Cartas II (Edición crítico-histórica)

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[36] Discant autem et nostri bonis operibus praeesse ad usus necessarios: ut non sint infructuosi (Tit. III, 14).

[37] ...quasi liberi, et non quasi velamen habentes malitiae libertatem, sed sicut servi Dei (I Petr. II, 16).

[38] Luc. XII, 31.

[39] Vos estis lux mundi. Non potest civitas abscondi supra montem posita. Neque accendunt lucernam, et ponunt eam sub modio, sed super candelabrum ut luceat omnibus, qui in domo sunt. Sic luceat lux vestra coram hominibus: ut videant opera vestra bona, et glorificent Patrem vestrum, qui in caelis est (Matth. V, 14-16).

7. Aparato crítico


1aVerdad m51,1 i5,3 ] Verdad, v5,5
1bobscuridad m53,1 ] oscuridad v5,5 i5,3
1caún v5,6 i5,4 ] aun m51,2
2aenseñar5; m53,2 ] enseñar5: v5,6 i5,4
2ccristianos, sin excepción, m52,3 i5,5 ] cristianos sin excepción v5,7
3btemporales, m52,4 i5,5 ] temporales v5,8
3cde nuestra Obra— m52,4 i5,6 ] del Opus Dei— v5,8
5cobscurece m53,6 ] oscurece v5,11 i5,7
5daún i5,8 ] aun v5,11 m51,7
7adesarrollan, desde hace siglos, m52,9 i5,9 ] desarrollan desde hace siglos v5,13
7breligiosos, con su actividad docente, m52,9 i5,10 ] religiosos con su actividad docente v5,14
9aes secular, profesional—, m52,11 i5,11 ] es profesional—, v5,16
9bpuedan hacer v5,16 i5,12 ] pueden hacer m51,11
10aque el Opus Dei v5,17 ] que la Obra m51,12 i5,12 || enseñanza. v5,15 ] enseñanza: éste ha sido el motivo que, durante años, me ha llevado a disponer —y aún hoy, en 1948, cuando añado estas palabras, mantengo esta indicación— que no hemos de abrir colegios de segunda enseñanza. Por ahora, no los necesitamos, y no convendrá tenerlos mientras no quede bien demostrado —mientras no entre por los ojos a la gente— que nuestro principal apostolado es el trabajo que cada uno realiza entre sus iguales, allá donde ha recibido la llamada divina. m51,12-13 i5,12
10bTú eres m52,13 i5,13 ] tú eres v5,17
13ade nuestro Opus Dei; v5,20 ] de nuestra Obra; m51,15 i5,15
13bhaciendo del estudio y de la docencia —vuestro trabajo profesional— también un medio de santidad personal, v5,21 ] porque el estudio y la docencia —vuestro trabajo profesional— son en nuestro caso medio de santidad personal, m51,16 i5,15
14aesa labor que v5,21 ] esa labor, que m51,16 i5,16 || de la enseñanza v5,21 ] de la enseñanza, m51,16 i5,16
14bSueño con que haya pronto profesionales m52,17 i5,16 ] Sueño con que, junto a los Directores y siguiendo sus indicaciones, haya pronto profesionales v5,22 || transmitiendo m51,17 i5,16 ] trasmitiendo v5,22
15ala Obra no constituirá m51,18 i5,17 ] el Opus Dei no constituirá v5,23
15bse haga; porque —aprovechando este modo de proceder tan habitual en la sociedad civil— será m52,18 i5,17 ] se haga, porque será v5,23 || apostolado; m52,18 i5,17 ] apostolado, v5,23 || Casa; y porque m52,19 i5,17 ] Casa, porque v5,23
17adel Opus Dei; v5,24 m51,20 ] de la Obra; i5,18
17by de todos i5,18 ] y todos v5,24 m51,20
17dy que estén dispuestos m52,21 i5,19 ] que estén dispuestos v5,25
17ehacia la Iglesia, m52,21 i5,19 ] hacia la Iglesia v5,26 || y con una delicada m52,21 i5,19 ] y una delicada v5,26
18aporque el Opus Dei, v5,27 ] porque la Obra, m51,22 i5,20
18cintervenciones extrañas, m52,23 i5,20 ] intervenciones extrañas v5,27
19anuestras obras corporativas m52,23 i5,21 ] las obras corporativas del Opus Dei v5,28 || han de ser m53,23 ] son v5,28 i5,21 || estarán m53,23 ] están v5,28 i5,21
20cmarcha, con hondura, m52,25 i5,22 ] marcha con hondura v5,29
21adelante la m51,25 v5,29 ] delante de la i5,22
22apor las que, en m52,27 i5,23 ] de que, en v5,31
23bde la Obra o no—, m52,28 i5,24 ] del Opus Dei o no—, v5,32
23co contra sus m52,29 i5,25 ] o aun contra sus v5,33
24alabores corporativas de la Obra m52,29 i5,25 ] obras corporativas del Opus Dei v5,33
24cY así, nuestros m52,30 i5,26 ] Por eso, nuestros v5,34
26bmuchos m51,32 v5,36 ] varios i5,27
28aobligaciones, m52,34 i5,28 ] obligaciones v5,37 || disminución m52,34 i5,28 ] constricción v5,37
29by para facilitar m52,36 i5,30 ] y facilitar v5,39
31bla Obra de Dios sobre la tierra, m52,36 i5,31 ] el Opus Dei sobre la tierra, v5,41
nt9subvertetur i5,6 ] subvertetur v5,9 | subvertatur m51,40
nt13Unigenito suo i5,9 ] Unigenito suo v5,12 | Unigenito sua m51,41
nt14ASS X [1877-1878] p. 590). ] ASS X (1877-1878) p. 590). i5,9 | ASS X, 1877-1878, pp. 585-592). v5,12 | ASS X (1908). m51,41
nt16Tertullianus, De idololatria, 14. v5,13 ] Tertullianus, De idolol. 14. i5,9 | ...compossesores mundi, non erroris (Tertullianus, De idolol. 14). m51,41
nt20Natura enim parentes i5,14 ] Natura (...) parentes v5,18 | Natura parentes m51,42 || instituendi, i5,14 ] instituendi v5,18 | instituendi m51,42 || doctrina puerilis. i5,14 ] disciplina puerilis. v5,19 | disciplina puerilis. m51,42 || omninoque i5,14 ] omninoque v5,19 | omnique m51,42 || educare liberos, ] educare liberos, v5,19 | educere liberos, m51,42 i5,14 || uti par est ASS22,403 ] ut par est v5,19 | ut par est m51,42 i5,14
nt2320, Invisibilia i5,16 ] 20. Invisibilia v5,21 | 20. Invisibilia m51,43 || cognitionem i5,16 ] cognitionem v5,21 | contemplationem m51,43

