Psicología del lenguaje

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Un papel decisivo en esta evolución lo han jugado los estudiosos del lenguaje humano que han contribuido con sus insights sobre su dimensión funcional. Pero también han ejercido un poderoso efecto la etnografía de la comunicación, la filosofía de los actos de habla, el análisis del discurso, la lingüística textual, la pragmalingüística, la sociolingüística, la semiótica, y el nuevo interés por la retórica, de todo lo cual daremos cuenta más adelante.

1 En entrevista que aparece en Lingüística y significación, Salvat, Colección Grandes Temas N° 13, 1979. Jakobson, ruso de origen, se radicó en Estados Unidos en 1941, donde falleció en 1982. Investigó y enseñó, entre otros lugares, en las universidades de Columbia, Harvard y el MIT. Es uno de los fundadores del célebre Círculo Lingüístico de Praga, de orientación funcionalista. Figura muy conocida para personas ajenas a la lingüística por su modelo de funciones del lenguaje basado en la teoría de la información, que se expone más adelante. Publicó más de setecientos trabajos, siendo la principal recopilación Selected writings en ocho volúmenes.

2 En Revolución en la lingüística. Salvat Editores S.A. Biblioteca Grandes Temas, N° 87. Navarra, 1975.

3 Skinner, B.F. Verbal Behavior. Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1957.

4 Karl Ludwig Bühler, psicólogo alemán, nació en 1879 y murió en Los Ángeles, EEUU en 1963. Doctorado en medicina y psicología, realizó estudios y publicaciones en psicología de la percepción, del pensamiento, desarrollo y lenguaje. De orientación gestáltica, polemizó con los autores más conocidos de esta teoría. Esposo de Charlotte Bühler, conocida por sus estudios en lenguaje infantil.

Tuvo en Viena, entre sus discípulos, a René Spitz, Konrad Lorenz, Edward Tolman y Neal Miller. En EEUU, a los filósofos Ludwig Wittgenstein y Karl Popper. Sus ideas en fonología recibieron el apoyo del Círculo Lingüístico de Praga, que acogió, también sus planteamientos generales sobre el lenguaje. Exiliado en tiempos del nazismo, emigró a EEUU, donde nunca se adaptó totalmente, no teniendo el éxito que tuvieron allí otros psicólogos judío-alemanes, como los autores de la Gestalt. Años después de su muerte, se comenzaron a valorar sus importantes e intuitivas contribuciones.

Su obra más conocida, Teoría del lenguaje, publicada en 1934, tiene una primera versión en español en Revista de Occidente, Madrid, 1950.

5 Si se observa la figura 3.2, el triángulo central aparece sobre un círculo que representa el fenómeno concreto (por ejemplo, una forma sonora) que funciona como signo. El triángulo en determinados lugares es menor que el círculo. Con esto Bühler quiere indicar que solo a determinados elementos abstractos de la cosa concreta está ligada la función de signo. En las luces del semáforo, ejemplifica Hörmann, solo el color y no la intensidad de la luz o el tamaño del foco es lo que funciona como signo.

6 Jakobson, R.: Ensayos de lingüística general. Seix Barral, 1975, 1981. Ver, especialmente, los ensayos 5°: "La lingüística y la teoría de la comunicación" y 14°: "Lingüística y poética".

7 Shannon, C.: "A mathematical theory of communication". Bell Syst. Techn. J., 27, 379-423, 1948.

Shannon, C. & Weaver, W.: The mathematical theory of communication. Urbana, 1949.

8 Alba. Escrito en Granada, abril de 1915. Publicado en Libro de poemas en 1921.

9 Lingüista británico nacido en 1925. Autor de la teoría de la "lingüística sistémica" (gramática sistémica funcional o lingüística sistémica funcional, SFL), en la cual la gramática es vista como una red de sistemas de contrastes interrelacionados. En dicha teoría se presta especial atención a los aspectos semánticos y pragmáticos del análisis, y también a la manera en que se usa la entonación en la expresión del significado. Se motivó por la lingüística gracias a su maestro J. R. Firth, recibiendo la influencia de la Escuela de Praga. Vivió unos años en China y se doctoró en lingüística china en Cambridge.

