Un paraíso sospechoso

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DESCRIPCIONES DE LA ENREDADERA TROPICAL MATAPALO (O APUIZEIRO)

O apuizeiro é um polvo vegetal. Enrola-se ao indivíduo sacrificado, estendendo sobre ele milhares de tentáculos [...] Cada célula microscópica, na estrutura de seu tecido, se amolda numa boca sedenta. E é a luta sem um murmúrio.93

Por doquiera, el bejuco de matapalo —rastrero pulpo de las florestas— pega sus tentáculos y retorciéndolos, para injertárselos y transfundírselos en metempsicosis dolorosas.94

Es posible que el matapalo haya causado en Rivera una impresión significativa al conocer ese vegetal. Los detalles sobre esa planta, también en Os seringaes, son totalmente gráficos, y, después de leerlos, Rivera anotó de su propio puño “matapalo”, al lado de la descripción que ofrece Guedes de esa enredadera amazónica bastante curiosa.95 Otra importante nota marginal se encuentra en el propio ejemplar de Inferno verde (19) en la biblioteca de Rivera, en el cual el autor colombiano subraya una lección inolvidable, compilada de Euclides:

Pensamos demasiado en francés, en alemán o, incluso, en portugués. Vivimos en plena colonia espiritual casi un siglo después de la autonomía política. Desde la construcción de frases hasta en la ilación de ideas respetamos demasiado los preceptos de las culturas exóticas que nos deslumbran y formamos singulares estados de conciencia a priori, ciegos a cuadros reales de nuestra vida, de manera que el propio carácter se nos desaparece, desplazado por otros atributos que lo truncan o que menguan las aristas originarias.96

Rivera asimiló profundamente esa lección sobre nuestra autoctonía y la aplicó en su novela, lo que le permitió presentarse como escritor serio y comprometido en su época, época en que, dicho sea de paso, algunos importantes temas nacionales estaban siendo debatidos. Del otro lado del continente, Da Cunha también era visto como un escritor de igual calado. Tan fervoroso era su nacionalismo que más de un crítico se equivocó en pensar que él quería definir “lo que era Brasil”, cuando su esfuerzo “se destinaba, en realidad, a presentar su idea de aquello en que el país debería convertirse”.97 Aquí reside, entonces, su visión única en un intento teleológico de superar las limitaciones por las cuales otros escritores se vieron afectados.

La conexión de Inferno verde con La vorágine puede ser vista en el homenaje de Rivera al monseñor Pedro Massa: en su novela, el novelista transformó al religioso en un personaje de ficción. Massa fue la persona que le presentó a Rivera la ficción de Rangel y, el 1.° de julio de 1923, en São Gabriel da Cachoeira, en el río Negro, le obsequió un ejemplar de la tercera edición (1920) de Inferno verde. Los dos también viajaron juntos, en barco, a Manaos, en donde desembarcaron el 13 del mismo mes. Carmen Millán de Benavides nos cuenta parte de la historia de ese encuentro:

[M]onseñor Pedro Massa, obispo [sic] de San Gabriel, a orillas del Río Negro, le regala Inferno verde, de Alberto Rangel (1871-1945), ingeniero, poeta [sic] y escritor nacido en Recife, amigo de Euclydes da Cunha, quien prologa el libro [...] Una novela [sic] sobre la selva en la que acuña la expresión “infierno verde”, que de allí en adelante será usual para referirse a la selva amazónica, regalo que reconoce una hora de charla, cuyo tema no es difícil adivinar.98


FIGURA 1. Dedicatoria en el frontispicio del ejemplar de Inferno verde que monseñor Massa le obsequió a Rivera

Fuente: Biblioteca de Filosofía y Teología Mario Valenzuela, S. J., Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.

