Ortografía para todos

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Se prefiere ca en Catar o caqui, pero ka en vodka o troika

Al lío de las palabras del potasio (elemento 19) se añaden otras como Catar o caqui, grafías que se prefieren a Qatar y kaki, y, en el lado contrario, palabras como vodka o troika, en las que se prefiere la grafía con k.

Nuevamente, la etimología ayuda, pero también confunde. Por una parte, tenemos casos como Catar, cuya grafía con c, por mucho que a algunos les enfade, parece ser la original. En una de las primeras menciones en un mapa europeo, Ptolomeo llamó Catara a la región. Y Plinio el Viejo usó en el siglo i a. C. el término Catharrei para referirse a los habitantes de esta península. Por tanto, aquí la c está justificada etimológicamente. Pero es que además la secuencia qa no es propia del español y, puestos a adaptar la grafía del árabe, es preferible hacerlo con secuencias pertenecientes a nuestra lengua ( elemento 45). Y es que una de las novedades de la OLE en 2010 fue limitar el uso de q al dígrafo qu-, lo que también hizo que se prefirieran en español formas como cuark o cuásar de tal manera que, si se utilizan las grafías quark o quasar, se deben escribir en cursiva como extranjerismos ( elemento 61) y se debe prescindir de la tilde en quasar.

En cambio, en el caso de caqui (tanto el referido a la fruta, que viene del japonés kaki, como el referido al color, que viene del hindi khākī, a partir del pelvi ẖāk ‘polvo’) al menos la segunda k estaría justificada etimológicamente, sin que se pueda considerar ya una grafía ajena al español. Tampoco se conserva la k en polca, lo que se puede explicar porque la palabra lleva ya más tiempo en español (a la luz del CORDE, aunque Bécquer, Pereda o Galdós escribían polka, ya Bretón de los Herreros escribía polca a mediados del XIX).

Sí se emplea la k en mikado ‘emperador de Japón’, moka (aunque en el diccionario solo viene moca) o en troika. También se usa la k en palabras como karaoke, káiser, kayak, otaku, koala, sake, kung-fu (o kungfú), kilo, kiko (referido al fruto seco, frente a Quico en la expresión ponerse como el Quico) o ukelele (del hawaiano uku ‘pulga’ y lele ‘saltar’, al parecer llamado así por el aspecto y los gestos de un inglés que tocaba este instrumento en Hawái). En cambio, no se escriben con k palabras coloquiales como quiqui ‘coito’ (como en echar un quiqui) o ‘quiquiriquí de pelo’ ni queli ‘casa’, por ejemplo. Además, terminan en c, sin k, palabras como bloc, clic o tic (tanto el movimiento convulsivo como el signo de verificación), pero presentan -k final brik y tetrabrik.

Nuevamente, si se quiere acertar con el criterio de la RAE, no queda otra que aprenderse la grafía o consultar el diccionario cada vez. Tienes otros casos de kas en el potasio (elemento 19) y en el kriptón (elemento 36). En este último tienes también información sobre el origen de la q y el dígrafo qu- en español.


Puesto que la palabra cuórum está plenamente asentada en español, lo más adecuado y lo recomendado en la ortografía es usar la grafía con c y tilde. En este caso se ve claramente que el sentido no es ya el que la voz quorum tenía en latín, pues la palabra viene de la expresión quorum praesentia suffĭcit ‘cuya presencia es suficiente’, donde quorum significa ‘cuya’, algo muy distinto a las dos acepciones actuales del diccionario: ‘número de individuos necesario para que un cuerpo deliberante tome ciertos acuerdos’ o ‘proporción de votos favorables para que haya acuerdo’. Por tanto, aunque en el diccionario cuórum remite a quorum, lo más adecuado, y lo que recomienda la OLE, es escribir cuórum. No se acepta ya la grafía quórum que aparecía como adaptación de quorum por lo dicho anteriormente sobre la q.


Tienes información en las páginas 116-118 de la OLE.


El nombre del calcio procede del latín científico calcium, a partir de calx, calcis ‘guijarro, cal’, de origen incierto. Se llamó así porque el elemento se obtiene de la cal.


