Cartas (I)

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[51] En esta decisión, junto al aprecio por el latín, hondamente valorado por san Josemaría como lengua litúrgica e idioma usual durante siglos en la Iglesia e incluso en la civilización occidental, pudo influir el hecho de que el 22 de febrero de 1962, cuando estaba iniciando el proceso de redacción final de las Cartas, Juan XXIII hubiera promulgado la const. apost. Veterum sapientiae, destinada a fomentar la preservación y el aprendizaje del latín y su uso en la Iglesia.

[52] Estas traducciones al latín corrieron a cargo de dos expertos latinistas que trabajan en aquellos años en oficinas dependientes del Consejo General del Opus Dei: el canonista español José Luis Gutiérrez y el filósofo italiano Antonio Livi (de ambos se cuenta con testimonios en el archivo: AGP, serie A.3, 87-2-8).

[53] Nota 45/64, 4 de abril de 1964 (en AGP, serie E.1.3, 243-4).

[54] Nota 23/65, 11 de marzo de 1965 (en AGP, serie E.1.3, 244-3) y Nota 23/65, nueva versión, 21 de enero de 1966 (en AGP, serie E.1.3, 244-3).

[55] Nota 215/81, 23 de diciembre de 1981, en AGP, serie E.1.3, 628-1 (prov.).

[56] Nota del 24 de diciembre de 1964, en AGP, serie E.1.3, 250-1.

[57] Ver notas n.os 84, 88 y 94.

[58] Anotación del 26 de mayo de 1969, en la portada de un ejemplar de la Carta n.º 18, en AGP, serie A.3, 93-3-1.

[59] Así se hizo a partir de 1974, aunque se procedió por fases, como enseguida diremos. Los ejemplares, mecanografiados o impresos, sobre los que se realizó la revisión se conservan en AGP, serie A.3, leg. 91 a 96.

[60] Nota 7012/74, del 2 de diciembre de 1974 (AGP, serie E.1.3, 247). No se retiraron todas las Cartas largas, como la n.º 38 y las tres últimas que escribió en los años setenta (conocidas dentro del Opus Dei como las “tres campanadas”) y algunas más, que quedaron en los centros que las poseían, del mismo modo que las Instrucciones.

[61] En la nota precedentemente citada se hablaba también del temor fundado a que ese material —técnicamente inédito y sin terminar de revisar— pudiera ser copiado o manipulado por extraños, en un momento delicado de la historia jurídico-institucional del Opus Dei. Sobre las etapas finales del itinerario jurídico, los pasos que fue necesario dar hasta llegar a la erección como prelatura personal y las incidencias que jalonaron todo el proceso, ver la parte cuarta y última de Itinerario , pp. 301-503.

[62] «Mariano [san Josemaría] dejó dicho que se actuase así, cuando hubiera pasado el verano», en nota 175/75 del 12 de septiembre de 1975 (AGP, serie E.1.3, 254-4).

[63] En AGP, serie A.3, 190-3-2.

[64] Ejemplares de esta edición se conservan en AGP, serie A.3, leg. 91 a 96.

[65] Se han publicado ya siete volúmenes: Camino, Santo Rosario, Conversaciones, Es Cristo que pasa, La abadesa de Las Huelgas, Escritos varios y Amigos de Dios, mientras están en fase avanzada de preparación otro con Discursos académicos.

[66] El volumen En diálogo con el Señor. Textos de la predicación oral (OC V/1) comprende las meditaciones que san Josemaría revisó en los años setenta para que se incluyeran en las revistas Crónica y Noticias y en los tomos de Meditaciones, publicaciones dirigidas a los miembros del Opus Dei.

[67] Al preparar esta edición, se plantearon dudas acerca de incluir o no la Carta n.º 38, que tiene rasgos diferentes de las demás del “ciclo” de las Cartas, aunque también posee características muy semejantes a ellas, que han terminado por inclinarnos a incluirla en esta relación. Entre otros motivos, san Josemaría la editó como volumen XIII de la colección mencionada.

[68] Esto pasó con la Carta n.º 38, como se verá.

[69] Así sucedió con las Cartas n.os 23 y 24. El dato lo proporciona el diario del Colegio Romano de la Santa Cruz, como se detalla más adelante.