Esa breve interacción con monseñor Massa no pasó desapercibida para dos críticos, Carlos Páramo y Roberto Franco, quienes aluden al hecho de que es el monseñor Massa el que le ayuda al propio Rivera ofreciéndole “la gasolina de la misión para seguir a Umarituba”.99 Como veremos abajo, Inferno verde también le dio a Rivera una imagen que el colombiano retira de “Maiby”, uno de los cuentos que componen el libro de Rangel. El destino de la heroína Maiby (ser torturada hasta la muerte) se asemeja al de Alicia en la pesadilla del protagonista Cova en La vorágine. Para Rangel, esa imagen era tan fuerte que él decidió usar ilustraciones de la autoría del artista brasileño Arthur Lucas en la carátula y en una página particular de su obra (fig. 2, 84). En ella, la india Maiby aparece desnuda, amarrada a un árbol, y su sangre es drenada de las heridas del cuerpo hacia pequeñas petaquillas introducidas en su carne, las petaquillas que el cauchero inserta en las incisiones hechas en el árbol de caucho:

MAIBY (INFERNO VERDE) Y ALICIA (LA VORÁGINE)

Uma mulher, completamente despida, estava amarrada a certa seringueira. Não se lhe via bem a face na moldura lustrosa, em forro negro e denso, dos cabelos fartos [...] Atado com uns pedaços de ambécima à “madeira” da estrada, o corpo acanelado da cabocla adornava bizarramente a planta que lhe servia de estranho pelourinho. Era como uma extravagante orquídea, carnosa e trigueira, nascida ao pé da árvore fatídica. Sobre os seios túrgidos, sobre o ventre arqueado, nas pernas rijas, tinha sido profundamente embutida na carne, modelada em argila baça, uma dúzia de tigelas. Devia o sangue da mulher enchê-las e por elas transbordar, regando as raízes do poste vivo que sustinha a morta.100

Volvía a ver a Alicia, desgreñada y desnuda, huyendo de mí por entre las malezas de un bosque nocturno, iluminado por luciérnagas colosales. Llevaba yo en la mano una hachuela corta, y, colgando al cinto, un recipiente de metal. Me detuve ante una araucaria de morados corimbos, parecida al árbol del caucho, y empecé a picarle la corteza, para que escurriera la goma. ¿Por qué me desangras?, suspiró una voz desfalleciente. Yo soy tu Alicia, y me he convertido en una parásita.101


FIGURA 2. Carátula e ilustración de la primera edición de Inferno verde (1908), de Alberto Rangel, donde se describe la tortura de Maiby

Fuente: Carátula de la 1.ª ed. de Inferno verde (Genova, S.A.I. Chichés Celluloide Bacigalupi, 1908). Colección del autor.

Desnudas y desgreñadas, Maiby y Alicia se convierten en víctimas de la brutalidad. Una tiene el cuerpo atado a un árbol; la otra, Alicia, es el propio árbol, y las dos mujeres sangran como un caucho. No deja de haber aquí una ironía difusa y una monstruosa inversión del mito de Apolo y Dafne. En La vorágine, Cova, en la pesadilla que lo aflige, persigue a Alicia desesperanzado y la va a encontrar transformada en una araucaria. En Inferno verde, el torturador de Maiby transforma, figurativamente, a la mujer protagonista en un árbol. Las dos mujeres son torturadas de forma bárbara, sufriendo cortadas en los cuerpos y sangrando. Rangel compara a Maiby con una extravagante orquídea y Rivera, usando la creencia popular de que las orquídeas son parásitas debido al hecho de vivir en árboles, opera una metamorfosis en Alicia. De árbol ella se transforma en “parásita”, esto es, una orquídea.

Además de eso, el título original de la novela de Rivera, La vorágine, podría haber sido sugerido por un cuento de Rangel, Inferno verde, en el cual el escritor usa la palabra portuguesa poco común voragem para expresar la brutal voracidad, o vórtice, de la selva tropical:102 “Un hombre había muerto de una cornada en la hamaca en que dormía. Era todo un rebaño cogido en un navío fantasma, para ser lanzado a una vorágine; y con el rebaño, una carga pillada por corsarios”.103

OS SERINGAES, DE MÁRIO GUEDES, Y LA VORÁGINE

Cuando se comparan esas anotaciones hechas en Os seringaes, de Mário Guedes, con las que Rivera hizo en Inferno verde, estas son bastante limitadas en términos de cantidad y de calidad de la información. Es claro que es necesario que se haga un análisis más profundo del ofrecido aquí para demostrar la importancia de Os seringaes y de cómo este libro constituye una fuente inexorable de datos sobre los medios de extracción del caucho y la industria de ese producto en la Amazonía, una minienciclopedia, útil incluso para quien está familiarizado con el asunto.

