Hispanotropía y el efecto Von Bismarck

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Desde la instauración de la democracia en 1975(*), España ha sido capaz de superar sucesivas dificultades económicas: desde la crisis del petróleo de finales de los setenta a la crisis financiera de 2008, pasando por la reconversión industrial de los ochenta y la crisis monetaria de los noventa. Con determinación, la sociedad española en su conjunto, con un gran esfuerzo colectivo, ha sido capaz de superar cada una de esas situaciones. Esa trayectoria de éxito se ha basado, entre otras cosas, en un contexto de estabilidad jurídica, social y política que ha permitido atraer inversiones extranjeras y colocar a España en el pódium del turismo mundial.

Lo que se ha dado en llamar el milagro económico español ha permitido multiplicar el PIB per cápita real 2,3 veces en estos 45 años, muy por encima de países que podemos considerar de referencia como Italia, Francia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos. El PIB per cápita ha pasado de 1000 euros en 1975 a 26 432 en 2019. Ese bienestar se ha reflejado en un espectacular aumento de la población basado en la inmigración (32,4 %), la esperanza de vida (que, con 83,4 años, nos sitúa como el segundo país más longevo del mundo) o la generalización de los sistemas universales de protección social: sanidad, educación y pensiones. Todo ello sin perjuicio de proceder a su mejora a partir de las correspondientes reformas.

La economía social de mercado es la base de ese gran despegue. Y las empresas, sus protagonistas. Como generadoras de riqueza y creadoras de empleo. Ellas han sido los motores del cambio de modelo con su apuesta decidida por la integración europea, de la que hoy España es uno de los mayores garantes en el continente, y con sus pasos adelante en innovación, competitividad e internacionalización. Con todo, queda mucho camino que puede y debe recorrerse en el futuro.


Hoy tenemos alrededorde 2500 multinacionalesque representan el 40 %de nuestras exportaciones,cuando a principios delos años noventa delsiglo pasado no existíaprácticamente ninguna.

En efecto, las empresas, no sin cierto retraso y a pesar de las crisis de finales del pasado siglo, entendieron que la apertura exterior de nuestra economía suponía una oportunidad y, de forma valiente, se lanzaron a la internacionalización. Hoy tenemos alrededor de 2500 multinacionales que representan el 40 % de nuestras exportaciones, cuando a principios de los años noventa del siglo pasado no existía prácticamente ninguna. Algunas de ellas se han convertido en líderes mundiales en sus sectores de actividad: finanzas, energías, infraestructuras, textil, etc. Y también en los nuevos sectores vinculados a la economía circular y la sostenibilidad medioambiental. Son compañías españolas las que han llenado de aerogeneradores grandes superficies de Estados Unidos y han construido uno de los mayores parques eólicos marinos en aguas del mar del Norte, frente a las costas de Gran Bretaña. También son españolas las empresas que proveen de soluciones para el reciclado y el tratamiento de residuos a grandes metrópolis de todo el planeta.

Esas grandes empresas internacionalizadas han sido fundamentales como tractoras para impulsar la búsqueda de nuevos mercados entre las pymes. Además, la crisis de 2008, y el hundimiento de la demanda interna que esta provocó, animaron a muchas pequeñas y medias empresas a cruzar fronteras. Ellas también llevaron a cabo el cambio de mentalidad necesario para enfrentarse a ese proceso. Fueron capaces de adaptarse y realizar esfuerzos y sacrificios que hoy vemos que han valido la pena y han dado sus frutos: contamos con más de 52 000 empresas que exportan bienes de manera regular y otras 100 000 que lo hacen de forma discontinua, pero consolidando gradualmente su presencia exterior. Ello, sin perjuicio de considerar que —pese a las evidentes dificultades cíclicas— la salida al exterior de muchas pymes debe continuar y potenciarse, además, su presencia en los mercados mundiales.