[1] Nota 23/65 (nv), del 21 de enero de 1966, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[2] Cfr. Onésimo DÍAZ, Posguerra. La primera expansión del Opus Dei durante los años 1939 y 1940, Madrid, Rialp, 2018, pp. 113-120.

[3] Cfr. Camino, OC,I/1, p. 112.

[4] Cfr. Ramón POMAR, “San Josemaría y la promoción del Colegio Gaztelueta”, SetD 4 (2010), p. 114.

[5] Sobre la historia de este colegio, ver Ramón POMAR, Gaztelueta, un estilo educativo, Las Arenas, Fundación Gaztelueta, 1997, además del artículo de SetD apenas citado.

[6] Cfr. Madonna M. MURPHY, “Educación y enseñanza”, en DJE, p. 363.

[7] Cfr. Ramón POMAR, “San Josemaría y la promoción...”, p. 118.

[8] Cfr. John L. ALLEN JR., Opus Dei. An Objective Look Behind the Myths, New York, Doubleday, 2005, pp. 33-35.

[9] En los últimos años han ido apareciendo múltiples estudios históricos y conmemorativos sobre iniciativas de este tipo, en todo el mundo. Remitimos a los elencos bibliográficos de Studia et Documenta, que dan noticia prácticamente exhaustiva de ellos: cfr. SetD 4 (2010), pp. 528-538; SetD 9 (2015), pp. 478-490; SetD 12 (2018), pp. 522-531.