De las varias notas marginales que Rivera escribió en su ejemplar de Os seringaes, las más relevantes son: apuí (23)104, marfim-vegetal (24)105, la relación hombre-naturaleza (25), el color oscuro de las aguas del río Negro (27), ygapó (40)106, las deudas absurdas acumuladas por las caucheros (100), el proceso de ahumar el caucho (114-115)107, la coagulación del caucho (113-114), el uso del buião o boião (114-115), la diferencia entre siringa y caucho (118), el aviado (119)108, los varios usos que el cauchero hace de su rifle (134, 138-139), el uso del jamaxi (138)109, ríos navegables en la Amazonía (145), expresiones regionales (154)110, negociaciones en las ventas de caucho (166), inmigrantes del Ceará (167, 170-171), nombres de animales (223-228), la masacre de indios (235) y el futuro de la región amazónica (237).

RAZA, NACIÓN Y CULTURA EN LA VORÁGINE

La configuración étnica de la Amazonía durante el apogeo de la industria del caucho es compleja, una vez que varias y diferentes nacionalidades coexistían y competían entre sí. Debido a sus vastos recursos naturales y a la enorme mano de obra nativa, la Amazonía atrajo un grupo diverso de personas en busca de riquezas. La novela de Rivera retrata esa amalgama con enorme competencia. En el libro transitan, de modo totalizador o con simples alusiones, indios no aculturados, individuos mestizos (como el personaje El Pipa), barones del caucho (Arana y Funes), un poderoso cauchero de origen sirio (Pezil), un regateador árabe (Zoraida Ayram), un odioso contratador de mano de obra (Narciso Barrera), un comerciante judío (Barchilón), un italiano aventurero (Peggi), un francés explorador y científico (el “mosiú”), un fugitivo de la Guayana Francesa (El Cayeno) y un grupo de caucheros brasileños (Manuel Cardoso, Lauro Coutinho y Souza Machado). Durante el auge de la extracción de látex, en el periodo 1900-1920, miles de extranjeros e inmigrantes continentales se sumaron a los indios. La región también abriga varios países diferentes y, en esa época, en constantes disputas fronterizas. Además, en ese mismo periodo, los esfuerzos de los gobiernos y otros interesados en categorizar territorios y personas anduvieron en contravía de la mayoría de sus pueblos, para los cuales la identidad nacional tenía poca o ninguna importancia. Históricamente, las poblaciones nativas y mestizas de los llanos suramericanos y de la selva se resistieron a esas categorías. Por lo menos hasta finales del siglo XIX, pese a las campañas gubernamentales, los individuos comunes de la región mostraban menos preocupación por ser colombianos, brasileños o venezolanos que por su derecho a vivir libremente en lo que todavía era un área amorfa y que aún hoy continúa siendo vasta. Vivir en libertad en ese contexto significaba mucho más que sobrevivir; quería decir plantar raíces en la tierra sin fronteras. Nada ilustra más esa compleja situación geopolítica que la respuesta de Griselda a la pregunta:

 

—¿Eres colombiana de nacimiento?

