Desde el huerto del Edén hasta la gloria del Cielo

Tekst
0
Recenzje
Przeczytaj fragment
Oznacz jako przeczytane
Czcionka:Mniejsze АаWiększe Aa

Finalmente, está el éxito de Su misión en la Segunda Venida. La Segunda Venida consuma la derrota de Satanás. Cristo ahora es el triunfador sobre Satanás, pero éste todavía está “rodeando la tierra y andando por ella.” Cuando el autor a los Hebreos declara el gobierno absoluto de Cristo sobre todas las cosas, él hace esta matización: “pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas” (Hebreos 2:8). Nuestro tiempo es un tiempo entre la derrota inicial y la “limpieza” que ocurrirá cuando regrese el Señor. Es un tiempo de proclamar el mensaje de la gracia de Dios, porque el tiempo es corto entre el triunfo de la cruz y la gloria de la Segunda Venida. Como miembros del Nuevo Pacto, podemos mirar atrás hacia algunos de los aspectos del “ahora” del triunfo de Cristo, y miramos hacia adelante a algunos de los aspectos “aún no”. Satanás está destinado a engañar las naciones tal como lo hizo antes de la primera venida de Cristo y la expansión del evangelio, pero entonces, él será echado en el lago de fuego para siempre. Ahora, las puertas del infierno están siendo atacadas con los arietes del evangelio, pero entonces no se encontrará lugar en los nuevos cielos y la nueva tierra en que no quede ni una huella digital del enemigo.

Por esto es que los cristianos tienen tal esperanza en la venida de Cristo., Génesis 3:15 no se cumplirá plenamente sino hasta que Él venga. Es mucho lo que se ha hecho, pero aún estamos en espera de la destrucción del enemigo a quien el Señor “matará con el espíritu de Su boca, y destruirá con el resplandor de Su venida” (2 Tes 2:8). Anhelamos ver a Cristo reconocido por Su triunfo. Su pueblo sabe que Él reina ahora, pero queremos que el mundo entero reconozca ese reino. Buscamos ese triunfo que es presentado tan claramente en Filipenses 2:9-10:

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;

Este evento encuentra sus raíces en esa primera declaración de guerra y en la promesa de victoria de la que Dios le habló a Satanás en presencia de Adán y Eva. Por eso decimos, ¡Ven Señor Jesús!

Al inicio de este capítulo, vimos que Génesis 3:15 es la tesis de nuestro estudio sobre los pactos. Cada pacto que estudiaremos tiene su origen y fundamento en el plan eterno de Dios el cual exalta a Su hijo en triunfo sobre el enemigo de nuestras almas. Qué bendición es ver cómo Dios habló palabras de esperanza a nuestros primeros padres mientras ellos se hallaban ante Él en su culpa y vergüenza, ¡recién caídos! Que esto nos anime a ir a Dios por misericordia y gracia cuando hayamos caído en pecado también. Además, que les recuerde a aquellos que son fácilmente desanimados en la guerra de la vida cristiana, que nuestra victoria es segura por medio de la simiente de la mujer, ¡el Señor Jesucristo!

RECOMENDADOS PARA MÁS ESTUDIO:

Robertson, O. Palmer: The Christ of the Covenants. [El Cristo de los Pactos] Philipsburg, PA: Presbyterian and Reformed, 1980.

Vos, Geerhardus. Biblical Theology: Old and New Testaments. [Teología Bíblica: El Antiguo y Nuevo Testamentos] Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans, 1948.

– 4 –
La Bondad y la Severidad de Dios

El Pacto con Noé

Jehová preside en el diluvio,Y se sienta Jehová como rey para siempre.Jehová dará poder a Su pueblo;Jehová bendecirá a su pueblo con paz.Salmo 29:10-11

La conocida historia de Noé y el diluvio a menudo es representada por la imagen de un hombre sonriente rodeado de animalitos bonitos diciendo adiós desde la cubierta de un pequeño bote ¡Difícilmente podría haber un contraste más opuesto al relato histórico que eso! El relato bíblico del diluvio y el establecimiento del pacto de Dios con Noé, nos muestra tanto un avance aterrador del Día del Juicio como una descripción maravillosa de la liberación en Cristo. Si usted ha estado esperando pacientemente ver dónde aparece la palabra “pacto” en las Escrituras, su espera ha terminado. Dios usa el término en Génesis 6:18, y luego aparece varias veces más en Génesis capítulo nueve, donde se revela más del pacto. El primer gran pacto en la Escritura ocurre cuando Dios libra a Noé y le da promesas.