[70] Unas veces, el dato es cierto porque proviene de una nota del Consejo General en la que advierte el momento de su envío. En otros casos no existe —o no se ha encontrado— esa nota y hay que deducirlo del acuse de recibo, realizado generalmente unas semanas o meses después, por parte de las circunscripciones regionales. Pero también esto falta en algún caso, por lo que es preciso acudir a procedimientos indirectos: referencias a esos documentos en notas posteriores, listas de documentos enviados o que se debían retirar o destruir; aquí la precisión —como puede comprenderse— es más pequeña.

[71] Nota 23/65 (nv), del 21 de enero de 1966, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[72] Ibid.

[73] Ibid.

[74] Ibid.

[75] Ibid.

[76] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, 281-289.

[77] Nota Ip 27/63, del 26 de febrero de 1963, en AGP, serie E.1.3, 904/3579 (prov.).

[78] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, 281-289.

[79] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, 281-289.

[80] Nota 23/65 (nv), del 21 de enero de 1966, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[81] Ibid.

[82] Ibid.

[83] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, 281-289.

[84] Como volumen IV, pues se le asigna una sigla propia en una lista de documentos de 1972 (en AGP, serie E.1.3, 247), lo que podría significar que estaba impresa o en vías de serlo, como en el caso de la Carta n.º 15, de la cual conservamos alguna página impresa, y que tampoco fue mandada destruir en 1975, porque seguramente no se había enviado.

[85] Nota 23/65 (nv), del 21 de enero de 1966, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[86] En el manuscrito original se lee esta anotación autógrafa de san Josemaría: «Con esta fecha, hago que me copien en limpio las notas de mi Carta del 8 de diciembre de 1949, porque quizá me decida a enviarla a imprimir. Roma, septiembre de 1969».

[87] En AGP, serie A.3, 93-1-2, se conservan galeradas y dos páginas sueltas impresas, que parecen, por su formato, semejantes a las de otros volúmenes, pero no consta que llegara a imprimirse como los demás volúmenes. Excluimos que se enviara, porque no aparece entre los documentos mandados destruir en 1975 (cfr. nota 175/75, en AGP, serie E.1.3, 247).

[88] No aparece en la lista de Cartas enviadas, que se mandaron destruir en septiembre de 1975 (cfr. nota 175/75, en AGP, serie E.1.3, 247).

[89] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, G 281-289.

[90] Nota 23/65 (nv), del 21 de enero de 1966, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[91] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, G 281-289.

[92] Nota 23/65 (nv), del 21 de enero de 1966, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[93] En el manuscrito original hay una anotación autógrafa de san Josemaría de marzo de 1974, después de haber releído el texto, donde se plantea realizar más adelante «abundantes correcciones» y dividir la materia en apartados «para que resulte más fácil su lectura». Por otra parte, en el n.º 230, entre otras enmiendas autógrafas, explica que añade dos párrafos «al revisar la Carta, en 1975». En AGP, serie A.3, 95-2.

[94] Pudo imprimirse en forma de volumen, concretamente el n.º VII, pues aparece en una relación de documentos de 1972 (en AGP, serie E.1.3, 247), de modo semejante a las Cartas n.os 14 y 37.

[95] No se encuentra entre las Cartas que se mandaron destruir en las diversas circunscripciones (cfr. nota 175/75, en AGP, serie E.1.3, 247).

[96] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, G 281-289.

[97] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, G 281-289.

[98] Nota 23/65, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[99] Sabemos que fue leída el 15 de enero de 1965 en una tertulia del Colegio Romano de la Santa Cruz (Diario del Colegio Romano de la Santa Cruz, 15 de enero de 1965, en AGP, serie M.2.2, 429-4).

[100] Nota 23/65, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[101] También de esta sabemos que se había concluido antes de la fecha de su envío pues también se leyó en una tertulia del Colegio Romano de la Santa Cruz, el 16 de enero de 1965 (Diario del Colegio Romano de la Santa Cruz, en AGP, serie M.2.2, 429-4).

[102] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, G 281-289.

[103] Nota 23/65 (nv), del 21 de enero de 1966, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[104] Ibid.

[105] El 15 de febrero de 1964 se da ya como enviada (cfr. nota 14/64 en AGP, serie E.1.3, 243-4), es posible que se hubiera mandado ya el 20 de diciembre de 1963 (cfr. scg 305/63, en AGP, serie E.1.3, 255). Como ya se ha dicho, san Josemaría la colocó, además, como introducción a la nueva versión del Codex Iuris Peculiaris Societatis Sacerdotalis Sanctae Crucis et Operis Dei, del 24 de octubre de 1963 (cfr. Itinerario , p. 349).