—Yo soy únicamente yanera, del lao de Manare. Dicen que soy craveña, pero no soy del Cravo; que pauteña, pero no soy del Pauto. ¡Yo soy de todas estas yanuras! Pa qué más patria, si son tan beyas y tan dilatáas!111

En su novela, Rivera representa al grupo multiétnico, multinacional de Cova que se mueve rápidamente por toda la selva. La vorágine trae varias menciones al orgullo nacionalista de ese grupo, y, cuando él aparece con problemas, el autor soluciona con prontitud la tensión. Los nacionalismos de Cova y de Silva se manifiestan de modos diversos. El de Silva es intuitivo y resulta, principalmente, de su propio apego al suelo, como lo hemos demostrado. El de Cova es de distinta naturaleza: se deriva de su indignación ante la falta de interés de su gobierno y del abandono de “miles de trabajadores colombianos en las caucherías pertenecientes en gran parte a extranjeros. El silencio del Gobierno, para críticos como Rivera, equivalía a una complicidad tácita”.112 La situación geopolítica del siglo XIX, durante la cual continuó la fragmentación de la Amazonía hasta la década de 1920, contribuyó a la constante redefinición cartográfica de esa porción del continente suramericano: los países fueron divididos políticamente al inicio del siglo XX, con Perú, por ejemplo, disputando territorios con Colombia y Brasil.113

Rivera destaca el papel de Brasil en esa dinámica geopolítica, económica y cultural de la Amazonía por medio de cuadros que captan la vida de sus caucheros, su geografía y la lengua portuguesa. Al contrario de otras novelas del periodo, La vorágine mezcla el español y el portugués sin tildar a este de “idioma extranjero”. El portugués fue una lengua que Rivera apreció mucho y con la cual se sintió cómodo: “pues el portugués lo traduzco por adivinación, dada la similitud de nuestro idioma”.114

De las 195 palabras que incluyó en el glosario de la novela, doce son de origen portugués/tupi-guarani o son usadas corrientemente en Brasil. Aunque el diccionario español registre palabras como rapaces, palo a pique y yantar, estas no son usadas comúnmente en el lenguaje cotidiano. En la época, esas expresiones habrían sido más familiares para un hablante de portugués (por ejemplo, rapazes, pau a pique, farinha, jantar) que para un individuo de lengua española. En la novela, Rivera asocia veintiuna palabras a Brasil (sin contar los nombres propios). Algunas de ellas son portuguesas, otras son de origen tupi-guarani: fábrico115, rapaces (175, 331), estrada (245, 288), contos de réis (248), pirarucu (279), jacarandá (286, 320), balatá (298, 339), igarapé (302), saudades (327), tabari (332), mirití (332), massaranduba (338), cachaza (343), sernambí (366), batelón (369), palo a pique (318) y yantar (342).

A medida que nos aproximamos al final de la novela y los personajes viajan por el territorio brasileño para descubrir su destino, son mencionados otros nombres históricos asociados a Brasil: Pezil, João Castanheira Fontes, Monsenhor Massa, la quinta Naranjal (Laranjal), San Marcelino (São Marcelino), San Gabriel (São Gabriel da Cachoeira), Umarituba y Casa Rosas116 (fig. 3).

Rivera enfatizó la tienda de departamentos Armazéns o Casa Rosas, en la época un punto central de la economía regional. Ese nombre aparece siete veces en La vorágine117 y una vez en su informe oficial como “Casa Rosas”.118 Aunque muchos comerciantes ricos de Manaos tuvieran tiendas bien abastecidas y algunos ofrecían una variedad de productos, ninguna se comparaba a la Casa Rosas. Esa tienda de departamentos fue fundada en 1879, con la denominación de Araújo Rozas & Irmão, y sus propietarios se volvieron conocidos, después, por prestarles dinero a los dueños de caucherías. La Casa Rosas era administrada por dos portugueses, sus propietarios: José Gonçalves de Araújo Roza y Joaquim Gonçalves de Araújo. Con el transcurso de los años, su razón social fue cambiada varias veces y hoy es conocida con el nombre de J. G. Araújo. Los hermanos Araújo también abrieron otras tiendas en Iquitos, Porto Velho (río Madeira), Santa Isabel (río Negro), y en Vista Alegre (río Branco). La Casa Rosas tenía el monopolio local sobre los negocios del caucho y abastecía de mercancías a diversas regiones del Amazonas, a lo largo de los ríos Branco, Putumayo/ Iça y Negro. En su informe oficial, Rivera declara que, por un colega pasajero —agente de la Casa Rosas— del vapor “Inca”, él supo de la deuda de un enemigo, Leonidas Norzagaray Elicechea, con los hermanos Araújo.119 Para saldar parte de esa deuda, la Casa Rosas envió a Norzagaray Elicechea a Bogotá con el fin de conseguir la aprobación del gobierno para explotar varias áreas de caucho, inclusive las situadas a lo largo de los ríos Inírida y Papunagua. Esa historia, contada al novelista por un viajero de la Casa Rosas, ilustra el poder y el control que tenía ese negocio sobre los caucheros. También explica las diversas alusiones a la Casa Rosas en La vorágine, ya que esta firma desempeñó un papel muy influyente y comercialmente cuestionable en la industria amazónica del caucho.

