La Dinámica del Sentir y/o La Esencia del Ser

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Capítulo 0,5
Fracciones

Como el caos no es posible de predecir en forma exacta, me acercaré solamente por ejemplos asilados, para ir de una condición improbable a una más probable, mostrando cómo surgen los fenómenos de la vida, que parecen inconexos, pero después de un cierto tiempo sus recursos o variables se organizan indefectiblemente, modificando al unísono todo el conjunto.

Para empezar con los ejemplos, pondré la ecuación logística, que es muy utilizada para resolver diversos modelos que se nos presentan en la vida diaria. Ejemplos: en el crecimiento poblacional, en el crecimiento de un embrión, en la propagación de un virus, en el crecimiento de bacterias, etc.

La ecuación logística me muestra que, sistemas de apariencia simple dan lugar a dinámicas complejas y a organizaciones diferentes, de acuerdo a las circunstancias y a los recursos del sistema. Al principio (en la representación gráfica de esta ecuación) hay un crecimiento exponencial 2, 4, 8, 16, 32, 64, etc., luego los recursos propios del sistema hacen que ese crecimiento se aplane.

La ecuación logística predice el comportamiento en un futuro cercano, generando así para ciertos rangos de parámetros un comportamiento que puede ser lineal, fractal o caótico. La ecuación logística y la geometría se conjugan, brindando un panorama propicio para poder interpretar la realidad, mostrándonos cómo, a partir de una ecuación, esos elementos básicos siguen ciertos patrones de agrupación e integración; al igual que los comportamientos propios de la naturaleza. Muchas de estas construcciones se las puede graficar en computadoras, llegando a lo que se conoce como fractales.

Ejemplos de fractales Grafica del Conjunto de Mandelbrot. Fractal


(Un fractal es un objeto geométrico, cuya estructura básica, fragmentada o aparentemente irregular, se repite a diferentes escalas. Ejemplos en la naturaleza: montañas, nubes, árboles, etc.).
Conjunto de Julia. Fractal.

“A partir de las exploraciones sobre el caos, se llega a comprobar que, en sistemas biológicos, el caos y el orden no son más que diferentes facetas de la misma realidad. Para entender esto hay que diferenciar entre lo que es, el orden (sistema determinístico), el azar (sistema impredecible), el caos y lo estocástico. Un proceso estocástico está relacionado con la probabilidad; acercándose a lo azaroso, pero no lo es, pues posee patrones. Sin embargo, sigue siendo impredecible, encontrándose entre el caos y el azar. El caos tampoco es posible de predecir en forma exacta, pero está determinado por una ecuación. Dentro de un sistema azaroso hay infinitas posibilidades; en el caos también son muchas las posibilidades, pero no infinitas y esto es un gran avance”. Héctor Velázquez Fernández

Al caos puedo graficarlo y poéticamente relacionarlo con lo que sucede en los sistemas biológicos. Existe un crecimiento exponencial y luego de un cierto tiempo, dependiendo de los recursos disponibles por el sistema, estos se ordenan, se agrupan y se desintegran con una dinámica en particular.

El paso intermedio entre una partícula y otra, en una desintegración beta, los científicos lo describen como cambios de sabor (ej.: paso del neutrón al protón). La vida media de una partícula que actúan en las interacciones son de millonésimas de milisegundos (bosón W +-) y por ende imperceptibles. En el neutrón y el protón, la masa energía al final y al principio es equivalente. En el medio del proceso existe una asimetría breve que la realidad ni cuenta se da. Esta realidad que parece tener partes inconexas, a nivel microscópico o cuántico, se termina amalgamando al resto de las partículas con la participación del “bosón de Higgs” (otra partícula fundamental), confiriéndoles masa, salvo a los neutrinos (curiosamente son los más abundantes en todo el universo). Y a nivel macromolecular, se amalgama a través de la consciencia, la existencia se nos hace carne y la realidad se nos presenta en todas sus dimensiones.

En biología este accionar se repite constantemente en todos los reinos de la naturaleza y el cosmos, cumpliendo con ciertos patrones y reflejados en las unidades básicas intervinientes, como ser partículas, átomos y células. Para graficarlo mentalmente, lo vemos reflejado también en la semilla; dentro de ella está todo el potencial para resurgir, crecer y desarrollarse, llegando a ser luego más complejo y con vida. En su transitar y en su desarrollo hay una direccionalidad que está condicionada por agentes externos. Primero necesita de un “terreno” fértil y luego el aporte de ciertas sustancias inorgánicas como el agua y minerales, como así también la participación del aire y el sol.