Dos Grandes Realidades

¿Qué estaba sucediendo en los días que precedieron el diluvio? ¡Exactamente aquello que Dios había hablado en el Huerto de Edén! Durante el tiempo entre Adán y Eva y los días de Noé, vemos los comienzos de la enemistad encarnizada entre las simientes abriéndose paso a través de los efectos destructivos del pecado. Primero, las dos simientes a las que Dios se había referido en Génesis 3:15 se estaban multiplicando; con la simiente piadosa de Set creciendo al lado de la de Caín; los justos y los malvados aumentaban simultáneamente. En el campo de este mundo, siempre habrá cizaña mezclada con el trigo hasta la cosecha (Mateo 13:36-43). Sobre ambos grupos la penalidad de la muerte física cae como el golpe de un tambor. Versículo tras versículo leemos: “y murió”- un eco angustiante de las palabras de advertencia del Señor (Génesis 5; vea 2:17). El hecho de que haya listas genealógicas (de lo cual tan a menudo se quejan los lectores casuales de la Escritura) nos mantiene atentos a la multiplicación de estas simientes, y a la certeza de la muerte como resultado del pecado.

En medio de este melancólico e inevitable golpe de tambor, hay un rayo de esperanza: la vida de Enoc retrata el poder de Dios obrando para romper la maldición. El hombre está condenado a muerte, pero Dios puede intervenir y librarlo de la muerte. Aquellas criaturas de Dios que son reconectadas a Él, y caminan con Él, tienen la esperanza cierta de vencer la muerte.

EL EXTREMO DE LA MALDAD DEL HOMBRE

Al llegar al sexto capítulo de Génesis, la pecaminosidad del hombre se ha incrementado tanto que parece que la simiente de la mujer ha desaparecido de la tierra. Mientras los hombres se multiplican en número, sus ofensas a Dios también se multiplican. La amplitud y universalidad de la depravación es expuesta por lo que sucede aquí. En estos primeros días, los hombres viven más, y en vez de ver la misericordia de Dios en la prolongación de su vida física, desperdician sus vidas e incrementan su maldad. Dios acorta el tiempo de vida y después leemos esta declaración clave que prepara el camino para el diluvio: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.” (Génesis 6:5).

Cuando Dios no interviene en su misericordia salvadora, los hombres siguen muertos espiritualmente y habrán de morir físicamente. Cuando Dios deja de tratar por Su Espíritu con las conciencias de los hombres y cesa de convencerlos de su mal proceder, ¿Hacia dónde se vuelve su corazón natural? Se vuelve hacia el mal y solo al mal. El corazón es una fábrica que produce pecado, corrupción y maldad a un ritmo tan alarmante que sin la gracia salvadora de Dios o los frenos externos del Espíritu Santo obrando a través de la conciencia, no habría fin. A veces pensamos, “¿cómo sería si Dios quitara Su mano de bendición de la tierra?” No tenemos que preguntar, porque Génesis 6:5 nos da la respuesta. Todos los descendientes de Adán tienen una enemistad natural hacia Dios con una inclinación a vivir sus vidas cometiendo actos de desobediencia y rebelión contra Él.

JUICIO SOBRE UN MUNDO PECAMINOSO

Por causa de este creciente mal, el juicio es pronunciado sobre el mundo: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.” (Génesis 6:6). El arrepentimiento o dolor del que se habla aquí es un antropomorfismo—una frase que le atribuye a Dios algo que los hombres tienen o hacen, a fin de enfatizar un punto en particular. Aquí, el punto es demostrar que el pecado es exactamente contrario a la intención de Dios para el hombre. El pecado es no ser aquello para lo cual fuimos hechos, y no hacer aquello para lo que fuimos creados. Dios toma el pecado como algo personal; le agravia y le enoja en Su corazón, y Él expresa emocionalmente Su justo juicio contra el pecado.