Se ha preocupado este autor de incluir las variables sociológicas y culturales en el estudio del lenguaje, con lo que, aparte de lingüista de renombre, ha llegado a ser reconocido como psico y sociolingüista.

Parte significativa de sus actividades académicas las llevó a cabo en el Departamento de Lingüística de la Universidad de Illinois, Chicago. Fue también profesor de la Universidad de Londres. En 1976, se fue a la Universidad de Sídney en Australia, donde permaneció hasta su jubilación.

Entre sus obras:

El lenguaje como semiótica social: la interpretación social del lenguaje y del significado. Fondo de Cultura Económica, México, 1982.

Learning how to mean: exploration in the development of language. Edward Arnold, London, 1975.

10 Halliday, M.A.K.: "Aprendiendo a conferir significado". En E. H. Lenneberg & E. Lenneberg (eds.): Fundamentos del desarrollo del Lenguaje. Alianza Ed., Madrid, 1982. (Original publicado por la Unesco en 1975).

11 "Tres" o "cuatro" macrofunciones, ya que la interpersonal incluye dos. Ellas son: 1. ideacional, 2. interpersonal (= expresiva + apelativa) y 3. textual.

12 En especial: Exploraciones sobre las funciones del lenguaje. Edit. Médica y Técnica S. A., Barcelona, 1982. Revisar capítulos: 1: "Modelos pertinentes del lenguaje". 2: "Bases funcionales del lenguaje". 3: "El lenguaje desde una perspectiva social". 4: "Hacia una semántica sociológica".

También: Learning how to mean: explorations in the development of language. Edward Arnold, Londres, 1975.

13 Halliday, M.A.K.; Mc Intosh, A. & Strevens, I? The linguistic sciences and language teaching. Longman, London, 1964.

14 El término función se utiliza de dos formas diferentes, aunque relacionadas, en la descripción del lenguaje, aclara el mismo Halliday (1982, Función lingüística y estilo literario):

1. En sentido de función gramatical (o sintáctica), "para referirse a elementos de la estructura lingüística, tales como actor y finalidad, o sujeto y objeto, o tema y rema. Estas funciones son los papeles desempeñados por clases de palabras, frases y similares en la estructura de las unidades superiores".

2. Para hacer referencia a las funciones del lenguaje como un todo (como las descritas por Bühler). "Entiendo por teoría funcional del lenguaje la que intenta explicar la estructura lingüística y el fenómeno lingüístico con relación a la idea de que el lenguaje desempeña determinado papel en nuestras vidas; y que es necesario para satisfacer ciertos tipos universales de demanda".

15 Heurístico, del griego, eurisko = "hallo", "invento", "descubro".

16 Etnografía de la comunicación, noción acuñada por Dell Hymes (norteamericano) para referirse al marco teórico y metodológico que desarrolló a partir de la década de 1960 para estudiar la interacción comunicativa de los seres humanos.

Al igual que otras disciplinas, como la etnolingüística o la etnometodología, surge cuando los estudiosos del lenguaje se dan cuenta de que para llegar a una comprensión completa de los fenómenos lingüísticos no basta con analizar las estructuras internas del lenguaje, sino que también hay que considerar el contexto en que se emiten los enunciados.

Para poder hablar una lengua no solo se requiere un dominio de las estructuras gramaticales de esa lengua (la competencia lingüística), sino también un dominio de las reglas sociales, culturales y psicológicas que rigen el uso del lenguaje dentro de un determinado contexto (la competencia comunicativa del hablante). La etnografía de la comunicación es un enfoque que aborda la descripción de las normas, ya sean explícitas o implícitas, de los aspectos verbales y no verbales que rigen la interacción comunicativa.

Capítulo 4

SEMIÓTICA, LINGÜÍSTICA Y PSICOLOGÍA DEL LENGUAJE

Temas del capítulo

El signo lingüístico: significante y significado • Signos, señales y símbolos • Semiosis, semiótica y ciencia • Semiótica, lingüística y psicología del lenguaje • Psicolingüística: perspectiva diacrónica

En este capítulo nos referiremos a los signos en general -y a los del lenguaje verbal, en particular- mencionando áreas del conocimiento que se valen de ellos y sin los cuales no podrían existir. Nos ocuparemos de algunas cuestiones de semiótica, relacionando posteriormente esta ciencia con la lingüística y la psicología del lenguaje.

