En pos de la humanidad

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—Sí muy bien —contesta Frigia contenta.

—Yo me lo perdí por poco —dice un hombre que está junto a Frigia.

—Este es Pluvio mi compañero —les presenta Frigia, se saludan amigablemente.

Sharon pregunta.

—¿Y esta es Adara? ¿No?, es una preciosidad de bebé.

A Tau le parece ver una mirada de orgullo en Pluvio y le molesta si Sharon y él no han tenido bebés ha sido por falta de tiempo, no por falta de herramientas. Se sientan con ellos. Frigia anuncia.

—A Adara le toca la hora de mamar. —Frigia coge amorosamente a Adara y le acerca la boquita a su pezón; Adara se agarra a la teta y empieza a chupar con desespero todos se ríen. Sharon lo contempla y exclama.

—¡Oh! Qué bonito es. Frigia cuando termines me dejarás que sostenga un ratito a Adara.

—¡Claro que sí! —le responde Frigia. Al ratito Sharon tiene a Adara en brazos, le recuerda a su querida Rea, a su «muñequita» que ya tiene diez años y hace setenta días que no la ve y siente escalofríos de ternura y felicidad, sus ojos se llenan de lágrimas, a Frigia, que la comprende también se le humedecen los ojos. Al despedirse Frigia le dice a Sharon.

—Estaremos cinco días más y volveremos a la Tierra.

—¿Vendrás cada día a la playa? —le pregunta Sharon.

—Claro que sí —le contesta Frigia con tono de complicidad.

—Pues aquí estaré —le contesta Sharon.

En el comedor encuentran a Ovidio y a Alena se saludan con afecto.

—Oye —les dice Ovidio— os hemos venido a ver porque ya se ha resuelto lo que os pasó, ya tenemos a los culpables.

— Y quiénes son —pregunta Tau con impaciencia. Le explica Ovidio.

—Anker como suponíamos era la mano ejecutora, el organizador del atentado era un tal Tito, gerente de MPS y Marco su mano derecha.

—¿Y para qué lo hicieron? —pregunta Tau.

—Os lo cuento —propone Ovidio—, estos tres individuos querían provocar una gran desgracia para que Fermión sustituyera a Argus por Anker.

—¿Y para qué? —pregunta Sharon.

—Pues para que Anker —sigue Ovidio— comprara los trajes y productos espaciales a MPS en vez de a EPS.

—¡Qué miserables! —exclama Sharon.

—Ya no tenéis que preocuparos —les explica Ovidio—, los tres son convictos y confesos han sido sentenciados a cumplir condena en Titán. Saldrán dentro de un mes a Titán en la misma nave que vosotros.

—¡Qué horror! —se asusta Sharon.

—No te preocupes —la tranquiliza Ovidio— porque ellos viajarán en jaula. —Ovidio y Alena ríen.

Sharon como cada día, después de desayunar ha ido a la playa para ver a Adara, es muy feliz mirándola y teniéndola en brazos. Tres horas después aparece Tau.

—Hola Frigia hola Pluvio —les saluda Tau—. Sharon te vengo a buscar para ir a comer es que con Adara se olvida de comer —les aclara. Frida y Pluvio ríen complacidos.

Por el camino Tau le habla muy serio a Sharon.

—Atiende, hemos escogido una vida muy especial, nuestro destino es explorar otros mundos y sabemos que hemos de renunciar a muchas cosas, Adara te puede hacer mucho daño.

—Sí ya lo sé —contesta ella—, como me pasa con Rea, pero Tau no puedes imaginarte lo feliz que soy recordándola con Adara me ocurrirá igual además mañana regresan a la Tierra.

Tau asiente, piensa que ella puede que tenga razón. Desde luego que un feliz recuerdo tendrá siempre su precio.

Sharon está triste, no ha podido dormir pero han de seguir la rutina, primero el gimnasio. Al salir del gimnasio camino de la habitación le recuerda a Tau.

—Cuando terminemos de desayunar iremos a la playa a despedirnos de Frigia de Adara y de Pluvio. Tau asiente. –

—Claro que iremos. —Están en la habitación y llega el robot con el desayuno y les anuncia.

