Aprendiendo con Freud

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Sigmund Freud a Lou Andreas-Salomé
(10 de noviembre de 1912)

Si he entendido correctamente desea Vd. una entrevista conmigo. Hace tiempo que se la hubiera propuesto de no haberse sumado en los últimos tiempos a mis ocupaciones habituales las gestiones que comporta la creación de la nueva revista ya.

No sé si sus costumbres le permiten una discusión después de las 10 de la noche; mi tiempo libre no empieza antes. Si se decide a hacerme el honor de una visita a hora tan avanzada, me comprometo con agrado a acompañarla hasta su casa. En tal caso, el miércoles por la tarde podríamos fijar el día.

Ayer la eché a faltar en clase y me alegra saber que su visita al campo de la protesta masculina no es la causa de su ausencia. Tengo la mala costumbre de dirigir mi exposición a alguna persona concreta entre mis oyentes, y no dejé ayer de fijarme, como fascinado, en el asiento vacío que habían reservado para Vd.

CONFERENCIA DE ADLER EN LA ASOCIACIÓN MÉDICA
(martes, 12 de noviembre de 1912)

Ellen y yo fuimos juntas; reímos mucho por todo lo sucedido. Después fuimos a un café donde Adler se ha mostrado divertido y amable. Sólo he podido hablar seriamente con él en el camino. Pero no he conseguido «situarlo» realmente. Así, por ejemplo, respecto al análisis expuesto por él en la conferencia; las manifestaciones dolorosas pudieran ser arrangements, pero por otra parte parecen ricamente fundamentadas; si concibe esto de modo que toda manifestación semejante exprese, incluso en el animal, una voluntad de hacerse notar, y un arrangement, una tal generalización no alcanza a decir nada, al igual que ocurre con su afirmación de que todo enfermo corporal es un neurótico y viceversa. Pues en ambos casos se debe distinguir y articular de nuevo para conseguir pasar de una vaga comprensión de las cosas «por sí mismas» a otra de carácter positivo: así no habrá alcanzado más que la ilusión de saber algo más.

Otro punto: la inseguridad del neurótico que todo lo espera del futuro, que mora angustiosamente en el presente y que vive la necesidad como necesidad incluso durante la compensación. Frente a estas formaciones ilusorias al servicio de la compensación, las del individuo sano se muestran como una tal anticipación del futuro vivido en el presente:29 como una posesión interior del futuro previa a su despliegue exterior. En este sentido, el hombre «primitivo», el hombre primariamente religioso, podía crear sus propias deidades sintiéndose seguro como descendiente de las mismas al verse amenazado por la fuerza animal de bestias más poderosas. Este presente internamente activo de su futuro espiritual se opone diametralmente a una postergación del presente respecto al futuro, que caracteriza a la fe común. En la fe religiosa ambos se diferencian de modo preciso al igual que se distinguen los procesos creativos de los neuróticos. En el «como si»30 de Adler se confunden ambas cosas.

COLOQUIO VESPERTINO
Un análisis
(miércoles, 15 de noviembre de 1912)

La segunda interminable conferencia de Sadger sobre el sadomasoquismo se ha visto aligerada por la aportación de un análisis hecho por Freud.

Una mujer «deseosa de vivir» precisaba para permanecer fiel de un trato masoquista por parte de su compañero: la separación violenta de sus piernas, el ser examinada e injuriada, etcétera; su única contribución era la fantasía de la presencia de espectadores. Sin embargo, no acude a Freud por estas causas, sino por las crisis de vértigo que amenazan con privarla de su trabajo; debe mantener a su padre y en parte por ello se desata su angustia; por otro lado, también se origina ésta en su secreto deseo de verse libre de ese lastre económico por la muerte del padre. Las crisis de vértigo nacen, sin embargo, de la identificación con él: también él las padece, es por tanto su modelo libidinal; él también reniega, mientras que la madre se conduce de modo más educado. Durante su infancia fue examinada por el médico porque se orinaba en la cama. —¿Quizás este recuerdo le permitía intensificar el masoquismo verbal, alcanzar la fantasía de algo mortal y conectar así con lo sexual?—. Al desterrar el análisis el complejo paterno, aparece en el recuerdo del examen la presencia del padre entre los espectadores. De este modo, el ceremonial se le hacía transparente y, en consecuencia, inaceptable. Muy a su pesar fue curada de lo anterior a la vez que de sus crisis de vértigo (y con ello también, de su posibilidad de mantenerse fiel).