La gran variedad de "términos sígnicos" -señal, índice o indicio, símbolo, signo, ícono, síntoma y otros- suele generar cierta confusión, lo que obedece a que se-miólogos, psicólogos, lingüistas y filósofos los entienden y definen a veces de manera diferente. Presentaremos algunas de las clasificaciones más conocidas a fin de que el educador, tanto de aula regular como especialista, se forme una visión general, complementando sus conocimientos sobre el tema. Todo ello debe constituir parte necesariamente de la "base conceptual" que le permitirá fundamentar mejor sus responsabilidades pedagógicas y psicopedagógicas.

EL SIGNO LINGÜÍSTICO: SIGNIFICANTE Y SIGNIFICADO

Todo lenguaje es un sistema de signos. En el caso específico del lenguaje verbal, este está constituido por signos lingüísticos (básicamente, palabras) en los que, como ya lo había hecho notar Saussure, hay dos aspectos inseparables: significante y significado, conocidos también como expresión y contenido:

 

• El SIGNIFICANTE o EXPRESIÓN es la imagen acústica o gráfica que re-presenta o "está en lugar de" aquello a que hace referencia el signo.

• El SIGNIFICADO o CONTENIDO es el concepto o idea re-presentado por la imagen acústica o gráfica.

La palabra "pizarrón" (o encerado), en sus formas escrita o hablada, y el dibujo correspondiente, en los ejemplos que siguen, constituyen el significante. El concepto o idea acerca de lo que es un pizarrón,1 el significado.


Nótese que los dos primeros significantes son lingüísticos. El tercero, de carácter icónico, ya que tiene semejanza física directa con lo designado, es no verbal. Se podría también representar la idea de lo que es un pizarrón por medio de gestos: ello constituiría otro significante no verbal.

Como lo hacen notar Liberman, Shankweiler y Liberman (1989), hay una diferencia crítica entre el lenguaje verbal, exclusivo del ser humano, y todas las otras formas naturales de comunicación (gestos, expresiones corporales, etc.): en todos los sistemas no lingüísticos, los significados se relacionan con signos que difieren holística o globalmente entre sí. La consecuencia inevitable es que el número de significados que puede comunicarse está limitado por la cantidad de señales holísticamente diferentes que el organismo puede producir y percibir, número que es relativamente pequeño.

En el lenguaje verbal, en cambio, los significados no son transmitidos por señales que difieren globalmente, sino más bien por palabras, es decir, por signos que difieren entre sí en su estructura interna. Tal estructura está constituida por un pequeño número de elementos fonológicos sin significado, regidos por un sistema combinatorio altamente especializado e inagotable en posibilidades: con pequeñas modificaciones en dicha estructura se pueden estar creando siempre palabras nuevas que, pese a su semejanza física, pueden referir -por las características del signo lingüístico- a realidades muy diferentes entre sí. Véase, por ejemplo, las palabras: pase, pese, pise, pose, puse. El cambio en una sola letra produce modificaciones sustanciales de significado (y se dan, en este ejemplo, algunos casos de homonimia).

Esto nos lleva a explicar que en los signos las relaciones significante-significado pueden ser de diferente naturaleza.

Por ejemplo, es un hecho conocido que existe una relación natural entre "humo" y "fuego" cuando se afirma que "el humo es signo de fuego". Un signo icónico, como el dibujo del pizarrón más arriba o la maqueta de una casa, tienen un parecido físico con lo representado, dándose una relación analógica o de similitud.

En el signo lingüístico, en cambio, la relación entre significante y significado no es natural ni analógica. Reúne dos características importantes:

1. Es una relación convencional, es decir, fruto de acuerdo o de convención.

Para la mayoría de las palabras de una lengua es muy difícil determinar cuándo o cómo se llegó a inventarlas para que representaran determinadas ideas o conceptos. Resulta más fácil, en cambio, cuando se trata de neologismos o palabras y expresiones nuevas (que se suelen basar en palabras o expresiones conocidas). La jerga computacional es rica en ejemplos de palabras relativamente nuevas (formatear, inicializar, e-mail, blog, twitter) destinadas por convención o acuerdo para representar determinadas nociones.