[10] Se puede excluir que el párrafo fuera añadido después de 1968 pues el texto mecanografiado en las cuartillas m5 coincide con v5, excepto en el párrafo en cuestión y en algunas pequeñas enmiendas autógrafas correspondientes a la fase m52, posterior al volumen II de 1968.

1a 1 Mt 28,19. | 2 Mt 28,20. | →

1b 3 Pr 8,1-3. | →

1c 4 Ef 4,12-13. | →

2a 5 PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, 31 de diciembre de 1929, AAS 22 (1930), p. 54. Cfr. LEÓN XIII, enc. Libertas, 20 de junio de 1888, ASS 20 (1887), pp. 593-613. | 6 Ef 1,10. | →

2c 7 A Diogneto, 6 (SC 33, p. 65). | →

3a «euntes ergo...»: cfr. Mt 28,19. | «misión específica de los seglares»: entre los años veinte y cincuenta del siglo XX, el apostolado de los laicos era generalmente visto como una mera participación en el apostolado jerárquico, consecuencia de haber recibido un mandato o misión canónica. En aquellos momentos ese planteamiento supuso un progreso en el papel eclesial de los laicos y le dio una gran vitalidad, principalmente a través de la Acción Católica y organizaciones afines. Pero, como hizo notar el Concilio Vaticano II, esa visión tenía algunos límites, pues «el apostolado de los laicos es participación en la misma misión salvífica de la Iglesia, apostolado al que todos están destinados por el Señor mismo en virtud del bautismo y de la confirmación» (LG, 33), es decir, no en virtud de un mandato o misión canónica, sino por fuerza de la propia vocación bautismal. Lo cual no quita, como añade enseguida la Lumen gentium, que los laicos puedan ser llamados a colaborar de manera «más inmediata con el apostolado de la Jerarquía», incluso ejerciendo ciertos cargos eclesiásticos; pero, como deja claro el texto conciliar, su misión propia está en la santificación del mundo, en su evangelización, en la dilatación del reino de Dios en medio de las cuestiones temporales (cfr. ibid. n.º 35), porque son, como dice aquí Escrivá, «miembros vivos de la Iglesia de Dios». Sobre este tema, ver Conversaciones, OC,I/3, n.º 21, pp. 194-195.

 

3b →

3c 8 Pr 14,34. | 9 Pr 11,11. | →

4c 10 Sb 7,13.

5a 11 Jn 1,4-5,9-12.

5c →

5d 12 S. Th. II-II, q. 188, a. 5 ad 2. | →

6a 13 PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 51.

6b 14 LEÓN XIII, enc. Inscrutabili, 21 de abril de 1878, ASS 10 (1877-1878), p. 590.

6c 15 Cfr. PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 77. | 16 TERTULIANO, De idololatria, 14 (SVC 1, p. 50).

7a 17 S. Th. II-II, q. 188, a. 5 ad 3. | «una actividad laical y secular»: en este y en los siguientes párrafos, san Josemaría realiza una distinción que puede parecer sutil, pero que para él es importante, ya que le permite explicar mejor un aspecto del espíritu que predica. El profesor o maestro del Opus Dei no enseña solamente movido por el deseo de realizar un apostolado eficacísimo, sino porque desea ejercitar su profesión, que es la docente, y de este modo dar gloria a Dios. Como cualquier otro cristiano, puede y debe santificar esa noble actividad, y tratar de acercar a sus alumnos a Dios, dando una visión y un criterio cristianos acerca de muchos aspectos filosóficos, históricos, éticos, etc., que son objeto de su enseñanza. Pero esto no quita que el trabajo profesional deba regirse por sus propios principios humanos, independientemente del apostolado que con él se realiza, como en cualquier otra profesión. Para Escrivá, la vocación profesional y la vocación a la santidad confluyen en la persona, pero son distintas. | →