He vuelto a casa con Tausk y Federn, que regresan después al Café Ronacher. Hemos hablado de Freud. Tausk habla apasionadamente. Hay muchas cosas que me agradan en la imagen exterior de Freud: especialmente su forma de moverse cuando, por ejemplo, entra en clase, deslizándose un poco de lado; yo diría, sin embargo, que eso contiene un deseo de soledad, de encerrarse en sus objetivos personales que no quisieran saber nada de escuelas ni de públicos. Especialmente cuando, por encima de ese ademán, se contempla su cabeza y su mirada: serena, inteligente y poderosa.

CURSO (IV)
Símbolos oníricos
(sábado, 16 de noviembre de 1912)

En el aula pequeña que he conseguido encontrar gracias a que Rank31 y Sadger también erraban desorientados. Sobre los símbolos oníricos. Su diferenciación de la nueva consideración de la imagen onírica (Traumbildhaftigkeit), que debe ser siempre descifrada conjuntamente con las asociaciones del paciente. Puede considerarse con plena seguridad como símbolo aquello (1) que aparece constantemente, (2) que se adapta adecuadamente en ausencia de asociaciones, (3) que aclara interrelaciones, (4) que parece bien fundamentado tanto en el lenguaje usual, como (5) en la historia evolutiva. Por lo general, tan sólo concuerdan algunos de estos puntos, de tal modo que la interpretación queda relegada a la intuición, es decir, a una actuación frecuentemente provechosa pero acientífica. Únicamente se han podido establecer hasta el momento un número reducido de símbolos, y prácticamente todos revelan un origen sexual.

Podríamos añadir que las imágenes simbólicas de carácter sexual han de ser consideradas, casi por descontado, como típicas de casi todo, en parte porque representan imágenes de tiempos pretéritos en los que no se distinguía tan estrictamente entre lo corporal y lo espiritual, y en parte también porque surgen una y otra vez de capas en que la sexualidad y el yo se entremezclan; y finalmente y de modo especial, porque sin ningún género de dudas tienen asegurada su preponderancia por las probabilidades que existen de traducir en imágenes todo lo corporal, y de ser aprehendidas como símbolo; tanto los sueños como los delirios se prestan a ser mal interpretados en ocasiones, ya que permiten su utilización formal (y en consecuencia ser mal interpretados por el neurótico o por el propio individuo que lo ha soñado). Este punto de vista me parece que debe ser tenido en cuenta no sólo en lo que concierne a las imágenes, sino también en lo relativo al propio contenido, aparentemente desnudo y carente de ellas. Son numerosos los incestos rojos como la sangre y los crímenes negros como el carbón o perversidades de todos los colores que hacen su aparición en los sueños y en los delirios; provienen en ambos casos de las profundidades que se hunden hasta alcanzar los abismos más inaccesibles de lo narcisista32 y llegan a expresarse tan sólo de modo impropio a través de esos signos. Ello no quiere decir que deba debilitarse lo grosero de la terminología. Por el contrario, está bien tal cual es (y particularmente por ahora) para evitar la recaída en los colores rosas del pasado, y para no hacer concesiones de principio a intermediarios so pretexto de suavizar la terminología. Entre tanto, allí donde en un caso aislado son interpretados de forma demasiado positiva y olvidados demasiado deprisa, ya que «todo aquello que es efímero no es sino símbolo», se podría llegar a que en lugar de ofrecer al enfermo su propia imagen, se cayera en su propia apreciación de sí, producto de las más horrorosas exageraciones de su propia neurosis, pues éstas se asientan allí donde el profundo y silencioso océano de las más íntimas experiencias no parece capaz de ser dibujado más que con la ayuda de las imágenes de una mitología psíquica cercana a lo monstruoso.

