La voz del corazón

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Fósil transicional (Archaeopterix)48


Otro sistema de verificación lo encontramos en las pruebas embriológicas. En el estudio de las primeras etapas de la vida se observa cómo muchas estructuras orgánicas son comunes o muy similares para especies completamente distintas. Posteriormente, a medida que el individuo crece, estas estructuras desaparecen o se especializan. El paleontólogo norteamericano John Maisey asegura que existen formas embrionarias de carácter universal49:

En el desarrollo de todos los vertebrados hay un tipo muy especializado de tejido neuronal que se forma durante la etapa embrionaria y que se denomina cresta neural. Estas células se convierten en nuestra espina dorsal […]; es un nivel muy básico de organización estructural que tiene una edad aproximada de cuatrocientos cincuenta millones de años.

Finalmente tenemos las pruebas bioquímicas y las genéticas, que también son avales muy robustos en favor del evolucionismo. La similitud del material genético entre especies o la presencia de aminoácidos, proteínas y procesos bioquímicos sorprende por su universalidad. El biofísico norteamericano Harold Morowitz ha investigado durante más de cincuenta años los orígenes de la vida50:

La bioquímica que tiene lugar en nuestro interior sigue un procedimiento muy ordenado con ciertos ciclos energéticos. […]. El ciclo del ácido cítrico [o ciclo de Krebs, que le valió a este el Premio Nobel] se encuentra en todo. Toda célula de todo organismo vivo tiene en su totalidad o en parte un ciclo de ácido cítrico funcionando.


La Teoría de la Selección Natural de Charles Darwin ha sido confirmada por numerosas pruebas procedentes de muy diversas ramas de la ciencia.

Tal y como afirma el etólogo austríaco y Premio Nobel de Medicina en 1973 Konrad Lorenz, en la historia del saber humano nunca ha existido una teoría que haya sido tan expuesta a tantas verificaciones independientes como la de Darwin51. No obstante, hay que admitir que presenta límites y, por tanto, que sirve para explicar una serie determinada de cosas, pero no otras52. Sin ir más lejos, no es capaz de explicar el origen de la fotosíntesis y tampoco puede aclarar el paso evolutivo de las células eucariotas a los organismos pluricelulares.

En la naturaleza encontramos muchas estructuras biológicas que no responden a un proceso lineal de selección natural. Por ejemplo, cuando las bacterias comenzaron a vivir en un medio acuoso, desarrollaron un flagelo que permitía su movilidad y mejoraba sus capacidades adaptativas. Este apéndice gelatinoso es en realidad un mecanismo muy complejo, dado que está formado por anillos rotatorios, paletas, transmisores y otros dispositivos. En la práctica es un sistema irreductible53, es decir, si quitamos alguna de sus partes, no podría funcionar. Todo parece indicar que, en un mecanismo como este, todas las piezas se han formado al mismo tiempo, pues todas ellas son necesarias para la supervivencia.

El flagelo bacteriano54


En la actualidad tenemos que reconocer que tanto el origen como la evolución de la vida son un misterio. Es decir, no se pueden esclarecer a través de la teoría de Darwin y sugieren la intervención de la conciencia o de alguna forma de inteligencia superior. Las ciencias naturales dejan entrever que, de forma paralela a un proceso de selección natural, el desarrollo de la vida responde también a otros factores. En la Biblia se dice: «Entonces Dios formó al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de la vida; y fue el hombre un ser viviente». Los textos religiosos encierran mucha sabiduría, pero hay que leerlos sin prejuicios. Quizás lo que nos quiere decir la Biblia es que la vida surgió de la materia cuando esta fue animada por un flujo de conciencia y energía. En este sentido, el mismo Charles Darwin admite en su libro El origen de las especies que el alcance de su teoría es limitado55:

Como mis conclusiones han sido muy tergiversadas y se ha afirmado que atribuyo la modificación de las especies exclusivamente a la selección natural, se me permite observar que, en la primera edición de esta obra y en las siguientes, he puesto en lugar bien visible las siguientes palabras: Estoy convencido de que la selección natural ha sido el modo principal, pero no el único, de modificación.