 

[106] Nota 23/65 (nv), del 21 de enero de 1966, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[107] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, G 281-289.

[108] Nota 23/65 (nv), del 21 de enero de 1966, en AGP, serie E.1.3, 244-3.

[109] Aparece entre los documentos que había que destruir en septiembre de 1975 (cfr. nota 175/75, en AGP, serie E.1.3, 247).

[110] El 15 de febrero de 1964 se da ya como enviada (cfr. nota 14/64 en AGP, serie E.1.3, 243-4), es posible que se hubiera mandado ya el 20 de diciembre de 1963 (cfr. scg 305/63, en AGP, serie E.1.3, 255).

[111] En esa fecha se da ya como enviada (cfr. nota 45/64 del 6 de abril de 1964, en AGP, serie E.1.3, 243-4).

[112] Aparece entre los documentos que había que destruir en septiembre de 1975 (cfr. nota 175/75, en AGP, serie E.1.3, 247).

[113] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, G 281-289.

[114] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, G 281-289.

[115] En una anotación del 20 de enero de 1967 se lee: «El Padre dice que está preparada la Fortes in fide» (Diario del Consejo general, en AGP, serie M.2.2, 430-15).

[116] Acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, G 281-289.

[117] Como volumen XIII, acuse de recibo, en AGP, serie E.1.3, G 281-289.

II.

LA PRESENTE EDICIÓN

El principal objetivo de esta edición crítica ha sido presentar, en lo posible, el texto de la versión que su Autor quiso dejar como definitiva.

Como se ha dicho, san Josemaría revisó sus Cartas en varios momentos, después de que hubieran sido impresas, corrigiendo erratas y aportando pequeñas modificaciones[1]. Por varias razones, que explicaremos a continuación, esas enmiendas no se incorporaron en un único documento, sino en varios por separado. De ahí que haya sido necesario comparar meticulosamente las fuentes que se poseen y, en algunos casos, armonizarlas; en definitiva, fijar el texto donde era preciso, aunque advertimos que por lo general se trata de detalles pequeños.

Veamos ante todo, cuáles son esas fuentes, cómo han llegado a nosotros, y cuál ha sido el criterio para jerarquizarlas, en orden a obtener la lección mejor fundada en los documentos.

1. El manuscrito m (¿finales de 1965?)

A finales de 1965, san Josemaría envió a la imprenta de la sede central del Opus Dei las Cartas que estamos editando[2]. Conservamos los últimos manuscritos originales de las cuatro, que hemos llamado con la inicial m seguida del número que designa cada Carta. En esta edición nos referimos a manuscrito en su acepción de «texto original de una publicación»[3], es decir el borrador definitivo, aunque, como suceda en estos textos, el original esté mecanografiado con anotaciones autógrafas.

Los cuatro manuscritos tienen características similares. Están mecanografiados a doble espacio en cuartillas apaisadas, de 21,5 x 16 cm., que estuvieron grapadas en cuadernillos. El papel es de grueso gramaje, algo amarillento. La máquina de escribir parece la misma en m3 y m4, y distinta de la que se utilizó en m1 y m2.

En todos ellos hay correcciones autógrafas de san Josemaría, no muy numerosas y casi siempre en cuestiones de detalle, realizadas con diversas plumas estilográficas.

En esta fuente, las notas con referencias bíblicas y patrísticas aparecen al final del documento. No hay ladillos. El título —el íncipit latino— y la fecha elegida para cada Carta están puestas por el Autor en el encabezamiento de la primera hoja, excepto en la Carta n.º 1. El texto está numerado: cada guarismo suele comprender varios párrafos.

Sabemos que se trata del manuscrito original porque la gran mayoría de las correcciones autógrafas se incorporaron después en la primera edición impresa, de la que no ha quedado ningún ejemplar pero sí algunas hojas sueltas que se conservaron para corregir erratas.

Al cotejar estos manuscritos con las demás fuentes, de las que enseguida hablaremos, aparecieron algunas correcciones que no se habían llegado a incorporar a la primera edición impresa. Por lo tanto son posteriores al 23 de enero de 1966, fecha en la que consta su envío a las circunscripciones regionales.