Como intentamos demostrar en este capítulo, es significativa la relación entre Rivera y Brasil. Los indicios presentados aquí muestran que esa relación no fue tenue ni superficial, como pensaban algunos críticos. Durante su viaje por la Amazonía brasileña y su navegación por los ríos, Rivera entrevistó a las personas que se encontró a lo largo del camino. Algunos eran caucheros, otros comerciantes, autoridades locales, y uno era clérigo. En Manaos se reunió con el poderoso hombre de negocios J. G. Araújo y obtuvo de él importante información.120 Incluso es sorprendente cómo Rivera hace un buen uso de ciertos libros brasileños, no por la cantidad de ítems que tomó prestados, sino por la calidad de esas obras. Uno de ellos se volvió indispensable para su total conocimiento de la operación de las caucherías (Os seringaes, de Mário Guedes), otros probaron ser vitales para su empresa artística (por ejemplo, Os sertões y À margem da história, de Euclides da Cunha, e Inferno verde, de Alberto Rangel). Ciertamente, no fueron, de nuevo, esos libros los únicos elementos con los que Brasil contribuyó a la novela del autor colombiano. También hubo fotografías, encontradas y adquiridas, pero probablemente en Manaos, que produjeron un gran impacto sobre la ontología de La vorágine, como lo veremos adelante.


FIGURA 3. Armazéns “Rosas”, la tienda de J. G. Araújo en Manaos

Fuente: Museu Amazônico da Universidade Federal do Amazonas, Manaos, AM, Brasil.

NOTAS

1 Lesley Wylie, Colonial Tropes and Postcolonial Tricks: Rewriting the Tropics in the Novela de la Selva (Liverpool: Liverpool University, 2009), 3.

2 Lesley Wylie, Colonial Tropes and Postcolonial Tricks: Rewriting the Tropics in the Novela de la Selva (Liverpool: Liverpool University, 2009), 3. Se puede encontrar una visión general de ese corpus en Francisco Foot Hardman, A vingança da Hileia (São Paulo: Unesp, 2009), 25-35.

3 Otros títulos de ese autor son O cacaulista (1876, publicado bajo el seudónimo de Luiz Dolzani), Histórica de um pescador (1876), O coronel sangrado (1877) y Contos amazónicos (1892).

4 Hilda Soledad Pachón Farías (ed.), José Eustasio Rivera intelectual: textos y documentos (1912-1928) (Bogotá: Imprenta Editorial Universidad Nacional de Colombia, 1991), 43.

5 José Eustasio Rivera, La vorágine (Madrid: Cátedra, 2006), 380.

6 Véase Jornal do Commercio (Manaos), del 14 de julio de 1923.

7 Véase Gazeta da Tarde (Manaos), del 17 de julio de 1923; Jornal do Commercio (Manaos), del 20 de julio de 1923; Folha do Norte (Belém), del 27 de julio y del 8 de agosto de 1923, y Estado do Pará (Belém), del 27 de julio de 1923.

8 Hilda Soledad Pachón Farías (ed.), José Eustasio Rivera intelectual: textos y documentos (1912-1928) (Bogotá: Impresa Editorial Universidad Nacional de Colombia, 1991), 43. Salamanca Torres es el autor de La Amazonía colombiana (1916), un libro en el que Rivera se inspiró vastamente.