Aun a pesar de su validez, la Teoría de la Selección Natural de Charles Darwin presenta límites. El origen y la evolución de la vida son un misterio que la ciencia sigue sin resolver.

Cuando el planeta cambia su energía

El cambio de paradigma en el que nos encontramos es una puerta de entrada hacia la nueva realidad de la Tierra. A medida que lo comprendemos y lo interiorizamos, nos vamos armonizando con el planeta. Esto significa que ajustamos nuestro proceso de desarrollo personal a su dinámica interna, con lo cual las cosas son mucho más llevaderas y la vida resulta más divertida. El ciclo que está culminando la Tierra trasciende la dualidad y entra en un nuevo equilibrio entre dar y recibir. Para los seres humanos, esto implica dar un gran salto de conciencia. Abandonamos de forma progresiva el viejo paradigma basado en la dependencia, la dominación y el miedo y nos dejamos conducir por la energía amable y tierna del corazón.

La variación que está experimentando la Tierra se refleja a nivel energético. Cuando un planeta modifica sus condiciones de energía, todo lo que hay en su superficie se ve afectado. ¿Cómo se explica este cambio? Por un lado, el campo electromagnético que rodea la Tierra se está debilitando y, por otro, la radiación que nos llega desde el espacio está aumentando de forma paulatina (entre los años 2015 y 2018 subió un dieciocho por ciento)56. Los responsables del incremento de la radiación son los rayos cósmicos. Estos mensajeros de las estrellas proceden de galaxias lejanas. Viajan a velocidades cercanas a la luz y, al entrar en la atmósfera, provocan reacciones nucleares que, a su vez, producen millones de partículas. En suma, crean auténticas lluvias de materia estelar. Algunos tienen una energía descomunal (hasta un millón de veces superior al del más sofisticado acelerador de partículas construido por el hombre). Entre otras cosas, participan en la creación de las auroras boreales y australes.


Aumento de la radiación cósmica57


Los fragmentos estelares que están llegando a la Tierra interaccionan con los seres vivos. La física atómica, molecular y nuclear española Mª Victoria Fonseca afirma que tanto el espacio en el que nos movemos como nuestro cuerpo están «llenos de cosas invisibles». En concreto, nos llegan más de doscientas partículas con carga eléctrica por metro cuadrado y segundo58. Estas fracciones atómicas proceden del espacio interestelar y nos atraviesan de forma permanente. La cuestión es que, si la radiación aumenta, nuestra estructura atómica y molecular (el ADN) también podría verse alterada. Entonces se pueden iniciar procesos biológicos que hasta la fecha han permanecido inactivos. El cardiólogo israelita Eliyahu Stoupella ha observado que un aumento en la radiación cósmica afecta al ritmo del corazón y produce arritmias59. Por otra parte, el físico teórico norteamericano Michio Kaku opina que los rayos cósmicos modifican sutilmente el ADN de los seres vivos facilitando así su adaptación a las nuevas condiciones del entorno60. De igual forma que la luz solar activa la secreción de neurotransmisores y nos despierta por la mañana, el incremento de radiación cósmica podría estar «despertando» a un nuevo ser humano, es decir, activando potenciales que hasta el momento han permanecido dormidos.

La energía que nos llega desde el espacio nos afecta a nivel biológico y puede producir cambios en nuestro ADN. En estos momentos la Tierra está recibiendo un aumento de radiación cósmica.

He aquí una pregunta interesante: ¿los rayos cósmicos son emitidos por alguna forma de conciencia y responden a un propósito concreto? ¿Son parte de un plan cósmico que intenta favorecer el despertar de la nueva conciencia terrestre? A priori esta idea parece ser de ciencia ficción, pero la ciencia no deja de sorprendernos. A medida que evoluciona y desarrolla nuevos sistemas de medida, las fronteras entre la fantasía y la realidad parecen diluirse. En el año 2017 sucedió algo extraordinario. El observatorio de neutrinos Ice Cube, situado en los confines del Polo Sur, y una serie de observatorios astronómicos de distintas partes del mundo confirmaron la existencia de una fuente de rayos cósmicos. La situaron en el centro de una galaxia lejana llamada Blazar y comprobaron, para su sorpresa, que su eje de rotación apuntaba directamente hacia la Tierra61. ¡Menuda coincidencia!