Aunque hay gran paciencia en el Señor, esa paciencia es limitada por Su voluntad y propósitos soberanos. Dios no permitirá que el hombre continúe en pecado sin nunca arrepentirse, endureciendo siempre su corazón, dejándolo sin castigo y retribución. Por lo tanto, leemos la palabra de Dios a Noé concerniente al juicio y castigo sobre la tierra:

“Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra.” (Génesis 6:13)

Haber borrado la raza humana el día de la caída hubiese sido justo y correcto a la luz de la amenaza de Dios a Adán, pero en Su paciencia, Dios ha soportado la rebelión del hombre por más de mil seiscientos años. Ahora Dios determina limpiar este mundo de la contaminación que el hombre ha ocasionado en ella por su maldad. Si no hubiese sido por Noé, quien “halló gracia ante los ojos de Jehová” (Génesis 6:8), no habría humanidad. La humanidad completa se había alejado de Dios y se había corrompido, pero puesto que Dios decidió mostrarle misericordia a un hombre, hubo esperanza para la raza completa.

Génesis 6:17 nos dice que Dios usaría un diluvio para destruir la tierra. El diluvio es un retrato asombroso del juicio de Dios sobre el pecado, expresado en un acto cataclísmico de destrucción. El Apóstol Pedro declara que los hombres “ignoran voluntariamente” esta terrible y seria intervención de Dios en la historia humana porque ellos no quieren encarar las consecuencias del futuro juicio de Dios, un juicio que ellos niegan aún estando frente a estos eventos ( 2 Pedro 3:4-7). Casi toda cultura antigua tiene en sus registros la historia de un diluvio universal, y hasta un número de rasgos geológicos confirman que tal diluvio ocurrió. No obstante, como predijo Pedro, el mundo prefiere creer que “todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.” Creer que el mundo ha existido por millones de años y que seguirá así por millones de años más es lo mejor después de decir que la tierra siempre ha existido y existirá. Intrínseco a esta visión es la idea de que, “No ha habido un gran juicio universal. Eso es solo un mito religioso para asustar a las personas y moralizarlas.” Por consiguiente, el diluvio universal es desatendido a propósito o su significado es distorsionado.

 

Sin embargo, la verdad es que el mundo fue creado por la poderosa palabra de Dios. Ese mundo empezó a ser poblado por hombres, y esos hombres actuaron impíamente a la vista de Dios hasta que Él intervino, destruyendo la tierra con diluvio. Ya ha ocurrido antes un juicio universal, y ocurrirá otra vez. El diluvio nos dice que Dios está dispuesto y es capaz de traer destrucción universal sobre la humanidad por nuestro pecado. Los hombres olvidan esta verdad voluntariamente, pero el cristiano debe recordarla sobriamente y traerla a su mente, para prepararse para aquel gran día.

La Vida Preservada por la Promesa del Pacto Divino

Contra este dramático trasfondo de juicio, Dios hace Su primera promesa de pacto la cual fue causa de la salvación de ocho almas en el diluvio:

“Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo...” (Génesis 6:18)

Noé tuvo la posición privilegiada de ser el primero en oír a Dios decir “mas estableceré mi pacto contigo…” Combinando estas palabras con aquellas pronunciadas después del diluvio, miremos el contenido de las promesas de Dios en el Pacto con Noé:

UNA PROMESA A TODOS LOS SERES VIVIENTES

Podría sorprender a algunos saber que la primera mención de un pacto incluyó hasta a los animales. Los recipientes de este pacto son Noé, su esposa, sus hijos y sus esposas, y “toda criatura viviente” que estaba con Noé (Génesis 9:9, 15-17). Eso quiere decir que los recipientes son todos aquellos que fueron librados de la destrucción, todos aquellos que fueron salvados del diluvio mediante el refugio del arca. Los animales juegan un rol sorprendentemente grande en lo que Dios hace en este pacto; no es solo a Noé, sino también a los animales a quienes Dios recuerda al final del diluvio (8:1). Además, todos los descendientes de los recipientes iniciales de este pacto son incluidos en sus promesas, para que todas las cosas que vivían entonces y viven ahora, toda la humanidad y todas las otras criaturas, sean incluidas en este pacto.