Es este tema sobre el que, como un punto infinito en el espacio, recaen todas las miradas y observaciones epistemológicas, porque es el misterio más grande que habita únicamente en la consciencia humana.

Viéndolo en resumidas cuentas, es desde este punto (la consciencia) en que surgen los dilemas existenciales, porque a cada acto o hecho fenomenológico le corresponde su contrario. El ser humano, si adopta una postura a nivel físico o cognitivo, está creando indefectiblemente su opuesto. Necesita diferenciarse de todos los agentes externos, para luego recién direccionarse en concordancia con las fuerzas intervinientes en el sistema.

Para captar la esencia de la vida, tendré que adentrarme en los vericuetos mismos de la consciencia y, desde esta, en la esencia de todo lo existente. Reconociendo que es el lugar a partir del cual se proyectan todas las vivencias y experiencias. Su lugar de residencia se encuentra en un punto y su circunferencia en todas partes, es infinita. No conoce de limitaciones y paradójicamente se la puede definir en palabras. Se manifiesta por doquier y cíclicamente trasciende lo tangible, para resurgir de forma mística, momento en el cual se produce una simbiosis íntima con el universo.

Debo acercarme a su definición a través de la palabra, para que la realidad la acepte y entre a formar parte del sistema. Hay que captarla en letras, signos y símbolos para que de este modo tenga una identidad propia.

La consciencia tiene comportamientos que bien los podría relacionar con la materia misma, ya que todo nuestro organismo está constituido en lo más profundo del ser, a nivel cuántico, de átomos, los mismos que conforman las estrellas y el resto del cosmos (reino animal, vegetal y mineral). La consciencia es esa fracción que no vemos, pero sentimos muy dentro del alma.

Su elemento primordial es la idea, moviéndose en un aparente caos, en la cual hay acciones predecibles como también aleatorias. Está todo en potencia, adoptando tantas direcciones como agentes externos, a los cuales se enfrente o emparente.

Desde esta visión puedo ir al encuentro con la dinámica de mi sentir, en la que confluyen la lógica, la imaginación, el conocimiento, las emociones e inconscientemente también, los mandatos familiares y culturales, recayendo todo sobre mi cuerpo que, como un ser íntegro sufre adaptaciones en diferentes tiempos. Reconociendo que en mi organismo habita todo aquello a lo cual di permiso previamente, para que mi realidad fuera como lo imaginé, algo así como le sucedió a Pigmalión en la mitología griega que, en su búsqueda de la mujer perfecta, crea esculturas y se termina enamorando de una de ellas, Galatea, la más hermosa que el mismo pudo haber creado y en las súplicas de que sea de carne y hueso, Afrodita se lo termina concediendo.

En todas esas fracciones de la vida, se encuentra lo realmente importante, las que están ahí para conectarnos a la esencia y por lo que todo adquiere sentido en el término literal de la palabra.

En este aparente caos presente en la vida (por el misterio que encierra) nos encontramos frente a los diferentes sistemas, como ser: fusiones-fisiones; integraciones-desfragmentaciones; atracciones-repulsiones, emisiones y absorciones de energías e información; oscilaciones permanentes entre acomodación y adaptación. Nuestro organismo también hace esto de forma autónoma y a nivel cognitivo, con la participación de la consciencia.

Para entender cómo evolucionan los procesos de la naturaleza en el tiempo, el ser humano se apoya permanentemente en las ciencias que el mismo creo y fue perfeccionando, obligándonos a observar el mundo con otros ojos. Mi relación con el mundo externo será diferente; ese modo de relacionarme irá cambiando con el tiempo y reestructurándose indefectiblemente. Mi visión del mundo cambiará, aunque el mundo no cambie a mi ritmo o viceversa, el mundo sufrirá procesos y cambios, que mi mente no logre captar.