7b «no pretenden nunca ejercer una profesión»: por el contexto y otras afirmaciones de Escrivá, cuanto dice en este párrafo no debe tomarse como una crítica velada a la meritoria tarea que realizan los religiosos en la enseñanza, llevada frecuentemente a cabo con altos niveles de profesionalidad y rigor científico. Lo que quiere subrayar san Josemaría, usando el contraste, es que el laico del Opus Dei no está llamado a trabajar en la enseñanza como consecuencia de su vocación a la santidad sino por su propia vocación profesional. Su trabajo es plenamente laical, no sacralizado, aunque esté ofrecido amorosamente a Dios. No es un mero apostolado, sino un trabajo civil que obtiene resultados apostólicos. Su visión acerca de la vida consagrada puede no coincidir con la que hoy día tienen de sí mismos muchos miembros de órdenes y congregaciones religiosas, pero para Escrivá el trabajo profesional de un religioso es consecuencia de una llamada a ejercer un apostolado. En el caso de un miembro del Opus Dei, ocurre lo contrario: un trabajo profesional se convierte en instrumento de apostolado. Las realidades seculares se quieren elevar a Dios sin que dejen de ser lo que son: trabajo laical de seglares responsables y al mismo tiempo atentos a la trascendencia cristiana de su tarea. | →

8a 18 Cfr. PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 63.

9a «no convendrá que trabajemos con los religiosos»: el criterio que establece aquí responde a lo que se ha venido diciendo: que los miembros del Opus Dei ejerzan su profesión con libertad, en medio del mundo, purificando e iluminando con el Evangelio tantos ambientes educativos alejados de Dios, porque a eso han sido llamados, sin confundir su vocación profesional con la llamada a la santidad, que ilumina aquella sin anularla, y sin querer refugiarse en ambientes oficialmente católicos para desempeñar su trabajo. De ahí también que los colegios promovidos por personas del Opus Dei no aparecerán como oficialmente católicos o confesionales, aunque sus valores estén firmemente inspirados en la doctrina de Cristo, porque son ante todo tareas profesionales y laicales. Esta indicación no supone para Escrivá un desapego hacia los religiosos, con los que sus lazos de comunión fueron siempre fortísimos (como botón de muestra, se encuentran testimonios al respecto en el libro de Rafael SERRANO [ed.], Así le vieron. Testimonios sobre Monseñor Escrivá de Balaguer, Madrid, Rialp, 1992), sino prudencia para que no se termine por equiparar a los miembros de la Obra con ellos, haciendo más difícil —si no imposible— su trabajo en una sociedad secularizada. | →

9b →

10a →

10b 19 Sal 25[24],5. | →

12a 20 LEÓN XIII, enc. Sapientiae christianae, 10 de enero de 1890, en ASS 22 (1889-1890), p. 403.

12c 21 PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 68.

13a 22 Jn 8,12. | «centros dirigidos por la Obra»: se está refiriendo a las obras corporativas, en las que el Opus Dei se hace responsable de la orientación cristiana de tales centros, y en ese sentido se puede decir coloquialmente que los dirige. No significa que ejercite un control total sobre su gestión, sino que inspira sus valores, vivificando cristianamente esas actividades, proporcionando una garantía moral y una asistencia pastoral específica, y, en este sentido, se puede afirmar que las dirige en el plano espiritual (cfr. Ernst BURKHART, “Actividad del Opus Dei”, en DJE, pp. 63-71). Las

obras corporativas son relativamente pocas, en comparación con el otro tipo de centros que describe en este párrafo, en los que el Opus Dei presta solo alguna ayuda pastoral, o ni siquiera eso, pues son promovidas por personas y entidades que buscan realizar una tarea profesional y cristiana, tras haber sido estimulados por el espíritu que difundió Escrivá. Cfr. introducción a esta Carta. | →

13b 23 S. Th. II-II, q. 180, a. 4 c. | →

14a →

14b →

14c «haya en todas las Regiones»: se trata de un proyecto que todavía no ha llegado a realizarse tal como lo describe aquí, aunque sí se han promovido centros de formación superior para quienes se dedican profesionalmente a la enseñanza, de los que habla a continuación.

15a 24 Jn 8,31-32. | →

[41]15b «en Casa»: en el Opus Dei. | →

16b 25 Mt 5,19.