UNA PROMESA PARA EL MUNDO

La promesa que Dios hace es una promesa triple que prepara un marco de trabajo estable para el mundo natural y civil, un escenario donde los actos redentores de Dios serán desarrollados. Es una promesa concerniente a la preservación del mundo creado, la estabilidad de días y estaciones de la tierra, y la naturaleza única del diluvio universal.

El primer aspecto de la promesa es que la creación como un todo no sufrirá nunca otra vez por los pecados de los hombres. El pecado de la humanidad tuvo un efecto cósmico que empañó toda la creación de Dios. Hasta el fin del mundo, el pecado del hombre afectará a la creación, como vimos anteriormente (Romanos. 8:19-21). En el diluvio, Dios trajo Su ira contra la creación completa por los pecados de los hombres y Su promesa es que nunca lo hará así otra vez. Sabemos que cuando Cristo venga, la creación será restaurada; ése será el supremo cumplimiento de esta promesa. Mientras tanto, hay un cumplimiento continuo de esta promesa, pues cada día que pasa Dios retiene Su ira de la tierra.

Segundo, habrá una estabilidad mundial en el orden creado: “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.” (Génesis 8:22). En esta promesa está contenida la implicación de que el mundo tal como está en el presente no durará para siempre, pues Él dice, “mientras la tierra permanezca…” La idea, por supuesto, es que habrá un día en el que mundo dejará de “permanecer,” por lo menos en su forma presente; pero hasta ese momento, habrá una estabilidad predecible en el mundo. Habrán temporadas de las cuales podemos depender: la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno. También se podrá depender de los días y las noches. Cada día, cuando el sol sale, es verdaderamente un testimonio de la confiabilidad de Dios (vea Jeremías 33:20, 25). El himno muy conocido, “Grande es Tu Fidelidad” expresa esta verdad:

La noche oscura, el sol y la luna

Las estaciones del año también

Unen su canto cual fieles criaturas

¡Porque eres bueno, por siempre eres fiel!

El tercer y final aspecto de la promesa es que Dios jamás destruirá otra vez toda carne y jamás volverá a traer un diluvio sobre toda la tierra (v.11). Cada vez que las inundaciones retroceden en un área dada, esta promesa está en exhibición. Nosotros nunca hemos tenido un diluvio que cubra toda la tierra desde que vivió Noé, y nunca lo tendremos— aun hasta el final de este mundo presente. De hecho, la misericordia de Dios es tan grande respecto a esta promesa que raras veces se han visto inundaciones a gran escala sobre uno o más países. Recientemente, un tsunami afectó Sri Lanka, India, y otros lugares. Mató más de 120,000 personas en un tiempo muy breve. Sin embargo, a causa de la promesa de Dios, fue un evento extraordinario. Aún así, considerando la tierra como un todo, fue una parte muy pequeña la que fue inundada. ¿Qué tan poco vemos el enojo de Dios, y qué tanto vemos su misericordia en el gobierno de este mundo? ¡Vivimos en una estabilidad relativa y en la protección que Él continúa proveyendo de un diluvio universal!

LA PROMESA SELLADA

Alguno de los pactos designan un sello o señal para conmemorar lo que Dios ha hecho para que podamos ver hacia atrás y recordar la promesa de Dios; estos son como los anillos de boda que nos hacen recordar los votos a nuestras pareja. Estas señales tienden a estar de acuerdo con la naturaleza del pacto. En el caso del Pacto con Noé, las promesas son para todos los seres vivientes. Éstas son dadas soberanamente por Dios, por lo tanto es apropiado que la señal sea visible a lo largo de toda la creación y Él la coloca en los cielos. Esa señal, por supuesto, es el arco iris.