Las Cámaras de Comercio, con la Cámara de España al frente, desempeñamos un papel fundamental en ese proceso de internacionalización. Organizamos misiones comerciales en las que los empresarios tienen oportunidad de conocer de primera mano posibles nuevos mercados. Y lo hacemos, además, ayudándolos económicamente gracias a la cofinanciación de los fondos europeos del FEDER. Esos recursos financian también programas que permiten, igualmente, aumentar la competitividad de las pequeñas y medianas empresas para afrontar el proceso de internacionalización. Y les ayudan, entre otras cosas, en uno de los mayores retos que vivimos: el comercio electrónico. A lo largo del año 2020, tan particular e insólito, hemos visto despegar la compraventa online, con incrementos del 67 % en las ventas de los negocios españoles y del 8,3 % de las compras en los hogares. Y no solo hablamos de ventas al por menor. Les voy a mencionar un ejemplo: una pyme de La Coruña, fabricante de generadores eléctricos industriales, capaz de vender sus productos en Corea del Sur sin que ninguno de sus ejecutivos haya viajado nunca a ese país. No hay fronteras ni COVID-19 en el mundo online y una buena estrategia de marketing digital se ha vuelto tan imprescindible como antiguamente era un buen escaparate en una céntrica calle comercial de cualquier ciudad.


En el mundo online unabuena estrategia demarketing digital se havuelto tan imprescindiblecomo antiguamente era unbuen escaparate en unacéntrica calle comercialde cualquier ciudad.

La internacionalización está en el ADN de las Cámaras de Comercio. Creemos con firmeza en las ventajas del libre comercio y el multilateralismo, que genera riqueza, crecimiento y bienestar. Asistimos con preocupación a la oleada proteccionista que afecta a los intercambios comerciales. Sin embargo, estoy convencido de que la globalización, en el sentido más positivo de la palabra, volverá a imponerse. Los avances tecnológicos y en el transporte, que facilitan este tipo de operaciones, además de los cambios sociales, no van a detenerse a pesar del frenazo actual. Los hombres han abierto rutas por tierra y surcado primero mares, y mucho después cielos, abriendo fronteras y estableciendo relaciones comerciales con nuevos territorios. Y así seguirá siendo.

De la misma manera que el impulso para la salida al exterior de las empresas es uno de los objetivos básicos del trabajo del mundo cameral, y es reconocida nuestra aportación histórica al proceso, hemos tomado en este momento la bandera de la digitalización. Las empresas deben subirse ahora al tren de la transformación digital por una pura y simple cuestión de supervivencia. España tiene muy buenas bases para ello: estamos en cabeza, y a mucha distancia de nuestros seguidores, en despliegue de fibra óptica y conectividad móvil. La digitalización, además, se presenta como una oportunidad de vertebrar y cohesionar el territorio, posibilitando una solución accesible al problema de la España vacía.

En estos tiempos de COVID-19, pero también de ordenadores, tabletas y móviles de última generación, nadie puede imaginarse cómo habrían sido las cosas sin el teletrabajo, sin la educación online, sin los servicios que han mantenido su actividad gracias a internet o sin las comunicaciones que han podido mantenerse durante el confinamiento. El frenazo económico ha sido duro, pero sin la digitalización habría sido mucho más catastrófico. Empresas que no sabían si estaban preparadas para hacerlo se han visto abocadas, casi de un viernes a un lunes, a tener que implantar el trabajo a distancia para poder seguir ofreciendo sus bienes y servicios. Es una muestra del coraje y ánimo con el que los españoles encaramos los problemas.

El proceso de transformación digital debe articularse garantizando que sea inclusivo, para que todas las empresas y los ciudadanos puedan incorporarse a él; sostenible, tanto social como financieramente; equilibrado, considerando la regulación y la situación de los agentes tradicionales y digitales en el mercado; y justo, de forma que se minimicen los riesgos y potenciales desajustes asociados. Así se recoge en la iniciativa para la transición digital lanzada a mediados de 2020 por la Cámara de Comercio de España y elaborada por nuestra Comisión de Digitalización. Es una publicación pensada para que este proceso imparable llegue a las pymes y micropymes que suponen el 99,9 % de nuestro tejido productivo. Para ellas es una oportunidad de sobrevivir y hacerlo, además, en condiciones de afrontar tres retos inmediatos: el crecimiento, la competitividad y la ya mencionada internacionalización.