2. Es arbitraria, es decir, no necesaria. No hay una relación natural, interna, entre significante y significado. Lo que llamamos pizarrón o encerado podría denominarse (y ello, de hecho, ocurre) de otras maneras y no se vería afectado el significado o concepto al que se alude.

Esto queda de manifiesto al comparar lo que ocurre en las diversas lenguas: un mismo significado o contenido tiene en cada una de ellas un significante o imagen acústica (y gráfica o escrita) diferente.

Flor, fleur, fiore, flower; mujer, femme, donna, woman, etc. corresponden a imágenes acústicas y gráficas diferentes, pero aluden, respectivamente, a un mismo concepto.

Las palabras tren y locomotora, la primera muy corta y la segunda larga, aluden a objetos físicos con un tamaño justamente inverso: un tren es mucho más largo que una locomotora. Esto podría desconcertar a un niño que está en etapas iniciales de la lectura y escritura. Una representación icónica, a diferencia de una de tipo lingüístico, respetaría con fidelidad ese aspecto.

La homonimia,2 en que a formas idénticas corresponden significados muy diversos (río, papel, tomo, canto, planta...) también da cuenta de la arbitrariedad de la relación significante-significado (o expresión-contenido) en los signos lingüísticos: un mismo significante puede corresponder a dos o más significados diversos. Analicemos, por ejemplo, la palabra bajo:

En este coro es un excelente bajo

Mañana bajo para Puerto Aysén

Es un tipo más bien bajo

Utiliza un lenguaje bajo y soez

Habla demasiado bajo y no se le escucha

Obsérvese que incluso se trata de categorías morfológicas diferentes (sustantivo, verbo, adjetivo, adjetivo, adverbio), que cumplen funciones sintácticas distintas y que remiten a significaciones y categorías conceptuales diferentes. En este ejemplo específico, sin embargo, las variadas manifestaciones del término bajo comparten algún rasgo semántico común. No comparten rasgos semánticos, en cambio, los homónimos llama (animal), llama (fuego) y llama (verbo llamar). Todo lo anterior no podría ocurrir si se tratara de relaciones naturales, necesarias, es decir, si a un determinado concepto le tuviera que corresponder forzadamente una etiqueta lingüística.

Es de interés destacar que el mismo de Saussure, de acuerdo a lo recogido por sus discípulos en el Curso de lingüística general, distinguió entre signo (con las características ya enunciadas) y símbolo, en el cual siempre hay, al menos, un rudimento de vínculo natural entre significante y significado. En el símbolo nunca dicho vínculo es totalmente arbitrario. La "balanza", por ejemplo, puede ser símbolo de la "justicia", porque la posición de equilibrio de sus brazos se asemeja, de algún modo, al contenido básico de dicho concepto.

SIGNOS, SEÑALES Y SÍMBOLOS

No siempre hay acuerdo entre lingüistas, psicólogos, filósofos, etc., en la elección de los términos que designan las diversas modalidades de relaciones significante-significado o las modalidades de representación simbólica. Por ejemplo, la manera en que los lingüistas definen el término signo corresponde a lo que muchos filósofos y psicólogos consideran un símbolo, quienes a veces reservan la palabra signo (equivalente a indicio o índice) para aquellas situaciones en que el significante es parte de lo designado. (El humo es signo o indicio de fuego).

Cassirer (en su Antropología filosófica) va incluso más allá y considera los signos como "propios de los procesos semiósicos animales" (entendidos, en realidad, como "señales") y los símbolos, como característicos del universo humano.3 De hecho, define al hombre como animal simbólico.

Recuérdese que Bühler, en el modelo de funciones del lenguaje anteriormente examinado, señala que todo signo (o mensaje) lingüístico implica una triple relación (lo que se grafica en la fig. 4.1):

• SÍNTOMA o INDICIO del sujeto hablante (función expresiva).

• SEÑAL para la persona del oyente (función apelativa).

• SÍMBOLO de las cosas, de aquello de que se habla o asunto (función representativa).