Es doscientos, no docientos, pero setecientos

Se debe mantener la secuencia -sc- en doscientos, trescientos y seiscientos, pero se escribe solo c en cuatrocientos, setecientos, ochocientos y novecientos. Si no eres un hablante seseante, quizá no tengas problemas en este caso, pero para los que sesean y en todos los números pronuncian [sientos] puede ser un lío. Un truco muy sencillo es que llevarán -sc- aquellos que se formen con un cardinal terminado en s (dos, tres y seis), pero con -s- los que no tengan s en el cardinal simple.

Eso sí, algo que sirve también para no seseantes es que todos estos números se deben escribir en una sola palabra. Como numerales, no se consideran correctas grafías como *dos cientos u *ocho cientos. Todo lo contrario ocurre con los millares. Aunque se pronuncien como si fueran una sola palabra, la tradición hace que se escriban separadas expresiones numéricas como dos mil o dieciséis mil. Solo se escriben en una sola palabra cuando forman parte de sustantivos como ochomil, en el sentido de ‘cima de ocho mil metros o más’. Aunque no vengan en el diccionario, también se escriben en una sola palabra otros compuestos con mil usados como sustantivos, por ejemplo, para expresar distancias: correr un dosmil.

En cuanto a los números más pequeños, se escribirán obligatoriamente en una palabra los menores de treinta: dieciséis, no *diez y seis, dieciocho, no *diez y ocho, veintiuno, no *veinte y uno,o veintinueve, no *veinte y nueve. En los mayores de treinta, lo tradicional es escribirlos en varias palabras, como en treinta y uno, cuarenta y ocho, cincuenta y cuatro o noventa y dos, pero por la forma en que se pronuncian no se puede considerar incorrecto escribirlos en una sola palabra, como ya se hace sobre todo en América: treintaiuno, cuarentaiocho, cincuentaicuatro o noventaidós. Esto mismo se aplica a las expresiones de aproximación con y tantos o y pico: veintitantos, veintipico, treinta y tantos (o treintaitantos), ciento y pico…

Aquí tienes otros ejemplos de números más elevados: ciento dos, treinta y dos mil, cuatrocientos ocho mil quinientos treinta y cinco.

Por su parte, se escriben siempre en una palabra los fraccionarios, como cincuentaidosavo o incluso algunos más complejos como dosmilquinientosavo, oncemilésimo o cincomillonésimo. Además, hay que saber que, cuando coinciden dos aes, se reducen a una: cuarentavo, no *cuarentaavo. Tienes más información sobre la simplificación de grupos de vocales iguales en el dubnio (elemento 105).

Sobre la escritura de los numerales ordinales como vigesimosegunda o trigésimo primero, tienes información en el platino (elemento 78).


En la última edición del DLE, se recoge docientos, pero con la marca de desusado, lo que quiere decir que no se recomienda en el español de hoy. En cambio, se recoge trecientos sin marca. ¿Quiere esto decir que trecientos sí se puede usar? No. Lo que ocurre más bien es que falta la marca.


Puedes encontrar información sobre la escritura de los cardinales complejos en las páginas 669-674 de la OLE. Sobre los fraccionarios, tienes información en las páginas 678-681 de la misma obra.


El nombre del escandio procede del latín científico scandium, a su vez del latín Scandia ‘Escandinavia’. Lo llamó así su descubridor sueco, Lars Fredrik Nilson, en honor a su tierra y parece que porque el elemento se aisló de un mineral descubierto hacía poco en esa zona.


El pronombre ti se escribe siempre sin tilde

Esta es una regla muy fácil de aprender y que puede marcar la diferencia entre quien presta atención a la ortografía y quien no. ¿Por qué no se le debe poner tilde? Porque es una palabra monosílaba y las palabras monosílabas, en principio, no se tildan ( elemento 52). Solo aquellas palabras monosílabas tónicas que tienen un correlato átono con el que podría haber confusión llevan la llamada tilde diacrítica. Un ejemplo de parejas de este tipo son el pronombre tú frente al posesivo tu: Tu hijo y tú sois iguales. Otro ejemplo es el caso de sí ( elemento 14).

Es normal que a la gente le den ganas de tildar el pronombre ti estando como está rodeado de mí (que lleva tilde porque tiene correlato átono en el posesivo mi)y sí. De hecho, la RAE en alguna de sus obras antiguas lo tildaba. Por ejemplo, se recogía con tilde en los diccionarios de la RAE de 1817, 1822 y algunos posteriores, y así se mencionaba en la primera gramática (de 1771) al hablar de los pronombres personales (página 36). Incluso en las ediciones de 1843 y 1852 del diccionario aparecía con tilde en el lema. En cualquier caso, lo cierto es que en ninguna ortografía de la RAE se ha prescrito el uso de la tilde en el pronombre.