Ese desafío no es un problema único de España, como muestra el hecho de que la Comisión Europea haya incluido la transición digital como una de las prioridades del Plan Europeo de Recuperación, el llamado Next Generation EU. Es un proceso que va a generar oportunidades y empleos, en contra de lo que piensan los pesimistas que auguran un futuro exclusivamente lleno de robots. España puede y debe situarse a la vanguardia del proceso de transformación digital y aprovecharlo para compensar parte de las consecuencias que la crisis económica está ocasionando. Será una buena herramienta, además, para impulsar la recuperación y la reconstrucción.

Junto a la internacionalización y la transformación digital hay un tercer elemento que se presenta clave en ese camino para superar los efectos de la pandemia. La sostenibilidad, la protección del medioambiente y la lucha contra el cambio climático se han situado en el centro de las políticas públicas, y las empresas las han incorporado en su gestión cotidiana. Forman parte de sus políticas de responsabilidad social corporativa y de su constante compromiso con el bienestar social. La red de Cámaras y la Cámara de Comercio de España estamos comprometidas con los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas y nuestros programas de ayuda a las pymes se incardinan con su cumplimiento. Lo hicimos visible en la cumbre del clima COP-25 del mes de diciembre de 2019 y continuamos trabajando cada día para que las pequeñas y medianas empresas comprendan que la sostenibilidad es un factor estratégico para ellas.

 

Tres retos inmediatos:el crecimiento, lacompetitividad y lainternacionalización.

El reciclaje, las energías limpias, la economía circular o la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero son sectores productivos que están ganando peso y en los que surgen cada día oportunidades de negocio que, además, contribuirán a vivir en un planeta mejor. Es un compromiso común y una parte importante de los fondos europeos de reconstrucción se destinarán a proyectos relacionados con la sostenibilidad.

La estrepitosa, catastrófica y letal irrupción de la COVID-19 en nuestras vidas nos enfrenta a retos que, como hemos visto, deben convertirse en oportunidades. Debemos aprovechar esta situación para diseñar un modelo que sitúe la investigación, el desarrollo y la innovación en el lugar que merecen. Ya sabíamos que era fundamental para aportar ese valor añadido que nos ha hecho capaces de competir. Ahora, además, se ha mostrado como imprescindible.

Debemos reindustrializar nuestro tejido productivo, de manera que seamos capaces de contar con las manufacturas necesarias para cubrir las necesidades básicas. En paralelo, debemos modernizar nuestros servicios, impulsando su transformación digital y mejorando su calidad.

Contamos asimismo con la oportunidad de promover acciones que permitan que nuestros hijos y nietos vivan en un planeta sostenible con las mismas oportunidades que tuvimos nosotros.

Y, por supuesto, hemos aprendido que debemos dedicar a la educación la atención clave que merece, como instrumento de formación también en valores para que las generaciones futuras estén preparadas para afrontar los desafíos económicos, laborales, sociales y científicos.


Debemos reindustrializarnuestro tejido productivo,de manera que seamoscapaces de contar con lasmanufacturas necesariaspara cubrir las necesidadesbásicas.

El sistema educativo debe tener un papel importante, además, en la generación de un entorno que favorezca el emprendimiento. Las empresas son necesarias para superar el parón económico al que nos ha enfrentado la pandemia. Son básicas para reforzar el escudo social, para que nadie quede atrás. Pero también son necesarias reformas administrativas que faciliten su creación. España no puede ser la 30.ª economía del mundo y ocupar el puesto número 97 en el listado de países por la facilitad para iniciar una nueva actividad, según el último ranking Doing Business del Banco Mundial. Ningún emprendedor con una idea debe verse frustrado a la hora de poner en marcha su proyecto. Hay que hacer los cambios necesarios para que los emprendedores se conviertan en empresarios.