Algunas de esas correcciones detectadas en los manuscritos tampoco se incorporaron en la segunda edición, que salió en octubre de 1967, en un solo tomo. Aparecen, en cambio, en la impresión de 1985, que se realizó para entregar los escritos de san Josemaría en su proceso de beatificación.

Por último, hay un tercer tipo de correcciones —pocas y muy de detalle— que no aparecen en ninguno de los textos impresos ya mencionados.

Tras sopesar las distintas posibilidades y basándonos en los pocos datos que poseemos y en buena parte en hipótesis y conjeturas, hemos identificado tres capas redaccionales en el manuscrito m.

El primer grupo de correcciones autógrafas son anteriores a la primera edición de 1966, en la que están incorporadas. Se pueden datar con probabilidad en los últimos meses de 1965. Hemos llamado a esta capa redaccional m1 (la sigla completa para cada Carta es: m11, m21, m31, m41).

La segunda clase de modificaciones, menos numerosas que las anteriores, deben situarse después de octubre de 1967, porque no fueron incorporadas en la edición del volumen I, que salió en ese mes. En cambio, se recogieron puntualmente en la impresión de 1985. Por lo tanto, se pueden datar entre 1967-1975, aunque es probable que sean de antes de 1969, cuando sabemos que san Josemaría estaba revisando a fondo sus Cartas[4]. Las hemos llamado m2 (m12, m22, m32, m42 son las siglas completas).

Hay un tercer tipo de enmiendas, muy escasas en número, que no se encuentran ni en el volumen de 1967 ni en la impresión de 1985. La hipótesis más probable es que provengan de una revisión tardía, quizá la que san Josemaría menciona en un manuscrito[5], cuando volvió releer sus Cartas entre 1974-1975. Las hemos hemos identificado con la sigla m3 (m13, m23, m33, m4 3).

No hay un tipo de grafía o de pluma estilográfica que sea exclusiva de cada uno de estos tipos de enmiendas autógrafas. Tampoco se advierten diferencias en la escritura, que permitan suponer su datación (caligrafía más temblorosa, por la mayor edad, etc.). Parece que en esos años san Josemaría tenía problemas de visión, pero la caligrafía es claramente la suya.

2. Las hojas sueltas (h), restos de la primera edición (enero de 1966)

Como se ha dicho, la primera edición impresa de estas cuatro Cartas se envió a las regiones el 23 de enero de 1966[6]. Estaban editadas en forma de folleto, en papel ahuesado, y encuadernadas en cartulina amarilla. Su formato era 14,5 x 19,5 cm.

Al enviarlas se solicitó que se comunicaran las erratas que se encontraran, y de algunos países llegaron algunas. El mismo fundador probablemente descubrió varias, mientras las releía o comentaba. Él mismo las fue apuntando, en bolígrafo rojo, sobre un ejemplar.

Se conservan algunas de esas anotaciones (que hemos llamado con la sigla h); concretamente, dos hojas sueltas de la primera Carta (sigla h1) y ocho de la segunda (sigla h2).

En los márgenes de estas hojas se ven ladillos escritos a lápiz, no en letra de san Josemaría, salvo en algún caso, donde están corregidos a bolígrafo rojo por el fundador. Las notas se encuentran al final del documento, como en el manuscrito m.

Estas correcciones son anteriores a octubre de 1967, porque se incorporaron a la segunda edición, la del volumen I, que salió en ese mes. Sin embargo, no se encuentran recogidas en la impresión de 1985, ni tampoco fueron copiadas en los manuscritos, por razones que desconocemos.

3. Volumen I (v), (octubre de 1967)

El primer volumen con las cuatro Cartas está impreso en un papel ahuesado claro, en formato 16,7 x 23,6 cm. El único ejemplar que se conserva, destinado a la biblioteca del fundador y de sus sucesores, está encuadernado en piel roja con adornos dorados, pero se editó con cubiertas más sencillas para enviarlo a las circunscripciones regionales.

Para referirnos a esta fuente hemos utilizado la sigla v (por lo tanto las siglas de cada fuente son: v1, v2, v3, v4).

De un total de 384 páginas del volumen, las cuatro Cartas ocupan desde la p. 5 a la p. 256: el resto son índices analíticos. Sus márgenes externos son amplios y tienen ladillos. El texto, como hemos dicho, introduce las correcciones a las erratas que estaban indicadas en las hojas sueltas de la primera edición y realiza otras pequeñas mejoras de estilo. Hay algún cambio más importante en alguna cita patrística. El latín de las citas está también revisado.