 

Aun así, si se decidiera poner la tilde en ti, no por necesidad, sino más bien por estética y homogeneidad con los otros pronombres, no sería la primera tilde innecesaria. También lo es, en principio, la de tés,el plural de té (la infusión), y esta sí que se recomienda en las ortografías (incluida la OLE,de 2010). Sobre esta tilde tienes más información en el telurio (elemento 52).

Pero no solo tenemos la tilde innecesaria en tés, sino que también tenemos en español tilde sobre palabras átonas. Como oyes. La palabra más se escribe con tilde a pesar de ser átona en casos como dos más dos son cuatro. También se tilda José en nombres propios compuestos como José Luis a pesar de que en ese caso José se pronuncie átono: todo junto se pronuncia [joseluís], no [josé luís].

Asimismo, se escribe tilde en una palabra átona en la expresión Ahí va. En ella ahí se pronuncia átono, como si pusiera aivá. Teniendo en cuenta que en este caso apenas se reconoce el valor de ahí, que se pronuncia átono y que la expresión suele aparecer en contextos exclamativos, es normal que la gente se confunda y escriba ay. Pero lo correcto es escribir ahí. Aun así, la RAE ya ha dicho por Twitter que se documenta y se puede considerar válido escribir ahivá.

Por si esto fuera poco, en otros casos con ahí, se llega al punto de tildar la vocal átona y no la tónica. En una expresión como vete por ahí, muchos pronunciamos el ahí como [ái]. Aun así, hay que escribir ahí. Así se hace en la NGLE, donde no se niega que la pronunciación sea [ái]. En general, solo en las obras en las que se refleja por escrito una pronunciación relajada de los personajes se puede ver escrito por ai. Más frecuente es, no obstante, ver escrito ai en el uso de ahí típico de México y otras zonas que se ve en fórmulas como Ahí te veo o Ahí te busco. Incluso en estos casos se recomienda escribir ahí.

En cualquier caso, si se quisiera de verdad escribir la palabra con la acentuación en la a, lo más adecuado sería escribir ay. Como se explica en la ortografía de la RAE, las palabras terminadas en vocal más /i/ átona, como rey, jersey, yóquey, etc., se deben escribir con y al final. Hay pocas excepciones, todas ellas, como casi siempre, debidas a su procedencia extranjera: agnusdéi, Hawái, Hanói (capital de Vietnam)o moái. También son excepciones samurái, bonsái o paipái, las cuales, aunque se pueden escribir con y, tienen como grafía preferible, por ser mayoritaria en el uso, la terminada en -i. En el caso opuesto, es decir, cuando la i es tónica, lo correcto es escribir -i. No obstante, la ortografía destaca como excepción una palabra muy común: muy. Puesto que lo normal es pronunciarla [muí], lo adecuado sería escribir mui, igual que la palabra jergal mui ‘lengua o boca’, que aparece en expresiones como irse de la mui ‘irse de la lengua’, pero lo adecuado es escribirla muy.

Finalmente, hay casos en los que el acento puede cambiar de posición, pero esto no implica que se deban escribir de forma distinta. Así, aunque pronunciemos [ójala], deberemos escribir ojalá y, aunque pronunciemos o creamos pronunciar [atreveté] o [kuidameló], deberemos escribir atrévete y cuídamelo y no *atreveté y *cuidameló.


Que ti ha aparecido con tilde en algunos diccionarios de la RAE lo puedes comprobar en el Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española,al que se puede acceder en la página web de la RAE. Si pones ti en el buscador, verás que, por ejemplo en la edición de 1843 la palabra ti aparece recogida con tilde.


Tienes recogidos los casos de monosílabos con tilde diacrítica en las páginas 242-244 de la OLE. Sobre el uso de la y a final de palabra tras vocal, tienes información en la página 78 de la misma obra.


El nombre del titanio procede del latín científico titanium, a su vez del latín Titānes ‘titanes’. Parece que se llamó así a partir de la idea de que los titanes son hijos de la tierra de igual forma que este elemento, el cual abunda en la corteza terrestre y en la litosfera.