La rápida y coordinada respuesta de la Unión Europea para hacer frente a los efectos económicos de la COVID-19 —los fondos de reconstrucción— se presenta como una oportunidad de impulsar reformas pendientes en nuestra economía y un salvavidas para empresas que deben realizar transformaciones imprescindibles. Deben dirigirse a sectores que generen riqueza y que sean capaces de multiplicar el efecto de cada euro que reciban.

España es un país que ha sabido estar a la altura cuando las circunstancias lo han requerido, dejando constancia de ello y demostrando que somos un gran país. La solidaridad y el esfuerzo son activos típicamente españoles. Tener coraje es sinónimo de ser valiente, pero también del apasionamiento y el ánimo con el que se enfrenta una situación. Las dificultades que tenemos por delante son enormes, el momento que vivimos está marcado por la incertidumbre, y no se me ocurre mejor actitud para afrontar ambas cosas que con coraje, resiliencia y trabajo. El esfuerzo colectivo de todos los españoles, nuestros principios institucionales comunes y el proceso de reconstrucción nos permitirán superar esta situación. Y cuando pase, veremos que hemos salido mejorados.


José Luis BonetDesde Noviembre de 2014 es presidente de la Cámara de Comercio de España. Fue fundador del Foro de Marcas Renombradas Españolas, que presidió durante 16 años, y del que es Presidente de Honor desde 2018. Es Doctor en Derecho con sobresaliente “Cum Laude” por la Universidad de Barcelona y premio extraordinario en Doctorado, y durante 49 años ha sido profesor de Economía Política y Hacienda pública de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona. En el mundo de la empresa, desde 1966 ha participado directamente en el crecimiento y expansión de la empresa familiar Freixenet hasta llegar a la presidencia del grupo en 1999. En la actualidad ostenta el puesto de Presidente de Honor. Ha dirigido varias organizaciones cuya finalidad es promover y concienciar sobre la importancia de aumentar la presencia de las marcas españolas en el mundo y es un firme defensor de la internacionalización de la empresa española.

[*] 45 años de evolución económica, social, empresarial e institucional de España. 1975-2020, Una visión global, de Salvador Marín y Raúl Mínguez


2.1.

CUANDO LA LEYENDA USURPA LA HISTORIA

MILTON COHEN-HENRÍQUEZ SASSO

Algunos pensarán que las famosas fake news son un invento de esta época de bombardeo informativo y desinformativo. Sin embargo, la manipulación de los hechos para cumplir propósitos de dominación es tan viejo como la humanidad. En libros milenarios como El arte de la guerra, de Sun Tzu, ya se habla del rumor y el engaño como herramientas de combate, sobre todo cuando el afamado estratega postula que «la guerra se gana primero en la mente del enemigo».

También hay que contextualizar los hechos en su época y su circunstancia. Si podemos usar como ejemplo un personaje muy conocido y su relato —leemos en Génesis 6:9: «Noé era un hombre justo y honrado en su generación»—, podemos preguntarnos si hoy en día diríamos lo mismo. En su generación era un justo, pero esa generación era tan perversa que Dios decide destruir el mundo a causa de ella; por lo tanto, Noé era justo y honrado pero en ese contexto, ya que el texto bíblico no se queda en justo y honrado, sino que agrega en qué contexto lo era: «en su generación».

Toda obra humana tiene sus claroscuros. Hasta la epopeya más heroica tiene sus sombras y, por supuesto, las grandes tragedias tienen alguna luz. La epopeya del Imperio español no es ajena a esta situación, solo que la capacidad de dominación cultural de sus principales adversarios ha sido también monumental. Cuando se constituye un imperio «donde no se pone el sol», se generan también muy oscuros enemigos.

La España de 1492 era todavía un proyecto en ejecución. Sin embargo, se dice que fue el primer Estado moderno y que Fernando II de Aragón fue quien inspiró a Maquiavelo al escribir El príncipe.

En 1492 no existía un Reino de España como realidad política unificada; existían reinos y otras unidades políticas bajo las coronas de Isabel y de Fernando. También existían el Reino de Portugal y el Reino de Granada. Con la conquista militar de Granada y con la política de alianzas matrimoniales con la casa reinante en Portugal, se esperaba consolidar, en el tiempo, toda la península ibérica bajo un solo monarca.

