

5 Muchos mundos fueron confeccionados de diversos colores y tamaños, todos con forma de esfera y, entre los mundos, había rezagos de la Minne, la memoria primordial, aquella que busca el regreso al origen. Y Ekel, viendo tal presencia, dijo: «Permitamos a la materia atraerse entre sí, evitando el escape del propio universo». Es esta profunda y misteriosa fuerza conocida como gravitas56, la que permite a los mundos atraerse entre sí en un intento por recuperar la forma inicial.

6 Y dijo luego Kamael: «Separemos lo líquido de lo sólido». Todos estuvieron de acuerdo y separaron los líquidos de los sólidos. Circularon entonces los fluidos en caóticas corrientes, que luego tomaron orden, y lo más duro se hizo notar con múltiples formas de peñasco; entre ambos estados, lo volátil y gaseoso tuvo también su espacio. Al gran conjunto de líquidos se los llamó océanos y a los grandes conjuntos de sólidos se los llamó suelos. Al conjunto de gases sobre el suelo, lo llamaron atmansphaira57.

7 Luego, dijo Tzakael: «Me doy cuenta de que todo lo que ustedes hacen es separar o dividir. Yo propongo que juntos manifestemos los cuatro elementos, pues nos representan y juntos son todo, así evitamos repetir siempre el acto constante de división». Y estuvieron de acuerdo y se manifestaron: ters, seco y frío; aer, húmedo y caliente; aqua, húmeda y fría; ignis, seco y caliente. Tzakael escogió el aire para evitar que Ekel lo usara para transmitir el verbo; Ekel escogió el fuego, pues es quien activa y purifica los otros elementos; Sakael escogió el agua para disolver las emociones y manejar con mayor intuición sus actos, y Kamael escogió la tierra, pues se sintió conocedor profundo del interior del barro primordial.

8 Y así, los cuatro elementos se manifestaron desde el seno de la materia y fusionándolos apareció la quinta esencia, la vibración divina de cada elemento: esta fue la primera estrategia de Tzakael dentro de la creación, un primer paso para la liberación. Es, pues, la quinta esencia, un pequeño escalón hacia la libertad. Y fue esta, escondida dentro de los cuatro elementos, por Tzakael. Es labor de los seres despiertos encontrar su quinta esencia.

9 Y luego dijo el diabólico Ekel: «Hay suelos y mares en los mundos: dividamos para proseguir la creación. Repartiré entre nosotros los mundos y los mundos dentro de los mundos para que cada uno trabaje bajo el mandato de su propia inspiración». Tzakael no compartía con la división: su espíritu vibraba con la idea de lo puro e increado; pero, utilizando la estrategia de la ocupación sobre los territorios cedidos, podría continuar cercando la cruel obra y por ello accedió.

10 Y cada uno de los cuatro arcontes empezó el misterio de la manifestación. Para trabajar en cada uno de los mundos, en mónadas se multiplicaron o el apoyo de sus hermanos solicitaron. Fueron estos cuatro entes, estas cuatro formas energéticas, los directamente relacionados con el acto de la creación: los llamaron simplemente los cuatro arcontes.

11 Tzakael y los suyos se mantuvieron en la línea primigenia, aunque sin logos y sin contaminación material les fue difícil adaptarse a la absorbente materia. Pero Azazel fue, de los grandiosos, quien con mayor facilidad discernía sobre ella. ¡Oh, gran Azazel, padre de gigantes, cuán importante tu brillo primordial es en la historia de la liberación espiritual! Y fue él quien propuso a Tzakael invocar a más hermanos para fortalecer la estrategia de liberación. El Portador de la Luz accedió y convocaron a muchos camaradas desde el origen.

12 Y los eones y sus ejércitos se repartieron galaxias y sistemas, mundos y continentes. El séquito de Tzakael se mantuvo firme en el centro de la galaxia y en Aldebarán, a cuya zona de influencia la llamaron Pléyade y Taurus; esos fueron sus cuarteles iniciales: sitios maravillosos e inexpugnables, lugares donde la Guerra Cósmica, llevada por el demiurgo, concluyó con la expulsión definitiva de Ekel de esos espacios.

13 Ya en el territorio de este sistema, los divinos encontraron un grupo de planetas gobernados por una estrella amarilla, joven y bella, a la que llamaron Sawel58. Muy cerca, dos gigantes dormidos: el más alejado del centro estaba habitado por Cronos y lo llamaron Saeturnos59 y al gigante masivo de este sistema lo llamaron Dyupiter60.

14 Cronos les dijo a los arcontes: «Este es mi sistema; así mismo, habito en lo profundo del universo. Para ingresar a este espacio, deben atravesar nuevamente los siete cielos y aspirar de sus atributos; de lo contrario, no permitiré que llegue nunca su influencia hacia las esferas, pues mi atributo, el tiempo, domina el movimiento de lo denso». Enseguida, el viejo maestro del tiempo se sumergió en su tarea preferida: devorar a quienes se dejan atrapar por la continuidad de las horas.