—En cuarenta minutos os vendré a buscar. Os espera el doctor Fermión en su laboratorio.

—Pero Tau —protesta Sharon—, quedé con Frigia que iría a despedirlos.

—No va a poder ser, Sharon, Frigia y Pluvio saben que no estamos aquí de vacaciones, lo comprenderán y Adara es muy feliz con su mamá. —Ella entiende muy bien lo que le ha razonado Tau, pero se le escapan un par de suspiros, casi sollozos.

Pasan los cuarenta minutos, el robot llega puntual y lleva dos asientos acoplados ellos ya saben que deben equiparse con los quimonos.

—Sentaos —les ordena el robot con su voz metálica, ellos obedecen y ya están en camino, llegan a la puerta del ascensor de la zona cero que ya conocen y bajan… y bajan y luego otra vez por los pasillos llegan al gran despacho de Fermión, que también conocen. El robot se desconecta de los asientos y se va dejándolos allí sentados, pasan muchos minutos.

—Tau —dice ella en voz baja—, ya hace rato que esperamos.

—¿Y qué? —le contesta él—. No tenemos nada más que hacer.

Al fin llega Fermión acompañado por Alena, por Ovidio y por dos robots como los de la mina.

Sharon no puede evitar un pequeño grito de terror. Tau tampoco está tranquilo. Los robots están inmóviles observando, uno de ellos lleva un escudete rosa y el otro uno de azul, los dos fijan la mirada de sus fríos ojos azulados insistentemente en Tau y luego en Sharon, sus metálicos rostros tienen una expresión dulce y amable. Fermión abraza familiarmente a los dos robots por el cogote, junta sus cabezas con la suya y hablan los tres en voz baja.

—Fíjate Tau —dice Sharon con voz muy baja pero excitada—, sus rostros son capaces de expresar emociones y sus cuerpos son una fiel reproducción de la figura humana.

—Lo he visto Sharon —contesta él—, su piel es prácticamente indestructible pero es elástica y parece tener la textura humana, no me gusta nada.

—Fíjate Tau —le señala Sharon—, el más alto es un hombre con todos los atributos y el más pequeño es una mujer con todos sus detalles. Si no fuera por su color de acero pulido serían exactamente humanos.

—Es verdad hasta tiene tetas —dice Tau con tono obseso.

—Te ibas a quedar sin dientes Tau —dice ella automáticamente.

Mientras ya se ha deshecho el abrazo entre Fermión y los robots y se dirigen hacia ellos. Fermión les explica.

—No os asustéis, no tenéis que temerles, estos robots son de la última generación en ellos se han aplicado teorías y conceptos que incluso habéis aportado vosotros se estima su fiabilidad en un 99,9 %.

—Pero Fermión —pregunta Tau—. ¿Para qué los necesitamos?

—Puede que para mucho ellos serán vuestros protectores en el viaje a Titán y en Titán y si se produjera este improbable 0,1 % de fallo siempre llevareis el Aquiles. Son más fiables que muchos humanos, Anker por ejemplo. —Sharon y Tau están mudos y perplejos.

—Ahora os los voy a presentar —Fermión les acerca el robot que lleva el escudete rosa—, este atiende por mamá y será vuestra mamá.

—Hola, ¿cómo estáis? —les pregunta el robot con una voz femenina muy dulce luciendo en su metálico rostro una bonita sonrisa y tendiéndoles la mano.

—Bien… bien —consiguen articular Sharon y Tau.

Luego Fermión les acerca el otro robot y les dice.

—Este atiende por papá y será vuestro papá.

—Estoy contento de conoceros —les dice el robot con voz varonil y una bonita sonrisa.

—Nosotros también —le responden balbucientes Sharon y Tau.

—Bueno ahora que os conocéis vamos a seguir con cosas interesantes —propone Fermión.

Sharon piensa «si lo de los robots no lo considera interesante qué será lo interesante».

Sharon y Tau permanecen sentados, Fermión se sienta y los dos robots también. Fermión mira atentamente a Tau y a Sharon y les Habla.