9 Larrázabal también tomó una foto de Rivera al lado de la tumba de Terán. Peña Gutiérrez, Breve historia de José Eustasio Rivera (Bogotá: Cooperativa Editorial, 1988), 42.

10 La primera edición (1914) y la segunda (1920) fueron publicadas en Río de Janeiro, por Jachintho Ribeiro dos Santos. Rivera usa la segunda edición. Desafortunadamente, la mayoría de los estudiosos de la Amazonía desconoce la biografía de Guedes. El nombre completo de Guedes era Mário Guedes Naylor, graduado en el Colegio Pedro II, en Río de Janeiro, alrededor de 1920. Publicó dos ediciones de Os seringaes y escribió una tesis bajo el título A ideia de independencia na América, con la cual se candidatizó a un cargo docente en el mismo colegio donde estudió. Además de eso, escribió Pequena mithologia y colaboró en el diario Jornal do Commercio, de Río de Janeiro. Fue nombrado para el Puesto Fiscal en el río Caeté, en Acre, y falleció en Río de Janeiro el 20 de junio de 1936.

11 Véase Carmen Millán de Benavides, “Baquianas colombianas: una vista a la biblioteca de José Eustasio Rivera”, http://revistanumero.net/2006/51/baqui.html (consultada el 5 de diciembre de 2010), 476. Neale Silva fecha la llegada de Rivera a Puerto Colombia el 21 de septiembre de 1923.

12 Es bastante probable que Rivera haya adquirido À margem da história, de Euclides da Cunha, en Belém. Al contrario de los otros libros, que tenían sellos de librerías de esta ciudad o de Manaos, este ítem en particular no tiene sello. Por lo tanto, como Contrastes e confrontos fue comprado en Belém, estamos suponiendo que también haya comprado À margem da história en la misma localidad.

13 No logramos identificar cuándo ni dónde Rivera adquirió Os seringaes. En la penúltima página del libro de Guedes, Rivera escribió “el 19 de agosto de 1923 leí y anoté este libro, /en altamar a bordo de “Camoens”, /viajando de Belém do Pará hacia la isla de Trinidad”.

14 En el manuscrito original: que era es…

15 Sonsaque: acto de robarle un trabajador a un patrón para transferirlo a otro.

16 En el manuscrito original: los empatrones. Muchos salían a contratarlo gomeros en las ciudades en pueblos lejanos pero al llegar con ellos llegar/traerlos a los al siringales, estos los enganchados los peones se burlaban del contratista, enganchándose en otra empresa Muchos…

 

17 En el manuscrito original: pueblos los peones de la cosecha cuadrillas…

18 En el manuscrito original: mas estos los…

19 En el manuscrito original: empresa. Hasta [ilegible]. Hoy…

20 En el manuscrito original: S. F. del At. existe crearon…

21 En el manuscrito original: reglamento que por corregir este inconvenien que…

22 En el manuscrito original: entre contratistas los…

23 En el manuscrito original: derecho [ilegible] a que garantice a exigirle…

24 José Eustasio Rivera, La vorágine [Manuscrito], Biblioteca Nacional de Colombia, http://www.bibliotecanacional.gov.co/content/manuscrito-de-la-vor%C3%A1gine.

25 José Eustasio Rivera, La vorágine (Madrid: Cátedra, 2006), 250-251.

26 Otros textos de narrativas de la selva son Heart of Darkness (El corazón de las tinieblas, 1899), de Joseph Conrad; ensayos sobre la Amazonía (1904-1909), de Euclides da Cunha; Inferno verde (1908), de Alberto Rangel; El salvaje (1920), de Horacio Quiroga; La selva (1930), de José Maria Ferreira de Castro; Los pasos perdidos (1953), de Alejo Carpentier, y, de Mario Vargas Llosa, La casa verde (1963), Pantaleón y las visitadoras (1973), El hablador (1987) y El sueño del celta (2010).