Salió en octubre de 1967, con una tirada pequeña, porque iba destinado a las Comisiones y Asesorías regionales. Era, por así decir, una edición especial, pensada para facilitar la labor de formación y gobierno. Otra novedad de esta edición es que las notas no aparecen ya a final del documento, sino a pie de página.

Como veremos, las mejoras y correcciones introducidas en el volumen no fueron recogidas en la edición de 1985 ni tampoco fueron copiadas en m.

4. Impresión de 1985

Realizada en formato 16,7 x 23,6 cm, está encuadernada en pastas de cartulina ligeramente rugosa y amarilla. Las notas aparecen a pie de página. En los márgenes hay ladillos, semejantes, aunque no idénticos, a los que se encuentran en v.

Para referirnos a esta fuente hemos utilizado la sigla i (por lo que cada fuente está designada por las siglas i1, i2, i3, i4).

Su texto sigue a m, aunque no incorpora algunas de las pequeñas correcciones autógrafas allí presentes, como hemos dicho. El hecho parecía al principio inexplicable, pues no había ningún motivo para haberlas excluido. No se puede achacar esta omisión a distracción o descuido pues eran bien visibles y quien preparó esa impresión lo hizo con sumo cuidado, sin dejar de incorporar fielmente correcciones de san Josemaría que eran mucho menos perceptibles en m.

Una explicación plausible es que existiera una fuente intermedia, hoy perdida, que recogía la mayoría de las modificaciones del manuscrito, pero no las últimas que introdujo el fundador entre 1974-1975. Sería posterior a 1969, fecha probable de la revisión m2, y anterior a 1974-1975, presumible momento de las correcciones m3. La hemos llamado α. Esta hipotética fuente sirvió de base para la edición de 1985, y probablemente fue destruida después.

5. Posible reconstrucción del proceso de revisión

Aun a riesgo de caer en repeticiones, conviene resumir ahora el proceso hipotético de revisión de san Josemaría y las distintas versiones que se crearon, porque esta reconstrucción nos servirá para determinar los criterios que rigen la jerarquización de las fuentes. En otras palabras, en caso de encontrar variantes de autor entre las fuentes necesitamos saber con seguridad qué versión prevalece sobre la otra.

Naturalmente, en este trabajo de discernimiento pueden darse diversas soluciones, por lo que hemos tratado de actuar con la debida prudencia, teniendo en cuenta el estilo de los demás escritos del Autor. A la vez, hemos introducido también algunas modificaciones obligadas, como corrección de erratas.

Como sabemos, después de la primera edición en 1966, san Josemaría revisó sus Cartas de cara a la edición en un volumen que salió en octubre de 1967. Mientras tanto le habían llegado algunas erratas o él las había detectado, y esas correcciones se incorporaron a la edición del volumen, así como otras pequeñas modificaciones de diverso tipo (suprimir algún párrafo, cambiar alguna cita, corregir el latín de los textos o las referencias bibliográficas, etc.).

En un segundo momento (entre 1967 y 1969) volvió a revisar esos textos, pero no teniendo delante el volumen. Prefirió trabajar sobre los manuscritos de 1965, que aún se conservaban, anteriores a la primera edición. Así debe leerse, en nuestra opinión, lo que explicaba Mons. Echevarría en una nota manuscrita del 26 de mayo de 1969, que ya hemos citado, pero que conviene volver a leer: «Después de haber usado la primera edición impresa de las Cartas, el Padre [J. Escrivá] ha hecho a mano algunas correcciones sobre el texto, que está copiado a máquina en cuartillas: en esas páginas queda, pues, el texto definitivo. Además, con el fin de evitar posibles equivocaciones en las ediciones futuras, el Padre ha mandado que se destruyan todos los ejemplares impresos de estas Cartas que había aquí»[7].