—Dentro de doce días partiréis a Titán; vamos a programar vuestro futuro inmediato. Mañana tenéis el día libre para despediros de los monitores del gimnasio, de vuestro entrenador de baloncesto, de vuestros amigos, de vuestra habitación y de la playa. Pasado mañana a las 7 a. m. de la Tierra, vendrá el robot a buscaros y se os instalará en mi laboratorio para instruiros sobre Titán; no os librareis de la gimnasia ni de otras actividades y aprenderéis a convivir con «papá» y con «mamá». ¿Alguna pregunta?

—Sí —pregunta Sharon—. ¿Cuánto tiempo se tarda en llegar a Titán?

—Entre cuarenta y cuarenta y cinco días de la Tierra —responde Fermión.

—¿Cuántas personas viajarán con nosotros? —sigue preguntando Sharon.

—Tres que ya conocéis y que viajarán en una zona blindada de la nave —le contesta Fermión.

—¿Y nadie más? —sigue preguntando ella con ansiedad.

—Sí claro, tú Sharon, tú Tau y Papá y Mamá. —Sonríe Fermión.

Tau y Sharon palidecen. Fermión les ofrece.

—Hoy os invito a comer aquí en la zona cero, conmigo y con papá y mamá, después personalmente os llevaré a vuestra habitación, ahora seguidme. Empiezan a andar por los pasillos, mamá se coge del brazo de Tau y papá le ofrece con una sonrisa su brazo a Sharon, ellos están alucinados, Fermión los observa de soslayo y sonríe. Mamá les dice:

—La comida os gustará, hay una extensa carta donde escoger. —Entran en la amplia sala del comedor hay muchas mesas un robot doméstico sale a recibirles y les indica.

—Seguidme por favor. —Les lleva a un bonito apartado donde hay una mesa rectangular con cinco amplias sillas, amablemente papá retira la silla y le pide con una sonrisa a Sharon.

—Siéntate por favor.

—Gracias —contesta ella automáticamente. Papá mira inquisidor a Tau, este lo entiende, retira la silla correspondiente y le dice a mamá con una sonrisa.

—Siéntate por favor.

—Gracias Tau —le dice mamá sonriéndole. En la mesa mamá queda frente a Tau y papá frente a Sharon, Fermión se sienta en la cabecera. El robot trae la carta, mamá la coge y después de repasarla con la mirada unos minutos, mira a Tau sonriéndole.

 

—Tau me permites una sugerencia.

—Claro que sí mamá.

—Pues elige el número 52.

—De acuerdo mamá —contesta Tau. Mamá dirige su mirada y su sonrisa a Sharon.

—Y a ti te sugiero el número 32.

—De acuerdo mamá —contesta Sharon. Tau y Sharon les siguen la corriente como si estuvieran soñando.

—Y sigue mamá, yo elegiré el 27 y a ti papá te recomiendo el 41.

—De acuerdo mamá —responde papá. Luego mamá se dirige a Fermión.

—A ti no te recomiendo nada, tú ya conoces muy bien la carta —le dice familiarmente.

—Pues sí —reconoce Fermión—. Yo elegiré el vino. —Tau y Sharon alucinan, hace tiempo que no beben vino.

Fermión llama al robot doméstico, que acude presto y recoge las comandas. Mientras esperan al robot con lo que han pedido, mamá comenta dirigiéndose a Sharon y a Tau.

—Veréis cómo os gustará Titán, es precioso haremos unas excursiones a sitios maravillosos, nosotros ya hemos estado otras veces. ¿Eh papá?

—Sí —contesta papá—, a mí me encanta. —Fermión sonríe.

Sharon y Tau cada vez están más perplejos y más ahora que los robots les parecen más humanos, se miran y se adivinan el pensamiento. ¡Es para volverse locos! ¡Coinciden!

Al fin llega el robot y empieza a repartir los platos, primero el de Tau, el número 52, Tau da un respingo de sorpresa y exclama.

—Es el plato que me preparaba mi madre, Actaea y que a mí más me gustaba. —Luego el robot sirve a Sharon, que también se lleva una gran sorpresa.