El modelo de Bühler muestra la manera original e influyente en que este autor utilizó la terminología sígnica. El filósofo, lógico y físico estadounidense Peirce, considerado uno de los fundadores de la semiótica, desarrolló varias clasificaciones de los signos. La más conocida por los psicólogos, atiende a la relación entre el signo y el objeto significado,4 distinguiendo tres clases de signos:

Íconos o signos icónicos: tipos de signos que tienen una semejanza física directa con lo designado (fotografías, dibujos, modelos a escala, imágenes fílmicas, planos, etc.)

Índices o indicios: signos con una relación de efecto a causa o que son parte de lo designado (humo, como signo del fuego; luz roja en el tablero del automóvil, como signo de un problema en el motor; huella en la arena, signo de un pie, etc.)

Símbolos: signos cuya relación con lo designado es fruto de una norma convencional (signos lingüísticos; la bandera, símbolo de la patria; la luz roja del semáforo, que por convención simboliza "peligro", obligando a detenerse).

Piaget, a diferencia de varios psicólogos y filósofos, utiliza el término signo para aludir a lo que estos -como es el caso de Peirce- definen como símbolo. Esto se debe a que ya en su obra El nacimiento de la inteligencia en el niño comienza a utilizar en la notación de su sistema semiótico los aportes de la escuela de Saussure.5 Distingue entre significante y significado en todo proceso de significación, desde las etapas más tempranas (Fig. 4.2).


Figura 4.1

Los tres modos de ser del signo, según Bühler

De acuerdo a lo que afirma J. Hierro Pescador,6 Piaget "distingue entre signo y símbolo en los mismos términos que Saussure, aunque acentuando aún más el carácter icónico del símbolo". Añade, además, los conceptos de índice o indicio y señal para referirse a las etapas más tempranas. En El nacimiento de la inteligencia en el niño, cuando explica el "reconocimiento de los indicios y su utilización en la previsión" por parte del niño, en el cuarto estadio del período sensorio-motriz, analiza con finura indicios y señales. Afirma que, en tanto que estas impulsan simplemente a la acción, los indicios permiten al niño pequeño una previsión independiente del acto. Como ejemplo, a los 11 meses y 15 días

"Jacqueline llora cuando su mamá se pone un sombrero. No se trata ya del temor o de la inquietud, como antes, sino de la seguridad de la marcha" (p. 188).

De todo lo anterior, puede derivarse que de los diferentes términos sígnicos, el más genérico, el que los incluye a todos, es el término SIGNO. Sin embargo, el uso corriente de este término, compartido también por psicólogos -como se indicó- admite el sentido restringido equivalente a "indicio", en que el significante es parte de lo designado: las lágrimas son signo de pena; el enrojecimiento es signo de vergüenza, etc.


Figura 4.2

Diferentes modalidades evolutivas de significación según Piaget. Adaptado de Battro. Los signos son convencionales y colectivos. Los símbolos refieren a pre-conceptos individuales y dependientes del objeto. Cada esfera muestra una relación significante-significado.

Los psicólogos utilizan frecuentemente el término señal como un tipo de signo que tiene una relación causal con lo designado y que tiene "sentido" incluso en ausencia del objeto. Los estímulos condicionados son señales que dan lugar a un comportamiento "como si" el objeto (el estímulo incondicionado) estuviera presente.7

Signos y señales, en el sentido recién expuesto, no alcanzan la categoría de símbolos, según son definidos en la clasificación de Peirce, y como los conciben la mayoría de los psicólogos.

 

Entendidos así estos términos, se logra una adecuada comprensión de la impactante referencia al caso de Helen Keller que hace el psicólogo D. Child (1975), en el capítulo dedicado al lenguaje y el pensamiento, cuando dice:

Un inusitado ejemplo de una transición de signo y señal a sistemas simbólicos lo describe brillantemente Helen Keller en The story of my life (Doubleday. Nueva York, 1917). Sorda y ciega desde la infancia, había hecho pocos adelantos hasta que, a los siete años, se le dio como institutriz a la señorita Annie Sullivan. Durante los primeros días ésta le hizo palpar objetos mientras le dibujaba las letras del nombre de esos objetos en la palma de la mano. Pero no se daba cuenta de que las formas que se le "dibujaban" en la palma eran rótulos que designaban los objetos que tocaba. De hecho, Helen ni siquiera se desprendió de los signos que la rodeaban. Llegó el momento de la verdad cuando" (y aquí comienza el relato de la misma Helen):