17a →

17b →

17c «socios de la Obra»: hoy se prefiere la terminología “miembros” o “fieles” de la Obra.

17d →

17e 26 Hch 18,25. | →

18a «el control de la dirección»: se refiere a que personas formadas en el espíritu de la Obra —normalmente los mismos propietarios o gestores del ente en cuestión— deben poder garantizar con su trabajo e influencia que tal instrumento no se aparte de la finalidad profesional y apostólica para el que fue creado, de acuerdo con los propios estatutos, como es habitual en múltiples organizaciones, católicas o no. | →

18b 27 Jn 8,50.

18c →

19a →

20b «obras de San Rafael y de San Gabriel»: los colegios obtienen frutos apostólicos y de evangelización, porque buscan formar cristianamente a los alumnos. Es frecuente que haya quienes deseen mejorar su trato con Dios y aspirar a la santidad en la vida ordinaria. En estos casos, con plena libertad, tanto los alumnos como las familias pueden participar en las labores específicas que el Opus Dei desarrolla para la juventud (obra de San Rafael) o para personas adultas (obra de San Gabriel). Estas dos obras son independientes de la formación cristiana que se imparte en el colegio, y suelen dessarrollarse en otros lugares, como centros juveniles, casas de retiro, etc., o también —en el caso de los padres— en las instalaciones del propio colegio, pero fuera del horario escolar. Cfr. Ernst BURKHART, “Actividad del Opus Dei”, en DJE, pp. 63-71).

20c * 28 1 Co 9,16. | →

21a →

21b 29 Ef 4,14-15.

22a →

22b 30 Cfr. PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 59.

23b →

23c 31 Ibid., p. 59. | 32 Ibid., p. 64. | →

24a «oficial u oficiosamente eclesiásticas»: estos criterios, que pueden parecer algo categóricos, quieren impedir la pérdida del carácter eminentemente laical que tienen los colegios de los que está hablando. Ser englobados entre los colegios confesionales terminaría por privarles de una característica, que para el fundador era esencial, como puede verse a lo largo de estas páginas. | →

24c →

25b 33 3 Jn 8.

25c 34 PÍO XI, enc. Divini illius Magistri, p. 63.

26b 35 2 Tm 2,6-7. | →

28a →

28b 36 Tt 3,14.

28d 37 1 P 2,16.

29b →

30b 38 Lc 12,31.

31a 39 Mt 5,14-16.

31b →

CARTA N.º 6

[Acerca de los rasgos característicos de la llamada al Opus Dei y de su misión evangelizadora, al servicio de la Iglesia; también designada por el íncipit Sincerus est; lleva la fecha del 11 de marzo de 1940 y fue enviada el 22 de noviembre de 1966, aunque hay noticias de su impresión ya en febrero de 1963].

1. CONTEXTO E HISTORIA

El 22 de mayo de 1962, san Josemaría recibió de la Santa Sede una respuesta negativa a su propuesta de trasformar el Opus Dei en una figura distinta del Instituto secular. Se trataba del segundo intento fallido, después de 1960, de clarificar la situación jurídica de la Obra, que —a juicio del fundador— no se encontraba ya adecuadamente encuadrada en la figura del Instituto secular [1].

 

Este acontecimiento puede haber acelerado el proceso de revisión y terminación de las Cartas de san Josemaría. En 1962, probablemente Escrivá estaba terminando o tenía muy avanzado su trabajo en lo que él llamaba el ciclo de las Instrucciones, otros escritos fundacionales, que estaba repasando o terminando de completar. Podía ser el momento adecuado para acometer el siguiente ciclo, el de las Cartas, que estaba pendiente de concluir y dar a la imprenta desde hacía tantos años. Se daba cuenta tal vez de que era muy necesario dar doctrina clara a los miembros del Opus Dei sobre la secularidad de su vocación [2] y explicarles por qué la figura del Instituto secular se había vuelto inadecuada para salvaguardarla, ahora que no parecía posible un cambio a corto plazo del propio estatuto jurídico.