—Tau, es el plato que me hacia tu madre, porque a mí me gustaba. —Luego el robot sirve a papá y a mamá. Tau identifica los platos.

—Sharon, lo que han traído para ellos, son los platos preferidos por mis padres Kerveros y Actaea. —Tau mira inquisidor a Fermión, este interpreta la mirada.

—No tenéis que sorprenderos —les aclara Fermión—, ya te dije Tau que tus padres están bien, ellos nos han informado con todo detalle de vuestros gustos y se los hemos insertado a estos robots para que su compañía os sea grata. —Empiezan a comer, primero con reparo, luego Tau comenta.

—Sharon esto está muy bueno.

—Sí Tau y lo mío también. —Y siguen comiendo muy a gusto, bajo la mirada complacida de papá y mamá.

—Tau. –

—Dime Sharon. –

—El vino está exquisito pero me siento la cabeza algo turbia.

—No te preocupes —le dice él sonriendo—, yo estoy igual.

Cuando terminan Fermión les dice:

—Papá y mamá se tienen que ir a descansar. —Los mencionados se levantan, mamá abraza a Tau y luego a Sharon.

—Adiós hasta luego. —Papá levanta su mano y se despide con un adiós.

—Adiós —responden Sharon y Tau. Papá y mamá se van cogidos de la mano. Ellos se quedan abstraídos mirándolos. La voz de Fermión los devuelve al mundo real.

—Vamos os acompañaré a vuestra habitación. —Minutos después un robot doméstico les trae un vehículo interior—. Subid —les manda Fermión. A la que el vehículo se pone en marcha Tau le pregunta muy curioso.

—¿Cómo se ha conseguido una inteligencia artificial tan perfecta? Es increíble son totalmente perfectos.

—No son perfectos, ya os lo dije —les recuerda Fermión—, existe una ínfima posibilidad de fallos, recordar son robots, siempre tendréis que tener los Aquiles a punto.

—Otra pregunta Fermión, si son robots ¿cómo pueden comer como personas?

—Creo que ya os lo expliqué —comenta Fermión—, pueden ingerir cualquier materia y convertirla en combustible atómico. —Ya no pueden preguntar nada más porque están a la puerta de la habitación. Fermión se despide—. Recordad, pasado mañana a las 7 a. m. de la Tierra vendrá el robot a buscaros, tendréis que equiparos con los quimonos y podéis llevaros vuestros neceseres personales. —Tau y Sharon se bajan del vehículo, Fermión arranca y se va, entran en la habitación.

—Tau estoy aturdida no puedo digerir tantas novedades raras de golpe. —Y se derrumba en la cama, a su lado lo hace él.

Sharon —le propone Tau—, creo que esta noche tendríamos que ir a cenar al restaurante a ver si encontramos a Ovidio y a Alena.

—Sí, Tau —aprueba ella—, ellos entraron con Fermión, papá y mamá, tienen que saber muchas cosas de papá y mamá. ¡Oh! no me sale llamarles robots.

—Sharon, los hemos visto una vez y ya los humanizas, hemos de recordar ¡que son robots! —exclama Tau.

—Tienes razón Tau —le concede ella—, ahora son las cinco podemos descansar tres horas hasta la hora de cenar —propone.

—De acuerdo —asiente Tau. A las 8 p. m. de la Tierra se levantan y se dirigen al restaurante, al llegar otean el ambiente para ver si divisan a Ovidio y Alena, no los ven.

—Tau vamos a servirnos la cena, nos sentamos y mientras cenamos igual vienen. —Cuando se han sentado Tau advierte.

—Sharon, hay seis personas detrás de ti a las que no había visto antes, que no nos quitan ojo. —Ella se gira discretamente con disimulo.

—Es cierto Tau nos miran con mucho interés.

—Tranquila —le dice Tau— empiezan a avanzar hacia nosotros, supongo. —Cuando los seis llegan a la mesa les preguntan.

—¿Sois Tau y Sharon? ¿Verdad? —No tienen tiempo a responder de no se sabe dónde aparecen Alena y Ovidio.

—Hola buenas noches —saludan en plan alegre y optimista.