Los vocativos se aíslan entre comas: Hola, Juan; Ana, ven

Los vocativos siempre van entre comas. Perfecto, pero ¿qué es un vocativo? Un vocativo es generalmente un grupo nominal que se dirige expresamente al interlocutor o la persona a la que se habla, como Juan en Hola, Juan o ¿Tú sabes hacerlo, Juan? o Ana en Ana, ven o en Ana, dile que venga. También chaval en ¿Qué quieres, chaval? o bobo en ¡Cállate ya, bobo!

¿Por qué se debe poner entre comas un vocativo? Porque es un elemento externo: no cumple una función con respecto al verbo, sino con respecto a todo el enunciado. Gracias a la coma se puede distinguir entre Te quiero, gordo —que le podría decir de forma cariñosa un miembro de una pareja a otro— de Te quiero gordo, que significaría que el que lo dice quiere que la otra persona se ponga gorda.

Esta regla es además importante porque en los e-mails y por el Whats­App estamos continuamente usando vocativos. Es un vocativo chicos —y, por tanto, debe separarse con coma— en Buenos días, chicos, que podríamos utilizar al comienzo de un correo electrónico:

Buenos días, chicos:

También es un vocativo María en Te quiero, María o papá en Dime, papá.

En cambio, hay que tener cuidado de no escribir coma entre querido y un nombre, como en Querido Andrés porque en ese caso toda la expresión es vocativo: querido es un adjetivo que modifica a Andrés. Lo mismo ocurre con estimado:

Estimados vecinos:

El motivo de esta circular…

Pero sí se pondría coma antes de estimados vecinos si le precede hola, por ejemplo:

Hola, estimados vecinos:

Tampoco se pone coma en casos como Hola a todos o Buenos días a todos. Aquí a todos no es un vocativo, sino un complemento de la expresión de saludo y, por tanto, la coma no está justificada:

Buenos días a todos:

Nos gustaría saber si habéis recibido…

Para saber más sobre la puntuación en los saludos de cartas, ve al cerio (elemento 58); para las despedidas, ve al paladio (elemento 46).

En casos como Hola, Ana, debes saber que la coma está doblemente justificada. Por un lado, como vocativo, Ana debe llevar coma delante y, por el otro, hola, como interjección, debe llevar coma detrás. Y es que las interjecciones, en general, llevan coma detrás (y delante si aparecen en medio), como en Ay, qué daño o Ah, bueno. Pueden deshacerse de la coma cuando tienen complemento, como en el caso de Hola a todos o en el de Ay de mí. Y luego hay casos de duda, como en Aúpa Atleti o Hala Madrid, donde se pondrá coma si se entiende que nos estamos dirigiendo al equipo y, por tanto, el nombre es vocativo, pero no se pondría coma si se entiende que el nombre es un término o complemento de la interjección, similar al de Viva el Atleti. Lo mismo puede pasar en casos como Adiós verano, donde, si se entiende que se le dice adiós al verano, se pondrá coma, pero, si se entiende algo como a la porra el verano, no se pondrá la coma. Algo parecido ocurre en casos como Bienvenido agosto. Si nos estamos dirigiendo al mes, se pondrá coma; en cambio, si estamos diciendo algo como Sea bienvenido agosto, se prescindirá de la coma.

El hecho de que los vocativos se puedan considerar fácilmente como elementos internos y, por tanto, se prescinda de las comas queda patente en algunas expresiones en las que frecuentemente no se pone coma porque el vocativo ya no se percibe como tal. Son casos como sí señor, ave María, oh Dios, ay madre. Como se ve, son generalmente expresiones interjectivas que se han lexicalizado.

Además, es conveniente saber que, como son elementos extraoracionales, los vocativos deben escribirse fuera de la pregunta si aparecen al principio ( elemento 59): Antonio, ¿has hecho lo que te pedí? Por el contrario, irán dentro de la pregunta si aparecen en posición intermedia o al final, lo que no implica que pierdan sus comas: ¿Has hecho lo que te pedí, Antonio?


¿Hay algún truco para detectar un vocativo? Alguno puede servir. En latín el vocativo se solía acompañar con la interjección oh. Aunque es raro, si a un supuesto vocativo se le puede poner oh delante, seguramente sea un vocativo: Hola, oh Juan; Oh queridos amigos; Te quiero, oh María. También puede ayudar ver si, poniendo un nombre común como amigo y otros como chaval o tío, estos pueden aparecer sin artículo. Es otra pista de que podría ser un vocativo: Buenos días, Juan > Buenos días, tío; Te quiero, María > Te quiero, chaval; Dime, Andrés > Dime, amigo.