Freud ha empleado un par de veces el término «arcaico» en relación con el pensamiento infantil: el niño, ignorando las diferencias entre los sexos, piensa de modo arcaico; hubiera podido decir: infantil. Pues si bien el hombre más primitivo, y del mismo modo el animal, pueden distinguirla con precisión, no ocurre lo mismo con la pequeña criatura que no aprecia todavía la esfera genital.

TÉCNICA DEL SUEÑO Y DE LA VIGILIA, TÉCNICA POÉTICA

Al igual que los sueños son racionalizados según su contenido latente33 hasta alcanzar las manifestaciones oníricas que recordamos, lo mismo ocurre con nuestra vigilia; sólo que, desde nuestro punto de vista de seres despiertos, ignoramos totalmente y no adjudicamos el menor valor a la labor latente sí es que llegamos a apreciarla. A decir verdad, nadie está totalmente libre de la sensación de vivir detrás de una cortina su propia vida, más allá del desarrollo plenamente consciente de los aconteceres de su existencia. Cuando se pone tan fácilmente en duda la veracidad de un diario íntimo o de unas memorias, no es sólo por sus omisiones conscientes o semiinconscientes, sino y, sobre todo, porque las memorias, lo mismo que el relato de un sueño, contienen ya una racionalización de lo vivido y eo ipso una falsificación de sus contenidos latentes. Y cuando uno mismo recuerda el camino recorrido, no deja de sorprenderle lo discontinuos que son y lo mal seleccionados que están los puntos retenidos por su memoria; como el paso de unas cosas a otras y los puentes lógicos de la reflexión establecen las conexiones y como algo que habíamos considerado «inolvidable» llama la atención por su banalidad, indiferencia y falta de sentido, mientras que debemos comprobar dolorosamente como procesos que habían reclamado nuestro mayor interés, se han vuelto imprecisos, justamente en aquellos rasgos más preciosos para nosotros. Sin embargo, en cada uno de estos puntos, al igual que como sucede con los sueños, se puede extraer de estos fragmentos, por asociación, aquello que es importante a nivel latente y veremos aparecer en todas sus líneas, descendiendo verticalmente a las profundidades y truncada en su parte superior, una imagen nueva totalmente distinta que la que nos es ofrecida por la horizontal de nuestra memoria vigil que racionaliza.

 

Del mismo modo podríamos imaginar una técnica literaria (¡este viejo sueño mío!), que no satisfaga más que aquella unidad formal sobre la cual volcar toda la fuerza de la creación poética en lugar de hacerlo sobre la descripción espacio-temporal de la que todos intuimos debe ser apoética, es decir, simple y verdadera como una información fáctica; y que por esa misma razón se margina a todo hombre maduro, por otra parte superior en el plano poético-épico; de este modo, esta técnica conduciría a la disección psicológica de lo más profundamente individual que ha dado origen a la novela psicológica, esperando, con razón, no poder completar la descripción más que en el plano espiritual; en su lugar, esta disección posee un efecto abstracto y apoético sobre la imagen coloreada de la vida y pierde precisamente la unidad de las formas a través de su individualización. En su lugar, debería sujetarse a aquello que únicamente puede ser realizado de forma sugestiva por la fuerza poética: justamente esta unidad que el método psicoanalítico no alcanza más que fragmentariamente; ya dijo Freud que la estructuración (de atrás a delante) de un análisis acabado exigiría la habilidad de un artista.34 Lo superindividual permanece por sí mismo detrás de lo típico en la configuración particular en cuya especial forma todos se reconocen, reapareciendo así los más grandes y sencillos temas tal y como gustan a los niños y como han sido creados por las leyendas. Sí, el cuento mismo, este descendiente de la leyenda, se vuelve así auténtico y posible (y no simple «imitación»). (Al margen:) La poesía es algo entre el sueño y su interpretación.