—Tau, Sharon —les dice Alena os presento a vuestros vecinos en el viaje a Titán, ¿no os conocíais? ¿Verdad?

—Claro que no —responde el grupo. Tau y Sharon siguen mudos. Alena coge a una componente del grupo y la acerca a la mesa.

—Esta es Sara. —Sara inclina la cabeza en señal de saludo y es correspondida por Tau y Sharon. Sara es una fornida mocetona de unos treinta años, morena con un cuerpo forjado en el deporte y con poco estilo femenino.

—Esta es Judit —sigue Alena. Se saludan igual. Judit, al contrario de Sara, es una morena guapa y muy femenina—. Estos son los hermanos Abraham e Isaac —sigue Alena con las presentaciones. Se saludan igual. Los dos hermanos son hombretones de semblante nada amable incluso cuando sonríen—. Y estos son Noé y David —sigue Alena para terminar las presentaciones se saludan con ligeras inclinaciones de cabeza. Noé es fino y delicado con un estilo marcadamente femenino. David es una especie de modelo masculino, parece muy enamorado de sí mismo—. Estas personas —aclara Alena, forman el grupo omega y son ganadores del premio a la mejor sugerencia científica, otorgado por la academia de ciencias de la Tierra, el premio consiste en una estancia de tres meses en Titán y partirán con vosotros.

Sharon y Tau se alegran de viajar con seres humanos y se lo hacen saber.

—Encantados de teneros de compañeros de viaje. —Sara les pide.

—Mañana podemos vernos en la playa para conocernos mejor.

—No puede ser —le contesta Sharon—, lo sentimos pero hemos de despedirnos de muchos amigos y seguro que nos tomará todo el día, pero seguro que podremos conocernos en la zona cero.

—Pues hasta pasado mañana nos vamos a cenar —se despide Judit. Alena y Ovidio se quedan con Tau y Sharon. Tau les pregunta.

—¿Les habéis hablado de nosotros?

—De ninguna manera —responde Ovidio.

—Les habrá hablado Fermión —sugiere Sharon.

—¿Fermión? Ni mucho menos —afirma Alena.

—Pues ellos han venido preguntando si éramos Tau y Sharon, habéis llegado vosotros y no hemos tenido tiempo de contestarles. —Ovidio y Alena se miran unos instantes y Alena exclama.

—Qué raro ¿verdad? Ovidio.

—Bueno no os preocupéis que no pasa nada —les dice Ovidio. Sharon y Tau terminan de cenar, tienen besos y abrazos de despedida con amigos que se encuentran, luego saludan agitando la mano al grupo omega que están sentados en una mesa y se encaminan a la habitación con ganas de llegar, cuando abren la puerta Sharon se va directa a la cama.

—Tau estoy muy cansada, mañana será otro día. —Él le contesta.

—Hoy estoy de acuerdo contigo cariño pero pondremos el despertador a las seis para estar en el gimnasio a las siete, seguro que a esta hora encontraremos a Giles a Idola y a Plinio.

Cuando Ovidio y Alena se quedan solos con voz muy queda comentan.

—Mañana hemos de hablar con Fermión.

Suena el zumbador del despertador, les cuesta levantarse, bostezan, se desperezan; cuando al final lo consiguen se van directos al baño, después de una ducha rápida y fresquita para despejarse, cogen sus toallas y se encaminan al gimnasio. Al primero que ven es a Giles.

—Hola Giles —le saluda Sharon mientras le abraza. Tau es sorprendido por Idola que le prodiga uno de sus abrazos de oso.

—¡Hola! Tau. —Y además lo besa—. Os esperábamos —les dice Idola—, os veo muy tensos y cansados debido seguramente a un estado de ansiedad que estáis sufriendo.

—Tienes razón Idola —le asevera Sharon—, es por el cambio de vida que intuimos.

—Hemos pensado para vosotros un buen masaje relajante. —Giles asiente.

—Y Plinio —pregunta Tau.

—Vendrá más tarde —contesta Idola. Giles coge de la mano a Sharon.

—Ven conmigo. —Y se la lleva a una cabina de masajes. Idola se queda con Tau y se lo lleva a otra cabina.