Fíjese también que Dios dice que la señal es para que Él la vea, y que Él recordará. Cuando vemos el arco iris, éste nos recuerda que Dios recuerda. Él se ha puesto una obligación sobre Sí mismo al hacer este pacto. Ha puesto el arco iris en el cielo para decir que Él ve, recuerda, y cumplirá Su Palabra. Hay un sentido en el que cada vez que estamos mirando el arco iris, Dios está del otro lado viéndolo también y reconociendo Su promesa de nunca volver a destruir la tierra con un diluvio.

Nuevas Responsabilidades Para Un Mundo Renovado

Este pacto pone ciertas responsabilidades sobre el hombre. No son condiciones del pacto, ya que Dios hará lo que El diga ya sea que los hombres obedezcan o no estas responsabilidades. No obstante, son mandamientos que Dios da en conexión con el pacto hecho con la humanidad que fue librada del diluvio. Estas responsabilidades reafirman las palabras de Dios en la Creación y establecen la estabilidad en este mundo de pecado.

FRUCTIFICAD Y MULTIPLICAOS (TODAVÍA)

La primera directiva que Dios da es la reiteración del mandamiento de fructificar y multiplicar que fue dado primero a Adán y Eva (Génesis 9:1). En este nuevo mundo recientemente lavado y purgado de pecado, la necesidad de repoblar es especialmente urgente ya que solo quedan los pocos que sobrevivieron a la reciente destrucción. La exhortación Divina de engendrar hijos a través de la Escritura muestra Su deseo de la multiplicación de la “simiente de la mujer”. Esto es lógico ya que Dios dice que el matrimonio fue instituido en parte por Su deseo de una “descendencia para Dios” (Mal 2:15).

EL TEMOR Y PAVOR DEL HOMBRE

El Señor también le dice al hombre que: “El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra…” (Génesis 9:2). Un aspecto de esta declaración es la reiteración del llamado a los hombres a enseñorearse de todas las criaturas cuando dice “en vuestra mano son entregados.” Sin embargo, por causa de la caída, el dominio del hombre sobre las criaturas ahora genera temor y pavor. El no gobierna en paz y tranquilidad como en el Huerto. No solo la tierra no le produce tan fácilmente como antes, ¡sino que las criaturas huyen de él! El aún es responsable de sojuzgar y enseñorearse, pero es una batalla cuesta arriba hacerlo en un mundo condenado por el pecado y la muerte.

UN MENÚ EXPANDIDO

Después del diluvio, se añadieron más opciones a la dieta del hombre (9:3). Dios dice ahora que todas las criaturas vivientes son buenas para el consumo del hombre. No hay ética bíblica para las leyes dietéticas impuestas actualmente por algunos creyentes. Aunque hubo regulaciones dietéticas temporales para el pueblo de Israel, no hay fórmula secreta para una vida mejor y más saludable en ellos. El propósito primario de estas regulaciones era consagrar a la nación de Israel como un pueblo santo, separado para el Señor, lo cual fue demostrado en prácticas especiales que incluían leyes dietéticas (Levítico 11:43-47). Los judíos trataron de imponer estas leyes sobre los creyentes hace mucho tiempo, en el primer siglo, pero Jesús y los apóstoles declararon que los creyentes del Nuevo Pacto son libres de tales restricciones. Jesús enseñó que: “Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre.” (Marcos 7:18-23). Es la pureza del corazón, y no la dieta, con lo que Dios está más preocupado.

¡Si tan solo más personas se preocuparan por lo que sale de su boca al hablar y por lo que está en su corazón en vez de lo que entra por su boca y su sistema digestivo! Aún en relación a la dieta, el asunto moral se enfoca en no dar lugar a nuestras pasiones desmesuradas en vez de al tipo de alimento que comemos; un hombre podría ser “kosher” en su dieta, pero estar pecando por la cantidad de su consumo, llevándolo a glotonería y embriaguez (Proverbios 23:20-21). Hay mucho más enfoque sobre la moderación en nuestro consumo que sobre el comer ciertos tipos de carnes o vegetales. Es la glotonería y la embriaguez lo que concierne a Dios. Aún más, Él ha dispuesto la abundante variedad de Su creación para los creyentes en el Nuevo Pacto, porque “del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Corintios 10:25-26; Hechos 10:10-15). Es una gran bendición que Dios haya puesto a nuestra disposición todo tipo de alimentos deliciosos, y esta provisión tiene su origen en el pacto de Dios con Noé.