27 Eduardo Neale-Silva, Horizonte humano: vida de José Eustasio Rivera (México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1986), 232-260.

28 Eduardo Neale-Silva, Horizonte humano: vida de José Eustasio Rivera (México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1986), 245-246.

29 Eduardo Neale-Silva, Horizonte humano: vida de José Eustasio Rivera (México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1986), 407, 424, 425.

30 Referencia que el autor hace a la novela del autor mexicano Mariano Azuela (1873-1952), Los de abajo, publicada en folletines en 1915 (El Paso, Texas) y en forma de libro al año siguiente.

31 Véase David Rivera, “Rivera íntimo”, en José Eustasio Rivera, José Eustasio Rivera: obras completas (Medellín: Editorial R. Montoya y Montoya, 1963), 19.

32 Eduardo Neale-Silva, Horizonte humano: vida de José Eustasio Rivera (México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1986), 261, 289.

33 Sin embargo, Rivera dejó un legado de ideas que César Uribe Piedrahita utilizó en su novela, Mancha de aceite (1935), una narrativa sobre la explotación de petróleo en Zulia, Venezuela.

34 Euclides da Cunha, “Correspondência”, en Vida literária, artística, scientifica e social (Río de Janeiro: Febrero 18 1932), 12-13.

35 Pedro Maligo, Land of Metaphorical Desires: The Representation of Amazonia in Brazilian Literature (Nueva York: Peter Lang, 1998), 85.

36 Euclides da Cunha dejó Río de Janeiro el 13 de diciembre de 1904; llegó a Manaos el 30 del mismo mes y año, y el 5 de abril partió hacia el río Purus. Regresó a Manaos el 23 de octubre de 1905, donde permaneció más o menos hasta el 16 de diciembre del mismo año. Desembarcó en Río de Janeiro el 5 de enero del año siguiente. Rivera dejó Bogotá el 19 de septiembre de 1922; llegó a Caicara (Venezuela) el 22 de octubre; viajó por la Amazonía y dejó Belém el 16 de agosto de 1923. Da Cunha y Rivera permanecieron en la región amazónica más o menos un total de doce y diez meses, respectivamente.

37 Euclides da Cunha, “Correspondência”, en Vida literária, artística, scientifica e social (Río de Janeiro: febrero 18 de 1932), 268-269.

38 Euclides da Cunha, “Preámbulo”, en Alberto Rangel, Inferno verde (Génova: S. A. Clichés Celluloide Bacigalupi, 1908), 4.

39 Euclides da Cunha, “Preámbulo”, en Alberto Rangel, Inferno verde (Génova: S. A. Clichés Celluloide Bacigalupi, 1908), 4.

40 Francisco Foot Hardman, A vingança da Hileia (São Paulo: UNESP, 2009), 67.

41 Euclides da Cunha, Preámbulo al Inferno verde de Alberto Rangel, 4-5.

42 Caspar Whiffen, The North-West Amazons: Notes of Some Months Spent among Cannibal Tribes (Nueva York: Duffield and Company, 1915), 27.

43 Ariano Suassuna, Iniciação à estética (Río de Janeiro: José Olympio, 2009), 53.

44 Euclides da Cunha, À margem da história (São Paulo: Editora da UNESP, 2019), 38.

45 Euclides da Cunha, Ensaios e inéditos (São Paulo: Editora da UNESP, 2018), 95.

46 Euclides da Cunha, À margem da história (São Paulo: Editora da UNESP, 2019), 84.

47 Euclides da Cunha, À margem da história (São Paulo: Editora da UNESP, 2019), 84.

48 Da Cunha. Preámbulo. Inferno verde, 10.

49 Cristóbal de Acuña, Nuevo descubrimiento del Gran Río de las Amazonas (Madrid: Vervuert, 2009), 98. Véanse también las observaciones de Jorge Cañizares-Esguerra sobre el libro Paraíso en el Nuevo Mundo (¿1645-1650?), de Antonio León Pinelo (Cañizares-Esguerra, Nature, Empire and Nation: Explorations of the History of Science in the Iberian World, Stanford, Stanford University Press, 2006, 116-121).