Ha transcurrido más de una hora; Sharon y Giles, Tau y Idola salen de las cabinas de masaje y se reúnen en el salón, Sharon y Tau lucen una expresión de gran satisfacción tan notoria que Sharon le pregunta a Tau en voz muy baja.

—¿Ya me dirás que te ha hecho Idola para ponerte así?

—Y tú me cuentas lo que te ha hecho Giles —le dice Tau con voz muy baja también. Los dos se ríen con ganas.

—Mira Tau Plinio está allí sentado —lo señala Sharon. Plinio se acerca a ellos.

—Os estaba esperando quería despedirme de los dos. —A Idola se le ocurre.

—Nos podemos encontrar todos en el restaurante a la hora de comer. —Todos están conformes.

Sharon y Tau se van a la habitación. Ella pulsa su anillo.

—¿Qué haces? —le pregunta Tau.

—Pues un requerimiento al robot para que nos traiga el desayuno, ¡tengo hambre!

—¡Y yo también! —confiesa él. Mientras desayunan, ella expresa un deseo.

—Quiero ir a la playa, creo que será la última vez por mucho tiempo.

—Iremos a la playa —reitera Tau—, yo también estoy algo nostálgico, porque lo hemos pasado muy bien.

—Quiero estar tumbada en la arena, relajada y tranquila, hasta la hora de comer.

—Sharon, te lo aplaudo y te lo copio —le dice Tau con humor. A lo lejos divisan al grupo omega que no se atreve a acercarse.

Después de más de tres horas de descanso en la playa se dirigen al comedor, mientras caminan ella le pide a Tau.

—A ver si abreviamos con la comida, nos despedimos y nos vamos a la habitación.

—Y por la noche ¿volvemos a cenar?

—No, Tau le pedimos al robot que nos traiga la cena a la habitación, quiero contemplar el maravilloso paisaje lunar, porque en las entrañas de la Luna dejaremos de verlo.

—Tienes razón Sharon. —Cuando llegan al comedor Giles, Idola y Plinio, ya les están aguardando, se sientan todos juntos en animada reunión.

—Mira Tau —le alerta ella. Tau ve una mesa en la que están el grupo Omega y los acompañan Ovidio y Alena.

—Bueno Sharon no veo nada raro, son recién llegados y les estarán agasajando.

En esta misma mañana, muy temprano Ovidio y Alena por el comunicador han hablado con Fermión.

—Queremos poner en tu conocimiento algo que no sabemos si puede ser importante.

—Os espero en mi despacho lo antes posible.

Ovidio y Alena entran en el despacho de Fermión.

—Sentaos —les pide—, ¿de qué se trata?

—Fermión —empieza Alena—. ¿Quién le ha hablado al grupo Omega de Tau y Sharon?

—Nadie —contesta Fermión— no es posible que el grupo Omega conozca su existencia.

—Pues —continúa Ovidio— en el comedor, cuando nosotros llegamos, se habían acercado a ellos y les preguntaban: ¿vosotros sois Tau y Sharon?

—¡Caramba! —exclama Fermión—. Habéis hecho bien en comunicármelo porque realmente es intrigante. Quiero que hagáis algo a la hora de comer, aprovechando que Tau y Sharon estarán con sus amigos, os incorporáis a la mesa de los Omega, a ver qué averiguáis.

 

Para Tau y Sharon la comida transcurre animada y divertida hasta la hora de despedirse, besos y abrazos. Tau piensa con humor.

«Tardamos más en despedirnos que en comer». Al fin se encaminan a la habitación.

—Tau, mañana a las 6 a. m. de la Tierra tenemos que estar en pie, a la que pille la cama me tumbo hasta la hora de cenar.

Les despierta la llamada del robot que les trae la cena, una vez la deja preparada con esmero, el robot se va y cierra la puerta.

—Tau, me voy a la ducha para despertarme del todo.

—Vale, te acompaño. —Luego se dirigen a la mesa.

—Tau la ducha me ha despertado la mente y el hambre.

—Pues vamos que esto es contagioso Sharon —le contesta él riendo.