Comenzó por enviar escritos a todas las circunscripciones, para clarificar esta cuestión. Al mismo tiempo, mandó al taller de tipografía esta Carta, que según nuestros datos fue la primera en ser estampada, y que trata sobre diversos aspectos de la vocación y de la misión de la Obra, deteniéndose especialmente en la secularidad y en los contrastes del Opus Dei con el modelo de vida de los religiosos.

Esto ocurría en el segundo semestre de 1962, pero no salió de la linotipia hasta febrero de 1963 [3] y, por razones que desconocemos, el fundador prefirió esperar y no enviarla inmediatamente a las regiones. No llegaría a las diversas circunscripciones hasta noviembre de 1966, cuando ya se habían impreso y expedido la mayor parte de las Cartas.

En el texto, san Josemaría no explica las circunstancias históricas que rodeaban aquel 11 de marzo de 1940, en que quiso datar esta Carta. Sabemos que en esos días el obispo de Madrid-Alcalá, don Leopoldo Eijo y Garay, le solicitó que presentara por escrito una instancia para obtener la aprobación diocesana del Opus Dei. El fundador consultó este paso con expertos y dedicó esfuerzo y oración a esta tarea, para formular adecuadamente esa instancia. Se dedicó también a poner por escrito una serie de documentos en los que delineaba los rastos esenciales de la vocación de los miembros del Opus Dei, entre los que destaca su secularidad. Aunque ese trabajo no estuvo concluido hasta casi un año más tarde, en febrero de 1941, tal vez quiso poner la fecha del 11 de marzo de 1940 a esta Carta por su relación con ese momento. La aprobación diocesana fue otorgada un año después, el 19 de marzo de 1941[4].

2. FUENTES Y MATERIAL PREVIO

En AGP se conserva una carpeta (serie A. 3, 91-6) con las fuentes de esta Carta. El manuscrito original mecanografiado, m6, consta de 93 cuartillas apaisadas de 21,5 x 16 cm que presentan signos de haber sido grapadas. El título a mano está escrito en la primera página, por la mano de san Josemaría: “Sincerus est. 11-3-1940. (1)”. Como en los demás originales de estas Cartas, casi todas las páginas tienen alguna anotación autógrafa de san Josemaría, generalmente en cuestiones de detalle.

En el volumen de 1968 (v6) la Carta ocupa de la página 43 a la 119. Conservamos un ejemplar impreso de 1985 (i6), de 61 páginas, en donde no hay erratas anotadas.

3. CUESTIONES DE CRÍTICA TEXTUAL

También en este documento, la mayoría de las diferencias entre las versiones proceden de la revisión m6 2, en la que san Josemaría aportó un buen número de correcciones autógrafas, por lo que no ha habido grandes dificultades para elegir la versión más adecuada. Solo en unos pocos casos hemos optado por la versión de v6, generalmente porque esta fuente aporta mejoras en cuestiones gramaticales pequeñas.

La revisión de m6 2 representa también un deseo de suavizar algunas expresiones, como puede verse —consultando el aparato crítico— en 43c, 44c, 45b.

Por lo demás, casi todas las diferencias son de detalle y se refieren a cuestiones de redacción.

4. CONTENIDO

Trata de diversos aspectos del espíritu del Opus Dei, que el fundador exhorta a vivir bien, y que quiere presentar en su genuina sencillez. De ahí las palabras Sincerus est que quiso poner como íncipit latino.

Como sucede en varias de sus Cartas, san Josemaría va pasando de un tema a otro, sin seguir un esquema rígido y volviendo de vez en cuando sobre algo ya tratado, en «aparente desorden», como explica en otra Carta de este volumen [5].

Hay, sin embargo, un hilo conductor. Su intento es mostrar lo específico del espíritu que predica y su enraizamiento en el Evangelio, y su semejanza con la vida de los primeros cristianos, para clarificar después, como consecuencia, sus diferencias con otras vocaciones y caminos en la Iglesia. Recalca, sobre todo, la secularidad de la entrega en el Opus Dei y otros rasgos que son en parte comunes a todas las modalidades de entrega cristiana, y en parte propios, por el modo peculiar que tienen de vivirse en la Obra por él fundada.