El problema de fondo para mi sentir no es entender cada uno de los misterios que guarda el mundo, sino reconocer los ritmos, los pulsos y las pausas de los procesos naturales que se producen en determinados momentos de mi vida y comprender también, que son transitorios. Lo importante es cómo me relaciono e interactúo con todos los agentes externos e internos que se me presentan, tanto en las relaciones interpersonales (experiencias) o en mi relación intrapersonal (cognitivo-intangible). Dándome cuenta de que en esas interacciones, ya sean antagónicas, proporcionadas, complementarias e integradas, se produce lo más importante, que son mis vivencias. Mis experiencias me definen como ser, tanto es así que con cada percepción estoy construyendo mi realidad, porque tiene su reflejo en la vida misma. Estoy “creando consciencia”.

 

Esa dinámica de la vida, aunque nos parezca caótica por momentos, avanza sincronizadamente. Y aunque veamos solo eventos repetitivos, en otras ocasiones la naturaleza se encarga de introducir, por fuerzas y energías imperceptibles, algún otro tipo de comportamiento diferente o no periódico.

Deduzco que el caos es comparable, metafóricamente hablando, con la segunda ley de la termodinámica (la entropía), que no está regida por ninguna ley o función, sino más bien por un hecho probabilístico. Que manifiesta que un sistema en una condición improbable tendrá una tendencia natural a reorganizarse a una condición más probable. Donde desde lo simple surge lo complejo, en un aparente caos. La entropía alcanzará un máximo cuando el sistema se acerque al equilibrio y asimismo a una configuración de mayor probabilidad (aumento de la entropía). La entropía describe lo irreversible de los sistemas termodinámicos. Se infiere que, a mayor número de componentes en un sistema, comienza espontáneamente la organización como un hecho inexorable.

Por todo lo expuesto, me surge el dilema de si las leyes que rigen el cosmos son del universo o de la mente de quien lo observa. Puedo concluir diciendo que las ciencias nos seguirán ayudando a interpretar el mundo y los procesos naturales, cada cual haciendo avances en sus campos de estudio por separado y plasmados en la realidad. En cambio, la visión del mundo seguirá solapada por las interpretaciones individuales, reguladas por un feedback incesante de intercambio de información y agrupadas en mi interior por la consciencia. Esta tendrá la misma dinámica que los procesos naturales por los que tuvo que atravesar el cosmos. Poder diferenciarse para luego encajar en la realidad y es justamente en la Integración de mis experiencias vivenciales, que la consciencia se expande.

Todas estas visiones de la realidad son indispensables y necesarias para el avance biológico y cultural. Vistas así, ciencias y pensamiento se entrecruzarán transversalmente siempre, tocando puntos en común. Afirmando ahora que lo mismo que nos une nos puede separar; a través del pensamiento puedo por igual conectarme a otros individuos, a la naturaleza y a la realidad vivida o desconectarme y desfragmentar dicha realidad. Por eso, es condición sine qua non reconciliarme con mi pasado, con la historia, con el diálogo que siempre existió entre el misterio del verbo encarnado y la creación. Hay una abstracción poética en todo lo creado por el ser humano, en todas las ciencias y las meta ciencias (me refiero a las seudo ciencias y a las que están en gestación potencial, en el interior de cada consciencia). La misma pureza presente en las matemáticas existe en todas las “filosofías”, en el diálogo incesante por querer interpretar la realidad que se nos presenta de manera fascinante y recurrimos, una y otra vez a la abstracción, para seguir descubriéndonos y reinventándonos.

Capítulo I
Polaridad

En la agudeza sensorial lo vemos reflejado en una interiorización y una exteriorización, como una relación binaria complementaria En un estado, estamos sumergidos en las profundidades de nuestras mentes (interiorización), en el otro, tenemos nuestros sentidos orientados hacia el mundo exterior (exteriorización) y en la conjunción de ambos estados en acción aparece la consciencia, en la cual estamos tan conectados con la experiencia vivida que la energía fluye y lo que sentimos se entrelaza a lo que pensamos; la realidad circundante cambia acompasadamente. En la interacción, nos encontramos más vulnerables o más fuertes (según sea el marco de referencia que queramos darle) porque logramos establecer el vínculo necesario para sentirnos vivos. Cada experiencia sin embargo será diferente, porque el sistema representativo preferido varía de un individuo a otro. He aquí la importancia que tienen los modelos mentales que supimos crear individual y colectivamente. Ser conscientes es comprender la alternancia que sufre nuestro ser, en los diferentes momentos de nuestras vidas y durante el día mismo. Que cuando estamos atascados en un estado sin poder salir, recurrimos una y otra vez a nuestro subconsciente y a la intuición de forma inducida en todos los casos, aunque no lo percibamos de ese modo explícitamente. Comprender que los grados de consciencia son diversos como en una escala cromática y que pueden ser reformados a voluntad, ya sea por un hecho, un gesto o una palabra. Y al igual que en una molécula anfifílica, la consciencia deba superar cierta barrera energética para acoplarse a los procesos y ritmos naturales de la vida; dándose cuenta de que el mejor cable a tierra es el que establezco con la realidad vivida.