Quizá los casos más complicados de vocativos son aquellos en los que se usan pronombre personales que podrían parecer vocativos: ¿Tú vas a ir? Aunque el tú es una forma directa de referirse a la persona, aquí no es vocativo. ¿Cómo se ve? En que se podría meter un vocativo verdadero: ¿Tú vas a ir, Juan?


Tienes información sobre la coma y los vocativos en la página 312 de la OLE y sobre la colocación de los vocativos con las preguntas en la página 390. Sobre la coma y las interjecciones, puedes encontrar información en las páginas 311 y 312 de la misma obra.


El nombre del vanadio procede del latín científico vanadium, a partir del nórdico antiguo Vanadís ‘Vanadis’, uno de los nombres de Freya, diosa de la belleza y la fertilidad en la mitología nórdica y germánica. Se cree que el elemento se llamó así por el gran número de compuestos de colores que produce.


En siglas con cifras como CR7 no hace falta el guion

No solo están de moda las siglas, sino que se están poniendo de moda las siglas que combinan letras y números (llamadas por algunos siglas alfanuméricas), utilizadas, por ejemplo, como nombres alternativos de algunos futbolistas, en donde a las iniciales del jugador se añade el número de su dorsal. Un caso muy conocido es CR7, a partir de las iniciales del nombre de Cristiano Ronaldo y su dorsal en el Real Madrid. El anterior Ronaldo fue R9 y LS9 es Luis Suárez.

Pero hay siglas con números fuera del fútbol. Las vemos en nombres de vías o terminales de aeropuerto, como en A-1, M-30 o T-4, en fechas destacadas, como 23-F, y en muchos otros casos como 3-D, 11-S o MP-3. Aunque en un principio se solía poner guion entre las letras y el número, por aquello de que estos no se deben combinar dentro de palabras, cada vez es más frecuente prescindir del guion, lo que ha hecho que se admita esta omisión. Así, hoy es más normal ver 3D, MP3, 15M o G8. Aun así, el guion se debe mantener en los prefijos que se unen a números, como en el caso de sub-21 ( elemento 76).

 

Los números también han invadido otras palabras. Un ejemplo son las abreviaciones de WhatsApp y otros sistemas de mensajería, donde los números pueden sustituir segmentos de palabras. El ejemplo más típico es el del uso del 2 por dos en palabras como salu2. Pero también se puede usar el 3 para la secuencia tres en palabras como q3 ‘cutres’.

También se utilizan números para sustituir letras con forma parecida. Un caso conocido es el de la secuencia D10S adjudicada a jugadores considerados excepcionales que han llevado el dorsal 10, como Messi o Mara­dona.

Pero no solo los números han invadido las siglas. También signos como el + han llegado a ellas. Así, para evitar que la sigla se extienda ad infinitum, a LGTBI se le ha añadido un +: LGTBI+.

También las minúsculas han empezado a utilizarse en las siglas para las palabras con significado poco relevante (o su inicial) que antiguamente no tenían derecho a sigla (y, si lo tenían, se escribían con mayúscula): CyL por Castilla y León. Incluso se puede llegar a casos como JxSÍ, donde se usa una letra típica de sistemas de mensajería como x ( elemento 65) para sustituir a pel (‘por el’ en catalán) y se incluye en mayúsculas toda la palabra sí. Bien es cierto que ya se escribía con minúscula la segunda letra de los dígrafos ( elemento 108) que aparecen en siglas como la h en siglas con el dígrafo ch, como en PCCh (Partido Comunista de China), ejemplo recogido en la página 447 de la OLE.


A veces el guion, lejos de ayudar a identificar este tipo de siglas, puede confundir. Es lo que le pasó a una reportera cuando quiso leer el 1-O del referéndum catalán del 1 de octubre de 2017. El guion, que parece mantenerse en este caso para evitar que se confunda 1O con un 10, no impidió que la reportera en cuestión leyera el 1-O del titular «Puigdemont fulmina a un conseller por dudar del 1-O» como «uno a cero», como si el conseller hubiera dudado de un resultado de fútbol.


Tienes más información y otros casos de siglas compuestas con letras y números en la página 580 de la OLE.


El nombre del cromo viene del francés chrome, procedente del griego chrôma ‘color’, en su origen ‘color de la piel’. Se llamó así porque muchos de los compuestos del cromo tienen colores intensos.


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