La galaxia Blazar y los rayos cósmicos62



La Tierra también está registrando cambios en su campo electromagnético. Este campo de energía se crea a una gran profundidad, en el corazón del planeta. Aquí las temperaturas son muy altas y hay grandes movimientos de metal líquido que generan corrientes eléctricas. Estos ríos de fuerza forman espirales que suben de forma paralela al eje de la Tierra, salen por el Polo Norte, rodean el planeta y entran por el Polo Sur. El resultado es un escudo con forma de toroide que nos protege contra los vientos solares y garantiza la continuidad de la vida. Cuando hay grandes erupciones en el Sol, el campo magnético se puede observar en las regiones polares. En estos casos, las partículas de alta energía chocan contra la atmósfera y crean las auroras boreales y australes.

 

La intensidad de este campo fue medida por primera vez en 1835 por el físico alemán Carl Friedrich Gauss. Desde entonces los registros confirman que se ha ido debilitando. En la actualidad se sabe que la burbuja que nos protege de la radiación solar es un diez por ciento más frágil que hace ciento cincuenta años. Científicos de la NASA han detectado una vasta región sobre el Atlántico Sur en la que el campo magnético está decreciendo. La disminución es tan notable que está creando serios problemas en los sistemas de comunicación de los satélites que la atraviesan63. Por otro lado, los polos magnéticos (que representan el eje del campo) se están desplazando cada vez más rápido (unos sesenta kilómetros al año). En el 2040 se espera que el Polo Norte magnético de la Tierra se localice en Siberia (Rusia). Esta circunstancia está obligando a revisar los sistemas de navegación mundiales con una frecuencia inusual.

El campo electromagnético de la Tierra64



La disminución del campo de energía que nos rodea y el desplazamiento de los polos magnéticos están señalando hacia lo que seguramente sea el acontecimiento más extraordinario jamás vivido en la historia de la humanidad: la inversión de la polaridad de la Tierra. Esto evidencia que las líneas de fuerza del campo, en lugar de salir por el Polo Norte y entrar por el Polo Sur, lo harán a la inversa. Históricamente el planeta ha cambiado la dirección de su campo de energía cada trescientos mil años aproximadamente. Sin embargo, la última vez que se invirtió fue hace setecientos ochenta mil. Todo parece indicar que el siguiente vuelco está por llegar y que va con mucho retraso. El científico estadounidense y experto en Ciencias de la Tierra Gary Glatzmaier ha descubierto que la creciente debilidad del campo de energía que rodea el planeta está relacionada con la inversión de los polos magnéticos65. En su opinión, no hay duda de que estamos a las puertas de un nuevo vuelco.

Todo el mundo se pregunta lo mismo: ¿qué sucederá entonces? Los expertos auguran que en ese momento la Tierra tendrá varios polos que podrían ir cambiando de posición. Esto provocaría una gran inestabilidad, por lo que muchos animales que utilizan los campos magnéticos para orientarse (aves migratorias, salmones, abejas, mariposas, tortugas, ballenas…) podrían verse afectados. También se especula con la posibilidad de un colapso general en las estructuras eléctricas de todo el planeta y en los sistemas de navegación. Además algunas enfermedades como el cáncer de piel podrían aumentar. La parte amable es que las auroras boreales y australes se podrían ver en cualquier parte del globo. Lo cierto es que nadie sabe lo que pasará si los polos invierten su posición actual. A priori, un evento de este tipo no tiene por qué ser catastrófico, pero todo dependerá de nuestra capacidad creativa. ¿Habremos descubierto para entonces la forma de contrarrestar sus efectos negativos?


El campo electromagnético que rodea la Tierra está sufriendo alteraciones muy considerables. Todo parece indicar que nos encontramos a las puertas de una inversión en su polaridad magnética.