Como dos engranajes que giran desenfrenadamente y, tras su paso como un tornado, arrasan y lo transforman todo, se fusionan, se asfixian y renacen, se complementan, se expresan y perecen. Unos engranajes que unidos son como el aire en el espacio y gotas infiltradas en océanos invisibles y perfectos. Lo somático se vuelve mágico y lo etéreo palpable. En el mundo de las ideas, las palabras cobran vida y en el de las palabras, las ideas revolotean dejando rastros solo por su peso pluma y color carmesí, imperceptibles, aun para quienes quieran encerrarlas en jaulas con nombres y apellidos (con esto quiero decir que las ideas son conceptos totalmente subjetivos). Consciencias o inconsciencias, que hallaron moldes o nidos para reposar en palabras. Todo parece tan confuso y, sin embargo, esa es la dinámica de la vida que no tiene descanso.

Tras su paso todo se transforma y lo cierto es que no somos conscientes de los cambios que sufrimos a diario. Tampoco de cómo llegamos a la vida; ahora de grande nos lo imaginamos, claro. Si no encajamos en el engranaje de la vida, la vida nos deja a la vera del camino, si dejamos de pensar, de hacer, de movernos, de superarnos, de buscar, de comprometernos, de llegar y de volver a comenzar. Hay ciclos que nos marcan los ritmos y las pausas, desde los mismos días hasta los meses, estaciones, años y milenios. Al igual que en nuestro organismo, tanto lo fisiológico como los pensamientos que, por decirlo de algún modo, tienen sus ritmos circadianos. En los pensamientos, esos ritmos no solo se lo perciben en cuanto a lo anímico, sino también en lo que respecta a la construcción de la realidad y a la formación de ideas y conceptos que, no está demás decirlo, no siguen un patrón lineal, revolotean malgastando energías.

Para que suceda algo distinto a lo cotidiano, se necesita mucho desperdicio de energía (lo cual, no significa nada fuera de lo común, ni la perfección; esa es la dinámica de la vida), inyectada en gotas de suero o explosivas, en fusiones solares. Tampoco significa que se deban hacer cosas extraordinarias todos los días, solo hacer extraordinario cada momento de la vida. No esperar a que las cosas sucedan; hacerlas por pequeñas que nos parezcan y tener siempre presente un pensamiento holístico, que nos beneficie a nosotros y a la sociedad en conjunto. Todo esto nos acercará a lo más esencial de la vida y ese engranaje quizás empiece a deslizarse mejor, sin fricción, ni fatiga. Entendamos o no, cuestionemos o aplaudamos, tengamos presente que la vida marcha en una dirección. El sol nos da energía y es reconfortante, pero con protector expuesto al sol es mucho mejor. Hoy y desde siempre, el hombre supo cómo adaptarse y superar los desafíos que nos exige la naturaleza. Vamos avanzando con errores previsibles y que se podrían evitar, pero necesarios e inexorablemente ineludibles, para dar saltos de calidad y seguir en la evolución continua, entre las dos fuerzas opuestas que se intuyen y que están magistralmente engranadas.

Es así como, en todos los órdenes de la vida, está interactuando continuamente la dualidad y en “el río de la vida”, la dinámica se encauza por fuerzas naturales y sobrenaturales (obviamente, estas últimas escapan al entendimiento humano). Existen leyes o patrones que se cumplen inexorablemente y dependen del tamaño de los sistemas. ¿Las leyes sufrirán crisis para adaptarse al medio? A nivel microscópico, la ley que domina el medio es la electromagnética. Y a nivel astrofísico, la fuerza dominante es la gravedad. ¿Esas leyes pueden en otros mundos o sistemas ser diferentes al de la tierra? ¿Podrían haber derivado en otras leyes o patrones diferentes? ¿O son los que dominan el universo desde su nacimiento?