50 Eduardo Neale-Silva, Horizonte humano: vida de José Eustasio Rivera (México D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1986), 244.

51 Euclides da Cunha, “Correspondência”, en Vida literária, artística, scientífica e social (Río de Janeiro: febrero 8 de 1932), 12. Agradezco al amigo y colega Felipe Rissato por llamar nuestra atención sobre esta carta de Euclides da Cunha dirigida a Afonso Arinos.

52 José Eustasio Rivera, “Carta a Henry Ford”, en Hilda Soledad Pachón-Farías (ed.), José Eustasio Rivera intelectual: textos y documentos (1912-1928) (Bogotá: Impresa Editorial Universidad Nacional de Colombia, 1991), 105.

53 Joaquín Rocha, Memorandum de viaje (regiones amazónicas) (Bogotá: Casa Editorial de “El Mercurio”, 1905), 29.

54 José Eustasio Rivera, La vorágine (Madrid: Cátedra, 2006), 189-190.

55 Horacio Quiroga, “La selva de José Eustasio Rivera”, en Montserrat Ordóñez Vila (comp.), “La vorágine”: textos críticos (Bogotá: Alianza Editorial Colombiana, 1987), 79.

56 Citado por Neale-Silva, Horizonte humano: vida de José Eustasio Rivera (México D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1986), 306.

57 José Eustasio Rivera, La vorágine (Madrid: Cátedra, 2006), 357-358.

58 Pedro Maligo, Land of Metaphorical Desires: The Representation of Amazonia in Brazilian Literature (Nueva York: Peter Lang, 1998), 38.

59 Véase el libro de Harold Bloom, The Anxiety of Influence: A Theory of Poetry.

60 José Eustasio Rivera, en Vicente Pérez Silva, José Eustasio Rivera, polemista (Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1989), 325. En este libro (307-333), se encuentra un relato completo de la polémica. Sin embargo, incluso Joseph Conrad fue persuadido de que Cunninghame Graham había creado una ópera prima. Como nos lo recuerda French (en Nature, Neo-Colonialism, and the Spanish American Regional Writers [Hanover: Dartmouth College Press, 2005], 120), el número de El Tiempo del 16 de septiembre de 1913, en la sección “Páginas Literarias”, incluyó un ensayo de Cunningham Graham, “que, como miembro del Parlamento [Británico], había asistido al testimonio de Hardenburg”. Existen fuertes motivos para creer que Rivera estaba realmente familiarizado con los textos de Cunningham Graham sobre algunos tópicos relacionados con América del Sur.

61 Véase Frederick C. H. García, “Duas apresentações de Euclides da Cunha”, Luso-Brazilian Review, 7 (1), Summer 1970, 23-34; Fernando Erickson & Glenn Erickson, “Cunninghame Graham’s Plagiarism of da Cunha’s Os sertões and Its Role in Vargas Llosa’s La guerra del fin del mundo”, Luso-Brazilian Review, 29 (2), 1992, 67-85, y Wilson Martins, “O Escocês plagiário”, O Globo, Río de Janeiro, 7 de octubre de 1993, 4.

62 Para una comparación de los pasajes completos de los dos libros, véase Vicente Pérez-Silva Raíces históricas de La vorágine (Bogotá: Buena Semilla, 1988), 312-313.

63 Euclides da Cunha, Os sertões (Cotia: SP, Ateliê, 2006), 223.

64 Euclides da Cunha, Os sertões (Cotia: SP, Ateliê, 2006), 210. El énfasis es mío.

65 José Eustasio Rivera, La vorágine (Madrid: Cátedra, 2006), 120. Los énfasis son míos.

66 José Eustasio Rivera, La vorágine (Madrid: Cátedra, 2006), 121.

67 José Eustasio Rivera, La vorágine (Madrid: Cátedra, 2006), 121. Él énfasis es mío.

68 Euclides da Cunha, Os sertões (Cotia: SP, Ateliê, 2006), 224.

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