Las cuartillas, bien identificadas por la grafía del fundador, presente en muchas de sus páginas, pasaron a ser el texto normativo, para futuras ediciones. Al principio nos desconcertó la expresión “el texto, que está copiado a máquina”. Parecía como si san Josemaría hubiera mandado mecanografiar de nuevo los textos ya impresos, para poderlos corregir con más comodidad a doble espacio. Pero esta interpretación no parecía muy lógica y se desvaneció cuando aparecieron unas pocas hojas sueltas de la primera edición, que se creía completamente destruida. Fue viendo esas hojas cuando se comprendió que la mayoría de modificaciones manuscritas estaban incorporadas en las hojas impresas, lo que retrocedía la datación de las cuartillas a un momento anterior a la primera edición. La expresión de Javier Echevarría se debía simplemente interpretar como “el texto escrito a máquina”.

 

Esta decisión de crear un “modelo” autenticado con la caligrafía del fundador, es posterior a v. Por algún motivo no se cotejó ese “modelo” con el volumen, en el que se habían corregido erratas y realizado otras modificaciones. De esta forma, aparecieron dos versiones: la de m, con sus posteriores evoluciones, y la de v.

En uno o varios momentos posteriores el fundador volvió a releer m, aportando pequeños cambios. Pensaba en una futura edición, por eso había decidido que, llegado el momento, se destruirían también los ejemplares de la primera edición y los volúmenes, que se encontraban en las regiones, de modo que se unificara todo en una sola versión definitiva. Al menos, como ya sabemos, hizo una revisión en 1974-1975, pues él mismo lo afirma en una nota[8]. Pero es posible que lo hiciera en varias ocasiones más: Echevarría recordaba que Escrivá releía sus escritos con una cierta frecuencia, quizá no sólo para perfeccionarlos, sino también para meditar en ellos[9].

Como sabemos, falleció antes de que pudiera completar la edición definitiva. En 1969, además de mandar destruir los ejemplares que había en Roma, había ya pensado retirar y destruir todos los ejemplares —folletos y tomos— que hubiera en las regiones: «Para las Cartas que tienen en las Regiones —escribe Echevarría en la nota ya mencionada—, que no son todas, ya que varias no se les han enviado, ha dispuesto el Padre que se destruyan cuando se prepare la nueva edición»[10]. Como sabemos, esa destrucción se realizó en 1975.

En Roma quedaron los manuscritos, las hojas sueltas arrancadas y un solo ejemplar del volumen I. Además debía de existir el documento α que fue el que se utilizó para preparar la versión para el proceso de beatificación, en folletos separados, en un formato ligeramente más grande del de 1966: 18 x 23,5 cm. Esa versión a no se cotejó con el manuscrito original, ni con el volumen I, ni tampoco se tuvieron en cuenta las hojas con erratas, de ahí que la impresión de 1985 difiera en pequeños detalles.

6. Las fuentes y su jerarquización

Si la reconstrucción histórica realizada hasta aquí es correcta, el stemma o esquematización genealógico-cronológica de las fuentes para la presente edición y de las revisiones del Autor, quedaría como sigue:


La jerarquía de las fuentes sería la siguiente, en orden decreciente:

1. Tercera corrección del manuscrito (¿1974-1975?) (m3): identificable por correcciones a mano en m. No se encuentran ni en v ni en i. Salvo pocas excepciones, esta versión es siempre preferible a las demás, porque se trata de la última revisión que el Autor hizo en vida.

2. Segunda corrección del manuscrito (¿1967-1969?) (m2): identificable por correcciones a mano en m que no se encuentran en v, pero sí en i. Estas correcciones prevalecen sobre la versión v, porque son posteriores a él.

3. Versión del Volumen I (1967) (v) y de las hojas sueltas (h): esta versión es preferible a la primera versión del manuscrito m1 porque es posterior a ella y de hecho la mejora en diversos detalles. Pero es inferior a m3 y a m2, como hemos explicado.

4. Original manuscrito (1965) (m1): todas sus correcciones manuscritas están incorporadas en las fuentes impresas que ya hemos mencionado.

5. La versión de 1985 (i): además de recoger las correcciones manuscritas m1 y m2, esta impresión incorpora sus propias variantes, como corrección de erratas, que hemos admitido. Hay también algunos pequeños cambios, de tipo estilístico, que plateaban dudas, porque no hay seguridad de que puedan atribuirse a san Josemaría. Si estas modificaciones son estrictamente necesarias, las hemos admitido; en caso contrario, en general hemos preferido desecharlas, después de valorarlas caso por caso, pues no hay constancia documental de que el Autor las hubiera aprobado.