Dentro del campo magnético de la Tierra existe una cavidad situada entre la superficie terrestre y la ionosfera. Es un campo de energía que se manifiesta cuando hay descargas eléctricas en la atmósfera. Se conoce como la Resonancia Schumann. El interés que presenta para la ciencia es que vibra a una frecuencia muy baja (7,83 hercios) que coincide con la de las ondas theta y alfa que produce el cerebro en estados de calma y relajación. Para intentar averiguar cómo afecta a la salud y al comportamiento de los seres vivos, el Instituto HearthMath, de Estados Unidos, ha puesto en marcha un proyecto llamado Coherencia Global. Consiste en situar sensores en varios lugares del planeta y, a partir de ahí, medir la resonancia magnética de la Tierra y observar la influencia que ejerce sobre las personas. Los resultados de sus observaciones son muy elocuentes66:

La actividad diaria del sistema nervioso autónomo responde a los cambios en la actividad geomagnética. El grado de sincronía encontrado entre la Resonancia Schumann y otras líneas de resonancia del campo magnético terrestre y el ritmo producido por el cerebro y el corazón es sorprendente.


La Resonancia Schumann67



En los años sesenta del siglo xx, el científico alemán R. Weber, en colaboración con el Instituto Max Planck, construyó un búnker subterráneo, lo selló herméticamente y pidió a un grupo de estudiantes que pasaran siete semanas en él. Deseaba averiguar si la ausencia del campo electromagnético tenía alguna influencia en los ritmos circadianos. A medida que pasaban los días, los jóvenes comenzaron a sufrir dolores de cabeza, variaciones en el sueño, angustia emocional, estrés, etc. Lo relevante fue que, al introducir una frecuencia de onda de 7,83 hercios (mediante un generador de impulsos biomagnéticos), todos ellos volvieron a la normalidad de manera casi inmediata68.

La investigadora británica y experta en biomagnetismo Ingrid Dickenson afirma que el campo energético de la Tierra incide en nuestra salud de forma muy directa. En su opinión, si es alterado puede generar una situación de desorden cerebral y trastocar la producción de diferentes neurotransmisores y hormonas. Esta idea ha sido confirmada por el Centro de Cronobiología Halberg, en Estados Unidos: tanto la Resonancia Schumann como las líneas geomagnéticas de la Tierra y la propia actividad solar afectan de forma decisiva a los seres vivos69.

¿De qué forma? Tal y como demostró el profesor Weber, las ondas electromagnéticas alcanzan nuestros campos personales de energía e influyen en los ritmos circadianos, que son ciclos biológicos internos que regulan muchas funciones vitales (la floración de las plantas, el latido cardiaco, el sueño, la reproducción animal, la secreción hormonal, los procesos de depuración y regeneración celular…) y actúan en sincronía con otros ciclos de tipo ambiental (a través de la luz y la temperatura). Es importante comprender que los cambios que se producen en el campo electromagnético de la Tierra afectan a la vida en todas sus manifestaciones. Por consiguiente, si deseamos adaptarnos a lo que se avecina, necesitamos elaborar respuestas de carácter global.

Reseña de la investigación del profesor Weber y entrada al bunker70


Los registros llevados a cabo por el sistema de observación espacial ruso Tomsk confirman que la Resonancia Schumann está cambiando71. De acuerdo con el análisis de muchos observadores independientes, estas fluctuaciones son significativas (de hasta 120 hercios) y se vienen produciendo desde el año 1980. Si indagamos en sus causas, lo que encontramos es que los rayos cósmicos y la Resonancia Schumann están relacionados. El físico norteamericano Philip Scherrer cree que los primeros podrían desempeñar un papel importante en la génesis de tormentas eléctricas (un factor clave en la manifestación de la Resonancia Schumann), pues crean un efecto ionizador en la atmósfera72.