La península ibérica era un verdadero mosaico de orígenes y de religiones. Los primeros pobladores tartesios, iberos y celtas, todos paganos, fueron complementados en el tiempo con inmigraciones de fenicios, griegos e israelitas; posteriormente, tuvo lugar la conquista romana, con la cual llegó también una inmigración judía a complementar a los israelitas de la época fenicia; más adelante, el poblamiento de partes de la península con pueblos germánicos como los vándalos y los visigodos, estos últimos traídos ex profeso por los romanos; además, en los siglos VI y VII, también los bizantinos se establecieron en el sur. Esa amalgama de pobladores recibe desde el siglo VIII el impacto de la conquista árabe y, durante los siguientes ocho siglos, se genera una rica convivencia multirreligiosa en paralelo con guerras y alianzas de todas las combinaciones imaginables: cristianos contra musulmanes; cristianos y musulmanes contra otros cristianos u otros musulmanes; cristianos encargando a judíos la administración de ciudades musulmanas y viceversa.

Esa España en formación es la que envía naves a las islas de las Especias (las Molucas) en 1492 y se topa en el camino con un continente desconocido para los europeos. Es importante contextualizar esto para comprender en su época y circunstancia el encuentro entre Europa y el nuevo continente propiciado por lo que pronto sería España.

CONSTRUYENDO UN IMPERIO

Ese proyecto de reino o de primer Estado nacional necesitaba un cemento que lo mantuviera unido. En esa época, esa unidad no la daba el pueblo sino la Corona, y la legitimidad de esa corona venía de Dios. Por ello, las conquistas culminaban con el sometimiento de la población a un nuevo señor o una nueva señora y con la conversión de estos a la religión del monarca, ya que esa sumisión religiosa era la garantía última para la sumisión a la Corona.


Ese proyecto de reinoo de primer Estadonacional necesitabaun cemento que lomantuviera unido. Enesa época, esa unidadno la daba el pueblosino la Corona, y lalegitimidad de esacorona venía de Dios.

Hoy en día, la «alternativa» de conversión forzosa a la religión oficial o expulsión del país a personas cuyas familias habrían vivido siglos o milenios en el territorio, o incluso plantearlo a habitantes de presencia más reciente, nos resulta abominable… y lo es. También causa repulsión la esclavitud y la encomienda, entre otras instituciones comunes en la Europa de esos tiempos. Este escrito no pretende hacer aceptables hechos de esta naturaleza, solo busca contextualizar las decisiones o acciones que los produjeron y también registrar el hecho de que, dentro del Imperio español, fueron debatidos a lo largo de los años porque hubo muchos que los cuestionaron abiertamente en su época. En ese contexto se puede tratar de comprender los hechos que se suceden desde 1492 en lo que fue a constituir España, primero, y luego el Imperio español.

Los reyes por lo general —salvo en muy raras ocasiones— buscaban incorporar territorios y siervos a su Corona; no les era beneficioso arrasar tierras y gentes, porque las tierras arrasadas y las tumbas no les generaban rentas.

En el caso de los reinos ibéricos, cuando parten las naves de los hermanos Pinzón en 1492, sus guerreros todavía estaban limpiando sus sables y sus lanzas de la última guerra de Reconquista. Hay que recordar que, en esos tiempos, los poderosos se hacían en el campo de batalla o vistiendo los hábitos. La espada y la cruz, al decir del presidente López Obrador, eran las herramientas de conquista, pero también de ascenso social.

Vemos que en 1492 todavía no existía España como una realidad política. Existen en ese momento varios reinos bajo las dos coronas de un matrimonio fecundo. Existe una reina con una intensa vocación por su religión y una clara conciencia del poder y un rey con una intensa vocación por el poder y una clara conciencia de la utilidad de la religión. Esa combinación genera la conquista ibérica y la conquista americana.


La reina Isabel estabapreocupada por doscosas: que a sus «nuevossúbditos» se los trate bieny que se los convierta alcatolicismo.