Al despertar de un sueño se retiene, con frecuencia, sin tener en cuenta su contenido, un estado de ánimo alegre o, por el contrario, se siente uno desgarrado: es ahí que se siente con la mayor claridad que la unidad intrínseca de la constitución reside mucho más allá de los fragmentos del sueño. Pues si el sueño se divide y se multiplica, no lo hace sino para salir al paso de la racionalización. Al contrario ocurre en la vigilia, estado de vigilia lógica: cuya realidad reside por completo en la división del yo y de lo opuesto a él: para poder vivenciarse interiormente a sí mismo, tiende a la unificación. Lo irreal en la vigilia es precisamente aquello que permanece en lo puramente subjetivo sin hallar modos de conexión con el mundo exterior puesto que éste forma parte de él y no es superable más que artificialmente. Lo irreal en el sueño es, en consecuencia, precisamente la aparente salida fuera de lo subjetivo en todas sus múltiples realidades, pues éste tiende a evadirse de la realidad básica del inconsciente que abarca conjuntamente al sujeto y al objeto.

Al poseer esta tendencia, el sueño contiene un rasgo de lo patológico que define a la neurosis y, en último término, al delirio. Al tener la vigilia la tendencia opuesta a resumir de nuevo, su realidad se hunde entonces en la del inconsciente; en el camino, sin embargo, cada instante de la vida, la existencia vigil no es más que un principio deslindado pero igual al enfermo, sólo que mejor adaptado a su finalidad. Desde el primer impulso creador de sueños hasta el más consciente, no son más que etapas del camino.

CURSO DE TAUSK SOBRE PSICOANÁLISIS
(Martes, 19 de noviembre de 1912)

Esta tarde estuvo Swoboda en mi casa; por la noche fui al curso de Tausk, a cuya primera sesión no pude asistir por haber quedado con Adler.

He hablado frecuentemente con Tausk, y siempre ha resultado agradable, sin saber mucho de él. Lo recuerdo sobre todo por una de sus observaciones durante la discusión con Sadger (sobre sadomasoquismo); me llenó tan plenamente como si yo misma hubiera efectuado la intervención.

No intervengo nunca, a no ser que no pueda aguantarme, y Freud retoma mis palabras en la discusión.

La manera como expone Tausk, partiendo de la periferia y dirigiéndose hacia el centro, de modo inverso a como se han ido constituyendo las doctrinas de Freud, es una forma excelente para hacerlas plausibles espontáneamente. Algunos términos me parece que los introduce prematuramente («narcisismo», el más difícil de todos); en otro punto me pareció que quizá Tausk pueda verse perjudicado por ciertas alusiones malévolas con respecto a Adler; injustamente, a pesar de destacar los impulsos yoicos como motivación («propia dignidad») junto a los sexuales, y a pesar de la oposición entre especie e individuo. En realidad, uno no recoge únicamente la impresión de la teoría clásica de Freud, sino también la de que rara vez alguien haya accedido con tanto respeto y amor a los auténticos y reales descubrimientos de Freud, a esos descubrimientos más preciosos aún que la teoría misma (como la «condensación», el desplazamiento», etcétera),35que traen consigo algo de excavaciones de la antigüedad, y cuyo valor no puede verse disminuido por tratarse de fragmentos.

Un estudiante delgado y de ojos verdes abrió una interesante discusión. (Si se reprime por el displacer o si se quiere reprimir por el mismo motivo. Quizá pueda darse la razón a su principal objeción: «se desea conscientemente» en tanto que la representación reprimida ya ha sido consciente).

COLOQUIO VESPERTINO
Freud sobre Swoboda
(miércoles, 20 de noviembre de 1912)

Sesión dedicada a informes; asiste Ferenczi,36 de Budapest; informa, como introducción, sobre su programa relativo a la redacción de la que se ha encargado en sustitución de Stekel. El modo como lo expuso fue concreto y simpático. Cada vez me encuentro más cómoda y bien entre aquellos que rodean a Freud. Me agrada, bien sea por algo que proviene de él o por el tipo de trabajo de que se trata.