Fluctuaciones anómalas de la Resonancia Schumann73



Por otro lado, las anomalías que presenta nuestro escudo protector terrestre se deben también a la contaminación ambiental que crean las telecomunicaciones. Sin ir más lejos, en la ciudad o en entornos saturados de tecnología, la Resonancia Schumann no se puede detectar. Estos desajustes han crecido de manera exponencial en los últimos tiempos y están afectando a la vida natural. El físico alemán Jochen Kuhn expuso a un grupo de abejas a la radiación telefónica y comprobó que perdían el sentido de la orientación y que no eran capaces de volver a sus colmenas. El tema no es trivial, pues realizan el setenta por ciento de la polinización de los cultivos. Asimismo, en los últimos años se ha registrado la extinción o disminución de muchas especies de mariposas, aves migratorias, pájaros de granja…74

Más de doscientos treinta científicos independientes de unos cuarenta países han advertido sobre el riesgo que entraña la sobreexposición a los campos electromagnéticos generados por los dispositivos móviles. Hablan de cáncer, estrés celular, aumento de los radicales libres, daños genéticos, infertilidad, alteraciones en el ADN, déficit de aprendizaje y memoria, trastornos neurológicos…75 Muchos organismos internacionales como la UNESCO o el Consejo de Europa recomiendan aplicar el principio de precaución y realizar estudios rigurosos antes de introducir en la sociedad tecnologías potencialmente dañinas. El expresidente de Microsoft en Canadá Frank Clegg dice, por ejemplo, que la tecnología 5G es muy dañina para la salud y se pregunta: ¿Cómo es posible que un producto tan perniciosos pueda ser lanzado al mercado para uso público?76 Sin duda necesitamos establecer límites saludables y más investigación para encontrar frecuencias de onda que sean compatibles con los ritmos biológicos de la naturaleza. El objetivo es que los dispositivos móviles y las redes de telecomunicación no alteren el equilibrio de la biosfera. En lugar de crear inestabilidad (que es lo que hacen ahora), deberían poner nuestros cerebros en orden y en coherencia con el corazón y en sintonía con el «latido de la Tierra».


El campo magnético de la Tierra es el soporte de la vida en la biosfera. Su grado de sincronía con el cerebro y el corazón es asombroso. Este hecho revela que influye de forma decisiva sobre nuestro comportamiento individual y social.


Cuando estamos unidos a la Tierra, nuestra inseguridad disminuye o incluso puede llegar a desaparecer por completo. La naturaleza nos ayuda a sanar y nos devuelve a nuestro estado original de equilibrio. En contacto con el medio natural, nuestra biología se acoplan al entramado de la vida. Al sincronizarnos con el campo electromagnético del planeta, activamos el sistema nervioso autónomo (en su rama parasimpática) y ponemos en marcha los procesos naturales de recuperación y depuración del organismo. La Tierra oscila a 7,83 hercios, una frecuencia muy lenta que coincide con las ondas alfa y theta que produce nuestro cerebro en estado de relajación. Todo ello sucede de forma espontánea. No solo nos limpia y nos regenera, sino que también nos ayuda a desplegar una acción consecuente y sensata. El beneficio es por ello doble.

Si el planeta modifica sus condiciones de energía y aumenta su vibración nosotros tendremos que hacer lo propio. Sin embargo, en entornos saturados de tecnología, el campo electromagnético de la Tierra se debilita y se distorsiona. La radiación emitida por los aparatos de telecomunicaciones (redes wifi, telefonía móvil…) anula sus efectos positivos. En los últimos cincuenta años, esta radiación se ha incrementado varios millones de veces77. El desajuste que provoca en nuestro campo de energía se refleja a nivel biológico. Esto significa que, sin la debida regulación, el sistema nervioso nunca descansa por completo, se agota y termina colapsando. Finalmente, esta dinámica repercute en la psique y desemboca en una neurosis, es decir, afecta al funcionamiento de la mente racional. Cuando no somos capaces de pensar, se activan mecanismos de defensa de diversa naturaleza. Uno de ellos es la necesidad de estar haciendo cosas todo el tiempo. De acuerdo con el psicoanalista austríaco Sigmund Freud, en la neurosis estas pulsiones se dirigen hacia un único fin: calmar la tensión interna78.

Un dato que debería hacernos reflexionar es el aumento desproporcionado del uso de fármacos destinados a reducir la ansiedad79. Entre los años 2000 y 2013, en España este incremento fue del cincuenta y siete por ciento y en Estados Unidos llegó al sesenta y cinco por ciento. Estas cifras reflejan el crecimiento desmesurado de las alteraciones sensoriales y motoras provocadas por deficiencias en el sistema nervioso. Nuestra capacidad para tomar decisiones racionales se ha deteriorado tanto que hasta los niños, al menor trastorno, son tratados como enfermos. La costumbre de recetar antidepresivos a los menores de edad se está generalizando de tal manera que hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha dado la voz de alarma.