LA SANTIDAD DE LA SANGRE

Aunque nuestro menú ha sido expandido, Dios sí hace una prohibición sobre el comer carne: la sangre del animal no ha de comerse. Esta provisión especial estableció la importancia especial de la sangre para Dios y más adelante para el pueblo especial de Dios. Desde el mismo principio de la Escritura, Dios comunicó la idea de que la vida está en la sangre. Puesto que la muerte es una imposición sobre el mundo por causa de la caída, nuestro cuidado en relación a la sangre nos ayuda a recordar esta realidad. Por lo tanto, la sangre, aún la de los animales, tiene un carácter sagrado, el cual debemos reconocer aun en la preparación de nuestros alimentos.

Además, la mención de la sangre en Génesis 9:4 sembró una semilla en el pensamiento que se volvió prominente a través del Antiguo Pacto concerniente al sacrificio de animales, y que en última instancia señalaba al sacrificio de Cristo. El derramamiento de la sangre ilustra y simboliza el derramar la vida de algo o alguien; “El derramó Su sangre por nosotros” y “El dio Su vida por nosotros” son paralelos y sinónimos por el estándar que se estableció primero aquí. Comenzó con el sacrificio de animales para vestir a Adán y Eva después de que su desnudez se convirtió en causa de vergüenza, y continuó con la sangre del justo Abel clamando desde la tierra; y ahora, en el Pacto con Noé, otra pincelada ha sido añadida al lienzo del Retrato de Dios de la Redención que está siendo revelado en el Antiguo Testamento (Génesis 3:21, 4:10). Al apartar la sangre como algo sagrado que no debía ser profanado, el Señor comienza a enfocar la atención hacia el rol especial que jugará la sangre de Cristo en la obra de la redención.

 

LA PENA CAPITAL

Ya que la violencia fue rampante sobre la tierra antes del diluvio, Dios ha prescrito un medio para frenar la violencia durante el tiempo que el hombre ha morado sobre la tierra. Además de la estabilidad de las estaciones en el orden creado, habrá al menos alguna medida de estabilidad civil, o estabilidad entre los hombres en sus relaciones, porque la amenaza de muerte asecha a los que matan a otros.

La razón de este requisito se deriva de lo establecido en la creación sobre las relaciones, al igual que otros aspectos del Pacto con Noé. Dios hizo al hombre a Su imagen, y aún después de la caída en el pecado, Dios tiene gran estima por los portadores de Su imagen. Nosotros fuimos creados para expresar y exponer Su imagen, y por lo tanto, Él toma muy en serio cualquier destrucción intencional de esa imagen, y requiere la muerte de todos aquellos que lo hagan. Una persona renuncia a su derecho a vivir cuando toma la vida de otra persona.

Esta fuerte respuesta a la actividad criminal tiene un efecto preservador sobre el mundo civil. La amenaza de pena capital es un fuerte elemento disuasorio. Cuando las sociedades se rehúsan a administrar este castigo oficial y justamente, eventualmente esto se revierte afectándolas por la intensa maldad que surge cuando es descuidado. Ciertamente, donde la vida es valorada, aquellos quienes toman vidas serán ejecutados, pero donde este mandamiento no es acatado, el pecado se incrementa y abunda.

El Diluvio y El Arca como Tipos

La función del Pacto con Noé es doble: instaura un mundo estable en el cual la historia del plan de Dios puede ser demostrado. También, sirve como tipo y figura de los dos grandes temas escriturales del juicio y la salvación.