Interesante el dibujo de una habitación realizado por un neurótico y que Federn hizo circular entre nosotros: recuerdo, primero, de los objetos más anodinos, y más tarde y más difícilmente de los más importantes; y finalmente, las paredes vacías representando la más absoluta falta de inspiración; por último, lo más significativo y que nos hace volver a las primeras asociaciones (la pantalla azul de una bombilla, «el dolor azul», una virgen con la bóveda celeste sobre la esfera terrestre).

Freud ha intervenido mucho y animadamente con ocasión de la exposición de Rosenstein37 sobre Swoboda. Freud dijo exactamente lo mismo que había anotado ya hace un año sobre él y Swoboda: Swoboda se refiere exclusivamente al material manifiesto del sueño; ello hace desaparecer, evidentemente, la contradicción entre ambas doctrinas, pero hace insignificante también la interpretación «periódica» de los sueños, y la constatación de períodos de 28 y de 25 días referidos a los mismos.

EN EL CÍRCULO DE ADLER
Homosexualidad. Stekel
(jueves, 21 de noviembre de 1912)

Furtmüller expuso que Freud «retrocedía en último término a realidades únicas, mientras que Adler las había reducido a manipulaciones del psiquismo». Sin embargo, esto no es cierto pues, si observamos con mayor detenimiento estas realidades sólo llegan a desaparecer en Adler porque, en última instancia, se pone al abrigo epistemológico de una apariencia de lo vivido «como si». Pero como no se trata de esto, sino de la orientación práctica, resulta de nuevo necesario distinguir y separar la posible apariencia de una tal vivencia, es decir, de poner nuevamente en su lugar «lo psíquico» y lo «real»; y en este punto reaparece Freud exigiendo seguir el rastro de lo psíquico hasta allí donde nos sea posible por medios psíquicos, es decir, hasta el punto en que ya no nos queden más que manifestaciones somáticas y éstas están condicionadas por la sexualidad; en cierto modo estamos inscritos por su causa en un todo situado más allá de nuestro yo. Con independencia de lo que el juego de la psique haga con ellos, no saldrá, en este campo, del punto de vista de lo dado que concierne al contenido, pues de la simple «sensación orgánica» somática hasta ella no se eleva ningún puente.

Esta impresión mía se ha visto reforzada por la conferencia que ha pronunciado el propio Adler sobre la homosexualidad (sobre todo casuística).38 El homosexual que describe, y que en el fondo no existe, crea su propia ficción homosexual no a partir de sus «realidades», sino que se aleja totalmente de ellas, extraño a toda realidad, del mismo modo que gusta hacerlo al neurótico: no es un neurótico por ser homosexual, sino que es homosexual porque es neurótico, y porque precisa de esa ficción. Un homosexual de pulsión primaria formará en lucha contra pulsión tan real, una ficción opuesta y totalmente distinta a fin de «asegurarse» contra ella. Y tan sólo es en los llamados normales en quienes las realidades y las intenciones psíquicas se estimularán mutuamente hasta edificar una personalidad homogénea.

Stekel hizo acto de presencia en el círculo y fue citado muchas veces en las conferencias. A pesar de haberme sentado (esta vez con Ellen) junto a una mesita lateral, ha venido hasta mí y me ha interpelado acerca de Freud; hemos discutido. Me hablaba como invitada de Adler y en consecuencia no podía provocar un escándalo; Ellen y yo nos hemos marchado aprovechando el descanso. Stekel hizo lo propio. Una vez en la calle, y ante numerosos testigos, tuvo que responder negativamente a mi pregunta de si suscribía las opiniones que Adler acababa de manifestar.

Aún dejando al margen su presencia aquí en las presentes circunstancias, me doy cuenta de que tendré que dejar de asistir a los coloquios organizados por Adler. Es indudable su interés, pero no es ese el problema.