 

Si deseamos liberarnos del estrés y la ansiedad crónica en los que vivimos, necesitamos dejar de hacer y comenzar a ser. La Tierra nos ayuda a ello. Solo tienes que acercarte a la naturaleza, respirar en la quietud del silencio y abandonarte a sentir. No hay que hacer nada. Solo escuchar. La Tierra te habla todo el rato. Es un ser dotado de una fuerza extraordinaria, pero también está lleno de sensibilidad y ternura. Arráigate en tu cuerpo y hunde tus raíces en su memoria. Trabaja con ella. Hónrala y hazle saber tu intención de colaborar en su propósito. Siente el latido de su corazón y, por favor, muéstrate compasivo hacia todos los seres que la pueblan. Las plantas, los animales e incluso los minerales elevan su nivel de conciencia y mejoran sus condiciones de evolución cuando decides amarlos. Sé humilde, aprovecha la oportunidad que te brinda la naturaleza y agradece su enorme generosidad. Establece con ella un compromiso basado en la lealtad y tenla en cuenta en todo lo que hagas. Ella es tu madre, tu Pacha Mama. Sin ella no existirías. Como afirma una tradición andina: «Sin amor a la Tierra, no tenemos lugar en el cielo».

El mensaje oculto de las estrellas

Este cambio energético a nivel global ha sido anunciado por las tradiciones de los antiguos pueblos de la Tierra. Las predicciones que hicieron los mayas, sobre todo, asombran por su precisión. Eran grandes astrónomos. Cartografiaron el cielo y lograron predecir acontecimientos pasados y futuros con una precisión admirable. Su calendario solar es más exacto que el nuestro y su tabla de eclipses lunares sigue vigente en nuestros días. Cuatro mil años después, los astrónomos siguen fascinados por la complejidad de sus cálculos numéricos. Muchos se preguntan si la sabiduría de este pueblo no estará escondiendo enigmas que la ciencia moderna aún no es capaz de desentrañar con ayuda de la tecnología80.

Esta cultura tenía integrados el saber astronómico con el astrológico, es decir, usaban los mapas estelares para orientar la vida de las personas y decidir el destino de su pueblo. También fueron los más avanzados a la hora de hacer predicciones a largo plazo. Entre otras muchas cosas se dieron cuenta de que el Sistema Solar se mueve por la galaxia de forma cíclica. Observaron que cada dos mil años la Tierra modifica su ángulo de inclinación en relación a la bóveda celeste (el cielo visto desde la tierra), se alinea con un grupo concreto de estrellas (las constelaciones del Zodiaco) y entra en una nueva era. Al pasar de una constelación a otra, las influencias que recibimos del universo varían por lo que esta circunstancia habría contribuido al ocaso y al florecimiento de las civilizaciones humanas que han transitado por la Tierra. También calcularon que el planeta tarda veinticinco mil setecientos años en recorrer toda la bóveda celeste (en Astronomía se conoce como un ciclo precesional) y dividieron este periodo en dos intervalos: el día y la noche galácticos.

Los mayas vislumbraron algo que la ciencia moderna admite ya sin reparos: el modelo heliocéntrico propuesto por el astrónomo prusiano Nicolas Copérnico en el siglo xvi (que imagina a los planetas girando en torno al Sol en órbitas circulares) junto a las correcciones hechas por el astrónomo y matemático alemán Johannes Kepler en el xvii (que dijo que las órbitas, en lugar de circulares, eran elípticas) ha quedado obsoleto. Este modelo sería correcto si el Sol estuviera inmóvil pero si asumimos que este se está moviendo alrededor de la Vía Láctea (a una velocidad de ochocientos veinte mil kilómetros a la hora) las órbitas de los planetas, en lugar de planas, deben ser helicoidales. El Sistema Solar tarda doscientos veintiséis millones de años en dar una vuelta completa a la Galaxia y lo hace de la misma forma en la que se expresa la vida, es decir, formando espirales.