"Caminábamos por el sendero hacia la casita donde se hallaba la bomba de agua, atraídas por la fragancia de la madreselva que la cubría. Alguien estaba sacando agua, y mi preceptora me colocó la mano debajo del chorro. Mientras la fresca corriente se me vertía sobre una mano, ella me deletreaba en la otra la palabra agua, primero despacio, después rápidamente. Yo me detuve quieta, toda mi atención fijada en los movimientos de sus dedos. De repente sentí como un nebuloso reconocer de algo que había olvidado, la emoción de un pensamiento que volvió. Y de alguna manera se me reveló el misterio del lenguaje. Entonces sabía que 'a-gu-a' significaba ese algo maravillosamente fresco que me corría sobre la mano...

Salí de la casita ávida de aprender. ¡Todas las cosas tenían un nombre!, y cada nombre dio lugar a un nuevo pensamiento.

El siguiente esquema, que incluye ejemplos sencillos, resume algunos de los conceptos definidos anteriormente. Nótese que "signo" denomina tanto a la categoría general como a subcategorías:


SEMIOSIS, SEMIÓTICA Y CIENCIA

Según el semanticista conductista Charles Morris,8 el proceso por el cual algo funciona como signo puede denominarse semiosis. Este proceso implica tres (o cuatro) factores:

• Lo que actúa como signo o vehículo del signo..............[ S ]

• Aquello a lo que el signo se refiere, lo designado o designatum..........[ D ]

• El efecto producido en algún intérprete en virtud del cual la cosa en cuestión es signo para él. Conducta "interpretante"............ [ I ]

• El "intérprete" mismo.

Algunos ejemplos del mismo Morris aclaran estos conceptos, que no son tan complicados como pareciera:

• Un perro (el "intérprete") responde con el tipo de conducta [I] requerido para cazar ardillas [D], ante un determinado sonido [S]

• Un viajero (el "intérprete") se prepara para enfrentarse adecuadamente [ I] a la región geográfica [D], en virtud de la carta [S] que le escribió un amigo.

Se habló más arriba de tres o cuatro factores ya que "intérprete" y su conducta "interpretante" se suelen considerar en conjunto. La caracterización más eficaz de un signo es, para Morris:

S es un signo de D para I,

en la medida en que I toma en cuenta a D

en virtud de la presencia de S.

Por lo tanto, en la semiosis, algo toma en cuenta a algo distinto de él mismo, de forma mediata, es decir, a través de un tercero. La semiosis es, entonces, "una toma en cuenta mediada". A partir de los tres elementos anteriores (S, D e I) y de sus relaciones, se pueden obtener las dimensiones de la semiosis:9

• Dimensión semántica de la semiosis: estudia las relaciones de los signos con los objetos a los que los signos pueden aplicarse.

• Dimensión sintáctica de la semiosis: estudia la relación de los signos con otros signos, ya que "todos los signos están potencial o realmente relacionados con otros signos".10

• Dimensión pragmática de la semiosis: estudia la relación de los signos con los intérpretes.

Esas tres dimensiones explican las tres partes principales o ramas de la semiótica, como se verá en el apartado que sigue. Por otra parte, en lo concerniente a las relaciones entre ciencia y semiótica, afirma Morris:

Ciencia y signos están inseparablemente vinculados entre sí, ya que la ciencia ofrece al hombre signos más fidedignos, a la vez que incorpora sus resultados a un sistema de signos. Toda la civilización humana depende de los signos y de los sistemas de signos, sin que pueda separarse la mente humana del funcionamiento de aquellos (si es que no deben identificarse las propiedades de la mente con dicho funcionamiento)...

La semiótica tiene con las ciencias una relación doble: es al mismo tiempo una ciencia más y un instrumento de las ciencias.

La significación de la semiótica como ciencia reside en el hecho de ser un peldaño para su unificación, puesto que suministra las bases a todas las ciencias especiales de los signos, tales como la lingüística, la lógica, las matemáticas, la retórica y (al menos, hasta cierto punto) la estética...