En cuanto a la conquista ibérica, las facetas son tanto militares como religiosas y políticas. Así como se somete a moros y judíos al proyecto de la España unificada política y religiosamente, se somete a los señores feudales a un poder monárquico sin precedentes. También se fomenta el conocimiento y se aprovecha el acervo de los judeoconversos y de los moriscos en la construcción del Estado español.

Cuando las naves fletadas por Luis de Santángel, el tesorero judeoconverso de la reina Isabel, llegan al nuevo continente y regresan a la península ibérica con las noticias de las nuevas tierras y sus gentes, la reina mantiene su política de absorción, y el rey consorte mantiene su política de acumulación. En los documentos de la época, vemos a una reina Isabel preocupada por dos cosas: que a sus «nuevos súbditos» se los trate bien y que se los convierta al catolicismo; por su parte, cuando a Fernando le toca regentar, lo vemos preocupado por sus rentas y desconfiando de todos.

 

UN IMPERIO CONSCIENTE

Los reyes son cada vez más poderosos, pero también someten los conflictos y nuevas realidades a debates doctorales. En esos años, la Universidad de Salamanca es, y sigue siendo, fuente de doctrina jurídica. A diferencia de otros imperios, los españoles se preguntan si lo que están haciendo es justo y correcto. De estos debates del temprano siglo XVI, surgen los cimientos del derecho internacional, en ese tiempo llamado derecho de gentes por su principal teórico, el padre Francisco de Vitoria. También bajo la guía del padre Vitoria surgen, con la Escuela de Salamanca, los cimientos de la economía moderna.

De la experiencia del padre De Las Casas como encomendero él mismo y luego principal crítico de la institución de la encomienda, nace la doctrina de los derechos humanos.

En ese mismo contexto, el derecho mercantil se desarrolla enormemente producto de los contratos y de los litigios surgidos de su aplicación, incluso en litigios en contra de los reyes por incumplimiento de contratos con los conquistadores. Recordemos que el modelo económico de la época era el mercantilismo y no el capitalismo.

El encuentro entre los españoles y los pobladores del continente ignoto produjo un imperio, pero no un imperio europeo, sino un imperio tricontinental. El Imperio español bajo Felipe II se extendía desde Italia hasta las Filipinas, pasando por las Américas, desde Alaska a la Patagonia; organizarlo y administrarlo fue una tarea portentosa que requirió el concurso de todos los habitantes de esas tierras y no solo de una élite remota y ausente, como en el caso de sus imperios competidores.


Hablar de «colonias»para referirse a losterritorios de ultramarno corresponde con larealidad sociopolíticadel Imperio español,en donde se hablabade «las Españas» parareferirse a los territoriosamericanos y asiáticos,además de los europeos.

El Imperio español —como derivado de la Reconquista ibérica— fue desde su inicio un proyecto de mestizaje racial y cultural integrado bajo una lengua, una religión y una Corona comunes. De hecho, hablar de «colonias» para referirse a los territorios de ultramar no corresponde con la realidad sociopolítica del Imperio español, en donde se hablaba de «las Españas» para referirse a los territorios americanos y asiáticos, además de los europeos, bajo la misma Corona. Los habitantes de uno y otro lado del Atlántico y del Pacífico eran tan súbditos como los de la península; los nobles que vivían en uno u otro territorio no eran diferentes los unos de los otros. Los hospitales, universidades, caminos y demás infraestructuras que se construyeron en América o en Asia no se hicieron solo a beneficio de los peninsulares; desde el principio se acogió —tras someterlos por las buenas o por las malas— a los gobernantes de las tierras conquistadas y a sus hijos, en las universidades y conventos, también en los ejércitos y en la administración. Muchas de estas prácticas nos pueden parecer chocantes y hasta repulsivas en nuestros tiempos, ya que estamos hablando de que ese trato igualitario fue más para las élites que para el pueblo llano, pero es que era igual en la Península.