Ciclo Precesional


Modelo astronómico Helicoidal




Movimiento del Sistema Solar alrededor de la Vía Láctea


Los mayas anunciaron con acierto que el 21 de diciembre del año 2012 la Tierra culminaría un ciclo precesional. De acuerdo con sus profecías, estamos cambiando de era (dejamos Piscis y entramos en Acuario) y, en consecuencia, la humanidad vivirá un nuevo renacimiento y una etapa dorada. ¿Es posible que este cambio se deba a que nos estamos aproximando al centro de la galaxia? ¿La espiral que traza el Sistema Solar en su itinerario alrededor de la Vía Láctea ha girado hacia dentro y por eso la energía que recibimos es más intensa? Los mayas anunciaron que la Tierra aumentaría su vibración energética y con ella que se producirían grandes cambios en la humanidad. De acuerdo con su calendario estelar, estamos saliendo de la noche y entrando en el amanecer de un nuevo día galáctico que tendrá una duración de doce mil ochocientos cincuenta años, la mitad de un ciclo precesional.

Sin embargo, afirmaron que, antes de que esta época dorada se haga realidad, viviremos un periodo de oscuridad. Un tiempo en el que la locura colectiva creará mucha destrucción y en el que se dará un cambio climático provocado en parte por el hombre. En el libro sagrado del Chilam Balam se dice81:

Al final del último katum [periodo comprendido entre 1999 y 2012], el itzá [el pueblo] será arrollado […] Habrá un tiempo en el que estará sumido en la oscuridad y luego vendrán trayendo la señal futura los hombres del Sol: despertará la Tierra por el Norte y por el poniente. El itzá despertará.

El Amanecer Galáctico



Los mayas vaticinaron que, después de esta noche oscura, los seres humanos encontraremos la paz en nuestro interior y nos volveremos más tolerantes y comprensivos. Estaremos dotados de una sensibilidad muy elevada y seremos capaces de integrar en nuestra vida las dulces e infinitas sensaciones del amor universal. Entre otras cosas presintieron que nuestra esencia será la gran fuerza que moverá al hombre del porvenir y que la utilizaremos para sanar de cualquier enfermedad. También anunciaron que la desintegración de la materia y su restitución en cualquier punto del espacio serán una práctica común en la sociedad (algo que la ciencia ha confirmado ya a nivel teórico). En cualquier caso, esta luz interior nos guiará para que desarrollemos nuestros designios sobre la Tierra a una fabulosa altura y nos regirá a través del amor, la perseverancia, la virtud, la sabiduría y la comprensión. En su visión: «el renacimiento de la humanidad va a depender de la rapidez con la que nos integremos al concierto universal».

De acuerdo con los mayas, estamos saliendo de una noche oscura y entrando en el amanecer de un día galáctico que traerá grandes cambios y una nueva civilización a la Tierra.

La conciencia de Gaia

Desde una perspectiva espiritual, la Tierra está preparando las condiciones energéticas que sostendrán a la nueva civilización que hemos decidido concebir a nivel colectivo. En este sentido, el planeta está abriendo centros energéticos y memorias lejanas que permanecían dormidas desde hace miles de años. Digamos que la Tierra tiene su propia red neuronal. Ahora, lo que está haciendo es activarla y crear nuevas conexiones sinápticas.

Dentro de esta red hay una serie de nodos que operan como centros neurálgicos. Son los espacios naturales sagrados (montañas, ríos, océanos, lagos, desiertos…) y las construcciones emblemáticas que simbolizan la identidad cultural de la humanidad (catedrales, templos, iglesias, monumentos, pirámides…). Estas últimas fueron creadas con el propósito de preservar la luz sobre la Tierra en un tiempo en el que reinaba la oscuridad. En su construcción se empleó una geometría muy precisa, capaz de resonar con energías de muy alta frecuencia. En algunos casos, su arquitectura es tan compleja y los cálculos numéricos que la sostienen son tan sofisticados y precisos que nadie acierta a comprender cómo fueron construidas.