Ya satisfechos en todos los aspectos físicos, se tumban en la cama contemplando el maravilloso paisaje lunar y como horizonte la Tierra. Así transcurren largos minutos. Hasta que Tau acerca su boca a la oreja de ella y le dice muy quedo.

—Me gustaría un hermoso recuerdo de esta noche en la Luna a la luz de la Tierra.

—¡Oh! Tau. Yo también lo deseo —le contesta ella con entusiasmo.

Suena el zumbador de la alarma del despertador, son las 6 a. m. de la Tierra, automáticamente, se levantan, se duchan, se visten sus quimonos, preparan sus neceseres para llevárselos y esperan sentados la llegada del robot contemplando el paisaje lunar y la Tierra.

Puntual como siempre aparece el robot, lleva acoplados dos asientos les ordena.

—Acomodaos. —Antes de hacerlo lanzan una última y nostálgica mirada a la habitación. En unos momentos ya están circulando por los pasillos hacia la zona cero.

Antes de llevarles ante Fermión, el robot les lleva a un restaurante de la zona cero, les manda.

—Apeaos y desayunad, tenéis cuarenta y cinco minutos.

De buena mañana Fermión está reunido con Ovidio y Alena.

—¿Habéis averiguado algo? —les pregunta Fermión.

—Nada —contesta Alena—, amparándose en el jolgorio han eludido todos los cebos.

—Bien —propone Fermión—. Tú Ovidio proponles unas conferencias sobre el tema que el grupo Omega presentó en el concurso, no se pueden negar. Y tú Alena consigue las fichas de cada uno del grupo, quiénes son los promotores del concurso y lo que puedas averiguar de cada uno de los miembros del jurado que les otorgó el premio. Dentro de tres días nos reuniremos vosotros, yo papá y mamá, ¿alguna pregunta?

—No ninguna —contestan Ovidio y Alena.

Han pasado los cuarenta y cinco minutos otorgados por el robot, Tau y Sharon ya han desayunado y se encuentran a gusto. Como siempre, puntual aparece el robot con sus dos asientos acoplados.

—Acomodaos —les ordena—. Os llevaré ante Fermión.

Como otras veces el robot se detiene ante la mesa de despacho, se desconecta de los asientos, se va y los deja allí sentados.

—Bueno Tau a ver qué pasa ya llevamos aquí sentados varios minutos —se queja ella.

—Tranquilízate que no tenemos prisa —le razona él.

Poco después aparece Fermión con papá y mamá. Mamá se abalanza a Sharon y la abraza.

—Hola Sharon —luego abraza a Tau—, hola Tau —mientras papá abraza a Sharon y luego a Tau.

«Qué programación más cariñosa que les han insertado», piensa Tau. En la sala hay una mesa para pequeñas juntas. Fermión la señala.

—Venid, nos sentaremos allí. —Una vez acomodados Fermión empieza—. Os voy a comentar a grandes rasgos vuestro programa de actividades en estos doce días hasta que embarquéis en la nave de Titán, en gimnasia, desayuno, almuerzo y cena seguiréis el horario y la rutina de siempre. En cuanto a vuestro programa de preparación incluye: conocer el traje espacial de Titán, os ilustrará vuestro amigo Argus en la sastrería, charlas con papá y mamá, que son expertos exploradores de Titán, os darán a conocer las características de Titán y los peligros a los que os podéis enfrentar y la manera de evitarlos. Luego asistiréis a unas conferencias ofrecidas por el grupo Omega relacionadas con el trabajo que presentaron en el concurso.

Tau y Sharon escuchan atentamente mientras papá y mamá los contemplan embelesados.

—También —sigue Fermión— esporádicamente tendréis la visita de vuestros amigos Ovidio y Alena. ¿Alguna pregunta?

—No tenemos ninguna —responde Tau.

—Ahora el robot os trasladará a la habitación asignada —les informa Fermión—, los dos primeros días os llevará al gimnasio, al restaurante y al club, para que conozcáis el camino. —Fermión, papá y mamá se despiden con un hasta pronto y con una gran sonrisa.

Sharon y Tau vuelven a sentarse en los asientos del robot, este no se hace esperar. Por el camino ella comenta.