7. El aparato crítico

Esta edición va dirigida a estudiosos o a personas interesadas en la vida y obras de san Josemaría Escrivá de Balaguer, pero su propósito principal no es mostrar las variantes —que suelen ser de muy pequeña entidad—, ni la evolución compositiva del texto, sino publicar del mejor modo posible una obra que hasta ahora permanecía inédita.

De ahí que hayamos tomado algunas decisiones editoriales pensando en facilitar su lectura al público general. Por ejemplo, se ha colocado el aparato crítico al final de cada documento. De todas formas, siempre que existe una incidencia crítica en el texto, lo advertimos con el signo → a pie de página, de forma que el lector quede avisado y pueda consultar, si lo desea, la correspondiente variante al final de cada Carta.

El aparato crítico sigue el uso común, aunque simplificado y adaptado a este tipo de edición. La lección canónica es la que se sitúa a la izquierda, seguida de su fuente (en cursiva) y de la página. Si no se indica ninguna fuente, quiere decir que el editor es quien propone esa lección. Después, a la derecha del corchete abierto se encuentran las versiones desechadas, con sus fuentes y páginas: en caso de haber más de una versión desechada, cada una se separa de la otra por una raya vertical: | . Cuando hay otra incidencia crítica en un mismo párrafo, se separan con doble raya vertical: || .

8. Ladillos y notas a pie de página

Los ladillos aparecieron por primera vez en la edición del volumen I. No se encuentran en las Cartas sueltas, impresas en vida de san Josemaría. Sí se pusieron en la impresión póstuma de 1985. Esa circunstancia y el hecho de que la edición en volúmenes fuera algo especial, pues estaba destinada al trabajo de consulta, nos hizo dudar de si convenía o no incluirlos en esta edición. Nos inclinamos por hacerlo, pues fue una parte del texto que quiso y revisó Escrivá.

Las notas con las referencias bíblicas y patrísticas aparecían originariamente (tanto en el manuscrito como en la primera edición) al final del documento, mientras que en el Volumen I estaban a pie de página. A menudo, esas notas incluyen la transcripción latina —a veces larga— del párrafo que aparece citado en castellano en el texto. Las referencias siguen un sistema de abreviaturas antiguo, que empleó san Josemaría en otras obras. Las versiones latinas de la Biblia proceden de la Vulgata clementina, hoy superada por la Neovulgata.

Al pensar esta edición, nos planteamos si convenía adaptar las notas a los usos modernos, pero se decidió dejarlas como estaban, porque son una parte de la obra original, que fue atentamente revisada por el Autor. Y hemos preferido colocarlas al final de cada Carta, una solución que ya había adoptado el Autor en alguna de las ediciones.

En cambio, hemos introducido las abreviaturas bíblicas modernas, y otras referencias bibliográficas a modo de comentario, a pie de página, para no alterar el texto original del Autor.

9. Otras observaciones sobre esta edición

Se ha respetado el uso de las mayúsculas que hace el Autor. Por ejemplo, unas veces pone Cielo con mayúscula y otras —en el mismo párrafo y significando siempre la misma realidad sobrenatural—, prefiere escribirlo con minúscula.

En cambio, hemos colocado la tilde sobre las mayúsculas acentuadas. Esta adaptación, puramente tipográfica, no se ha indicado en el aparato crítico.

En las citas bíblicas latinas, san Josemaría emplea la Vulgata clementina; si en algún caso, la ortografía del texto difería de esa versión, la hemos adecuado a la Vulgata clementina[11]. Cuando una cita bíblica es exclusiva de la Vulgata, porque ha sido eliminada de la Neovulgata, por ejemplo, lo indicamos con la sigla [Vg].

Respecto a la traducción castellana que san Josemaría empleó para las citas de la Sagrada Escritura, hemos comprobado que no usó ninguna de las versiones más difundidas, que tenía en su biblioteca[12]. Lo más probable es que se trate de una traducción propia, realizada a partir del texto latino de la Vulgata. Esto explicaría su deseo de reproducir en nota el texto latino de la Vulgata, correspondiente a cada pasaje que cita en castellano. De hecho, puede comprobarse que la traducción está muy pegada a la letra de la Vulgata clementina.

Hemos respetado el particular modo de usar la cursiva y redonda que tiene el Autor en sus notas originales, tanto en la referencia bibliográfica como en la trascripción del texto, en su caso, para la cual seguimos la versión del volumen I. En el aparato crítico, todo texto subrayado en el original se pone en cursiva en esta edición.