Pero bien, si la semiótica es una ciencia coordinada con las demás ciencias, por cuanto estudia cosas o propiedades de cosas en su papel de signos, es también un instrumento de las ciencias, pues toda ciencia se vale de signos y expresa sus resultados en términos de signos. Por lo tanto, la meta-ciencia (la ciencia de la ciencia) debe utilizar la semiótica como un "órganon". 11

SEMIÓTICA, LINGÜÍSTICA Y PSICOLOGÍA DEL LENGUAJE

La semiótica o semiología es la ciencia que tiene por objeto el estudio de los signos. Se considera al lingüista suizo Ferdinand de Saussure como uno de sus fundadores, ya que había planteado la posibilidad de una ciencia, de la que la lingüística sería parte, destinada a estudiar la existencia de los signos en sociedad. Propuso denominarla semiología (semeion = "signo", del griego) y estimó que debía ser parte de la psicología social y de la psicología general.

Otro de sus fundadores es el lógico y científico Charles Sanders Peirce (1839-1914),12 uno de cuyos sistemas de clasificación de signos citamos anteriormente. Consideraba este filósofo e investigador (quien hizo, además, importantes contribuciones en física) que la semiótica era la base de la lógica, a la que describió como la ciencia de las leyes necesarias generales de los signos.


Figura 4.3

Las ramas o parte de la semiótica, comunes a los diferentes sistemas de signos. (La fonología es exclusiva de la lingüística por lo cual no se incluye.)

En contraste con la concepción diádica del signo de Saussure (significantesignificado), Peirce considera que los signos son signos para alguien que los interpreta como tales; no lo son en sí, aisladamente, por tanto, su concepción es triádica, añadiendo a los dos elementos anteriores (con otras denominaciones) el de "interpretante".

Sus ideas filosóficas contribuyeron al desarrollo del pragmatismo (la validez o verdadera importancia de los objetos o conceptos estriba en los efectos prácticos de su uso o aplicación), que desarrollaron más extensamente W. James y J. Dewey.

Semiótica13 y semiología son prácticamente sinónimos, aunque, como lo precisa Boyle (1977), la semiología europea adoptó inicialmente más bien una perspectiva lingüístico-cultural; en cambio, la semiótica anglosajona, una orientación lógico-epistemológica. El término semiótica se ha impuesto ampliamente. Semiología continúa asociado a uno de sus usos más antiguos: los signos o "síntomas" de las enfermedades, tanto en medicina como en psicopatología.

Charles Morris, seguidor y sistematizador de las ideas de Peirce, ha ejercido una gran influencia en el desarrollo de la semiótica en una perspectiva conductista, que ha sido criticada, ya que sería insuficiente -a juicio de sus detractores- para dar cuenta de la complejidad y sutileza de la actividad semiótica humana. Del análisis de signo y dimensiones de la semiosis recién expuestos, deriva Morris las ramas o partes de la semiótica. La fig. 4.3 las presenta, de la manera como suelen ser definidas actualmente.

La lingüística, una de las ciencias que se ocupa de signos, los signos del lenguaje verbal, tiene su propia sintaxis, semántica y pragmática (o pragmalingüística). Incluye, además, la fonología, que no poseen -por su naturaleza- otros sistemas de signos. La fig. 4.4 ilustra las relaciones entre ambas ciencias (Las proporciones deben ignorarse).


Figura 4.4

Lingüística y semiótica

Como ya se ha adelantado en páginas anteriores, desde su preocupación casi exclusiva por la estructura, la lengua, los lingüistas se han interesado cada vez más (al empeñarse también en la descripción de sus funciones) por el uso de la lengua en contexto y en relación a sus usuarios. Esto se manifiesta en el gran interés en estas últimas décadas en la pragmática, compartido por semiólogos que cubren otras áreas, fuera de la lingüística.14

Engelkamp (1981) explica que "a diferencia de la sintaxis, centrada en el aspecto combinatorio, y de la semántica, que se fija sobre todo en los contenidos de la lengua, la pragmática investiga la parcela que se propone como objeto de estudio la lengua en relación con las personas que la hablan y con los contextos socioculturales y de actuación en que esto acontece".