—Tau, cada vez estoy más a gusto con papá y mamá. ¿Has visto cómo nos miraban?

—Sí, lo he visto, pero recuerda siempre que son máquinas, están programados no tienen sentimientos ni conciencia.

—Lo entiendo Tau, pero me cuesta mentalizarme.

Llegan a un ascensor, el robot les anuncia.

—Ascensor 27. —Salen del ascensor, inician un recorrido por un pasillo, el robot se detiene.

—Recordad habitación 112, apeaos. —Se apean de los asientos y el robot se va. Abren la puerta e inspeccionan la habitación, es amplia bien iluminada, con una amplia cama, un sofá para dos, una mesa con dos sillas y un amplio cuarto de baño.

—Es muy bonita ¿verdad Tau?

—Sí, pero le falta aquel gran ventanal.

—Todo no puede ser Tau estamos en un sótano.

—Tengo hambre son cerca de las 14h de la Tierra pronto vendrá el robot a buscarnos —le recuerda Sharon.

—¡Ah! No te olvides Sharon que aquí, excepto en el gimnasio debemos ir equipados con el quimono.

Puntual se presenta el robot con los dos asientos acoplados, les ordena:

—Sentaos os llevo al comedor, en cincuenta minutos pasaré a buscaros. Tau y Sharon cuando llegan se dedican al reconocimiento del lugar.

—Mira Tau es como el restaurante del oasis, quizá algo más grande, pero igual de bien surtido.

—Pero cambia el ambiente Sharon, en el del oasis la gente estaba divertida y despreocupada y aquí la comida es un alto en el trabajo y se nota en el ambiente. Mientras hablan se van suministrando en sus bandejas lo que les apetece.

—Bueno Tau —decide ella—, ya es bastante. ¿Dónde nos sentamos?

—¡Aquí tenéis sitio! —oyen una voz, es el grupo Omega.

—Vamos Sharon nos conviene hablar con ellos serán nuestra compañía por bastante tiempo. —Se acercan al grupo y son recibidos con simpatía.

—Hola Tau, hola Sharon —les saluda Sara con una gran sonrisa, los demás saludan con la mano—. Al fin podremos hablar.

—Sí —contesta Tau—, pero hoy no por mucho tiempo solo tenemos cincuenta minutos hasta que nos venga a recoger el robot para llevarnos a no sé dónde

—Nosotros acabamos de llegar y también nos han dado cincuenta minutos, les aclara Sara.

—Supongo que asistiréis a nuestras conferencias —les pregunta Judit.

—Yo creo que nos dejarán ir —le contesta Sharon.

—¿Quién da las conferencias? —pregunta Tau.

—Las doy yo —aclara Judit—. Veréis, yo propuse el tema y me asignaron a unas personas para que me ayudaran. Tengo muchas ganas de explorar Titán, con suerte podré probar algunas de las teorías.

—¿De tus teorías? —inquiere Tau.

—No, no son mías pero las estudio porque me intrigan —le aclara Judit.

A Sharon le cae muy bien Judit y se ofrece.

—Oye Judit en Titán, si nos dejan nos encantará colaborar contigo.

—Gracias Sharon —le contesta Judit, ilusionada y agradecida.

A los cincuenta minutos llega Ovidio con un vehículo para recoger al grupo Omega.

—Mira Tau Ovidio acompaña al grupo Omega.

—Sí, supongo que tendrán algún programa que cumplir. —Todos se levantan de la mesa, incluso Tau y Sharon, porque su robot vendrá a buscarlos a la misma hora. Y empiezan las despedidas. Judit se acerca a Sharon.

—Supongo que a nosotros nos darán la misma preparación que a vosotros, mañana por la mañana —sigue Judit— estaremos en las charlas que darán los robots exploradores.

—¡Papá y mamá! —interrumpe Sara jocosamente, Sara y todo el grupo, excepto Judit ríen con ganas la burla de Sara. Ovidio mira a Sara sorprendido, pero no dice nada. Sharon se encara con Tau.

—Tau, se están burlando de papá y mamá —exclama indignada y furiosa.