Por ejemplo, si bien la conciencia de la propia filiación divina resulta esencial para todos los cristianos, san Josemaría lo recalcará todavía más, señalándolo como el fundamento de la vida espiritual en el Opus Dei (2a). También se puede decir que la misión de la Obra es la misma de la Iglesia, pues busca restaurar el mundo en Cristo (2c), iluminando a las gentes con la luz de Dios (3b-3d), pero, en el caso del Opus Dei, esa misión se concentra de modo especial en las ocupaciones seculares (9a-9b). El miembro del Opus Dei no se distingue de los demás cristianos corrientes (9a-10c), y tiene el afán de poner a Cristo en la cumbre de las actividades humanas (12a-12c), prestando especial atención al trabajo, que se convierte en modo de santificación (13a-13d) y practicando un apostolado de persona a persona, en un clima de amistad y comprensión (14a-14b, 54a-55c, 64a-69b, 70a-72b). Todo ello sustentado por una vida contemplativa, que lleva a la “unidad de vida” (14c-16b) —a la coherencia—, y sazonado por un característico espíritu de libertad (37c).

En varios momentos, san Josemaría habla de las contradicciones y dificultades que ha encontrado el Opus Dei en su caminar, por parte de quienes no han comprendido lo que al fundador le parece un espíritu sencillo y diáfano (17c-20d, 43a-45b). Rechaza, sobre todo, la acusación de secretismo (56a-60b).

Como trasfondo de su exposición, está el horizonte de la identificación con Cristo (11a-11d) y la llamada a llevar el Evangelio a toda la humanidad. Para él, esta tarea evangelizadora se realiza por medio de una amistad llena de comprensión, fomentando la unidad con todos los hombres y practicando una tolerante transigencia con las personas (54a-55c, 64a-69b, 70a-71c). Todo ello presidido por el buen ejemplo (51a-53c) y completado mediante una exposición de la doctrina cristiana que trata de acomodarse a la mentalidad de los oyentes (47a-48c).

Otras virtudes o características que san Josemaría menciona como especialmente queridas en el Opus Dei son la humildad (4a-4c), la unidad en lo fundamental y la diversidad en lo opinable (27a-27d), la pobreza (28a-28b), la alegría y agradecimiento a Dios (29a-29c) y la sinceridad (61a-61c).

Hay varias referencias también a la necesidad de adecuar el espíritu que está exponiendo a una fórmula jurídica que refleje adecuadamente su idiosincrasia (73a-75c).

5. Texto crítico anotado

CARTA N.º 6

[Acerca de los rasgos característicos de la llamada al Opus Dei y de su misión evangelizadora, al servicio de la Iglesia; también designada por el íncipit Sincerus est; lleva la fecha del 11 de marzo de 1940 y fue enviada el 22 de noviembre de 1966, aunque hay noticias de su impresión ya en febrero de 1963]

1a

El espíritu de la Obra

El espíritu del Opus Dei es simple, cándido y genuino. Se fundamenta en la Sagrada Escritura, inspirada por Dios, que es infinitamente sencillo y que dice de sí mismo que es el Dios verdadero[1], que es veraz[2], que es la Verdad misma[3].

1b

De este espíritu nuestro, claro y leal, quiero hoy recordaros algunos puntos, comentaros algunas de sus características. Porque el Señor, hijas e hijos míos, al encender en mí el vivo deseo de dirigirme frecuentemente a vosotros, me hace comprender muy bien aquellas hermosas palabras, con las que el Apóstol Pablo hablaba a los gálatas: filioli mei, quos iterum parturio donec formetur Christus in vobis[4]; hijitos míos, por quienes por segunda vez padezco, hasta formar enteramente a Cristo en vosotros.

1c

Meditarlo y vivirlo

Ojalá sepáis meditar y vivir fielmente todo cuanto os escribo, para que se pueda decir de vosotros lo que también de los primeros cristianos se dijo: todos, efectivamente, aprendieron lo que tenían que hacer; y no sólo lo aprendieron, sino que pusieron fervor en practicarlo; y no sólo lo practicaron en las ciudades y en medio de las plazas, sino en las mismas cimas de los montes[5], en todas partes.