Nos enseñaron que la fuerza de gravedad tira las cosas hacia abajo; de hecho, no la modificamos, pero podemos decir que la eludimos, nos salimos de órbita buscando nuevos horizontes, hasta llegar a la luna y porque no, a otros planetas también. Pudimos crear la cultura y superar el obstáculo que nos imponían los sentidos y los instintos básicos de estímulo-reacción, pudimos crear otros canales de comunicación abstractos entre nosotros y el medio. La consciencia se pudo trasmitir de generación a generación. La pudimos atrapar por medio de signos, símbolos y con ello crear lo bueno y lo malo, el yin y el yang, los opuestos y a cada cosa le impusimos un color diferente, y no solo los del espectro cromático y luminiscente, sino que creamos el verde esperanza, es ahí donde surge el sentimiento. Creamos y no dejamos de crear y todo ello no se aleja de la naturaleza, todo absolutamente todo, surge de la simbiosis entre el hombre (como máximo exponente de la naturaleza) y su relación con el medio ambiente, en perpetua adaptación. Los sentimientos son otro medio de adaptación del ser humano, que no difiere de los mecanismos de acción de las células, en su afán de subsistencia. La consciencia como nexo entre el sentir y el actuar va abriéndose paso a diario, con el único fin de superar barreras y seguir creando. Todos estos logros alcanzados fueron gracias a la vida, la naturaleza, la evolución y la competencia por subsistir en la vida. Somos iguales en todo al reino animal, desde el ADN en su forma de replicación, pasando por la forma de obtener energía y de organización en las células, hasta la formación de los distintos sistemas orgánicos, desde el momento mismo de la fecundación, ¡todos iguales!, menos en una cosa, la consciencia intrapersonal y junto con ella, la inteligencia.

Es el gran logro, como lo fue en su momento, el hecho de la fotosíntesis en las plantas, poder guardar reservas de energías en el interior de los microorganismos, como bacterias y ser utilizadas para autoabastecer un organismo, con un grado más alto de evolución: la planta. El hecho de no tener que depender de la energía proveniente del sol y ser autosuficientes en los periodos nocturnos, fue un logro más hacia la evolución. O lo que sucedió con la célula procariota, en su transformación hacia la célula eucariota, en la cual se constituyó un núcleo y subordinando, por ejemplo, la labor de las mitocondrias para la obtención de energía.

Con la consciencia del Homo sapiens pasó algo similar; ya no era suficiente un estímulo respuesta inmediato o a corto plazo; se requería conservar la energía en forma de información, para utilizarla cuando se la necesitara. Es ahí donde surgió la idea de inventar signos y símbolos, que obviamente fueron modificándose y perfeccionándose, hasta llegar a la palabra y la escritura, complementándose ambas, sin ser ninguna más importante, o que hayan surgido una antes que la otra (o como lo planteara Ferdinand De Saussure entre el significante —imagen acústica— y el significado —concepto mental con el que se corresponde dicha imagen acústica— y sin entrar en detalles, como el que refiere, que todo signo lingüístico vincula sonidos e ideas). Y luego, pudiéndolas desarrollar a las ideas mediante la utilización de la “manoconsciencia”, porque la mano tuvo un rol muy importante en este desarrollo; por sí solas, no hubiese sido posible la evolución. Y ahora que lo pienso, nada antecedió a nada y todo cambio o evolución, requiere de un desarrollo dual y de ambas partes funcionando (ya referido en un principio), como engranajes que giran desenfrenadamente y deslizándose a su vez suavemente. De ese modo, los cambios en la materia se vuelven imperceptibles y ¡“mágicos”!

Tomando algo tan abstracto como puede ser la economía y estar en apariencias tan distante de la naturaleza, puedo relacionarlos y encontrar puntos en común; decirles, tiene, nada más ni nada menos, la misma dinámica que la vida; se renueva constantemente y sus intérpretes (personas, plantas y animales) son quienes la modifican.

 
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