En este contexto es útil recoger el testimonio del geógrafo, historiador y hombre de ciencia Alexander von Humboldt, quien, como alemán, era neutral ante las distintas leyendas que se han querido imponer. Si bien en sus escritos Von Humboldt no deja de criticar al Imperio español, no podemos dejar de registrar que, tras haber viajado por muchos países y continentes, sostenía que no había pueblos más felices que los gobernados por el Imperio español, que los indígenas estaban protegidos por leyes españolas que eran «sabias y humanas», que casi no había esclavos —cuando en los Estados Unidos eran esclavos un sexto de sus seis millones de habitantes— y que los campesinos de los territorios del Imperio español eran menos pobres que los alemanes y los rusos; sostenía también que los mineros mexicanos eran los mejor pagados del mundo, ya que percibían salarios entre seis y siete veces mayores que los de un minero alemán, por ejemplo. Por último, Von Humboldt afirmaba que las instituciones científicas de la Ciudad de México eran muy superiores a las de cualquier ciudad estadounidense y que, en esta y en varias ciudades más de la América Hispana, estaban a la altura de las europeas.


Von Humboldt sosteníaque no había pueblos másfelices que los gobernadospor el Imperio español,que los indígenas estabanprotegidos por leyesespañolas que eran«sabias y humanas».

Como hemos sostenido antes, el Imperio español fue un imperio de mestizaje cultural, político, científico y racial. Podemos encontrar una cantidad significativa de retratos familiares de la época, con parejas interraciales y su descendencia mestiza exhibidos con gran orgullo. En contraste, apenas en este siglo se empieza a reconocer públicamente en los Estados Unidos a los descendientes mulatos de próceres como Jefferson y otros titanes de la libertad que, sin embargo, tuvieron esclavos y esclavas y procrearon con ellas, pero en relaciones clandestinas.

Al igual que como con Noé, debemos comprender a las personas y sus circunstancias en su generación; pero no podemos dejar de reconocer que el modelo que aplicaron otras potencias fue el del genocidio y la destrucción, en lugar del mestizaje y la asimilación que caracterizó al Imperio español.

DESBANCANDO LAS LEYENDAS

Así como no podemos aceptar la leyenda negra creada y promovida principalmente por los anglosajones y neerlandeses, tampoco podemos caer en la leyenda dorada y sostener que el Imperio español se construyó a fuerza de puro amor y bondad. Como en toda ocupación, hubo violencia en la conquista, hubo despojos y también destrucción. La diferencia es que esos eventos —que, como hemos sostenido, se dieron en el contexto de la época— en general iban en contra de las normas y órdenes generadas desde la metrópoli; normas que fueron generando un corpus llamado derecho de Indias en donde se recogían de forma sistemática este cuerpo jurídico. De hecho, muchos de los conquistadores que abusaron de su fuerza y poder regresaron a España encadenados o fueron ejecutados en el sitio por sus superiores; también lo fueron quienes por codicia quitaron a otros —y sobre todo al rey— su parte del botín, porque también hay que ser honestos en que eran botines y no otra cosa.

Así mismo debemos cuestionar la leyenda del buen nativo, que pretende hacer creer que el continente americano estaba poblado por personas absolutamente pacíficas y alejadas de cualquier actitud o sentimiento de baja ley. De hecho, una buena parte de la conquista se dio por unos puñados de españoles que formaban alianzas con pueblos indígenas en contra de otros pueblos nativos que los tenían sometidos y expoliados. El caso más relevante es el de Hernán Cortés, quien llega a la posteriormente llamada Nueva España con unos mil quinientos hombres bien apertrechados, pero que, al llegar a Tenochtitlán — la capital de los mexicas, llamados también aztecas—, lo hace con lo que le queda: cinco hombres, tres caballos y dos perros; el ejército que hizo posible la conquista de la capital del Imperio mexica era un ejército tlaxcalteca, pueblo sometido por los mexicas y que, bajo el mando de Cortés, esperaba liberarse de ese yugo. Tan importante fue el papel de los tlaxcaltecas que el rey de España les dio fuero equivalente al de los vizcaínos y que, por ello, entre los cinco delegados americanos a las Cortes de Cádiz (nombre dado a la convención constitucional de 1812) uno era tlaxcalteca y venía por derecho propio.