2a

Filiación divina

Fundamento de nuestra vida espiritual

Es un espíritu, el de la Obra, que nos lleva a sentir muy hondamente la filiación divina: carissimi, nunc filii Dei sumus[6]; queridísimos, nosotros somos ya ahora hijos de Dios. Verdad gozosa que fundamenta toda nuestra vida espiritual, que llena de esperanza nuestra lucha interior y nuestras tareas apostólicas; que nos enseña a conocer, a tratar, a amar a nuestro Padre Dios con confiada sencillez de hijos. Más aún, precisamente porque somos hijos de Dios, esta realidad nos lleva también a contemplar, con amor y con admiración, todas las cosas que salieron de las manos de Dios Padre Creador.

2b

El mundo es bueno

El mundo, hijos míos, las criaturas todas del Señor son buenas. Nos enseña la Sagrada Escritura que, concluida la obra maravillosa de la Creación, terminados el cielo y la tierra con su espléndido cortejo de seres[7], contempló Dios todo lo que había hecho y vio que todo era muy bueno[8].

2c

Pecado original y Redención: hijos de Dios

Fue el pecado de Adán el que rompió esta divina armonía de la Creación. Pero Dios Padre, llegada la plenitud del tiempo, envió al mundo a su Hijo Unigénito para que restableciera esta paz: para que, redimiendo al hombre del pecado, adoptionem filiorum reciperemus[9], fuéramos constituidos hijos de Dios, capaces de participar de la intimidad divina; y para que así fuera también posible a este hombre nuevo, a esta nueva rama de los hijos de Dios[10], liberar la creación entera del desorden, restaurando todas las cosas en Cristo[11], que las ha reconciliado con Dios[12].

2d

La llamada a colaborar con Cristo

A eso, hijos míos, hemos sido llamados; ésa ha de ser nuestra tarea apostólica que, con una espiritualidad propia y una ascética peculiar, se encuadra maravillosamente dentro de la única misión de Cristo y de su Iglesia.

2e

El Señor nos llama para que le imitemos como hijos suyos queridísimos —estote ergo imitatores Dei, sicut filii carissimi[13], sed imitadores de Dios, como hijos suyos muy queridos—, colaborando humilde y fervorosamente en el divino propósito de unir lo que está roto, de salvar lo que está perdido, de ordenar lo que el hombre ha desordenado, de llevar a su fin lo que se descamina: de restablecer la divina concordia de todo lo creado.

3a

Portadores de la luz divina

Os repito con San Juan: videte qualem caritatem dedit nobis Pater, ut filii Dei nominemur et simus[14]. Nos llamamos y somos hijos de Dios; hermanos, por eso, del Verbo hecho carne[15], de Jesucristo, de Aquel de quien fue dicho: in ipso vita erat, et vita erat lux hominum[16], en Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

3b

Hijos de la luz, hermanos de la luz: eso somos. Portadores de la única llama capaz de iluminar los caminos terrenos de las almas, del único fulgor, en el que nunca podrán darse obscuridades, penumbras ni sombras[17].

3c

Et lux in tenebris lucet, et tenebrae eam non comprehenderunt[18]; y esta luz resplandece en medio de las tinieblas, y las tinieblas no la han recibido. El Señor sigue derramando esplendores sobre los hombres, una luminosidad que es vida y calor de misericordia, porque Él es caridad, amor[19]; y se sirve de nosotros como antorchas, para que esas luces iluminen las almas y sean para todos fuente de vida, después de haber alumbrado y llenado la nuestra del fuego de las ilustraciones divinas[20].

3d

Responsabilidad

Hijas e hijos míos, de nosotros depende en parte que muchas almas no permanezcan ya en tinieblas, sino que caminen por senderos que llevan hasta la vida eterna. Por eso, contemplando este panorama inmenso que nos ofrece la vocación, con la que el Señor ha querido graciosamente honrarnos, vienen a mi memoria aquellas palabras, también del Apóstol Juan, que hemos de repetir a tantos hombres: esto que vimos y oímos, es lo que anunciamos, para que tengáis también vosotros unión con nosotros, y nuestra unión sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo... para que os gocéis, y vuestro gozo sea cumplido[21].

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