15 Y todos los eones y sus huestes, fieles y traidores, aspiraron y atrajeron desde los siete cielos, llevando para sí las vibraciones de los andróginos gobernantes. Los arcontes puros esquivaron a las seis iniciales, pero recibieron los efluvios de Astaphaios y fue la sabiduría incrustada en su ser. ¡Cuán importante es la sabiduría, pero cuán frágiles y confusos son sus caminos! ¡Así como puede liberar, puede atar! ¡En tiempos luminosos somos sabios, en tiempos obscuros somos guerreros! ¡Oh, ser despierto, mantente firme en la senda, que no sea la sabiduría tu perdición, pues quien muy sabio se cree muy cerca camina del precipicio dual!

16 Una vez dentro de los sistemas planetarios, los arcontes puros y sus hermanos recientemente descendidos notaron los sorprendentes mundos generados, los movimientos de las esferas; un recuerdo de su núcleo primigenio inundó su espíritu. Por ello, fortalecieron aún más sus lazos para que la fuerza material los tentara a una caída abismal. Así, se mantendrán fuertes para evitar que el demiurgo insultara más al espíritu. Tzakael decidió llamar a sus compañeros de lucha kameraten61, un nivel superior al hermano o al amigo, pues son colegas de guerra. Y entre todos los presentes, tanto arcontes puros como arcontes cruzados y sus huestes de cada lado, se repartieron las esferas de este sistema solar cada uno tomando algo, con lo cual percibían alguna conexión. Intuían un proceso. En base de esa conexión, se distribuyeron los trabajos y las esferas.

17 Tzakael escogió un planeta verdoso y maravilloso en verdad: lo llamó Uehnous62; implantándole un ciclo hermoso de movimiento. Con sabiduría, sembró todo tipo de vegetales, autosustentados, y la superficie se tornó verde esmeralda gracias a su riqueza botánica. Para el ojo humano, este planeta simula una danza durante la cual esboza una estrella octogonal. Mientras gira, junto con sus planetas hermanos, su viaje traza el maravilloso pentagrama en el espacio celeste. Son estos diagramas conocidos por civilizaciones humanas ancestrales y, al labrarlos en sus templos, rinden culto al supremo liberador.

18 Sakael escogió un planeta rocoso, rígido y de masa muy obscura. Decidió moldearlo y dotarlo con los atributos de su propio ser: un planeta grande y fuerte en constitución. Lo llamó entonces Phaeton63. Grandes misterios rodearon a esta esfera; cuán vital sería para la guerra primordial. En la era de la humanidad, sus restos viajarán entre los planetas formando un intrincado cinturón de residuos pedregosos.

19 Kamael escogió al planeta de suelos rojizos y océanos azules, y lo nombró Mars64. Pidió sembrar bosques a Tzakael; el Portador de la Luz así lo hizo. Cuán sorprendido estaría el ojo humano al visualizar los paisajes hermosos del ancestral planeta rojo y no el muerto desierto actual, así convertido por la mano de la sinarquía celestial. ¡Ten cuidado, humano, pues Gea corre un riesgo similar al de su hermano cósmico!

20 Ekel escogió un mundo donde, sobre las aguas, dominaba un solo continente de color pardo, océanos celestes profundos y montañas de fuego: lo llamó Gea. Caprichoso mundo es este, variable tanto en lo caliente como en lo frío; pero sede de la gran guerra de este ciclo eón. ¡Despierta, madre Gea, y libérate del Kali Yuga! ¡Libérate, Madre Tierra, del pueblo elegido por el demiurgo! ¡El Portador de la Luz está pronto a retornar como avatar!

21 Y cada eón trabajó en su mundo, pero Ekel, lleno de Ambitio, estaba deseoso de convertir a Gea en la esfera más destacada de entre las demás. Sus esfuerzos para hacerlo eran vanos, pues sus decisiones iban cargadas de la duda y de la inseguridad, propias de la razón anímica y del miedo. Gea seguía siendo fuego, agua, tierra y aire sin quinta esencia; por ello, convocó a un nuevo consejo de arcontes.

22 El consejo de los Cuatro Arcontes se reunió y frente a ellos Ekel confesó: «He aquí que mi mundo aún es una esfera sin fruto. Estoy dispuesto a delegar su desarrollo a cada uno de mis hermanos arcontes. Dividamos ese gran continente y sean sus mónadas celestes y terrenales quienes lo embellezcan». Se inició la división de Pangea. Cataclismo tras cataclismo, hicieron de ese continente único un conjunto de masas de tierra irregulares y, entre ellas y alrededor de ellas, los azules océanos dominaron la geografía. La atmósfera misma se vio modificada por un soplo de Tzakael, favoreciendo la vida.

23 ¡Oh, Madre Gea, último resguardo del demiurgo serás! ¡El universo entero se ha liberado de esa maligna influencia, pero aún la necedad de tus hijos permite que se manifieste esta falsa deidad! ¡Tarde llegará la liberación final! ¡Tarde, pero llegará!

CAPÍTULO VIII (a)

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