LA IRA ES REAL

Primero, el diluvio de Noé retrata la ira de Dios contra el pecado. Señala la forma terriblemente repentina en la que regresará el Señor Jesús. Nos recuerda el hecho de que así como el mundo de entonces no estaba preparado, así será con la Segunda Venida.

Viene un día que lo cambiará todo. La gente estará haciendo lo que hace todos los días—comiendo juntos, yendo a fiestas, asistiendo a bodas. Luego, justo como cuando la puerta del arca se cerró y comenzaron a caer gotas de lluvia del cielo, así será en la venida de Cristo (Mateo 24:37-39). Al sonido de la trompeta, la puerta de oportunidad para venir a Cristo será cerrada; el cielo será abierto, “como un pergamino que se enrolla,” y el Hijo será revelado con los ángeles en gran gloria. Resplandecerán relámpagos desde el cielo y lloverá fuego. Habrá una conmoción tal en la tierra que infundirá temor en los corazones de los incrédulos. La gente literalmente pedirá a las piedras y a las montañas que los cubran, esperando escapar del inevitable juicio de Dios (Apocalipsis 6:14-17).

A menudo los hombres ven la estabilidad de este mundo no como una señal de paciencia y misericordia, sino de su impotencia en Dios. Ellos hacen esto a pesar de que esta bondad que le permite al hombre vivir en la tierra y retrasa el Día del Juicio debería llevarnos al arrepentimiento (Salmo 50:21; Romanos 2:14). Nos llama a prepararnos sobriamente y en oración para el juicio venidero, como hizo Noé. Es un llamado para que cada cristiano sea un “predicador de justicia” mientras todavía haya esperanza de salvación (2 Pedro 2:5; 2 Corintios 4:9-11).

DIOS ES CAPAZ DE LIBRAR Y PRESERVAR

En segundo lugar, el Pacto con Noé nos recuerda la habilidad de Dios de librar poderosamente a Su pueblo del juicio venidero. En el caso de Noé, Dios usó la brea protectora del arca. Es significativo que diga que el arca debía estar cubierta con “brea” por dentro y por fuera (Génesis 6.14). La palabra hebrea aquí habla de protección y es usada a menudo en el Antiguo Testamento para designar el aplacamiento de la ira o desagrado de Dios, mientras que su equivalente es usado más tarde para la palabra “expiación.” Cristo, como la “brea” del arca, cubre nuestro pecado y aplaca la ira de Dios contra nosotros. El es nuestra expiación y nuestra arca de refugio de la ira de Dios, nuestra seguridad del juicio en contra del pecado.

También, es alentador considerar el poder preservador de Dios obrando en proteger y guardar a Su pueblo. En un mundo donde Noé y su familia eran literalmente los únicos creyentes sobre el planeta, frente a la inimaginable oposición y presión de un mundo malvado camino a un juicio, Dios fortaleció a Noé para permanecer firme, para ser “un varón justo y perfecto en sus generaciones” (Génesis 6:9). Si Dios pudo infundir tal fortaleza y ayuda por Su Espíritu a Noé para ser justo en sus días, entonces usted y yo podemos animarnos sabiendo que Él puede hacer lo mismo por nosotros. El Señor se deleita en hacer que Su pueblo brille en la oscuridad, y en librarlo en toda clase de situaciones difíciles (Filipenses 2:14-15; 2 Pedro 2:4-5, 9). Puesto que es Dios quien derrama la ira, podemos estar seguros que El tiene el poder de salvarnos. Él tiene el control total de los diluvios más feroces, y nos puede guiar hacia lugar seguro sobre la roca de Su Hijo.

RECOMENDADOS PARA MAS ESTUDIO:

Murray, John. Principles of Conduct: Aspects of Biblical Ethics. [Principios de Conducta: Facetas de la Ética Bíblica] Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishing Co, 1957.

Martin, Robert P. The Death Penalty: God’s Will or Man’s Folly? [La Pena de Muerte: Voluntad de Dios o Necedad de Hombre] Avinger, TX: Simpson Publishing, 1992.

To koniec darmowego fragmentu. Czy chcesz czytać dalej?